(Anexo de crítica) Tom Tykwer dirige esta película que data del 2010 pero llega recién ahora a nuestros cines, quizás porque la ambiciosa Cloud Atlas (película que co-dirige junto a los Wachowski) nos acaba de llegar. El director de "Corre, Lola, Corre" y "El Perfume" nos ofrece un drama ligero que empieza reflexionando sobre la vida y la muerte. Pero rápidamente éste se convierte en un drama sobre un triángulo amoroso en el que una pareja que lleva ya largos años juntos se ve envuelto cuando ambos se enamoran sin saberlo del mismo hombre. Simon y Hannah están juntos desde hace 20 años. Viven juntos pero todavía no están casados ni tienen hijos. Hannah conoce a Adam y si bien su primer idea es escaparse por la ventana del baño, termina sucumbiendo ante sus encantos y comienza un discreto amorío con el rubio. Simon, tras sufrir la muerte de su madre por cáncer, descubre que tiene un tumor y es operado siendo uno de sus testículos extirpado. El tener un testículo menos lo hace sentirse más débil, menos capaz, hasta que, gracias a Adam, descubre no sólo que todo funciona como debería funcionar, sino algo que hasta el momento estaba oculto y ni sabía que podría existir en él. La pareja que componen Simon y Hannah nunca parece quebrarse, ellos están tan bien juntos como lo están con su amante, un hombre que tiene un hijo al que ve cada dos semanas, y le gusta irse a navegar en su bote. El director alemán apela a diferentes recursos visuales, como el blanco y negro en ciertas "fantasías", o la pantalla divida para revelar bastante información en pocos minutos. También en el soundtrack, en el que incluso suena "Space Oddity" de David Bowie. Aún así, el relato que puede tornarse por momentos frío y distante, también sabe generar sus momentos de ligera comedia de enredos. El cuentito de que el amor es algo simple ya no se lo compramos nadie, por eso no es difícil entender cómo uno de ellos de repente siente que está enamorado de dos personas. "Creo que ya no sé lo que quiero". "Creo que sabes exactamente qué es lo que quieres". ¿Pero aquello que uno quiere es posible? Sí, quizás el desenlace del film sea bastante idealizado.
Richard Gere con sus 63 años se pone al hombro este thriller, una ópera prima de Nicholas Jarecki (guionista de The Informers), en la cual interpreta a un hombre que es todo apariencias con su familia perfecta, su fiel esposa interpretada por Susan Sarandon y su hija, futura heredera, interpretada por Brit Marling (Another Earth), y su empresa que se mantiene exitosa en medio de la crisis ecónomica. Pero, a los pocos minutos de empezar la película, comprendemos que tras su imagen de un hombre exitoso, aunque no teme decir que se siente viejo, hay muchos secretos, en su empresa y en su vida amorosa. Porque descubrimos su doble vida y entra en escena la bonita Laetitia Casta, representando el deseo. El deseo que lo mueve a decidir dejarlo todo... hasta que un suceso inesperado amenaza con destruir por completo esa imagen exitosa que Robert Miller (Gere) supo construir sin muchos escrúpulos. Tim Roth, en un personaje muy parecido al que interpretó en la serie televisiva "Lie To Me", es el detective que intentará desenmascararlo, un personaje al que le falta un poco más de desarrollo pero del cual queda claro que es un hombre de clase media con cierto rencor hacia la gente de alta sociedad que siempre consigue lo que quiere. La película se convierte rápidamente en un thriller interesante, muy bien manejado, pero sobretodo brillantemente actuado por un actor que confieso nunca supo deslumbrarme. Richard Gere interpreta fríamente a este hombre que parece haber dejado su moral hace rato, que se cansa de decir que hace las cosas por su familia, que se esconde tras las obras caritativas que maneja su esposa y a quien de repente todo parece ponérsele en contra y no sólo por un negocio que no se termina de concretar. Es difícil sentir empatía por un personaje tan oscuro y ambicioso, aún así Gere logra en ciertos momentos transmitir la desesperación de su personaje. Sin duda es él lo mejor de la película, su forma de seducir al otro con el fin de salirse siempre con la suya. Su mujer entra en juego de verdad ya más cerca del final, donde se luce también la gran Susan Sarandon en una escena de una discusión matrimonial interesantísima. El telón cae con la imagen de un Robert Miller que se costruyó a sí mismo a base de decisiones, que equivocadas o no parecen haber logrado su cometido, y la música de Björk. "Arbitrage" termina siendo una historia que probablemente ya nos han contado, pero con recursos suficientes para convertirse en un buen relato, con una estructura que se divide entre las dos caras del protagonista y los dos aspectos de su vida que parecen desmoronarse, el profesional y el personal, con la tensión necesaria de un buen thriller, quizás un poco más lento de lo que acostumbra el cine "comercial" de todos los días.
Demian Rugna y Fabián Forte, dos realizadores independientes que tienen cierto curriculum, sobre todo en el cine de terror y fantástico, se han reunido para realizar una película de género en una industria que parece cada vez animársele más al cine de terror o fantástico, del cual me confieso seguidora. Malditos sean! está compuesta por tres historias que suceden en diferentes tiempos pero están conectadas entre sí por un personaje, un hombre que tiene poderes sobrenaturales. De muy bajo presupuesto, la película consigue transitar varios tonos, aunque termina inclinándose más por el absurdo. Es cierto que este tipo de películas no es para todo público, pero también es verdad que parece estar sumando adeptos, gente que comienza a confiar en que nosotros también podemos tener un producto interesante. La película está muy bien hecha, sorprende por su calidad, es decir, por lo bien utilizado que está el bajo presupuesto de ésta, y funciona muy bien el cómo está estructurada, cómo va y viene en el tiempo para ir desvelando de a poco las aristas de una historia que en realidad son varias. La fotografía y la música son dos de los pilares por los cuales se sostiene un guión atractivo pero que por momentos intenta abarcar demasiado. De los tres segmentos (la historia está planteada por sectores interrelacionados, temporal y argumentalmente), quizás el que me pareció un poco más flojo que el resto, es el de "Cafeomancia", incluso a nivel actoral. Y debo confesar que la película me gusta más cuando no es tan graciosa, mejor dicho, absurda, como sucede más cerca del final, y se apoya en lo sobrenatural junto al clima denso y terrorífico. No es que no se le pueda permitir, todo lo contrario, pero por momentos se sienten esos gags un poco torpes, más ridículos, casi innecesarios. Resumiendo, Malditos Sean! termina siendo una experiencia muy grata y un placer para los ojos de quienes disfrutan un cine de terror y las escenas de gore, pero el placer se multiplica cuando comprobamos que acá hay herramientas suficientes para lograr un buen producto dentro del género. Sin duda, una película que no dejará indiferente y que seguramente nos haga ver con otros ojos a los enanos de nuestro jardín. Algunos incluso se atreven a decir que podría terminar convirtiéndose en una película de culto. Pero eso lo sabremos con el tiempo. Mientras tanto, hay que aprovechar e ir a verla.
Si alguien sabe de amor, ellos son los franceses, saben contarlo, saben sentirlo. Quizás porque tienen como escenario esa ciudad tan bella, ideal para los enamorados. “La Delicadeza” es una comedia romántica agradable, delicada debo decir, y exquisita. Situada en París, es una linda historia de amor que en ningún momento peca de ser empalagosa y sabe escaparle a los clichés. Cuenta la historia de una mujer, desde el lado del amor. Empieza con el conocer al hombre de tu vida, perfecto y con quien se tiene una perfecta relación. Pero claro, la perfección no existe, o la felicidad no es algo más que pasajero, y dura poco. Y la vida, que puede ser tan generosa como mezquina, se encarga de demostrarlo cuando tras contar la historia de esta relación en unos pocos minutos (con un estilo audiovisual muy interesante que lamentablemente después se va perdiendo para derivar en un relato más clásico) él muere y ella no encuentra consuelo alguno más que aferrarse a su trabajo. Pero otra vez vuelve a aparecer el amor, se toma su tiempo pero aparece. Lejos de parecer perfecto, lo hace en la figura de un sueco “feo” y medio torpe, pero totalmente querible. Y otra vez vuelve a suceder aquello que le sucede a cualquier persona cuando se enamora: el miedo a sufrir (como cuando pensamos en ‘tengo miedo de enamorarme de…’ y en realidad es porque ya caímos en sus redes), las inseguridades, el hecho de que el tiempo vuele junto a esa otra persona… Hasta antes que aparezca este peculiar personaje, la película se centra sólo en el interpretado con elegancia y frescura por la linda de Audrey Tautou (alejada desde hace rato de Hollywood) pero después se permite por momentos separarse de ella para seguirlo a él, que sin duda es el punto más alto del film. "Ella me permite ser la mejor versión de mí mismo”, define el sueco bonachón (François Damiens) esta relación que nace con un beso que parece salir de la nada. Con una cuidada fotografía y la banda sonora de Emilie Simon, David Foenkinos adapta junto a su hermano su propia novela y el resultado es un film pequeño, pero que representa al amor como lo que es: lindo, misterioso, loco y extraño, algo con lo que cualquiera puede sentirse identificado. Quizás a lo último sí parezca sobrarle unos minutos y hay algún personaje secundario que, quizás porque no está construido sólidamente, no termina de cumplir su función pero no deja de ser una opción agradable.
Una economía "asesina"! Andrew Dominik dirige "Killing Me Softly", una de gángsters, adaptación de una novela de George V. Higgins, protagonizada por Brad Pitt, a quien ya había dirigido en "The Assassination of Jesse James by Coward Robert Ford". En "Mátalos Suavemente", Brad Pitt, que se toma su tiempo hasta aparecer en pantalla, es un asesino contratado para buscar y encargarse de dos ladrones que parecen tener más suerte que talento y que acaban de robar una importante suma a una casa de juego clandestino. La idea es plantear una metáfora (y crítica) sobre la crisis económica y financiera de los Estados Unidos pero el problema no es lo que se quiere decir, sino el hecho de que poco queda en el subtexto. Los discursos de la campaña electoral que se escuchan a lo largo de todo el film subrayan la premisa de una película que a nivel narrativo le falta mucho trabajo. Pero Dominik dirige mejor de lo que escribe un guión, y estiliza la película de una manera, que si bien no es poco innovadora y por momentos recuerda demasiado al cine de Guy Ritchie, no deja de ser atractiva. Con escenas ralentizadas que no hacen más que pretender embellecer la violencia (así como lo hace Quentin Tarantino) y planos cuidados y correctos, algunas pecan de ser más largas de lo necesario, incluso varias de las más dialogadas, que a veces no aportan demasiado, casi rozando el tedio. La banda sonora es bonita, con algún tema de The Velvet Underground (que suene el comienzo de Heroin en una escena en la que los dos personajes se están drogando es otro ejemplo de que todo lo que se quiere expresar está demasiado acentuado), Johnny Cash y hasta de Nico. Además de Brad Pitt, el elenco protagónico que en su totalidad es masculino, está compuesto por James Gandolfini como un patético y borracho Mickey; Scott Mcnairy y Ben Mendhelson como estos ladrones que intentan sobrevivir en una sociedad que depende del dinero; Ray Liotta como una víctima de los malhechores; y Sam Shepard como la cabeza de los asesinos, Dillon. Con ironía, humor negro, escenas de tensión y alguna sorpresa, Killing Them Softly es un film visceral, visualmente fascinante, pero que le falta intensidad y profundidad narrativa para que se convierta en una obra que perdure en el tiempo. La película es entretenida y sirve para pasar un buen rato, no mucho más.
Aceptamos el amor que creemos merecer. Es probablemente por eso que Candace está con alguien que es capaz de levantarle la mano. Y Sam, con un joven que no la valora y la usa a su antojo. Y Patrick sufre por el amor de alguien que no puede mostrarse al mundo como es, sólo por cobardía. Charlie es un observador, un “wallflower”, un marginado, no participa. Pero al ser invisible y ver realmente las cosas, entiende. No puede tomar una posición y pone la felicidad, o al menos el bienestar, de los demás por encima del propio. Callado, frágil, sensible, Charlie por fin logra hacerse un grupo de amigos tras el suicidio de su mejor y único amigo. Y así como él es único, cada uno de estos “locos” también son particulares y se diferencian del resto. Por eso probablemente decidan representar en el escenario “Rocky Horror Picture Show”. Algunos han definido a “The Perks of Being a Wallflower” como una película de generación. Quizá porque representa aquello que muchos olvidamos y dejamos atrás: lo que se siente tener 16 años, estar a medio camino entre ser niño y ser adulto. Ese momento en la vida en que es tan fácil sentirse insignificante. La adaptación del libro que realiza su propio autor, Stephen Chbosky, es correcta, aunque poco jugada. No hay cambios pero sí entendibles omisiones. La película logra conmover tanto (quizás incluso más) como el libro. Ahora no sólo somos testigos del buen gusto musical que tienen sus personajes, sino que el poder escuchar esas canciones acentúan los momentos emotivos. Logan Lerman es Charlie, este muchacho especial, que no puede dejar de ver al fantasma de su querida tía Helen, que guarda más secretos de los que él cree, que en cualquier momento puede quebrarse y que le escribe a alguien que podría ser cualquiera, vos o incluso yo. Ezra Miller es Patrick, liberal y rebelde, quien aporta frescura e intenta vivir su vida con intensidad. Emma Watson (ya alejada de Hermione) es Sam, la hermosa chica de la que Charlie no puede evitar enamorarse. Acompañan el elenco un brillante Paul Rudd como el profesor de literatura que va a alentar a Charlie a leer y leer para que en un futuro, escriba; Kate Walsh y Dylan McDermott como los padres de Charlie, Nina Dobrev como su hermana, y Joan Cusack con una pequeña pero primordial aparición (aunque me hubiese gustado que apareciera antes ese personaje, sobretodo porque no puedo evitar recordar cuando en el libro Charlie escribe que ahora entiende aquellas preguntas que le hacía el psiquiatra). “The Perks of Being a Wallflower” es capaz de hacernos reír y llorar. De enamorarnos. Trata temas tan difíciles como el suicidio y el abuso sexual, pero lo hace con mucho corazón. Y nos relata lo importante de encontrar a esos amigos tan especiales, que aparecen en el momento menos esperado y se quedan a tu lado. La adolescencia, esa época caótica, traumática y hermosa, llena de momentos que no se repiten. Es una película que no dudaría en recomendar, inspiradora. Porque bajo el puente, con la música de Bowie sonando, de noche y con nuestras alas extendidas, somos infinitos.
Arnold Schwarzenegger vuelve tras largos años a protagonizar él una película. Es que después de Terminator 3, sólo ha hecho algunas apariciones. Y como no podía ser de otro modo, el film tenía que estar a la altura de la imagen que supo construirse tras su filmografía. Entonces, Arnold Schwarzenegger se pone en la piel de un policía convertido en sheriff en un tranquilo pueblo donde lo más emocionante que puede pasar, es meter preso a un joven que se emborracha y comienza a molestar (Rodrigo Santoro, bastante desperdiciado). Por eso no sorprenden que los oficiales en total no sean más de cuatro. Unas personas extrañas aparecen en el pueblo y luego saltamos inmediatamente a lo que sucede un poco más lejos, en Las Vegas, donde se monta un operativo muy grande para trasladar a un presidario comandado por Forest Whitaker. Y claro, las cosas no van a salir como se esperaba y el presidario (el actor español Eduardo Noriega) se convierte en un fugitivo que planea pasar la frontera muy cerca del pueblo donde el sheriff lleva su calmada vida. Con un guión muy simple y una construcción de personajes muy plana (el bueno es bueno, el malo es malo, y eso es todo), la película pone todo su esfuerzo y ganas en las escenas de acción, ya sean escenas de persecuciones increíbles en autos increíbles, como en las de tiroteos y muertes con sangre por doquier. Además de la acción, se cuenta con una buena dosis de humor, muchas de ellas gracias al personaje que interpreta Johnny Knoxville (que parece estar destinado a interpretar a caracteres payayescos), aunque también el propio Arnold se permite burlarse de sí mismo y de su edad. Aún así, sale bien parado. Demuestra que más allá de su edad, todavía puede ponerse al hombro toda una película. "Mi honor no está en venta" dice. Y sí, la película colmará las expectativas de quienes disfruten una clásica película de acción, como esas que te pasan por canales de aire los fines de semana. Mientras no le pidan mayor profundidad..