Muchos pasajeros en peligro De Bill Marks (Liam Neeson), este hombre nervioso que mira la fotografía de una niña en su auto, o apura un trago de whisky, no sabemos nada. Ni que es agente aéreo y que como trabajo cuida a los pasajeros en vuelo, ni que tiene el drama de haber perdido una hija. Sólo lo vemos en el aeropuerto de Nueva York, que está a punto de tomar un jet rumbo a Londres. Luego observamos a un molesto pasajero intentando entablar conversación y un ama de casa alborotadora, Jen (Julianne Moore), que intenta terminar con sus tareas en tierra, vía celular, mientras espera embarcar. Cuando Bill Marks esté en su asiento, se sabrá que no le gusta volar, porque lo dice en algún momento a su compañera, la mujer que hablaba por el celular y al fin consiguió ubicación al lado de la ventanilla. Entonces será el momento en que el móvil de Marks advierta que alguien se comunica con él diciéndole que cada veinte minutos un pasajero morirá. Luego sabrá que hay que depositar ciento cincuenta millones de dólares para que esto no ocurra. Pero ya empezarán los muertos y la azafata desconfiará, como la mayoría de los pasajeros que, poco a poco, serán conscientes del peligro. RUMBO A LONDRES Thrilller aéreo de suspenso, "Non-stop sin escalas", es un atractivo filme del catalán Jaume Collet-Serra -el director de "La huérfana"-, que transcurre a bordo de un avión, camino a Londres y mantendrá en vilo al espectador, que se pregunta sobre el futuro de esa tripulación. Mantener el suspenso en un solo escenario (un avión) no es tarea fácil, pero el director lo consigue a través de la muy buena actuación de Liam Neeson, con una Julianne Moore siempre lista y Michelle Dockery, en el papel de la azafata Nancy. Claro que la calidad de la última parte de la película decae, lo mismo que el guión, aunque es cierto que se intensifica la acción. Buen ritmo y algunas figuras conocidas, que hacen los papeles de dos pasajeros, como Lupita Nyong"o y Scoot McNairy, a los que se vio en "12 años de esclavitud", completan este filme que atrapa.
Un desastre que aún interesa Es un filme ideal para adolescentes, dirigido por un veterano en este tipo de películas, Paul W.S. Anderson ("Resident Evil"), que le da buen ritmo, algo de suspenso, mantiene clichés en los distintos tipos psicológicos y subraya la acción. Son numerosas las producciones que, tanto en cine, como en televisión, tuvieron como protagonista la erupción del Vesuvio en el año 79 d.C. Sin lugar a dudas, la más importante y la más olvidada por razones de lejanía en el tiempo fue "Los últimos días de Pompeya" de Luigi Maggi, realizada en 1908 con un gran presupuesto y efectos especiales. Estrenada en catorce salas de cine italianas de la época se convirtió en un gran éxito. Ahora entramos en la segunda década del año 2000 y de alguna manera la producción que tenga como fondo el desastre de la región de Campania por la erupción del volcán, va a tener que tener una historia romántica con todos los ingredientes que la hagan atractiva. O sea que habrá un poco de suspenso, acción, corrupción, venganza, con algo de Romeo y Julieta, luchas físicas para demostrar que al amor hay que defenderlo también en el campo de batalla y un desastre final, sin olvidar que los buenos se tienen que pelear con los malos y luego se verá quién gana. LA CATASTROFE En este caso los protagonistas son Milo (Kit Harington), esclavo, luego gladiador y su amada Cassia (Emily Browling), que por cuestión de deudas paternas es prometida en matrimonio a un senador corrupto, llamado Corvus (Kiefer Sutherland). Ya están dados los actores principales, el resto serán enfrentamientos por la chica, e intentar el rescate durante la catástrofe, el problema que algunos afirman, es que provocó miles de muertes y un legado para la historia, porque la lava conservó como estaban en ese momento a los habitantes en sus moradas junto con sus enseres. Habrá, paralelamente, una historia de amistad del esclavo, luego gladiador, con Atticus (Adewale Akinnuoye-Agbaje), también esclavo como él. "Pompeii. La furia del volcán", es un filme ideal para adolescentes, dirigido por un veterano en este tipo de películas, Paul W.S. Anderson ("Resident Evil"), que le da buen ritmo, algo de suspenso, mantiene clichés en los distintos tipos psicológicos y subraya la acción. El resto lo hacen los efectos especiales, la importante tecnología y el hecho de que los protagonistas sean Kit Harington, el héroe de "Juego de tronos", la promocionada serie televisiva y la bella Emily Browning, le otorga una atracción extra a la película. A los mencionados se suma el popular Kiefer Sutherland, como el malvado de Corvus, un senador romano.
Secretos que tiene el tiempo La película, estupendamente dirigida por Robert Minkoff ("El rey León"), logra una historia divertida, con un humor fino y familiar, ritmo efervescente y música muy alegre. La historia está basada en una serie de televisión de gran éxito en Estados Unidos. La serie data de fines de los años "50 y cuenta la historia de un perro excepcional y su mascota, un niño. El perro, Peabody, es un grande en los negocios, deportista experto, gran científico, calificado como olímpico y ahora tiene un desafío, criar la mejor mascota del mundo, su hijo. Y se va a dar cuenta que estar al lado del pequeño Sherman y educarlo, debe ser una de las tareas más difíciles del universo. El problema surge cuando Sherman conoce a Penny, una nena poco simpática que a él le gusta. Tanto, que le contará el secreto que prometió a Peabody no revelar. La máquina del tiempo que hace viajes interespaciales y intertemporales. Como el amor hace que uno entregue todo y haga solo lo que la dama quiera, Sherman muestra a Penny la máquina y la prueban. Por supuesto, el problema es que después no pueden parar de viajar y Penny no quiere volver y se cometen errores que se deberán arreglar. DELICIOSOS PERSONAJES La película, estupendamente dirigida por Robert Minkoff ("El rey León"), logra una historia divertida, con un humor fino y familiar, ritmo efervescente y música muy alegre. En cuanto al diseño de personajes más allá de los históricos, Einstein, Agamenon, Da Vinci, o los brutales gladiadores son un prodigio de simpatía, calidez facial y un cierto carisma en la persona del perro, que es como la versión adulta de "Peanuts", la recordada historieta de Charles M. Schulz. Algunos momentos llamativamente remedan otros filmes como el momento de enfrentamiento entre Peabody y los padres de la niña que recuerdan otra secuencia fílmica, la de "Un Dios salvaje", la última película de Roman Polanski. Sherman y su padre tendrán que meterse en el espacio sideral para arreglar los problemas históricos que se suscitaron. Será el momento en que presente y futuro a través de sus personajes interactúen. El mundo está en peligro por culpa de la ligereza de Sherman. El viaje implicara normas y situaciones que lo irán modelando y también a Peabody como padre.
Una realidad que a todos toca Sorprende la intensidad y el humor de los diálogos y la perfección del guión, donde todo va cerrando, lenta, pero rigurosamente. El paisaje y los cielos son un placer, la música acaricia y las interpretaciones, especialmente la de Bruce Dern, como Woody (imperdible caracterización) son para recordar. Lo primero que se ve es la imagen de una carretera. Un viejo desorientado y un policía que lo lleva al hospital. El anciano se llama Woody Grant (Bruce Dern), está en los últimos años de su vida, sufre de Alzheimer y se le metió entre ceja y ceja cobrar un premio tramposo, que hace décadas le prometió un millón de dólares. Nadie le cree, pero aunque vea el engaño, David (Will Forte) su hijo menor, un cuarentón que se siente fracasado, termina por subir a su auto con su padre y ambos toman la carretera y emprenden un viaje agotador. Viaje que incluye el Monte Rushmore, ese que conocemos todos por el filme de Alfred Hitchcok, "Intriga internacional". Descenso al mundo de las Grandes Llanuras, del Medio Oeste americano, donde uno está esperando algún asentamiento indígena con muchos búfalos alrededor, como lo indican los carteles que testifican el lugar. Recorrida al universo pedestre de esos habitantes casi rurales, de la ironía pronta, de la desconfianza al que no es del palo, inmersos en soledades y extensiones casi patagónicas, al borde de la nada. De "Nebraska" se disfruta de un relato con música inolvidable y exquisita fotografía en blanco y negro, realizada por el fotógrafo que siempre acompaña al director Alexander Payne, él que no por nada lleva el pomposo nombre de Phedon (Papamichaels), ese del libro de Platón que hablaba de la esencia y la apariencia y de la importancia de la reminiscencia, justamente temas que trata el filme, donde lo valioso parece tonto, pero no lo es. FALSOS PERDEDORES "Nebraska" es un filme de falsos perdedores, de ilusiones perdidas con notables momentos donde las máscaras caen y los más tontos se revelan odiosos y los más dulces, peligrosos (ver el almuerzo familiar, similar al del filme "Agosto", pero con gerontes y "tontos" temibles). Sorprende la intensidad y el humor de los diálogos y la perfección del guión, donde todo va cerrando, lenta, pero rigurosamente. El paisaje y los cielos son un placer, la música acaricia y las interpretaciones, especialmente la de Bruce Dern, como Woody (imperdible caracterización) son para recordar. También se destaca June Squibb, como la esposa Kate y Will Forte en el papel de David, el hijo. Los que están acompañados por un grupo de excelentes actores veteranos que van desde Stacy Keach, intenso y justo, hasta Angela Mc Ewan, la novia que olvidó Woody y que se reencuentran a través de un diario barrial.
Un Shakespeare con buen marco Escrita por Willliam Shakespeare, "Romeo y Julieta" es un drama romántico de larga tradición, que se remonta en sus orígenes a Grecia e Italia, pero que habría sido conocido por el poeta inglés a través del monje Mateo Bandello. En la misma época de Shakespeare, hubo escenificaciones de la vieja historia en Italia, Francia y España (Lope de Vega con "Castelvines y Monteses"). ¿Quién no se emocionó con la trágica experiencia de los jóvenes amantes separados por sus familias y obligados a un cruel destino? La historia fue llevada al teatro, la televisión y en el cine tuvo hasta una versión muda dirigida por Mélis y la de Franco Zeffirelli, con una Julieta argentina, Olivia Hussey, sin hablar de las comandadas por George Cukor, o Renato Castellani. BUEN ROPAJE Pero estamos en épocas light y se piensa que el cine tiene su mayor público en los adolescentes. Y como a ellos les gusta "Crepúsculo", qué mejor que una versión cosmética, bien vestida, con lujosos interiores y chicos como salidos de la mejor revista de modas. Desde la bella Julieta (Hailee Steinfeld), hasta el Romeo, a cargo de Douglas Booth, pasando por el joven Paris, interpretado por Tom Wisdom de la serie "Uno para todos" o Ed Westwick, un bien actuado Teobaldo, que en la vida real no solo actúa, sino que desfila en las pasarelas. El guión del prestigioso Julian Fellowes ("Gosford Park") redujo bastante el texto original y le incorporó algo de su cosecha. Buen ritmo en la historia, tradicional el tratamiento de los caracteres, pero el núcleo de la narración, el romance, luce poco apasionado, un tanto insípido y la poesía está ausente. En cuanto a los actores adultos, Paul Giamatti es Fray Lorenzo y se lucen Lesley Manville, como el ama y Damian Lewis en el papel de Lord Capuleto, el padre de Julieta. Mientras que Benvolio, está a cargo Kodi Smit-McPhee.
Entre la violencia y la ética La película está bien hecha, cuenta con correctas actuaciones, entre las que se destacan Gary Oldman, como Dennett Norton, el científico y Samuel Jackson, el presentador de las noticias. El problema es que la historia no exhibe tanta acción como puede pedir el amante del otro "Robocop". A fines de la década de 1980, "Robocop" tenía un señor director, venido de los Países Bajos, Paul Verhoeven, que llamaba la atención por un estilo que reunía violencia y erotismo. Su trabajo posterior, "Bajos instintos", que consagrara a Sharon Stone y Michael Douglas, reiteró esos sesgos. El tiempo pasó y por supuesto, todo éxito tiene un destino inevitable, el reciclado. Esta vez se eligió a un director más joven, especialista en violencia, claro que una violencia quizás más blanca que la de Verhoeven. Se trata de Jose Padilha, el de "Tropa de élite". Esta vez "Robocop" tiene varios momentos en que los medios se ocupan de él. Parece que los medios de comunicación en el futuro inmediato, van a tener más importancia que ahora y también, por lo que vemos, la sociedad acrecentará la violencia. Por eso, como se dan cuenta que los robots cuidan como pueden el mundo exterior y no son demasiado bien recibidos por los hombres, deciden crear uno que tenga algo de humano, o mejor incorporar un humano a lo robótico y que oficie de cuidador de la seguridad. UN HOMBRE-MAQUINA El hecho recae en un policía que pierde parte de su cuerpo en un atentado, Alex Murphy (Joel Kinnaman). El injerto hombre-máquina lo hace un Frankestein de la primera hora, el doctor Dennett Norton (Gary Oldman), que tiene un montón de dudas morales sobre el experimento, como si hay que esperar más tiempo para perfeccionarlo, o se pregunta si la familia no lo perdería cuando fallen sus implantes en la memoria y otros problemas similares. Pero, sobre todos ellos, pesa Omnicorp, la compañía que los maneja y que no tiene tiempo para sentimientos. Robocop es creado y su familia comienza a comprender que los sentimientos, para las necesidades de determinadas corporaciones, no son imprescindibles. VISION MEDIATICA La película está bien hecha, cuenta con correctas actuaciones, entre las que se destacan Gary Oldman, como Dennett Norton, el científico y Samuel Jackson, el presentador de las noticias. El problema es que la historia no exhibe tanta acción como puede pedir el amante del otro "Robocop", porque en este caso se le da más importancia a la visión mediática, al dilema ético y a alguna filosofía de bolsillo. Este Robocop torturado, acosado por las multinacionales, extrañado por la familia, odiado por el Departamento de Policía, al que descubre corrupto, se mueve en un espacio problemático, pero no exento de atractivos. Veremos el próximo Robocop hacia qué lado apunta.
Entre el sueño y la fantasía Tiene un atractivo diseño de producción y escenas de un romanticismo algo exagerado, que una parte del público, sin duda disfrutará, unido a la música de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams. De shakespeariano título, el filme de Akiva Goldsman se desenvuelve en el plano de la fantasía y la realidad, en distintas épocas y con personajes singulares, capaces de sentimientos pasionales, amores eternos y reacciones imprevisibles. Hay un joven ladrón de misterioso origen, capaz de intentar robar en una casa y ser bien recibido por su dueña, que simpatiza con él, la misma heredera pelirroja con la que vivirá un gran amor, capaz de curar su enfermedad por los atributos terapéuticos de un sentimiento puro. Alrededor, un pasado triste de ladrón de guante blanco y las eternas rivalidades pandilleras que reactualizan el eterno conflicto del bien y el mal. Los protagonistas, Peter Lake (Colin Farrell), la dulce Beverly Penn (Jessica Brown Findlay), el malo de Pearly Soames (Russell Crowe), todos dispuestos a vivir una historia fantástica e irreal. REALISMO MAGICO Primera película del productor y escritor de "Soy leyenda" y "Sr. y Sra. Smith", entre otras películas exitosas, Goldsman elige el camino del realismo mágico y la superposición de tiempos y espacios para relatar una historia de amor, donde es posible siendo ladrón ser recibido con un té por la dueña de casa, o reencarnarse en otra época, luego de morir en la etapa anterior, encontrarse con un caballo alado, o llegar a la deriva en la maqueta de un barco. Basada en la exitosa novela de Max Helprin, publicada hace treinta años, el filme exhibe elementos surrealistas de clara raíz romántica, ideal para adolescentes. Un intérprete ideal es Colin Farrell, como el joven ladrón, Jessica Brown Findlay, es la amada enferma; Russell Crowe es el villano que persigue al protagonista y William Hurt ocupa el papel de Isaac Penn, el padre de la heroína. "Un cuento de invierno" tiene un atractivo diseño de producción y escenas de un romanticismo algo exagerado, que una parte del público, sin duda disfrutará, unido a la música de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams.
El horror de perder a un hijo El filme tiene un sólido guión y una Judi Dench que nunca cae en el recurso fácil, la que pinta a una ama de casa común, necesitada del empuje del otro para incentivar la fuerza de la búsqueda. Philomena (Judi Dench) no sabe que su contacto con el periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan), va a llevarla al fin de una búsqueda de cincuenta años. Una irlandesa sencilla y un intelectual de la palabra, culto y sarcástico, que toma la relación como la necesidad de completar ""una nota humana"", que, de alguna manera, lo haga olvidar su reciente desvinculación con un importante medio en el que trabajó por años. Pocos días antes, la hija ya adulta de Philomena, se enteró que tenía un medio hermano. Su madre, lo confesó, luego de ocultarlo por años. Desde la adolescencia, soltera y en trance de dar a luz, fue encerrada por su familia en el monasterio de Roscrea, donde pierde a su hijo. La ayuda del periodista, que va entablando poco a poco un lazo emocional con Philomena, la conduce a Estados Unidos, donde el pequeño Tony, el hijo ausente, va tomando un rostro, una identidad. UN BUEN GUION La película está basada en una historia real que contó el periodista Martin Sixsmith en el best seller "El hijo perdido de Filomena Lee", sobre la base del caso de Philomena Lee, actualmente de ochenta años y que desnuda la trama de la entrega de bebés por organizaciones religiosas y la explotación de menores en el ámbito laboral. Philomena se vio obligada a trabajar durante varios años, a cambio de casa y comida en el convento, junto con otras adolescentes, siendo testigo de la entrega de su hijo, un niño de tres años, a una pareja que luego sabría era de origen norteamericano. El filme personaliza un tema ya tratado hace doce años por el director escocés Peter Mullan en "Las hermanas de la Magdalena", sobre la explotación laboral y la intolerancia de las monjas irlandesas del asilo católico. La historia que retoma Stephen Frears, revulsivo director de "La reina" se encuadra dentro de la línea del melodrama de buen ritmo, austero, con toques de humor, de tono más cercano al cinismo y al sarcasmo. "Philomena" tiene un sólido guión y una Judi Dench que nunca cae en el recurso fácil, la que pinta a una ama de casa común, necesitada del empuje del otro para incentivar la fuerza de la búsqueda. A su lado, se lucen un discreto y contenido Steve Coogan, Sophie Kennedy Clark en la Philomena adolescente y Barbara Jefford, como la polémica Hermana Hildegarde.
Un testimonio de la represión El documental de José Pedro Charlo sigue la figura de Jorge Tiscornia, preso político uruguayo, que logró, durante más de doce años, en el penal de Libertad, registrar clandestinamente su prisión. Retrato de un ex tupamaro, aislado durante cuatro mil, seiscientas cuarenta y cinco interminables jornadas, el filme muestra como hay formas de releer el cautiverio, creando un sistema de signos que configuren un espacio y encerrándose en él. Este estudiante de arquitectura, que ingresara a la cárcel el 20 de junio de 1972, se refugia para salir de la locura del encierro, en la creación de múltiples almanaques, donde fija, interminables, los días en el penal, almanaques que, cuidadosamente, escondía en los zuecos que lo acompañaban cuando se duchaba. Testimonios silenciosos y ocultos en el que un recluso atesora la memoria, son los que ahora salen a la luz para develar y fijar en el tiempo, momentos que pudieron desaparecer del conocimiento general. LA PSIQUIS HUMANA El director de "El almanaque", José Pedro Charlo, estuvo también detenido en el mismo penal en que vivió Tiscornia, una prisión que llegó a albergar mil doscientos detenidos. "El almanaque" permite ver como impactan determinadas experiencias en la psiquis del hombre y como se las intenta afrontar. Junto con esta película y su anterior "El círculo", sobre la historia del científico uruguayo, Henry Engler -también ex preso político tupamaro- especializado en el Mal de Alzheimer; el cineasta, intenta, como el mismo dice, "saber más de nosotros, conocer el pasado y enriquecernos hacia el futuro". Austero en el plano formal, con utilización de la voz en off, testimonios orales, entre ellos los de su compañero Elbio Ferrario, coordinador del Museo de la Memoria, de Montevideo; más fragmentos de noticieros franceses, fotos que también Tiscornia saco en prisión, de contrabando con una cámara fotográfica ajena, "El almanaque", es una respuesta digna a situaciones límites que forman parte del delicado patrimonio de la memoria.
La injusticia y la crueldad existen Un buen guión, un tema retomado en el mejor momento y un director inglés, Steve McQueen, pueden alzarse con varios de los mayores premios de la Academia hollywoodense. Por el momento la película recibió nueve nominaciones al Oscar. El filme está basado en las memorias de Salomón Northup (1852). Cuenta los hechos reales que rodearon la increíble historia de un carpintero y músico, hombre negro y libre, que fue llevado con engaños y vendido por esclavo, permaneciendo doce años en cautividad en varias plantaciones de algodón, en el sur de los Estados Unidos. Hablar del tema de la esclavitud en Estados Unidos recurriendo a una historia melodramática y personal, no es una originalidad. Ya lo hicieron directores como Victor Fleming en "Lo que el viento se llevó" y Steven Spielberg en "El color púrpura", entre muchos otros y con distinta suerte. Sin embargo, la increíble acogida que ha tenido "12 años de esclavitud", luego de su estreno en Estados Unidos, estaría de acuerdo con una época en que los derechos humanos son apoyados y la justicia social se esfuerza por ser aceptada. El filme del director Steve McQueen se desenvuelve dentro de las líneas tradicionales del relato, con respeto histórico y un inusual equipo de excelentes intérpretes. Quizás lo único que excede las líneas clásicas sea ese regodeo en la violencia y cierto acento en la tenebrosidad de algunos personajes. LAS VICTIMAS Las escenas en las plantaciones respetan las locaciones del libro escrito por Solomon Northup y el desgarro de ciertos momentos "guignolescos" pueden afectar a desprevenidos. Esperemos que la víctima de la mayor violencia, como es el caso del personaje a cargo de la debutante Lupita Nyong"o (Patsey), una esclava sometida por su amo (a cargo de Michael Fassbender) sea compensada con el Oscar a la mejor actriz de reparto, bien merecido por su notable caracterización. Si se resalta la labor de la joven Lupita, no se puede olvidar a los demás, Chiwetel Ejiofor hace una creación austera y sentida de su papel de Salomon Northup, mientras Michael Fassbender (Edwin Epps) y Paul Dano (Tibeats) se llevan las palmas por los villanos; en tanto Sarah Paulson, como (la señora Epps), esposa del personaje que cubre Fassbender, se destacan por sus meritorias interpretaciones. Un buen guión, un tema retomado en el mejor momento y un director inglés, Steve McQueen, pueden alzarse con varios de los mayores premios de la Academia hollywoodense. Por el momento la película recibió nueve nominaciones al Oscar.