La sustitución parental definitiva La tecnología hoy por hoy, por lo menos desde la perspectiva unilateral paterna, cumple el mismo rol que históricamente cumplieron los juguetes y el acto lúdico en general, hablamos de alejar a los niños y garantizar un mínimo momento de paz para los adultos, algo que tiene que ver con la naturaleza adictiva de lo digital, la displicencia y falta de serenidad en aumento de los progenitores, la sobreestimulación sensorial del Siglo XXI, la multiplicidad de tareas y obligaciones diarias, la paranoia/ el miedo a no poder cumplirlas y la madurez más temprana de los mocosos a raíz del combo previo, esquema que desarticula las fases clásicas del crecimiento biológico y poco o nada tiene que ver con la socialización en sí de los niños como preocupación parental de fondo, ésta considerada automática o “natural”, aún desde lo digital, y derivada de la centralización de los Estados modernos y la creación del sistema educativo, faenas relativamente recientes que divorcian al nene de su familia. El déficit de atención de los mayores, la dependencia tecnológica in crescendo y el carácter de por sí a veces insoportable de los purretes, bombas en potencia o “responsabilidades con patas” cada día menos atractivas en tiempos de un predominio del hedonismo más hueco y beligerante, son los ejes conceptuales cruciales de M3GAN (2022), film del neozelandés Gerard Johnstone, aquel de la muy disfrutable Housebound (2014), producido y escrito por James Wan, una propuesta que por cierto confirma el excelente nivel de calidad que están atravesando las obras del cineasta australiano de ascendencia malaya después de Maligno (Malignant, 2021), otra sorpresa rotunda que -al igual que la película que nos ocupa- supo retrotraernos a lo mejor de la Clase B de las décadas del 80 y 90, cuando la producción del terror era de lo más efervescente porque se acumulaban una enorme cantidad de propuestas de bajo presupuesto que no sólo resultaban imprevisibles sino que combinaban géneros a lo loco sin ese trasfondo “prolijito monotemático” del mainstream promedio estadounidense. Como si se tratase de un querido “directo a video” de finales del Siglo XX o comienzos de este nuevo milenio, M3GAN es una trasheada a la vez absurda, sensata y muy inteligente que sabe balancear a la perfección los ingredientes cómicos, terroríficos y de ciencia ficción mediante una historia de reemplazo afectivo/ intelectual en el hogar que tiene por núcleo a una muñeca de lo más particular, mixtura bizarra entre Chucky, Barbie, una sex doll, un típico personaje de manga/ anime y el look estándar de las divas del Hollywood de los 50, un detalle reconocido por el propio director cuando señaló que los modelos del caso fueron Grace Kelly, Audrey Hepburn y Kim Novak. El relato de base fue concebido por Wan y Akela Cooper y el guión final es de esta última, escritora televisiva que saltaría al séptimo arte mediante Hell Fest (2018), opus fallido de Gregory Plotkin, y la citada Maligno: luego de que sus padres muriesen en un horrible accidente de tráfico que también la tuvo como protagonista, Ava (Kira Josephson) y Ryan (Arlo Green), una nena llamada Cady (Violet McGraw) termina al cuidado de su tía materna, Gemma (Allison Williams), una ingeniera especializada en robótica que en este futuro ignoto trabaja para la empresa Funki, fabricante de juguetes de vanguardia, y tiene de jefe a un tal David Lin (Ronny Chieng), quien está obsesionado con la competencia y por ello la presiona para que entregue una versión más económica de los productos bobos más vendidos en vez de dejarla avanzar con un prototipo experimental bautizado M3GAN, acrónimo de Model 3 Generative ANdroid, efectivamente un robot destinado a convertirse en el juguete definitivo e incluso en sustituto de los adultos que velan por los niños. El desajuste hogareño es inmediato porque la nena está deprimida por la tragedia y Gemma no muestra interés en la mocosa ya que la prioridad es su trabajo en Funki, así opta por finiquitar a M3GAN para que oficie de “madre postiza” mientras ella continúa con sus labores diarias, no obstante el androide resulta algo mucho sobreprotector. Wan no oculta que estamos frente a una cruza entre La Mala Semilla (The Bad Seed, 1956), de Mervyn LeRoy, Las Esposas de Stepford (The Stepford Wives, 1975), de Bryan Forbes, Chucky: El Muñeco Diabólico (Child’s Play, 1988), de Tom Holland, Hardware (1990), de Richard Stanley, y La Huérfana (Orphan, 2009), de Jaume Collet-Serra, e incluso coquetea con el slasher una vez que nuestra muñeca tuneada avant-garde desata su furia contra todos aquellos que amenazan física o psicológicamente a Cady, como el perro de la vecina Celia (Lori Dungey), un animal que se abalanza contra el androide y la niña cuando ambos osan entrar en la morada contigua, o un purrete psicópata llamado Brandon (Jack Cassidy), quien “viola” simbólicamente a M3GAN -esto es el mainstream yanqui, casi todo está vedado para lograr una baja calificación por edad para el estreno masivo en salas- cuando se lleva a la muñeca, la tira al suelo, le saca un zapato, la golpea en la cara e incluso le agarra el pelo, ganándose que la susodicha le arranque una oreja y provoque un accidente automovilístico en el que muere atropellado. Williams, vista en ¡Huye! (Get Out, 2017), de Jordan Peele, La Perfección (The Perfection, 2018), de Richard Shepard, y Horizonte Mortal (Horizon Line, 2020), de Mikael Marcimain, no es una gran actriz pero cumple y se ve compensada por el desempeño de la pequeña McGraw, conocedora del terror por sus participaciones en Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019), de Mike Flanagan, y Oscura Separación (Separation, 2021), de William Brent Bell, y sobre todo del dúo que compone a M3GAN, Amie Donald y Jenna Davis, cuerpo y voz respectivamente, las cuales se lucen cuando el robot pasa de lo defensivo al ataque en pos de eliminar cabos sueltos, nos referimos a los geniales asesinatos de Celia, que no deja de molestar por su perro “desaparecido”, y David más su asistente Kurt (Stephane Garneau-Monten), quienes se topan con la muñeca y ésta decide cargárselos aprovechando que Kurt sustrae secretos industriales de Funki porque Lin suele maltratarlo. Esta segunda película de Johnstone, quien desde Housebound no hizo demasiado más allá de un par de encargos para la TV de Nueva Zelanda, aglutina una riqueza insólita para un producto yanqui en materia de elementos constituyentes y lecturas que abre el relato, en este sentido se puede pensar a M3GAN como un melodrama familiar de pérdida, un gran ejemplo de terror frankensteineano, un representante de la ciencia ficción de inteligencia artificial descontrolada, un thriller de espionaje y barrabasadas empresariales, una fábula sobre ortopedia emocional y triste sustitución parental, una comedia negra de dependencia tecnológica, una fantasía lúgubre acerca de la indolencia de los adultos actuales para con sus vástagos, un exploitation poco sutil -o una acepción mordaz y robótica de entrecasa- de todas las realizaciones citadas, una parodia tácita de esa codicia capitalista siempre caníbal o neurótica, una epopeya de gore moderado aunque muy imaginativo, una reflexión sobre el dilema femenino actual entre la carrera y la maternidad, una sátira en torno a una pugna vecinal suburbana, un homenaje camuflado a las divas de los 50 pero también al anime y el manga modelo mecha, una alegoría old school sobre el precio de obtener lo que se desea sin medir las consecuencias, un análisis acerca de la “pacificación” virtual de los niños de hoy en día y finalmente una faena Clase B de impronta agitada y socarrona pero sin chistes tontuelos a la vista, todo derivado de la misma historia. Wan y Johnstone se hacen un festín con el choque de voluntades, basado en el apego fanático de Cady hacia M3GAN porque de hecho la muñeca es la única que le presta atención, en el carácter progresivamente posesivo del androide en relación a la niña, sustrato derivado de la maldita inteligencia artificial que cosifica a todos, y en la decisión tardía de Gemma en lo que atañe a corregir sus fallos y su vagancia, homologando lo femenino a lo masculino porque la solitaria ingeniera parece ser una workaholic que se debate entre lo anodino, la frigidez sexual o lo lésbico en potencia…
M3gan es un filme de terror bastante inteligente, bastante eficiente y bastante terrorífico. No resulta excepcionalmente sobresaliente en ninguno de los tres aspectos – el desarrollo es previsible y los shocks son algo blandos – pero, en el fondo, esconde una sátira feroz y brillante al que el maquillaje de “película de horror” termina por diluir. Seguro, hay una nueva estrella en el firmamento de íconos del cine de terror – la expeditiva y estremecedora androide del título, que tiene un puñado de escenas para lucirse (la re-edición de Titanium de David Guetta me mata!) – pero un director mas eficiente podría haber ido hasta el hueso (Paul Verhoeven, ¿dónde estás cuando más se te necesita?) y una calificación R quizás le hubiera dado una ponzoña mayor que el resultado final obtenido. Dejando de lado los shocks, hay una discusión muy inteligente sobre la integración despreocupada de la tecnología en la educación de los chicos. Y a eso le sumamos bastante humor negro – el choque del principio es brillante, lástima que la película no pueda mantener el ritmo -, cosa de que quede claro que el filme no se toma demasiado en serio a sí mismo. Mientras que M3gan no es una máquina de escupir latiguillos a lo Freddy Krueger, por el otro lado lo absurdo de toda la situación – construir una muñeca robot con esqueleto de titanio, cuasi indestructible, con tanto acceso a las redes como el Cyborg de Liga de la Justicia y con una capacidad de autoaprendizaje sobre amenazas del entorno y posibles víctimas que termina sacándose chispas con Terminator – es tan risible que lo único que te queda es dejarla seguir adelante para ver hacia dónde va la premisa. Hay un tufillo de Robocop – lite en todo esto – corporaciones deshumanizadas, dedicadas a sacar productos no probados solo basándose en encuestas y sin inferir si lo que hacen tiene un mínimo de lógica, es chocante o genera algún tipo de peligro; los malos ejemplos que Ian Malcolm hablaba en Jurassic Park, de científicos que no se plantearon si debían sino que vieron que podían hacerlo, lo fabricaron y le pusieron una chapa y un precio lavándose las manos de la responsabilidad moral de todo el asunto -, mas una brillante visión sobre cómo la paternidad ha mutado en estos tiempos donde la tecnología se ha popularizado hasta el punto de invadir nuestras vidas… y servir como anestésico cuando los críos nos molestan. Cady es una niña de 9 años que ha perdido a sus padres en un accidente de auto y su tía Gemma – tecnócrata obsesiva, rodeada de chiches de alta tecnología y juguetes coleccionables (guiño a Robby el Robot de Planeta Prohibido) todavía cerrados en su caja original para conservar el valor… pero que a su vez es una persona incapaz de entender qué es jugar, qué precisa un niño o siquiera cómo es intentar comunicarse con uno (y mucho menos, entender sus necesidades emocionales!) – es la persona menos apta para ayudarla a reconstruir su vida. Su oferta de compañía y entretenimiento es ofrecerle un iPad (!); y cuando ello no basta, termina por presentarle el proyecto en que está trabajando, una muñeca androide del tamaño de una niña chica y con capacidad autónoma tanto de moverse como de aprender e interactuar con el resto. A la legua uno sabe que M3gan terminará por convertirse en la guardiana de Cady contra viento y marea, y todos los que osen ofenderla de la manera mas mínima la van a pasar mal. Ecos de Chucky resuenan en las acciones de M3gan cada vez que sale a cobrar revancha por las malas situaciones que vive su protegida, sea la vecina entrometida, el perro agresivo o el nene sicópata con el cual la empardan en una mal parida colonia de verano. Pero M3gan no se trata sólo de sustos baratos, sino de los comentarios al pasar de los testigos de las acciones de Gemma, espantados por la frialdad y manipulación de la supuesta tutora “responsable” de su sobrina. Desde Gemma usando a la niña como demo ambulante de su producto no totalmente testeado, hasta su obsesión enfermiza por el trabajo y su incapacidad para darle consuelo y afecto a una pequeña que acaba de perder a sus padres. Ante semejante carencia lo único que se le ocurre es poner a M3gan en el medio – como compañía, consuelo, educadora y guardiana de Cady -; pero M3gan es solo un juguete – uno muy sofisticado, por cierto – y Cady en algún momento crecerá y abandonará la etapa de los juguetes. Como dice la asistente social al hablarle a Gemma sobre la Teoría del Apego, ¿acaso M3gan va a ser el único modelo de rol que va a tener la niña?. ¿Y que va a pasar cuando la chica crezca, sabiendo que sólo interactuó con una máquina durante toda su niñez?. Es en esos momentos en donde M3gan se sale de la vaina para decir cosas mas inteligentes que el mero reciclaje de clichés sobre robots asesinos y juguetes demoníacos que abunda en el universo del cine de terror. Ni siquiera el final es demasiado convincente – el enfrentamiento es previsible pero ¿vale la pena salvar a alguien a quien no le importás un pomo? – ya que es simplemente un rumbo pre-trazado y obvio. Si M3gan fuera mucho mas venenosa sobre su crítica a los malos parientes y al exceso deshumanizante de tecnología en la vida de nuestros hijos, podría haber anotado mas porotos en la calificación final. Así como está es una rutina muy bien hecha que no asusta tanto como debiera pero que al menos tiene un puñado de líneas extremadamente inteligentes e inspiradas sobre la niñez, la tecnología y el mundo en que vivimos.
Si hay quienes piensan que el terror en el cine no está muerto (he aquí uno) es gracias a Blumhouse. La casa productora fundada por Jason Blum en el 2000, que hoy cuenta con un contrato de 10 años con Universal Pictures. Gran parte de los éxitos del género en la última década han llegado de su mano junto a directores y productores de la talla de Jordan Peele, Mike Flanagan, James DeMonaco, M. Night Shyamalan, Scott Derrickson y James Wan. Por ello ninguna de sus historias pasa desapercibida. M3GAN, película de terror es el primer film presentado por ellos en el 2023. Hoy podemos decir que se trata del primer éxito de este año en la industria. Luego de un accidente fatal, la pequeña Cady (Violet McGraw, The Haunting of Hill House) pierde a sus padres. Por ello, se va a vivir a casa de su tía Gemma (Allison Williams, Get Out) quien trabaja creando juguetes para niños. Ella justamente se encuentra en el proceso de crear algo nuevo para jugar. La tristeza de su sobrina la motiva a diseñar una muñeca que pueda ser, de la manera más realista, su nueva amiga. Así nace el modelo 3 androide generativo, M3GAN. A continuación, pasa lo que debe pasar. El objetivo de esta muñeca es simple. Debe proteger a Cady de peligros tanto físicos como emocionales. Pero eso, al mismo tiempo, no es algo fácil de comprender. Las respuestas de la muñeca se van haciendo cada vez más excesivas. A la par, irá creando un conciencia propia que la hará incontrolable. Otro ejemplo más en el cine de porque no debemos avanzar mucho con los robots. Ciertamente la premisa de la historia ya la hemos visto muchas veces. Sin embargo, M3GAN es muy entretenida por sus escenas ridículas, bizarras y graciosas. Como el ya famoso baile previo a cometer un asesinato, el Titanium (M3GAN’s Version), su forma de correr por el bosque, y sus increíbles outfits. La muñeca crea un vínculo muy especial con Cady, tanto que realmente da miedo. Blumhouse, con esta y varias de sus películas, ha demostrado que en el miedo hoy los demonios o el jump scare no son los protagonistas. Son medios, pero los verdaderos actores principales son las temáticas sociales que originan y motivan a los psicópatas. O a las muñecas asesinas. M3GAN como película de terror es un disfrute total. Hoy está consolidada en la taquilla como el primer gran éxito del 2023, incluso haciéndole frente a la secuela de Avatar. Con un presupuesto de 12 millones de dólares ya ha ganado 65 millones a nivel mundial. Esto, sumado a la gran campaña de marketing que han realizado, seguramente dará luz verde a una ansiada secuela.
Si bien por momentos se toma en serio su propia historia, cuando el relato de esta muñeca que viene a acompañar el doloroso y dificil proceso de duelo de una niña, y a convertir a su tía en en una diseñadora de juguetes prestigiosa, cuando lo lúdico, la sangre y lo bizarro se apodera del relato, es absolutamente hipnótica. Advertencia para los puristas del cine: alejense de esta terrorifica fiesta.
Aunque el realizador de M3GAN, Gerard Johnstone, era poco menos que un desconocido (en 2014 había dirigido Housebound y luego filmó episodios de series como Terry Teo y The New Legends of Monkey), el origen de este proyecto hay que buscarlo en una idea original de una de las figuras insoslayables del terror contemporáneo como James Wan y luego en el guion escrito por Akela Cooper (su colaboradora en Maligno). Que la génesis le haya sido ajena, de todas formas, no minimiza la solvencia y ductilidad con que Johnstone narró esta historia con logradas irrupciones de humor negro y violencia que tarda en desatarse. El sello de Wan (coautor de la premisa y productor del proyecto) se percibe en la recuperación de un elemento fundamental del género como un muñeco o muñeca con poderes devastadores. Desde ese clásico que a esta altura es Chucky: El muñeco diabólico hasta la aparición de Annabelle en la saga de El conjuro (otra vez Wan) y sus múltiples spinoffs, la muñeca resulta una presencia a cada minuto más inquietante, fascinante y agobiante dentro de la trama de M3GAN. Pero M3GAN (iniciales que se usan para este prototipo llamado Model 3 Generative Android) no es una muñeca cualquiera, sino la creación de Gemma (Allison Williams), una ingeniera de programación especializada en robótica e inteligencia artificial dentro de Funki Toy, una corporación dedicada sobre todo a juguetes que sirvan como sustitutos de mascotas. Y, si hablamos de una corporación, estamos en presencia de abusos de poder y codicia, lo que lleva luego a imprudencias, excesos y descontrol. La película comienza con una tragedia. Durante un viaje vacacional en medio de una tormenta de nieve Cady (Violent McGraw), una niña de ocho años, queda huérfana (los padres mueren al instante cuando el auto es arrollado por una máquina quitanieves) y la sobreviviente va a vivir con su tía, que no es otra que la mencionada Gemma. Y M3GAN, que está todavía en fase Beta hasta que el ambicioso jefe de Gemma considera que hay que lanzarla al mercado cuanto antes, se convertirá en la compañera inseparable y la guardiana de la pequeña Cady. Tan guardiana que no dudará en actuar por cuenta propia ante cualquier amenaza. El personaje de M3GAN (una lograda combinación entre animatronics, CGI y captura de movimientos con Amie Donald como actriz de carne y hueso) es el principal hallazgo de una película que recupera el mito de Frankenstein pero con una mirada contemporánea y hasta cierta impronta feminista. La manera en que la muñeca se va empoderando, perfeccionando sus (re)acciones a medida que interactúa con los humanos (es capaz de aprender una compleja coreografía o de tocar Titanium, de David Guetta y Sia, al piano), es realmente notable. Y, más allá de que el film puede leerse como una crítica a los abusos y riesgos de las nuevas tecnologías cuando las mismas no tienen límites por falta de ética, M3GAN jamás deja de funcionar dentro de los cánones más eficaces del entretenimiento con aspiraciones masivas. Clásica y moderna, aterradora y satírica a la vez, la película surge solo como el primer hito de lo que seguramente será una larga y exitosa franquicia.
Consciente de su evidente ligazón con el universo de las criaturas malditas, comenzando por el monstruo gótico del doctor Frankenstein, siguiendo por el Tyrannosaurus Rex de Jurassic Park y con el grotesco eco de Chucky como inevitable espejo, M3gan elige asumir el sustrato de parodia que la precede y situar el horror en ese terreno híbrido, que combina el trauma infantil y la fascinación del adulto por una creación mágica y controlable. A esa premisa se agrega el ojo para el marketing de James Wan, coguionista y productor, y el respaldo de la factoría del terror Blumhouse, que empuja a la película de modesta apuesta del horror de temporada a uno de los grandes sucesos del género de los últimos tiempos. Aún bajo los auspicios de fenómeno que la rodean, M3gan merece bastante de lo que está generando. Escrita en compañía de su nueva discípula, Akela Cooper -también coautora de Maligno y de la nueva La monja 2 de la constelación de El conjuro-, Wan afirma la historia sobre varias constantes: el retrato de las ansiedades del presente, las tragedias que marcan la infancia, la vocación adulta del eterno juego y la tecnología como resolución a los límites de la vida humana. Antes que alcanzar a Dios o traer a la vida un tiempo perdido, M3gan viene a aquietar las lógicas inseguridades de Gemma (Alison Wiiliams) a la hora de asumir la crianza de su sobrina de nueve años que ha quedado huérfana. Gemma es ingeniera de una compañía de juguetes en la recta final para presentar un nuevo prototipo de mascota inteligente, más barato y efectivo para sacar al mercado. La noticia de la repentina muerte de su hermana y de su cuñado la deja a cargo de la pequeña Cady (Violet McGraw), y ambas están desconcertadas por esta nueva tarea de ser familia. M3gan surge del pasado de Gemma, de una de sus primeras creaciones estudiantiles, temprana medida de su genio y sus ambiciones. En este momento de crisis laboral y emergencia parental, la invención de un androide inteligente vestido como una institutriz de los años 50 parece ser el equilibrio perfecto para ayudar a Cady a superar el duelo y a la propia Gemma a rendir en su trabajo y esquivar el trance de la impuesta maternidad. Más allá de los interrogantes existenciales que subyacen, la lógica de la película no deja de ser la escalada de autonomía de la muñeca y el horror como inevitable resultado. A diferencia de Chucky, un agente del caos enemigo de quien gozaba de su propiedad, M3gan convierte a Cady en el objeto de su protección y el motivo del crescendo de esa violencia “defensiva”. Pero lo mejor de M3gan -siglas de Model 3 Generative Android- no cifra su interés en la sorpresa del espectador sino en compartir el genuino efecto de un espanto latente sumergido tras la apariencia de éxito y control que ofrece la muñeca inteligente. El sustrato de comedia negra le permite asumir con gracia lo ridículo, al mismo tiempo que quitar solemnidad a las lecturas que pueden realizarse sobre la tecnología como parche de los miedos y negaciones. De hecho, la película podría encuadrarse en la línea del trauma como forma del terror -elemento que constituye el eje de Maligno y de la reciente Sonríe-, pero lo hace con un uso efectivo de los recursos del género, invitando a la diversión con aquella iconografía de modernos Prometeos que sigue siendo tan efectiva como siempre.
M3GAN representa la segunda película del director nerozelandés Gerard Johnstone, quien cobró notoriedad en festivales de cine con su ópera prima, Housebound, estrenada en el 2014. Una muy buena comedia de terror donde elaboraba una parodia creativa de la temática de casas embrujadas. Con su nuevo proyecto debuta en Hollywood a través de una historia escrita y producida por James Wan que ofrece un aporte decente dentro del subgénero de muñecos malditos. La mayor virtud de esta propuesta es que la trama se encamina por el terreno de la sátira y no se toma en serio el concepto ridículo que desarrolla. Un problema que a menudo suelen tener este tipo de filmes, como ocurrió recientemente en la saga de Annabelle. Salvo que se trate de casos muy específicos como el clásico Magic (1978), que contó con el guión de William Goldman (Maratón de la muerte) y el rol protagónico de Anthony Hopkins, es muy difícil que estas producciones tengan grandes momentos de horror porque cuesta tomarlos en serio. Johnstone y Wan lo tuvieron en claro y trabajan una sátira de la relación de los adolescentes con la tecnología en un relato que combina a Chucky con Terminator. Dentro del delirio que presenta el argumento al menos incluye una reflexión sobre este tema y aunque el espectáculo es terriblemente predecible el director lo hace llevadero con su narración. M3GAN genera más risas que miedo y está dirigida a la platea sub 20, el target de público que probablemente más disfrutará este film. Para el resto queda un entretenimiento decente que se deja ver por su contenido humorístico y algunas escenas inspiradas de suspenso.
No es la primera ni será la última. Y ayer se supo que tras el éxito de M3GAN (costó US$ 12 millones, lleva recaudados 98) habrá una secuela a estrenar en 2025, con una muñeca con inteligencia artificial que es protagonista, dueña y señora de este filme de terror producido por James Wan (El conjuro) y la productora Blumhouse, especialista en películas de horror. Claro que M3GAN, el personaje, tiene similitudes con todos los muñecos maléficos que han pasado por el cine, incluida Annabelle, por supuesto, creación de Wan. Y el guion fue escrito por Akela Cooper, que trabajó con él en Maligno, sobre una historia del también director de El juego del miedo. Sin más vueltas, M3GAN es un prototipo de robot con IA, que debe su nombre a las iniciales en inglés de Model 3 Generative Android, y que no es una muñeca cualquiera. Tampoco puede pensársela como un juguete. No. M3GAN pasa a ser la aliada o, mejor, la guardiana protectora de Cody, una niña huérfana. Cody (Violet McGraw) sobrevivió al accidente automovilístico en plena tormenta de nieve en el que sus padres mueren, y es adoptada por su tía Gemma (Allison Williams, de ¡Huye! y Girls), que no es muy ducha en esto de criar niños. Ah, Gemma es la ingeniera de programación, que se especializó en robótica y creadora de M3GAN, que está en estado de prueba, solo hasta que el jefe de Gemma (Ronny Chieng) en Funki Toy vea de lo que es capaz de hacer la muñeca y decida que no hay que esperar más y salir a producir el juguete que cuesta 10.000 dólares. M3GAN es mejor que una mascota. Pero para poder desarrollar mejor sus habilidades, debe interactuar más con su dueña, aprender patrones de habla, conocer el porqué de su comportamiento emocional. Así se entera de sus aflicciones, y ante cualquier peligro, la defenderá. Se trate de un perro vecino, de un chico prepotente o de lo que sea. Cómo se hizo al personaje M3GAN, el “personaje”, es una combinación de animatronics, CGI y captura de movimientos de la actriz Amie Donald, y la voz de Jenna Davis. Es realmente impresionante lo que hoy puede realizarse en materia cinematográfica -y no digamos Hollywood, porque la película es en verdad una coproducción con Nueva Zelanda La película no solo es del género del terror, ya que hay bastantes apuntes satíricos, no solo a las corporaciones que buscan solamente el rédito económico a cualquier precio, a los riesgos de las nuevas tecnologías y hasta al mundo de los juguetes. Que M3GAN le cante Titanium a Cady como si se tratara de una canción de cuna es otro apunte humorístico. Mucho, también, le debe M3GAN al Frankenstein de Mary Shelley, al Terminator de James Cameron y claramente al RoboCop de Paul Verhoeven. Pero como cualquier chico rebelde, M3GAN será lo más desobediente que pueda y no conocerá de límites. Vayan al cine sabiéndolo.
M3GAN” es una maravilla de la inteligencia artificial, una muñeca realista programada para ser la mejor compañera de los niños y la mayor aliada de los padres. Diseñada por la ingeniera Gemma, M3GAN es capaz de escuchar, observar y aprender mientras se convierte en amiga, profesora, compañera de juegos y protectora del niño al que se vincule. Cuando, inesperadamente, Gemma se convierte en la tutora legal de Cady, su sobrina huérfana de 9 años, no sabe muy bien qué hacer ni se siente preparada para ejercer de madre. Sometida a un intenso estrés laboral, Gemma decide vincular su prototipo de M3GAN a Cady en un intento de resolver ambos problemas, pero no tardará en descubrir las inimaginables consecuencias de su decisión. Esto reza la síntesis argumental del filme. Mezcla de ciencia ficción con terror y un toque de drama cotidiano, llámesele duelo, el filme se estructura alrededor de un personaje o dos en situación de elaborar la perdida. Ninguno de ambos saben
M3GAN es una extraña mezcla de psicodrama cibernético, espectáculo de monstruos asesinos de robots y thriller de ollas en las que se hierven conejos. Si la muñeca es una intrusa malévola, también es un cáncer interno, que refleja los aspectos más tóxicos de las dos mujeres designadas como sus ‘usuarias principales’.
"M3gan", el viejo truco de la muñeca asesina La consistente atracción del cine de terror produce obras renovadoras, revisiones interesantes. Y también películas como M3gan, un Frankenstein sin filosofía. El cine de terror, con sus mil variantes, es uno de los pocos géneros que encuentra un lugar en la cartelera comercial por fuera de la hegemonía súper heroica y animada. El presupuesto relativamente bajo para su realización, la presencia de un público fiel y la capacidad de reinvención de las películas con gritos y sustos son algunas variables que explican un fenómeno del que M3GAN quiere ser parte. La nueva producción de la factoría Blumhouse –que suma al creador de la saga El juego del miedo y El conjuro, James Wan, como uno de sus coproductores y autores de la historia original– tiene con qué convertirse en un éxito, al menos en términos comerciales. Hace un buen tiempo que Blumhouse comenzó una campaña de difusión centrada en redes sociales, especialmente Tik Tok. De allí, entonces, su alejamiento consciente del cine para adultos eliminando casi todo atisbo de violencia explícita. Consciencia es un término clave en M3gan, en tanto se presenta como una actualización juvenil de la clásica historia de las máquinas rebelándose contra sus creadores. Actualización significa, en el Hollywood contemporáneo, refritar ideas y, en lugar de ocultarlo, explicitarlo a través de situaciones con “guiños” y referencias a ellas, condimentadas por algunas pizcas humorísticas. Así lo hace M3GAN al entrelazar –y gritar que lo hace– dos tradiciones bien demarcadas a lo largo de su poco más de hora y media de metraje. Como es una película sobre juguetes devenidos en seres autónomos, sedientos de sangre y ávidos de caos, empieza con un aviso publicitario sobre un peluche “inteligente” muy parecido a un gremlin, aunque sin su espíritu anárquico. Uno de esos bichitos lleva Cady (Violet McGraw) cuando el auto donde viaja con sus padres rumbo a unas muy prometidas jornadas de ski se estrella contra una barredora de nieve. Única sobreviviente del accidente, la nena termina a cargo de su tía Gemma (Allison Williams), a quien prácticamente desconoce. Ella, casualmente, viene desarrollando un proyecto con inteligencia artificial, pero el jefe no quiere saber nada. Quizás reformular un poco esa idea adaptándola a la necesidad de compañía y alegría de la pobre huerfanita pueda servir para que él recapacite. Y así “nace” M3gan, una androide mezcla entre Tiffany, la novia de Chucky en la película homónima, y una suerte de Barbie con dos toneladas de bótox en la cara y músculos de esteroides, que incluye un dispositivo que le permite aumentar su inteligencia a medida que va conociendo a la chica. Todo marcha bien, hasta que aprende mucho más de lo esperado. La máquina creada por el humano volviéndosele en contra por “tomar conciencia” y ser demasiado inteligente: una tradición que va, si se quiere, desde Frankenstein hasta Blade Runner. Pero aquí no hay disquisiciones filosóficas o reflexiones sobre la condición humana, solo una malvadita de un metro con ganas de matar a todos. El resto es la ruta habitual de una película con ambiciones de franquicia.
Hoy llega a nuestros cines M3GAN, la cual podemos considerar una actualización tecnológica del mito de los muñecos asesinos. M3GAN sigue la historia de Cady, una niña que acaba de perder a sus padres en un trágico accidente y ahora debe ir a vivir con su tía Gemma, la cual es una experta en tecnología y la creadora de M3GAN, una androide cuyo fin es ser un juguete para niños. Todo cambia cuando M3GAN cruza los límites para proteger a la pequeña Cady. El film es dirigido por Gerard Johnstone y basado en una historia del reconocido director James Wan. Protagonizan la película Allison Williams, Violet McGraw, Ronny Chieng y Jenna Davis. Lo primero que debemos decir de M3GAN es que superó nuestras expectativas, estamos ante una cinta bastante divertida, aunque con poco terror, sin embargo, eso no opaca los puntos positivos que nos ofrece esta obra. Unos de los puntos positivos de M3GAN la historia, aunque no parezca original si lo es su forma de llevarla a cabo. Historias de entes creados por humanos que se revelan existen desde hace miles de años y a medida que la civilización humana avanza, el mito se renueva. En M3GAN, la tecnología aparece como algo que una vez normalizado se vuelve siniestro y alienante, escondiendo (o no tanto) las crecientes críticas a las inteligencias artificiales. Si bien la historia de M3GAN es simple, trae consigo varios temas interesantes como son las relaciones parentales y la importancia de los afectos humanos. Las actuaciones en M3GAN cumplen sin brillos, actores y actrices hacen una buena labor sin destacarse demasiado unos de otros, lo cual no importa tanto porque todos cumplen con el verosímil de sus personajes. Por otro lado, la pequeña androide asesina cumple con su papel sin abusar de efectos CGI. Sin embargo, unos de los puntos flojos de la película es que M3GAN no se siente como un robot con sus movimientos y es notorio que hay una actriz humana debajo de la máscara. Esto, si bien le da un toque de humor, resta para el suspenso. M3GAN brilla cuando no se mueve y la cámara se centra en el rostro. Otro de los problemas es haberla vendido como una película de terror, que, si bien lo es, se siente muy suave y se nota que preferían centrarse en un público más amplio. En fin, M3GAN es una película muy recomendada para ver en los cines y se nota el éxito que viene teniendo ya que es muy entretenida y apta para varias edades. Mucho suspenso, poco terror, algo de humor y un personaje que termina convenciendo.
La diferencia con otros muñecos extremadamente peligrosos como Chuky o Anabelle, esta creación y su derrotero no dependen de un ente endemoniado, sino de la evolución de la inteligencia artificial con la que fue creada. Porque en esta creación de James Wan que tuvo la idea con el guión escrito por Akela Cooper, y la dirección de Gerard Johnstone, flota una crítica a las adicciones a los dispositivos electrónicos, y a la evolución feroz pero lógica de un androide fabricado para ser la mejor amiga de su dueña. No falta ni el humor negro, la acción y algunas escenas de terror en un producto bien pensado para el entretenimiento con mas suspenso que carnicería, con la suficiente ferocidad para gustar a un público bien determinado. La muñeca tiene el cuerpo de la niña actriz Ammie Donald, mas muchos animatronicas, mas una máscara utilizada con distintas técnicas para expresiones y sincronización de labios, mas titiriteros. El tono se anuncia desde un comienzo donde un aviso publicitario marca las ventajas de un humanoide sobre un perro, que no muere ni hace sufrir a un niño con esa tragedia. A partir de ahí, la ambición por los negocios y la importancia hacia la tecnología se unen en una danza macabra.
M3gan, no brilla por su originalidad pero tiene elementos que le dan su propia identidad y la hacen distinta a las películas que influyen sobre ella, lo que termina dando como resultado final una más que interesante propuesta .con momentos de humor negro, buen suspenso y elegante manejo de la tensión
De la unión de Blumhouse Productions (de Jason Blum) y Atomic Monster (de James Wan) nace un nuevo clásico del terror con muñeca asesina, una película que no se puede dejar de ver porque tiene todos los ingredientes de un hit instantáneo del género, con dosis bien administradas de suspenso, humor, terror y ciencia ficción. M3GAN, dirigida por Gerard Johnstone y basada en una historia de Akela Cooper y James Wan, es otra prueba de que las grandes películas son las que saben calar hondo en los espectadores con historias que alertan sobre ciertos peligros y que fluyen sin dejar lugar para la distracción. M3GAN se mueve con soltura entre dos subgéneros: el de muñecos asesinos y el de robots que pierden el control, dando como resultado un entretenimiento que se las arregla para abordar con ingenio un tema peliagudo: el de la inteligencia artificial, que no deja de ser un hecho y un problema ético y filosófico. Hoy todo el mundo convive con algún programa de computación inteligente o con algún artefacto que realiza actividades por nosotros. El teléfono celular es el ejemplo más obvio, el que más se parece a lo que representa la muñeca del filme, una especie de moderno Prometeo que puede llegar a reemplazar a los humanos si le damos cabida. El androide de la empresa Funki es un robot humanoide totalmente autónomo, con características nunca antes vistas. Esculpida con titanio y equipada con un chip personalizable en seis diferentes pigmentaciones de piel de silicona, M3GAN está diseñada para soportar cualquier situación que la vida le depare. Pero los aspectos más emocionantes de la muñeca son las características que puede desarrollar. La historia arranca cuando la niña Cady (Violet McGraw) sufre un accidente de auto con sus padres, en el que pierde a ambos. Debido a esta tragedia, Cady queda a cargo de su tía Gemma (Allison Williams), una ingeniera en robótica que trabaja para la prestigiosa marca de juguetes Funki. Gemma no sabe cómo hacerse cargo de Cady y decide terminar un prototipo de inteligencia artificial a modo de prueba para que acompañe a su sobrina mientras ella trabaja. La idea es que M3GAN cumpla la función de una niñera, pero sin reemplazar a los padres fallecidos. Uno de los representantes de la empresa, David (Ronny Chieng), queda asombrado con el nuevo juguete y decide lanzarlo al mercado. El problema es que M3GAN se conecta cada vez más con Cady, a tal punto de matar si alguien le hace daño a la niña. Ya se podrán imaginar lo que sucede después de que M3GAN llega a la casa de Gemma para cuidar a Cady. La película plantea de manera didáctica los riesgos que acarrea el desarrollo de la inteligencia artificial, ya que es una tecnología que se puede volver en contra de los humanos, no solo reemplazándolos en sus quehaceres, sino también atentando contra sus vidas. M3GAN es tremendamente efectiva y cuenta con una villana con mucho carisma, que se gana al público gracias a su aspecto de Barbie robótica escalofriante, con mirada penetrante, como si nos estuviera sacando la ficha para luego atacar. Tanto la película como la muñeca quedarán, sin dudas, en la memoria cinéfila y en la historia del cine de terror.
Desde hace un par de años todas las reseñas sobre cine de terror que escribo empiezo diciendo que estos son buenos años para el cine de terror. Luego de no recuerdo cuanto tiempo el género tuvo títulos o mediocres o insufribles, algo cambió y se multiplicaron las películas interesantes, las buenas, las ambiciosas y algunas con destino de clásico. M3gan se suma a esa lista, porque aún sin ser de las mejores, tiene suficiente interés y elementos logrados que en años atrás la hubieran hecho destacarse aún más. En este pequeño esplendor del cine de terror, M3gan viene a ocupar el lugar de inicio de franquicia muy taquillera que consigue tener estilo propio y renovar caminos muy conocidos. El primer acierto -y tal vez el más importante- es reconocer que su ridiculez es insalvable. Si hubiera querido disimularla, todo hubiera fracasado, pero la película elige abrazarla con orgullo y gana la batalla que decide el resultado final. Prefiere renunciar al terror y la truculencia para ganar en humor y diversión, algo que no todos los títulos pueden o deben hacer, pero que aquí es la clave. Sí, hay terror, pero no en un sentido atemorizante. Tiene sobresaltos, algo de angustia, aunque nadie podría decir que tendrá pesadillas con esta película o que tendrá miedo de apagar la luz luego de verla. De hecho M3gan, por su tema, es una película más diurna que nocturna, ya que la protagonista es un robot con forma de muñeca que interactúa con una niña. M3gan no es una comedia, pero tiene el trofeo difícil de alcanzar de ser graciosa a propósito pero sin hacer gags. Ese humor de los films excesivos, inverosímiles, que se desatan con disimulo pero con un guión evidente hacia los espectadores. Los espectadores no deberían sentirse sorprendidos si se ríen en varias escenas. El exceso vulgar de algunos momentos tienen como intención final crear una fina parodia e incluso una reflexión crítica acerca de la tecnología, la educación, la maternidad y la infancia. Sin profundizar en nada, más bien comentando esos tópicos con situaciones extremadamente ridículas. Todo esto dicho como elogio, aunque jugar al borde siempre tiene sus momentos menos logrados. La niña huérfana que da comienzo a la trama es Cady (Violet McGraw) quien con nueve años pierde a sus padres en un accidente automovilístico. La única pariente que puede cuidarla es su tía Gemma (Allison Williams) una mujer brillante e independiente, que tiene juguetes en su casa pero como adornos y no para usarlos, que es una persona que no quiere madurar y por supuesto no tiene interés alguno en cuidar a una niña siendo ella todavía una persona que no se considera adulta. Gemma es experta en robótica y diseñadora de juguetes. Trabaja en el más visionario de los proyectos, pero lo hace a escondidas, porque no quiere que nadie intervenga o la detenga. Se trata de un proyecto de inteligencia artificial aplicada a una muñeca llamada M3GAN (Model 3 Generative Android) cuyo tamaño real y su perfección estética es tan asombrosa como perturbadora. Gemma, quien ha sacado la moral de la ecuación a la hora de crear a su muñeca, conecta a M3gan con Cady. Inicialmente el triunfo es total, Gemma parece triunfar en lo profesional al mismo tiempo que se lava las manos en cuanto a su responsabilidad de cuidar a su sobrina. Todos ganan, la niña tiene su máquina cuidadora, amiga y compañera y Gemma el máximo triunfo de su vida. Todos conocemos de memoria al género, desde Frankenstein en adelante, estas creaciones pueden tener una consecuencia indeseable. M3gan podría haber sido una película sangrienta y violenta, un film de terror demoledor. Pero como ese puesto ya lo ocupan muchos títulos recientes, los creadores de este film decidieron ir en dirección contraria. Volvieron a filmar las escenas más violentas, borraron casi toda la sangre y buscaron, por encima de todo, que la película sea divertida. Los fans del gore se quedan sin su fiesta, pero un público más masivo podrá divertirse, reírse y jugar con esta historia desaforada, llena de momentos de provocador humor sin comedia, con momentos realmente graciosos. Así como el espectador se ríe para aliviar la angustia en los films más duros, acá no le quedará otra que reírse con la ambigüedad de esta muñeca maldita que ocupa el lugar de los adultos ausentes que no pueden o no quieren cuidar a una niña. Con esos ingredientes M3gan encuentra su lugar en el mundo y pasa por todos los lugares comunes sin pretender ser otra cosa. Sin problemas podríamos afirmar que esta es la primera de muchas apariciones del personaje en la pantalla grande.
Diabólica, rebelde y pop. Ojos soñados, cabello prolijo, piel perfecta… Ella es M3GAN, una compañera ideal para los niños, que enseña, contiene emocionalmente y hasta canta pop. Detalle, M3GAN es un robot. Esta es la premisa de la nueva película de la factoría de terror Blumhouse. Una premisa muy visitada en el cine de género, solo basta nombrar a Chucky, sobre todo la última adaptación (la de Lars Klevberg), en la que nuestro juguete maldito deja de ser un objeto poseído para convertirse en una maravilla de la Inteligencia Artificial. Bien podrían ser primos estos dos. Pero volvamos a nuestra robotita rebelde. Sucede un accidente fatal, y Cady (una pequeña de 9 años) queda huérfana, por lo que la derivan bajo la tutela de su tía Gemma. Una especie de genia de la tecnología, que trabaja para una de las compañías de juguetes más famosas a nivel global. Si, M3GAN es un prototipo en el que está trabajando junto a dos compañeros, y para probarla decide vincularla a Cady, a quien no le viene nada mal debido al proceso de duelo doloroso que está atravesando. Diseñada por Gemma para escuchar, observar y aprender mientras se convierte en amiga y protectora del niño al que se relaciona, claro que se le escapa de las manos. M3GAN se descontrola y lentamente comienza a tener su propia autonomía, interpretando las cosas a su modo y sin limites morales a la hora de dañar. Si bien, como señalamos anteriormente, es un tópico ya harto conocido, la película trae una bocanada de aire fresco. El horror y la comedia se fusionan de una manera noble para brindarnos una narración dinámica, en la que nuestra muñecota no se priva de nada. Hay que reconocer que el guion tiene tropezones (hay ciertos vacíos), pero está bien trabajado el contexto emocional de los personajes. La vinculación entre M3GAN y las otras protagonistas es casi orgánica, acertada y oportuna en cuanto a la disposición del relato. Diabólica, divertida, pop y super obsesiva, hay mucho más por explorar en el universo de M3GAN. Franquicia asegurada.
Llegó a las salas de cine la tan esperada película “M3GAN”, cuya trama se centra en una muñeca animatrónica que tiene como única meta proteger a su dueña y destruir todo a su alrededor. Dicho personaje venía colmando las distintas plataformas sociales, viralizandose en videos de Tik Tok, por lo que se esperaba que dicha producción no sorprendiera. Sobre todo, la cantidad de adelantos y trailers cada vez más largos y reveladores, para alegrar y cautivar a más fans, parecían hacerle perder misterio a la trama. Pero, por suerte, esta producción de Universal Studios y Blumhouse, con el valioso aporte del “Master of Horror” actual, James Wan, logra ser un film de terror deliciosamente comido y absurdo por igual, aunque algo previsible hacia el final.
HISTORIA DE UNA MUÑECA PSICÓPATA El más reciente film de James Wan, Maligno, que había sido muy respaldado por buena parte de la crítica, era en realidad bastante fallido. En buena medida eso se daba porque el realizador establecía una especie de competencia de egos consigo mismo, donde parecía proponerse demostrarle a todo el mundo (y a él mismo) que podía filmar “una de Darío Argento” y sumarle body horror, slasher, comedia negra y varias cosas más, con un guión de Akela Cooper que solo hacía pie en contados pasajes. Sin embargo, en M3GAN, Wan se corre un poco, solo se queda con los roles de productor y autor de la historia, y deja todo en manos de un director sin mucho nombre, que concreta un gesto tan simple como lógico y efectivo: limitarse a contar una historia que está repleta de lugares ya vistos, pero a los que explota con bastante habilidad y astucia. El film dirigido por Gerard Johnstone (también con guión de Cooper) tiene una premisa rebuscada y al mismo tiempo predecible, pero con bastante atractivo. Una niña llamada Cady (Violet McGraw) pierde a sus padres en un violento accidente automovilístico y queda a cargo de su tía, Gemma (Allison Williams), una ingeniera en robótica que trabaja para una empresa de juguetes y que lo que menos tiene es instinto maternal. Entonces, para que su sobrina tenga algo de compañía, que alguien cubra sus deberes y, de paso, dar un golpe certero en favor de la compañía para la que labura, Gemma crea a M3GAN (siglas para “Model 3 Generative Android”), el prototipo de una muñeca con múltiples funciones: amiga, cuidadora, compañera de juegos, incluso referente en la vida. Sin embargo, esa muñeca no solo empezará a cobrar consciencia propia, sino que eventualmente llevará sus deberes hasta extremos directamente homicidas. A medida que avanza la trama, quedan a la vista los distintos referentes con los que dialoga M3GAN, personaje y película a la vez: desde la saga de Chucky a la de Terminator, pasando por la computadora HAL 9000 de 2011. Odisea del espacio, e incluso los aspectos más siniestros de A.I. Inteligencia artificial (y, por ende, Pinocho). Pero, por más que la película se maneje con total autoconsciencia de estas referencias, no se ve en la necesidad de construir un híbrido meta-lingüístico donde los formalismos se impongan a la narración. En cambio, hace lo más simple, que es avanzar con su relato sin prisa, pero sin pausa, mostrando cómo ese vínculo entre la muñeca y la niña va cobrando características cada vez más tétricos. Hay, a la vez, un in crescendo de la violencia, pero sin zambullirse por completo en el gore y prefiriendo trabajar más desde el fuera de campo. En cierto modo, M3GAN es más un thriller que un film de terror asentado en lo sanguinario, por más que la villana sea un ser despiadado. En eso, se parece más a La huérfana o a la entrega original de Chucky, que era mucho menos explícita que sus secuelas, por citar un par de ejemplos. Es cierto que Johnstone se muestra como un artesano competente y no mucho más, lo que impide que la película alcance los niveles de locura que insinuaba su trama. Pero, a cambio, entrega un equilibrio pertinente para lo que pide el conflicto central, que es el progresivo surgimiento de una asesina serial con múltiples recursos y una moral que lleva al límite determinadas convenciones sociales sobre el cuidado, la devoción y la maternidad. Desde ahí, M3GAN se consolida como un espectáculo que, sin descollar, es muy divertido en el sentido más siniestro del término. Y que nos demuestra que Wan también puede cumplir un rol muy relevante como creador -o quizás reciclador- de conceptos, especialmente cuando no quiere pasarse de listo.