En este film el director Gerardo Olivares, un gran experto documentalista de la vida salvaje y de las bellezas naturales, debe integrar la magnificencia del mundo que rodea a un experto en orcas, el mejor del mundo, con una historia de un niño autista y una trama sentimental que se teje en el mundo adulto. La maravilla de lo que se muestra, muy bien lograda la unión de escenas reales con la utilización de animatronics (hechas por los expertos premiados por “El laberinto del fauno) es espectacular. Desde la crudeza de la alimentación con pequeños lobos marinos hasta la recreación de la relación que logró el guardafauna que inspiro la historia. Esas escenas son bellísimas y emotivas. Joaquín Furriel se compenetra a la perfección con su personaje, un hombre sólido, de pocas palabras que se relaciona íntimamente con ese niño autista, cuya madre lo lleva a la Patagonia como la última esperanza de una comunicación mas profunda con el mundo. Entre el personaje de Furriel y Maribel Verdú, dos seres que soportaron duras pruebas, nace una relación que se alimenta con la buena química de los actores, pero que no deja de ser secundaria. Y un tanto forzada. Sin embargo en el balance final, entre la importancia de ese mundo natural que interactúa con un hombre y luego con el niño, tratado con la seriedad reconocida por expertos, ese paisaje único del sur y dos muy buenos actores, el film resultara gratamente sorprendente.
Con esta película se comprueba una vez más la gran actriz que es Isabelle Huppert. Esta vez ella tiene en sus manos el guión escrito por la notable y joven directora, Mia Hansen-Love que ganó por ser la mejor en el festival de Berlín. La protagonista es una profesora de filosofía, ex rebelde, admiradora de uno de los mejores alumnos, un anarquista que vive en la montaña, editora de una colección de textos filosóficos, casada con otro profesor, dedicada feliz a la enseñanza y a la familia, en un acomodado devenir burgués. Toda su vida se trastoca cuando su marido, conminado por sus hijos elije vivir con su amante. Y a partir de ese momento ella toma conciencia del paso del tiempo, de que sus hijos ya no la necesitan, que su madre tiene la salud tan deteriorada que debe internarla, que debe hacer frente a la vida con lo que ella considera un gran valor: ser una mujer intelectualmente satisfecha. Pero también comienza a disfrutar de su libertad por primera vez en su vida y por eso profundiza su relación con su alumno preferido. Por sobre todas las cosas hurga en sus sentimientos frente a tantos cambios. La historia la muestra vulnerable, sin caer en ningún cliché, dudosa, firme, aferrada al gato de su madre, dolida, al borde del llanto, lejos del estallido. En esos climas esta la sabiduría y profundidad de la directora que consigue climas de gran intimidad, que va de la fortaleza a la fragilidad con matices y mirada firme. En este personaje tan complejo Isabelle Huppert vuelve a brillar, el film no seria igual sin ella, una de las mejores actrices de la actualidad, dueña de matices, detalles, gama de sentimientos a flor de piel. Su labor es otro deleite.
Una comedia de animación, basada en un best seller de Marla Frazee que pone el acento en lo que ocurre con un niño mimado, cuando llega un hermanito que le saca el centro de atención de la familia. Pero además descubre que ese bebe es el ejecutivo de una organización que provee a todos los niñitos. Y descubre que es un espía que debe combatir otra empresa gigante que busca reemplazar el afecto por los hijos con unas mascotas que eternamente serán pequeñas. Divertida e ingeniosa, para chicos de unos siete años para arriba, con un argumento de aventura y el descubrimiento del significados del amor entre hermanos que esta muy bien resuelta. Con no pocas ironías con respecto al manejo de grandes empresas y ejecutivos implacables. Con una animación que homenajea a lo clásico. La dirección de Tom McGrath (responsable de las tres “Madagascar” y “Megamente”) y con el guión de Michael McCullers. Un entretenimiento que los adultos también encontraran divertido, ingenioso y que tiene su mayor hallazgo en estar hecha desde la mente de un chico pequeño, el hermano mayor, que se desespera por la llegada de un intruso, que sus padres solo perciben como un bebe adorable y no como un mandamás que ejecuta implacable las leyes del mercado. Entretenida del principio al fin.
Una comedia inteligente, profunda y llena de encanto. El titulo alude a una frase que repiten amigos y familia con respecto a un matrimonio, donde la relación se resiente. Ella asumió la responsabilidad del sustento y el hace su gusto, primero baterista, ahora productor discográfico que galgea entre la posibilidad del éxito y las deudas. El divorcio planteado por ella lo pone al protagonista entre la espada y la pared. Pero también le da la posibilidad de encontrarse a si mismo, verse como realmente es y los más importante, recuperar vínculos: Con su hermana, pero fundamentalmente con sus hijas. En realidad se trata de la construcción de una relación de cariño, responsabilidad y protección, el descubrimiento del rol de padre atento. El protagonista masculino a cargo del buen comediante que es Manu Payet, muy bien acompañado por el resto del elenco le da el tono exacto a este film agridulce, con una melancolía que en algunos momentos hace recordar los climas de Woody Allen. No hay golpes bajos, si emotivos. El argumento basado en una novela de Xavier de Moulins, es del director Cyril Gelblat que pulsa con idoneidad la realidad de un hombre de 40 años que intenta reinventarse.
Un documental muy critico con respecto al poder de la iglesia católico y su relación con el estado. La obtención de recursos de cada gobierno, en nuestro país otorgados en distintos períodos históricos, desde los totalitarios a los democráticos. Su historia desde la edad media a nuestros días, y los manejos del Vaticano. Testimonios que abarcan todas las opiniones, desde la jerarquía eclesiástica hasta los movimientos que propulsan la apostasía para no ser incluidos en la mayoría que muestra la institución. Un trabajo minucioso que analiza dineros y sus destinos, colectas y aportes. Realizado por Patricio Escobar que pone en evidencias sus ideas.
Una familia de clase media alta, el matrimonio de profesionales, un hijo y una verdad que se hace evidente sobre su preferencia sexual que el padre tarda en digerir. No sabe que casi no tiene tiempo. Una “entradera” en su casa y un resultado trágico. Y ante el vacío y el dolor ese padre se derrumba. La película es un sentido, profundo, serio ensayo sobre el dolor, la pérdida, la culpa. Ante lo inapelable, el padre fundamentalmente se pierde. De su profesión, de su familia, de los amigos. Primero la parálisis. Luego un hecho fortuito que lo que lo acerca a la justicia por mano propia. Finalmente alguna comprensión, alguna recomposición. El film se presenta como un thriller y mantiene en tensión constante al espectador, pero lo que subyace es la dimensión humana de ese hombre que ya no puede con su vida. El trabajo de Jorge Marrale es digno de todos los elogios. Apoyado en un guión muy bien elaborado por el director Miguel Ángel Rocca y Maximiliano González, la labor de Marrale es prácticamente el film, una construcción hecha de gestos mínimos, de heridas apenas suturadas, de silencios, de lágrimas presentes y contenidas al mismo tiempo. El actor y el director logran un retrato emotivo que pone a la luz las zonas más oscuras. Se lucen como siempre la talentosa Mercedes Moran y Nicolás Francella que en aprovecha cada una de sus pocas escenas para demostrar su calidad. El resto del elenco Matías Meyer, Alejandro Paker siempre a la altura. Un film duro, necesario, sincero y valiente.
A 35 años de la guerra de Malvinas llega este film de Rodrigo Fernández Engler (“Cartas a Malvinas”) que se centra en la historia de tres muchachos y en una leyenda. Chicos mandados a la guerra, sin preparación, comandados por jóvenes oficiales apenas algunos años mayores que esos soldados, que se enfrentan a un enemigo con un poderío bélico apabullante. La película se divide en dos partes: el conflicto con un despliegue inusual para el cine argentino en el género bélico. Muy bien resuelto, con pulso, creíble y sorprendente. Con imágenes de una gran producción que lo dicen todo. La comprensión cabal de lo que ocurrió. Y una segunda parte mas intima, con las secuelas dolorosas, constantes, presentes, que dejó esa guerra que todavía sigue siendo la razón de tantos suicidios entre los que participaron en ella. No hay cuestionamientos históricos sobre lo que ocurrió, ni análisis de cómo llegamos a esa guerra. El planteo es directo y válido; el momento de la guerra hasta la derrota y el doloroso después. En ese después esta la falta de contención, las medidas extremas, la indiferencia, la incomprensión. Sentimientos tan actuales y lacerantes que llegan a nuestros días. En el elenco se lucen: Mariano Bertolini, Sergio Surraco, Florencia Torrente, Fabio Di Tomasso, el gran Hugo Arana. Pasaron 35 años pero el tema “Malvinas” es todavía una herida abierta por la indiferencia, la falta de reconocimientos, las causas pendientes. Ni siquiera es una guerra que haya motivado muchos muchas producciones, apenas una decena. Por eso es grato y bienvenido este film que sorprende para bien.
Es una remake de un thriller de 1979. Aquí dirigido por Zach Braff (conocido como actor por la serie “Scrubs”). Es la historia de tres jubilados enfrentados a la pérdida de sus pensiones, con problemas graves por resolver que organizan un asalto al banco que los estafó. Un tema que se hace cada vez mas frecuente. En este caso los talentosos convocados son Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin que con sus talentos desplegados pueden justificar ver este film amable de ritmo televisivo. Tiene un guión que mas que centrarse en el robo en cuestión se disgrega con la marca hollywoodense empalagosa. Lo que es una pena. No hay un robo sino dos, el primero sirve de inspiración, luego los planes, el entrenamiento y el golpe en cuestión. Mucho humor basado en lo achaques y enfermedades, el situaciones demasiado básicas, en gags muy usados a los que muchas veces les falta ritmo. Esos tres grandes actores le salvan las papas al director.
La cuota de terror de la semana. Una costumbre muy arraigada en nuestra cartelera. Aquí se trata de introducir a un nuevo personaje que nunca, nunca, hay que nombrar porque así se fortalece y mata. Y cuantos más sepan de su existencia más poder tendrá. . Por eso se justifica un comienzo fuerte, con un hombre matando a sus vecinos. Supuestamente el que en un mueble puso el nombre de ¿el maldito? Y un mantra para resistir no decir “The bye bye man” que por otra parte es el titulo en ingles. El comienzo es contundente. El problema viene después. Parejita linda, joven que alquila una casa lejos del campus, con otro amigo en común. La casa viene con “regalito” El más malo te tienta con monedas, y después aparece con capucha y una especie de perro monstruoso. La pareja creativa, la directora Stacey Title y su esposo y guionista Jonathan Penner, se quedan a mitad de camino en esto de “inventar” un horrible carácter para la galería de los fanáticos. Con un durante que mantiene la tensión y por momentos da miedito, porque mezcla percepciones con fantasías, al final es mas de los mismo. Igual los fanáticos tienen su novedad que disfrutaran.
Aquí ya no hay humanos, como en las dos anteriores de esta nueva era de la franquicia. Aquí solo se trata de pura animación y dirigida solo para los niños más chicos, difícilmente los adultos la disfruten. La historia tiene su giro feminista atribuido a una coautora del guión que hizo lo mismo con “Moana, un mar de aventuras”, la joven Pamela Ribon. Un toque que no le viene mal ya que la Pitufina, única mujer tiene que usar tacos y un pelo rubio abundante para diferenciarse de sus vecinos. Con el malo de Gargamel y sus aliados, Pitufina y su equipo descubrirán que hay una aldea replica de la conocida, poblada solo por mujeres. Para eso hay aventuras, peligros, y hasta un momento en que “muere” para revivir milagrosamente. En fin una vuelta de tuerca que parece querer alargar mas la saga y algunas escenas que “homenajean” al mundo de “Avatar”.