Nicolas Cage sigue empeñado en hacernos creer que es un héroe de acción. "Stolen" es un claro ejemplo de sus ganas de convertirse en el héroe de acción que nunca será. Esta es una película de Simon West, director abocado en general al cine de acción, en cuyo currículum figuran "Con Air" (también con Nicolas Cage), "Lara Croft: Tomb Raider", "The Mechanic" y "The Expendables 2". "Contrarreloj" tiene todo lo que se puede esperar de una película de acción efectista, nada más. Un protagonista que es definido como "el mejor ladrón de bancos del mundo" pero al que un robo le sale mal y entonces pasa largos años preso, lo que lo aleja aún más de su familia, una hija adolescente que va a terapia casi por culpa suya, un ahora enemigo ex compañero suyo que se sintió traicionado por él (el carilindo Josh Lucas con un look un poco bizarro, casi caricaturesco) cuando en realidad al que abandonaron fue al propio protagonista, y un policía que siempre lo tendrá en la mira, sobretodo porque cuando lo atraparon, el dinero (una suma enorme, claro) nunca apareció. Nicolas Cage (a favor suyo, más bien contenido) es un ladrón, pero es honesto, así se lo percibe, es una buena persona que intenta retomar la relación con su hija. Josh Lucas es el villano, que en estos años no hizo más que juntar rencor y hoy sólo quiere lo que él considera suyo. El policía, Danny Huston, no es más que una piedra en el camino, un hombre que necesita volver a su vida pero no puede más que ser la sombra de este ladrón mientras siga cometiendo (o sospechando que lo hace) robos. Acompaña en el relato la bonita Malin Akerman, como la única compañera que le sigue siendo fiel tras estos años en la cárcel, aunque se haya alejado ya del mundo del delito. La película empieza con todo: un trabajo de montaje nos hace pensar que esta puede no ser una simple película más del género, en la que nos hacen creer algo que no es, nos engañan como al mismo policía. Pero esto dura unos pocos minutos, el resto de la película no escapa a los clichés, a las persecuciones automovilísticas, secuestro de su hija (lo que mueve a su protagonista a volver al ruedo), luchas cuerpo a cuerpo en las que siempre sale ganando, el reloj que corre, y así hasta llegar a un final, ya cada vez más absurdo. Simon West entrega un film entretenido, que se nutre de fórmulas muy típicas del cine de los ochenta y los noventa de acción, y por lo tanto cumple con su cometido.
"Le Skylab", o "Verano del '79" en su título local, comienza con una familia subiéndose a un tren, en la que tienen tickets de asientos separados entre sí. La madre intenta, sin mucho éxito, pedirle a algunos de los otros viajantes que cambien asientos. "Quiero que estemos juntos como la familia que somos". No puede, y se sienta, al lado de la ventana, y entonces comienza a recordar. Y allí empieza la película. La imagen nos lleva al tiempo en que ella es una niña viajando al cumpleaños de su abuela. La reunión es multitudinaria, una familia muy numerosa llena de matices. En ella aparecen todos los personajes de un grupo "muy normal". También las situaciones que ella recrea desde la memoria, se viven, en la visión del espectador, como cotidianas. ¿Quién no se agarró de niña a los pelos con otra? ¿Quién no se olvidó a la abuela afuera porque ésta se quedó dormida? ¿En qué reunión no empiezan a discutir por temas políticos hasta llegar a los gritos y crear un ambiente hostil? Sobre todo en sus comedias situadas en París y Nueva York, Delpy ya había demostrado saber a la hora de construir estos universos, pues aquí esto está al extremo, lo que lo hace mucho más divertido. La película se limita a retratar esta jornada familiar. Sí, afuera hay algo más. Se dice que va a caer un satélite por allí cerca y Anna, la niña, no puede evitar sentir miedo, pensar en el ¿y si hoy es nuestro último día? Pero en realidad, también como la escena del principio en el que ella se sienta y recuerda, parecen excusas, nunca se lo percibe como lo más importante, todo parece ser una excusa para mostrarnos como funciona y se vincula este grupo de personas. Anna en ese fin de semana se pelea con su prima, duerme con su primo en una carpa, tiene su primer ilusión amorosa con un chico más grande que ella con el que baila y también su primera desilusión cuando luego lo ve besarse con su novia. Etapas. Etapas que la hacen cuestionarse, no sólo por el fin del mundo, sino por su vida y el amor. "Ojalá alguien me ame algún día", dice. Y piensa en uno de los personajes coloridos más interesantes que tiene el film, el del tío Hubert, dice de él: "Es amable y nadie se enamora de él". Y es que en general los personajes que se presentan son tienen cierta caracterización de incorregibles y perdidos, pero aún así son queribles, alguno más que otro. Es que al fin y al cabo, como dice uno de sus personajes, a la familia no se la elige, se la acepta. Así como son. Nostálgica y divertida, la película de Julie Delpy no es totalmente autobiográfica (ha dicho que, por ejemplo, el tío Hubert ha salido de su imaginación) pero se percibe mucha apreciación por aquellos momentos familiares. En ella, la actriz y directora, elige interpretar a su madre joven. Su abuela es, nada menos que, Emmanuelle Rivas, a quien hemos visto hace poco en "Amour". Sin duda, un film que vale la pena ver, en el que no costará verse reflejado y sin dudas, a la familia en la que nos tocó crecer.
"Parker" está dirigida por Taylor Hackford. Para que se den una idea, su filmografía es tan despareja que en su curriculum figuran "Eclipse Total", "El Abogado del Diablo", "Prueba de Vida" y "Ray". Con esta nueva película se mete en una adaptación de Donald E. Westlake, autor que ha sido trabajado varias veces en el cine ya (en "Payback" Mel Gibson interpreta al mismo personaje pero con otro nombre). El guionista es John J. McLaughlin, que, entre otras, ha escrito "Black Swan", la película de Aronofsky que fue bastante bien recibida por la crítica, pero a mí me resultó de un guión muy flojo. Jason Statham es Parker, un ladrón, pero también un justiciero, no roba a quien no tiene (se lo puede ver como a una especie de Robin Hood también), no asesina a quien no debe morir y no va a lastimar a un inocente, pero sí va a vengarse de los malos, sobre todo si lo han traicionado. "No robo a gente que no puede permitírselo y no le hago daño a quién no lo merece". Y la película comienza justamente con un robo que no sale del todo bien y cuya parte de su botín no le es dado. Todo esto va a desencadenar, claro, en un plan para apropiarse de lo que él cree que se merece, quitándoselo a quienes no, pero por supuesto, se va a encontrar con muchas trabas. Las películas de acción en general tienen un propósito bien claro: entretener. Las productoras hollywoodenses derrochan millones de dólares en persecuciones en auto, incendios, o destruyendo edificios. Esta película tiene algo de eso, pero también tiene un guión plano y sin muchas ideas que no sólo no logra una historia interesante sino que por momentos desconcierta por no encontrar el registro adecuado para encuadrar el relato y, si, durante gran parte, le cuesta atrapar el interés de la audiencia. Si a esto le sumamos técnicas de realización que van desde una cámara en mano que da la sensación de documental (como cuando encuentran el cuerpo casi muerto del protagonista después de ese operativo que no sale como esperaba), hasta flashbacks (y algunos repetitivos) coloridos y luminosos, donde además, se permiten varios gags (unos más efectivos que otros) e intentan una escena digna de una película gore, todo luce un poco... desbalanceado. Jennifer Lopez aparece como el gancho femenino pero la verdad es que prácticamente su presencia es casi innecesaria, dado la propuesta central del guión. Al principio la podemos entender, la mujer está cansada de que la pasen por encima, de vivir mostrándoles a gente millonaria casas que como bien dice ella nunca va a poder comprar, y sobretodo está cansada de vivir con su madre pero es la única opción que encuentra. La vida es dura para los agentes inmobiliarios en Palm Beach con la crisis no? También tenemos en el cast a Nick Nolte, en un personaje pequeño que va a ser muy importante... pero sólo al principio, porque después va a desaparecer y uno ya no se va a acordar de él (una pena, nos encanta su voz ronca). Resumiendo, es una película que te va a dejar conforme exclusivamente si la abordás como entretenimiento pasajero. Obvio si te gusta Jason Statham, esa espalda que tiene (!!). Para ver a Jennifer Lopez, si te van las latinas que cantan mejor de lo que actúan. Despareja y ciertamente, solo para fanáticos acérrimos del género, de esos que con tiros y algunas explosiones ya salen felices de la sala. Está lejos de las mejores producciones de este director, sin dudas.
Era verano. Días cálidos y soleados. Se disfrutaban junto a la familia y los amigos. No es que no hubiese demasiadas preocupaciones pero éstos no parecían tan graves. Lo importante era pasarla bien. En casa, en algún boliche o estando recostados en la cama con tu novia. Pero ahora es invierno. Los días son fríos y grises. La casa está casi en ruinas. La familia anda por otro lado. Los amigos se fueron o nos alejamos de ellos. El film, dirigido por Daniel Gimelberg, es su primer largometraje, ya fue estrenado hace unos años en el Bafici pero con otro corte. El principal cambio es que Luis Alberto Spinetta grabó unos temas originales. Y este cambio es fundamental. Lamentablemente él nunca llegó a ver la peli terminada y al final del film aparecela leyenda "Dedicada a la memoria de Luis Alberto Spinetta". Con Fito Paez como productor musical, además de canciones de ellos dos suena alguna de Él Mató a un Policía Motorizado. Y es que en la película, la música juega un papel fundamental, pues ésta pasa de la generación del padre del protagonista a la del joven que intentará hacer de estos cassettes (sí, la nostalgia a flor de piel) la banda sonora de su vida. La película intercala dos tiempos. Este agradable verano que se fue y el invierno que no termina. En el medio algo sucedió, algo hizo que Nacho (Nahuel Viale) se quedara solo en su casa, se alejara un poco del mundo e intentara sobrevivir con unos pocos pesos que hace trabajando y cobrando un sueldo de un negocio que tuvo su padre. Pero mientras aquel verano demostraba tener una vida acomodada, hoy sólo gasta el dinero en drogas, sin poder permitirse si quiera tener una computadora. ¿Los estudios? Sus sueños de ser arquitecto se vieron frustrados por la dificultad de una carrera que requería una atención que él no le podía depositar, en nada ni nadie, ni siquiera en su novia, Ana. "Te equivocás en una fórmula y se te cae el edificio", le dice el profesor tras no poder aprobarlo. Y así es su vida, el edificio que se cayó. "Antes" es una buena película salvo cuando peca de querer parecerse demasiado al cine "de autor" argentino. Hay momentos innecesarios (cuando ella le susurra, de la nada, al oído "no estamos muertos") y además tiene un uso más frecuente de lo necesario del zoom in, que personalmente es un recurso que no suelo disfrutar si no se lo usa con moderación. Nahuel Viale, Martín Piroyanski, Nauel Perez Biscayart (probablemente el más interesante de estos personajes secundarios porque, a diferencia del protagonista que parece no saber qué quiere y quién es, éste lo tiene bien en claro), Romina Ricci (que protaogniza una hermosa escena musicalizada diegéticamente por uno de los temas más hermosos y deprimentes de Fito, "Creo"), Alejandra Flechner como su madre y Carlos Portaluppi como el socio de su padre y que va a despertar sospechas a causas del estado paranoico en que cae su protagonista. "Antes" está contada con esa estructura dividida, y lo hace de manera muy correcta. Mostrando a los dos Nachos, el que fue y el que es, atravesando por diferentes estadíos. Porque Nacho tiene que caer, tocar fondo, y luego correr. Correr hasta caerse sin aire en los brazos de Ana. "Justo que pensaba en vos, nena, caí muerto" canta Spinetta. Pero morir es también renacer. Por eso la película tiene ese final esperanzador, nos salva el amor, y que deja esa agradable sensación.
Anexo de crítica por Jessica Johanna "Amour" es una película difícil. El cine de Haneke es difícil. No es para todo el mundo. Hay que estar dispuestos a su cine que nos puede hacer sentir distantes, pero también incómodos, o que en algún momento nos descoloca. Contar de qué se trata "Amour" la haría parecer muy distinta de lo que es. Una pareja de ancianos de unos 80 años que se acompañan. Él pasa a cuidarla a ella en una enfermedad que sigue y sigue creciendo hacia un final inevitable. Pero al saber que es de Haneke, sabemos que no vamos a encontrar precisamente una historia "tierna". El amor para Haneke es así, doloroso y largo. Por eso mientras vemos como él cuida a su amada mujer, somos también testigos de una agonía que no parece querer terminar. Porque esta historia en las manos de otro director, sería un producto totalmente distinto, posiblemente lleno de golpes bajos y lugares comunes. Los dos protagonistas (una Emmanuelle Rivas, aquella mujer que nos enamoró en "Hiroshima Mon Amour", de Alain Resnais, nominada a incontable cantidad de premios y recientemente ganadora en los BAFTAs, y un Jean-Louis Trintignant sublime) están muy bien dando vida a dos personas que podríamos ser cualquiera de nosotros dentro de algunos años. Los vemos mantenerse, sostenerse el uno en el otro, mientras sus cuerpos empiezan a abandonarlos. "Amour" es una película complicada porque nos hace sentir incómodos. No es fácil ver aquello que todos sabemos que existe, que sucede, pero reflejado con tanta naturalidad y realismo. Haneke es un gran cineasta, lo sabemos. Sabe cómo posicionar la cámara, que apenas se mueve y puede permanecer en un mismo lugar largos minutos, haciéndonos testigos del tiempo que continúa corriendo. No hay música extradiegética, ellos escuchan música clásica, pues ambos han sido profesores. Pero el relato, y esto no sorprende en el cine del director, es frío y distante, y acá también claustrofóbico, ya que prácticamente toda la película se sucede dentro de las paredes de ese departamento que los acoge. Sin haber visto la filmografía completa del director, pero sí varias películas, y haberlas disfrutado a su modo (como se disfruta su cine, sufriéndolo), considero que "Amour" no está entre sus mejores obras. Incluso la metáfora de la paloma (en una escena muy linda estéticamente, de la que dicen que se han hecho varias tomas) es un recurso demasiado obvio para un director que no lo es. Resumiendo, "Amour" es un relato crudo. Una buena película que ha sabido captar la atención, pero que difícilmente esté a la altura de otros relatos suyos que no han tenido tal reconocimiento. Y si bien, insisto, es una buena película, me resulta muy difícil de recomendar. "No recuerdo la película, pero recuerdo la emoción", dice el protagonista en algún momento. Y lo que provoca en esta película no son sentimientos fáciles de manejar. Entonces vuelvo a insistir, no es una película para todo el mundo. Hay que saber a lo que uno se expone. Personalmente, disfruto este tipo de propuestas, pero son muy consciente de que a veces resulta complicado.
Esta película estaba lista para estrenarse hacia fines de diciembre, en medio de la euforia desatada por las profesías mayas, y si bien pocos creían que realmente se venía el fin del mundo, el cine ha aprovechado y sacado a relucir incontable cantidad de películas apocalípticas, y el cine argentino no estuvo exento gracias a esta ambiciosa producción. Pocas películas nacionales de este género (el thriller pero podríamos incluir también al terror) llegan a nuestra cartelera por año. Por suerte, desde hace más de una década tenemos al Buenos Aires Rojo Sangre, festival donde 555 tuvo su proyección un par de meses antes de llegar a las salas comerciales. La película tiene como protagonista a Antonio Birabent (actor y músico que admiro y sigo desde hace tiempo) como Gabriel, un profesor recién separado, cuyo único amigo parece ser su primo Tony (Gonzalo Suárez) que lo banca en todas. Un día conoce a una joven estudiante (Belén Chavanne) que tras acercarlo al artista Benjamín Parravicini, desaparece de su vida misteriosamente. Pero las obras de este artista argentino, unos dibujos proféticos de quienes muchos creen que logró predecir el atentado a las Torres Gemelas ("La libertad de Norteamérica perderá su luz, su antorcha no alumbrará como ayer y el monumento será atacado dos veces" escribió allá por 1939), lo obsesionan e introducen en un laberinto de descubrimientos que lo llevan a la conclusión de que el fin del mundo podría estar muy cerca. Antonio Birabent se carga la película al hombro, pues aparece en cada escena. Como película de género, el film logra ser muy interesante dentro de la industria. El plano final es increíble (difícil de borrarlo de la cabeza), aunque trucado, lamento decepcionarlos, pero a cargo de Leandro Visconti (Lost) por lo que visualmente es deslumbrante. Lamentablemente la película decae un poco en el último tramo narrativo para llegar a una resolución alrededor de esta joven misteriosa, que resulta poco convincente. Escrita y dirigida por Gustavo Giannini, este thriller con ciertos tintes fantásticos, e incluso románticos es una opción novedosa dentro de este desborde de películas nacionales en la cartelera.
Adrián Caetano se ha ganado un nombre en la industria cinematográfica argentina. Desde su primera película que supo llamar la atención, y consiguió su mayor reconocimiento con "Crónicas de una fuga". Tras una polémica que no viene al caso, el realizador regresa con una película con rostro femenino: "Mala". A simple vista, recuerda bastante al exitoso "Mujeres Asesinas". Sin embargo, hace varios años que Caetano tenía este proyecto en su mente, pero dice que fue Natalia Oreiro quien lo instó a seguir adelante y escribir el guión de un film que incluso iba a ser protagonizado por ella (con quien ya había trabajado en "Francia"). Cuando Natalia Oreiro quedó embarazada y se bajó del proyecto, el personaje que iba a interpretar ella, el de Rosario, la asesina que es contratada para matar a hombres, pasó a estar repartido en cuatro actrices, tomando la delantera Florencia Raggi. Esta decisión parece azarosa, y no sirve más que como excusa para ver mayor variedad de rostros femeninos. Brenda Gandini, Liz Solari y Maria Dupláa son las otras caras de esta asesina. Rafael Ferro es su próxima víctima, a quien Ana Celentano encarga que se lo mate "lentamente", y Juana Viale, es su joven mujer embarazada, una mujer con ilusiones y mucha inocencia. El personaje interpretado por Ana Celentano, una mujer en silla de ruedas y resentida, saca de la cárcel a Rosario (Florencia Raggi, en su mayor parte) para que haga ese trabajo. Si bien muchos de los nombres que acabo de mencionar, en general me provocan mucho miedo a la hora de ver actuar (Gandini, Solari y sobretodo Viale), en esta película debo confesar que me sorprendieron. Aún así, las actuaciones es de lo poco rescatable de un film innecesariamente rebuscado. Cuesta creer que sea una película de Caetano, se percibe más amateur, incluso desde el montaje (con ideas que parten seguramente desde el guión). La película no termina de decidir un tono (¿es un melodrama sangriento, como asegura su director? ¿una película clase B? ¿un drama negro? Por momentos es demasiado seria para considerarla intencionalmente bizarra), ni tampoco una postura (parece ser muy feminista, pero acá las mujeres son "malas" y si uno logra sentir algo de empatía por un personaje es por el masculino). "Había una vez en un mundo sin amor", es lo primero que nos dicen, y al introducirnos un nuevo mundo, se le puede permitir que una misma persona tenga diferentes rostros. El problema es que a grandes rasgos, la película queda en un intento fallido, si bien su director asegura que es su forma de volver a los orígenes, y hacerlo desde una mirada mucho más personal. No termina de construir este mundo, así como tampoco termina de definir a sus personajes, les falta cuerpo. Y más allá de alguna escena interesante (puedo confesar que me gusta la de Liz Solari, casi al comienzo), la película se torna aburrida con un final "gracioso" que nos vuelve a cuestionar qué es lo que estamos viendo.
Un corazón roto y una cámara Súper VHS. José Luis García se llevó esas dos cosas para emprender un viaje inesperado a Corea del Norte allá por el 1989. Allí conoce y se enamora (en el sentido más puro de la palabra) de una joven manifestante, esta chica del sur, Lim Su-kyong, que manifiesta a favor de la Reunificación, para poder viajar de Corea del Norte a Corea del Sur sin tener que hacer escalas en otros países. A partir de ahí, lo que va a hacer el realizador es seguir los pasos de la “Flor de la Reunificación” (como se hace conocida por esa época), aquella joven que con 20 años cruzó una de las fronteras más vigiladas del mundo (lo que la llevó a estar en prisión varios años) y hoy en día es docente universitaria, una figura que supo estar en boca de todos y hoy está casi olvidada. Y es que esa experiencia en 1989 sería un antes y un después en la vida de José Luis García, que varios años después necesita concluir esa historia. Por eso investiga y vuelve a viajar (con la ayuda de un traductor que será un personaje clave) para lograr concretar con ella una entrevista. Pero antes de ésta, tiene la oportunidad de conocerla mejor en la vida cotidiana, brindando esto mucha honestidad así al relato. Una entrevista que no se da probablemente como la había imaginado (porque de la fantasía a la realidad hay un largo trecho, y siempre todo parece más lindo y perfecto cuando lo imaginamos) pero sirve para exponer a este objeto de estudio y de deseo como lo que es, una mujer, frágil y dañada. Una entrevista que termina siendo realizada vía mail y con respuestas de escasas palabras. Con un gran trabajo de montaje y un sutil guión, esta historia no es sólo la historia de una chica que “soñaba con un mundo mejor”, sino la de un joven que se ve deslumbrado por una mujer que admira, una historia de amor por sobre todas las cosas (con un transfondo político, por supuesto). Es que mientras la primer parte es más un registro político de una época y un lugar, la segunda es más personal e intimista. La película empieza con un viaje y termina con otro. Y no es sólo un viaje terrenal, sino también interior. Este documental es el segundo del realizador, y ganó el Premio del Público en la última edición del BAFICI y ahora se estrena, como suele suceder con estos productos, en unas pocas salas.
Una de las caras más familiares del cine francés, la gran Isabelle Huppert, protagoniza este film dando vida a Agathe, una mujer elegante, fina, intelectual y fría, vive en pareja con el padre de su único hijo, pero no están casados. Quien la acompaña es Benoît Poelvoorde (Románticos Anónimos), interpretando a Patrick, un hombre, para resumir, totalmente opuesto. Él es promiscuo, vulgar, bebedor y tiene un hijo al que le quieren quitar por no tener un lugar donde vivir. Y justamente es por sus hijos que los dos se van a conocer. La directora es Anne Fontaine, quien se encargó de dirigir a Audrey Tautou encarnada sutilmente en la piel de Coco Chanel en "Coco Avant Chanel". La película es una comedia de enredos al mejor estilo francés y su encanto radica probablemente en mayor cantidad en su mujer protagonista. Imposible no amar a Huppert, esa mujer menudita, colorada y con pequitas. Probablemente la historia ya fue contada muchas veces, los contrastes entre dos personas tan opuestas que a la vez parecen estar destinadas a estar juntos. "Los que se pelean se aman", nos decían cuando éramos chicos. No obstante, viendo la película uno se cuestiona muchas veces si estas dos personas finalmente van a terminar juntos. Mientras Patrick no deja de ser un hombre que a veces da vergüenza ajena, Agathe sólo logra liberarse un poco tras unas copitas demás. Además, el film cuenta con unas tramas secundarias que logran agregarle colorido. Película de mensaje claro y subrayado, en la vida hay que liberarse y disfrutarla. Nos lo dijeron muchas veces, pero ¿cómo no creerle y querer hacerle caso a la gran Isabelle?
Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Tres grandes nombres, tres actorazos que vienen desde hace décadas trabajando y cada uno tiene en Hollywood un lugar privilegiado que han sabido ganarse. Pero si hay algo que nadie puede vencer, es el paso del tiempo. La película en cuestión, dirigida por Fisher Stevens, sucede toda en un día, un día largo y muy especial para cada uno de los tres protagonistas. Al Pacino es Val, quien acaba de salir de la cárcel tras 28 años preso por un crimen del cual no fue del todo culpable, y es recogido por su gran amigo, Doc (Christopher Walken), quien tiene la tarea de asesinarlo ya que lo consideran culpable de la muerte del hijo de la cabeza del "negocio", y es por eso que intentará hacerle pasar unos buenos últimos momentos. Entre los caprichos de Val está el sexo, la bebida, la comida y claro, los problemas, que pueden ir desde los propios de su edad hasta aquellos en los que decide meterse él y a sus amigos. Y es que entre sus planes, también está el revivir los viejos (¿y buenos?) tiempos, y para ello también tienen que contar con Hirsch (Arkin), que está internado en un asilo y lo liberan de allí, y es quizás el más interesante de los tres a nivel de construcción. El film, una comedia de acción, comedia dramática, buddy movie, con varios gags (algunos más efectivos que otros), se va "enterneciendo" a medida que llega al final, para caer en una resolución edulcorada. Walken está correcto, tranquilo, en su personaje. Pero lo acompaña un Al Pacino ya casi ridículo y una banda sonora con temas "originales" de Bon Jovi. Arkin sobresale por el corazón que le pone a su papel y acompaña también una Julianna Margulies enfundada en el delantal de enfermera (¿les suena?). Supongo que últimamente nos gusta sentir nostalgia y por eso se la pasan haciendo programas y películas que, o nos trasladan directamente a aquellas épocas, o pretenden homenajearlas, por ejemplo acá, con estos actores que ya supieron pasar sus mejores momentos. Quizás con un guión más parejo y menos trillado, se podría haber logrado un producto más redondo.