Ciertos escritores han sabido combinar el suspenso proveniente del policial y la temática política y social que llegaba del realismo. Así se inauguró un nuevo género literario conocido como no ficción. Uno de los primeros ejemplos fue Rodolfo Walsh con Operación masacre, denunciando el accionar genocida de una dictadura, y otro puede ser A sangre fría, de Truman Capote. Dentro de lo cinematográfico hubo notables exponentes, entre los que sobresalen Todos los hombres del presidente, dirigida por Alan J.Pakula, y Serpico, a cargo de Sidney Lumet. Este equilibro y esta tensión entre lo que se cuenta y cómo se lo cuenta, con la nueva película de Tarik Saleh incorpora una nueva complicación y, por lo tanto, un nuevo foco de tensión: lo religioso. Con el antecedente notable de su película El Cairo confidencial -que también tuvo su premiere en Cannes-, Saleh nos introduce en el mundo de la disputa religiosa atravesada por los intereses políticos del gobierno, sin perder un centímetro de cultura musulmana, donde lo introspectivo se lleva muy bien con el suspense. Adam (magnífico Tawfeek Barhom), un joven pescador, es becado para estudiar en la universidad musulmana (Sunni) de El Cairo, que se prepara para la sucesión del Gran Imán (máxima jerarquía religiosa). Sin buscarlo, queda en el medio de la disputa por la sucesión y es manipulado por el coronel de la policía Ibrahim (enorme Fares Fares), las autoridades eclesiásticas y algunos otros altos funcionarios del gobierno. El resultado es una película donde el aprendizaje no proviene de las sagradas escrituras sino de la dura realidad. Ese pescador debe aprender a sobrevivir en medio de una gran tormenta política, donde lo que puede llover no es otra cosa que cadáveres. Gran pulso narrativo (la cámara consigue transmitir la angustia de los personajes en primerísimos planos), un guión para aprender mucho y grandes actuaciones, en un panorama donde lo difícil no solo es permanecer vivo sino también conservar la integridad moral y religiosa, dejando al descubierto la ética bipolar donde lo que se hace poco tiene que ver con sus enunciados éticos y religiosos que lo constituyen. La ovación que el realizador y el elenco recibieron al finalizar la función adelanta un gran premio para la misma.
Doloroso relato en el que se expone la destrucción de los sueños de un joven a base de corrupción y manipulación. Las escenas en donde el silencio prima son fundamentales para generar una tensión in crescendo.
Seleccionada por Suecia para representar al país en el camino hacia los Oscars del año pasado, pero que finalmente no fue elegida, «Conspiración Divina» («Boy from heaven», como se dio a conocer de manera internacional) es un thriller político intrigante que atrapa al espectador al realizar una crítica social hacia las prácticas corruptas e interesadas de las autoridades locales. «Conspiración Divina» se centra en Adam, el hijo de un humilde pescador, que logra ingresar en la prestigiosa universidad de Al-Azhar en El Cairo, Egipto, epicentro del poder del Islam sunita. El día en que empiezan las clases, el Gran Imán que dirige la institución muere de forma repentina y es así como deberán elegir a su sucesor. Sin ser consciente de ello, Adam se verá involucrado en medio de una red de intrigas y conspiraciones. A pesar de tener un ritmo bastante pausado, principalmente en el comienzo, y que se siente el peso de su larga duración (dura un poco más de dos horas), la película nos ofrece un thriller intrigante que muestra la corrupción y los manejos turbios de la política y la policía que se involucra en temas religiosos para mantener el poder. La conspiración se puede ver a través de la buena construcción de los distintos personajes: por un lado los futuros sucesores del Gran Imán que tienen interés de adquirir ese nuevo cargo; la policía; y el resto de los compañeros, que muchos están involucrados en las decisiones que se toman en aquel lugar. El protagonista deberá lidiar con todos estos personajes y aprender en quién puede confiar y en quién no. Adam es muy inteligente, intuitivo y ágil y encontrará la manera de caer bien parado frente a todas las situaciones peligrosas por las que tiene que atravesar. El film está caracterizado por un clima de tensión constante. Una vez que toma un poco más de ritmo y nuestro protagonista se mete de lleno en el conflicto, estará expuesto en todo momento, haciendo que esa presión sobre él no afloje nunca. Tanto las interpretaciones como la ambientación están muy bien logradas para retratar esta historia, sobre todo para espectadores como nosotros a los que la trama les puede resultar algo lejana o que no terminamos de entender cuáles son los manejos políticos/religiosos de aquel lugar. Pero todo se explica de una manera sencilla y clara, resultando una historia bastante convencional y universal. Atrevida, intrigante y con varios giros narrativos sorprendentes, «Conspiración Divina» resulta ser un thriller más que efectivo, el cual busca realizar una crítica a los manejos políticos y religiosos. Probablemente su ritmo lento y su larga duración le jueguen en contra y le saquen un poco de dinamismo a la historia, pero un espectador paciente podrá disfrutar de este clima tenso y atrapante.
Adam, un joven pescador de una humilde familia, queda atrapado sin intención en medio de una disputa de poder tras la repentina muerte del Gran Imán, líder del Islam Sunita en la Universidad de Al-Azhar La nueva película del Director Sueco Tarik Saleh que ya nos había sumergido en el mundo de la corrupción en el exitoso Thriller “Crimen en El Cairo”, nuevamente filma en Egipto, pero esta vez en lugares menos convencionales. En esta Universidad de El Cairo la política, el poder y la religión empiezan a jugar en el mismo equipo tejiendo conspiraciones que suman personajes siniestros y mantienen la tensión de un mundo perturbador. A medida que Adam comienza a involucrarse, va quedando en evidencia el lado más oscuro de la religión y la hipocresía humana. Sin entrar en un suspenso profundo, la trama posee fuertes diálogos, un inteligente guion y personajes con muchos matices que atraen al espectador. Muy bien recibida en el Festival de Cannes, la película con ciertas situaciones convencionales, dentro de lugares en general desconocidos, resulta interesante, y se fortalece gracias a la maravillosa interpretación de Fares Fares.
Como ya había hecho con Crimen en El Cairo, su excepcional largometraje estrenado en 2017, el director sueco de origen egipcio Tarik Saleh, vuelve a adentrarse con Conspiración divina en esa ciudad bajo los códigos de un thriller que coquetea con el cine negro como aquella producción, pero que en lo formal remite a films como La conversación de Francis Ford Coppola y El informante de Michael Mann. El cineasta, también responsable del guion que fue premiado en el Festival de Cine de Cannes, tenía una ardua tarea en sus manos que, en gran medida, comenzó con Crimen en El Cairo: hacer un registro minucioso del epicentro de su narrativa con un manejo extraordinario de los planos abiertos que capturan lo majestuoso y su valor histórico, y también exponer un conflicto central intrincado para quienes no estén familiarizados con el choque de políticas en Egipto. Para ello, Saleh elude lo didáctico y nos adentra en ese mundo eligiendo a un protagonista cuya óptica será un espejo de la del espectador, un joven que es expuesto de manera constante a encrucijadas cuando sale de su cotidianidad y pierde la inocencia. Adam (Tawfeek Barhom) es hijo de un pescador que repentinamente recibe una posibilidad que creía inaprensible: estudiar en la prestigiosa universidad de Al-Azhar, en El Cairo. Su llegada al lugar es retratada por Saleh con secuencias en los que el alumno se pierde entre el acceso a la cultura con una mezcla de asombro y admiración, hasta que se produce un vuelco que frena ese viaje de descubrimiento y lo embarca en uno intrincado, peligroso, absorbente. La muerte de la máxima autoridad islámica, el Gran Imán, pone en marcha un juego de intereses políticos y religiosos en los que ese joven no es más que un peón tironeado por diferentes figuras que, a su vez, están disputándose el nombramiento de un sucesor. En ese contexto, Adam no tardará en convertirse en un informante que, inicialmente, responde a Ibrahim (el extraordinario Fares Fares, protagonista de Crimen en El Cairo, un actor de un magnetismo en el que este thriller muchas veces se apoya), y que luego irá acomodándose como si no tuviera noción plena de lo que está sucediendo a su alrededor. El desconcierto de Adam y ese derrotero clásico de protagonista de un thriller en el que las cartas no se terminan de barajar hasta el último minuto es abordado por su director con una tensión que no necesita de una puesta en escena ostentosa (si la sangre se derrama, sucede en off). Por el contrario, Conspiración divina confía en el poder de las conversaciones y en el impacto que estas tienen intramuros, y por ello se ciñe a las convenciones de un género donde prima la duplicidad, los grises, los topos que van moviéndose sigilosamente para obtener su tajada. Por lo tanto, cuando a Adam, en una secuencia sobria y poderosa, se le pregunta qué es lo que está aprendiendo en esa universidad de elite, el joven queda pasmado ante ese interrogante cuya respuesta conoce, pero a la que no quiere enfrentar, tan solo una de las numerosas viñetas de Saleh donde comulgan la sofisticación y los conflictos internos que se suscitan en el gran esquema de las cosas.
Texto publicado en edición impreesa.
Estructurado como un thriller, lealtad e intrigas se hacen presente cuando la intención es manipular la elección del nuevo Imán. La gran diferencia que se establece es el espacio físico en los que se desarrollan la mayor parte de las acciones y de muchos de sus personajes. Al ingresar Adam demuestra una inteligencia superior, (fue becado por la institución) también rasgos éticos y morales irreprochables, lo que llama la atención de
“Conspiración Divina” de Tarik Saleh. Crítica. Intrigas y misterio hay en todos lados. Francisco Mendes Moas Hace 6 horas 0 9 Tras un exitoso paso por los festivales de cine del mundo, llega a los cines de argentina “Conspiración Divina” de Tarik Saleh. En la edición 2022 de Cannes se consagró con el galardón a mejor guión. Se estrenó en una semana complicada entre películas de Marvel y otras de grandes directores argentinos, sin embargo se presenta como la que viene ocupar el lugar excéntrico en la cartelera. Proveniente de una humilde familia de pescadores, Adam es becado y puede concurrir a la prestigiosa universidad de Al-Azhar de El Cairo. Epicentro del poder del islam. Apenas comenzadas sus clases el Gran Imán fallece, dejando acéfalo el centro de poder. Desde este punto se ve involucrado en una intrincada lucha de poder y codicia entre el gobierno y las altas esferas religiosas. De manera inteligente, la película se encarga de enseñar al espectador el funcionamiento del universo islamico, sobre todo para los occidentales. Sin embargo una vez aprendidos, descubrimos que no se trata de una problemática que tenga que ver específicamente con la religión, sino con el poder. Y este pareciera tener la misma cualidad que las matemáticas, funciona igual en todo el mundo. Maneja muy bien un concepto fundamental en este género de películas. La dinámica títere/titiritero pareciera no tener fin, llegando un punto en que no se sabe quién maneja los hilos de que. Como supieron hacer Hansel y Gretel, la narrativa deja las migajas para que el espectador las siga en su mente y se adelante a los hechos. Los cuales sorprenden desarrollándose de manera algo diferente a lo esperado. “Conspiración Divina” de Tarik Saleh es una telaraña que captura la curiosidad del espectador rápidamente. No solo eso, sino que juega con las expectativas habilidosamente. Y si bien a priori podría parecer una película sobre la religión islámica y su relación con el poder, se puede extrapolar sin esfuerzo alguno a cualquier religión.
Un tenso thriller en el que un humilde estudiante de una de las universidades más prestigiosas del mundo islámico terminará en el centro de una mortal puja de poderes entre la policía, políticos y religiosos.
Es un policial que tiene lazos inquietantes entre las relaciones del poder, la corrupción y la religión. Y además se desarrolla lo que para nosotros es un ambiente exótico. Aunque la película del realizador Tarik Saleh se filmó en Turquía y Suecia, la acción transcurre en la histórica mezquita de El Cairo, Al-Azhar, el centro de enseñanza del islam sunita. Hasta allí llega el hijo de un pescador, de una familia muy humilde que ha sido seleccionado como estudiante. Un honor que celebra porque se supone que sale de su destino marcado. Sin embargo en ese lugar de estudio se verá mezclado en una trama de espías, obligado a ser un corre ve y dile entre los distintos sectores en lucha y a presenciar que para el poder dictatorial de Egipto no hay límites para imponer su voluntad. También es una trama muy bien urdida que nos permite seguir esa mirada sobre el crecimiento de un chico inocente que adquiere una inteligencia al servicio de sobrevivir a amenazas no solo para él sino para su padre. En ese ámbito donde se supone que solo interesan los temas sagrados y la discusión de las escrituras, la pelea para imponer voluntades y candidatos de conductores espirituales es a matar o morir. El protagonista se relaciones con un agente de seguridad que le impondrá un impresionante juego del gato y el ratón, donde nadie estará seguro de nada. Una mirada inteligente del director que también escribió el guión y apuntes de situaciones tan impensadas para el mundo occidental como una competencia que se parece a una batalla de rap pero en realidad es recitando de memoria de los versículos de El Corán. Una mirada critica a nuestro mundo y hacia los distintos sectores en pugna. El sordo ruido de los intereses en juego, la danza macabra de la que nadie quisiera participar.