La peor juventud En España casi doscientas sesenta mil personas acudieron al estreno de Tengo ganas de ti, un auténtico récord de asistencia que se vio confirmado con una recaudación total de doce millones de euros y casi dos millones de espectadores tras sus semanas de exhibición. Por otra parte, durante todo ese espacio de tiempo la crítica cinematográfica española no tuvo piedad y se ensañó considerablemente con lo que la mayoría consideró la típica película comercial dirigida a adolescentes descerebrados. Y esto que aquí exponemos ocurre una y otra vez en un país que ya se ha acostumbrado a que los proyectos nacionales más taquilleros sean aquellos en los que la calidad cinematográfica brilla por su ausencia. Ahí tenemos por ejemplo la saga de Torrente, un auténtico bombazo que arrastró al cine hasta al menos entusiasta o la primera parte del film que nos ocupa, que se tituló Tres Metros sobre el Cielo y que por supuesto también triunfó y de qué manera. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué otras propuestas más radicales y que invitan a la reflexión no pueden hacer sombra a las que ni se llegan a plantear que el público puede llegar a pensar? Yo no he encontrado una respuesta fiable, aunque desde que el cine es cine esto ha ocurrido así, controlados por el imperio de Hollywood y sus productos manufacturados que aletargan las neuronas a base de efectos especiales y diálogos bobos. Pero lo cierto es que esta situación se sigue dando continuamente, y en el caso de Tengo ganas de ti, no hallamos la excepción. Basada en el best seller del escritor italiano Federico Moccia, quien había trabajado con anterioridad como director y guionista de varios programas de televisión hasta conseguir éxito en el mundo literario, la trama vuelve a girar en torno al personaje de Hache, quien no consigue olvidar a su antigua novia, de nombre Babi, después de que ésta lo abandonara, aunque con el tiempo empieza a intimar con Gin (lo de los nombres del trío protagonista es portentoso), una chica de espíritu descarado, efervescente y vital, quien le hace creer que es posible recuperar la magia perdida. A partir de esta premisa, asistimos a un auténtico repertorio de clichés y estereotipos que se van repitiendo como una comida copiosa a lo largo y ancho de sus dos horas de metraje. ¿Dónde radica entonces la gracia del asunto? Pues, sin duda, en el que es la estrella de la función: el atlético y popular Mario Casas, todo un fenómeno de masas que es capaz de conseguir (y no es broma) auténticos desmayos entre sus numerosas fans en sus contadas apariciones públicas. Si hoy en día existe un intérprete que es auténtica miel para el box office hispano ese es el protagonista de películas como Mentiras y Gordas; Fuga de Cerebros o Grupo 7 (si no estoy equivocado, ninguna de estas “joyas” cinematográficas se ha llegado a estrenar en Argentina). Los Festivales de cine nacionales se lo rifan, y no es extraño encontrar multitud de fieles seguidoras pasando noches en vela esperando a que su ídolo se digne a asomarse al balcón del hotel donde se hospeda durante la celebración de estos certámenes. ¿Y hablamos de un buen actor? Pues más bien de todo lo contrario. Muchos de los jóvenes talentos que someten a las plateas españolas se han forjado en muchas series de televisión de muy baja calidad, al contrario que sus predecesores, quienes se formaron mayoritariamente en el teatro. Esto supone que a la hora de actuar mientras a los segundos se les entiende a la perfección y su dicción es clara y diáfana a los primeros no hay manera de que se les comprenda ni sepamos qué están diciendo. En más de una ocasión se han escudado en problemas de sonido o en la precariedad de los guiones, pero lo único cierto es que deberían cambiar algunas de sus clases en el gimnasio (todos ellos suelen lucir unos bíceps envidiables y unos cuerpazos de mareo) por otras de expresión y pronunciación. Del resto del elenco actoral que participa en esta mezcla sin fuerza de Rebelde sin Causa y Fiebre de Sábado por la Noche tan sólo destacar la presencia de actores de reconocido prestigio como los catalanes Carme Elías, Joan Crosas y Jordi Bosch quienes no tienen ninguna oportunidad de demostrar lo buen intérpretes que son, ya que todo el desarrollo de la trama se concentra en las desventuras sentimentales de un puñado de críos malcriados que dedican su tiempo a correr en moto sin protección; irse de fiesta; drogarse, emborracharse y hacer el amor con el primero o primera que pillan en el camino, eso sí, todo acompañado de las canciones del momento y con un guión que hace aguas desde los títulos de crédito y mientras tanto películas argentinas tan increíbles como El Estudiante, de Santiago Mitre, donde se tratan problemas reales de la juventud y donde se trata al espectador con respeto, no encuentran un hueco en la distribución española. Muestra de diálogo mínimo para que el lector pueda hacerse una idea de lo que se va a encontrar: “¿Qué tal?”; “Aquí”. “¿Y qué haces?”; “Cuidado con lo que buscas porque podrías encontrarlo”. En definitiva, un descafeinado y pretencioso trabajo tan sentimentaloide como vacío de contenidos. Sólo recomendable para los que gustan ver jóvenes cuerpos esculturales y escenas tópicas y absurdas de estar por casa. Bastante tiene ya la juventud de hoy en día, tan escasa de valores como está, para que encima les ofrezcan en pantalla grande comportamientos tan reprochables como los que se reflejan en la película.
Tengo ganas de ti está plagada de lugares comunes y tiene prácticamente todos los clichés de las películas de jóvenes. Creo que sólo puede llegar a gustar mucho a los completamente novatos en este estilo de historia, a los románticos por demás y a los que se sientan atraídos físicamente por los actores protagónicos y se sientan satisfechos con el sólo hecho de verlos...
Muchas ganas de pasarla bien Tengo ganas de ti (2012) tiene todos los condimentos para convertirse en un éxito de taquilla: acción, romance, un poco de sexo, motos, boxeo, tragos y algo de melodrama. Y lo realmente infaltable: un protagonista carilindo y una heroína rebelde y sensual. El pequeño detalle es que sus actores convocantes son desconocidos para el público argentino, y probablemente en el mercado actual del cine las estrellitas amadas por los adolescentes sean lo único necesario para popularizar una película. Entonces ¿conseguirá ser un éxito en Argentina? Hache (interpretado por un guapísimo Mario Casas que debe ser como una especie de Mariano Martínez español) vuelve a Barcelona después de haber vivido un par de años en Londres. Al llegar se cruza con Gin (Clara Lago) y los chispazos atraviesan la pantalla. Mientras la conquista avanza se va descubriendo la trágica historia por la cual Hache huyó de su ciudad natal dejando un amor en el camino y varias heridas abiertas. Conforme el film se desarrolla el protagonista atraviesa momentos, a veces demasiado penosos, hasta alcanzar la auto redención por un pasado doloroso que hasta entonces lo atormentaba. Tengo ganas de ti es secuela de Tres metros sobre el cielo (2010) la película española más taquillera del 2010 en su país. Dirigida también por Fernando González Molina y protagonizada por el mismísimo Mario Casas parece que los productores intentan repetir aquella fórmula del éxito con esta nueva apuesta muy prolija en su realización técnica. No hay mucho para reprocharle a Tengo ganas de ti en ese sentido, más bien todo dependerá de los gustos y preferencias del espectador. Si uno tiene ganas de pasarla bien y no mucho más, entonces la elección será irrevocablemente placentera. Una película ideal para pasar el verano en Buenos Aires y disfrutar en pareja. Que contiene todo aquello que la prejuiciosa diferencia de género requiere para convertir a cualquier film en un éxito universal: hay acción y golpes pero también romance y melodrama. Un poco de cal, un poco de Barcelona nocturna, todo amenizado por la música adecuada para subrayar las sensaciones, motivar al espectador y a veces golpearlo bajo. Sobre todo hacia el final donde la trama se vuelve un poco melodramática y exacerbada en su afán por mostrar la madurez adquirida del personaje protagonista.
Los lindos también sufren Tengo ganas de ti es la secuela de “3 metros sobre el cielo”. La historia continúa con la vuelta de Hache (Mario Casas) a Barcelona, luego de haber pasado dos años en Londres, para alejarse de cosas que no habían terminado bien y que no quería recordar. Pero al volver, se reencuentra con todo eso y mucho mas. No puede olvidar, ni perdonarse ciertas cosas. Se encuentra entre el pasado que representa su ex novia, Babi (Maria Valverde), y Gin (Clara Lago), una nueva chica que conoció, que va por la vida haciendo lo que quiere, y que parece representar la posibilidad de volver a enamorarse. Planteada la historia, no hay mucho mas que decir. Ambas películas fueron exitazos en España, tanto en público como en recaudación, lo que no habla muy bien del cine español, o de los españoles. El protagonista sufre a montones y mas allá de sus problemas del pasado, da la sensación de que sufre demasiado, algo que sumado a una muy mala actuación provoca que el sufrimiento lo padezcan los espectadores. La película esta claramente enfocada al publico adolescente, al que aparentemente, no solo consideran joven, sino también falto de neuronas. Es una seguidilla de lugares comunes, el galán sufriente, la chica rebelde, y la nena bien. Todos tienen algo en común, además de ser estereotipados, siempre lucen como modelos de perfumes caros. No hay lluvia ni tragedia que los despeine o les corra el maquillaje. La película son dos largas horas de modelos tratando de actuar, con una estética digna de los vídeos de Aerosmith de los ´90. Tiene muy buena fotografía, de formas muy cuidadas, que nos haría comprar cualquier cosa que nos quisiera vender, pero lamentablemente no es una publicidad sino una película por la que hay pagar para verla.
El macho de España Filme sobre un conquistador, con un guión marcado por lo romántico, sexual y, sobre todo, lo superficial de la vida. El director Fernando González Molina no tuvo mejor idea que armar una segunda parte de 3 metros sobre el cielo , también de su autoría, basada en la novela de Federico Moccia. Tanto Tengo ganas de ti como en su precuela se repite el objetivo: elevar al actor Mario Casas como uno de los íconos juveniles del cine español. Con un look que puede recordar a Taylor Lautner (Jacob Black, el lobizón crepuscular), el galán ibérico se hermana con su colega estadounidense por su destreza motociclística. Y, obvio, por conquistar (y destrozar) corazones femeninos en estos cuentos de hadas para adolescentes. El bueno de Mario encarna a Hache, quien vuelve luego de una larga estadía en Londres a su Barcelona natal. En la ciudad española se reencuentra con su entorno de años atrás, y esto engarza el recuerdo tormentoso de su amor por Babi (María Valverde), en esta ocasión eclipsada por la actuación de Clara Lago (Gin, lo mejor de la película) quien también conquista al galancete. Ella tiene el desenfado, fluidez, complicidad, misterio y una pizca de masculinidad que magnetizará a Hache. El es reflejado como el típico macho alfa que se lleva todo por delante y carga con el Manual del Buen Levante: mirada felina, cuerpo torneado, algo torpe (vean las escenas de los vestuarios) y en complicidad con una montaña de clichés amorosos dispuestas por el director: lluvia, arena, mar, noche, velas, etc. “Odio los tíos como tú”, dice Gin, “¿Irresistibles?”, contesta él. No comments. Conversaciones con un amigo muerto, embarazos no deseados, enfermedades terminales, infidelidades y abusos son situaciones que González Molina cruza peligrosamente en un guión marcado por lo romántico, sexual y, sobre todo, lo superficial de la vida. Un delicado contraste, poco efectivo en este filme. La celestial voz de Gin -participa en un ciclo de casting a la búsqueda de talentos musicales- le da algo de vuelo a una película que nunca despega donde se enaltece hasta el hartazgo las virtudes del conquistador. Tengo ganas de ti insiste y siempre se empantana en los conflictos de amores no resueltos y, en parte, la irresponsabilidad juvenil. ¿Ejemplo? Andar parado en la parte de atrás de una motocicleta en movimiento, brazos en cruz. Y sin casco, obvio: ¡bienvenida la seguridad vial! En síntesis, un filme que alerta a las chicas enamoradizas ante los pretendientes con agallas (de película) para la seducción. Muchachos: apliquen el método Hache a ver si les funciona.
Melodrama sin emoción Tengo ganas de ti (España/2012) . Dirección: Fernando González Molina / Guión: Ramón Salazar, basado en la novela de Federico Moccia / Fotografía: Xavi Jiménez / Música: Manol Santisteban / Edición: Irene Blecua y Verónica Callón / Elenco: Mario Casas, María Valverde, Clara Lago, Álvaro Cervantes, Marina Salas / Distribuidora: Alfa Films / Duración: 127 minutos. Nuestra opinión: mala En 2010, el director español Fernando González Molina rodó 3 metros sobre el cielo , film nunca estrenado en la Argentina, en el que una pareja de jóvenes vivía un apasionado romance hasta que ella decidía finalizar esa relación. ¿En qué situación anímica quedaba el protagonista? Tengo ganas de ti se convierte así en una secuela de aquella historia desde el momento en que Hache, el novio frustrado, vuelve a su tierra barcelonesa tras una temporada en Londres, donde se había refugiado del recuerdo imborrable de aquel amor. Mientras el joven procura reconstruir su vida, Gin, una chica de espíritu libre y vital, le hace creer que es posible revivir aquella magia del pasado. Entre ambos nacerá de pronto una atracción que se verá interrumpida por una serie de acontecimientos domésticos que pondrán a prueba esa relación. Inesperadamente aparece en escena Babi, aquella antigua novia, y todo en la vida de Hache comienza a desmoronarse. Montado en su veloz motocicleta deberá enfrentarse con una serie de conflictos que, poco a poco, van ensombreciendo la trama, hasta un final inesperado. El realizador se apoyó para contar esta historia en un guión sin fuerza ni emotividad, y así las peripecias de Hache conducen a la acción a un sinfín de arbitrariedades que complican todo el andamiaje de estas aventuras y desventuras que ese joven (y de los espectadores) deberán dilucidar entre la monotonía y la total falta de lógica de todo el entramado. Así el film se convierte en un melodrama sin atenuantes protagonizado con muy poca convicción por Mario Casas (un galancito muy de moda en España), al que secunda un elenco que hace todo lo posible (y nunca lo consigue) por tratar de convertir en creíbles sus personajes.
A veces solo hay una cara bonita. Vamos desde el principio. Tengo Ganas de Ti es la secuela de la exitosa 3 Metros Sobre el Cielo, una película de 2010 que desbarató las taquillas españolas en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, con esta segunda parte, directamente la locura fue al extremo, y se convirtió en la cinta más taquillera de la historia del cine ibérico, y todo tiene un motivo: va apuntado a esas chicas a las que el marketing denomina “teenagers”, con fiebre consumista y ferrea fidelidad a los productos que aman. Pero, se demostró, no siempre a sus protagonistas. Para mencionar un ejemplo veloz: este año se estrenó la última entrega de Crepúsculo, Cosmópolis y Bel Ami, tres películas protagonizadas por Robert Pattinson. Como imaginarán, la primera se llevó todo, mientras que las otras dos, apenas si lograron una taquilla decente, pese a cierto reconocimiento de la crítica y la prensa especializada. Pero no nos desviemos. El arma secreta de Tengo Ganas de Ti es la misma que desenfundaron en 3 Metros Sobre el Cielo: Mario Casas. Este joven coruñés es el objeto de deseo de todas las chicas sub 21 de España, y cuando está en una película apuntada a ese target, es todo win-win. Las chicas felices, los productores ni les cuento. Pero ya dejemos los negocios de lado y vamos derecho a Tengo Ganas de Ti. Después de pasarse dos años en Londres, Hache (Mario Casas) regresa al hogar. Jamás olvidó a Babi (María Valverde), y teme reencontrarse con ella. Pasó mucho tiempo, las cosas cambiaron y su vida ya no es lo mismo, así que regresar para Hache tiene gusto a volver a empezar. Es ahí cuando conoce a Gin (Clara Lago), una bellísima muchacha de la que podría enamorarse… pero el recuerdo de Babi está siempre presente, y cuando vuelve a verla, todo lo que logró reconstruír, se desmorona. En esta segunda entrega, Fernando González Molina vuelve a hacerse cargo de la dirección con puño firme y mantiene a muchos de los actores de la primera entrega, y de hecho se traza una continuidad coherente y responsable. Esto, claro, dentro de los canones que manejan, y es que tampoco la historia es tan complicada, pero un poco de respeto al espectador en una película de este tipo es algo raro de ver. Por lo demás, es la típica historia teenager que solo las teenagers podrán disfrutar. Es cursi, es ñoña y tiene absolutamente todos los lugares comunes que están pensando en este momento. En el aspecto técnico, más alla de la correcta dirección, el punto débil está en la edición. Parece un copy/paste constante que más que contar una historia fluidamente, la cuenta en cuotas. Esto, claro, desaclimata al espectador, pero -de nuevo- no es lo que más importa aquí. Lo que de verdad importa es que la película fue un éxito, y seguramente -pero en menor medida, claro. Aquí Mario Casas no es tan popular- tendrá su repercusión en Argentina. Pero la realidad, la cruda, la que no tiene vueltas, es que esta película cae y vuelve a caer en pozos de simplismo imperdonable. Obviamente nadie está esperando arte en una película pochoclera. Que me corten las manos si alguna vez insulté a una película por esto. Pero pese a sus intenciones, no logra salir de cierta cueva reservada pura y exclusivamente para su publico, el incondicional y que no verá ninguno de los defectos que se subrayaron. En otras palabras, una película sin manufactura, con mucha fórmula y efectista solo para quien quiere sentir el efecto. No hay más detrás del telón.
Nula comedieta juvenil española El pecado original es de un italiano, Federico Moccia, que años después de participar en «Holocausto Caníbal II» hilvanó dos novelas para jovencitas afiebradas: «Tre metri sopra il cielo» y «Ho voglia di te», puntualmente llevadas al cine con protagónico de Riccardo Scamarcio, el carilindo ojos claros de la gay movie «Tengo algo que decirles». Visto el éxito, los españoles hicieron las correspondientes e inmediatas traslaciones: «Tres metros sobre el cielo», que llevó a las salas un millón y medio de criaturas suspirando a los gritos, y lo que ahora vemos. Quiere decir que ésta es la segunda parte del cuento. Lo que no aflige a nadie, primero porque hasta las jovencitas entienden qué pasó en la primera (los personajes lo repiten a cada rato) y segundo porque ya con ésta es más que suficiente. Solo se trata de un fulano con pose de Macho Pura Pinta subido a la moto, que se fue a Inglaterra y ahora vuelve y da veinte vueltas entre una señorita medio insulsa de familia conservadora que fue su amor, una loca suelta y levantisca que apareció en su camino, unos desafíos entre motociclistas con memoria de un amigo que se mató, y auxilio económico de un hermano rico. Al respecto, el hermano tiene plata porque trabaja, algo que el protagonista todavía no considera como forma de vida. Retrato Según propaganda en boca del director Fernando González Molina, la historia «hace un retrato sobre las dificultades de convertirse en adulto, sobre lo complicado de volverse a enamorar cuando te han destrozado el corazón». Puede ser. Y parece que superar esas dificultades lleva años, porque el actor que las interpreta ya va para los 30 y se nota, lo que hace que muchas actitudes de su personaje suenen ridículas. Bueno, a fin de cuentas eso no desentona con la película, que es ampliamente ridícula, artificiosa, farolera, superficial y larguísima: 124 minutos. Unico punto a favor, la muy atendible y deliciosa Clara Lago en el papel de loca suelta. Naturalmente simpática y sexy, apenas superaba la edad legal cuando vino a Pantalla Pinamar 2009 con «El juego del ahorcado», donde hacía su primer desnudo.
Un trivial regreso a Barcelona Secuela de la muy exitosa (en su país) 3 metros sobre el piso (2010), Tengo ganas de ti es, como su predecesora, un producto pura y exclusivamente local, que por algún motivo se estrena hoy en Argentina. Todo es absolutamente de plástico en ella. Desde la novela en que se basa (a la que los medios de su país califican de nimia) hasta el último rincón de sus acciones-cliché, pasando por unos actores que parecen salidos de la versión local de Gran Hermano y con una fotografía como de aviso de nuevo vino fino para bebedores jóvenes. Como si se tratara de un portfolio que se presenta en público ante algún productor de Hollywood, la película dirigida por Fernando González Molina (director de la serie Los hombres de Paco, emitida aquí por la Televisión Pública) presenta a un patovica guapetón llamado Hache (Mario Casas, que actuaba en aquella misma serie), regresando a Barcelona tras una larga estancia en Londres. El muchacho, cuya mirada tristona delata la condición de loser romántico, buscó el camino del exilio tras haber sido “pateado” por la bella Babi (María Valverde, chica de moda en el cine español actual). Acosado por recuerdos o flashbacks de la morocha que amó, ¿será posible que Hache termine reencontrándose con ella? Mmmhhh. Mientras tanto, el muchacho lustra look de biker como de avenida Alvear, se sube a su Kawa, se reencuentra con su grupo de amigos descerebrados, practica boxeo en un gimnasio, prueba suerte como asistente de dirección en la tele (en un show musical, of course) y conoce a una fotógrafa y taekwondista que se integra sin problemas al grupo, canta temas como de Menudo y espera el momento de echarle los galgos al galán. Material estrictamente juvenil, se diría, si uno pensara que lo que atrae a los jóvenes son los chicos y chicas con pinta de modelos, los ambientes chic, la fotografía pulida, la música dance y la desterritorialización absoluta: la Barcelona de Tengo ganas de ti podría estar ubicada en cualquier parte. En ninguna parte, más bien. Desde ya que no se encontrará ni medio desocupado o desalojado en sus calles, y para qué hablar de discusiones sobre la autonomía: esto no es España ni Cataluña, recuérdese.
Rebeldía joven a la española Un filme dedicado a un público de jóvenes: ellos van a encontrar en ella una muy buena dosis de entretenimiento, escenas románticas, algo de sexo, jóvenes de bastante más de veinte que juegan a ser adolescentes, una Barcelona siempre atractiva y muy buena música. El actor Mario Casas (La Coruña, Galicia, 1986) ha ganado puntos en la calificación europea desde que protagonizó "Tres metros sobre el cielo", basada en la novela del italiano Federico Moccia. "Tengo ganas de ti" es una secuela, o continuación de aquella, del mismo autor, y está hecha especialmente para este hombre joven -en el papel de Hache-, al quien el director Fernando González Molina se ha preocupado en fotografiar desde todos los ángulos, como si fuera la legendaria Veruschka, en "Blow-up" de Michelangelo Antonioni. El filme no ofrece demasiado, su guión se apoya en mostrar las fiestas, los arrebatos de pasión y romanticismo, que nutren cada instante de los protagonistas, a la vez que pone en primer plano las clásicas fracturas de los veinteañeros: la novia rica, que abandonaron cuando se fueron a estudiar a otra ciudad, las peleas y separaciones con los padres, el dolor ante la enfermedad de la madre y la nunca resignada desazón que deja la pérdida del mejor amigo. BELLA BARCELONA "Tengo ganas de ti" es una típica comedia juvenil con algo de melodrama al final, que intenta reflejar a los jóvenes en la Barcelona actual: despreocupados, con fiestas en uno y otro boliche, la chica que se prueba en el programa de televisión "Cien talentos por descubrir", el muchacho que tiene moto, auto si lo quiere, casa y comida y un trabajo "free lance" que le permite irse cuando quiere, o tener sexo con su novia en el baño de los set de filmación y todos sonrientes. Cada tantos años a España, se le da por hacer un filme prototípico de las rebeldías juveniles. En 1995, le tocó a la dura "Historias del Kronen" (de Montxo Armendáriz) y ahora a "Tengo ganas de ti", en el que se muestra romance, rebeldía y enfrentamientos por una chica, a través de escenas recicladas, que recuerdan a "Grease" con John Travolta, o a "Nido de ratas", con Marlon Brando. UN MACHO ALFA Salvando las enormes distancias y diferencias que pueden encontrarse entre Travolta y Brando, Mario Casas tiene la sonrisa y la simpatía del llamado "macho alfa", ese que cae bien, sabe seducir y en este filme hasta se atreve al boxeo, tan de moda en la televisión argentina, últimamente, como para demostrar que la adrenalina masculina pasa por ser tan rudo como tierno con la chica de la que se está enamorado. La historia se apoya en el clásico relato, de chico de clase media, ex novio de una chica de dinero, que a su regreso de Londres se enamora de otra muchacha, Gin (Clara Lago), experta en taekwondo, fotógrafa y nada fácil de conquistar. Pero como al protagonista y al director no les sobra paciencia, ella finalmente caerá rendida ante el carilindo, aunque más tarde deba llorar y arrepentirse. Como se dijo este es un producto dedicado a un público de jóvenes: ellos van a encontrar en ella una muy buena dosis de entretenimiento, escenas románticas, algo de sexo, jóvenes de bastante más de veinte que juegan a ser adolescentes, una Barcelona siempre atractiva y muy buena música. compañando ese entorno bien diseñado por el director Fernando González Molina, se suman las convincentes actuaciones de Mario Casas (Hache) y una muy simpática Clara Lago, en el papel de Gin, la chica que sabe tanto de taekwondo, como de fotografía.
Esta producción española es la secuela de otra película, “3 metros sobre el cielo”, con el mismo actor protagonista: Mario Casas. Está dedicada a un público adolescente, donde el “Hache” del film cultiva músculo, está triste por la muerte de su hermano, dejó a una novia que todavía recuerda, y conoce a otra chica que lo enamora. Para contar todo eso, tanto en el lenguaje cinematográfico, como en los diálogos está el mayor compendio del lugar común, reflexiones de filosofía barata, muchas escenas de videoclip y realidad de decorado. Como un teleteatro pero con ínfulas de despliegue.
CON POCAS GANAS Una historia de amor trunca que aspira a convertirse en una saga. Esta es la continuación de “3 metros sobre el cielo”. Y seguramente ya están preparando su continuación. El eje del guión es saber si Hache y Babi se podrán reencontrar tras la sorpresiva separación. El filme juega con ese encuentro, lo prolonga y lo ronda. El vuelve de Londres a una Madrid fiestera. Ella cree haberlo olvidado y tiene pareja. La historia, tantas veces contada, está llena de contratiempos. Al final se encuentran y se aman, pero claro, hay un problema, Babi está a punto de casarse. Así que a Hache no le queda otra que consolarse con la hermosa Gin. Un melodrama de los de antes, con algunos guiños al cine de hoy: borracheras, motos, peleas callejeras, llantos. “Tengo ganas de ti” fue un súper éxito en España. Es difícil entenderlo. Situaciones, diálogos, personajes todo suena desafinado. Y el protagonista, Mario Casas, es tan mal actor, que a su lado todos los demás parecen buenos.
“Tengo ganas de ti” es la segunda parte de “Tres metros sobre el cielo” (2010), no estrenada en nuestro país (aunque me encuentro entre los que la vimos en DVD), dos “novelejas” de un autor italiano que no ha de negársele su sentido del olfato para facturar. Anduvo tan bien que en España hicieron su versión, así hay dos idiomas en los cuales la podemos sufrir. Había una publicidad de chocolate Tofi en la que se veía a varias parejas en la playa con atardeceres sonrosados, sonriendo y tomándose de la mano. “Todo puede ser mejor / si sabemos dar / lo que llevamos dentro” rezaba el jingle, y cortaba a un plano detalle del dulce de leche saliendo del bocado de chocolate. Así de superficial y de mensaje rápido es esta producción española que inexplicablemente se estrena en Argentina. Que haya tenido éxito allá se debe muy probablemente a que ambos protagonistas, Mario Casas y Clara Lago son archi-populares, allá, y da la sensación que hagan lo que hagan el público los va a responder positivamente. Un poco lo que sucede con la saga Crepúsculo, pero sin la base de maquillaje pálido de vampiros-emo Con esta estética (y las de propagandas de jeans, dentífricos, perfumes baratos, desodorantes y bronceadores) es con la que el director Fernando González Molina (culpable también de la anterior) pretende dibujar el mundo de los actuales “veinteañeros” y sus conflictos, chorreando tanta miel de la pantalla que se hace muy difícil correr hacia la salida de la sala. Mario Casas encarna a Hache, un cheto que “tuerce la boca y se arregla el pelito”, como decía Luca Prodan. Está volviendo de Inglaterra luego de haber permanecido en ese país durante un tiempo, debiendo re-adaptarse a Madrid. En el código planteado sería: volver a vivir de noche, chupar y levantar minas, pero sucumbir y conquistar a una sola, mientras el espectador se pregunta como llega a fin de mes. Conoce a Gin (Clara Lago), una de esas pibas con personalidad de reality show, con la cual mantendrá los diálogos menos creíbles de la historia reciente. Habrá un “conflicto” al estilo Corin Tellado, que se resolverá eventualmente confirmando lo que ya se sabía desde el minuto 8. O sea, habrá otros 114 para demostrar que si uno tuviera más tiempo de analizar lo que sucede en una propaganda, concluiría que esta película del mismo tenor debería durar de 38 a 45 segundos (títulos y créditos incluidos) Las comedias y dramas de temática romántica tienen excelentes ejemplos del buen uso de los contextos socio-económico-políticos para contar historias de amor y para utilizar la dosis justa de melodrama (elemento necesario para este estilo). No reniego de eso, sino del cinismo y la superficialidad con los cuales se pretende hablar y mostrar a la juventud. También es verdad que si hay quienes venden espejitos de colores, es porque hay consumidores dispuestos a comprarlos. Los mismos que dentro de unos años, en una reunión exclamarán: “¿Cómo me podía gustar esa idiotez”?
El eterno adolescente Podríamos decir que aunando los vagos guiones de las películas comerciales de los últimos tiempos llegamos a Tengo ganas de ti. No hay que ser muy ingenioso para darse cuenta qué película tenemos ante nuestras narices. Ya desde el tráiler y los afiches se puede ver un film con poco vuelo y el transcurrir de la película no hace más que confirmar lo esperado: un producto vacío de contenido y de estética. Encontramos una mezcla de géneros en Tengo ganas de ti. Por un lado, volvemos al típico grupo de amigos que ya está grande para hacer cosas de adolescentes pero que de todas maneras se comporta como tal. Esto debe vender porque tanto en televisión como en las películas está repleto de este tipo de personajes. Encontramos en consecuencia mucho sexo, alcohol, drogas y un estilo que parece ser más de acción. Motos y autos asumen en este círculo gran impronta como muestra de status social. A su vez, los vehículos toman gran protagonismo cuando se intenta mostrar las habilidades de cada uno de los personajes: dominación de la velocidad y maniobras para llamar la atención. Junto con este aspecto “al estilo Rápido y furioso” .como diría el colega Mex-, encontramos uno más romántico, con todo lo que este género conlleva: encuentros y desencuentros, miradas de tortolitos, muchacha que canta una canción lenta, engaños, etcétera. Si bien no se jacta la película de ser en ningún momento original, en esta faceta romántica es donde más hace agua. Hay momentos que son extremadamente cursis y hasta bizarros, como cuando el protagonista se para en la moto, mientras es llevado por su novia, y grita con los brazos al viento “tengo ganas de ti”. Para no dejar ningún género de lado, también aparece una vertiente dramática vinculada a la enfermedad de la madre del protagonista. Este tema es utilizado de una manera bastante morbosa, al punto de mostrarlo a Hugo (personaje principal) acostándose junto a su mamá en la cama del hospital, con la iluminación y la música insinuando que él se acuesta al lado de un muerto. Todas estas bifurcaciones son muestra de la falta de solidez de la película. A esto se le suma la poca originalidad del guión, que cae en el vicio de repetir modelos de películas comerciales. Sin embargo, como punto a favor, uno de los personajes principales, Ginebra, rompe con el prototipo de amada de las películas de esta misma talla. En este caso hace su entrada una mujer con iniciativa propia y conciencia de la sociedad machista en la que vive. Sería un tanto malicioso culpar a los actores por sus desempeños cuando están frente a un guión tan endeble. Ellos están acorde a lo que se pretende en este tipo de películas. Son el guión y la dirección los que fallan, y todo lo demás se adecua a esta inestable base.
Nada de ganas Tengo ganas de ti es una de esas cosas inexplicables que nos llegan de España cada tanto. El espectador argentino ya se ha habituado con alguna resignación en estos años a las películas españolas que cultivan el género de terror, una curiosidad inofensiva, no menos tolerable que los exponentes de la misma tendencia que provienen de los Estados Unidos, por ejemplo. Tengo ganas de ti, en cambio, replica el peor mainstream de ese origen, el más vacío e intrascendente, y se convierte en una muestra prácticamente única de irrelevancia, sentimentalismo y cursilería. Salvo por los modismos españoles (ni una gota de catalán, a pesar de que la acción transcurre en la ciudad de Barcelona), la película no asume señales propias y avanza por una especie de no lugar, ese paisaje inefable tomado por cierto cine americano que se expande a nivel global. Ese lugar en este caso es el de la juventud, una categoría que resulta, también, un molde que las malas películas han sabido inventar a su modo. Los personajes se deslizan por los planos apáticos, de una funcionalidad desoladora, y aciertan a decir sus líneas como si no estuvieran en una película concreta sino en un conjunto de películas, ese conjunto que define a los jóvenes en el cine mainstream: más o menos bellos, más o menos rebeldes, más o menos trágicos. Tengo ganas de ti es un parásito, un montón de imágenes sin alma agrupadas según prescriben las convenciones de rigor para estos productos anónimos, desdeñosamente uniformes. Esta película y sus congéneres son en cierto modo la negación del cine (es decir, de las particularidades), la entronización de una generalidad programática al mero servicio de la ramplonería audiovisual.
A la hora de mostrar “el mundo juvenil”, el cine ha demostrado poder encararlo desde todos los ángulos posibles, desde las películas de surfistas de los ’60, los parranderos de los ’80 (y dentro de la misma década John Hughes y toda la pesadumbrez de la adolescencia), pasando por las generaciones perdidas de Cameron Crow, Gus Van Sant o Richard Linklater. Pero hay una temática que siempre está presente, el del nacimiento del amor; el descubrimiento de la pasión a la par de ir quemando etapas madurativas; de eso el cine ha hecho uso y abuso, y "Tengo ganas de ti" es una muestra cabal de eso, de lo largamente transitado del asunto. Lo primero que hay que aclara al espectador desprevenido es que estamos frente a una secuela de "Tres metros sobre el cielo", película de 2010 que retrataba la historia de los adolescentes Hache (Mario Casas) y Babi (María Valverde) en un principio incompatibles, pero al final enamorados aunque conflictuados; se trataba de un melodrama sobre el paso de la adolescencia y había mucha tragedia de por medio. La novela italiana de Federico Moccia (de mismo título) tiene una continuación,y es esta la que ahora el mismo equipo de actores, escritor y director, se encargan de adaptar al cine debido al enorme éxito de la primer parte. Lo extraño en nuestro país, es que "Tres metros sobre el cielo" no fue estrenada en salas, y no tengo registros de un estreno en DVD, Sí se la puede ver actualmente en rotación continua en un canal de TV Cable Premium (para los interesados); y lo que complica más el asunto, haber visto esta primera entrega es casi esencial para entender varios puntos de la secuela. Aclaro antes de centrarme en el argumento que necesariamente debo tirar spoilers importantes sobre Tres metros... Aquí, Hache regresa a Madrid desde Londres, luego de la tragedia que sufrió el grupo de amigos tras la muerte de Pollo (Álvaro Cervantes, aquí aparece en recuerdos o visiones) que hizo que todo se derrumbara y él y Babi se separasen indefinidamente. Con todos sus conflictos a cuestas, y sin encontrarse con su ex, ahora se le cruza por su camino Gin (Clara Lago), un alma libre, bailarina, fotógrafa, actriz, cantante, y desprejuiciada. Casi de inmediato comienzan el jugueteo y se enamoran; pero Babi está ahí en Madrid, y a la larga se reencontrarán. Hache/Hugo, Gin/Ginebra, y Babi tienen cada uno un pasado a cuestas, y no sólo deberán lidiar con ellos mismos y sus miedos; también estará la enfermedad de la madre de Hugo, una carga pesada para Gin, y los problemas de la hermana y los padres de Babi... y claro, el recuerdo del Pollo. Al igual que en la anterior entrega, el director Fernando Gonzáles Molina nos entrega una mezcla de comedia romántica con drama, en este caso no adolescente sino ya joven, veinteañero. El primer problema está en la falta de identificación con los personajes. Se puede optar por reflejar a la propia población o hacer un producto de industria, con pretensión de imitar a Hollywood, quizás aquí se busca eso; al igual que sucede localmente con las producciones de Pol-Ka y algunas de ASF, la película parece un film estadounidense menor doblado al español, y eso le quita mucha frescura. Los personajes son clichés (el hecho de que al nombrar a Ginebra piensen en la bebida y no en el Rey Arturo, ya habla de qué tipo de jóvenes son), repiten frases hechas, pomposas (es más, hasta tiene una página de Facebook dedicada a “sus frases”), y esto además de demostrar su condición de construcción literaria y, otra vez, restarle frescura, los vuelve esquemáticamente cursis, irreales. Casas es el protagonista exclusivo, y si bien tiene la pinta de una mezcla entre Ryan Reynolds y Taylor Lautner, calladito se defiende mejor; una mueca, una ceja levantada y actúa mejor que cuando habla. Valverde y Lago también son lindas y actúan un poquito mejor que el muchacho. Atención con la hermana de Babi, personaje irritante si los hay tanto en guión como en caracterización. Algo logrado en sus pretensiones, "Tengo ganas de ti" no envidiará nada desde lo técnico al cine de grandes estudios, la factura en ese sentido no es sobresaliente pero sí correcta. Gonzáles Molina (que también dirigió el despropósito de "Fuga de Cerebro" pero también la muy interesante tira "Los Hombres de Paco") hace un buen uso de un presupuesto que se nota abultado. En definitiva, gustará a aquellos jóvenes que no tengan mayores pretensiones que ver su telenovela compactada en una duración algo extensa para este film pero aún así corta respecto a algo episódico; y sobre todo, gustará a quienes conozcan y gusten de la primera entrega. El resto puede sentirse algo perdido a pesar de su simple argumento.
Cuesta creer que Tengo ganas de ti, basada en la novela homónima de Federico Moccia, haya sido un suceso de taquilla en el último verano español, logro que a simple vista no garantiza absolutamente nada. Bien sabemos que éxitos de venta de entradas no siempre equivalen a buen cine. En esta suerte de continuación de “Tres metros sobre el cielo” Hache deja Londres y regresa a su tierra natal, donde años antes vivió un intenso primer amor junto a Babi. Decidido a reconstruir su vida e intentar conseguir algo de felicidad entre tantos recuerdos que lo atormentan, conoce a Ginebra, artista, cantante, alegre, enérgica y con un espíritu indomable. La candidata perfecta para empezar de cero, hasta que Babi vuelve a cruzarse en su camino y todos los demonios del pasado regresan para confundirlo. La intrascendencia es el eje central de esta historia: nunca parece suceder nada importante, son eternos 120 minutos en los cuales ninguna situación parece conducirnos a algún sitio. Si el guión no colabora en mucho, menos lo hacen las endebles actuaciones. Allí está como protagonista Mario Casas: mucho músculo, mucha pose de foto con la famosa boca de pato y los ojos entrecerrados… el talento actoral brilla por su ausencia.
El dolor de ya no ser “3 metros sobre el suelo”, que el cineasta español Fernando González Molina dirigió en 2010 y que no se vio en la Argentina, narraba una historia de amor protagonizada por una pareja que termina disolviéndose por decisión de la mujer. Luego de esa ruptura, el galán despechado partió rumbo a Londres en un intento por olvidar a la mujer que lo había dejado. “Tengo ganas de ti” es la continuación de aquella historia y comienza con el regreso a Barcelona del hombre (una especie de sex simbol para el público femenino español) que protagoniza una historia con muy pocos elementos como para convencer al espectador. Más aún, cuando la primera parte es desconocida para el público argentino y el galán que arranca suspiros en España, por estas latitudes, es poco menos que un absoluto desconocido. La débil trama de la película está centrada en los intentos del protagonista por rehacer su vida sentimental y en la aparición —un poco forzada— de otra mujer, que consigue encender algunas llamas de ilusión el el corazón del melancólico desengañado. Hasta que llega el previsible momento en el que se reencuentra con la chica que le partió el corazón y vuelve la desilusión a minarle el campo. Con buenas imágenes, aunque con un exagerado predominio de escenas previsibles que ayudan al lucimiento del protagonista —únicamente desde la perspectiva de su imagen—, la película pretende distinguirse del resto de las producciones españolas acercándose a un estética de cine hollywoodense. Sin embargo, no deja de ser una secuela que responde más a los cálculos de taquilla basados en el éxito de su antecesora (que aquí se desconoce), que a cualquier justificación de índole artístico.
Novelas teens a la gran pantalla Hace mucho que no veía una peli romántica tan cursi, mal lograda y absurda como "Tengo ganas de ti"... es prácticamente como agarrar una de esas series teens descerebradas de la cadena MTV ("Último Año", "Niñas Mal") y convertirla en un largometraje que se hace apenas soportable por la belleza de los protagonistas. Suena hueco, sí, pero es lo único que se me ocurre resaltar como atractivo para esta propuesta, el flaco que tiene una facha increíble y la flaca que es la fantasía salvaje de todos los adolescentes, por lo demás, este trabajo hace agua por todos lados, desde las actuaciones que son paupérrimas hasta la edición, muy amateur y confusa. Hache es un joven que estuvo viviendo un tiempo fuera de su Barcelona natal para alejarse de la tragedia que sacudió su vida, hasta que un buen día decide volver para enfrentar el pasado. En su vuelta conoce a una chica rebelde, parecida a él, con la que empieza un amorío pasional en el que se muestra mucha piel, algo que justifica mínimamente la entrada. El pasado no tarda en aparecer y lo pone en la disyuntiva de tener que elegir si quedarse con su nuevo amor rebelde o con su viejo amor conservador. Recordemos que "Tengo ganas de ti" es en realidad la secuela de otra película llamada "Tres metros sobre el cielo" que fue estrenada en 2010 (por Argentina creo que ni pasó), y donde también se contaban las andanzas del joven español con otra chica, la que ahora sería su viejo amor. Ambas películas están basadas en las novelas adolescentes de Federico Moccia que llevan los mismos nombres. Se nota que con el éxito comercial de la 1ra entrega quisieron aprovechar el fenómeno y exprimirle todo el dinero que podían a la historia, pero no le pusieron un mínimo esfuerzo de guión, edición o interpretativo. Hay algunos errores realmente groseros, con situaciones inverosímiles como dejar una moto tirada en una estación de gasolina, irse en un auto con una chica y al otro día aparecer con la misma moto que por arte de magia vuelve a estar en poder del protagonista. Hay algunos secundarios que no hacen más que rellenar la pantalla sin ninguna relevancia, tragedias minimizadas y mucho culebrón de miércoles por la siesta. Sólo para aquellos fans de los formatos teens que privilegian la visual por sobre el contenido del trabajo. Un fiasco.