¿Cuántas películas inspiradas en hechos históricos y que descansan sobre el género de aventuras/entretenimiento provenientes del exterior vimos en los últimos 50 años? ¿Cuántas veces imaginamos esas mismas historias protagonizadas por referentes y actores locales? El cine nacional ha explorado muy poco esta veta, por lo que el estreno de “Fuga de la Patagonia” (Argentina, 2016), maraca un antes y un después en la historia de la industria del cine argentino. En el film los directores Francisco D’Eufemia y Javier Zevallos debutan en la narración de ficción (además de productores, han trabajado en el documental, “Los Boys” es uno de ellos) con una propuestas arrolladora e interesante. Tomando como punto de partida la huida de Perito Moreno de territorio mapuche, luego de ser acusado de espionaje y de ser un infiltrado del gobierno, “Fuga de la Patagonia” busca revitalizar un género que siempre ha tenido adeptos pero que hablado en “argentino” suena de otra manera. Lo curioso es que en esta oportunidad esa anécdota inicial, que quedará sólo en un hecho disparador, permite a los directores conformar una historia de búsqueda y escape como nunca antes la pantalla local ha ofrecido. Los paisajes del Sur, recientemente utilizados en “El Renacido” por Alejandro González Iñárritu, son nuevamente visitados por D’Eufemia y Zevallos para que su relato posea el verosímil necesario para enmarcarse en el género. Y si bien Moreno (Pablo Ragoni) es el protagonista junto a sus acompañantes (Gustavo Rodríguez, Jorge Sesán), la naturaleza será el cuarto componente de la película, en la que el naturalista argentino deberá avanzar para lograr llegar con vida a destino, sabiendo que el río puede traicionar el destino de su pequeña balsa y terminar en tragedia. Justamente en esa tensión es en donde la película fundamenta su razón de ser, reforzando su propuesta y logrando la empatía inmediata con los espectadores. Los directores logran capturar la esencia del género, apoyándose además en las logradas actuaciones, las que, junto al virtuosismo puesto en los planos escogidos y en la dimensión de los mismos permite un disfrute total. La parte histórica queda en un fuera de campo, y si bien está presente todo el tiempo, trastoca el sentido que tal vez algún espectador avezado o con conocimiento sobre los hechos quiera buscar en el mismo. “Fuga de la Patagonia”, así y todo, es un ejemplo de un cine independiente se viene haciendo a pulmón y que en el caso de esta aventura épica demuestra que no hay techo posible cuando la pasión por lo que se hace es tan fuerte.
Nuevo filme de José Celestino Campusano, uno de los más prolíficos realizadores autóctonos, quien en “El Sacrificio de Nehuén Puyelli” (Argentina, 2016) una vez más se mete de lleno en la lucha de clases y cómo dentro de cada casta, además, se plantean subdivisiones. La cárcel, el pueblo, el folclore, son sólo algunas de las temáticas trabajadas por el realizador, quien en esta oportunidad apela a un despliegue visual y puesta en escena mucho más formal que aquella que venía plasmando en sus primeros trabajos. “El Sacrificio…” habla de cómo un hombre ve cercenada su libertad al ser acorralado por la madre de un joven que lo acusa de haber abusado de él aprovechándose de su condición y capacidades disminuidas. La película arranca con imágenes de algún paisaje del sur, allí conoceremos a los actores que participarán de esta historia cuyo epicentro es Nehuén, un joven “brujo” quien asiste a los más desprotegidos, quienes lo siguen en sus indicaciones. Pero cuando algunos de esos “remedios” terminan por no resolver del todo las situaciones y la madre de un joven con el que Nehuén, aparentemente, intimó, decide mover sus influencias pone al curandero tras las rejas. Dentro del penal Nehuén deberá lidiar con algunos oscuros personajes quienes no sólo le complicarán la estadía dentro de la cárcel, sino que, además, terminarán por configurar una especie de casta que complicará la interacción de los reclusos. A su vez el pueblo verá cómo Nehuén es acorralado por el poder, por lo que aprovecharán la movida para manifestarse en contra de la clase dominante en un grito que sólo en la rebelión y en la lucha puede construir un grito de salvación. Campusano retoma varios puntos pensados en sus filmes anteriores, pero redobla su apuesta trabajando con una solvencia, y hasta cierto convencionalismo que termina por alejar su película del acto de pasión cinéfila al que nos tenía acostumbrados. En la utilización, una vez más, de palabras rimbombantes que resuenan de una manera complicada, principalmente en los no actores, aunque en un diálogo con el director el manifiesta su profunda necesidad de seguir trabajando de esta manera. “El Sacrificio de Nehuén Puyelli” bucea en la lucha de clases para construir un relato poético sobre cómo los más desprotegidos terminan uniéndose para enfrentarse a la injusticia y la pérdida de credibilidad.
Sully Si Gardel cantaba cada día mejor, Clint Eastwood y Tom Hanks, cada uno en lo suyo, también lo hacen día a día mucho mejor. “Sully” narra la historia de un piloto que por querer hacer el bien terminó en uno de los escándalos mediáticos más importantes y que puso a la industria aeronaútica en vilo. Hanks es Sully, e impregna al piloto con más de 40 años de trayectoria en un dilema moral en el que el logrado guion (que va y viene en el tiempo) y la habilidad de Eastwood para reinventar la narración del caso, con una estructura clásica en la que la tensión y el conflicto marcan el tempo, sólo demuestran que cuando hay buena madera se pueden hacer grandes cosas.
Inframundo: Guerras de Sangre Nueva entrega de la saga en la que los vampiros y licántropos están a la orden del día. La bella Kate Beckinsale una vez más se pone en la piel de Selene, en un filme que sólo servirá de consuelo para los fanáticos, pero para aquellos espectadores que se acerquen a las salas sin saber nada de la propuesta será tiempo perdido.
Ataúd Blanco Nueva propuesta de género de Daniel De la Vega, en este caso una mujer queda a merced de un siniestro juego en el que deberá seguir pistas para poder encontrarse con su hija, quien le fue arrebatada sin darse cuenta. Lo que no sabrá está mujer (Julieta Cardinali) es que dentro de ese diabólico juego, del que participa todo un pueblo, hay otra madre (Eleonora Wexler) que también desea encontrar y salvar a su pequeña. Buena idea, que termina por desdibujarse al avanzar la narración y que excepto algunas imágenes emblemáticas (persecución en la ruta) no aporta nada nuevo al boom del cine de terror que está viviendo la producción local.
Perrone foco en FICIC El perro de Ituzaingó que analiza su obra. “Hierba”, su ultimo filme se presentó como parte de la muestra, demostrando la vigencia de su potente mirada sobre la imagen pictórica y las consecuencias de intervenirlas con personajes que las atraviesan. Manet, Monet, Renoir ceden su imaginación a un realizador que una vez mas juega con la pantalla y el celuloide. El resultado, un hipnótico filme que termina de construirse con el espectador. “La Noche” ópera prima del actor Edgardo Castro viene de revolucionar BAFICI y ahora lo hace en Cosquín con una función nocturna (cómo no) a sala llena y con espectadores ávidos por conocer más del proceso de realización. En el filme Castro se desnuda ante la cámara y además acompaña a seres perdidos, como él, que necesitan del otro para completarse. El vacío, la soledad, la innecesaria vinculación social fuera de un objetivo, el amor no encontrado, la violencia que se explicita en cada escena sin ser violencia al fin. Castro logra un retrato sobre la nocturnidad, acercándose a otras películas como “Shame”, pero sin moralina, ni mucho menos, prejuicios. “Homeland (IRAQ YEAR ZERO): parte 1 Antes de la Caída” señalada por el FICIC como LA PELICULA DEL FESTIVAL, este desgarrador relato de Abbas Fahdel sobre la amenaza de guerra y las repercusiones que una familia tiene antes del hecho. El registro documental del director habla de todo aquello que se tiene y que la imposibilidad de poder frenar lo inevitable hace que se peligre la continuidad de todo. La contemplación activa, vaya paradoja, proponen un relato que en sus 160 minutos no hace otra cosa que hablar del hombre y su naturaleza asesina a pesar de conocer las consecuencias.
Uno de los principales aciertos de “Amateur” (2016) es utilizar el cine como posibilidad expresiva y además como vehículo para realizar un homenaje al cine clásico de género, algo que aún no se había hecho localmente. Sebastián Perillo, cinéfilo y productor de larga data, debuta con este largometraje como director produciendo una de las películas más atrapantes de los últimos tiempos sin temer a nada y jugando con la auto referencia constante. La trama de “Amateur” es simple, y compleja a la vez, y lo mejor es ir a la sala sin saber nada, y esta crítica intentará no revelar detalles importantes de la misma para potenciar la sorpresa en aquellos que asistan a la sala. Un editor de TV (Esteban Lamothe), de un canal llamado Aura, aburrido y perdido entre horas y horas de programas esotérico, conoce circunstancialmente a la mujer del dueño del canal (Jazmin Stuart) y se obsesiona con ella. En medio de su separación, el dueño de la emisora (Alejandro Awada) le consigue un departamento de su propiedad al que asiste y conoce a una extraña portera (Eleonora Wexler) quien formará parte de un extraño triangulo que genera, desde lo sexual, una tensión que no se resuelve rápidamente. Cuando es presionado para conseguir un material viejo de archivo, decide llevar a su casa uno viejos videotapes y por casualidad encuentra en uno de ellos imágenes de un encuentro sexual entre la misteriosa mujer (Stuart) y un hombre que no es su esposo. A partir de ahí una búsqueda comenzará, en la que cada uno de los protagonistas intentará salirse con la suya y, principalmente, salir del laberinto en el que cada uno se introdujo sin saber cómo pasó eso. En el medio una muerte, o varias, y una trama que prioriza las referencias y la nostalgia, desencadenando un ejercicio interesante que es paralelo a la trama, la de reconocer no sólo aquellas notas que claramente se mencionan (“Sangre de Vírgenes”, “Paula contra la mitad más uno”, “Chicos Ricos”) sino aquellas que se van despegando en cada escena. Jazmín Stuart compone su personaje con la frialdad necesaria para ajustar la trama, y Eleonora Wexler se luce en un papel que juega con “Psicosis”, pero también con varios films que bucean con la convivencia en un edificio. Mención aparte para Esteban Lamothe, quien sorprende con su anodino personaje, que en medio de su gris rutina y su caos personal termina por enamorarse de la persona equivocada, aunque sea por un instante. El resto del elenco, acompaña de manera correcta en un film que podría haber hecho agua por varios frentes, pero que termina siendo una de las más frescas propuestas por su homenaje y evocación al Giallo, a Hitchcock, a “Arrebato” y a tantos filmes que sería interminable el listado.
En “Crímenes y Virtudes” (2015) Tim Blake Nelson apuesta a jugar con la narración coral y con el flashback para construir un desgarrador relato sobre las relaciones humanas, aquello que se dice, y aquello que no se dice también. Cuando un profesor universitario ve cómo su futuro es modificado a partir de la conexión con el resto de los seres que lo rodean, nada lo haría pensar que justamente ese entorno verá inevitablemente su dolor y su retraimiento. Porque justamente tras el hecho desencadenante de todo, las historias se entrecruzan, conformando un espiral de sentimientos y emociones que nunca termina por cerrarse, ni siquiera al final. Blake Nelson es un realizador que configura sus relatos desde una mirada detallista, en la que no importa tanto el tempo narrativo, sino que prima la solidez de los diálogos y las situaciones que presenta delante de la pantalla. Así, asistiremos a una serie de situaciones que podrían haber lindado el trazo grueso, si es que así lo hubiese preferido, pero no, su decisión de empoderar a los personajes, gratamente, potencia la propuesta. Si el profesor universitario decide que el retiro es aquello que puede sumar aún más afecto al vínculo con su mujer, a quien le regala flores cada viernes, el hijo de éste ve como su vida puede cambiar al someterse su mujer a una intervención quirúrgica para extirparle un tumor. Y entre esos hechos, de los cuales sólo mencioné dos, la habilidad del guión consiste en ir desasnando cada parte del cuento sin afectar al resto de las historias, pero deteniéndose en aquellas que narrativamente pueden funcionar mejor. El título local refiere un poco también a aquellas cuestiones que dentro del seno familiar suceden, y que muchas veces no se ven puertas afuera más que cuando el conflicto deja de implosionar dentro de la casa. Por eso “Crímenes y Virtudes” bien podría haber sido otro tipo de relato, pero el director, al ponerse delante y detrás de la cámara, suma su experiencia en films con grandes realizadores y eso se nota porque hay una mirada particular y a la vez universal sobre los conflictos. Hacia el final la película va perdiendo consistencia, y cuando la tragedia empieza a reclamar su lugar en la propuesta, es en donde todo parece precipitado y derivado en otra cosa, diferente a la propuesta inicial. La participación de Glenn Close, tan precisa en los pocos segundos en los que actúa, como el resto del elenco, un actor mejor que otro, un seleccionado único de talento que incluye a Nelson, Kristen Stewart, Corey Stol, Sam Waterston, entre otros y que sostienen con habilidad la trama. “Crímenes y Virtudes” podría haber sido un gran filme, pero se queda con algunas inconsistencias y caprichos narrativos que atentan contra el total, igualmente, así y todo, sus ideas son bienvenidas para la cartelera de estrenos.
Es doloroso saber que el cuerpo y la memoria se van deteriorando dese el primer día que llegamos a la tierra. Aún más doloroso es saber esto, ser consciente y no tomar consideración del hecho generando una marca en nuestra mente se la elimine o elimine para continuar en el día a día. “La piel marcada. Retrato a Sergio Víctor Palma” (2016), debut en el documental de Hernán Fernández analiza estos temas y además suma, en el homenaje al boxeador su esfuerzo por continuar en una actividad que le ha transformado y “marcado” su vida al punto de no poder ser aquel que era hace tiempo. En la elección de narrar de manera clásica (entrevista ¾, imágenes de archivo, inserts del entrevistado en diferentes acciones, etc.) el director apela al relato progresivo de la vida del boxeador sumando a un nuevo aspirante a campeón con sus anhelos y sueños más profundos para lograrlo. Sin quedarse en esto, la propuesta narrativa avanza para potenciar la idea sobre cómo el éxito en muchas oportunidades solo es un oropel que de un día para el otro muta en una forma que la realidad devuelve su verdadero rostro. El recuerdo oral, la anécdota simple y poco lúcida, la memoria que traiciona y que necesita el acompañamiento de otro para poder desandar esos recuerdos que por sí solos no vienen o que tal vez llegan pero de otra manera. El reflejo que muestra la cámara, la imagen que devuelve sobre Palma es triste, y la música potencia la melancolía y la nostalgia en un punto, el mismo con el que el sentido de la película se construye. El mundo del boxeo es reflejado por Fernández como un espacio de crecimiento principalmente económico, ya que al reflejar la vida actual de Palma, no hay duda ni espacio para el regocijo o el ensalzamiento de una cosa que no es la que realmente sabemos. Y ahí, la tensión entre aquello que espera el joven boxeador que se entrena día a día para llegar, y la realidad del veterano que no puede casi hilvanas sus palabras “La piel marcada. Retrato a Sergio Victor Palma” encuentra el punto exacto para poder, tal vez, construir su verosímil. Hay algunos momentos en los que el registro de archivo funciona correctamente, y otros en los que nada parece revelar parte del pasado para poder reforzar la idea de un presente oscuro y doloroso, que es el que vive el ex boxeador. Paralelamente, la historia del joven que día a día y contra viento y marea desea triunfar para poder comprarle una casa a su madre, además de movilizante, en realidad es un reflejo de aquello a lo que aspiran miles de jóvenes, el poder salir de un lugar en el que se encuentran para encontrar un estado mejor o ideal. Allí la fuerza de la película es irreversible, porque nada ni nadie advierte al hombre, al joven y al viejo, que uno es la resultante del otro y que más allá que se crea que la suerte se puede cambiar, en parte, la dolorosa realidad alberga pocas esperanzas para que el destino tenga otro final.
La magia del cine Cuando parecía que todas las trasposiciones de las historietas de Marvel habían llegado a un punto sin retorno tras Deadpool (2016), en donde el irreverente héroe rojo bordea el ilícito y se maneja dentro de un límite muy fino entre el delinquir y el hacer bien, llega Doctor Strange: Hechicero supremo (Doctor Strange: The Sorcerer Supreme, 2016), película de Scott Derrickson (Líbranos del mal) que no sólo logra imponer su conocimiento de género, sino que principalmente, eleva este tipo de producciones a otro nivel, y construye un film familiar con una lograda producción. La historia de cómo el Dr. Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), un excéntrico cirujano multimillonario, amante de los lujos y la buena vida, debe asumir tras un accidente una nueva manera de relacionarse con el mundo, dejando de lado su ego y comenzando a depender de los demás, principalmente de su novia (Rachel McAdams), es sólo el puntapié inicial para una propuesta que tiene como epicentro la sabiduría budista y una conexión física para construir una sólida propuesta visual y narrativa. Mientras el Dr. avanza con algunas mejoras en su fisiología, su cabeza, impecable por cierto, sigue tratando de comprender cómo puede hacer para volver el tiempo atrás a ese instante en donde todo era perfecto y él podía ser dueño de sus actos. Al enterarse que una persona recibió una tratamiento particular para poder volver a caminar, se embarca sin decirle nada a los suyos a encontrarse con esa especialista (Tilda Swinton) que le habilita la posibilidad de viajar en el tiempo y de alguna manera, volver a recuperar su potencial y capacidad para seguir adelante. Pero como “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad” ese fortalecimiento corporal lo lleva a ser parte de la resistencia y tratar de detener un siniestro plan para destruir la tierra. El guión del propio Derrickson, más Jon Spaihts y C. Robert Cargill, profundiza en el humor que la serie original de Stan Lee y Steve Ditko proponía y se apoya en el nivel actoral de un elenco de lujo que apuesta a trabajar sus personajes con una solvencia y una calidad que impacta. Doctor Strange: Hechicero supremo llega para que el universo Marvel se recargue con una película que más allá de su sólido elenco eleva la propuesta con un potente desarrollo visual, que recuerda por momentos a films clásicos de género, pero también a propuestas más recientes como El Origen (Inception, 2010) o Interestelar (Interstellar, 2014).