Un Golpe con Estilo es una película que logra entretener al espectador a lo largo de sus 97 minutos, pero poco se puede destacar más allá de una correcta puesta en escena, sus (pocos) momentos verdaderamente graciosos y la talentosa triada de protagonistas que se pone el film al hombro. Going in Style (1979) es un film de comedia dirigido por Martin Brest que relata la historia de tres ancianos muy deteriorados y aburridos que se han resignado a vivir sus rutinarias vidas hasta morir eventualmente. Un día trazan un plan para ponerle algo de emoción a sus vidas: robar un banco, Pese a ser una comedia la película tiene una veta bastante sensible mostrando el drama de los protagonistas, su monótona vida y cómo la sociedad le da la espalda a sus mayores. En esta nueva versión los protagonistas retienen sus nombres y el título del film original sigue igual, pero el tono de la película cambia bastante. Al (Alan Arkin), Joe (Michael Caine) y Willie (Morgan Freeman) son tres jubilados que ven cómo sus pensiones son arrebatadas por la compañía donde trabajaron durante toda su vida. Sin querer fallarle a sus familias y tapados de deudas, el grupo de amigos deciden robar el mismo banco que los está estafando después de que Joe sea testigo de un exitoso atraco. Con un estilo más familiar y optimista (lejos del drama oscuro con algunas bromas del film original), Un Golpe con Estilo apela más a la comedia ligera y la risa fácil, sazonado con grandes intérpretes de la talla de Michael Caine (Batman: The Dark Knight, 2008), Alan Arkin (Little Miss Sunshine, 2006) y Morgan Freeman (Invictus, 2009) que aunque actúen en piloto automático, les alcanza y sobra para brindar una buena actuación. Otros actores que cumplen con su labor en roles secundarios son Joey King (Fargo, 2014) como la nieta de Joe, John Ortiz (Silver Linings Playbook, 2012) haciendo de un criminal latino que les enseña cómo robar a los inexpertos ancianos y Matt Dillon (Wayward Pines, 2015) interpretando a un agente del FBI encargado de cazar al trío de asaltantes. El film tiene unos gags bien logrados que logran arrancarte alguna que otra risa (sobre todo en las intervenciones del personaje de Christopher Lloyd).
Con mucho oficio, Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin, se colocan la película al hombro y hacen de las suyas en escenas logradas y con un robo que trae diversión, tensión y muchas sospechas. Llega esta comedia protagonizada por un trío de ancianos, una rareza dentro del Hollywood actual, que no es otra cosa que la remake del film homónimo de 1979, dirigido por Martin Brest. Un golpe con estilo trae a tres jubilados: Willie-Morgan Freeman-, Joe-Michael Caine- y Albert -Alan Arkin- que se convierten en víctimas de un sistema que los acorrala cuando les quitan el régimen de pensiones. De este modo, Willie que sueña con viajar y conocer a su nieta combatiendo una larga enfermedad; Joe que recibe una carta que le informa que le hipotecarán la casa y Albert, quien aún da clases particulares y mantiene un affaire con la empleada de un supermercado, ingresan en un círculo desesperante que los hará tomar medidas extremas: un robo audaz para derribar al banco que huyó con su dinero. El realizador pone el acento en el tono ingenuo, en la larga amistad entre los protagonistas que se reúnen a cenar siempre en el mismo restaurante y se burla también de los achaques de la edad y del tono crepuscular que tiene impregnado el relato. Pero como nunca es tarde, ahí está el juvenil trío de ancianos para hacer de las suyas, desde el robo de mercadería a un supermercado hasta la minuciosa planificación del atraco que pondrá sus vidas nuevamente en su lugar. Con mucho oficio y precisión, Caine, Freeman y Arkin, se colocan con comodidad la película al hombro y despiertan la sonrisa en escenas logradas, con un ingreso al banco que también trae tensión y sospechas. En su osada y riesgosa aventura los acompañan figuras de renombre como Ann-Margret, Christopher Lloyd -el inolvidable Dr. Emmett Brown de la saga Volver al futuro- con sus graciosas intervenciones ante la pérdida de la memoria, y también el reaparecido Matt Dillon, en el rol del policía que desconfía e investiga.
Un golpe con estilo es la tercera película como director de Zach Braff (protagonista de la serie Scrubs) quien en el 2004 se destacó con su ópera prima Garden State. En este caso presenta una entretenida remake de Going in Style, una producción de 1979 realizada por Martin Brest, con George Burns y Lee Strasberg, que fue pionera en combinar la comedia con el cine de acción. Un concepto que Brest luego consolidaría en los dos grandes clásicos de su filmografía, como fueron Un detective suelto en Hollywood y Fuga a la medianoche, con Robert De Niro. La nueva versión toma el concepto del film del ´79 pero lo desarrolla a través de una historia diferente. En la película original los tres jubilados que decidían planear un robo tomaban esa decisión para acabar con la monotonía que regía sus vidas, mientras que en la remake el disparador del conflicto tiene un trasfondo más dramático. En este caso los personajes deciden asaltar un banco cuando la empresa para la que trabajaron toda la vida les roba sus jubilaciones. Un golpe con estilo no es una producción memorable que va a quedar en el recuerdo pero ofrece un espectáculo muy entretenido por el trabajo de los tres protagonistas. Morgan Freeman, Michael Cane y Alan Arkin armaron un bueno equipo y las interacciones entre ellos es lo que hace llevadero un argumento que no brinda muchas sorpresas. Arkin hace poco trabajó en una película similar como fue Tres tipos duros, donde el trío de jubilados se completaba en ese caso con Al Pacino y Christopher Walken. En este film interpreta un personaje similar con la diferencia que el tono del film se encamina más por el género de la comedia. Dentro de la carrera de Zach Braff como realizador este es un film más comercial donde aprovechó muy bien el reparto reunido en una película que no aspira más que brindar un buen pasatiempo. Probablemente sea una de las más vistas en los próximos meses cuando llegue a los aviones. Mientras tanto en cartelera es una producción amena que se puede tener en cuenta para disfrutar más que nada del trabajo de sus tres protagonistas.
Un golpe con estilo es una remake del film homónimo de 1979. Esta comedia protagonizada por Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin cuenta la historia de tres amigos jubilados a los que el sistema les ha congelado su plan de pensiones. Luego de sufrir un robo, Joe tiene la alocada idea de asaltar el banco que se quedó con su dinero y así recuperarlo. La comedia es entretenida y encuentra la risa del espectador en ciertos momentos, quizás no en tantos como algunas películas del género. Si bien el film tiene situaciones alocadas y divertidas, toca las emociones en muchas ocasiones, por ejemplo al mostrar cómo la sociedad le da la espalda a la gente mayor. Para ser sincera, me fui de la sala con un sabor amargo y un dejo de tristeza e incertidumbre por la vida luego de los 70. No hace falta decir que las actuaciones son muy buenas, teniendo en cuenta la calidad y excelencia de sus protagonistas. Para destacar las bellas imágenes de Nueva York y Williamsburg en Brooklyn.
Es una remake de un thriller de 1979. Aquí dirigido por Zach Braff (conocido como actor por la serie “Scrubs”). Es la historia de tres jubilados enfrentados a la pérdida de sus pensiones, con problemas graves por resolver que organizan un asalto al banco que los estafó. Un tema que se hace cada vez mas frecuente. En este caso los talentosos convocados son Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin que con sus talentos desplegados pueden justificar ver este film amable de ritmo televisivo. Tiene un guión que mas que centrarse en el robo en cuestión se disgrega con la marca hollywoodense empalagosa. Lo que es una pena. No hay un robo sino dos, el primero sirve de inspiración, luego los planes, el entrenamiento y el golpe en cuestión. Mucho humor basado en lo achaques y enfermedades, el situaciones demasiado básicas, en gags muy usados a los que muchas veces les falta ritmo. Esos tres grandes actores le salvan las papas al director.
Un golpe con estilo: tres viejitos audaces y entrañables Michael Caine tiene 84 años, Alan Arkin, 83, y Morgan Freeman, casi 80. En papeles secundarios, aparecen desde Christopher Lloyd hasta Ann-Margret. Es que Un golpe con estilo transita lo que se ha dado a conocer como comedia geriátrica, en la que también han incursionado en los últimos tiempos Robert De Niro o Al Pacino. Los lugares comunes de la autoparodia y los límites creativos de este subgénero son evidentes, pero en defensa de esta historia escrita por Theodore Melfi hay que decir que la fórmula funciona bastante mejor que en productos recientes como Tres tipos duros o Último viaje a Las Vegas. No es que sea un dechado de virtudes y sorpresas, pero esta comedia sobre un anciano (Caine) despojado de su jubilación por el abuso de una corporación y a punto de perder su casa por la estafa de un banco que convence a sus dos mejores amigos (Freeman y Arkin) de tomarse desquite asaltando una sucursal de esa institución financiera no sólo genera indentificación inmediata sino que además está narrada con gracia y ligereza. Mucho tiene que ver el histrionismo del trío que no está "robando" a cámara sino que a pura nobleza y profesionalismo da vida a personajes entrañables. Ellos parecen haberse divertido mucho en el rodaje y ese espíritu lúdico se percibe en la pantalla.
El que roba a un banco ladrón... Michael Caine, Alan Arkin y Morgan Freeman son aquí tan queribles como entradores. Y el humor levanta el ánimo. Mientras en el Festival de Venecia de 1980 Atlantic City y Gloria compartían el León de Oro a la mejor película, y ponían de manifiesto el poder del cine estadounidense del otro lado del Atlántico, otros tres estadounidenses se llevaban el premio al mejor actor: George Burns (84 años por entonces), Art Carney (61) y Lee Strassberg (78) por interpretar a tres ancianos que, hastiados de que les birlaran el futuro, al menos el económico, robaban un banco en Un golpe con estilo. Ahora esos tres amigos son interpretados por Michael Caine (74), Alan Arkin (73)y Morgan Freeman (79). Y lo triste es advertir que no mucho ha cambiado en cuanto a cómo se ubica a los mayores, como inútiles para la sociedad. Si la película de Martin Brest (sí, el mismo que luego dirigiría Un detective suelto en Hollywood y Perfume de mujer y se llamaría a silencio desde el fracaso de Gigli, con Ben Affleck y Jennifer López, en 2003) era comedia y drama en partes iguales, la película que estrena hoy está volcada decididamente al humor. Zach Braff le dedica más tiempo a la preparación del golpe que a contar la fraternidad. Hay una mirada dura sobre los seguros sociales, las instituciones bancarias, el desempleo y un cierto descreimiento sobre el sueño americano para quien quiera verlo, pero lo que prima no es ello. Sí los gags sobre cómo tres integrantes de la Tercera edad hacen lo que pueden -con sus vidas y con sus cuerpos-, la solidaridad, la amistad como bien, si no supremo, en lugar elevado, el amor y el sexo (para eso está una Ann-Margret que, a sus 75 años y a 46 de Conocimiento carnal. podría haberse evitado el botox). Caine, que hace todo casi de taquito desde hace un tiempo, el cascarrabias de Arkin y un Morgan Freeman que envejece como los vinos no sacan el pecho ni el cuerpo a los diálogos y momentos que los dejan mal parados. La pregunta es cuál es el púbico para este tipo de filme - muchos de sus potenciales espectadores quizá no lleguen a esperar que la pasen por la TV por cable en el geriátrico-, pero es ciertamente entretenida.
Abuelitos de armas tomar Tres hombres mayores, Joe que vive con su familia, junto a Willie y Albert que comparten piso, deciden atracar un banco para obtener el dinero de sus pensiones, plata que por otra parte, esta entidad les ha quitado. Para eso desarrollan un plan que incluye armas, logística y una coartada. Las leyendas de Hollywood, Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin, divierten y emocionan, en esta cinta pequeña, sin pretensiones pero muy efectiva. Más allá de la trama, elemental y previsible, hay un desarrollo por parte del director Zach Braff que apela a la toma de conciencia del lugar que ocupan los mayores en nuestra sociedad actual. Así estos tres hombres diferentes, el abuelo bueno que compone Caine, el melancólico y débil Freeman y el cascarrabias Arkin, presentan estereotipos reales, personas con las que convivimos a diario y que tienen los mismos inconvenientes que puede tener cualquier jubilado actual: problemas económicos, una familia alejada y la sensación de impunidad ante el tiempo restante de vida. Así, el robo y las peripecias que deben llevar adelante los protagonistas, pasan a un segundo lugar, para darle pie a secuencias muy emotivas, que despertarán lágrimas y sonrisas en los espectadores. Los diálogos son correctos y la interacción entre los intérpretes una delicia. Por allí también se destaca la veterana pero siempre sexy Ann-Margret como la encargada de aportar los momentos más románticos y jocosos a la trama (sus situaciones junto a Alan Arkin se encuentran entre los más disparatados del largometraje). La planificación, desarrollo y consecuencias del asalto, están muy bien resueltas por una puesta sin gran elaboración, que remite al cine clásico de género. La química entre los actores y la presencia de los mismos en casi todo el metraje, es otro punto a favor de un filme que se disfruta de principio a fin.
UN ENTRETENIMIENTO GERIATRICO Remake de un film de 1979 dirigido por Martin Brest y protagonizado por tres veteranos de entonces como George Burns, Art Carney y Lee Strasberg, Un golpe con estilo justifica la reversión desde un punto de vista industrial: las comedias geriátricas son un subgénero instalado en el presente, y la posibilidad de intérpretes y público adulto-mayor de encontrar un tipo de entretenimiento que respete sus códigos entre tanto amasijo de gran producción destinado a adolescentes y espíritus jóvenes. Y ahí, claro está, también están sus límites: si la original era una declaración de principios y carta de defunción de una generación ante un cine norteamericano que avanzaba hacia la incierta modernidad, esta versión 2017 se acomoda plácidamente en los resortes de un subgénero que tiene su lugar en la taquilla y su poder de venta: en este perfil hemos tenido experiencias como las de Tres tipos duros o Ultimo viaje a Las Vegas. Es decir, no son lo mismo los Burns, Carney y Strasberg del ’79, que los Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin del presente. Si aquellos representaban cabalmente una vieja guardia que empezaba a perder su lugar en el Hollywood de entonces, los veteranos de hoy son presencia constante en el cine norteamericano, incluso de alta producción como lo han demostrado Caine o Freeman apareciendo en sagas como las de Batman. Y esto, que parece algo menor, no lo es tanto cuando ese espíritu de época se termina traduciendo a cada versión: hay aquí algo mucho más ligero y despreocupado, menos sombrío. Pero en todo caso no es tanto culpa de la sólida comedia que monta Zach Braff, sino más bien un reflejo del tiempo en el que cada película se inscribe. Todos recordamos a la Going in style de 1979 como la comedia en la que tres viejos robaban un banco, pero una revisión nos permite observar que era mucho más que eso, de hecho el robo al banco era un episodio más dentro del relato y la película avanzaba mucho más luego de eso. En verdad, aquella película reflexionaba sobre la vejez y sobre las últimas oportunidades, sobre sentirse joven otra vez y encontrar un objetivo: por ejemplo, las motivaciones para robar el banco estaban sostenidas puramente en la necesidad de hacer algo ante la quietud de la ancianidad. Pero detrás de la simpatía que destilaba el trío de protagonistas, había una oscuridad latente que se reflejaba en la forma en que cada uno de los personajes se iba despidiendo de la historia. Y nos decía que más allá de lo que se intente hacer para distraerla, la muerte está siempre ahí, al acecho. Un golpe con estilo circa 2017, por el contrario, lo que hace es tomar la premisa del robo al banco y convertirla en un fin en sí mismo: y demostración del espíritu de nuestro tiempo, busca una justificación al accionar de los viejos. Aquí, la empresa para la que trabajaron se les quedó con el fondo de pensión y, casi en la ruina, deciden robar el banco que los estafó. No podríamos acusar a la original de amoral, pero es cierto que en los 70’s la necesidad de la corrección política estaba mucho más lavada y no se hacía tan patente como en el presente. Por cierto que Un golpe con estilo es una película mucho más optimista respecto de las posibilidades de la vejez, si acá hasta hay uno que tiene sexo; también -es cierto- porque no es lo mismo ser viejo en 2017 que en 1979. Y si bien la película se hace cargo un poco de eso, hay algo molesto en esta costumbre del subgénero de comedias geriátricas de mostrar viejitos piolas y cancheros que la tienen clara siempre: en el fondo, claro, está la idea muy contemporánea y newage de negar la muerte hasta cumbres de cinismo. En todo caso, y ya lejos de las incómodas comparaciones, lo que queda es una comedia divertida, que hace uso de chistes malísimos pero de otros muy buenos, que se juega el todo por el todo a sacarle brillo a las actuaciones carismáticas de Caine, Freeman y Arkin, y que encuentra cierto nervio (ausente en la original) en la trama policial y en los lugares comunes de las películas de robos maestros y trampas. Como si Zach Braff hubiera decidido ponerse menos filosófico y hubiera apostado más a construir un gran entretenimiento geriátrico. Por momentos, lo logra.
Jubilados en acción La comedia dirigida por el ac5tor y director Zach Braff (Garden State; Wish I Was Here), es un remake del film homónimo de 1979 y cuenta con el protagonismo de tres leyendas del cine: Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin. Estos actores icónicos se ponen en la piel de Willie, Joe y Albert, amigos y compañeros de trabajo, que luego de décadas de sacrificio se enteran que el sistema les ha quitado los fondos de sus pensiones. Juntos planearán el robo de su banco para recuperar los ahorros de toda una vida. En sus primeras dos películas podemos notar el característico estilo indie con el que Zach Braff decidió adentrarse en la llamada “Nueva Comedia Americana”. De hecho, se ha comparado mucho a su tragicomedia familiar Wish I Was Here (2014) con la aclamada Pequeña Miss Sunshine, que significó una buena bocanada de aire fresco para el género allá por 2006. En el caso de Un Golpe con Estilo, el director se mete de lleno en el desafío de una superproducción que, lejos de sacarle provecho, lo termina abrumando y llevando a un modelo clásico de comedia que poco se condice con sus anteriores trabajos. Más allá de las decenas de veces que hemos visto en pantalla el relato de los tiernos abuelos adentrándose en aventuras alocadas, la película no presenta ningún aspecto innovador o llamativo. De hecho, hay varios chistes fáciles y situaciones empalagosas que atrasan por lo menos 20 años. Lo interesante radica únicamente en ver a la triada de veteranos actores ganadores del Oscar haciendo de las suyas. Y hay que reconocer que, a pesar de la mediocridad del guión, son ellos con su simpatía quienes alimentan esos 96 minutos de cinta. La película posee, además, dos actores secundarios de lujo como Christopher Lloyd, quien encarna a un desopilante anciano con demencia senil, y la actriz y cantante Ann-Margret, que interpreta a una mujer enamorada del personaje de Arkin. En un papel menor pero no por ello menos destacable, se encuentra también la joven Joey King (El Conjuro), que había tenido una excelente labor en la cinta anterior de Braff y que aquí personifica a la nieta adolescente de Caine. En resumen, Un golpe con estilo no es para nada una comedia impresionante y memorable que dentro de unos años la vayamos a encontrar en algún ranking de las mejores películas. Sin embargo, logra su cometido al resultar entretenida y sacarle algunas sonrisas al espectador promedio. También cabe resaltar el propósito del director de llevar a aquellos legendarios actores al protagonismo compartido de una película cuando hace ya varios años que parecen haber quedado relegados a pequeñas participaciones dentro del cine yanqui.
Geronto-comedia que busca satisfacer a todos. Crowd-pleaser: en la jerga cinematográfica, dícese de toda aquella producción cuyo principal objetivo suele ser el dejar felizmente satisfechos a todos y a cada uno de los miembros de la audiencia. Un golpe con estilo es precisamente eso, además de un ejemplar acabado de la geronto-comedia de alcurnia, dado el pedigrí inobjetable de sus protagonistas. La película protagonizada por Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin es, a su vez, una suerte de remake de la homónima Going in Style, olvidado título de 1979 dirigido por Martin Brest, quien conocería glorias mayores con Un detective suelto en Hollywood, Perfume de mujer y ¿Conoces a Joe Black? Aquí el responsable de capitanear el impracticable robo de un banco por un trío de jubilados es el actor y realizador Zach Braff, que parece haber decidido eliminar cualquier atisbo de preferencia estilística para llevar adelante el proyecto de la manera más directa y transparente posible, dejando que sea el carisma de sus actores y los diálogos (con fuerte apoyo en el impacto de la frase breve e ingeniosa) lo que motoricen una porción importante de la historia. El villano de la película es de manual, en particular luego de la explosión de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos: una entidad bancaria. Sin la indispensable pensión jubilatoria ante el retiro del mercado local de la empresa en la que trabajó durante décadas y a punto de perder su casa por una demanda del banco, Joe (Caine) –quien pasa sus días acompañando a su nieta a la escuela y jugando a las bochas– decide sumar a sus dos amigos de toda la vida en un plan en apariencia imposible: entrar al edificio en cuestión y, en apenas dos minutos, vaciar todas las cajas con la suma exacta que la empresa les birló, con la colaboración de la banca. Y todo ello sin matar, herir ni traumar a nadie en el camino. Los compinches responden al nombre de Willie (Freeman), que anda necesitando urgentemente un donante de riñones, y su compañero de cuarto Albert (Arkin), el más cáustico de los tres y el que más resistencia ofrece, al menos en una primera instancia, al insólito plan criminal. Amable de principio a fin, pletórica de gags sobre achaques y reducidas esperanzas de tiempos de vida –pero con un momento fumón e incluso la idea de que el sexo puede seguir siendo un componente cotidiano en la tercera edad, cortesía del personaje interpretado por Ann Margret–, Un golpe con estilo no ofrece nada demasiado estimulante ni novedoso ni genuinamente emocionante. Pero si, en el fondo, se trata de un film absolutamente rutinario y, por momentos, incluso poco agraciado, el combo Caine-Freeman-Arkin levanta la puntería un puntito gracias a dos características evidentes: su mera presencia y la voluntad con la cual encararon el proyecto. Si bien es sabido que no resulta fácil conseguir buenos papeles a partir de ciertas edades, en lugar de jugarla de taquito y por el bolo, los tres parecen haberse tomando la idea con sentido del humor y profesionalismo.
La comedia Going in Style, estrenada en el ’79, fue la primera película de Martin Brest, director de Scent of a Woman y Meet Joe Black. Si bien en su momento pasó desapercibida, 33 años después y de la mano del director Zach Braff y del guionista Theodore Melfi llega su remake. La versión siglo XXI aterriza con Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin a la cabeza y cuenta con las esporádicas apariciones de un Matt Dillon, que vive en un frasco de formol, y de la experimentada Ann-Margret. El trío protagónico saca a flote casi como por inercia un film que no pasa de agradable y que ironiza sanamente con la economía norteamericana.
Tres Reyes. Intentando no perder la casa donde vive con su hija y su nieta, Joe (Michael Caine) acude a su banco buscando renegociar su deuda, pero el trámite es interrumpido por un experto equipo que en pocos minutos asalta la institución con precisión quirúrgica, dejándolo con la idea de que él sería capaz de hacer lo mismo con sus amigos Willie (Morgan Freeman) y Albert (Alan Arkin). Los tres amigos de toda la vida disfrutan de sus últimos años con los humildes ingresos que les brinda el fondo de retiro de la fábrica donde fueron obreros durante décadas. Hasta que la empresa es vendida y el fondo se esfuma en el sistema financiero, dejándolos en una situación muy precaria. Empujados por la necesidad, pero también por cierto deseo de revancha hacia el banco que se está por llevar su jubilación y amenaza con dejar a la familia de Joe en la calle, los tres amigos se deciden planear un asalto. Aunque jamás habían roto la ley y desconocen absolutamente todo sobre a vida criminal. Hell or Old Water: A fines de los setenta alcanzaba con el aburrimiento de la tercera edad para que tres ancianos se animaran a robar un banco, pero evidentemente el retiro ya no es tan cómodo como entonces para quienes fueron obreros toda su vida. Aunque el trío moderno comparte la necesidad de seguir sintiéndose activos, la trama actual necesita darles motivaciones más urgentes para que resulten medianamente verosímiles. Pero eso es todo lo que pretende complejizar la historia, que en el fondo repite la fórmula de mostrarnos a un grupo de delincuentes planeando cuidadosamente un golpe sin contarnos los detalles hasta que en los minutos finales se desarrolla como una coreografía precisa. La gracia de las películas de asaltos ingeniosos es justamente que la persona a engañar tiene que ser igualmente astuto como para poner en riesgo el plan a cada paso, pero a diferencia de otros buenos ejemplos de esa fórmula, la banda de esta película carece de antagonistas interesantes que le den un contrapeso y vuelvan más interesante el desarrollo. El principal y casi único atractivo de Un Golpe con Estilo está en el trabajo de sus tres protagonistas interactuando con una química tan natural que divierten aunque los chistes que les plantea el guión no sean muy buenos ni originales, sorprendiendo sólo con las esporádicas y desquiciadas participaciones de un anciano senil interpretado magistralmente por Christopher Lloyd para robarse un par de carcajadas. El actor y director Zach Braff tiene una carrera dedicada principalmente a la comedia y en este caso ni siquiera intenta escaparse del estilo de sitcom televisiva, donde la base del humor es casi siempre el diálogo y la cámara sólo está para capturar los ingeniosos retruques entre los protagonistas. Por lo que aunque Un Golpe con Estilo cumple con la obligación del género de entretener, la suma de un guión demasiado simple con un estilo gastado no ayuda a convertirla en algo mínimamente memorable, como para tener un futuro más promisorio que el de ser repetida un par de veces los domingos a la tarde por la televisión.. Conclusión: Un Golpe con Estilo es una comedia que entretiene pero no sorprende en ningún aspecto. Tiene como único mérito el impecable trabajo y la química entre sus protagonistas.
Plantar un árbol, escribir un libro, robar un banco Todos tenemos una serie de metas y aspiraciones a cumplir antes de que la parca venga a golpear a nuestras puertas. Para algunos puede ser conocer las pirámides, volar en parapente, o rogar que George R.R. Martin termine la saga de Canción de Hielo y Fuego antes de que le agarre un bobazo. Para otros, puede ser robar un banco antes de morir y dar un giro de 180° en sus monótonas vidas… En efecto, esa es justamente la premisa que guía a los protagonistas de Un golpe con estilo (Going In Style): tres jubilados (Al, Joe y Willie) ven cómo el sistema les arrebata los ahorros de toda su vida y deciden robar un banco para recuperar su dinero y vivir sus últimos años con clase. La película es una remake de la comedia homónima de 1979 dirigida por Martin Brest. En aquel caso, la motivación de los vándalos octogenarios partía de un estado de aburrimiento general con la vida; aquí, nace por una necesidad económica acuciante. Alan Arkin, Michael Caine y Morgan Freeman componen con gracia (aunque sin brillo) a este simpático trío de rebeldes inconformistas que se rehúsan a doblegarse ante un sistema que los condena a la miseria y la pobreza. El director Zach Braff (Garden State) trabaja en el terreno de la comedia ligera con un grupo de excelentes actores y la participación de otras figuras de la talla de Matt Dillon y Christopher Lloyd, quien tiene momentos verdaderamente hilarantes. El filme comparte varios puntos en común con Robo en las Alturas (2012) -con Ben Stiller y Eddie Murphy- en la que también un grupo de trabajadores a los que les habían quitado su plan de pensiones, deciden robar a quien los había estafado. En ambos casos, las situaciones humorísticas surgen a partir de la torpeza de estos malhechores novatos para planificar y ejecutar el robo. En líneas generales, se trata de una película entretenida, aunque también queda la sensación de ser una producción demasiado calculada y poco original. Si bien no será la comedia del año y, probablemente, no la recordemos demasiado en un par de meses, Un Golpe Con Estilo cumple con la función de hacer pasar un buen rato al espectador. Le falta chispa y brillo, si, pero así y todo el filme camina sólo, fruto de su innegable efectividad y de la calidad y empatía natural de sus intérpretes.
Los gigantes Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin se reúnen en esta veloz comedia, remake del film homónimo de 1979, para interpretar a un grupo de amigotes de la tercera edad que, cansados de la farsa del sistema monetario, deciden ir con tutti y asaltar al banco que los estafó de la forma mas sucia existente… la justificada legalmente. “Las remakes nunca son buenas“, suele decir la gente, y qué equivocados que están. Claro que cuando me toca hacer una review de una remake, reboot, reinvención o cualquier cosa que esté salida de una idea ya existente, intento referenciar al material para familiarizar al público. Pero lo que jamás me van a ver hacer es comparar lo nuevo con lo viejo, ya que las remakes existen desde el origen del teatro, por lo que siempre me voy a enfocar en el material en cuestión, en este caso esta inteligente nueva versión que cuenta con punto de vista más inteligente que el de la versión original. Ojalá esto les sirva como reflexión antes de saltarle al cuello a una nueva versión de un film… Zach Braff dirige esta peli con la suavidad que una historia de éste tipo se merece, ya que nos estamos enfocando en hombres que se encuentran en una situación que contrasta genial con su era dorada. La comedia que baraja el guionista Theodore Melphi es rápida y no necesita abusarse de chistes inteligentes y complejos todo el tiempo; el mensaje anti-sistema de la historia es conciso y no necesita complicarse la vida. El humor que la película maneja es genial, tiene un ritmo que se aplica perfectamente a un cast secundario integrado por grosos como la joven Joey King, Matt Dillon, Ann-Margaret y un Christopher Lloyd que va a sacarles varias risas como el senil Milton. Con respecto al trío protagonista, los tres están mas que bien. A pesar de que Michael Caine no sea un actor que varíe mucho su forma de actuar, es admirable la capacidad que tiene de nunca aburrir a los que seguimos sus películas. Con Morgan Freeman pasa algo similar, a pesar de ser un poco (y sólo un poco) más versátil que el actor británico, el tipo siempre logra comprarnos con sus expresiones y el tono poderoso que le pone a sus personajes. De lo que no tengo duda es que el mejor fue Arkin con su malhumorado Willie, el cual tiene un pasado como músico que lo lleva a unas situaciones hilarantes junto a su interés amoroso interpretado por Ann-Margaret. Definitivamente no estamos ante la pieza más espléndida de la historia del séptimo arte, pero el mensaje que la película intenta transmitir no necesita de personajes súper desarrollados y de historias complejas y psicológicas para atraparnos. Lo importante de éste tipo de proyectos es que haya sentimientos en las líneas y situaciones graciosas entrelazadas con personajes que colaboren para sacarle al público bastantes risas. Otro punto positivo es que me interesaron mucho los personajes, yo esto es algo que tengo demasiado en cuenta cuando veo una película. Uno busca que estos ancianos triunfen ante el corrupto sistema económico, y a pesar de que la motivación de éstos roce la sociopatía, queremos ver que su objetivo se lleve a cabo. ¿Por qué es esto? Bueno, pienso que es porque la historia se toma su tiempo presentando a los protagonistas, uno se encariña con ellos (o con los actores, no lo sé… prefiero pensar que con los personajes) de una forma tan ferviente que los apoyamos hasta el final. Como puntos negativos les cuento que la secuencia del asalto pudo haber tenido mucho más humor. Los montajes están muy bien hechos, pero la banda sonora no los hace tan cool como otros aspectos de la película. Aléjense un rato de los blockbusters y vayan a ver Un Golpe con Estilo (Going in Style), ya que se encontrarán con una comedia simpática, emotiva y con una gran dosis de rítmicos momentos de tensión aplicados a un clímax que los va a tener aferrados al asiento. Como dato curioso, podrán notar que el banco que deciden asaltar nuestros queridos jubilados es el mismo que asaltó El Joker del gran Heath Ledger en la inmortal Batman: el Caballero de la Noche (The Dark Knight, 2008)… Por último: no lleguen tarde al cine o van a pensar que Alfred y Fox cayeron en la delincuencia.
Los abuelos quieren rock... y un poco de justicia n 1979 se estrenaba en Estados Unidos la comedia “Going in Style”, dirigida por Martin Brest, el mismo de “Un Detective Suelto en Hollywood” (1984) y “Perfume de Mujer” (1992), entre otras cosas. El filme, que sólo se pudo ver años más tarde en canales de cable en nuestro país, seguía a tres ancianos personificados por George Burns, Art Carney y Lee Strasberg. Este trío de abuelitos, aburridos de su monótona existencia en la ciudad de Nueva York, decidían ponerle un poco de pimienta a su vida y planificaban un asalto a un banco. Además de tener en los actores protagónicos un talento inconmensurable, a la película le fue bastante bien y hasta se llevó algún que otro premio en el Festival de Venecia de 1980. Casi 40 años después nos llega la remake de este largometraje titulado “Un Golpe con Estilo” (Going in Style, 2017). Joe (Michael Caine) es un anciano que concurre a su banco tras recibir una notificación en la que le advierten que podría perder su casa –en la que vive con su hija y su nieta– si no salda una deuda, generada por culpa de una mala transacción bancaria recomendada por la misma entidad. Mientras se encuentra allí, presencia cómo un grupo de ladrones asalta el lugar y huye con éxito. Esto deja pensando al bueno de Joe, y le da bastantes vueltas en la cabeza. Cuando recibe la noticia de que van a rematar su casa dentro de un mes; y que su mismo banco es el que les congela las pensiones a él y a sus amigos, se le ocurre la idea de robar el lugar con la ayuda de sus compañeros de toda la vida. Ellos son los octogenarios Willie (Morgan Freeman), un hombre que tiene un grave problema de salud y lo que más desea es poder ver a su familia de nuevo antes de morir; y Albert (Alan Arkin), un hombre que vive quejándose de todo y de todos, esparciendo amargura por doquier. Así, sin nada que perder, este trío de amigos tratará de lograr lo imposible y al mismo tiempo llevar un poco de justicia poética a todo el asunto. Esta nueva versión del largometraje de la década del setenta viene un poco bastante más edulcorada que su antecesora. La original es más dramática –un poco nada más– y la trama es un tanto diferente. En esta también juegan con el hecho de cómo se trata a los ancianos, o que se los considera casi inútiles y descartables. Y por elevación tocan el tema del perverso sistema financiero de ese país en que los bancos dejaron (y lo siguen haciendo) un tendal de personas arruinadas. Más allá de esto, los chistes funcionan porque los protagonistas tienen tanto, o más, talento que el trío original. Manejan la comedia y las situaciones a su antojo y estilo. Aunque, vale decirlo, las mejores risas las logra el personaje secundario del gran Christopher Lloyd, que hace de un viejo totalmente senil y fuera de toda realidad. Por supuesto que la trama es totalmente inverosímil y no vale ni la pena reflexionar sobre lo que ocurre porque encontraríamos miles de errores, falencias y cosas que no cierran. Está bien filmada, cortesía del actor-director Zach Braff, todo lo que tiene que ver con el golpe y cómo lo planifican también, y se rescata ver nuevamente en la pantalla grande a Ann-Margret, la cantante y actriz que fue una sex symbol de la década del sesenta. Y no mucho más que eso. Un Golpe con Estilo es una comedia livianita para pasar el rato en una tarde de domingo lluviosa y si –sólo si– no tienen nada mejor que hacer (ojo que un mazo de cartas asegura mucha más diversión, eh).
Ante el cierre de la fábrica en la que trabajaron siempre y la amenaza del banco de dejarlos sin casa, tres veteranos trabajadores deciden robar ese mismo banco. Como versión tercera edad de Sin nada que perder, esta comedia agridulce saca jugo de sus buenos actores, Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin, y algunas buenas líneas de chiste, pero a su mirada sobre la crisis y sus consecuencias humanas le sobra edulcorante, y complacencia, lo que anula a cero el potencial crítico que el material pedía. Como si esa cosa llamada realidad económica (absurdamente caricaturizada) fuera sólo pretexto para una mirada rosa a los tópicos de rigor: la edad, la soledad, la salud, la amistad. La buscada simpatía no se hubiera perdido con un poco más de inteligencia.
Crítica emitida por radio.
Zach Braff vuelve a ponerse tras las cámaras, esta vez para la remake de aquella película de 1979, en Un golpe con estilo. Si bien Zach Braff en su ópera prima logró sorprender con una pequeña y encantadora película que además protagonizaba (Garden State), lo cierto es que su carrera como realizador no parecía prometer mucho más después de su segundo film, algo más pretencioso y forzado como lo fue la inédita aquí Wish I was here. Este tercer largometraje Un golpe con estilo es la primera película que no escribe, remake del homónimo film de 1979. Quien se encarga de adaptar el guión es Theodore Melfi, el mismo de St. Vincent y Talentos ocultos. Alan Arkin, Michael Caine y Morgan Freeman son los tres protagonistas, actores de renombrada y larga trayectoria, que aquí interpretan a tres amigos en el ocaso de su vida, cansados de que tras tantos años de trabajo no puedan siquiera permitirse el lujo de pedir una porción de torta como postre. Cuando uno de ellos se ve inmerso dentro de un asalto a un banco que amenaza con quitarle la casa que comparte con su hija y nieta, no puede sacarse de la cabeza esa idea, esas imágenes. Y después de que el mundo terminara de complotarse contra él, y la empresa a la que le ha dedicado toda su vidas cambie de dueños y pierda la pensión, tiene la confianza de que robar un banco no puede ser tan difícil, si él vio cómo los ladrones lograron salir impunes con millones de dólares. Podrían ser ellos, podrían aunque sea en el último tramo de sus vidas vivir tranquilos junto a sus seres queridos sin más preocupaciones. Mientras en la película original su principal motivación era el aburrimiento de sus monótonas vidas, acá ellos en serio quieren una vida mejor y sienten que se lo merecen. No todo es dinero, claro. El film se ocupa de delinear tres personalidades y modos de vivir distintos. El abuelo presente, el que no lo es porque la distancia se lo impide y el eterno soltero que se niega a conocer a una mujer por miedo a mantener una relación. El que está dispuesto a luchar por lo que es justo, el que es más centrado y el malhumorado que sólo piensa en la muerte que no le llega. Un golpe con estilo tiene una apariencia anticuada desde el vamos. La banda sonora jazzera no provoca el mismo efecto que en las aún vigentes películas de Woody Allen sino que, junto a un humor que atrasa, tiñe al film de algo añejo y poco inspirado. El principal atractivo radica en la química que irradian los tres actores, cuya amistad tornan siempre creíble. En cuanto a la trama principal -el robo del banco-, el guión es muy simple a la hora de resolver cada conflicto que aparece, restándole mucha verosimilitud. Más allá de estar ante una simple comedia, lo más importante termina sucediendo rápido y sin demasiada emoción. Las participaciones de Christopher Lloyd y Kenan Thompson generan simpatía, mientras que Matt Dillon aporta tan poco como su personaje: el detective que no se parece en nada a los de Law & Order a la hora de buscar delincuentes. Y Ann-Margret, además de interpretar a una mujer sexy y segura de sí misma, comparte una escena de karaoke junto a Arkin.
No cuenta con una gran trama, sus personajes son sencillos, es para ver y disfrutar de grandes actuaciones: Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin, (en sus andanzas) ellos traspasan la pantalla para el gusto de muchos. Se presenta la forma de vida de cada uno de estos abuelos, y como se transforman en ladrones. Todo surge después que Joe (Caine) ajustado por las deudas se encuentra en un banco y justo en ese lugar presencia un robo, a partir de ese momento estos ancianos comienzan a planificar todo. Contiene muchos elementos cómicos y emotivos. El film habla de la familia, el compañerismo, el amor y la amistad. Cada uno de los protagonistas tiene su momento para el lucimiento y cuenta con un buen elenco secundario.
Remake del film homónimo dirigido en 1979 por Martin Brest y hoy en día bastante olvidado; Un golpe con estilo transita carriles conocidos y ya transitados en muchísimas oportunidades. Pero su estilo amable, ligero, y la ductilidad del elenco tanto protagónico como secundario, son los que la elevan por sobre la media. Joe (Michael Caine) está a punto de perder su hogar por una hipoteca que no puede saldar gracias a una oferta engañosa del banco y la situación laboral actual que apura los retiros en personas mayores y liquida las indemnizaciones. El hombre, que tiene una relación muy cercana con su nieta (Joey King), se encuentra en apuros; y cuando se dirige al banco para aclarar su situación, es testigo del robo del mismo en manos de delincuentes profesionalizados. A Joe le queda picando la idea, y cuando se reúne con sus amigos y compañeros de trabajo Willie y Albert (Morgan Freeman y Alan Arkin), que se encuentran en situaciones apremiantes muy parecidas a las de él, les propone realizar ellos mismos un asalto al mismo banco; solo para recuperar el dinero que la entidad les estafó, y si sobra algo, será para ayudar al prójimo. Sí, es como una Sin nada que perder, pero en la tercera edad, y en clave de comedia obviamente. Joe, Willie y Albert planearán y se entrenarán para llevar adelante el golpe, mientras transcurren sus historias personales que también van conociendo una nueva etapa. Zach Braff (conocido como el actor protagónico de la sitcom Scrubs), se ubica detrás de cámara en una propuesta que, a primera vista, pareciera ser por encargo. Sin embargo, algo se cuela de sus anteriores films como director, Garden State y Wish I Was Here. Si bien ambas se inclinaban más por lo dramático, siempre prima un tono ameno, cálido y luminoso, de buenas intenciones, que permite una media sonrisa permanente; y en esta ocasión, claro, algunas carcajadas. Las comedias con protagonistas de la tercera edad son un subgénero en sí mismo, desde Extraña Pareja, Dos Viejos Gruñones, y Bailando sobre el mar, a Last Vegas, Dirty Grampa, o Tammy; por nombrar unas entre miles. Los gags suelen girar alrededor de sus problemáticas, del retiro, de lo que ya no pueden hacer, de encontrar el amor tardío, enfermedades sobrevinientes, y como vivir esta nueva etapa dignamente. Pero hay diferentes estilos. Algunas propuestas, sobre todos recientes, se inclinan por el tipo de humor joven y ciertamente escatológico, sumado a la ancianidad con una mirada de “viejos depravados” con la senilidad incipiente que colabora (las tres últimas nombradas discurren por esos caminos, tristemente). Por suerte, Un golpe con estilo, evita esa temática casi en su totalidad. Por el contrario, esta será una película que puedan disfrutar las personas con la edad de los protagonistas, pero también los más jóvenes que no busquen un humor guarro. Los chistes son efectivos, hay humor irónico, y muchas líneas de diálogos ingeniosas. Como un humor de la vieja escuela adaptado al ritmo de los nuevos tiempos. Caine, Freeman y Arkin están aceitados, tienen química entre ellos, y también con los personajes secundarios. El protagónico fuerte gira alrededor de Caine, pero cada uno tendrá sus escenas. Los tres están acostumbrados a este tipo de comedias. Algo llamativo es la buena conexión que logra Caine con Joey King, la relación nieta-abuelo, se nota fluida y briosa, logrando momentos muy simpáticos. Lo mismo podemos decir de Anne Margret (una abonada en estas películas) y Alan Arkin, que hasta se animan a cantar. Pero el secundario que se lleva todos los aplausos y hasta es capaz de robarles escenas a los protagonistas es Christopher Lloyd como un amigo de los tres con una senilidad avanzada. Cada aparición suya es hilarante y son lo mejor del film. Se puede notar algún mensaje conservador entre líneas no muy convincente (siempre los extranjeros son los delincuentes, las personas deben trabajar hasta el último día de sus vidas); pero ciertamente no es a lo que se apunta, ofreciendo un entretenimiento liviano, que se anima a plantear la realidad actual de la clase obrera estadounidense. Sin ser una maravilla, Un golpe con estilo es una comedia que logra su objetivo, divertir, y lo hace con buenas armas. No le pedimos nada más.
Anexo de Crítica por Rolando Gallego Es curioso que esta remake de una película de los años sesenta, del mismo nombre, llegue en un momento en el que la industria cinematográfica recupera sólo éxitos y los centrifuga para rearmar su sentido y, de alguna manera, así recuperar la inversión realizada. “Un Golpe con Estilo” (2017), reemplaza a Art Carney, George Burns y Lee Strasberg, por otro trío que se las trae, Morgan Freeman, Alan Arkin, Michael Caine, tres amigos que en los albores de su ansiado retiro se encuentran ante una situación muy común de estos días, la del desfalco institucional laboral que los deja de patitas en la calle, de un momento a otro, y sin la posibilidad de reclamar nada. El actor y ahora director Zach Braff (“Scrubs”) se pone a la orden de esta nada fácil tarea de encaminar a los veteranos actores hacia un lugar diferente hasta el momento para ellos, un espacio en el que el humor les permitirá desandar la narración para convertir el film en un monumento a la amistad, la familia, los valores, la honestidad. Pero más allá de esto, Braff también se apoya en el guión, en el que, más allá de los estereotipos con los que se construyen los personajes, hay una búsqueda estilística en la que se intenta representar un cine de antaño que ya no se hace más. Basta ver los títulos iniciales y finales para comprender que todo tiempo pasado ha sido mejor que el presente, y que si además para emular esa época se convoca a gente con solvencia para hacer las situaciones más rídiculas que se imaginen, la ecuación final es más que positiva. En la proliferación de melodías símil series policiales de los años setenta, en la elección de una dinámica que potencia el gag y el punchline, y que además otorga a los actantes la posibilidad de demostrar sus grandes dotes para la comedia, “Un golpe…” arranca bien arriba, sin dar tregua al espectador con una situación hilarante sobre otra, que pintan vívidamente a los protagonistas. Por un lado tendremos al gruñón (Arkin), el componedor (Caine) por otro, y por último el más centrado (Freeman), pero que esconde un secreto para los demás y que disparará, en parte, algunas de las situaciones más sentimentales de la propuesta. Abatidos por la vida, que no les da la oportunidad de terminar sus días tranquilos, compartiendo cenas pre hechas, juegos de bocha, y comentarios sobres enfermedades, los amigos deciden que la mejor manera de recuperar aquello que les pertenece es asaltando el banco que le permitió hacer a sus ex empleadores el desfalco y vaciamento de sus jubilaciones. Y entre planes, ideas que van y vienen, música, bromas, “Un golpe…” comienza a transitar en el género atraco de banco con una perspectiva diferente, potenciada por las logradas y efectivas actuaciones de sus protagonistas, quienes, además, toman el chiste principal del film, el de la edad, como un mero atajo para terminar con sus participaciones. Si el film no termina de cerrar del todo, es porque ante el atropello inicial, único, efectivo, atrapante, envolvente, plagado de bromas y de momentos que recuperan el humor inteligente para el cine, luego todo comienza a desmoronarse y el tedio rápidamente se apodera hasta de ellos mismos. “Un golpe con estilo” bien podría haber sido la “Ocean’s Eleven” del geriátrico, pero termina siendo sólo una buena propuesta, que profundiza algunos aspectos particulares de cada personaje sin pasión ni cariño por aquellos que la protagonizan.
(También emitida por AM 630, Radio Rivadavia) Una historia sencilla (tres jubilados que deciden robar el banco que está por estafarlos y por rematarles lo poco que tienen) y tres actores de trayectoria y carisma a prueba de balas (Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin) son los actractivos a priori de esta historia entre cómica y policial. Los varios clichés y rumbos previsibles de la trama (que inevitablemente tienden a hacer la película poco sorprendente o atrapante) hacen que esta sea una más del montón. Es verdad que hay una atípica crítica al sistema bancario y, por qué no, al sistema capitalista, pero ni eso ni los protagonistas salvan un guión obvio, aletargado, y ya transitado mil veces. Puede que haya estilo, pero sólo en sus actores.
POR TRAYECTORIA Y DE TAQUITO Cuando en 1979 juntaron a Art Carney, Lee Strasberg y George Burns para hacer una comedia en la que tres ancianos robaban un banco, los tres actores era muy reconocidos e incluso Burns, que años atrás había ganado un Oscar por The Sunshine boy escrita por Neil Simon, venía de pegar en la taquilla con una par de comedias muy buenas. El trío era llamativo y por otra parte, era el final del gobierno de Carter, una época conflictiva en lo económico para los Estados Unidos. Así que parece que alguien recordó aquella experiencia, convocó a tres actores experimentados y veteranos que todo el mundo reconoce como grandes en lo suyo y les dijeron si no tenían ganas de volver a hacer aquella película que había sido apenas buena y que muy pocos recuerdan hoy. La oferta debe haber sido generosa porque Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin aceptaron. El director de Un golpe con estilo es Zach Braff, un buen comediante que supo protagonizar durante varias temporadas Scrubs, una serie interesante sobre médicos que eludía los lugares comunes de la televisión interesante que rompió un poco la idea de la sitcom y metió agudeza, melancolía y algo de humor negro. Sin embargo aquí Braff no pudo eludir la medianía. Con los tres actores haciendo casi de ellos mismos, de memoria, sabiendo que con eso les sobra para una película que recrea la historia de tres hombres que ya en el final de sus vidas ven que el fondo de pensión que maneja su jubilación los estafa y deciden robar el banco cómplice del fraude. El resultado es una comedia simpática pero que definitivamente no va a pasar a la historia del cine. Los tres jubilados se entrenan para el robo del banco y se juramentan que solo robarán lo que es de ellos y el resto será para beneficencia. Hay una buena galería de actores secundarios -que francamente tampoco se esfuerzan demasiado- y lo cierto es pero con ese espíritu de mediocridad reinante alcanzan para generar una par de risas. Y siempre está es placer de ver en acción a un trío que uno sabe que está para muchísimo más, pero al que tampoco se les puede negar que en esta etapa de sus vidas se ganaron el derecho de chorear con una comedia apenas correcta. UN GOLPE CON ESTILO Going in Style. Estados Unidos, 2017. Direccón: Zach Braff. Intérpretes: Michael Caine, Morgan Freeman, Alan Arkin, John Ortiz y Matt Dillon. Guión: Theodore Melfi. Fotografía: Rodney Charters. Música: Rob Simonsen. Edición: Myron I. Kerstein. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 96 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Mientras discute con un empleado de banco su delicada situación monetaria, el viejo Joe (Michael Caine) ve cómo la entidad es invadida por un grupo de encapuchados y armados; los ladrones roban el dinero de la entidad pero no tocan un dólar de los clientes –el viejo Joe se sorprende, cuando le es rechazada su magra billetera–. Los ladrones, entonces, fueron una especie de Robin Hood a medias. Joe queda impresionado. Puede haber nobleza en el delito. Peor es el caso de la empresa para la que trabajó toda su vida, que le está robando la jubilación, lo mismo que a sus dos amigos. Cuando le cuenta la aventura a Willie (Morgan Freeman) y Albert (Alan Arkin), los tres deciden hacer un golpe a la entidad bancaria que se está quedando con su dinero, y la operación será seguida de cerca por el comisario Hamer (Matt Dillon), que entiende que, pese a sus intenciones de avería, los tres son unos viejitos simpáticos. Con algunas variaciones, la película es una suerte de remake del film homónimo de 1979 dirigido por Martin Brest, y trae a la memoria la reciente participación de Alan Arkin en un film similar, Tres tipos duros, coprotagonizado por Al Pacino y Christopher Walken. Pero a diferencia de esta última, Un golpe con estilo vive gracias a la sangre de la tercera edad que le imprimen los protagonistas (Caine tiene 84 años, Arkin 83, y Freeman pisa los 80). Este es el tercer largometraje de Zach Braff, protagonista de la serie Scrubs, quien dejó al trío brillar y divertirse por encima del del tibio guión, y en eso reside su encanto.
Tarde de jubilados Un golpe con estilo (Going in Style, 2017) es una comedia que oscila entre mediocre y competente y si termina ganándose la simpatía del público es más por la buena onda de sus intérpretes que por cuan hilarantes son sus chistes. En realidad hay un único chiste en toda la película: “miren cómo la edad no detiene a Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin”. Los tres ganadores de la Academia interpretan a trabajadores de fábrica, despedidos tras décadas de arduo trabajo e injustamente despojados de sus pensiones. Uno de ellos, Joe (Caine), encima está a punto de perder la casa que comparte con su hija y su nieta. Luego de atestiguar en persona un robo, se inspira y decide enlistar a sus amigos Willie (Freeman) y Albert (Arkin) para robar el banco que se ha apropiado de sus pensiones. Es divertido ver a los tres cascarrabias peleándose y sacándose de quicio porque por un lado poseen personalidades incompatibles pero por otro transmiten cariño y familiaridad entre sí. Los actores se están divirtiendo tanto que verlos de por sí es entretenido. Tal es el caso de Christopher Lloyd, que hace de un allegado senil del trío principal y nomás con aparecer en cámara arranca sonrisas, y de Ann-Margret, hermosa y radiante y a sus 75 años aportando el sex appeal del film. En lo que refiere al guión de Theodore Melfi, las situaciones a las que los personajes son sometidos no son muy graciosas, quizás porque nunca sentimos que Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin se encuentran en desventaja. Las mejores comedias de alguna manera humillan e incomodan a sus protagonistas; ésta es demasiado bienintencionada y preocupada con dejar a su venerable elenco bien parado. Cuando tenemos situaciones que en teoría serían graciosas (por ejemplo,Morgan Freeman acurrucado en el canasto de una moto), la gracia es socavada por 1) una banda sonora tan obvia que es el equivalente a los aplausos y carcajadas de una sitcom y 2) la dirección de Zach Braff, que haría bien en aprender de Wes Anderson y Edgar Wright sobre cómo encuadrar una escena de forma graciosa en vez de mostrar algo y cruzar los dedos. Por otra parte consideren al antagonista, el agente del FBI (Matt Dillon) a cargo de la investigación. Éste es un personaje que falla en todo, no pega una y cuando sobra tiempo se lo humilla. Muy satisfactorio todo, pero no es gracioso porque queremos que todo eso le pase. Lo mismo con el banquero engreído que antagoniza a Joe, un tipo que ante la menor crisis entra en pánico, se mea los pantalones y se pone a gritar histéricamente. Son el tipo de villanos pavos que uno encontraría o en una película infantil o en una de Adam Sandler. Lo que tenemos aquí es la misma película que Robert De Niro hace casi exclusivamente desde hace cinco años: una testaruda celebración en negación de los efectos de la vejez. Es complaciente porque reafirma nuestra creencia en que la juventud es eterna y nuestras estrellas favoritas todavía “lo tienen” (lo cual es empíricamente cierto sobre Ann-Margret). Pero una buena película tendría un mejor guión, una mejor comedia tendría mejores chistes, y si bien la intención de vengarse de un banco vuelve inmediatamente simpáticos a nuestros héroes, más vale ver Sin nada que perder (Hell or High Water, 2016) para una versión más realista y entretenida de lo mismo.
Sin nada que perder Ante todo habría que preguntarse si no es discriminatorio y de dudoso gusto etiquetar un subgénero como "comedia geriátrica". Y después también habría que decir que "Un golpe con estilo" es otro exponente de este curioso subgénero —al igual que películas como "Tres tipos duros" o "Ultimo viaje a Las Vegas"— y que aplica todas las reglas de manual del caso. Joe (Michael Caine, de 84 años) está a punto de perder su jubilación porque la empresa en la que trabajó durante décadas se retira del mercado de EEUU. Como si eso fuera poco, también va a perder su casa por la demanda de un banco. Ya sin esperanzas, recurre a sus mejores amigos (Alan Arkin, de 83, y Morgan Freeman, de 79), que pasan por una situación similar, y juntos planean robar un banco para pasar dignamente los años que les quedan. "Un golpe con estilo" es una remake de "Going In Style" (1979), que estaba protagonizada por George Burns, Art Carney y Lee Strassberg, y estaba dirigida por Martin Brest ("Un detective suelto en Hollywood", "Perfume de mujer"). Esta vez la historia cayó en manos del director Zach Braff (protagonista de la serie "Scrubs"), que llevó el guión para el lado de la comedia más liviana. Acá hay chistes sobre los achaques de salud, sobre las pobres esperanzas de vida, sobre el sexo en la tercera edad y un insólito plan criminal que debe salir bien sin matar ni herir a nadie. Podría haber una mirada más filosa sobre las estafas de los bancos y la mentira del sueño americano, pero en "Un golpe con estilo" todo está atado con un moño rosa junto a una botellita de champagne. Lo que salva a esta comedia del derrape es el talento de sus protagonistas, que podrían ya hacerlo de taquito, pero les sobra oficio y gracia. También se lucen en los papeles secundarios Christopher Lloyd y Ann-Margret.
Dos géneros hoy abundan: las aventuras superpoderosas que sobreexcitan niños y las comedias geriátricas que sobreexcitan a la tercera edad. La de este año es la historia de tres veteranos que pierden sus jubilaciones y deciden asaltar un banco para cobrarse lo que el sistema les ha quitado tras años de trabajo (es una remake de 1979). El truco es “a los viejitos las cosas les van a ser más difíciles, pero son piolas, vio”, y por ahí va todo lo que hay para ver. O no: hay otro truco. En estas películas lo que importa es tener buenos actores que nos hagan sentir enorme simpatía. En general aparecen Caine, Freeman y Arkin en cualquiera de estas ficciones: acá están juntos. Lo mejor es que se trata de evitar el subrayado emotivo (digamos el “componente sandrinesco” inherente a estas ficciones) y que los chistes están bien dichos. Film-museo de la amabilidad de otrora.
Un Golpe Con Estilo: Robando juventud. Grandes nombres protagonizan esta pequeña película sobre el ocasional sentimiento de que el mundo te debe algo que no esta dispuesto a pagar, y el aún más familiar pensamiento de que quizás quede en uno mismo tomarlo… Una dulce comedia reúne a un grupo de grandes actores que están pasando por la tercera edad, y logra crear una tierna historia con más que unas cuantas risas en el proceso. Pero basta de hablar de Last Vegas (2013), es hora de hablar de otra película con esa descripción y que también pone en el centro del escenario al gran Morgan Freeman. El actor britanico Michael Caine se toma un descanso de sus colaboraciones con Christopher Nolan para reunirse con Freeman, su compañero en los thrillers-comedia de la franquicia mágica Now You See Me, y formar un trió de criminales bastante imperfecto con el gran Alan Arkin, brillante tanto en Little Miss Sunchine como en Argo. La cinta es una remake del film de 1979, que disfruta de poca fama y reconocimiento fuera de los Estados Unidos. El proyecto busca tener un tono mucho más ameno y positivo, en gran parte gracias al gran elenco que con mucha habilidad logra manipular los sentimientos de la audiencia. El elegido para llevar adelante la tarea es el actor, guionista y director Zach Braff, más que nada reconocido por su papel protagónico en la serie Scrubs pero también por sus trabajos como director y guionista independiente. Con su debut Garden State, en 2004, y luego Wish I Was Here, en 2014, se destaca la identificación que genera en su audiencia con trabajos muy personales. Este es su primer gran esfuerzo como director en una película no independiente. Esta comedia nos sitúa en el momento en el que tres amigos resultan despedidos de su trabajo después de muchas décadas de servicio, solo para ver su futura jubilación esfumarse frente a sus narices. La única salida que encuentran a su problema es la de ponerse en la piel de los jóvenes que ya no son, y salir a robar su propio banco en venganza por el trato recibido. Prepárense para muchos problemas de dinero y tiernas nietas que les tocan el corazón a sus abuelos en Un Golpe Con Estilo. Las actuaciones no serán problema, no cuesta mucho conectar ni con los protagonistas ni con los actores de reparto que tan buen trabajo realizan. Los problemas están más que nada detrás de cámara. Siendo este la primera película de gran magnitud que maneja el joven director, es de esperarse ciertos temblores pero lamentablemente resultan demasiados. Principalmente el film sufre de dividirse en muchas partes: primero se muestra la situación de nuestros protagonistas, luego el momento hasta que todos coinciden en realizar el robo, entonces los vemos preparándose, realizando el mismo y finalmente una gran porción de la cinta nos muestra las consecuencias de sus actos y decisiones. Todo termina sintiéndose como una lista de supermercado, voy a buscar, obtengo, tacho, y todo se repite. Un Golpe Con Estilo se encuentra más cómoda siendo simpática que graciosa, y nos encontramos mucho más tiempo estando simplemente entretenidos que riéndonos. Aunque la verdad es que eso no es poca cosa. Aún con sus fallas, puede recomendarse gracias a su gran elenco. Logra contar su historia lo suficientemente bien como para que sus fallas no manchen una hora y media bastante disfrutable para cualquier miembro de la familia.
La remake de Zach Braff pone a Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arki a entrenarse para robar un banco, pero si bien gana en velocidad con respecto a la original, pierde su potencia trágica. Un golpe con estilo es una remake de un filme estrenado en 1979 y es inevitable establecer una comparación, preguntarse qué gana y qué pierde frente al original. La premisa es la misma: tres ancianos tienen graves problemas económicos y deciden, contra toda posibilidad, robar un banco. Sobre esa idea, la película de Zach Braff establece variaciones que tienen que ver, en parte, con los requerimientos de velocidad e información del espectador contemporáneo. Mientras a la original le bastaba, a la manera de una fábula, establecer simplemente la penuria de los tres ciudadanos de la tercera edad, la nueva versión (en la que actúan los muy carismáticos Alan Arkin, Michael Caine y Morgan Freeman) explota con realismo la coyuntura económica del presente, el mismo escenario que hizo a Trump presidente de los Estados Unidos. La compañía para la que trabajaron los tres se está yendo al extranjero, y salvajemente los deja sin pensiones, una operación que irónicamente está realizando el banco en el que cobran los tres. En la película de 1979 todo sucedía con cándida simpleza, pero estos viejos deciden entrenar para el robo que planean. Todo el proceso explota las potencialidades cómicas de la edad, y también las potencialidades lacrimógenas: Willie (Freeman) necesita un trasplante de riñón; la hija y nieta de Joe (Caine) están amenazadas por el anuncio de remate de una hipoteca. Con esas bases acuciantes la película hace rodar la planificación del robo, montado a la manera de la saga de La gran estafa: a toda velocidad, con gráficos superpuestos, y en el medio los gags deportivos de los tres ancianos justicieros. Hay algo paradójico en la banda de sonido de Un golpe con estilo: gran parte de la preparación y del robo están musicalizados con un rap que suena a gángsters de gueto, pero por momentos aparecen esos pianitos y violines con los que Hollywood nos emociona compulsivamente, y sabemos que la película se encamina a una violenta disminución del contenido trágico de la original. Se podría poner en duda la efectividad del humor que sostiene la hora y media de metraje, aunque escuchar las risas de la platea basta para concedérselo: el problema principal del filme es que parece diseñado estrictamente por esas pruebas de pantalla en las que el espectador decide qué es capaz de ver y qué no, y desatiende la gravedad de los problemas de la vejez. Eso hace de Un golpe con estilo una comedia levísima, por momentos sobreexplicada, divertida pero regurgitada para cuidar a la audiencia.
Hay una primera versión de este film, que en 1980 Ganó en el Festival de Venecia el premio a Mejor Actor compartido por los tres ancianos de la historia, Art Carney (Al), Lee Strasberg (Willie) y George Burns (Joe) Esta remake que lleva el mismo nombre que la primera versión Going in Style, está interpretada por Michael Caine ( Al ) Morgan Freeman ( Willie ), Alan Arkin ( Joe ), y tiene el mismo estilo de la primera, conserva el conflicto central del film pero se diferencia y mucho de aquella primera versión. El film trata sobre tres jubilados que se encuentran con la desesperante situación que el banco les embargan sus bienes por falta de pago, esto se debe a que el lugar donde trabajaban ya no les paga más el seguro, presenta quiebra y se retira del país. Con cartas de los bancos intimidatorias que tiene que pagar o les quitaran las viviendas, estos tres amigos deciden robar un banco para así saldar las deudas y poder vivir un poco mejor. A partir de esto se desatara una pesquisa en busca de esto tres ladrones. En esta versión 2017, a diferencia de la primera, se hace un cuestionamiento hacia el sistema bancario y la forma de tratar a sus clientes. También está presente el uso de las nuevas tecnologías para el reencuentro familiar y para la investigación policial. Comparando ambas películas, la tecnología de entonces era prácticamente nula. Ahí radica la primera gran diferencia y en un cambio sustancial de la historia con un final diferente esta la otra. Hay un sketch en esta versión que nos remite a un film de lo ´80 muy conocido. Aquí está más orientada a la diversión, a la nostalgia, y a pasar un muy buen momento con estos tres grandes actores. Además esta la inclusión de un nuevo personaje interpretado por Ann-Margret (Annie) muy entretenido y que se gana la aceptación del espectador. Para pasar un grato momento y encontrar muy buenas actuaciones de estos consagrados actores que por momentos emociona.
Trío de lujo para una pandilla improvisada
VIEJITOS SON LOS TRAPOS Tres ancianos se juntan para robar un banco y nadie los puede culpar. Nuestro querido Zach Braff (¿?) decidió ponerse una vez más tras las cámaras para reversionar este clásico de finales de la década del setenta dirigido por Martin Brest y protagonizado por tres glorias como George Burns, Art Carney y Lee Strasberg. El nuevo milenio trae grandes luminarias y algún que otro palito para la economía yanqui que descuida a sus mayores y a la clase trabajadora. Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin son el alma de esta comedia criminal que se toma con bastante liviandad la intervención (y la culpabilidad) de los bancos durante la crisis financiera y todo lo que se desprende de ella. En el otro extremo de “La Gran Apuesta” (The Big Short, 2015) encontramos a “Un Golpe con Estilo” (Going in Style, 2017), la historia de estos tres “jubilados” que tomarán medidas extremas para poder pagar sus cuestas y llevar una vida más digna. Joe (Caine) tiene treinta días para cancelar los pagos atrasados de la hipoteca y así no perder el hogar que comparte con su hija y su nieta. Sus vecinos, amigos y compañeros Willie (Freeman) y Albert (Arkin) comparten una casita y viven sus días gracias al seguro social y a la pensión conseguida tras 40 años de trabajo. Pero la empresa que los acogió durante tanto tiempo está atravesando “cambios” y decide congelar los pagos de la renta. Así, como muchos otros trabajadores, el trío pierde gran parte de sus ingresos, sin la posibilidad de mejoras a futuro. ¿La solución? Tras presenciar un robo, Joe se empecina en que deben asaltar su banco, llevarse sólo lo necesario y acabar sus días con un poco más de dignidad. Claro que la idea es absurda ya que ninguno tiene experiencia ni capacidad delictiva, pero tras oponer un poco de resistencia, y algunas pruebas de ensayo y error, consiguen la ayuda de un ladrón experimentado que los encamina y los prepara para realizar este gran golpe maestro. La película, básicamente, se enmarca en el género de “atracos”. Todo gira en torno a las justificaciones, los pros y los contras, la planificación y conseguir las coartadas necesarias. El detalle, acá, es que no hablamos de los típicos “héroes de acción” entrados en años como los Stallone, los Willis o Schwarzenegger, sino de verdaderos octogenarios llenos de achaques y manías. “Un Golpe con Estilo” es una historia 100% pasatista que brilla un poco gracias al trío protagonista, especialmente a Caine que, a esta altura, puede lograr que cualquier cosa se vea increíble (bueh, menos “Tiburón 4). Braff sabe dejar todo en buenas manos, aunque su dirección no se destaque particularmente, y si no fuera por estos tres monstruos de la actuación, más la incorporación de Ann-Margret y Joey King, la película sería una más del montón, aunque no está tan lejos de ello. “Un Golpe con Estilo” se deja ver y se disfruta, no va a quedar en los anales, pero logra arrancarnos un par de sonrisas y, obviamente, ponernos del lado de estos viejitos piolas que buscan un poco de “justicia” para la tercera edad (o adultos mayores). Braff y el guionista Theodore Melfi desaprovechan la oportunidad de analizar (y criticar) un poco más las penurias socioeconómicas de estos personajes y el resto de la clase trabajadora norteamericana, acá enmascaradas bajo unos cuantos chistes, acertados sí, pero demasiados superfluos para causar un impacto mayor. Igual, logran ofrecernos una narración entretenida, inverosímil claro está, pero a todos nos gustaría llegar a esa edad y soñar con robar un banco y, tal vez, sólo tal vez, salirnos con la nuestra.