¿Qué tiene que ver esto con la familia Shazam? La magia que le otorga los poderes a Billy y a sus hermanos y hermanas viene de los dioses griegos, sin dudas este será el disparador de una gran disputa entre ambas familias, que se enfrentarán en una batalla épica por sus superpoderes, sus vidas y el destino de su mundo… Con su tono relajado, bastante cómico y definitivamente familiar, esta segunda entrega de ¡Shazam! nos habla de la relevancia de permanecer junto a la familia y a nuestros seres queridos. En este sentido es un film que nos recuerda la importancia de la confianza mutua para construir vínculos y pone en evidencia que solo es posible luchar contra las adversidades si crecemos juntos/as, puesto que solo así podemos llegar a ser más fuertes. Al mismo tiempo que veremos a la familia Shazam a través de una aventura mágica y épica, notaremos cómo Billy deberá aprender a confiar en sus hermanos/as y cómo ellos/as deberán comprometerse con sus acciones y con la humanidad.
Tras la primera entrega de 2019, ¡Shazam! La furia de los dioses vuelve en muchos sentidos recargada, pero al mismo tiempo repitiendo varias de las fórmulas narrativas, dramáticas y visuales más transitadas del universo superheroico tanto de DC Comics como de Marvel. De hecho, las bromas explícitas a The Avengers no maquillan el hecho de que esta secuela toma unos cuantos elementos del objeto de su burla. La principal pero no demasiado trascendente novedad de ¡Shazam! La furia de los dioses tiene que ver con las antagonistas, las Hijas de Atlas, un trío de antiguas diosas vengativas que llegan a la Tierra para recuperar la magia que les robaron hace mucho tiempo. Tras una escena inicial con un robo en un museo de Historia, Hespera (Helen Mirren), Kalypso (Lucy Liu) y la joven Anthea (Rachel Zegler, la revelación del musical Amor sin barreras), mantendrán un creciente enfrentamiento con los queribles y algo patéticos superhéores que ya conocimos en la entrega anterior. En efecto, Billy Batson (Asher Angel) es el adolescente de Filadelfia que vive con padres y hermanos adoptivos y se debate entre las típicas problemáticas juveniles (para colmo ahora sufre del síndrome del impostor) y cómo manejar los poderes de sus alter-egos como superhéroes adultos. Cuando Billy se convierte en Shazam (interpretado por un siempre payasesco Zachary Levi) su vida entra en otra dimensión (hay, por supuesto, alguna elemental apelación al multiverso). Entre la comedia torpe (Shazam es como una versión ATP de Deadpool) y la épica romántica (Billy tendrá flirteos con Anthea), esta nueva película de Sandberg terminará optando en su segunda mitad por el apocalíptico “rompan todo”, un festival de CGI con una montaña de secuencias de acción en la que se destruye media Filadelfia tras la aparición de un montón de monstruos mitológicos (dragones, minotauros, grifos, unicornios e inmensos felinos). La sensación final que dejan los 130 minutos de ¡Shazam! La furia de los dioses es que esa acumulación, ese desborde permanente y ese intento por llenar todos los casilleros del cine de superhéroes le termina jugando en contra porque la película quiere ser muchas cosas a la vez, pero no profundiza en ninguna. Un remedo por momentos eficaz y en otros rutinario de muchas otras películas que deja en el camino varios de los hallazgos y características distintivas que había conseguido metido en su propia burbuja el film original. PD: Como en toda película de superhéores, hay dos escenas post-títulos ligadas, en este caso, a la Liga de la Justicia y la Sociedad de la Justicia del Universo DC, y al malvado Thaddeus Sivana de Mark Strong. No adelantaremos, claro, su contenido. Para eso deberán soportar los más de 10 minutos de créditos finales.
Esta nueva entrega de las aventuras de Billy Batson como líder del grupo de herederos de Zeus, dueños de poderes sobrenaturales, se vale del humor y la ironía para construir un relato que tiene mucho de comic y que suma a las grandes Hellen Mirren, Lucy Liu y Rachel Zegler en roles claves para la nueva historia. Muy divertida y entretenida.
La sinopsis del filme nos cuenta que Billy Batson y sus compañeros adoptados han recibido los poderes de los dioses pero aún están aprendiendo a compaginar sus vidas de adolescentes con sus alter - egos superheróicos. Pero cuando las Hijas de Atlas, un vengativo trío de antiguos dioses, llegan a la Tierra en busca de la magia que les robaron hace mucho tiempo, Billy -alias Shazam- y su familia se ven envueltos en una batalla por sus superpoderes, sus vidas y el destino de su mundo. Esta segunda entrega, como siempre y si es que la primera lo tuvo, pierde la sorpresa, por lo cual termina siendo una repetición, cambiando algunos personajes, en términos de construcción narrativa. Sin embargo cuenta en su haber con la presencia de muy buenas actrices como invitadas, Helen Mirren, Lucy Liu y Rachel Zeglerinterpretan a Hespera, Kalypso y Anthea, respectivamente, también conocidas como las Hijas de Atlas. Si bien se nota que Helen no se lo toma demasiado en serio, solo fue cuestión de divertirse, Rachel Zegler se destaca y Lucy Liu cumple, solamente. Mirren esquivo hablar del filme diciendo que la trama de la secuela es “Demasiado complicada”
Hacia la mitad final de la película, el superhéroe de turno le grita a su antagonista: “¡Te engañé, Khaleesi!”. La referencia a Game of Thrones es uno de los muchos guiños a la cultura popular actual que aparecen en las más de dos horas del film. Y a esa altura de la trama el espectador puede empezar a preguntarse si será el último. Alerta de spoiler: no lo es. Ni por asomo. De hecho, prácticamente cada escena de esta secuela de ¡Shazam!, uno de los menos conocidos integrantes del universo de superhéroes de DC, contiene menciones a otros personajes de ese mundo pero también incluye retazos más o menos explícitos de la saga de Harry Potter-otra propiedad intelectual de los estudios Warner-, y hasta de otros tanques cinematográficos como Star Wars. La intención de los guionistas es bastante evidente: aunque la trama de la nueva película no sea muy original o coherente, al menos –suponen– está en el mismo registro de esas historias tan exitosas. Pero no es así. La mezcla de personajes conocidos con una muy libre interpretación de la mitología griega resultan en un pastiche que entretiene solo de a ratos. El resto del tiempo aparece el desconcierto y la sensación de que nada de lo que se está viendo tiene demasiado sentido. En el film ¡Shazam!, estrenado en 2019 se contaba la historia del adolescente Billy Batson, un chico abandonado por sus padres que terminaba recalando en un hogar de acogida donde finalmente encontraba a una pareja dispuesta a que formara parte de su familia. El final más o menos feliz se complicaba cuando Billy se cruzaba con un poderoso hechicero que le otorgaba el poder de los dioses. Un regalo que luego él compartía con sus hermanos. El resumen es necesario porque la secuela no se ocupa de explicar cómo es que un grupo de adolescentes tiene la capacidad de transformarse en superhéroes o por qué el fortachón que interpreta Zachary Levi es tan inmaduro o por qué recurre a un pediatra para atenderse. Más allá de las torpes elipsis de la trama –que incluye a Helen Mirren y Lucy Liu como las vengadoras hijas de Atlas en busca de recuperar sus poderes–, uno de los puntos más desconcertantes del guion es la incapacidad o el desinterés por hacer que las dos encarnaciones de Billy tengan al menos un punto de contacto. En su versión de héroe, encarnado por Levi, Billy no para de hablar, de meter la pata y de comportarse como el adolescente más verborrágico que haya existido nunca, mientras que en su estado original, interpretado por el fotogénico Asher Angel, el personaje sea más bien un taciturno joven que carga con más traumas de los que se puedan contar. En el caso de sus hermanos, las transformaciones respetan las características de los personajes más allá de la forma que asuman, uno de los pocos aciertos de la película que, cuando se centra en Freddy (Jack Dylan Grazer), el hermano menor de Billy, gana algo del interés del que carece el resto del cuento.
Las películas de superhéroes perdieron hace tiempo el poder de la sorpresa. A esta altura del partido, cuando Marvel transita la fase cinco de su imperio cinematográfico y DC ya tiene una docena de películas estrenadas, el formato parece agotado. La mayor virtud de ¡Shazam! La furia los dioses aparece en el intento sobrehumano de buscar algunas variantes a las convenciones del género ya repasadas hasta el hartazgo. David F. Sandberg había tratado de diferenciarse en la primera ¡Shazam! con un éxito relativo a fuerza de comedia adolescente, otra fórmula hoy día ya gastada. ¡Shazam! La furia de los dioses se muestra ingeniosa de entrada, cuando el superhéroe repasa el argumento completo de la primera película en menos de 30 segundos, mientras habla desde el diván con un médico, que apenas consigue explicarle al atribulado superhéroe que no es psiquiatra y su especialidad es la pediatría. Y ahí mismo la película hace explícitas las dos ideas que sobrevuelan toda la trama: identidad y familia. La película recurre constantemente a este par de conceptos al estar centrada en la lucha de las hijas de Atlas por recuperar los superpoderes que le fueron arrebatados al titán. Esos mismos atributos son los que poseen el adolescente Billy Batson y sus hermanos, que al mencionar la palabra Shazam se transforman en superhéroes adultos. Alter ego superheroico El protagonista, mientras defiende el planeta de ese par de ninfas dispuestas a todo, deberá además inventarle a su alter ego superheroico un nombre y resolver los traumas de la infancia para encontrar su lugar en el mundo. Zachary Levi vuelve a ponerse, con un candor ajustadísimo a su personaje, el traje de superhéroe y a Jack Dylan Grazer se lo nota otra vez comodísimo en el doble rol de hermano y mejor amigo. Las grandes incorporaciones al elenco aparecen con las deidades griegas, en la despiadada Kalypso de Lucy Liu y la soberana Hespera que interpreta Helen Mirren. La actriz inglesa tal vez sea el gran diferencial de la película a partir del compromiso sobrenatural que demuestra en cada batalla, bien lejos de prestarse a ceder su prestigio en un pequeño rol poco demandante (otra práctica habitual en este tipo de cine). La secuencia de acción inicial de ¡Shazam! La furia de los dioses pone la vara demasiado alta: la ninfa interpretada por Lucy Liu le susurra al oído a un hombre “desata el caos” en un museo y todos los turistas del lugar se transforman en una suerte de zombis salvajes que de golpe terminan petrificados como la escultura de Atlas que enaltece el lugar. Sandberg trata de seguir tirando toda la carne al asador en cada enfrentamiento de los jóvenes superhéroes y, entre enemigos y compinches, aparecen más ninfas, minotauros, troles, mantícoras, arpías, un mago, un dragón “de madera” y lóbregos unicornios fanáticos de las golosinas. El cineasta intenta aumentar la intensidad para la llegada del clímax, pero la pelea final en el campo de un estadio de béisbol entre la despótica Kalypso y Shazam no está a la altura de los presagios. El dilema interno que, al momento de enfrentar su destino, martiriza al superhéroe en busca de su identidad se convierte en una lucha más atractiva que esa última batalla que transcurre en el domo.
"¡Shazam! La furia de los dioses": gigantismo inane La continuación de la primera "¡Shazam!" trata de un grupo de hermanos adoptivos que, al gritar esa palabra, adquieren la fisonomía inflada de los encapotados, pero sin dejar de ser adolescentes. “¡Ábrete, Sésamo!” no es el único término cuya enunciación invoca lo mágico. “Shazam” es la palabra que permite que un adolescente común y corriente se convierta en un superhéroe con poderes que en su vida hubiera esperado tener. Y es también el título de la película que mostró, cuatro años atrás, que el universo cinematográfico de DC Comics era capaz de tomarse un poco menos en serio todo lo que ocurría dentro de la pantalla, una aproximación muy distinta a la que venía ensayando con sus Batmanes y Supermanes hundidos en la oscuridad de sus traumas y asuntos irresueltos. Nuevamente dirigida por David F. Sandberg, un asalariado de Warner que ocupó la silla plegable en los films de terror Annabelle y Nunca apagues la luz, entre otros, ¡Shazam! La furia de los dioses retoma la línea de su predecesora… pero un ratito. Por fuera de eso, se trata de una (otra) historia de superhéroes salvando al mundo de unas mujeres malvadas, todo en medio de una batería de efectos digitales que, lejos de sumar, le quitan puntos a una película con potencial para haber sido, sino mejor, al menos (un poco) distinta. La nunca del todo valorada plataforma Star+ estrenó a principios de este año Soy extraordinaria, una serie británica que transcurre en un mundo igualito al nuestro, con la salvedad de que cuando lxs chicxs llegan a la mayoría de edad se les revela un súper poder. Hay de todo, desde una chica que puede “dejarse poseer” por muertos y utiliza su particularidad para dirimir herencias en un estudio de abogados, hasta un muchacho capaz de convertir todo lo que toca al formato PDF. La serie mezclaba muy bien el universo simbólico de lo heroico con el de las comedias sobre adolescentes en busca de un camino personal propio, una convivencia que también anida en el núcleo interno de ambas ¡Shazam! A fin de cuentas, se trata de un grupo de hermanos adoptivos que, al gritar esa palabra, adquieren la fisonomía inflada de los encapotados, pero sin nunca dejar de ser adolescentes. Es un ejercicio contrafáctico y, como tal, imposible de validar, pero La furia de los dioses hubiera sido una película mucho más refrescante y relajada si hubiera decidido mantenerse en el camino de acompañar a sus protagonistas en las aventuras cotidianas propias de esa franja etaria. Pero no. A cambio, los enfrenta a las hijas de Atlas, un trío de antiguas diosas vengativas que llegan a la Tierra para recuperar la magia que les robaron hace mucho tiempo. Diosas interpretadas por la jovencita Rachel Zegler, la revelación del musical Amor sin barreras, y las veteranas Helen Mirren y Lucy Liu, que actúan con las mismas ganas con que se hace la cola de un banco para pagar impuestos durante la ola de calor. Si el camino de aquella película imaginaria –que podría ser algún multiverso, algo nada descabellado dado el baño de prestigio que el Oscar a Todo en partes al mismo tiempo le dio a ese concepto– de pibes normales enfrentando la rutina ordinaria con elementos extraordinarios abría las puertas a un film más volcado a lo humorístico, el del gigantismo y la espectacularidad que adopta Sandberg lleva al film hacia la neurosis habitual de este tipo de películas. Es así que pasa de un chiste absurdo a un diálogo grave sobre el mundo y la humanidad, y de allí a una referencia a los primos de Marvel. Una película que, como suele pasar, quiere ser muchas cosas y termina siendo ninguna.
Finalmente se estrenó la secuela de Shazam! después de una exitosa primera parte en 2019. Con dirección de David F. Samberg, y con guion de Henry Gayden y Chris Morgan, la acción se desarrolla en Filadelfia, donde Billy Batson (Asher Angel), de diecisiete años atraviesa problemas de inseguridad con respecto a sus poderes y si es merecedor de ellos.Vive con sus hermanos y padres adoptivos, Víctor Vásquez (Cooper Andrews) y Rosa (Marta Milans). Billy se transforma en un superhéroe (Zachary Levi) gracias a un mago que le dio superpoderes cada vez que dice la palabra mágica (Shazam) y los comparte, actuando en bloque, con sus hermanos. Freddy Freeman (Jack Dylan Grazer) se convierte en: "Freddy" (Adam Brody), Darla (Faithe Herman)/ "Darla" (Meagan Good), Mary Broomfield/ "Mary"(Grace Caroline Currey), Pedro Pena (Ovan Armand)/ "Pedro" (DJ Cotrona), y Eugene Choi (Ian Chen)/ "Eugene" (Ross Butler). Como en toda película del género, tiene que haber villanos. Aquí las dos mayores hacen su entrada triunfal al robar de un Museo, un mágico bastón de madera que le otorga poder a su poseedor. Hespera (Helen Mirren) puede controlar el clima y Kalypso (Lucy Liu) la mente. La tercera es la adolescente Anthea (Rachel Zegler), con el poder del eje de rotación. Como Ann, la joven asiste al Colegio adonde concurren los Vásquez. El motivo de la llegada de las hijas del Dios griego Atlas es recuperar lo que les fue robado por "Wizard" (Djimon Hounsou), por lo que Shazam se verá envuelto junto a sus hermanos en una lucha para defender a su familia y eventualmente, al mundo entero. Sin ánimo de spoilear, la película intenta buscar el chiste de manera casi permanente, pero esta vez el humor, no está tan logrado. Las escenas de acción son buenas, hay un gran despliegue y visualmente, cumple. El problema es un guion algo desordenado que no ofrece nada más original que lo que ya hemos visto en films de superhéroes. Esperaba un poco más porque la primera me había parecido muy entretenida. De todas maneras, brinda lo que los fanáticos de los personajes de DC cómics van a buscar.
Si hay un universo del que no se tiene certeza alguna de lo que va a pasar en lo inmediato, es el de DC. Con despidos, reinicios y continuaciones viviendo en simultáneo, llega a nuestros cines ¡Shazam!: la furia de los dioses, secuela de la mediocre y regulera Shazam. Veamos si esta segunda parte mejoró en algo. Volvemos a ver a Billy Batson, quien ya convive armónicamente tanto con su nueva familia, como con los poderes que comparte con la misa. Pero un error del pasado tendrá consecuencias ahora, cuando las hijas de Atlas busquen recobrar sus poderes y de paso, vengarse contra la humanidad. Como habrán intuido en el primer párrafo, la primera entrega de Shazam en el cine me gustó muy poco; en especial, por la nula coherencia que había entre el Billy niño con el Billy superhéroe, siendo este último insoportable, y además encarnado por un actor que no me resulta gracioso. Y si a eso le sumamos que como cinta de superhéroes en sí era un poco genérica, mal vamos. Y por desgracia, o por suerte (si les había gustado), esta segunda parte es bastante continuista con su predecesora. Así que otra vez tendremos una película plagada de chistes que, dependiendo del criterio de cada uno, funcionan o no (en mi caso, la sala estaba muerta) y alguna que otra escena de acción que corta con tanta comedia. Pero ahora con el aliciente de que por la mitad, literalmente no pasa nada, al grado de escucharse varios bostezos. Esto es sinónimo de que el ritmo de ¡Shazam!: la furia de los dioses es bastante irregular, con algunos momentos de sopor, y otros de bastante adrenalina. Porque si, esto no se puede negar, en el tramo final, la película levanta bastante, y si bien no presenta nada que no se haya visto antes, no se puede negar que la cosa se pone entretenida, al grado de importarnos si nuestro protagonista muere o no, y eso también es síntoma de que por momentos, hay cosas destacables dentro del mar normalidad que presenciamos. También toca hablar un poco de los efectos especiales, algo casi obligatorio en el subgénero de superhéroes. Por momentos se ve muuuuuuy bien, y el diseño del dragón que se ve en el trailer es espectacular. Pero en otras escenas, tanto las caras o como el “pegado” de los actores con el fondo, nos hace acordar bastante a los peores momentos de la competencia de DC. En conclusión, ¡Shazam!: la furia de los dioses es una película regular. Por momentos aburre bastante, pero cuando se pone buena, lo es. Después dependerá de cada uno si entra en el humor que propone, o que tanto la va a recordar con el paso de los días.
Es fundamentalmente una invitación a la diversión, asi como en el 2019 y con el mismo director, David Sandberg fue una encantadora historia de origen, ahora regresa con su familia extendida, los hermanitos adoptivos que tienen alter-egos sobrehumanos similares. En las secuelas siempre se pierde la frescura del descubrimiento pero aquí los autores Henry Gayden y Chris Morgan se esmeraron. Es que con la carga de aventuras y efectos CGI se inventaron un trío de diosas, que aportan lo mejor y más original a la familia comandada por el querible Zachary Levi. Helllen Mirren, Lucy Liu y Rachel Zegler ( Amor sin barreras de Spielberg) son diosas griegas malvadas, hijas de Atlas, que llegan para reclamar los poderes mágicos que el mago les arrebató. Todavía poseen demasiados pero se ve que son insaciables. Un equipo formidable que permite delirios varios,, monstruos vintage y de los otros y nos dejan con ganas de más. Es un film dedicado a las audiencias más jóvenes con el encanto de las viejas películas del género, simplista, sin pretensiones, pero que brinda deleite y posee corazón. Se abraza al humor revoltoso, un poco tonto pero siempre efectivo. Para encanto de los fans habrá un deleitable cameo. Y para el estreno hay escenas post títulos que no revelan ningún secreto pero que son realmente divertidas.
¡Shazam! La furia de los dioses es una comedia de aventuras adolescentes con muchas sorpresas, buenos y divertidos gags (el del hechicero disfrazado de Wonder Woman; por ej.), con un espectáculo grandilocuente de CGI en el final, donde prima la creatividad en el diseño de las criaturas.
¡Shazam! La furia de los dioses (Shazam! Fury of the Gods, Estados Unidos, 2023) es la secuela de la adaptación cinematográfica del personaje de DC Comics realizada en el año 2019. Tal cual ocurría con aquel film, se trata del acercamiento más ligero y tonto de DC al mundo de los superhéroes. No es un accidente, es así y está buscado. Si la primera película disfrutaba siendo infantil, acá le agregan una posible seriedad que no es tal. Se ha dicho que estas películas son las más parecidas al estilo Marvel dentro del mundo DC y es posible que haya algo de eso, pero el problema es que quiere parecer al estilo ligero de Guardianes de la galaxia y termina siendo fea y aburrida como Eternals. Tal vez es hora de parar un poco y pensar el cine de superhéroes, porque hay señales de agotamiento y una calidad técnica que va en retroceso. La novedad de la secuela está dada por las Hijas de Atlas, unas antiguas diosas que vienen a buscar la magia que les fue robada en el pasado. Ellas son Hespera (Helen Mirren) Kalypso (Lucy Liu) y Anthea (Raquel Zegler), diosas de la diversidad también, para que no haya problemas. En eso la película cumple. Así es el cine actual, si se cumple con la bienvenida diversidad nadie se fija en sí hiciste una buena película. La proeza inesperada de esta secuela es conseguir que Helen Mirren esté, por primera vez, poco creíble en su rol. Si alguien que parecía infalible de pronto está haciendo papelones en la pantalla, algo está realmente mal. Y el superhéroe gracioso que hace el protagonista Zachary Levi, que por ser en un adulto en un cuerpo adolescente es inmaduro e inocente, ya no tiene más gracia ni chistes para decir. Nunca hubo nada interesante acá, ahora hay menos. Pero claro, escenas post créditos y un cameo de primer nivel, en eso se ha convertido el cine actual o al menos eso nos quieren hacer creer.
Lo que tienen en común las películas de superhéroes es una clara autoconsciencia. Sus historias son juegos de adolescentes, sueños de niños sublimados en aventuras imposibles. ¡Shazam! La furia de los dioses quizás sea la que mejor lo expresa, ya que ninguna otra película de superhéroes tiene como eje la conversión de un adolescente en su alter ego superpoderoso, como si hiciera realidad la fantasía lúdica de la infancia. Al igual que la película de 2019, esta secuela también está dirigida por David F. Sandberg y protagonizada por Zachary Levi como Shazam, además de continuar con sus protagonistas adolescentes Freddy Freeman (Jack Dylan Grazer) y Billy Batson (Asher Angel), quienes junto a Pedro (Jovan Armand), Darla (Faithe Herman), Mary (Grace Caroline Currey) y Eugene (Ian Chen) se convierten en Los Campeones para luchar contra las Hijas de Atlas, integradas por Hespera (Helen Mirren), Kalypso (Lucy Liu) y, la más joven, Anthea (Rachel Zegler). En la anterior entrega, la idea de que el niño Billy adquiera los poderes del hechicero Shazam (Djimon Hounsou) y se convierta en el superhéroe del rayo funcionaba en todos los niveles y DC lograba una película efectiva gracias a su espíritu juguetón, una suerte de teen movie superheroica con mucho humor y sentido de la aventura. En esta segunda parte se redobla la apuesta, aunque el guion no tiene mucho para ofrecer y se estanca en situaciones que recurren más a la fórmula ya probada que al ingenio o a la innovación, y los personajes adolescentes (ahora todos con la capacidad para convertirse en superhéroes adultos) pierden el protagonismo y se diluyen en diálogos dispersos y en escenas que priorizan el CGI antes que la acción. Aun así, la película tiene algunos momentos logrados, como cuando Freddy conoce a Anthea en el colegio, o cuando los adolescentes intervienen con alguna acotación humorística en sus momentos de descanso. Es decir, la película cobra fuerza en las escenas laterales, las que están para relajar o para desarrollar las subtramas. Esta vez el problema se presenta cuando las Hijas de Atlas vienen al mundo de los humanos a recuperar el báculo quebrado por Shazam en la anterior película y a recuperar la magia y el poder que les robaron. El personaje de Anthea es la clave de la historia, el más interesante y dubitativo porque es el que va a estar con un pie en este mundo y con el otro en el de las diosas vengativas, sin saber por quién luchar. Es Anthea quien va a intervenir en los momentos más álgidos para salvarles la vida a los del bando opuesto, sobre todo la de Freddy, con quien tiene una historia de amor decisiva. El otro punto favorable es la aparición, en el tramo final, de varios monstruos atractivos y amenazantes, desde dragones y unicornios enormes hasta una especie de orcos peligrosísimos que desatan el caos en las calles de Filadelfia, con escenas en las que se explota al máximo los efectos visuales. Y eso es todo lo que esta segunda parte tiene para ofrecer. ¡Shazam! La furia de los dioses está por debajo de la anterior, pero mantiene cierto ritmo y cuenta con algunos minutos que exudan amor por el cómic, con una secuencia final que sorprende por la aparición de un personaje importante de DC, prometiendo posteriores entregas que, seguramente, los tendrán como protagonistas.
El regreso de uno de los héroes más poderosos del DCEU es inminente y aquí les adelantamos, sin spoilers, con que se encontrarán.
Crítica publicada en Youtube.
¡Shazam! La furia de los dioses: lo primero es la familia Un niño en un mundo de hombres Con la espada de Damocles del reseteo a nivel narrativo de la compañía de DC -luego de lo que será el Flashpoint de Andy Muschietti– en algunos meses, se estrena la segunda parte del(los) superhéroe(s) más conectado con la magia en la actualidad: ¡SHAZAM! ¿De qué va? Dotados con los poderes de los dioses, Billy Batson y sus hermanos adoptivos aún están aprendiendo cómo hacer malabarismos entre la vida adolescente y sus alter-egos como superhéroes adultos. Pero cuando las Hijas de Atlas, un trío de antiguas diosas vengativas, llegan a la Tierra en busca de la magia que les robaron hace mucho tiempo, Billy, también conocido como Shazam, y su familia se verán envueltos en una batalla por sus superpoderes, sus vidas y el destino de su mundo. El tandem Zachary Levi como protagonista y David F. Sandberg como director habían logrado crear una cinta divertida y fuera del sentimiento medio oscureli que daba vueltas alrededor del universo DC en la era Zack Snyder. La primera parte de Shazam tiñó la pantalla de una ingenuidad y sorpresa, con efectos visuales muy decentes y un villano a la altura (Mark Strong como el Doctor Sivana). Era un momento de mucho caos a nivel estudio, y fue tan buena la recepción entre tanto ruido que automáticamente habilitaron una segunda parte. Hoy las cosas no están diferentes: la llegada de James Gunn y el reinicio que va a tener todo este multiverso cinematográfico vuelve a interponerse en el análisis de la película. Se siente como nacida muerta: todo el tiempo (al ser un ejemplo bastante fresco de rotura de la cuarta pared y bromas al respecto del mismo universo) se hacen chistes con un mundo que a partir de Junio no existe más. Se habla del Superman de Henry Cavill, del Aquaman de Jason Momoa, la Wonder Woman de Gal Gadot… nada del Black Adam de Dwayne Johnson ni del Batman de Ben Affleck. “¿Y por qué no analizás la película en lugar de la coyuntura?” preguntarían con razón. El tema es que toda la narración deja de hablar de sí misma para posicionarse como parte de algo más grande (similar a la Fase 4 de Marvel), y eso mas grande ya se sabe al día de hoy terminado… Entonces, no funciona desde ese lugar. Incluso el Deus Ex Machina del final -totalmente descolgado- responde a la misma dinámica. Hablando de la película en sí: villanas random, hijas de uno de los Dioses que otorgaron el poder de Shazam deciden destruir la Tierra porque en algún momento el mundo de la magia quedó desterrado del nuestro. Shazam, mientras tanto, intenta crear una fuerza de choque con sus nuevos familiares boosteados pero al ser tan distintos todo es complicado. Ahora, a nivel historia nada es sorpresivo, impresionante o disruptivo. Las antagonistas son tres, e intentan crear un halo de misterio con una de ellas pero es tan burdo y mal ejecutado todo que la ves venir al instante y además: SPOILER Sos una diosa de más de 6000 años, conoces a un nene de 15 años e interactuás con él diez / quince minutos y ¿¿¿te enamorás como si no existiese un mañana??? FIN DEL SPOILER Las explicaciones DE TODO las da un lápiz mágico que parece nacido de las filas de Hogwarts, mientras que el protagonista se toma TODO en joda. Se entiende que estamos ante un adolescente de 17 años en el cuerpo de un adulto, que además consigue poderes y -con eso- una responsabilidad. Pero ¿por qué actúa como un nene de 7 años con déficit de atención? Billy Batson y Shazam parecen personajes totalmente diferentes, y eso queda bastante marcado con Darla la hermana más pequeña: ella sí justifica su costado más naive y lo mantiene en ambas formas (la de niña y la de adulta). El protagonista se pasea como bola sin manija todo el tiempo, sin preguntarse demasiado nada (salvo en “o todos juntos o nada”) y no siendo el conductor de la trama, solo un elemento reactivo. Esto quita bastante épica y emoción hacia el tercer acto. El tercer acto sin duda levanta la vara, no sólo a nivel de vfxs (que se ven muy trabajados) sino por una estética en los monstruos que hace recordar a Ray Harryhausen y funciona. Un product placement que da demasiado cringe y una situación que pone al protagonista solo frente a la villanía… dejando de lado todo lo que se buscaba comunicar desde el principio. Hay dos escenas post-créditos (una continuación de la escena post-créditos de la 1, y otra que da a entender quien es el jefe hoy) y un final tiradísimo de los pelos con cameo incluido. ¡Shazam! La furia de los Dioses termina siendo difusa en sus búsquedas: habla de un universo a punto de rebootearse, busca apuntar a un público infantil (que creo que va a encantarle) pero hacia el final busca por otro lado, y al ser pensada para mas peques, el guion cae en un trabajo que toma medio de tonto al espectador con chistes que no funcionan tanto porque se apuntan a los adultos cuando debería ser a los más chicos. Sin embargo, no pretende más que entretener y lo hace a fuerza de buenos efectos visuales y un muy bien trabajado tercer acto.
APRENDIZAJE COMPLETO Si Shazam! se planteaba, con relativo éxito, como una pequeña comedia de aventuras adolescente en una línea ochentosa y contemporánea a la vez, su secuela no pretende innovar en demasía. Ese gesto, donde la repetición convive con la profundización y expansión, le termina jugando a favor y la coloca en un lugar distintivo dentro del universo de DC, que está a punto de entrar en otra etapa de reformulación. ¡Shazam!: la furia de los dioses es honesta y consistente con su predecesora y consigo misma, incluso en sus defectos. Hoy que decir que, en su vocación por consolidar un tono juvenil y despreocupado, el film de David F. Sandberg (nuevamente a cargo de la dirección) va de menor a mayor. El relato parte desde un momento de crisis para Billy Batson/Shazam: le cuesta erigirse como líder de su grupo de héroes (que a su vez es cuestionado por los habitantes de la ciudad donde viven), no consigue consolidar su propia identidad dentro de su familia adoptiva y su autoestima está en baja. Para colmo, la entrada a la adultez se aproxima rápidamente e indudablemente no se siente preparado para eso. En ese contexto, irrumpen las Hijas de Atlas, un trío de antiguas diosas que arriban a la Tierra buscando la magia que les fue robada hace un largo tiempo. A partir de ahí, se desatará una batalla por los poderes de los protagonistas, pero también por sus vidas y hasta por la supervivencia del planeta. A la película le cuesta plantear su conflicto central, en buena medida porque la abundancia de personajes lleva a un despliegue de subtramas a las que les lleva un tiempo amoldarse entre sí. Pero pasado el primer tercio, se hace cargo de lo que debe contar y avanza sin culpa ni solemnidad, priorizando un sentido donde lo lúdico y la comicidad van de la mano. De hecho, la cantidad de idas y vueltas que hay con el argumento solo podrían sostenerse desde una apuesta constante al disparate, y la puesta en escena de Sandberg se muestra plenamente consciente de ello, aunque sin caer en una canchereada cínica. Y eso sucede porque el relato transmite un cariño innegable por los distintos personajes, que son cabalmente el centro de todo lo que vemos: por más que haya referencias a otras figuras de DC, lo que importa es lo que les pasa a Billy y sus amigos, a esa pequeña familia ensamblada desde la amistad y un heroísmo casi involuntario, pero aún así sincero. Ese acto de aferrarse a sus jóvenes protagonistas, a sus amoríos, dudas, deseos, dramas y gestos heroicos, conducen a que, al momento de arribar a las resoluciones, ¡Shazam!: la furia de los dioses alcance un cierto nivel épico y hasta conmueva un poco. Sin ser una maravilla, a pesar de sus baches y arbitrariedades narrativas, esta secuela mejora a su predecesora y redondea apropiadamente el recorrido de aprendizaje de sus personajes principales e incorpora a otros relativamente atractivos. Es difícil que, con los nuevos planes de DC Studios, la saga de Shazam siga adelante, como bien lo indica esta nota, pero quizás eso no deje de ser una buena noticia: al fin y al cabo, Billy Batson y sus compañeros de aventuras alcanzaron la madurez justo a tiempo.