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Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

La diferencia con otros muñecos extremadamente peligrosos como Chuky o Anabelle, esta creación y su derrotero no dependen de un ente endemoniado, sino de la evolución de la inteligencia artificial con la que fue creada. Porque en esta creación de James Wan que tuvo la idea con el guión escrito por Akela Cooper, y la dirección de Gerard Johnstone, flota una crítica a las adicciones a los dispositivos electrónicos, y a la evolución feroz pero lógica de un androide fabricado para ser la mejor amiga de su dueña. No falta ni el humor negro, la acción y algunas escenas de terror en un producto bien pensado para el entretenimiento con mas suspenso que carnicería, con la suficiente ferocidad para gustar a un público bien determinado. La muñeca tiene el cuerpo de la niña actriz Ammie Donald, mas muchos animatronicas, mas una máscara utilizada con distintas técnicas para expresiones y sincronización de labios, mas titiriteros. El tono se anuncia desde un comienzo donde un aviso publicitario marca las ventajas de un humanoide sobre un perro, que no muere ni hace sufrir a un niño con esa tragedia. A partir de ahí, la ambición por los negocios y la importancia hacia la tecnología se unen en una danza macabra.