Tengo ganas de ti

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

“Tengo ganas de ti” es la segunda parte de “Tres metros sobre el cielo” (2010), no estrenada en nuestro país (aunque me encuentro entre los que la vimos en DVD), dos “novelejas” de un autor italiano que no ha de negársele su sentido del olfato para facturar. Anduvo tan bien que en España hicieron su versión, así hay dos idiomas en los cuales la podemos sufrir.

Había una publicidad de chocolate Tofi en la que se veía a varias parejas en la playa con atardeceres sonrosados, sonriendo y tomándose de la mano. “Todo puede ser mejor / si sabemos dar / lo que llevamos dentro” rezaba el jingle, y cortaba a un plano detalle del dulce de leche saliendo del bocado de chocolate.

Así de superficial y de mensaje rápido es esta producción española que inexplicablemente se estrena en Argentina. Que haya tenido éxito allá se debe muy probablemente a que ambos protagonistas, Mario Casas y Clara Lago son archi-populares, allá, y da la sensación que hagan lo que hagan el público los va a responder positivamente. Un poco lo que sucede con la saga Crepúsculo, pero sin la base de maquillaje pálido de vampiros-emo

Con esta estética (y las de propagandas de jeans, dentífricos, perfumes baratos, desodorantes y bronceadores) es con la que el director Fernando González Molina (culpable también de la anterior) pretende dibujar el mundo de los actuales “veinteañeros” y sus conflictos, chorreando tanta miel de la pantalla que se hace muy difícil correr hacia la salida de la sala.

Mario Casas encarna a Hache, un cheto que “tuerce la boca y se arregla el pelito”, como decía Luca Prodan. Está volviendo de Inglaterra luego de haber permanecido en ese país durante un tiempo, debiendo re-adaptarse a Madrid. En el código planteado sería: volver a vivir de noche, chupar y levantar minas, pero sucumbir y conquistar a una sola, mientras el espectador se pregunta como llega a fin de mes. Conoce a Gin (Clara Lago), una de esas pibas con personalidad de reality show, con la cual mantendrá los diálogos menos creíbles de la historia reciente. Habrá un “conflicto” al estilo Corin Tellado, que se resolverá eventualmente confirmando lo que ya se sabía desde el minuto 8. O sea, habrá otros 114 para demostrar que si uno tuviera más tiempo de analizar lo que sucede en una propaganda, concluiría que esta película del mismo tenor debería durar de 38 a 45 segundos (títulos y créditos incluidos)

Las comedias y dramas de temática romántica tienen excelentes ejemplos del buen uso de los contextos socio-económico-políticos para contar historias de amor y para utilizar la dosis justa de melodrama (elemento necesario para este estilo). No reniego de eso, sino del cinismo y la superficialidad con los cuales se pretende hablar y mostrar a la juventud. También es verdad que si hay quienes venden espejitos de colores, es porque hay consumidores dispuestos a comprarlos. Los mismos que dentro de unos años, en una reunión exclamarán: “¿Cómo me podía gustar esa idiotez”?