A la tierra llegaron los extraterrestres que tienen una particularidad: Esos monstruos con esqueleto metálico, brazos parecidos a los insectos y una cabeza con reminiscencia de la película “Alien” tienen un extraordinario oído pero son ciegos. Solo con esos escasos datos y con idea de Bryan Wood y Scott Beck que escribieron el guion con el director, alcanza para redondear una historia de terror y ciencia ficción con toques sangrientos. El director John Krasinski es también el protagonista con su esposa -en ficción y realidad- Emily Blunt, acompañados por Noha Jupe y Millicent Simmonds. Qué ha pasado con el resto de los habitantes del planeta, con ejércitos y policía, pocas referencias: solo algunos recortes de diario que recomiendan un manual para sobrevivir con especial énfasis en la necesidad del silencio absoluto. Un ruido, un grito es sinónimo de una sentencia de muerte. La construcción del suspenso ominoso es perfecta. La familia que vive en un idílico lugar, con el lenguaje de señas, mas una de sus hijas sorda, sufre de inmediato una desgracia por culpa de un juguete barullero. Así a nadie le quedan dudas del peligro que corren. Una película corta, concentrada y entretenida. Tiene pocos defectos y mucho para entretener. Los actores están todos muy bien. Emily Blunt es intensa y medida al mismo tiempo. Para Krasinsky, famoso como actor y director, su primer experiencia fuera de la comedia. La película merece verse.
Para los que se criaron viendo y jugando con este robot, que proviene del maga creado por Go Nagai este trabajo llega de la mano de la nostalgia y de la recreación de los personajes originales, después de tanto uso y abuso. Con la madurez de Koyi Kabuto y los demás carácteres, y la reaparición del Dr. Infierno y sus amenazas globalizadas. Con la necesidad de recurrir al famoso robot, encontrado en un yacimiento arqueológico. El director Junji Shimizu quiso hacer un homenaje al aniversario número 45 de Mazinger, que debuto en noviembre del 1972. El objetivo esta logrado para los fanáticos que verán revivir al robot gigante, a una Eva futura, con toques mas modernos en el argumento que habla del fin del mundo y si vale la pena o no salvar a la desencantada raza humana. Mucha acción, buenos efectos catastróficos, incluidos los producidos por los dragones mecánicos de tres cabezas, y la preservación de los toques de animación original para nostálgicos. Dura lo justo 95 minutos.
De los creadores del recordado y regocijante filme “7 Cajas”, los talentosos Tana Schembori y Juan Carlos Meneglia, llega ahora este film que se basa en la obsesiva búsqueda de un tesoro, que pertenece a la leyenda de la cultura paraguaya. Y que se remonta a objetos de plata escondida en l870. Hablamos de la Guerra de la Triple Alianza que dejo al Paraguay con su población masculina diezmada. Los buscadores de esos tesoros tiene nombre propio y esa tradición dio pie al argumento alocado que suscribe Juan Carlos Maneglia. Y así como su anterior película también tenía el ritmo increíble de un elenco coral, aquí, si bien las circunstancias y la historia argumental es otra, con más humor y personajes excéntricos, la locura por obtener el tesoro desata un clima policial, una acción vertiginosa y un entretenimiento total. Con mucho delirio y personajes totalmente queribles, la historia de ambiciones desatas garantiza risas y no pocos hallazgos. En el argumento un repartidor de diarios recibe en su cumpleaños un regalo particular de parte de su abuelo que perdió el habla hace años. Es un libro de historia paraguaya de cuyo interior cae un mapa y una foto. El retrato es de su abuelo y su hermano. El mapa abre la puerta de una aventura por descubrir un tesoro que resulta estar en el jardín de la mansión de un embajador. Mientras los protagonistas se obsesionan con su objetivo, la realidad paraguaya se pinta por entero, y se suman situaciones imaginativas a una trama que no da respiro. Un elenco muy bien elegido y eficaz. No se la pierda.
Con producción, guión y dirección de Bernardo Francese, Agustín Gregory e Ignacio Laxalde (que forman “Cine Humus”) los dos primeros son también protagonistas junto a Maru Zapata. Se trata de una comedia original y fresca que se redondea perfectamente con un ajustado guión que apela al absurdo, con buenas actuaciones y por sobre todo con una alta dosis de creatividad para presentar un conflicto común con ribetes de delirio y por sobre todo una fina ironía a teorías productivas y creativas tan usadas y abusadas en la actualidad. Dos supuestos hermanos cantantes, los del titulo y un tercero en discordia para marcar “la multitud” en una relación. Y todas las argucias del más moderno marketing para quedarse con la chica en cuestión. Una mirada divertida sobre las ambiciones humanas, los buscavidas, los creativos, y por sobre todo los que corren solo por el éxito. Bien actuada, con el punto exacto de diversión e inteligencia.
Una película extraña, personal y experimental. Su director Pablo Rabe con su manera de filmar, la utilización de lentes y ángulos impensados, exquisita fotografía, casi no necesita diálogos para provocar un clima de terror, de suspenso, de misterio. Todo logrado solo por su estudio de la imagen y los humanos. Mas los insectos. Realidades y sueños, apariciones de cuerpos en movimiento que tomados parcialmente semejan monstruos que solo pueden nacer de la imaginación alineada del protagonista. Pesadillas y dolor, entre un hombre mayor, una niña que parece libre y nadie puede sujetar, mas una mujer sufriente que el hombre trata de ayudar estudiando compulsivamente libros de biología. No se necesita más, ni siquiera las palabras, solo gemidos, sonidos, bichos y gusanos. Una extraña fascinación para el espectador.
Es un documental experimental de Fernando Laub que lo define como un film de arte sonoro. Con tracs compuestos por el director que ha realizado también presentaciones del film con música en vivo. Se trata de un registro cinematográfico que logra con imágenes una suerte de vértigo similar a cierto clima de thriller, con obvia referencia a road movies, separada en capítulos. Las imágenes fueron filmadas en Arizona (Kingman, el desierto de Mohave, el gran Cañón, autopistas y un museo de aviones), en California, Nevada (Fremon street, Las Vegas), Texas y muchos tramos de la mítica ruta 66. Una conjunción de imágenes que pueden servir para armar argumentos en la cabeza mientras desfilan con intensidad para nuestros sentidos.
Una invitación a la mayor aventura, en el mundo real y virtual, con referencias a otras pelis, homenajes, derroche de citas a la cultura pop de los ochentas y noventas, que según el propio director necesitara ser vista unas cinco veces para advertirlas a todas. Exageraciones al margen, Steven Spielberg a sus setenta años demuestra una juventud y un vigor increíble en esta producción dedicada al entretenimiento pero con un virtuosismo técnico, una motivación, una nostalgia y un empuje de marca mayor. La acción arranca en el 2045. La realidad es desastrosa, el mundo esta destruido, en la ciudad de mayor crecimiento (Columbus, Ohio) se vive entre basura, en casas que fueron trailers apilados, emparchados como una gigantesca villa miseria. Es tan decepcionante esa realidad que todos los humanos, no importa la edad, se aferran a sus mundos virtuales como única menara de sobrevivir. En ese mundo virtual, especialmente en OASIS, todo es posible, tener amigos, enamorarse, y sumergirse en una lucha de vida o muerte, de la que depende la salvación del planeta, para no caer en manos de una malévola corporación. La película requiere tener los ojos bien abiertos para pescar cada uno de los giros, visitas, referencias a personajes inolvidables, referencias a juegos antiguos, de la primera época, y especialmente héroes y monstruos que poblaron al cine de leyendas, gigantes, artilugios y talento. No todo es virtual, y el grupo de amigos pasa a lo real para darle mayor espesor a la historia de lucha y resolución de un acertijo fundamental: El creador de OASIS, (Mark Ryalance) a su muerte escondió la posibilidad de tener la propiedad de ese mundo a quienes resuelvan sus pistas que necesitan de recuerdos, deducciones, riesgos. Y ahí llega el plato mayor y vamos a nombrar solo uno de los homenajes, el que le rinde culto a “El resplandor” de Stanley Kubrick que por si solo vale este filme. Buenos y malos, empresarios malignos que esclavizan a la gente, el gusto por volver a la realidad y ver en “humanos” a los amigos virtuales, el descubrimiento de sentimientos amorosos, el aliento para transformarse en héroes. Un disfrute largo y colorido, constante y nervioso, siempre muy entretenido y excitante.
Una figura tan maltratada por la historia oficial, el verdadero rol de María Magdalena en relación a Jesús y su papel como una apóstol importante, luego de siglos de ser marcada como una prostituta arrepentida que siguió al Mesías, con un rol mínimo a su alrededor, prometía mucho. Reivindicada por la Iglesia Católica, las guionistas Helen Edmundson y Phillipa Goslett, centran su relato en esta mujer. El director Garth Davis (El mismo de “Camino a casa) eligió apostar por la belleza de su protagonista (Rooney Mara) y ubicarla en un estado de contemplación y silencio, de firme rebeldía con su entorno patriarcal, de mujer frágil pero también fuerte como para renunciar a su familia y al destino reservado para las mujeres, un casamiento temprano y un exorcismo brutal ante su negativa a obedecer. El enfoque es el correcto, los rubros de iluminación y ambientación perfectos. Sin embargo con las buenas intensiones no alcanza. Primero porque después de ese primer paso todo lo que se presenta no transgrede en nada a los textos bíblicos, se obvia con minuciosidad todo contacto que no sea una atracción carnal entre ella y Jesús, pero tampoco su comunicación espiritual es profunda. Por otra parte la elección y el estilo de actuación de Joaquín Phoenix es por demás curiosa. Un Cristo adormecido, cansado, lejos de cualquier estudio para un hombre que vino a sacudir las estructuras espirituales y del poder de la época. Ni Mara ni Phoenix lograron profundizar en sus personajes. El resultado del film es entonces una invocación de belleza, de sutil registro, de muy buena ambientación y vestuario, pero que no despierta interés y lo que es sin dudas un pecado, aburre. Una pena cuando estaba todo dado para marcar una diferencia con las películas bíblicas que se estrenan cerca de semana santa. Tiene sus virtudes frente a violentas y crueles aproximaciones al sufrimiento de Jesús. Pero no le alcanza solo con ser innovadora.
Sean Baker ha demostrado en sus películas que es un cineasta inteligente, único, que nos ha brindado filmes que hurgan en mundos que no vemos, sin caer nunca en golpes bajos o emociones de lugares comunes. En “Starlet” nos conmovió con la insólita amistad entre una joven que trabaja en producciones porno con una anciana. En la singular “Tangerine” realizada con Iphones, la amistad, las locuras, los sueños de dos chicas trans que son prostitutas y nunca caen en lo sórdido, aunque su mundo lo sea. Aquí, muestra un complejo hotelero, cercano a la concreción de las fantasías obvias de Disney World, donde están los que no tienen una casa y viven como pueden en estas habitaciones donde acumulan sus pertenencias y deben pagar día a día su permanencia. Son, como los define el director, los “homeless” encubiertos. Pero este mundo deprimente de colores estridentes, donde se sobrevive como se puede, esta visto desde los ojos de una niña inquieta, traviesa, vital. Y aunque sea una pequeña de poquitos años también es una sobreviviente, con una madre muy joven, sin padre, que sobrevuela su realidad sin que la lástima, el patetismo, la mirada condescendiente la afecte. Absolutamente conmovedora, pero también llena de humor, con muchos de sus actores como debutantes, con el profesionalismo de un Daniel Dafoe que construye un personaje también inolvidable, con escenas increíbles. Es más, cuando el se sumo al proyecto lo hizo posible. No se pierda este film distinto, de un creador que sabe encontrar siempre una mirada sobre mundos que ignoramos y que se revelan con su creatividad y original manera.
Una fantasía con aromas de creencias new age, que pertenece a un libro de Madelaine L` Engle y que dirige la interesante directora Ana DuAverney (“Selma”) que poco puede hacer con la adaptación casi literal que hicieron Jennifer Lee y Jeff Stockwell. Mucho dinero en una producción muy lujosa de millonaria inversión, que en realidad solo puede quedar como un entretenimiento para chicos, porque atraer la atención del mundo adulto es una pretensión no lograda. Es más en algún momento hasta produce risa cuando se supone que tiene que haber profundidad. Lo cierto que la historia del científico que viaja en el tiempo gracias a su imaginación y una ecuación matemática, nunca bien explicada, que queda atrapado por una fuerza oscura y desaparece de su vida cotidiana por cuatro años, no es atractiva. Menos cuando su hija que sufre bullyng en la escuela y lo extraña mucho, se topa con tres seres mágicos que la ayudaran a “la única manera de vencer la oscuridad es convertirse en la luz”. En fin. Un elenco con caras tan conocidas como Oprah Winfrey que aparece gigantesca, Reese Witherspoon, Chris Pine y siguen los nombres. Mas que celestiales parecen grotescos. Y los lugares de distintas dimensiones son demasiados terrenales. El bien, el mal, la oscuridad, la luz, todo suena demasiado serio y pomposo.