Thomas Vinterberg fue uno de los fundadores del Dogma 95 junto a Lars Von Trier. Y el cine de los dos daneses tiene muchos puntos en común, aunque ya hayan abandonado casi todas esas reglas. En esta película, protagonizada por el gran Mads Mikkelsen (actualmente se lo puede ver por AXN en la serie "Hannibal" interpretando ni más ni menos que al Dr. Lecter), Vinterberg se acerca bastante al Von Trier de "Bailarina en la oscuridad". Lucas es un hombre adulto, divorciado, que trabaja en una guardería. Es una buena persona, se percibe desde el vamos. Mikkelsen aporta mucha calidez en esas primeras escenas a su personaje, demostrando que es uno de los actores más talentosos que tiene el cine hoy en día, pues en general sus personajes suelen ser más oscuros. Pero, así como lo hizo Von Trier con Björk, Vinterberg castiga al personaje. Lo castiga la vida, mejor dicho. De repente un comentario inocente de una niña que es vecina suya, una niña a la cual él le dio afecto al ver que sus padres no se preocupaban lo suficiente de ella, una niña confundida, cambia la vida de Lucas para siempre. Y lo que hace el director es ponerlo a prueba. La vida de Lucas cambia por completo. De repente el mundo se le vuelve en su contra. Y él no hace nada, nadie lo escucha, y él acepta las bofetadas de la vida. Vinterberg lo pone a prueba esperando que en algún momento estalle. Y también pone a prueba al espectador. Cuánto podemos soportar, ser testigos de lo que le está pasando a Lucas por un comentario sin intención de maldad. "The Hunt" es un impactante drama social que uno no se puede quitar de la cabeza después de verla, que invita a reflexionar, que atrae pero a la vez indigna. Una crítica hacia nosotros como sociedad. Es sublime el trabajo del director en esta película. Con un guión redondo, impecables imágenes, una tensión que va en aumento, así como nuestro interés, y unas interpretaciones bestiales, "The Hunt" es una película sólida que deja un sabor amargo por lo que te transmite con ese final: la caza nunca termina, nada nunca va a poder volver a ser igual, a estar como antes. Con un guión redondo, impecables imágenes, una tensión que va en aumento e interpretaciones bestiales, "The Hunt" es una película sólida que deja deja un sabor amargo por lo que te transmite con ese final: la caza nunca termina, nada nunca va a poder volver a ser igual, a estar como antes. Ni dentro, ni fuera de la pantalla.
La película de Justin Zackham es una remake de un film francés del 2006, Mon frère se marie. Una comedia que gira en torno a una "gran boda". Lo que tiene como punto fuerte para llamar al espectador a ir probablemente a sala a verla, es su elenco multiestelar. Los veteranos Diane Keaton, Susan Sarandon, Robert De Niro y Robin Williams son sólo cuatro de los nombres conocidos. También actúan Ben Barnes, Amanda Seyfried, Topher Grace y Katherine Heighl. El conflicto (uno de los muchos, porque evidentemente es una película coral) gira en torno a estos dos prometidos que quieren casarse y jurarse amor eterno frente a toda su familia, el problema es que uno de ellos es un colombiano que fue adoptado (el inglés Ben Barnes hablando español), hijo de una madre muy religiosa que promete que va a asistir a ésta. Sus padres adoptivos, Keaton y De Niro, hace tiempo que están separados y cada uno ha hecho su vida (sexual) como pudo, él, con el personaje de Sarandon, y ella con el sexo tántrico. Y como la joven pareja quiere que todo sea perfecto es que deciden todos fingir que sus padres siguen estando juntos, cosa que no debería ser muy difícil al no entender ella inglés, pero no, no se llevan demasiado bien. Y es que, como siempre, la familia es caótica. Una hija que quiere quedar embarazada y no puede y encima se separa; un hijo doctor, exitoso pero que esperó muchos años el amor que no llegó y es virgen; la "hermanita" colombiana que aparece con todo su sex appeal a provocarlo. El sexo es uno de los temas principales que va a utilizar esta comedia para brindar chistes y gags, poco efectivos en general, en una comedia previsible, apenas simpática. Lo caótico de la boda está bien representado, cómo todo confluye en querer arruinar un día que debería ser perfecto. Pero actores de la talla de los ya mencionados están más cerca del ridículo que otra cosa, se los siente tan desperdiciados. Y lo peor, es que la película apenas provoca risas. Quizás uno de los problemas radique en querer abarcarlo muchos tópicos. Quizás en lo poco graciosos que están los actores, incluso Katherine Heighl que, podrá gustar o no (en mi caso sólo en ocasiones) es un rostro asociado a la comedia. Quizás en que la mayoría de los chistes giren en torno al sexo, y éstos sean, además, previsibles. O lo poco efectivo de los gags (ya sabíamos que te ibas a caer del trampolín). El final es el esperado, el convencional. Todos sabemos que en estas películas lo que en la vida real sería una tragedia deriva en finales felices y comiendo perdices. Una pena que tantos actores de grande talla manchen su filmografía con este tipo de películas que no aportan nada al espectador.
Vuelve el Wolf Pack, el trío protagonista de las primeras resacas, una en Las Vegas y la otra en Bangkok. Pero la idea original de las películas, el hecho de que estos tres personajes se despertaran tras una despedida de solteros y comenzaran a cuestionarse qué pasó la noche anterior, al encontrar, por ejemplo, un tigre en su cuarto, o encontrarse uno con un tatuaje en la cara, en esta tercer parte no está. Aquí los cuatro (porque el cuarto en general es el que desaparece y es por eso que es sólo actor secundario, Justin Bartha) se reúnen con el propósito de ayudar a Alan, el personaje interpretado por Zach Galifianakis. Este es un niño en cuerpo de adulto (uno de 42 años), caprichoso hasta el fin de vivir metiéndose a él y a la gente que lo rodea en líos. Pero lo que empieza como un simple viaje hacia aquel lugar donde van a hacer la "intervención" junto a él, deriva en otra cosa. Aparece "el villano", John Goodman, y tras llevarse de rehén a uno de ellos (adivinen a quién) los extorsiona para que traigan a Chow y a los millones de dólares en oro que éste les robó. De hecho, la película empieza, además de con un homenaje a "The Shawshank Redemption", con el personaje de Chow, o mejor dicho, sin él: con su celda vacía. Y es que además de una comedia sobre amigos y no tan amigos que se ven forzados a salir adelante sólo acompañándose, es una película de acción, una absurda y disparatada película de acción. Con muchas citas a las dos películas anteriores de la saga (por ejemplo, el personaje que interpreta Goodman ya fue mencionado antes), la película además es el regreso de estos tres muchachos a aquel lugar al que prometieron no volver: a Las Vegas, aquella ciudad que "debería ser destruida", como dice uno de ellos. Sin duda los dos personajes que luchan constantemente por robar pantalla, son el de Alan y el de Chow. Son los dos que se la pasan ocasionando problemas, sean o no buenas sus intenciones (las de uno lo son, las del otro... no tanto). También se permite jugar con el lado seductor del más lindo del grupo, Bradley Cooper, seduciendo tanto a mujeres como a hombres, esta vez más lo último, teniendo en cuenta que durante gran parte de la película sólo aparecen personajes masculinos. Todd Phillips (director) nos trae la menos inspirada y divertida de la saga, pero aún así una película que asegura un buen rato, sobre todo para quienes son fanáticos de los protagonistas y de sus desventuras. Y si bien, insisto, es la que menos mantiene la idea original de la película, hay una escena en la mitad de los créditos que está puesta especialmente para aquellos que la siguen desde un principio. Pero además si en algo es efectivo su director, es en saber retratar la amistad masculina, esta especie de hermandad, de fraternidad que pueden generar. Y logra mostrar, por fin, un cambio, un crecimiento en un personaje al que le llevó más tiempo de lo común madurar, o por lo menos algo cercano a eso, y pudo hacerlo sólo con la compañía de estos amigos
La nueva película de Gustavo Cova tiene varios factores atractivos que pueden llevar a la gente a querer ir a verla al cine. La principal, es la de arriesgarse a hacer algo que no suele hacer el cine nacional, a meterse con un género que no es casi ajeno, a jugar con él, a permitirse seguir ciertas reglas y romper otras. En la película en cuestión, es curioso que no hay un detective. Al menos no del modo tradicional. No está el típico juego de una pista que lleva a la otra. Acá lo principal está en seguir a los dos protagonistas (Luciano Cáceres, actor que ya ha demostrado ser muy versátil, tanto para el cine como para tele, tanto para la comedia como para el drama; y Emme, hermosa, sexy e imposible de pasar desapercibida), dos personajes que se cruzan en circunstancias extrañas. Ella es una prostituta que una noche en un hotel junto a un político sale desnuda y asustada del cuarto tras ser él disparado. Él acaba de salir de la cárcel, va a pasar esa noche al mismo hotel y carga un arma. Él le salva la vida. Ella se siente atada a él. Se escapan. Ambos saben más de lo que dicen. Nicolás Pauls interpreta a un periodista que estuvo todo un año trabajando en un caso de narcotráfico pero de repente su jefe le dice que si no tiene nada para dentro de un día, se olvide del reportaje. El problema de su personaje es que es muy pasivo. Lo único que hace es esperar la llamada de este informante que todavía no vamos a saber quién es, que prometió encontrarse con él pero por algún motivo que desconoce nunca llegó. El villano, al menos el más activo, que los persigue, violento, es César Vianco, a quien seguramente muchos recordarán como el gran villano de "Los Simuladores", aquel que regresa de la selva para vengarse de la "jodita" que ellos le hicieron. El elenco principal lo complementa Gustavo Moro en un personaje interesantísimo: el de Rita, la travesti que es como una madre de la protagonista, Cintia (Emme), y que los va a ayudar por más que esté llena de dudas y sepa que el terreno es muy peligroso. La película tiene a favor que no es un policial completamente negro, en realidad no siempre (no lo hace la mayoría de las veces) se toma en serio a sí misma. Lo cual aporta cierta frescura y sorpresa. Vale destacar que tiene un gran trabajo de montaje y edición. Hay secuencias que sorprenden por su calidad, destacándose para mí la que intercala el musical de Rita con la aparición de un personaje a quien el destino le depara una sorpresa... desagradable. De hecho también hay un gran trabajo sonoro. Es cierto que el guión es previsible, hay eventos que parecen suceder sólo porque tienen que suceder y hasta los diálogos muchas veces parecen despojados de ingenio. Hay mucho plano detalle, a veces hasta innecesario (por ejemplo el de la moneda al comienzo de la película, que parecería ser un guiño a la película de Campanella) y todo eso lo define como un producto, que no tiene definido un punto de equilibrio. Y es que el principal objetivo de la película parece ser el de entretener. Ya sea con escenas casi ridículas, como otras de acción mejor trabajadas. Lo discutible es que justamente no se queda con un tono, navega un poco entre ambos mares, sin decidirse, quedando a veces a la deriva, precio por la dirección elegida. Extraña y simpática, no pasará desapercibida en cartelera.
Prefiero que el mundo no se acabe. Para encontrar el amor verdadero. Aquel que dura para siempre. Si es que existe el para siempre. Ginger y Rosa son mejores amigas. Una, interpretada magistralmente por Elle Fanning, es colorada; la otra, Alice Englert (la vimos hace poco en "Beautiful Creatures"), es morocha. Una escribe y quiere ser poeta. La otra quiere encontrar el amor. Viven casi en un mundo separado del resto, pero no pueden evitar sentirse amenazadas por lo que pasa afuera, por esa bomba que amenazan con explotar y que moviliza a Ginger a hacer algo. Cualquier cosa. Una es tímida, la otra sutilmente atrevida. La directora Sally Potter se centra principalmente en el personaje de Ginger, sigue todo lo que sucede con sus ojos. Cómo el matrimonio de sus padres se derrumba y al no llevarse bien con su madre se va a vivir con su padre, con quien siente que tiene más cosas en común. Pero también está Rosa, ella siempre está, que tampoco se lleva bien con su madre y se la pasa cada vez más cerca de Ginger y de su padre. La amenaza de la guerra nuclear que la lleva a protestar. Léase el tránsito de la adolescencia, aquella complicada etapa de la vida en que uno deja de ser niño pero todavía no es adulto. Sentimientos volcados en poesías. Y es que, mientras a Rosa en esa búsqueda del amor se la ve más precoz sexualmente, Ginger no piensa en muchachos, sino en el mundo, en el futuro de un planeta que está amenazado con terminar. Las dos jóvenes protagonistas están muy bien, pero claro, destaca no sólo por su mayor protagonismo sino por su talento y magnetismo, Elle. Los secundarios quedan un poco opacados y no cobran vuelo en el relato, a pesar de ser jugados por los prestigiosos Annette Bening y Oliver Platt. El film se divide principalmente entre la actividad de Ginger como protestante y la problemática que sucede con Rosa y su cercanía con su padre. Y si bien ambos son conflictos importantes, la película nunca termina de ahondar lo suficiente en ninguna de ellas. Al fin y al cabo, Ginger perdona, antes llora y estalla en su miedo a que se acabe el mundo, o a que se derrumbe el suyo propio. Una búsqueda poética, pero sabor a poco.
Ana es española, radicada desde hace varios años en la Argentina. Actriz pero con pocos proyectos. Es hermosa, vale destacarlo. Lucía está separada pero nuevamente en pareja. Tiene una hija, única razón por la que todavía tiene que ver a su ex marido, Ricky. Este último es ante los ojos de Lucía, un cuarentón patético. Este es el trío central de la película de Victoria Garaldi, realizadora de “Cerro Bayo”. La película empieza con Ana viajando en tren. Lucía la va a buscar a la estación y la lleva a su casa, una espacio de gente acomodada, con pileta, en un verano caluroso que apenas está comenzando, para cuidarla durante unos pocos días en que ella va a estar afuera. Sólo planea estar sola y tranquila, beber una copa de vino quizás, conectarse con su descanso de manera libre e imperfecta, y hacerle compañía, mientras esté, a la niña ya no tan niña… Pero en escena aparece Ricky, quien ya fue presentado por Lucía con su descripción. Y lo primero que atina a hacer Ana es a ponerse el vestido de Lucía, que antes le había halagado. Y es que Ana no pasa desapercibida con su belleza, ni sus uñas del pie pintadas por la niña. “Tenés unos pies hermosos” se escucha y es el comienzo de un coqueteo que no necesita durar demasiado. Hay química y atracción mutua. De parte de él, nunca parece haber un cuestionamiento sobre lo que está haciendo. Ella después se encierra en el baño a llorar con la ducha abierta para que no se la escuche. El conflicto principal de la película es éste y sobre ese sentimiento gira la cinta. De allí la pregunta con la que se la viene promocionando: ¿Qué harías si tu mejor amiga se enamora de tu ex? De un argumento simple obtenemos una película fresca y liviana, sutil, cool incluso por momentos. La idea nunca es ahondar demasiado en el drama que se plantea, sino ser testigos de cómo estos personajes manejan su vida como pueden. Elena Anaya interpreta correctamente a la hermosa aspirante a actriz. Valeria Bertuccelli nunca falla, aunque su personaje sea parecido a lo que ya hemos visto de ella. Fernán Mirás está muy bien, su personaje parece ser el más centrado, más allá de no parecer en ningún momento preguntarse si está bien o no, lo que está haciendo. Un par más de secundarios aportan humor y simpatía para encuadrar la historia. “Pensé que iba a haber fiesta” es una película que tiene este nuevo espíritu indie nacional, y el sello inconfundible de ser, una película de autor (pequeña, al fin, pero con el sello de una directora que promete). Probablemente pases un buen momento con ella.
En el 2010, Eli Roth nos traía una película dirigida por Daniel Stamm, una película chiquita, que tenía la característica de estar filmada con cámara subjetiva. En la trama, la excusa era la grabación de un documental que hacían para mostrar cómo se podía fingir un exorcismo, aunque, por supuesto, comenzaban a pasar cosas que ya no podían explicar. La película fue un éxito, recaudó con creces mucho más de lo que había costado… y no pudieron evitar pensar en una secuela. Esta vez, cambiando el director: Ed Gass-Donnelly; y pasando a un tipo de relato más formal, con una cámara invisible. Ya desde el título de la primera película podemos percibir que una secuela es totalmente innecesaria, la idea era que ése fuera el último exorcismo. Sobre todo teniendo en cuenta que la película estaba muy bien. Esta segunda parte, que trata sobre la protagonista de la primera, intentando rehacer su vida como puede, muestra a una Ashley Bell entregada a su personaje, pero en una historia forzada y estirada. Ella hace lo que puede y no le sale mal, el problema reside en otro lado. El film comienza con unos breves pantallazos a aquello que sucedió en la primera parte, por si alguien no la vio. Si bien ella está viva y, a simple vista para los demás, bien, aunque un poco traumada, percibe que el demonio todavía la persigue. Cuando comienza a mejorar, y a creer que puede decidir que aquello que pasó no fue real, la cosa se intensifica. Esta película de terror tiene más de drama que susto, que en general tampoco son efectivos, y poco aportan a la temática de los exorcismos. El problema ni siquiera reside en la cantidad nula de efectos especiales (se trabaja al tema no tanto desde lo visual, como en otros exponentes del género), o de sangre derramada, y quizás ni siquiera en lo lejos que se encuentra temáticamente de la primer parte, donde había una lucha psicológica y cuestionamientos sobre la religión y la fe, sino en un guión que sólo toma unos pequeños detalles para construir una historia sin fuerza para atrapar al público. Me parece una pena que Eli Roth haya decidido producir esta innecesaria segunda parte del film de terror. Las conexiones que hacen entre una y otra (la figura del padre, las botas que le gustaban a ella) no alcanzan para lograr una secuela digna. Aún así no pienso dejar de seguirle el rastro, un traspié, sobre todo después de un éxito inesperado, lo puede tener cualquiera.
(Anexo de crítica) Una historia dentro de una historia dentro de otra historia. "The Words" tiene tres líneas primordiales, una dentro de la otra. Un escritor (Denis Quaid) presenta su libro "The Words"a la vez que conoce a una joven y bonita estudiante (Olivia Wilde). Este libro trata sobre otro escritor (Bradley Cooper) que por fin encuentra el éxito con su libro, que no es suyo en realidad, pues llegó a él casualmente y no pudo evitar adueñarse de él. La tercer historia es la del anciano (Jeremy Irons), quien escribió esas hojas y cuenta cómo las concibió y cómo las palabras lo alejaron de la mujer que amaba. La historia en la que se ahonda con mayor profundidad es la protagonizada por Bradley Cooper y Zoe Saldana. Vemos las ganas que tiene él de poder vivir de aquello que le gusta, y lo mucho que le cuesta, las muchas puertas que se le cierran, quizás porque todavía no encontró su voz, sus palabras. "Él la amaba. Amaba Nueva York. Pero en la noche, cuando la ciudad por fin estaba tranquila, escribía". Rory y su mujer viajan de luna de miel a París y de allí él vuelve con un maletín y una historia. La historia de la cual termina adueñándose, se adueña de esta voz, de estas palabras. Pero no termina de quemarle la conciencia hasta que aparece este anciano, un Jeremy Irons envejecido, que le cuenta el precio que pagó por ese libro que perdió. Tanto Cooper como Irons brillan en sus escenas. De Irons ya sabíamos, él es uno de los actores más grandes. Cooper está muy bien encaminado y si no los mando a ver (otra vez, seguramente) "Silver Linings Playbook". Zoe Saldana no está más que correcta. Entre Dennis Quaid y Olivia Wilde la relación actoral es despareja. Ella entrega todo lo que podemos esperar, es indudablemente bella y no actúa mal. A Quaid se lo nota un poco más incómodo. Y la insinuación que se da al final de esta historia es casi innecesaria, poco aporta a la historia, sobre todo después de verlos discutir el final que tiene el escritor ficticio en su novela. La película empieza de manera muy interesante pero va decayendo a medida que avanza. El final puede dejar camino a varias interpretaciones y eso está bien. Alguna referencia a Hemingway (y no me refiero sólo a la placa que aparece con su nombre), unas buenas actuaciones, y reflexiones sobre la importancia de las palabras como voz propia, son los elementos principales por lo que recomendaría esta película, que si bien le falta un poco de chispa, y no escapa a clichés, es entretenida.
Louis-Do de Lencquesaing (rostro familiar del cine francés que ha actuado en películas como “Caché”, de Haneke, “Le Mariage a Trois”, de Doillon y “Elles” de Malgorzata Szumowska junto a Juliette Binoche) debuta como director con este film que además protagoniza. La película es un drama que se centra en un escritor (Paul) al que no mucho después de empezar la película se le muere su padre, a la vez está divorciado y vive con su hija (interpretada por su hija en la vida real, Alice) que ya no es una nena y tiene su trabajo y su novio, y además comienza una relación con Ada, una compañera de trabajo muy bonita (Valentina Cervi, que para mí tiene la perfecta combinación física entre Juliette Binoche y Laetitia Casta) que está casada y esconde cicatrices. Diferentes temas de la vida, como las ilusiones y desilusiones, la infidelidad, la paternidad, la muerte, el amor… o simplemente, las relaciones, como lo que son por naturaleza, complejas y llenas de opciones y senderos, se tratan con elegancia y sencillez, pero sobre todo frescura. Quizás en gran parte por las actuaciones, porque con simples acciones, miradas o risas, logran transmitir bastante. Alice está muy bien como Camille, la adolescente que se enamora intensamente de un futbolista que tiene sus propios demonios escondidos. Y hay escenas que saltan del drama a la tragicomedia de un modo tan natural como pocas veces se ve (esto se ve más que nada en la trama de la madre de Paul, interpretada por Martha Keller, intentando afrontar la partida de su marido y las posteriores escenas, como la del funeral). La mujer toma un lugar primordial en el film porque lo que hace Lencquesaing es mostrar tres generaciones femeninas: Camille es la joven que empieza a vivir como adulta, a enamorarse, a trabajar, y está llena de ilusiones. Y no entiende cómo su relación tan intensa con su novio de repente se desmorona porque quien se desmorona es él. Y es además quien parece ser la más madura, y reta a su padre cuando descubre su amorío, porque lo que esto produce en ella es una fuerte desilusión. Ada es la mujer adulta que ya tiene una vida formada, un lindo hogar, un trabajo estable, un buen marido, y una hermosa niña. Y al conocerlo a Paul casi en el mismo momento en que a él se le muere el padre, comienza un romance, aún estando a meses de casarse. Y Mina (Keller), que ya vivió todo eso y ahora intenta seguir viviendo sin su compañero de ruta. Es quien aporta un poco de humor ante el drama de la vida misma. Llora hasta reírse. “Supongo que no hay un momento correcto para madurar” dice en algún momento la voz en off del protagonista, el hombre que se encuentra a escondidas con una mujer que tiene el hogar perfecto, pero cree amar a dos hombres. Y eso no le molesta, o por lo menos no es algo que intente cambiar, acepta este amor así como se lo ofrecen. ¿Se puede amar a dos personas por igual? La respuesta no se da porque probablemente esa pregunta ni siquiera la tenga.
El cine de terror se encuentra en su mejor momento. O al menos en un momento en el que tenemos muchos productos de género. Y ya no hace falta que una película tenga un presupuesto de millones de dólares. Tanto en Estados Unidos, como en nuestro país se viene demostrando que con una buena idea y muchas ganas se puede lograr un producto interesante. Esto no implica que muchas veces las películas no tengan que luchar fervientemente para conseguir un estreno. Y es que "Ausencia" nunca llegó a los cines comerciales de su país pero pasó por varios festivales siendo bastante aclamada. "Ausencia" es una película chiquita. Se percibe su aire independiente desde que comienza. Una cámara en mano que se mueve tranquilamente. El seguimiento a dos personajes distintos, dos actrices desconocidas. Un corte a negro que dura unos segundos. Y comienza la historia con estos dos personajes reencontrándose. Callie y Tricia son hermanas. La primera llega a la casa de la segunda en un momento muy particular. Ella sigue esperando, en vano, que aparezca su marido desaparecido hace ya 7 años y a quien está a punto de declarar muerto por ausencia. Callie estaría rehabilitada y regresa tras escaparse a viajar a la ruta para acompañar a su hermana en este momento. Y es que Tricia además está embarazada. En el barrio, mientras Tricia lidia con la sombra de su marido desaparecido que la acecha constantemente, Callie intenta refugiarse en su religión y sale a correr cruzando un túnel que desde su primer aparición se percibe como un umbral, por algo el fundido a blanco cuando lo cruza. El director, Mike Flanagan, que ha trabajado bastante en tv, entrega un film que parece querer abarcar muchas perspectivas. Y es que si bien durante el film nos hace formularnos mil preguntas, muchas las va contestando, pero siempre se puede seguir indagando más hasta, incluso, lograr diferentes interpretaciones según como se lo vea. También intenta introducirnos (por momentos con más éxito que otros) a un clima digno de Lovecraft. El film genera unos pocos sustos pero sí hay un continuo halo de misterio, de suspenso, algo dando vueltas que no osa revelarse en su totalidad. Intercambios. Seres sobrenaturales. Otra dimensión. Dios. Demonios. ¿Están en nuestra cabeza o realmente hay alguien o algo más ahí afuera acechando? ¿Quedarse con la respuesta más sensata o abrir la cabeza para ver que hay ahí? ¿Creer en lo que dicen, que son visiones a causa de alguna sustancia, o creer en que es real? Y es que los protagonistas también se encuentran ante estos dilemas. Prácticamente no se derrama una gota de sangre durante la película, no lo necesita. La intención es siempre la de generar un clima de suspenso. De lo que no se ve. De la ausencia. La ausencia de quien fue el hombre de la casa. La ausencia de sus padres que probablemente fortaleció el vínculo entre hermanas. La ausencia de una respuesta concreta. La ausencia de un padre para ese bebé (Callie se pregunta quién es el padre del bebé que espera su hermana, claro de su marido desaparecido hace 7 años nunca podría ser). Ausencias. Navegando entre el drama familiar y el terror sobrenatural, el estreno de "Ausencia" es una clara muestra de que no es imprescindible un gran presupuesto para poder filmar. Si hay pasión por lo que se hace, lo otro viene solo. Y por eso hoy celebro su estreno. Porque aunque el film tenga sus fallas (los diálogos del principio del film son bastante obvios aunque van mejorando a medida que se suceden; lo intricado de la trama probablemente nos hace perder otras cosas que el director puso ahí pero entre tanta capa no vimos; y por momentos se torne un poco monótono el relato) funciona, no dándonos aquello que por defecto esperamos en una película de terror, sino de una manera novedosa.