“Somos campeones”, de Javier Fesser Por Jorge Bernárdez Se toma un personaje con alguna disfunción emotiva y con problemas de empatía y se lo obliga a interactuar con aquello que odia o que no le causa la menor gracia. Se agita el contenido y se sirve. La mayoría de las veces funciona y hasta puede emocionar. Somos campeones empieza con una pelea en un partido de basquet de la primera división del campeonato español de ese deporte. Marco (Javier Gutierrez) se opone a las indicaciones que su jefe que es el entrenador principal y el enfrentamiento se termina de resolver entre empujones e intentos de agresión. De salida del partido, el irascible Marco se emborracha y tiene un choque con un coche de la policía -un rato antes habíamos visto a Marco maltratar a un muchacho con capacidades intelectuales diferentes-. Marco a esta altura es un personaje que se muestra como un autentico gilipollas (y ya que estamos en una comedia española podemos usar esa expresión). Lo siguiente es el juicio sumario que se le sigue y en el que una jueza le suspende el registro de conductor por dos años y le dice que puede evitar ciento ochenta días de prisión aceptando un trabajo comunitario. Así que el irascible Marco va a parar a una asociación que se encarga de gente con capacidades intelectuales diferentes como entrenador de basquet, justo cuando el equipo estaba a punto de quedarse afuera del campeonato nacional. Marco va tomar a desgano el trabajo, pero como corresponde a esta clase de historia, le va a ir tomando el gusto y a medida que la distancia con los miembros de su equipo va desapareciendo, el protagonsita va a resolver los problemas personales que lo habían vuelto irascible y hasta va a reconquistar a su esposa, además de descubrir zonas que hasta ese momento había preferido no investigar. Somos campeones se apoya en la buena actuación de Javier Gutierrez, pero sobre todo en la simpatía que despliegan los nueve actores, que realmente son personas con capacidades intelectuales diferentes. Por supuesto que es difícil de creer que un pelmazo (seguimos con los españolismo, si) como el protagonista va a resolver sus problemas en noventa días de probation, pero eso ya es un problema de guión y de verosimilitud, La película entre otras cosas deja dudas sobre si esta la única clase de humor que estas nuevas épocas de corrección política es este, plagado de buenas intenciones pero ausente de carcajadas. Y ojo que no es que la película no lo intente, hay unos toques de humor escatológico al estilo de los Farrelly, pero Somos campeones le cabe la simpatía pero con gusto a poco. SOMOS CAMPEONES Campeones. España/México, 2018. Dirección: Javier Fesser. Intérpretes: Javier Gutiérrez, Athenea Mata y Juan Margallo. Guión: David Marqués y Javier Fesser. Fotografía: Chechu Graf. Edición: Roberto Bolado y Javier Fesser. Música: Rafael Arnau. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 124 minutos.
“Bohemian Rhapsody”, de Singer y Dexter Fletcher Por Jorge Bernárdez Desde que se supo que la vida de Fredy Mercury iba a llegar a la pantalla grande, el proyecto estuvo rodeado de controversias, chismes, peleas y todo concluyó con la expulsión del director Bryan Singer, que de todas maneras es quien aparece en los títulos. Rapsodia Bohemia es la historia de Fredy Mercury pero también es la historia de la banda en la que brilló y no podía ser de otra manera ya que aparecen cómo productores nada menos que Brian May y Roger Taylor, es decir el guitarrista y el baterista de Queen, lo que hace que uno se pregunte qué pasó con el bajista y la respuesta está en los últimos recitales en los que se presentó lo que queda de Queen donde Deacon no participó. La primera noticia que se tuvo fue que Sacha Baron Cohen quien se iba a meter en las pantalones de Fredy Mercury pero finalmente se bajó y su reemplazo fue Ramy Malek, a quien le público conoce por la serie Mr Robot, entre otras cosas. Malek al poco tiempo de filmar comenzó a quejarse de la falta de atención del director y eso más algunas denuncia que nunca llegaron a aclararse de lo que se conoce en Hollywood como “Me too”, terminaron con la separación del director de Los sospechosos de siempre y de lo mejor de los X Men. De entrada la narración de la película se centra en el inmigrante al que todos confundían con un pakistaní y que inevitablemente terminaba en pelea, ya que al joven Bulsara se rebelaba y aclaraba que era de Zanzibar. Si para afuera se encargaba de dejar en claro su real procedencia, para la interna familiar era un rebelde que hacía que el padre sufriera por que lo veía lejos de las enseñanzas de la tradición Zoroástrica que era la religión que practicaban los Bulsara en su país natal y por la cual tuvieron que huir. Cuando empieza la película el joven marginado por la sociedad trabaja de levantar maletas en el aeropuerto, pero en sus ratos libres sabía donde estaba la acción y se paseaba por los clubes nocturnos escuchando grupos y soñando con subirse al escenario. Rápidamente la historia se encamina y muestra la forma en que Fredy se apodera del puesto de frontman de la banda que se llamaba Smile al principio de todo. A partir de ese momento asistimos al ascenso de Queen, se nos muestra las giras por pequeños poblados y cómo empiezan a codearse con los que manejaban el mundo de la música de esa época. Los vemos desafiar los lugares comunes de la industria y vemos al cambio de nombre del joven Bulsara, que le cuenta a su familia que dejó de llamarse así y que ahora se llama en su documento inglés Fredy Mercury. También lo vemos enamorarse de la mujer que le inspira la canción “Love of my Life”, pero también lo vemos juguetear con su imagen ambigua y levemente andrógina. Antes de seguir adelante un aviso a los fanáticos muy fanáticos, la película se toma muchas libertades y quizás la principal sea cierta alteración en la línea del tiempo y la aparición de algunos temas en una época en la que todavía no habían sido grabados. Queen se afianza y llega el momento de grabar “Una noche en la Ópera” el productor de la EMI les pide que graben un disco parecido al anterior, pero Fredy y el resto de la banda se empecina que no, que necesitan innovar, que el disco nuevo iba a tener una sección operística, algo de music hall y música de cabaret. Ese es un momento fantástico de la película en el que se luce Mike Myers haciendo del legendario Ray Foster, el hombre con el que la banda se peleó por tratar de imponer su criterio a pesar de que ninguna radio transmitiría un tema de seis minutos. Foster, que había producido El lado oscuro de la Luna, no quería saber nada con ese tema extravagante y desquiciado que apenas se entendía. La película tiene un quiebre, mezcla anécdotas reales con alguna idealización, pero se ve claramente que el estrellato le fue haciendo ganar confianza a Mercury que decide enfrentar a su novia y decirle que es bisexual. Rami Malek es el gran sostén del relato, su Mercury es una estrella caprichosa, insoportable, con glamour y decididamente provocadora pero muestra cierta fragilidad de fondo. El chico de Zanzibar late siempre debajo de todo. Es interesante que una película mainstream encare el tema de la sexualidad del protagonista de manera tan directa, pero también hay que decir que los ex compañeros de Fredy no se privan de pasarle alguna factura de manera no demasiada solapada. El final de “Rapsodia Bohemia” es un prodigio que deja con la boca abierta, porque reconstruye un momento único de la historia del rock. En 1985 y por iniciativa de Bob Geldof, se organiza un show en el estadio de Wembley para recaudar fondos para ayudar al continente africano. El show tendría en el otro lado del océano al estadio John Fitzgerald Kennedy en Filadelfia, con un show paralelo de artistas norteamericanos. Todo el mundo del rock confirmó su presencia menos Queen, que se encontraba en receso ya que su líder había decidido probar suerte como solista. Al momento de cerrar las listas de participantes Queen llevaba mucho tiempo sin tocar y faltando un par de semanas confirman su presencia. En los ensayos Mercury le anuncia a la banda que tiene SIDA pero les pide que no cuenten nada. Ese show de Queen en Live Aid es consagratorio, veinte minutos electrizantes. La película reconstruye ese show y es emocionante lo que logran y lo que hace Malek dandole vida a Mercury en su momento culminante. El que no se emociona con eso es porque en la venas no tiene sangre, todas la fallas o las inexactitudes de un guión que debe haber sido revisado una y otra vez quedan en el olvido y todo se vuelve una fiesta, un rito, uno de esos momentos que parece imposibles que pueda recrearse pero ahí está, en pantalla grande y con sonido Dolby. Y cuando llega el final nada más importa porque tuvimos a Queen de nuevo y por un rato la película logra una clase de magia. Y eso es más que suficiente. BOHEMIAN RHAPSODY Bohemian Rhapsody. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: Bryan Singer y Dexter Fletcher. Guión: Anthony McCarten. Intérpretes: Rami Malek, Lucy Boynton, Gwilym Lee, Ben Hardy, Joseph Mazzello, Aidan Gillen, Tom Hollander, Allen Leech, Mike Myers, Aaron McCusker. Producción: Bryan Singer, Roger Taylor, Brian May, Graham King, Peter Oberth y Jim Beach. Distribuidora: Fox. Duración: 134 minutos.rge Bernárdez - 30 octubre, 2018 Compartir Facebook Twitter Desde que se supo que la vida de Fredy Mercury iba a llegar a la pantalla grande, el proyecto estuvo rodeado de controversias, chismes, peleas y todo concluyó con la expulsión del director Bryan Singer, que de todas maneras es quien aparece en los títulos. Rapsodia Bohemia es la historia de Fredy Mercury pero también es la historia de la banda en la que brilló y no podía ser de otra manera ya que aparecen cómo productores nada menos que Brian May y Roger Taylor, es decir el guitarrista y el baterista de Queen, lo que hace que uno se pregunte qué pasó con el bajista y la respuesta está en los últimos recitales en los que se presentó lo que queda de Queen donde Deacon no participó. La primera noticia que se tuvo fue que Sacha Baron Cohen quien se iba a meter en las pantalones de Fredy Mercury pero finalmente se bajó y su reemplazo fue Ramy Malek, a quien le público conoce por la serie Mr Robot, entre otras cosas. Malek al poco tiempo de filmar comenzó a quejarse de la falta de atención del director y eso más algunas denuncia que nunca llegaron a aclararse de lo que se conoce en Hollywood como “Me too”, terminaron con la separación del director de Los sospechosos de siempre y de lo mejor de los X Men. De entrada la narración de la película se centra en el inmigrante al que todos confundían con un pakistaní y que inevitablemente terminaba en pelea, ya que al joven Bulsara se rebelaba y aclaraba que era de Zanzibar. Si para afuera se encargaba de dejar en claro su real procedencia, para la interna familiar era un rebelde que hacía que el padre sufriera por que lo veía lejos de las enseñanzas de la tradición Zoroástrica que era la religión que practicaban los Bulsara en su país natal y por la cual tuvieron que huir. Cuando empieza la película el joven marginado por la sociedad trabaja de levantar maletas en el aeropuerto, pero en sus ratos libres sabía donde estaba la acción y se paseaba por los clubes nocturnos escuchando grupos y soñando con subirse al escenario. Rápidamente la historia se encamina y muestra la forma en que Fredy se apodera del puesto de frontman de la banda que se llamaba Smile al principio de todo. A partir de ese momento asistimos al ascenso de Queen, se nos muestra las giras por pequeños poblados y cómo empiezan a codearse con los que manejaban el mundo de la música de esa época. Los vemos desafiar los lugares comunes de la industria y vemos al cambio de nombre del joven Bulsara, que le cuenta a su familia que dejó de llamarse así y que ahora se llama en su documento inglés Fredy Mercury. También lo vemos enamorarse de la mujer que le inspira la canción “Love of my Life”, pero también lo vemos juguetear con su imagen ambigua y levemente andrógina. Antes de seguir adelante un aviso a los fanáticos muy fanáticos, la película se toma muchas libertades y quizás la principal sea cierta alteración en la línea del tiempo y la aparición de algunos temas en una época en la que todavía no habían sido grabados. Queen se afianza y llega el momento de grabar “Una noche en la Ópera” el productor de la EMI les pide que graben un disco parecido al anterior, pero Fredy y el resto de la banda se empecina que no, que necesitan innovar, que el disco nuevo iba a tener una sección operística, algo de music hall y música de cabaret. Ese es un momento fantástico de la película en el que se luce Mike Myers haciendo del legendario Ray Foster, el hombre con el que la banda se peleó por tratar de imponer su criterio a pesar de que ninguna radio transmitiría un tema de seis minutos. Foster, que había producido El lado oscuro de la Luna, no quería saber nada con ese tema extravagante y desquiciado que apenas se entendía. La película tiene un quiebre, mezcla anécdotas reales con alguna idealización, pero se ve claramente que el estrellato le fue haciendo ganar confianza a Mercury que decide enfrentar a su novia y decirle que es bisexual. Rami Malek es el gran sostén del relato, su Mercury es una estrella caprichosa, insoportable, con glamour y decididamente provocadora pero muestra cierta fragilidad de fondo. El chico de Zanzibar late siempre debajo de todo. Es interesante que una película mainstream encare el tema de la sexualidad del protagonista de manera tan directa, pero también hay que decir que los ex compañeros de Fredy no se privan de pasarle alguna factura de manera no demasiada solapada. El final de “Rapsodia Bohemia” es un prodigio que deja con la boca abierta, porque reconstruye un momento único de la historia del rock. En 1985 y por iniciativa de Bob Geldof, se organiza un show en el estadio de Wembley para recaudar fondos para ayudar al continente africano. El show tendría en el otro lado del océano al estadio John Fitzgerald Kennedy en Filadelfia, con un show paralelo de artistas norteamericanos. Todo el mundo del rock confirmó su presencia menos Queen, que se encontraba en receso ya que su líder había decidido probar suerte como solista. Al momento de cerrar las listas de participantes Queen llevaba mucho tiempo sin tocar y faltando un par de semanas confirman su presencia. En los ensayos Mercury le anuncia a la banda que tiene SIDA pero les pide que no cuenten nada. Ese show de Queen en Live Aid es consagratorio, veinte minutos electrizantes. La película reconstruye ese show y es emocionante lo que logran y lo que hace Malek dandole vida a Mercury en su momento culminante. El que no se emociona con eso es porque en la venas no tiene sangre, todas la fallas o las inexactitudes de un guión que debe haber sido revisado una y otra vez quedan en el olvido y todo se vuelve una fiesta, un rito, uno de esos momentos que parece imposibles que pueda recrearse pero ahí está, en pantalla grande y con sonido Dolby. Y cuando llega el final nada más importa porque tuvimos a Queen de nuevo y por un rato la película logra una clase de magia. Y eso es más que suficiente. BOHEMIAN RHAPSODY Bohemian Rhapsody. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: Bryan Singer y Dexter Fletcher. Guión: Anthony McCarten. Intérpretes: Rami Malek, Lucy Boynton, Gwilym Lee, Ben Hardy, Joseph Mazzello, Aidan Gillen, Tom Hollander, Allen Leech, Mike Myers, Aaron McCusker. Producción: Bryan Singer, Roger Taylor, Brian May, Graham King, Peter Oberth y Jim Beach. Distribuidora: Fox. Duración: 134 minutos.
“Sólo el amor”, de Andy Caballero y Diego Corsini Por Jorge Bernárdez Emma (Yamila Saud) es abogada y trabaja en el estudio de su padre. No hubiera querido ser abogada pero cuando era chica la muerte de su madre derivó en que le padre de Emma se dedicara a la bebida y ella tuviera que cuidar de él. Ahora ya la familia está en orden y Emma que siempre había querido ser artista plástica, se dedicó al derecho. Por su parte, Noah (Franco Masini) es el líder de una banda de punk rock -hay que decir que por suerte Malcolm McLaren está muerto y no se va enterar de esta visión de lo punk-. Volvamos al hilo argumental, la banda de Noah busca la fama y se la está por dar a los pocos minutos de película, pero antes de que eso pase necesitamos que Emma y Noah que viven en mundos distantes, se encuentren, así que Noah se la lleva por delante a Emma en la calle y le tira por los aires unos papeles del trabajo. Noah la ayuda, se torean, pero el rocker le tira onda y la abogada por supuesto lo rechaza. No queda ahí la cosa, porque Noah la llama por cuestiones que no vamos a revelar y la termina invitando a ver a la banda. La noche en que Emma va con una amiga a ver al grupo hay en el bar otra interesad, Maia Levin (Andrea Frigerio) una manager de rock que sabe fabricar famosos. Maia los escucha y decide que Noah vale la pena, aunque la banda apesta. Así que mientras la abogada y el rockero se enamoran, la representante aparece en la vida de la banda de barrio para desplazar al baterista y contratarlos, haciéndoles firmar el típico contrato leonino que les han hecho firmar a muchas bandas a lo largo de la historia. El grupo, que hasta ese momento decía ser de punk barrial pasa a llamarse “Capricho”, algo digno de Fantástico pongamos, y empieza grabar temas pop gancheros. ¿Les parece trillado el argumento?. Si claro, pero además tiene problemas de verosimilitud y de guion y para agregar desatinos, alguien hizo que el personaje de Andrea Frigerio hable en un spanglish demoníaco. Suponemos que ya adivinaron lo que sigue, el rocker se marea con la fama y entra en una vorágine típica de esas carreras en ascenso, la pareja se pelea pero Emma descubre que Maia lava guita, pero el que firmó los papeles que lo incriminan en el lavado es Noah. Fábula pop de ascenso y caída con una estrella mediática, Solo el amor no cuenta nada nuevo y tampoco lo hace bien. Sandro y Palito filmaron cosas parecidas y podemos rastrear en la historia del pop otros productos tan vacíos como este. Hay un clip simpático en el medio y está Gerardo Romano haciendo de padre de Emma. A las fanáticas de Franco Massini nada de lo que escribimos les va a importar, ya lo sabemos. SÓLO EL AMOR Sólo el amor. Argentina, 2018. Dirección: Andy Caballero, Diego Corsini. Guión: A. Caballero, D. Corsini, Yamila Saud, Luis Cervi. Intérpretes: Franco Masini, Yamila Saud, Facundo Gambandé, Victorio D’Alessandro, Andrea Frigerio, Gerardo Romano, Bautista Lena, Josefina Ramírez. Fotografía: Sol Lopatin. Música: Luis Cervi. Dirección de arte: Coca Oderigo. Diseño de vestuario: Tamara Blnaco. Edición de sonido: Sebastián Levy Polat. Dirección de sonido: Jesica Suárez. Compaginación: Alberto Ponce. Duración: 95 minutos.
“Alfa”, de Albert Hughes Por Jorge Bernárdez El surgimiento de la relación entre el ser humano y los perros merecía ser contada y Alfa lo hace. ¿La afirmación anterior es un poco antojadiza? Puede ser, pero se ve que Albert Hughes pensó eso, lo escribió y lo más importante para él, consiguió plata para filmarla. Todo empezó hace 20 mil años en plena era glaciar. El joven Keda (Kodi Smith McPhee) sale de cacería con su padre Tabu (jefe de la tribu) y un grupo de cazadores. Es un momento importante para Keda ya que en esa expedición, además de conseguir alimento para su gente, deberá demostrar ser digno hijo de su jefe y por lo tanto, merecedor de la herencia su su liderazgo con su gente. Pero Keda está lleno de incertidumbre y no tiene para nada el carácter del padre. El asunto es que cazando unos bisontes, el joven tiene un accidente y es dado por muerto. El padre y los cazadores emprenden la retirada y Keda se despierta sólo en un medio hostil. Tratando de llegar a su hogar, el muchacho se encuentra con una jauría de lobos y escapando deja herido a uno. Ambos están solos lejos de su grupo respectivo y de su ambiente. El lobo y el joven se desconfían pero lentamente van armando en principio una relación de conveniencia pero llegados a un punto de la historia, mutuamente se salvan la vida tantas veces que de la conveniencia pasan a una relación de dependencia. Con un poco de películas como La guerra del fuego y algo de El oso (ambas de Jean-Jacques Annaud), más unos toques a lo Disney y bastante de “Vamos por acá, total nadie sabe exactamente que pasaba en Europa y como se vestían hace veinte mi años, salvo que hacía un frío que te la voglio dire”, Alfa llega hasta al final y la voz de Morgan Freeman nos explica algunas cuestiones de la vida como lo había hecho al comenzar el film. Fuera de lo descreído que se pueda ser, la película es divertida, tiene algo de violencia, mucho de aventura y Chuck, que hace de Alfa, es un perro lobo adorable que se deja querer. ALFA Alfa.Alpha, Estados Unidos, 2018. Dirección: Albert Hughes. Guión: Daniele Sebastian Wiedenhaupt. Intérpretes: Kodi Smit-McPhee, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Natassia Malthe, Leonor Varela, Jens Hultén, Mercedes de la Zerda, Spencer Bogaert, Priya Rajaratnam, Marcin Kowalczyk, Patrick Flanagan. Producción: Andrew Rona. Distribuidora: UIP. Duración: 96 minutos.
“Halloween”, de David Gordon Green Por Jorge Bernárdez Ha recorrido un largo camino la historia de Michael Myerspara volver a ser manejada por su creador, que participa en esta película como productor ejecutivo de un proyecto pensado por dos grandes creativos como Danny McBride y David Gordon Green. La idea que movilizó a Carpenter, que no estaba muy contento con el camino que había tomado el asunto, era la de volver a la historia general, ver qué pasó en cuarenta años en la vida de Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) y que se volviera a cruzar aquella sobreviviente con el asesino. En el comienzo de esta nueva película, Michael Myers es objeto de estudio de una par de periodistas que buscan reflotar el tema. El personaje está en prisión y no ha dicho una sola palabra desde que cometiera aquella serie de asesinatos, pero está a punto de ser trasladado a una cárcel que es básicamente un sitio oscuro y sin ninguna clase de comodidad. Hay un psiquiatra que está obsesionado con el recluso, con el mal y con sus sentimientos. Laurie es una señora mayor, recluida que perdió la tenencia de su hija hace mucho pero que mantiene contacto sobre todo con su nieta. La chica siente empatía con esa abuela “freak” que todos consideran un poco desquiciada. Llega Halloween y el pueblo se prepara para la festividad, en las vísperas del festejo Myers es trasladado y por supuesto, se escapa. La película celebra la original y hace unos escarceos de reflexión cuando en el comienzo un personaje reflexiona que al fin y al cabo Myers no es un asesino tan importante, porque una noche de terror unas niñeras no tiene entidad frente a los horrores que el mundo vio en cuarenta años. Michael vuelve a lo suyo que es matar gente, agarra puñales, martillos, ahorca y apuñala sin inmutarse. Lo más importante es que todo lleva al enfrentamiento entre Laurie y Michael -esta vez están además la hija y la nieta de Laurie que participan de la lucha- que es personal, pero además tiene algo de ancestral si pensamos que la idea general es que Myers es el mal en estado puro. Sobresaltos, sonrisas, tensión y un final que está a la altura del culto que se le rinde a la película original. Así da gusto volver al terror. HALLOWEEN Halloween. Estados Unidos, 2018. Dirección: David Gordon Green. Guión: David Gordon Green, Danny McBride y Jeff Fradley. Intérpretes: Jamie Lee Curtis, Nick Castle, James Jude Courtney, Judy Greer, Andi Matichak, Haluk Bilginer, Will Patton, Rhian Rees, Jefferson Hall, Toby Huss. Producción: Jason Blum, Bill Block y Malek Akkad. Distribuidora: UIP. Duración: 106 minutos.
“All Inclusive”, de Diego y Pablo Levy Por Jorge Bernárdez Algunas reglas que respetan las mejores comedias románticas: A- Cumplir con la promesa del inicio, aunque es cierto que se aplica a las películas en general, pero en en este género la promesa es transparente, la pareja terminará junta, no importa las complicaciones que se le presenten. B- Todos los personajes, empezando por los principales, son interesantes e importantes para la historia. C- Invariablemente nos pasa que nos quedaríamos a vivir en ellas y que nos gustaría que en la vida real existiera esa gente. All inclusive, la película de los hermanos Levy (Cosano: La vida secreta de un vestido, Masterplan, Novias – Madrinas – 15 años), cumple con esas reglas y con eso establece la promesa de que hay un espacio en el cine argentino para comedias que puedan hacerse cargo de que el mundo del SXXI ya llegó. Pablo (Alan Sabbagh) y Lucía (Julieta Zylberberg) llevan cinco años de convivencia y se encuentran en momentos florecientes de sus respectivas carreras. Ella es “La loca del yogurth” de una famosa campaña publicitaria de televisión y él es un arquitecto reconocido de un estudio que está a punto de dar una gran salto cerrando un contrato con inversores japoneses para la construcción de un complejo edilicio que es todo un concepto de Pablo. La noche anterior a la reunión con los inversores nipones, vemos a Lucía y Pablo en una típica cena con otra pareja, donde se perciben en signos de agotamiento de los protagonistas. El resultado de esa cena es que Pablo compra como regalo sorpresa para Lucía un viaje a Brasil All Inclusive, que además, sería algo así como festejo del contrato con los japoneses. Un día después lo que sonaba a unos días en el paraíso se vuelve un infierno, la reunión con los orientales es desastrosa y Pablo pierde el trabajo pero no le cuenta nada a Lucía y viajan igual. En la Posada donde van a pasar sus días está Gilberto (Mike Amigorena), que habla un portuñol bastante sospechoso y que rápidamente vamos a descubrir que es un argentino que hizo realidad el sueño de muchos de irse a Brasil y ponerse un chiringuito o una posada. Los temas de All Inclusive son variados y van desde lo insoportable que pueden ponerse algunos porteños en Brasil, las relaciones de pareja, las imposturas en las relaciones sociales, los celos y los prejuicios entre brasileños y argentinos, hasta llegar al tema de la paternidad y las múltiples opciones sexuales de la modernidad. Sabagh es el motor de la película, pero Zylberberg es mucho más que un mero soporte y se nota que se conocen -ambos habían trabajado juntos en El Rey del Once-. El resto del elenco acompaña y sostiene a esta comedia que acompaña el cambio de los tiempos e introduce conceptos actuales en un género que siempre está al borde del machirulismo explícito. ALL INCLUSIVE All Inclusive. Argentina, 2018. Dirección: Diego Levy y Pablo Levy. Intérpretes: Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud. Guión: Diego Levy, Pablo Levy, Ignacio Sánchez Mestre. Director De Fotografía: Luciano Badaracco. Montaje: Nicolás Goldbart, Pablo Levy. Dirección De Arte: Camila Pérez. Diseño De Sonido: Guillermo Picco, Pablo Gamberg. Música Original: Darío Ramos Maldonado. Productores: Sebastian Perillo, Martin Firpo, Fernando Abadi. Distribuidora: Digicine. Duración: 92 minutos.
“Nace una estrella”, de Bradley Cooper Por Jorge Bernárdez Bradley Cooper eligió debutar como director con un relato clásico, que ya sirvió como vehículo de lucimiento de dos grandes artistas en épocas muy diferentes: Judy Garland en los cincuenta y Barbra Streisand en los setenta. Justamente en 1976, Streisand junto a Kris Kristofferson sacaron del ámbito del teatro la historia original y la ubicaron en el mundo de la canción, donde la relación entre descubridor y la estrella naciente tenía como uno de los temas centrales cómo se contaminaba la relación de pareja por estos desniveles. Ahora la misma historia seduce a una estrella que hace rato que dejó el sitio de cantante pop para determinado mercado y hace varios discos que viene demostrando que es una artista completa y es Lady Gaga la protagonista de esta nueva versión de este melodrama que se ubica otra vez en el mundo de la música. En el comienzo vemos a Jackson Maine (Bradley Cooper) terminando una presentación y saliendo de bares. Jackson está con la energía desatada y necesita una pasada por algún lugar donde poder tomar una copa y eso es lo que hace, en un bar donde pasada la medianoche se instala un escenario para que distintas artistas transformistas o Drag Queens desarrollen su arte. Allí Jackson escucha a una cantante que por su amistad con las chicas del lugar tiene su espacio desarrollar su repertorio que no es propio. El cantante estrella se ve deslumbrado por la versión de “La vie en Rose” de Ally, que a partir de ese momento conecta con él y de ahí al romance hay un paso, claro. Los que conocen la historia no necesitan que ahondemos en el desarrollo y los que no vieron las versiones anteriores, preferirán seguramente descubrir lo que va pasando, así que no se asusten que no vamos a arruinarles nada contando a grandes rasgos de qué va el asunto. Cooper como director toma una decisión que es bastante sabia y le carga dramatismo a su personaje lo que seguramente intenta no poner sobre Lady Gaga el peso de la película. El asunto es que la relación entre ambos va avanzando al igual que sus carreras, que por supuesto, toman rumbos contrarios y mientras la de él declina, la de ella se afianza. Hay distintos momentos de lucimiento para ella que realmente le saca provecho y hay posibilidad de que Bradley Cooper desarrolle ese personaje alcohólico y cargado de problemas familiares. El relato se asienta en el melodrama y desde el momento en que la lucha de Jackson con sus adicciones toma el centro de la escena, se vuelve un poco sombría, con Bradley que entra en convulsiones múltiples que no le hacen mucho favor al conjunto, pero bueno, si uno es director y productor, seguramente también quiere lucirse, así que el actor-director se da el gusto. Nace una estrella es un entretenimiento sólido, con un descubrimiento que es el de Lady Gaga como jugadora de toda la calle y digna heredera de Judy Garland y de Barbra Streisand, a la hora de pisar el escenario o copar el centro de la pantalla en el cine. Así que desde aquí vaticinamos que Gaga, que es una estrella desde hace rato, tiene un futuro promisorio en el terreno del cine. NACE UNA ESTRELLA A Star Is Born. Estados Unidos, 2018. Dirección: Bradley Cooper. Guión: Bradley Cooper, Eric Roth y Will Fetters. Intérpretes: Bradley Cooper, Lady Gaga, Sam Elliott, Rafi Gavron, Dave Chappelle, Anthony Ramos, Bonnie Somerville, Andrew Dice Clay, Michael Harney, Willam Belli. Producción: Bradley Cooper, Bill Gerber, Lynette Howell Taylor, Jon Peters y Todd Phillips. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 135 minutos.
“Christopher Robin”, de Marc Forster Por Jorge Bernárdez Christopher Robin Milne fue el creador de Wonnie The Pooh, Tiger y toda su banda de amigos. El relato de cómo CRM creó esos personajes y al niño de ficción que jugaba con ellos tiene como base una historia triste que incluye la dura relación que el escritor tuvo sus padres, quienes prácticamente lo ignoraban cuando era pequeño. – Hay gente que sencillamente no se lleva con los niños, era toda la explicación que daba el escritor a la hora de dar detalles sobre su relación con el padre, que murió cuando él era chico, y con su madre, con la que no se habló durante quince años. Todo el desamor que vivió CRM se revirtió en las historias que unieron al niño de ficción con ese verdadero osito cariñoso y glotón, que resultó ser Winnie the Pooh. Christopher Robbin es el regreso Cristophher (Ewan McGregor) al “Bosque de los cien acres” donde jugaba con sus amigos imaginarios, pero mejor empezar por el comienzo que es la mejor manera de entender las cosas. En el principio de la película y con un forma bien clásica que incluye los dibujos originales de Winnie The Pooh, cuenta la triste y dura historia del niño Christopher Robin que fue enviado a un internado para recibir una severa educación, que tenía como fin hacer de él un hombre de provecho. Pero debe salir del internado por la muerte del padre y con el cuerpo de su progenitor aún tibio, un adulto de esos que nunca faltan, le dicen al dolido Christopher que ahora le tocaba ser el hombre de la casa y de ahí en más lo fue. Así, apenas salió del colegio conoció a una mujer con la que se puso de novio pero a la que tuvo dejar en pleno embarazo para regresar tres años después. El Christopher que volvió, además de cargar con esa solemnidad que le inoculó el padre, tenía una carga dramática propia de la experiencia de la guerra. Ya de vuelta se metió de lleno a su trabajo y con su hija fue casi tan serio como lo había sido su padre con él y así llegamos al centro del argumento de la película. La posguerra no fue para nada sencilla y en un momento Robin, que dirige una fábrica de valijas que forma parte de un conglomerado económico superior, da pérdida y los rumores sobre le que les esperaba a los empleados son funestos y no solo los rumores, los dueños de la empresa le dicen a Christopher que reduzca un 20 por ciento de los costos de la empresa. Enfrascado en esa orden, Christopher se vuelve más huraño y lejano para su familia. La esposa le propone un viaje de fin de semana al hogar de la infancia de Christopher pero ni en eso puede ocupar su lugar de esposo y padre, ellas se van solas y Christopher se queda trabajando. En otro tiempo y lugar Winnie the Pooh se despierta en el bosque de los cien acres, pero no encuentra a su pandilla. Camina sin rumbo buscándolos hasta que se encuentra con el árbol que tiene la puerta por la cual solía entrar Christopher Robin al bosque y bastante en contra de sus principios, Winnie la atraviesa porque los grandes problemas exigen grandes decisiones. Winnie The Poo entra a la nueva realidad de Christopher que primero niega lo que ve y que lentamente acepta el desafío, se olvida de las obligaciones de su vida como adulto emprende la búsqueda de los amigos de Winnie, al fin y al cabo quién otro que su creador puede dar con el paradero de sus creaciones. La película marca el camino del protagonista a un reencuentro con sus amigos, su infancia y la relación con la familia. Con buenas actuaciones, un gran nivel técnico y el clásico tono Disney la película se pone emotiva y nunca pierde su gracia. Cuando hablamos del clásico tono Disney lleva a decir que hay algo de Mary Poppins, en esta historia que está dedicada a los más chicos pero que sabe que también va a emocionar a los padres, o mejor dicho, emocionará más a los adultos que a los niños. CHRISTOPHER ROBIN Christopher Robin. Estados Unidos, 2018. Dirección: Marc Forster. Guión: Alex Ross Perry, Tom McCarthy y Allison Schroeder. Intérpretes: Ewan McGregor, Jim Cummings, Hayley Atwell, Bronte Carmichael, Mark Gatiss, Brad Garrett, Nick Mohammed, Peter Capaldi, Sophie Okonedo, Toby Jones. Producción: Kristin Burr y Brigham Taylor. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 104 minutos.
“Venom”, de Ruben Fleischer Por Jorge Bernárdez Venom es una película hija del revoleo de franquicias que se viene produciendo desde hace unos años en el universo de Marvel. El personaje viene pidiendo su espacio en la pantalla grande desde hace más de un lustro y en 2016, tomó forma pero se quedó afuera del gran negocio empresarial que significo el arreglo con Fox y la posterior venta a Disney, porque Venom, que es un personaje que forma parte de la historia de Spiderman, quedó suelto y asociado con Sony que viene a ser otro socio del Stan Lee, por decirlo de alguna manera. Dentro del gran espacio creativo de Marvel, hay héroes con todas las de la ley y héroes un poco deformes y maltrechos que tardan más en aparecer en el cine, héroes sobre los cuales los Avengers se permiten frases irónicas o miradas sobre el hombre. Un viaje al espacio exterior organizado por una corporación vinculada a la industria farmacéutica termina con la nave estrellándose al regresar a la Tierra. Hay un claro indicio de que no fue un accidente sino que algo pasó dentro de la nave que regresaba con elementos del espacio exterior y uno de esos elementos es una especie de parásito que se instala en los organismos vivos. Eddie Brock (Tom Hardy) es un periodista free lance que anda en moto y porta su cámara todo el tiempo, un tipo problemático que vive con su novia que es una abogada corporativa vinculada a la empresa que transportaba al parásito interestelar. Y si, el bicho se se mete en el cuerpo del periodista y lejos de fagocitarlo, establece una simbiosis que los va a llevar a convertirse en una sola cosa. El estilo de Venom está más vinculado a la irreverencia de Deadpool que a la seriedad de Capitan América. Por desgracia los 90 minutos que se toma el director Ruben Fleisher son demasiado para una película que se asume demasiado livianamente como producto clase B. Es divertida pero no alcanza los objetivos y llo mejor está en la escena post créditos que adelanta la posible Venom 2. Se ve que Sony le tiene fe. VENOM Venom. Estados Unidos, 2018. Dirección: Ruben Fleischer. Guión: Scott Rosenberg, Jeff Pinkner, Kelly Marcel y Will Beall. Intérpretes: Tom Hardy, Michelle Williams, Riz Ahmed, Scott Haze, Woody Harrelson, Reid Scott, Jenny Slate, Marcella Bragio, Ron Cephas Jones, Melora Walters. Producción: Matt Tolmach, Amy Pascal y Avi Arad. Distribuidora: Sony. Duración: 112 minutos.
“El Potro”, de Lorena Muñoz Por Jorge Bernárdez Rodrigo fue un fenómeno artístico y social que irrumpió en el espectáculo argentino a una velocidad inaudita y que cuando terminó, fue un impacto mediático que no dejó a nadie afuera en aquel año del señor de 2000. Por supuesto, el estreno de la película está provocando un estallido mediático que devuelva a los estudios de televisión aquel elenco que rodeó al ídolo cuartetero y que en los comienzos del SXXl, atravesó a toda la sociedad con un final mediático pocas veces visto. El Potro, lo mejor del amor nace cómo una consecuencia lógica de lo que fue el impacto de la biopic que protagonizó Natalia Oreiro sobre Gilda, así funciona el negocio del espectáculo y ya hay quien está pensando cuál será la historia que está esperando ser filmada. El Rodrigo de la película es un joven cordobés al que parece no importarle otra cosa que la música y que a la manera del protagonista del hit “La guitarra” de Los Auténticos Decadentes, no tiene otros intereses. Rodrigo según Muñoz aparece cantando frente al espejo una canción de los twist y es que ese pibe cordobés no tenía muy claro cual sería su mundo, más allá de saber que quería cantar. El padre de Rodrigo, interpretado por Daniel Aráoz, tenía contacto con ese universo pero esperaba que su hijo terminara al menos el colegio secundario, pero la fue la madre la que apañó el deseo de Rodrigo y casi que no hubo tiempo para otra cosas. De todas maneras algo vio El Oso (Fernán Mirás), en ese joven hijo de uno de sus amigos dentro del ambiente, así que inmediatamente lo empezó a representar. Los cinco años que duró la carrera de El Potro están contados por Lorena Muñoz cómo un vértigo en ritmo cuartetero y sostenido por la cocaína, el sexo y una pléyade de amigos del campeón. Los personajes reconocidos de la época aparecen en pantalla con nombres la mayoría de la veces cambiado y levemente caricaturizados, como la conductora rubia de la bailanta en 2002. El potro, lo mejor del amor tiene algunos homenajes cinéfilos muy reconocibles, un protagonista desconocido (Rodrigo Romero) que sencillamente logra ser el Rodrigo auténtico, actuaciones convincentes como las de Florencia Peña haciendo de la madre y Diego Cremonesi como un dealer que le acerca al ídolo papelitos contra al sueño y por supuesto, las actrices que personifican a la mujeres que estaban cerca de él. La película no pierde nunca el control de lo que quiere mostrar. Mientras que en Gilda Lorena Muñoz lograba la construcción de la estampita de la cantante, aquí conforma el retrato de época y la historia del artista que muere en la cúspide. Queda para otra ocasión el estudio de cómo desde un ambiente marginal alguien logra instalarse en el centro de la escena, borrando cualquier clase de diferencia social, pero eso será en otra película, en tanto esta se sostiene en la trilogía: sexo, drogas y cuarteto. De los tres hay bastante ¿qué puede fallar? EL POTRO El Potro. Argentina, 2018. Dirección: Lorena Muñoz. Guión: Lorena Muñoz y Tamara Viñes. Intérpretes: Rodrigo Romero, Florencia Peña, Fernán Mirás, Daniel Aráoz, Jimena Barón, Malena Sánchez, Diego Cremonesi. Producción: Fernando Blanco, Alejandro Cacetta, Mili Roque Pitt, Axel Kuschevatzky, Juan Francisco Pelosi y Cindy Teperman. Distribuidora: Fox. Duración: 120 minutos.