Secretos de una rara doctrina Filme polémico en el que cualquier verdad puede ser cuestionada y los semidioses caen y se elevan según las situaciones, "The Master" retoma temas universales ligados al libre albedrío, la culpa y el amor al prójimo. El nuevo filme de Paul Thomas Anderson ("Magnolia") plantea las conflictivas relaciones entre dos individuos, uno obsesionado por una ideología apologética que transmite a sus seguidores; el otro por un pasado que lo ata a la Segunda Guerra, como veterano de la Marina, ahora una suerte de despojo, ahogado en alcohol. La acción se desarrolla en la década de 1950, Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman) está dedicado a la prédica del dogma con su mujer Peggy (Amy Adams) y Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un vagabundo torturado. Por alguna misteriosa razón ellos se atraen. UN EXTRAÑO CAMINO Su itinerario de difusión de "La Causa" (ideología asimilable a la Cienciología, en cuyo creador se había inspirado el director para esta película), los llevará por un viaje interior, confrontando ambigüedades, chocando y buscando una luz que puede no estar en el final del camino. El director Paul Thomas Anderson se centra en elementos esenciales del imaginario norteamericano, que su recordado "Petróleo sangriento" exteriorizaba a través de ese hombre solo, llamado Daniel Plainview, a cargo de Daniel Day-Lewis, un maratonista implacable en la carrera hacia la fortuna. "The Master", de alguna manera, reactualiza la historia de los pioneros del Oeste, ésos que John Steinbeck ("Viñas de ira"), en el ámbito rural o "El ciudadano" de Orson Welles en el urbano, retrataron con mano maestra. PARA LA POLEMICA Con ascéticos acercamientos a la Naturaleza, un guión complejo y una extensión que se alarga sin salida, "The Master" enfrenta un soberbio duelo de actores. Curiosamente, el reaparecido Joaquin Phoenix, en la vida real es hijo de una pareja que predicó la polémica doctrina de la secta "Los niños de Dios" por América latina, de ahí su nacimiento en Puerto Rico. Filme polémico en el que cualquier verdad puede ser cuestionada y los semidioses caen y se elevan según las situaciones, "The Master" retoma temas universales ligados al libre albedrío, la culpa y el amor al prójimo. Un tema aparte es el tratamiento formal en sus imponentes y revindicados 70 mm. de definición (formato en el que es exhibido en la mayoría de las salas), relacionados de alguna manera a un filme desconcertante por momentos, amargo y nihilista, justamente acompañado musicalmente con temas que incluyen a la inolvidable Ella Fitzgerald en "Vete de aquí Satanás".
La belleza de la imaginación Todo es posible en esta fábula, hasta ese "ET" representado por un triciclo mágico accionado por botas amarillas sin dueño. A ésto se suman inolvidables duetos aéreos y esotéricos personajes, que conforman un gran espectáculo, con brillantes actuaciones de Erica Linz (Mia) e Igor Zaripov, como el trapecista. El Cirque de Soleil es un emprendimiento creado, en 1984, en Quebec, Canadá, por Guy Laliberté, quien llevó al resurgimiento un nuevo tipo de circo, con predominio de la imaginación y sin animales. El resultado, a lo largo del tiempo ha sido óptimo, partiendo de la apertura de límites de una actividad milenaria, e incorporando miles de personas del campo circense a espectáculos que se representan en cuatro de los cinco Continentes. "Cirque de Soleil: Mundos lejanos" está integrada por siete producciones que se estrenaron en el escenario de Las Vegas. Es difícil hablar de este filme por su heterogeneidad, pero lo mejor es pensar que cuando se entra al cine a disfrutarlo, hay que sentir que lo maravilloso es posible. UNA HISTORIA En "Cirque de Soleil: Mundos lejanos" se eligió una mínima historia para agrupar de alguna manera las producciones. Aquí, una joven, Mia (Erica Linz) visita una antigua feria en Las Vegas, en la que funciona un circo en el que ve un trapecista (Igor Zaripov) del que se enamora y al que sigue cuando éste tiene un accidente y cae en la arena, y en vez de mantenerse inerte por la caída, el mismo impulso, va horadando con su cuerpo una serie de capas que lo conducen a mundos diferentes, en los que se enfrenta a personajes extraños. Con un relato que se entronca con el personaje de Alicia, de Lewis Carroll, la joven corre tras el amor como aquélla tras el Conejo. DE AIRE Y AGUA Lo que sigue es un viaje surrealista en los que el aire, el agua, el fuego y la tierra tienen sus mundos y sus códigos y en el que resuena la música de los Beatles, de Elvis Presley, o las marchas de las guerras orientales. El filme deslumbra por sus imágenes y sus distintos escenarios, más el increíble uso del 3D alcanza en la película un relieve notable, que contribuye a su gran atractivo visual. Todo es posible en esta fábula, hasta ese "ET" representado por un triciclo mágico accionado por botas amarillas sin dueño. A ésto se suman inolvidables duetos aéreos y esotéricos personajes, que conforman un gran espectáculo, con brillantes actuaciones de Erica Linz (Mia) e Igor Zaripov, como el trapecista.
El niño que trajo la lluvia Fábula con buena dosis de fantasía, ingenua, con algo de la Mary Poppins de pretéritas épocas, el filme tiene un buen diseño de producción, logra un ritmo aceptable y sus personajes son atractivos. Sus protagonistas se llaman Cindy Green (Jennifer Garner) y Jim Green (Joel Edgerton). Los dos son muy jóvenes, están casados, tienen todo para ser felices, pero extrañan la presencia de un hijo. Los intentos de adoptar, por ahora, fracasaron. Pero ellos tienen muchas esperanzas y un espíritu juguetón que los hace jugar con el deseo y apostar a lo maravilloso escribiendo en pequeños papeles el deseo de ser padres. Los papelitos encerrados en una caja y enterrados en el jardín tendrán una respuesta inmediata. A la mañana siguiente, luego de una intensa lluvia, se encuentran con Timothy (CJ Adams), un chico de unos ocho años con hojas verdes en los pies, por algo Cindy y Jim tienen un apellido premonitorio (green es "verde" en inglés). REGALO DEL CIELO El pequeño Timothy los llama mamá y papá sin dar demasiadas explicaciones. Su pasaje junto a la pareja será breve, pero les dejará una visión muy positiva de la vida. La película tiene guión y argumento de Peter Hedges, autor de "¿A quién ama Gilbert Grappe", que fuera llevada al cine con éxito, con Johnny Depp. En este caso, la película pertenece a la factoría Disney y parece una de esas tradicionales expresiones de comedia familiar, sencilla, donde abundan los buenos sentimientos, los caracteres se dan en blanco y negro sin colores intermedios, aunque aquí son todos buenos buenos y únicamente el malhumor es un atributo negativo de uno de sus personajes, Bernice Crudstaff (Dianne Wiest), la directora de un museo. SESGO DE FABULA Con la irrupción de lo fantástico en la cotidianeidad de una familia norteamericana, la película abunda en acciones simples y positivas, conductas modélicas ante cualquier tipo de problema y la seguridad de que todo buen sentimiento va a ser comprendido y aceptado. Fábula con buena dosis de fantasía, ingenua, con algo de la Mary Poppins de pretéritas épocas, el filme tiene un buen diseño de producción, logra un ritmo aceptable y sus personajes son atractivos, desde Jennifer Garner (Cindy), pasando por el australiano Joel Edgerton (Jim) y el pequeño CJ Adams (Timothy), hijo, en la vida real, de un prestigioso experto en golf. También aparecen figuras poco recordadas últimamente, al menos en papeles protagónicos, como Dianne Wiest (Bernice Crudstaff), actriz de algunas de las mejores comedias de Woody Allen, que interpreta a la antipática de turno y M. Emmet Walsh ("Sérpico") como el tío Bub.
Una secta, zombies y amuletos El filme puede llegar a saturar con sus excesos de escenas de acción descontrolada, sin respiro y en una constante reiteración. Buena actuación de la australiana Adelaide Clemens. La película es producto de un exitosa empresa de videojuegos de origen japonés, que se especializa en animé, tragamonedas, juguetes y otros productos asociados con el entretenimiento. Presentada hace trece años, la primera de la serie "Silent Hill", en su versión cinematográfica, recién pudo filmarse en 2006. En esta segunda versión seguimos la historia de la pobre Heather (Adelaide Clemens), una adolescente que más allá de estar pasando una edad difícil, tiene que aguantar cambios de lugar constante junto con Harry (Sean Bean) su padre, consciente de un pasado donde las sectas, maldiciones y predicciones varias, terminaron por hacer que su vida se convierta en una pesadilla. LOS SUEÑOS Parece que una misteriosa secta eligió a Heather para un propósito infernal y ya se llevó a la madre de la chica, en el anterior filme de la saga. Heather está condenada a sueños espantosos, donde accede a otra dimensión llena de monstruos que la persiguen en parques de diversiones que recuerdan a "Extraños en un tren" (1951), de Alfred Hitchcock. Si Hitchcock, el maestro del suspenso, inspiró al desarrollador japonés del videojuego, otro, amante de la plástica, le incorporó un montón de seres muy parecidos a los del amigo Hieronymus Bosch, en "El jardín de las delicias". El resultado estético es interesante, pero nunca para formar parte del cuadro, porque los monstruos son agresivos y francamente pesados. EL CAOS A los mencionados se suma una tal Alessa (Jodelle Ferland), bastante parecida a la intimidante Lily de "Crónicas del miedo", una nena mala muy mala, que busca a Heather, porque sería su parte buena. "Terror en Silent Hill 2: La revelación" puede llegar a saturar con sus excesos de escenas de acción descontrolada, sin respiro y en una constante reiteración. El comienzo es atractivo, pero luego se copia a sí misma y duplica la violencia y el caos. Con una buena actuación de la australiana Adelaide Clemens (Heather), junto a Kit Harrington (Vincent) que no desentona, también hace lo que puede Malcolm McDowell (Leonard), el inolvidable protagonista de "La naranja mecánica" y Martin Donovan, actor fetiche de Hal Hartley, lejos ya de su "Retrato de una dama", en la que hacía el papel de uno de los atrapantes personajes de Henry James. "Terror en Silent Hill 2: La revelación" tiene un sonido sugerente, bien empleado el 3D y un cuidado diseño de producción.
Un entramado muy misterioso Es una película para adolescentes en la que el amor y la brujería son dos de sus temas principales. Un hecho a destacar es el humor y algunos, pocos, atractivos personajes, como el doble papel que hace Emma Thompson. La novela original -"Beautiful creatures"- en que se basa la película, vendió cifras estremecedoras, desde que salió en los Estados Unidos. El norte era crear un éxito entre adolescentes como "Crepúsculo", el filme sobre los jóvenes vampiros. Aquí la historia pasa por un chico de pueblo, Ethan Wate (Alden Ehrenreich), que aburrido en su pequeño mundo de Carolina del Norte, conoce a la misteriosa Lena Duchannes (Alice Englert), miembro de una poderosa familia de la zona. A través de uno y otro encuentro en la escuela secundaria del pueblo, Ethan inicia una relación con la joven y se enamora. Ella le confiesa que es Caster, algo así como una Bruja. Le comenta que está al borde de cumplir dieciséis años, cuando las Casters, se enfrentan a la posibilidad de ser elegidas para formar parte de la luz o la oscuridad. Al escuchar esta confesión, Ethan se da cuenta que debe enfrentar una relación arriesgada. MALOS Y BUENOS "Hermosas criaturas" es una película para adolescentes en la que el amor y la brujería son dos de sus temas principales. El guión a cargo del mismo director Richard Lagravenese, carece de profundidad en el diseño de los personajes y en definir las características de la zona en la que viven. El resultado es que todo queda en un "limbo" light de efectos especiales. Un hecho a destacar es el humor y algunos, pocos, atractivos personajes, como el doble papel que hace Emma Thompson, cuyo lado bueno es Mrs. Lincoln y el lado malo es Serafine, una fanática religiosa que amarga al pueblo con sus sermones. Jeremy Irons hace de Macon Ravenwood, un tío brujo y Viola Davis, la misma de "Vidas cruzadas", es Amma, una especie de ama de llaves que esconde más de un secreto. UNA PAREJA El problema de la película que está bien realizada formalmente, es que su pareja adolescente protagónica no convence demasiado. Alice Englert (Lena Duchannes), hija en la realidad de la recordada directora de "La lección de piano", Jane Campion, tiene una personalidad artística interesante, pero su relación con un actor que carece en absoluto de carisma, Alden Ehrenreich (Ethan Wate), no resultan convincentes. En síntesis, el Sur estadounidense como telón de fondo -recordemos las cosas que se hicieron con la Guerra de Secesión y sus personajes en el mundo de Hollywood, empezando por "Lo que el viento se llevó"-, su historia, sus personajes relacionados con la magia y la brujería, condensan una gran riqueza que en este filme no se perciben. Más allá de que su historia guarda cierta semejanza con la saga de "Harry Potter".
El mundo suele ignorar la piedad Sin música de fondo, sólo con un Schubert que ya la enfermedad no puede soportar, "Amour" demuestra la fragilidad ante la mortalidad, con mínimos elementos, austeridad y algunas imágenes desagradables, pero reales. La vejez es un tema difícil que pocos directores abordan. Visiones de maestros del cine oriental (Akira Kurosawa) y nórdicos (Ingmar Bergman) iluminan con su luz sombría, testimonios cinematográficos anteriores. Pero ninguno de ellos hizo lo que el austríaco Michael Hanecke ("La profesora de piano", "La cinta blanca") en "Amour" . Sus protagonistas son una pareja de músicos mayores, jubilados, Anne (Emmanuelle Riva) y Georges (Jean-Louis Trintignant), que lograron llegar a una suerte de paraíso privado. El matrimonio tiene intereses comunes, solvencia económica, una hija (la gran Isabelle Huppert) profesional viviendo lejos con su familia, pero visitándolos periódicamente y un afecto sólido de respeto y coincidencias. UN ANTICIPO Eso es lo que el espectador observa, mientras el living amplio, parece iluminarse con sus objetos de arte discretos y el piano elegante. Sin embargo, el anticipo del caos llega, cuando, luego de asistir a un concierto, la pareja encuentra las cerraduras violadas de la puerta de ingreso a su departamento. Hablan de la inseguridad actual, pero no saben que son preanuncios de lo que vendrá. Porque como un virus, la realidad de la enfermedad y la vejez se hacen presentes inmediatamente. Anne será operada del corazón, con malos resultados y la sombra de la discapacidad, completada por el Alzheimer, ensombrecerán la vida en común. SOLO SCHUBERT Sin música de fondo, sólo con un Schubert que ya la enfermedad no puede soportar, "Amour" demuestra la fragilidad ante la mortalidad, con mínimos elementos, austeridad y algunas imágenes desagradables, pero reales. Michael Haneke no tiene piedad, a pesar de que logra expresar la ternura casi como un reflejo en el ocaso, increíblemente transmitido por la magia de esa Emanuelle Riva (Anne) capaz de emitir amor y también hastío ante la una cuchara con papilla que la temblorosa mano de su narido (impecable Jean-Louis Trintignant) lleva a su boca. Con este filme Michael Haneke sigue mostrando un mundo sin esperanzas, en el que hasta la luminosidad del amor se ve a través de un bergmaniano vidrio oscuro.
La mafia rusa está a la vista Que John y Jack McClaine estén en Rusia, que pasen por Chernobyl, es lo de menos. Lo importante es que caigan autos desde puentes peatonales, vuelen por el aire y se estrellen los poderosos "carros" de asalto como si fueran de goma; se produzca el más feroz choque conjunto de camionetas y camiones, o se reduzca a escombros la pista de baile más grande del mundo en el staliniano hotel Ukraina. John MacClane (Bruce Willis) sigue peleándose con el mundo desde hace veinticuatro años, cuando su personaje se hizo conocido a través de la primera entrega de "Duro de matar" (1988). El conocido policía de Nueva York sigue sin detenerse ante nada y el mundo es un desafío para él. Por eso ahora que tiene un hijo en problemas, que también tiene pasta de justiciero y con él que se lleva bastante mal, deja todo y se va para ayudarlo. Abandona su país, sus amigos, su hija que le pide que no se meta en problemas otra vez y como cualquier ciudadano que quiere demostrar su amor filial, parte a Rusia. Allí lo espera, entre cúpulas acebolladas, la élite de la mafia rusa, preocupada por poner al mundo en peligro, manipulando uranio para sus armas atómicas. Pero lo peor es que el bueno de Jack McClane (Jai Courtney), el hijo en problemas, está en medio del fuego, representando a la CIA y protegiendo al informante Komarov (Sebastián Koch), de tanto malo suelto. ACCION Y VIOLENCIA "Duro de matar: Un buen día para morir", es el quinto exponente de la saga. Reúne todo lo que un fanático de la marca "Duro de matar", requiere: acción, violencia, intensas escenas de persecución, ritmo, coches rotos, enemigos muy malos, despanzurrados y héroes que sobreviven a lo imposible, aunque ya sean veterano uno y sin experiencia el otro. Que John y Jack McClaine estén en Rusia, que pasen por Chernobyl, es lo de menos. Lo importante es que caigan autos desde puentes peatonales, vuelen por el aire y se estrellen los poderosos "carros" de asalto como si fueran de goma; se produzca el más feroz choque conjunto de camionetas y camiones, o se reduzca a escombros la pista de baile más grande del mundo en el staliniano hotel Ukraina. Los McClane destruyen a dúo, se defienden como leones y a pesar de que el viejo John McClane está fuera de entrenamiento, lo disimula ya sea divirtiéndose con el simpático taxista que lo lleva a recorrer Moscú, o enfrentando a los enemigos que intentan aniquilar a su hijo y a él también. No hay ningún villano fuera de lo común en este filme, como sucedía en la última de James Bond. La chica linda en este caso se llama Irina (Yuliya Snigir), pero es bastante poco expresiva. Con un buen desempeño se destacan Bruce Willis (John McClane) y el australiano Jai Courtney, en el papel del hijo, Jack McClane.
Una historia de amor y perdón El filme respeta el espíritu folletinesco y melodramático de este exponente del romanticismo decadente y sólo apoyado en la música y el canto en vivo de sus actores. Estampa intimista de una realidad social, toma temas como el amor, la injusticia, la muerte y la reflexión moral, respetando en líneas generales, la dramática de la novela original. La obra en que se basa el director Tom Hooper ("El discurso del rey") para realizar su filme, es la novela del escritor francés Victor Hugo (1802-1885) y el musical de Alan Boublil, Claude-Michel Schönberg y Herbert Kretzner, que se dio a conocer en Londres en 1985. Su acción se inicia en 1815 y se extiende hasta la Revolución de junio de 1832. Muestra una Francia en pleno auge de la revolución industrial con sus característicos personajes de los barrios bajos, entre ellos un convicto, Jean Valjean (Hugh Jackman) y su enemigo, el inspector de policía Javert (Russell Crowe). Instantes antes, un plano general impresionante, nos permite conocer ladrones y criminales que como galeotes son explotados en los barcos con tareas infrahumanas. Allí está Jean Valjean (Hugh Jackman), que cometió un asesinato para ayudar a su familia y quien será dejado en libertad condicional, luego de años de prisión. Así conocerá a Fantine (Anne Hathaway), una pobre obrera abusada por sus patrones y explotada en oficios que ella tolera para mantener a su pequeña hija Cosette (Isabelle Allen). VALJEAN Y JAVERT La vida de Jean Valjean, marcado por la pobreza y la injusticia y sus encontronazos con la figura karmática de Javert, conforman la anécdota central de la historia. El filme respeta el espíritu folletinesco y melodramático de este exponente del romanticismo decadente y sólo apoyado en la música y el canto en vivo de sus actores, da un testimonio histórico emocional de ciertas consecuencias de la revolución industrial, que simbiotizó progreso y pobreza provocando desequilibrios que necesitaron años para poder incluir a la masa pobre, explotada por una clase poderosa e indiferente, en el universo de los derechos humanos. Estampa intimista de una realidad social, la película toma temas como el amor, la injusticia, la muerte y la reflexión moral, respetando en líneas generales, la dramática de la novela original. Escenas con multitudes que contrastan con otras más intimistas, abundancia de primeros planos y un heterogéneo manejo de la parte actoral son algunas de las características de esta nueva versión de "Los miserables", donde todo se canta con resultados variados. DISEÑO CUIDADO Es cuidadoso el diseño de producción e inolvidable la actuación de Anne Hathaway en la canción "Yo soy un sueño". A ella se suman las interesantes actuaciones de Hugh Jackman como Jean Valjean y Samantha Seyfried, en el papel de Cosette joven. Un tanto estático resulta Russell Crowe (Javert), impecables Helena Bonham-Carter (Madame Thénardier) y Sacha Baron Cohen (Thénardier) como los posaderos truhanes. Junto a ellos también se destaca Isabelle Allen, en su papel de Cosette niña. En un balance general, "Los miserables" gana con tintes que evocan plásticamente a Gustave Doré y a Théodore Géricault, los que acompañan una historia tan vieja como el mundo con su carga de amor, perdón y sentimiento cristiano. Aunque también es cierto que pierde puntos con su exceso de metraje y en algunas interpretaciones que dejan al descubierto la desafinación de algunas voces en actores secundarios.
Cuatro caras de una vengadora A partir de una vertiente esquizofrénica de distintas lineas para enmarcar a su protagonista, la trama adquiere matices fantásticos, a los que se incorpora el horror y el suspenso, sin olvidar el melodrama y una suerte de telenovela televisiva. Esta es la historia de una tal Rosario (Florencia Raggi) algo así como una chica superpoderosa que hace justicia por mano propia y a sueldo. Sus preferencias pasan por los abusadores, los pegadores de mujeres y afines. Joven, decidida, metódica, oculta un pasado violento, más que el actual y nada limpio por cierto, pero con una razón innominable. Rosario (Florencia Raggi) es requerida por muchas mujeres y es perseguida por la policía, que finalmente logra apresarla. Aunque lo que la mujer no sabe es que un día, su vida dará un vuelco y alguien que no esperaba intervendrá, cambiando su destino hacia un rumbo que terminará por enloquecerla. ROJO SANGRE El filme está dirigido por Adrián Caetano, el mismo de "Un oso rojo", "Crónica de una fuga" y "Bolivia", él que esta vez elige diferentes líneas para enmarcar a su protagonista, Rosario, a la que desdobla en cuatro personajes: Rosario 1 (Liz Solari), Rosario 2 (Florencia Raggi), Rosario 3 (María Dupláa) y Rosario 4 (Brenda Gandini). A partir de esta vertiente esquizofrénica, la trama adquiere matices fantásticos, a los que se incorpora el horror y el suspenso, sin olvidar el melodrama y una suerte de telenovela televisiva. También incorpora personajes poco creíbles, aunque la credibilidad no es un concepto que importe demasiado dentro de esta suerte de híbrido cinematográfico. "Mala" es un policial con tintes folletinescos, enmarcado en una atmósfera fantástica con seres un tanto delirantes, que desfilan sin definir exactamente sus variantes psicológicas, lo que da como resultado un testimonio distinto dentro de la filmografía de un director como Adrián Caetano. ANIMO VENGADOR "Mala" rezuma en su contenido oleadas de situaciones que recuerdan a filmes de Quentin Tarantino y John Carpenter, elementos de historieta y cine clase B, con algunos toques freudianos y cine rojo sangre, de ánimo vengador, matizados por fogonazos absurdos y desbordados, a los que acompañan Florencia Raggi (Rosario) y Ana Celentano, en el papel de María, las que consiguen las mejores caracterizaciones. Adrián Caetano cuenta bien cinematográficamente, pero los caracteres de los personajes, en este caso, no alcanzan definiciones generales que los independicen de cierta condición cercana a la machieta. Varias de sus escenas quedan como en el aire, sin resolver, igual que algunos personajes casuales. El humor a veces asume toques bizarros, dando origen a una suerte de camino abierto de imprevisibles resultados.
Un accidente que deja secuelas El filme tiene una admirable secuencia de cine catástrofe, una de las mejores de las realizadas en cine y la ratificación de un Denzel Washington, interpretativamente imbatible con un impecable diseño de producción. Su protagonista es Whip Whitaker (Denzel Washington), un piloto adicto a las drogas, de vida bastante movida. Hay una impresionante catástrofe en un vuelo de Orlando a Atlanta, con él en los comandos, que pone en riesgo mortal a sus más de cien pasajeros, una actitud increíble que le permite controlar al avión y llegar a tierra, con el mínimo de consecuencias mortales y el desmadre de la masa mediática eleva a Whitaker, a la categoría de héroe. Si a esto se suma el escándalo posterior al descubrirse en qué condiciones viajó, el caos es completo. CINE CATASTROFE El piloto Whip Whitaker pasa de héroe a antihéroe, de antihéroe a paria y a varios estados más, recorriendo manifestaciones de cine catástrofe, drama psicológico, ronda de terapia, comedia sentimental y juicio final. La película del polifacético Robert Zemeckis ("Volver al futuro", "Forrest Gump"), un director que acostumbra presentar al hombre común, cambiante, ante la fuerza de las circunstancias, juega con la tensión y el suspenso tratando de mantener el equilibrio en un filme con una primera parte verdaderamente impactante. Su estructura mantiene el concepto de variedad y ritmo que lo caracteriza, agregando el dilema ético moral y la frágil y veleidosa incorporación de la presión social. Denzel Washington se zambulle en un personaje rico y polifacético que puede capear las condiciones de héroe-antihéroe, mostrando la soberbia inicial del hombre que se cree superpoderoso y al que el destino le tiende una trampa, o una excusa para la salvación. MARIDO Y AMANTE El carismático actor, a través de su papel, pasa con admirable seguridad de la disipación al thriller, sin disimular su condición de problemático ex marido, padre o amante. A su lado revolotean un abogado hábil, un representante sindical, una ex drogadicta con alma de redención, una fiscal absorbente y un amigo traficante, Harling Mays (el imperdible John Goodman), todos en una ronda que no termina de desbordarse y arriba a un final no del todo convincente. "El vuelo" tiene una admirable secuencia de cine catástrofe, una de las mejores de las realizadas en cine y la ratificación de un Denzel Washington, interpretativamente imbatible con un impecable diseño de producción. Un buen drama, con algunas simplezas narrativas y varios minutos de más no impiden que la película atrape y cumpla con el imprescindible mandato de entretener.