Para chicos que no se asustan Es un filme de terror con varias historias incluídas a la vieja usanza de las películas en episodios. El problema es que no hay nada nuevo bajo el sol, ni formal, ni temáticamente. Respecto de los argumentos, pasan por lo que ya todos conocen, casas embrujadas, canibalismo, aliens de distinto formato y color, posesiones satánicas y sombras que se menean. Hay predominio de violencia y de sexo, abuso de la cámara en mano, tufillo a la recordada "El proyecto Blair Witch", que hace más de trece años se disfrutara y se sufriera, gracias a los muy jóvenes directores Daniel Myrick y Eduardo Sanchez. CINEASTAS JOVENES En "Las crónicas del miedo" todo se repite, la mayoría de los seis episodios no tienen remate, algo que defina la historia, lo que parece inicialmente atractivo se desvirtúa en su desarrollo perdiendo la tensión. Ninguno de los directores -muy jóvenes-, se destaca demasiado y hay un grupo de cuatro chicos de Los Angeles, que constituyen un colectivo y se denominan Radio Silenciosa, autores de uno de los episodios. Mientras Joe Swanberg, luego de su experiencia en esta película formó su propia productora, con la que hace filmes de bajo presupuesto y utiliza actores sin experiencia. Si algunos títulos pueden destacarse, aunque no en su totalidad, son el episodio de "Emily cuando era joven" de Joe Swanberg, con el video chat como motivo principal o "Segunda luna de miel", con Kate Lynn Shell y una máscara algo temible, las que mejor se disfrutan. Le siguen "Amateur night" de David Brückner y "10/31/98" del grupo Radio Silenciosa con el tema de la posesión y las casas embrujadas. En síntesis, un filme ideal para adolescentes fanáticos de los filmes de terror.
Confesiones para melancólicos El filme permite acercarse a rasgos de carácter del argentino bohemio a través de sabrosas anécdotas, la picardía de Berruti saltando la barrera que prohibía el contacto del cronista, con los premiados por el Oscar en Hollywood, o la curiosidad y ternura de la relacin de Serra con la pequeña rusa del mítico tren Transiberiano. Unos son fanáticos del ajedrez, otros del Go o el mahong. También hay devotos de los juegos de azar. Y algunos como Alfredo Serra y Rómulo Berruti, periodistas veteranos, "mueren" por el fútbol de botones. Ese que nos explican a cámara, se juega con once fichas, representadas por botones, que cada uno le dio el rostro de cracks futboleros, que martirizan arcos de acrílico. Y estos veteranos son tan fanáticos que lo juegan desde hace cuarenta y cinco años, creyendo que eran los únicos, pero que internet les informó que existen competidores en España y Brasil de un fútbol de mesa, sí, pero con fichas. DEPORTE ORIGINAL Si el partido semanal habla de intereses comunes, el filme toma de pretexto el deporte de mesa, para testimoniar los particulares lazos de la amistad. Los directores Daniel Casabé y Edgardo Dieleke no pasan los treinta, también son amigos y saben lo que significa. Será por eso que lograron un espacio original y refrescante, donde se mezclan el pasado de los amigos, los dos periodistas, uno vinculado a la realidad de las corresponsalías en el exterior, el otro a la virtualidad del cine. Efímeros momentos de botones con personalidad, que pueden unir a dos seres en búsquedas interminables por ferias botoneras, o desasosiegos ante la desaparición de alguno de ellos, en el laberinto callejero. FICCION Y REALIDAD Película que logra mezclar, con criterio lúdico, ficción y realidad con llamativa fluidez. Y donde asoma, un desconocido Buenos Aires, capaz de albergar un Parque Retiro de faquires alucinados con pretensiones de rock o mujeres diminutas sobrevivientes de Hiroshima. Una Buenos Aires, que como bien dice Alfredo Serra remite a Raúl González Tuñon, el poeta y los melancólicos tranvías, o a las primeras películas de Alberto Fischerman y Edgardo Cozarinski. "Cracks de nácar" permite acercarse a rasgos de carácter del argentino bohemio a través de sabrosas anécdotas, la picardía de Berruti saltando la barrera que prohibía el contacto del cronista, con los premiados por el Oscar en Hollywood, o la curiosidad y ternura de la relacin de Serra con la pequeña rusa del mítico tren Transiberiano. El documental de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke registra todo eso y mucho más, a la vez que deja en claro, la originalidad de dos noveles directores.
Familia con futuro incierto Es una comedia dramática, dirigida por Gabriel Drak, centrada en la familia, que queda desnuda en su intimidad a partir de la denuncia del padre. Las primeras imágenes del filme muestran una preciosa casona con jardín y pileta. A continuación se ve a Elena (Susana Groisman), una señora aún atractiva preocupada por atender el asado, que prepara el casero y esperar la visita de sus hijos y el marido. Después aparecerán los invitados. Los está reuniendo una razón particular y totalmente familiar, aparentemente. Elena no sabe que todo va a cambiar cuando la familia se entere de determinadas decisiones que el padre, Jorge (Ricardo Couto), va a revelar. Van llegando todos. Silvana (Lucía David de Lima), la hija casada acompañada por Fernando (Rogelio Gracia), su marido, su bebé y la niñera. Alvaro (Mateo Chiarano), el varón exitoso, ése que nunca le pidió nada a la familia, Berenice (Marina Olivera), la hija menor, preferida del padre y Agustín (Agustín Rodríguez), el otro hijo, que siempre despertó preocupaciones y ahora aparece con una moto de última generación. LA INTIMIDAD "La culpa del cordero" es una comedia dramática, dirigida por Gabriel Drak, centrada en la familia, que queda desnuda en su intimidad a partir de la denuncia del padre. La película correcta formalmente, muestra ciertos problemas en la elaboración de los caracteres psicológicos y un marcado desnivel en el grupo actoral. A pesar del interés del tema, que muestra la destrucción del núcleo familiar, "La culpa del cordero" exhibe una buena parte inicial y ciertos desajustes que se hacen más pronunciados a medida que avanza la historia. Ricardo Couto tiene un buen desempeño actoral en el papel de Jorge, el padre y lo mismo ocurre con Susana Groisman (Elena), como la madre.
La tierra que tuvo esclavos Desaforada y sangrienta, absurda a veces, entretenida siempre, con toques de humor y megalomanías varias, "Django sin cadenas" destila intensidad narrativa. Quentin Tarantino sigue desafiando al espectador con su crítica y real visión de la América esclavista, su violencia ilimitada y la potencia de su creatividad. La historia se inicia dos años antes de la Guerra de Secesión. La esclavitud, arraigada en el mundo, comienza a ser cuestionada y abolida paulatinamente. Los estados del Sur de la Unión, la mantienen bien entrada el siglo XIX por razones fundamentalmente económicas. Con la gran oleada de inmigrantes europeos, contrarios a la esclavitud, seguramente habrá venido este alemán llamado King Schultz (Christoph Waltz), un caza recompensas de profesión, que en épocas de escasez se gana la vida como "sacamuelas" trashumante. Ante un grupo de maleantes que llevan un grupo de esclavos negros, Schultz traba relación con Django (Jamie Foxx), un moreno musculoso que acepta acompañarlo para ayudarlo en su tarea de cazador de blancos buscados por la ley. A cambio de sus servicios, el dentista también tratará de encontrar a su esposa, Groomhilda (Kerry Wasghinton), una esclava separada de él por bandidos. EL MALVADO CALVIN Las aventuras serán incontables y finalizarán con la visita a la plantación del malvado Calvin Candie, que vive en su mansión de Candulyand, en Mississippi, ayudado por un fiel servidor negro, llamado Stephen (Samuel L. Jackson). El filme de Tarantino habla del mundo de la esclavitud, del amor, la amistad y fundamentalmente se desarrolla con el motor de la venganza. Lo original de la narración está en su condición de híbrido en cuanto a géneros. Su estructura se asemeja a la de los clásicos "spaghetti western", de los "60 y "70, que fueran financiados por capitales italianos y españoles. Toma elementos del cine de terror (el personaje de Schultz y su caballo Fritz, remiten al "Joven Frankenstein", de Mel Brooks), recurre a locaciones de películas de cowboys preferidas por Tarantino, como "Río Bravo", de Howard Hawks y parodia figuras consideradas fuertes por el western tradicional como el sheriff y el alguacil. Por si lo mencionado fuera fuera poco, el director y guionista instaura la pareja masculina en la que uno ejerce la docencia y el otro la acepta y la utiliza a su modo (Schultz y Django) y también la pareja "romántica", caso Django-Broomhilda, que como buena "pareja Tarantino", se apasionan más en la ausencia que en el contacto físico. BANDA SONORA La estupenda banda de sonido no tiene prejuicios en vincular a Luis Bacalov, con Ennio Moricone, la música country, o el hip hop, con la balada más melancólica. El anacronismo es la salsa del estilo Taratino, a propósito podemos sumar la reproducción de la leyenda de Sigfrido y Brunilda, de la tradición germánica, contada casi en forma de historieta y como lo haría un adolescente pop frente a su barra de amigos. Desaforada y sangrienta, absurda a veces, entretenida siempre, con toques de humor y megalomanías varias, "Django sin cadenas" destila intensidad narrativa, dominio del lenguaje y las actuaciones de ese prodigio llamado Christoph Waltz, un notable Leonardo DiCaprio de garras impensadas en su papel de Calvin Candie y la sorpresa de Jamie Foxx (Django), con un seguro crecimiento actoral a lo largo del filme. Además de un siempre efectivo Samuel L. Jackson, como el fiel servidor Stephen. Quentin Tarantino sigue desafiando al espectador con su crítica y real visión de la América esclavista, su violencia ilimitada y la potencia de su creatividad.
La travesía de un hombre solo Mezcla de documental y ficción, el filme de Miguel Baratta y Patricio Pomares, tiene por protagonista a Juan, un hombre mayor que trabaja en el campo. Las primeras imágenes de la película, no muestran su cara, sino su cuerpo cuando se baña. Los brazos delgados, las manos fibrosas, las piernas fláccidas. Poco después se lo ve caminar hasta la casa, una covacha, en la que no falta el mate protector con pava en la cocina económica, a la mañana, luego de una noche de tos y molestias. TODO UN RITUAL Después vendrá, casi como un ritual cuidadoso, desenterrar el arbusto que está creciendo en su retazo de tierra, cubrirlo con un papel y emprender una caminata. El camino parece interminable por lo igual, con paradas en la cantina del pueblo para tomar agua, conocer el perro del chico de al lado, compartir un almuerzo con obreros que cuentan historias de superstición y muerte y llegar con el arbusto de regalo hasta la curandera del pueblo. "El fruto" se filmó en la localidad pampeana de Carlos Keen, ubicado a no más de ochenta kilómetros de Buenos Aires, con gente del lugar y cuyo protagonista es uno de sus habitantes, al que simplemente se lo conoce como Juan. Sus directores han realizado un filme contemplativo de tiempos silenciosos por donde se cala el tiempo histórico. Cine con espacios temporales diferentes del de las grandes capitales. Donde los planos generales parecen detenerse en el tiempo, para mostrar cómo Juan, su protagonista, cruza un puente, saluda a un vecino, o escucha una historia. EN CAMINO La cámara muestra la cansina marcha del protagonista cuando cruza los rieles muertos por los que alguna vez pasó el tren que conducía a ese pueblo que hoy tiene unos trescientos habitantes y en otra época contó con cuatro mil. "El fruto" cuenta un viaje. Y ese viaje testimonia toda la vida exterior, e interior de un hombre solo, casi fundido con la llanura plana que lo circunda. Traspasada por un sentimiento de ausencia y finitud, la película revela a dos interesantes directores emocionales y solidarios de la condición humana, Miguel Baratta y Patricio Pomares. Precede a estos realizadores un tipo de cine, independiente de nobles antecedentes, con nombres como los de Lisandro Alonso, o Gustavo Fontán, de reconocida filmografía.
Darse una segunda oportunidad Es una comedia sencilla. Con la única particularidad de que Pat hijo (Bradley Cooper), su protagonista, es una persona bipolar, que presenta el trastorno muy detallado en su desarrollo en la primera parte, pero que es casi olvidado en la segunda. Esa caótica manera de hablar contra la pared, sin atender a los que lo llaman, ya presupone un desorden mental. Enseguida sabremos que él que se expresa así es Pat, hijo (Bradley Cooper), que está por salir de una institución mental, luego de un suceso terrible que ocurrió cuando estaba casado y era docente. Ahora, vivirá con sus padres Pat (Robert De Niro) y Dolores (Jacki Weaver), los que tratan de comprenderlo y tolerarlo, con la convicción de que en un momento todo retornará a la normalidad, si retorna. De su mujer que lo abandonó, no sabe nada. Y Pat hijo, con su bipolaridad, sigue amándola y solo trata de buscarla como puede estrellándose en circunstancias que ponen en peligro su salida definitiva del neuropsiquiátrico. LA JOVEN SOLA De esta manera Pat hijo continúa su estado de desasosiego, hasta que conoce (o lo hacen conocer) a Tiffany (Jennifer Lawrence). Tan trastornada como él, luego de la muerte de su esposo que ella no supo enfrentar, salvo con un suceso que de alguna manera le obnubiló el camino a la normalidad. Pat hijo, deberá buscar él solo una solución a su problema, ahora que está con sus padres, que lo quieren. Será difícil, pero lo intentará. El filme retoma la clásica idea del viaje del protagonista, a través de las circunstancias, el crecimiento, la readaptación en este caso a la realidad y la posibilidad de una segunda oportunidad, luego de experiencias traumáticas. El director David Russell desarrolla la historia con una particular forma de ver la realidad. Desde el caos absoluto que involucra a toda una familia enferma, por la enfermedad de su hijo; hasta el acostumbramiento, o la readaptación general y la aparición de un nuevo personaje, Tiffany, que, a pesar de no tener las condiciones que uno espera, para armonizar lo desarmónico, es capaz de dar una vuelta de tuerca a la historia de Pat hijo, y provocar que él se enamore de ella. HOMBRE EXTRAÑO "El lado luminoso de la vida" es una comedia sencilla. Con la única particularidad de que Pat hijo (Bradley Cooper), su protagonista, es una persona bipolar, que presenta el trastorno muy detallado en su desarrollo en la primera parte, pero que es casi olvidado en la segunda, luego de la presencia de la joven Tiffany (Jennifer Lawrence). La chica representa algo así como una panacea mágica, que con la danza como aproximación, produce un acercamiento al bueno de Pat hijo. De esta manera nos acercamos al relato convencional con final feliz. Son buenas las actuaciones en general como la de Bradley Cooper, que se sumerge en su papel de Pat hijo, hasta el final, pero que tiene como rival imbatible a la carismática Jennifer Lawrence (Tiffany). Todo rostro y energía y a la que se vio en "Lazos de sangre". A los mencionados, se suma Robert De Niro, como Pat, un padre casi tan obsesivo como el hijo, pero con manías aceptadas por todos; Jacki Weaver, como Dolores, la madre y la breve pero eficaz intervención del actor indio Anupam Kher, como el doctor Cliff Patel.
Tomándose una revancha vieja Formalmente lograda, desde el punto de vista temático, los anacronismos deben aceptarse como regla para este nuevo universo. El imaginario popular creó a lo largo de distintas épocas, leyendas, mitos, cuentos, que estudiosos se ocuparon de recopilar para que la tradición oral no se perdiera. Fue el caso de los investigadores alemanes, Jacob y Wilhelm Grimm, populares, especialmente, por la reelaboración de historias como la de Cenicienta, Blancanieves, Pulgarcito, o Hansel y Gretel. La primera parte de esta historia, la de Hansel y Gretel, es tomada en el filme. Dos niños, abandonados en el bosque por sugerencia de su madre, llegan a una casa de caramelo, donde son apresados por una bruja que los quiere comer. Los chicos logran meterla en el horno y parece que se les fija en la mente esta escena que repetirán en el tiempo. Serán "cazadores de brujas". VERSION COREANA Ya el coreano Pil-Sung Yim había elegido la historia hace seis años atrás y construyó un delirio, bello estéticamente, pero problemático en los contenidos. Si el director coreano le otorgó a su película una marcada importancia formal con algo de gore (visceras y sangre); Tommy Wirkola, el realizador de la versión que nos ocupa, se da un banquete de violencia, con predominio de lo sangriento y algo de humor. En "Hansel y Gretel: Cazadores de brujas", se muestra la adolescencia de los hermanos Hansel (Jeremy Renner) y Gretel (Gemma Arterton), que hicieron de la caza de brujas su oficio. Son publicitados en los "medios" como tales y requeridos por fuertes sumas en los pueblos medievales para rescatar niños robados. Por supuesto, tienen sus enemigos, pero ellos ignoran el miedo y coleccionan armas y conocimientos contra las brujas para próximos ataques. EFECTOS ESPECIALES "Hansel y Gretel: Cazadores de brujas" muestra un logrado diseño de producción, originales efectos especiales y un muy buen uso del maquillaje. Nunca el cine tuvo brujas tan feas y variadas, escapadas por el bosque al galope de poderosas escobas en la mejor tradición Quidditch (competencia de Harry Potter, con escobas mágicas). Ni explosiones tan espantosas y desmembramientos tan brutales. El espectador que la vea en 3D, deberá esquivar hachas, mazas, bolas de púas, cadenas varias que los violentos hermanos -Hansel (Jeremy Renner) y Gretel (Gemma Arterton)- parecieran arrojar a la platea. Formalmente lograda, desde el punto de vista temático, los anacronismos deben aceptarse como regla para este nuevo universo. Pero también el filme nos habla de hadas buenas y presenta una de cabello muy colorado, que seduce a Hansel (Jeremy Renner), ingenuo y diabético, de tanto comer dulces en la casa de mazapán de la infancia. Lo que sigue llamando la atención por más efectos especiales que haya, es ese uso exacerbado de la violencia y la utilización casi maniática de todo tipo de armas. Nunca hubo en versiones de cuentos infantiles llevados al cine y destinados a adolescentes, semejante desfile de armamento como ocurre en este filme, correctamente protagonizado por Gemma Arterton (Gretel) y Jeremy Renner (Hansel).
El "revival" resulta efectivo "Tres tipos duros" es un revival nostálgico de viejos héroes en decadencia, con buena química entre sus actores estrellas -Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin-. Pasar casi un cuarto de siglo en la cárcel, recuperar la libertad y empezar de nuevo, no es algo fácil. Quizás esto es lo que piensa Val (Al Pacino) cuando abandona la prisión y encuentra a su amigo Doc (Christopher Walken) esperándolo. El no sabe que algo pasó y la presencia del amigo, no tiene la seguridad de los viejos tiempos. Aunque no lo sepa, lo que sigue, será, evocar el pasado, los viejos negocios ilegales y mostrar las "nuevas adquisiciones". En el caso de Doc (Christopher Walken), un decrépito departamento, eso sí, con televisor por cable y nuevos cuadros nacidos de su afición por la pintura, o recordarle que el "otro" del terceto que conformaban en otra época, Hirsch (Alan Arkin) está en un geriátrico. A pesar de todo habrá tiempo para todo, chicas, tiros, autos ultramodernos y enfrentamientos con viejos enemigos. CON BUENA QUIMICA "Tres tipos duros" es un revival nostálgico de viejos héroes en decadencia, con buena química entre sus actores estrellas -Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin-. Un tanto lenta en el comienzo, pero que se rehabilita y entretiene a medida que avanza en su desarrollo, es un filme que trae el recuerdo de viejas películas de gángsters, en las que la acción era lo principal. Hay buenas actuaciones de sus protagonistas. Un Alan Arkin que sale de la casa de ancianos para manejar a alta velocidad y formar tercetos eróticos con sus viejos compañeros. La presencia de una simpática Lucy Punch, como Wendy, la joven que regentea la "casa de citas" del barrio, una promisoria Addison Timlin, que hace el papel Alex y es la nieta de Hirsch (Alan Arkin) y atractiva música que incluye temas de Jon Bon Jovi, hacen de éste un filme para disfrutar. En el final se incluye una dedicatoria a Bingham Ray, uno de sus productores, que fomentara el cine independiente permitiendo que el gran público accediera a grandes producciones de bajo presupuesto.
Violencia con el mejor humor Con un marcado despliegue de armas, disparos a granel, algún loco de la colina que lo ayuda con armas casi medievales y abundante humor, la película es un entretenimiento sin demasiadas pretensiones, pero efectivo. Después de "Terminator 3: La rebelión de las máquinas" pasaron un montón de cosas en la vida de Arnold Schwarzenegger, este activo austríaco, que llegó a gobernador de California, luego de hacerse estadounidense y fue alguna vez Mister Europa. En este filme, es el sheriff Ray Owens que se vino de la populosa Nueva York para tranquilizarse en un pueblo pacífico de Arizona, con ciudadanos rutinarios, pero, alguno de ellos, curiosamente excéntricos. Si Ray Owens hubiera sabido que un poderoso narco latino elegiría ese pueblo para pasar las fronteras a México y huir del FBI que lo persigue, seguramente otro hubiera sido su destino. La película cuenta la defensa que prepara el sheriff Owens, para defender "su pequeño huerto" de Arizona y cómo los habitantes del pueblo lo ayudan para defender el lugar del narcotráfico. ARMAS Y DISPAROS "El último desafío" es un clásico representante de los "spaghetti westerm", al estilo que hizo popular a Franco Nero. No por nada tiene como diseñador de producción a Franco Fiacomo Carbone. Pero está dirigido por el coreano Jee-woon Kim, de manera que la violencia se duplica. Con un marcado despliegue de armas, disparos a granel, algún loco de la colina que lo ayuda con armas casi medievales y abundante humor, la película es un entretenimiento sin demasiadas pretensiones, pero efectivo. Hay mayoría de latinos, encabezados por el simpático Luis Guzmán, como Mike Figuerola y también está Eduardo Noriega, en el papel de Gabriel Cortez, el narcotraficante y la bella Genesis Rodriguez, hija del Puma Rodríguez. A los mencionados se suma Forest Withaker, como un agente del FBI que hace lo que puede.
Secretos de abuelos y nietos La película es formalmente correcta, con un Billy Crystal un poco deslucido en su papel del abuelo Artie y una Bette Midler (Diane), que divierte con su simpatía. Están mejor Marisa Tomei (Alice) y los chicos. Artie Decker (Billy Crystal) comienza a sentir el peso de los años. En realidad le están haciendo sentir esa sensación. Luego de haber dedicado los mejores años de su vida al béisbol como comentarista deportivo, la empresa decide remozarse y no lo incluye en su grilla. Pero, afortunadamente, Artie tiene una mujer "de fierro", la simpática, Diane (Bette Midler). Ella es de las que apuntalan el hogar para siempre y que lo alienta para no entristecerse. Justamente, en ese momento, Alice Simmons (Marisa Tomei), la hija casada del matrimonio, que vive en otro Estado, requiere la presencia de ambos para ocuparse de sus tres nietos de distintas edades, por un viaje de trabajo que ella y Phil Simmons (Tom Everett Scott), su marido deben hacer. Así que allá van Artie y Diane, ocultando el reciente despido de él. REALIDAD CAMBIANTE "S.O.S: Familia en apuros" es una comedia familiar que, con una mirada liviana, habla de las diferencias generacionales entre abuelos, hijos y nietos. Es que los cambios son cada vez más rápidos y hasta los papeles varían. Los nietos saben que hay que reírse con los incomprensibles chistes de los abuelos, según consejos de Alice (Marisa Tomei), su madre. Así que aunque los consideren insípidos, las carcajadas se suceden. Tampoco son chicos que amen los dulces. Porque casi no los conocen, ya que la madre es muy cuidadosa en las campañas contra el azúcar y para qué hablar de la carne, o contar cuentos antes de dormir. Tampoco los abuelos pueden comprender por qué la mayor, Harper (Bailee Madison), estudia violín, cuando es un instrumento que no le gusta; o Turner (Joshua Rush) no se defiende de los chicos que lo atacan en la escuela. Así de una manera y otra, nietos y abuelos terminan por conocerse más, al menos en cuestiones relacionadas con los hábitos familiares. La película es formalmente correcta, con un Billy Crystal un poco deslucido en su papel del abuelo Artie y una Bette Midler (Diane), que divierte con su simpatía. Están mejor Marisa Tomei (Alice) y los chicos: Bailee Madison (Harper), Joshua Rush (Turner) y Kyle Harrison Breitkopf (Barker). A pesar de todo, es un filme cuyos personajes transmiten simpatía.