Un cuento de invierno

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Entre el sueño y la fantasía

Tiene un atractivo diseño de producción y escenas de un romanticismo algo exagerado, que una parte del público, sin duda disfrutará, unido a la música de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams.

De shakespeariano título, el filme de Akiva Goldsman se desenvuelve en el plano de la fantasía y la realidad, en distintas épocas y con personajes singulares, capaces de sentimientos pasionales, amores eternos y reacciones imprevisibles.

Hay un joven ladrón de misterioso origen, capaz de intentar robar en una casa y ser bien recibido por su dueña, que simpatiza con él, la misma heredera pelirroja con la que vivirá un gran amor, capaz de curar su enfermedad por los atributos terapéuticos de un sentimiento puro. Alrededor, un pasado triste de ladrón de guante blanco y las eternas rivalidades pandilleras que reactualizan el eterno conflicto del bien y el mal.
Los protagonistas, Peter Lake (Colin Farrell), la dulce Beverly Penn (Jessica Brown Findlay), el malo de Pearly Soames (Russell Crowe), todos dispuestos a vivir una historia fantástica e irreal.

REALISMO MAGICO

Primera película del productor y escritor de "Soy leyenda" y "Sr. y Sra. Smith", entre otras películas exitosas, Goldsman elige el camino del realismo mágico y la superposición de tiempos y espacios para relatar una historia de amor, donde es posible siendo ladrón ser recibido con un té por la dueña de casa, o reencarnarse en otra época, luego de morir en la etapa anterior, encontrarse con un caballo alado, o llegar a la deriva en la maqueta de un barco.

Basada en la exitosa novela de Max Helprin, publicada hace treinta años, el filme exhibe elementos surrealistas de clara raíz romántica, ideal para adolescentes. Un intérprete ideal es Colin Farrell, como el joven ladrón, Jessica Brown Findlay, es la amada enferma; Russell Crowe es el villano que persigue al protagonista y William Hurt ocupa el papel de Isaac Penn, el padre de la heroína.

"Un cuento de invierno" tiene un atractivo diseño de producción y escenas de un romanticismo algo exagerado, que una parte del público, sin duda disfrutará, unido a la música de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams.