M3gan

Crítica de Daniel Núñez - A Sala Llena

M3GAN es una muñeca robot creada a partir de IA, inteligencia artificial. Luce como una niña y se mueve como tal, con sus enormes ojos y su cabello platinado, su vestido impecable y su voz aniñada, pero no lo es. Es una perfecta imitación de un ser humano en un mundo tecnócrata donde se le tiene más apego a la tecnología que al prójimo. M3GAN fue creada para establecer un vínculo con la pequeña Cady, quien, luego de perder a sus padres en un horrible accidente automovilístico, queda al cuidado de su tía Gemma, mujer que parece tener más vínculo con cualquier aparato tecnológico que con una persona de carne y hueso. Gemma es, como toda mujer, una creadora, no biológica sino tecnológica. Ella trabaja para una empresa que fabrica productos lanzados al mercado del juguete pero con la mejor tecnología habida y por haber. Cuando tiene la posibilidad de sacar a relucir a su invento estrella, M3GAN, las cosas no funcionan bien y el proyecto queda sepultado. Pero es el doloroso duelo de su sobrina lo que lleva a Gemma a jugar al mito frankensteiniano sin medir consecuencia alguna: vuelve a su proyecto y así da vida a la avanzada muñeca del título, una máquina perfecta que puede aprender progresiva y rápidamente ya que su tecnología es en parte IA, por lo que su utilidad es aprender y convivir con un entorno familiar, principalmente con Cady. Al principio todo parece andar bien, pero de a poco M3GAN irá mostrando comportamientos y actitudes inquietantes hasta volverse una monstruosa psicótica manipuladora capaz de destruir todo lo que se le acerque a su única dueña, la sobrina de Gemma.

M3GAN de Gerard Johnstone es una muy lograda película de ciencia ficción y horror que busca reflexionar sobre el uso indiscriminado de la tecnología hoy en día, junto al impacto que ello acarrea. La dependencia emocional que comienza a mostrar Cady sobre su preciado objeto parece la misma que podemos padecer ante nuestros celulares y computadoras. Lo interesante de M3GAN, película, es la cantidad de lecturas a la que se puede prestar. Por un lado tenemos a la máquina reemplazando la interacción con otros humanos, y que no es más que un modelo perfecto de alienación capital que nos obliga a hacer todo sin mediar esfuerzo alguno (actualmente podemos manejar absolutamente todo desde la comodidad de nuestras casas sin siquiera salir mientras hacemos un laburo de home office). Por otro lado, M3GAN robot puede ser tomada como el modelo perfecto de niña/mujer que se quiere hoy en día, y que en consecuencia debe ser destruido de alguna manera. Sobre ello hay una polaridad para nada sencilla: por un lado, la critica a cierto sector evangelizador del feminismo más lavado, comercial; por el otro, la visión de la mujer como potencia pero sin entrar en un discurso hermético, radical y, si me permiten, sectario. Luego tenemos, por ejemplo, un discurso cercano al personaje de Gemma, la tía de Cady. Ella es una mujer independiente, sumamente inteligente, sexualmente activa y soltera. Lo que hace interesante su tratamiento como personaje es que toda esa elección de vida se muestra naturalmente a lo largo de la obra sin frases hechas, sin subrayados, sin esas imposiciones actuales que tanto están afectando parte del cine contemporáneo. En ese sentido podemos trazar un paralelo con esa pequeña obra maestra llamada Crawl , del 2019. Estas posibles reflexiones que permite formular Megan derivan de las manos maestras de Akela Cooper y James Wan para abordar, en un guión con total sencillez y sin pretensiones, tópicos sociales actuales sin que suenen y resuenen los bombos y platillos. La película es un relato bien clásico, construido inteligentemente con perfectas dosis de humor y sin desbordes. En él podemos encontrar además un lado más que autoconsciente: aquel que nos permite ver en M3GAN algo del cine de James Cameron de los 80, precisamente Terminator (1984) y Aliens (1986), pero sin caer en la mera pose del homenaje superficial y nostálgico (también hay algo de la simpática Deadly Friend de Wes Craven). La autoconsciencia en M3GAN es necesaria para abarcar, justamente, tópicos que ya se vienen tratando desde hace décadas (Terminator y el terror a la máquina, Aliens y el rol materno o “la madre creadora”, que además se replica en Terminator 2), sin adueñárselos y sabiendo de dónde vienen. Más allá de dicha construcción intelectual sobre el cine, Megan funciona porque la autoconsciencia se deja ver, pero no se hace de ella un ejercicio masturbatorio. Las influencias aparecen de forma silenciosa, sin ruidos ni anuncios mediante.

El arco dramático en ambos personajes, el de Gemma y Cady, resulta bastante interesante. Habiendo sufrido una perdida (Gemma a su hermana y Cady a sus padres), las dos afrontan un nuevo mundo al cual introducirse: Gemma en plan maternal, algo latente pues es una mujer “creadora” (aunque todas las mujeres lo son), y Cady relacionándose con una tía algo desconocida en un entorno ajeno. M3GAN es una película sobre tribulaciones femeninas en un mundo que va camino a ser dominado por féminas, donde solo ellas y nadie más podrán hallar un lugar, encontrarse y entenderse. Aun cuando en ese trayecto existan todo tipo de obstáculos para encontrar la redención. M3GAN es eso y mucho más.