El juego de Ender es una película rara y con altibajos. Por momentos vuela bastante alto y por momentos desbarranca por completo. A lo mejor lo chocante (y fuente de estos altibajos) sea ver a chicos en situación de adultos y militarizados. No por hacer un juicio de valores ni nada por el estilo porque estamos hablando de una obra de ficción y juzgar eso sería una estupidez. El tema viene a que si es creíble o no para el espectador las situaciones que se plantean en la pantalla y como las representan los actores. A favor del film hay que destacar una gran labor actoral por parte de estos chicos con Asa Butterfield a la cabeza, donde vuelve probar que lo que había hecho con Hugo Cabret (2011) no fue una casualidad. El pibe tiene talento, mucho, y se carga la película al hombro incluso opacando a Harrison Ford, quien parecería que pide a gritos el comienzo del rodaje del Episodio VII de Star Wars para poder volver a su Han Solo así nos olvidamos de esta paupérrima performance espacial. No así la interpretación del siempre genial Ben Kingsley. Ahora bien, la premisa de este gran best seller mundial (su autor Orson Scott Card publicó el primer libro de la saga en 1985) es más que interesante y los que han leído la novela y visto el film aseguran que es una muy buena adaptación. ¿Entonces cuál es el problema? ¿Por qué le fue tan mal en Estados Unidos? La respuesta no es clara pero seguro tiene que ver con lo que se plantea al principio de esta reseña y con una identidad difusa a nivel cinematográfico. El director Gavin Hood (X-Men Orígenes: Wolverine, 2009) hace un buen trabajo pero se queda corto, no logra transmitir la pretenciosa historia ni tampoco deslumbrar en lo visual. No apostó por completo a la vertiente de la ciencia ficción y la veta filosófica que se intenta recalcar (más que nada sobre el final) queda diluía. Hay potencial en todo y se nota a simple vista, pero lamentablemente no se explotó y El juego de Ender, a pesar de sus giros argumentales ingeniosos e inquietantes escenas de violencia infantil, se convertirá en otro fallido intento de Hollywood por convertir en franquicia a otra saga literaria.
Si te gustan las películas de mafiosos y las comedias que pueden surgir al respecto, Familia peligrosa es tu película. A través de una gran construcción de personajes muy queribles pese a que sean terribles hdp, Luc Besson nos introduce en un mundo maravilloso donde el “vale todo” está al orden del día para divertir pero con solemnidad. Esto quiere decir que no nos encontramos frente a una sátira ni a ante una comedia al estilo Analízame (1999) sino ante un relato que podríamos catalogar dentro del subgénero “comedia de acción”. Sin dudas es un título que llama la atención en la filmografía del realizador francés y que desentona un poco con lo que ha dirigido y/o escrito, lo que prueba que es “todo terreno”. Ha hecho drama, ciencia ficción, acción y ahora este híbrido. Un gran temor del espectador ante este estreno puede ser el clásico “caras conocidas y grandes nombres en el poster” que después termina siendo un desastre como lo fue el año pasado The big wedding, también protagonizada por Robert De Niro, pero no es el caso. Y hablando de uno de los más grandes actores de todos los tiempos, quién mejor que él para interpretar a un mafioso. Nadie. Su Fred Blake o Giovanni Manzoni traen geniales momentos que van desde la violencia hasta el humor negro. Las grandes marcas registradas de sus actuaciones aparecen y no solo son necesarias sino que enriquecen. Así que el “De Niro hace de De Niro” aquí no aplica. Por su parte, Michelle Pfeiffer también se encuentra muy bien canalizando la ira y la violencia. Las vueltas y dilemas de su personaje son exquisitos. Para completar la familia tenemos a Diana Agron (de la serie Glee) y al ignoto John D’Leo. Ambos la rompen en sus respectivos papeles y ayudan a tener la óptica adolescente en situaciones mafiosas y de violencia que se producen al mudarse y cambiarse de escuela. Tommy Lee Jones hace del mejor amigo que no es, de ese policía duro y apático con quien el protagonista principal tiene una relación de amor/odio y que brindan para el público los mejores momentos. Este formidable cast se encuentra al servicio de un guión a la altura que confluyó en la paradoja de una “película chica” con grandes nombres y un prestigioso director. No es un dato no menor que no se trata de un film para las masas, lo disfrutarán y sabrán saborear todos sus elementos aquellos que tengan un buen bagaje de películas sobre gangsters y los que aprecien el humor no tradicional. Es resto del público (la mayoría) se quedará afuera. Buen cine, pero para pocos.
Hablar de los 47 Ronin en Japón es como hablar aquí de San Martín y el cruce de Los Andes. Es historia que se enseña en las escuelas y motivo de orgullo y honor para la nación nipona. Es por ello que se han escrito cientos de libros, representado en obras de teatro, otras películas y series de televisión y animé, pero esta es la primera vez que la leyenda es revistada por la mirada de Hollywood. ¿El resultado? Un fallido con algunos aspectos rescatables. Lo que primero hay que señalar es que la producción viene mal parida desde su comienzo y que tardaron unos tres años en completar la película, lo cual causó un abultadísimo presupuesto (180 millones de dólares) que dobla a lo que se quería gastar. Amén de eso, que es algo que al espectador no le modifica nada, la película intenta ser épica y no lo logra ni por casualidad. El haber integrado tanto elemento místico para emular el género “sword and sworcery” pero del Japón feudal no encuentra eco con la solemnidad que se le quiso dar a la trama desde el punto de vista histórico. Y lo que la termina de hundir son los muy objetables efectos especiales. Año 2014, donde se nos tiene acostumbrados a deslumbrarnos con lo visual -encima en 3D- y aquí parece que el trabajo aún le falta una pulida final, como aquellas escenas eliminadas que se pueden ver en el material extra del algún DVD donde se muestran secuencias a las que aún no le habían terminado los efectos. Todo muy digital y carente de vida. Sin embargo, y no obstante a estos dos puntos no menores, la película es entretenida y se deja ver y disfrutar. Keanu “cara de nada” Reeves está bien en el papel siempre que se tenga en cuenta que no se le puede exigir como actor más de lo que da. Afortunadamente se encuentra acompañado por un excelente reparto de figuras muy conocidas en oriente y que se han sabido colar en otras propuestas norteamericanas. Destacando principalmente a Hiroyuki Sanada y Tadanobu Asano. Las secuencias de acción y peleas están bien logradas por parte del director primerizo Carl Rinsch pero lamentablemente le falta bastante como para recomendar con un si rotundo a su obra. 47 Ronin se queda en el camino de la épica tratando de convencer al espectador con artilugios ya vistos. Una verdadera pena porque podría haber sido una gran película.
Que tipo talentoso que es Joseph Gordon-Levitt, encima de haber logrado una gran transición de niño actor a estrella consagrada, cada vez labura mejor. Y ahora para colmo su debut como director es formidable. Ojo, que esto no se mal interprete como una carta abierta de envidia hacia él sino todo lo contrario. Pasa que resulta imposible hablar de Entre sus manos (pésimo título latino para Don Jon) sin antes remarcar la importancia de su realizador y protagonista. Esta ópera prima es una fiesta para los sentidos, tanto para los hombres como las mujeres, para que pasen 90 minutos intensos a puro ritmo y hormonas. Esta aclaración del disfrute unisex viene a raíz de que el enfoque, que sin bien va a ser disfrutado por las mujeres, es más bien masculino. Y no podía ser de otra manera dado a que Joseph Gordon-Levitt no solo dirige y protagoniza sino que también es el guionista. Con una muy ingeniosa estructura argumental y una edición impecable para darle más contundencia a diálogos muy auténticos conocemos al personaje y sus costumbres para luego pasar a su familia. Aquí cada actor se luce, pero por sobretodo Tony Danza, en un rol muy Poncharelo, como su padre. Todas sus líneas y miradas son geniales. Así como también es genial el “momento Silent Bob” que tiene la actriz que interpreta a la hermana en el climax de la película. Por razones más que obvias Scarlett Johansson merece un párrafo aparte, no solo por lo bomba sexy que es y que resalta con todo en su personaje sino por condensar todas las cualidades reales de una mujer de esas que se convierten en “carceleras” para los hombres (con el visto bueno del sometido, obvio), aquellas que de a poco van cortando libertades y robando identidad. Johansson logra en esta película calentar en demasía (aplausos para la escena en el palier del edificio) y ser detestable a tal punto de que su belleza deja de importar y ahí es donde la otra gran genialidad de la película abre su camino: el personaje de Julianne Moore. Es a través de ella que el film adquiere otra dimensión y profundidad, que gira 180 grados desde la comedia de situación hasta el drama. Otra cosa muy interesante para destacar es el enfoque que se le da al consumo de la pornografía, que si bien es algo que ya ha sido explorado bastante en el cine, aquí se lo aborda de una forma moderna y graciosa. Esto junto a las falsas películas -el llamado recurso “movies inside the movies”- terminan de redondear una joyita que tendría que ser de vista obligada a los realizadores que quieran hacer una comedia como ópera prima para aprender de Joseph Gordon-Levitt. Entre sus manos es divertida, inteligente, visceral, hormonal y real. Genialmente actuada, escrita y dirigida. Gran opción para ir en pareja y/o con amigos.
Caminando con dinosaurios es una película que de manera muy creativa mezcla el género documental con el de animación de aventuras. Es ideal para chicos de alrededor de 10 años a quienes le apasionan estas criaturas prehistóricas, las cuales siguen siendo objeto de todo tipo de obras (películas, libros, revistas, comics, etc). Esta producción en particular encuentra sus orígenes en una serie de documentales de la BBC (que tenía el mismo nombre) de 1999 que mezclaba animación generada por computadora con animatrónica para recrear la vida en la era mesozoica, y además contaba con la narración de Kenneth Branagh. Tuvo tanto éxito que se hicieron varias emisiones en las cuales reconocidos paleontólogos aportaban sus conocimientos. Luego el formato se exportó hacia Estados Unidos, donde surgieron libros, videojuegos y este estreno. Aquí nos encontramos con una breve introducción hecha con actores (Karl Urban a la cabeza) que sienta el punto de partida y la excusa para conocer la gran aventura del dinosaurio Patchi narrada por su amigo (un pájaro) llamado Alex. La historia tiene un paralelo con la famosísima The land before time (también conocida como En busca del valle encantado o Pie pequeño), aquel hit producido por Steven Spielberg que se estrenó en 1988 y que luego explotó en VHS. O sea, un grupo de dinosaurios van de un lugar a otro y el protagonista sufre y cambia en el proceso. Pero todo con un tono diferente en donde se frena por segundos para que aparezcan carteles con los nombres de las especies a modo de explicación Además, las bocas de los personajes nunca se mueven, por lo que los escuchamos hablar a través de una voz en off. Al principio todo esto resulta medio raro pero uno se acostumbra con facilidad y se nota que los más chicos lo disfrutan. Sin llegar a ser un mega tanque como lo es Frozen, Caminando con dinosaurios es una opción diferente en lo que refiere al cine de animación que hará pasar un muy buen rato a los más chicos.
Cuando uno entra a una sala de cine para ver una película de -la ya marca registrada- Actividad Paranormal sabe en donde se está metiendo. Así sea una persona con el grito fácil o una de esas que están más que hartas del género. Por ello, las quejas y protestas no tendrían que llegar a una escalada muy grande por el simple hecho de que es más de lo mismo. Ahora bien, en esta oportunidad vale aclarar dos puntos fundamentales. El primero, que es el que se aprecia desde la promoción, se trata de que el estreno en cuestión es la “versión latina” de la franquicia. Es decir, se la planeó para un público determinado que es el hispano parlante que vive en Estados Unidos. Lo cual no quiere decir que la película se encuentre hablada en español porque no es el caso, si bien hay un par de personajes que solamente hablan su lengua materna el resto se expresa en inglés. Esta cuestión étnica se encuentra un poco desaprovechada en lo que refiere a lo sobrenatural porque dentro de lo que es el folklore latino hay mucho material de terror como para agarrarse y hacer una historia. Pero se ve que no era la idea de lo productores. El otro punto para destacar es el cambio de “cámara fija” por “cámara en mano”. Porque si bien en las anteriores entregas ya se había experimentado con esta cuestión, aquí es lo que predomina y por lo tanto lo que abre el juego a que los personajes no tengan que estar confinados a una sola locación. Este spin-off, unido en una escena con la saga original que continuará en próximo octubre, es más adolescente y rompe un poco con lo que se veía viendo pero manteniéndose dentro de los parámetros de la saga. Quizá por estas dos cuestiones es que se puede hablar de una dualidad paradójica: innovadora y repetitiva. El director y guionista Christopher Landon, responsable de haber escrito las últimas tres entregas de la franquicia, siguió el manual que le dejó Oren Peli pero sin aportar nada que pueda asustar por parte de un cast con altibajos pero sin ser un desastre. En conclusión, Actividad Paranormal: Los marcados es un film con una fórmula comprobada que se viene repitiendo año a año y que ha sabido ganarse su público. En esta oportunidad logra superar a su antecesora pero ni se le asoma a la original. Será disfrutada por aquellas parejas y/o grupos de amigos que se asustan con facilidad y que disfrutan de ese clima en el cine.
La vida de Adèle es una coming of age movie que rompe los esquemas de ese subgénero. No tenemos el clásico “chico conoce a chica, chico pierde a chica y chico recupera a chica”. En cambio nos encontramos con la historia de una adolescente que se enamora y vive un gran romance con una chica unos años más grande que ella. El público es testigo de las diferentes etapas de esa relación hasta las máximas consecuencias y sin puntos tibios sino todo lo contrario: bien caliente. Y de eso es de lo que se habla y se hablará mucho sobre esta película, de las largas y explícitas escenas de sexo entre las dos protagonistas donde no se deja nada a la imaginación y las sutilezas pasan por otro lado. Bien merecido el premio Palma de Oro del Festival de Cannes para el director Abdellatif Kechiche y las actrices Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, quienes lograron un laburo impecable en todo sentido que únicamente puede ser criticado por alguien que se alarme por el sexo y se encuentre mentalmente en el año 1850. Desde el principio el realizador se ocupa por captar todo con primeros planos para invadir los ojos del público con detalles que van desde las miradas hasta los suspiros. Imposible no creer el romance y sexualidad del dúo protagónico así como también sus distintas vivencias: las felices y las tristes. Las tres horas de duración de la cinta (que se basa en una novela gráfica que se publicó en Francia hace más de tres años) no solo no se hacen largas sino que sirven para que uno se adentre de maravillas en ese mundo y logre empatizar por completo con los personajes. Si quieren ver una gran historia de amor del Siglo XXI brillantemente actuada y dirigida, La vida de Adèle definitivamente es su película.
Atención románticos empedernidos y amantes del cine que logra enamorarte de sus personajes porque si los que leen estas líneas se encuentran dentro de ese grupo, ésta definitivamente es su película. Un film que no van a tener ganas de que termine y cuando lo haga van a quedarse con una reconfortante sensación, aquella que solo puede dejar una gran historia. Un lugar para el amor, título con el que se conoce aquí este estreno, en su idioma original se llama Stuck in love que vendría a ser algo como “atrapado en el amor”, y si nos basamos en esa premisa podemos analizar de qué va la película de una forma no lineal e interesante. Lo grandioso en la cinta recae en los personajes y la desconstrucción de los mismos, en cómo los conocemos y como van mutado conforme avanza la trama. Todo en torno a cómo cada uno vive el amor (o el desamor) con el gran aditivo de una muy complicada historia familiar. Si bien hay algunos que ocupan más lugar que otros en la pantalla, es difícil marcar quiénes son los principales y quiénes son los secundarios. Así nos encontramos con un gran Greg Kinnear en un papel profundo y muy empatizante. Porque uno puede juzgar y denostar sus métodos (como espiar a su ex mujer) pero se llega a comprenderlo y tener ganas de compartir con él la esperanza que ni siquiera sus hijos comparten. Lily Collins demuestra que puede actuar con un gran cinismo y Logan Lerman se perfila como el nuevo “actor romántico” de esta generación (imposible no recordarlo en la joya del año pasado Las ventajas de ser invisible). Jennifer Conelly está para odiarla y luego amarla, al igual que la novata Liana Liberato cuya química con Natt Wolff (otro novato en una gran interpretación) es impresionante. Y como si esto fuera poco, el mismísimo Stephen King tiene un acertadísimo cameo esencial a lo que hace a una historia que gira en torno a la pasión por la literatura dentro de una talentosa familia de escritores. El guionista y director Josh Boone se luce con esta ópera prima no solo por lo señalado sino que a nivel estético. A lo mejor le faltó un poco de énfasis en la banda sonora y un par de repasos en la trama para que un par de desenlaces fueran menos previsibles, pero es lo único que se le puede objetar. Un lugar para el amor es una película para creer, para decepcionarse y para volver a creer. Una coctelera de emociones que colapsan en el mejor sentido posible donde sin importar la edad que uno tenga va a sentir algo. Así sea valorar el amor que se tiene, añorar el que pasó o preguntarse por el que vendrá. Una película para disfrutar en cualquier momento de la vida, solo o acompañado.
Últimamente se puede leer de quien escribe la palabra “fiesta” en más de una oportunidad (afortunadamente), y en este caso no queda otra más que repetirla porque no hay otro adjetivo que le haga justicia a Machete Kills. La nueva producción de Robert Rodríguez sigue con la misma impronta delirante y “fumada” acerca de este anti-héroe mexicano en donde lo absurdo es regla y lo lógico imposible. Un film clase B (o clase Z) que hace todo lo posible por no encasillarse bajo esos parámetros cinematográficos y que divide las aguas entre los que llorarán de risa y pedirán a gritos la tercera parte (de la cual ya se puede disfrutar un falso trailer) y los que la odien de manera visceral, algunos por no entenderla y no captar la sintonía, y otros porque simplemente nos les gusta ese tipo de humor. Danny Trejo retorna en toda su gloria para encarnar una vez más al rey de los “one-liners” manteniendo siempre la misma cara no importa que es lo que suceda en la pantalla. Y al igual que en la primera parte, aquí se ve rodeado de estrellas consagradísimas o en ascenso que claramente aceptaron los papeles para romper el molde un poco y divertirse dado a que se sabe que les pagaron lo mínimo. Comenzando por un genial Mel Gibson en un rol que le devuelve el alma a su carrera, hasta llegar a un enorme Charlie Sheen, o mejor dicho Carlos Estevez, como el presidente de Estados Unidos lo más políticamente incorrecto posible al igual que el actor en la vida real. Luego tenemos a la bomba sexy Amber Heard, lo más estereotipada posible pero de una manera tan bien y tan esperada que causa todo tipo de placeres. ¿Cameos y participaciones especiales? Claro y todos excelentes: Jessica Alba, Lady Gaga, Antonio Banderas, Cuba Gooding Jr., Sofía Vergara, Michelle Rodríguez, Vanessa Hudgens, entre otros. Con la premisa simplísima de evitar que el mundo entre en guerra como consecuencia de una bomba que está por estallar y que Machete tiene que lograr desactivarla antes, Rodríguez da rienda suelta a toda su locura bajo una estética al estilo “berreta” del más pobre cine de la década del ’70 y en esta oportunidad con el gran agregado de las referencias nerds que tanto están de moda últimamente. Primando Star Wars y otros hitos de la “pop culture” la saga se eleva un escalón más arriba y abre el abanico de forma grandilocuente para lo que vendrá (si es que sucede). Un dato no menor para destacar es que la película no rindió en Estados Unidos y se convirtió en el peor fracaso en la filmografía del director. Pero bueno, eso nunca (o casi nunca) tendría que ser el indicador de que si un film es bueno o malo. Machete Kills es una invitación a una fiesta lisérgica que garantiza lágrimas como producto de risa incontenible para aquellos que amen y sientan el espíritu de este personaje.
Omisión plantea un tema tan interesante como controvertido: ¿Qué pasa con lo que se dice en un confesionario y en el diván? ¿Hasta dónde llega el sigilo sacramental y hasta dónde el secreto profesional? Y si bien ya hay películas que han explorado estas cuestiones como I, confess (1953) de Alfred Hitchcock, aquí se da una mirada con figuras argentinas contemporáneas bastante identificables por el público. La historia está bien contada y resulta interesante la construcción de los personajes y sus relaciones. Asimismo, la estructura narrativa es muy acertada por parte del director Marcelo Paez-Cubells, más aún tratándose de una ópera prima. Lo que si hay que objetarle, si es que nos ponemos rigurosos, es sobre la veracidad con la cual se tomó al llamado “sigilo sacramental” y como es el proceso de confesión. Qué es lo que puede y qué no puede hacer un sacerdote. Se ha hablado mucho sobre esto y el film no refleja la realidad. Pero bueno, es un “detalle” que dentro de la ficción se perdona. Con respecto al elenco, Carlos Belloso encarna a un personaje más que atractivo que le exigió mucho, y como resultado en algunas escenas parece un poco sobreactuado. Pero en líneas generales está muy bien, lo mismo que Gonzalo Heredia, ante quien tal vez se pueda tener algún tipo de prejuicio por sus labores en televisión pero la verdad es que aquí hace un digno trabajo. Por su parte, Eleonora Wexler, es otra a la que dan ganas de verla más seguido en la pantalla grande porque se nota que tiene pasta para componer papeles más complejos y elaborados de los que una tira televisiva puede ofrecer. El aspecto técnico del film está bien y se destaca una paleta de colores forzada pero oportuna y que le da identidad, aquella que emulan los posters y el tráiler. Algo para celebrar en el cine argentino. Lo único malo de la cinta es que se puede vislumbrar hacia donde se desenvolverá y el destino de los personajes pero aún así puede llegar a sorprender. Omisión es una buena película argentina, pero además es un interesante thriller apara dejarse llevar y pasarla bien.