Siempre sostuve álgidas discusiones con los detractores de la saga «Saw». He pasado una enorme cantidad de horas defendiendo los primeros episodios de la saga (del 1 al 3 me parecen realmente excelentes) de sus detractores, quienes en mi criterio se quedaban en el análisis superficial del planteo «gore» de la propuesta sin valorar el ingenioso circuito de intriga que ofrece. «Spiral» vendría a ser la novena entrega de la historia, que obviamente ya no puede girar sobre nada que refiera en forma directa al personaje central que consagrara a Tobin Bell. Ha corrido mucha agua bajo el puente y lo único que queda en pie es lo básico de cualquier trama en estos casi veinte años de recorrido (la primera es de 2004): el escenario macabro, las mutilaciones, los secuestros seguidos de dispositivos mecánicos ingeniosos, etc… El encanto y la magia que ponía Bell, ya no está y se extraña. La pregunta frente a esta entrega era ¿tiene sentido que un comediante como Chris Rock protagonice este capítulo de la franquicia? Respuesta contundente: no. Y extraña que quien dirigiera alguna de las mejores «Saw» (Darren Lynn Bousman) no pudiera ver que la idea no tenía sustento. Claro, lo deben haber convencido sumandole a Samuel L.Jackson al reparto. Pero lo cierto es que este último tiene un rol casi secundario, apagado (a reglamento) y Rock es talentoso, pero no en este género. La trama lo presenta como un detective neoyorkino que trabaja codo a codo con un colega (jugado por Max Minghella) para detener a una maniático que está intentando destruir a toda su brigada, atacando uno a uno con la idea de desenmascarar una operación policial pasada. Desde ya, se imaginarán que ninguno está libre de pecado y la investigación llegará sistemáticamente tarde para que los sobrevivientes sean… pocos. O menos que pocos. ¿Ya les dije que extraño a Tobin Bell? El guión de la dupla Josh Stolberg – Peter Goldfinger es poco imaginativo y plano y sorprende el poco trabajo que tiene. Los personajes principales deambulan por escenas sangrientas sin empatía ni emoción. Pareciera ser que la idea era revivir la franquicia a cualquier precio y a juzgar por los números obtenidos en USA, el resultado estuvo lejos de lo proyectado. No descarto que haya más entregas de «Saw» pero si continuar será pensar siempre en criminales que hacen «copycat» (es decir, imitan a un famoso en cada detalle), estamos mal. Ojalá que este paso en falso, permita algún tipo de reflexión crítica sobre el destino de esta saga.
Tengo sensaciones encontradas con respecto a la dirección que Marvel va delineando en este tiempo. Entiendo que están en un período de renovación del MCU y eso implica un paciente proceso de construcción de nuevos personajes que se extenderá por muchos años hasta consolidar un nuevo súper grupo como el que terminó siendo «Avengers» en sus dos entregas finales. Lo cual no significa negarse a lo nuevo. Simplemente, me pasa que comparo inmediatamente a los nuevos ingresantes, con aquellos que me conmovieron por décadas, y hoy, no terminan de generarme algo ni remotamente parecido a lo que sentí cuando ví, por ejemplo, la primera «Captain America» o el inicio de «Iron Man». No, no se que pasa (quizás haya que esperar) pero no transmiten la misma vibra. «Shang-Chi» entonces es un capítulo que claramente está pensado para generar pluralidad de nacionalidades en el mundo Marvel. Ya tuvimos «Black Phanter» dedicado a los afro descendientes y ahora, podremos abrir el mercado asiático con un propio héroe para esa comunidad. ¡Quizás en un año, hasta podamos tener un sudamericano en el Dream Team! Conjeturas al margen, el estudio convocó a Destin Daniel Cretton, cineasta con pocos buenos antecedentes («Just Mercy», «The Glass Castle», etc) como responsable del proyecto. A la luz de los resultados, cumplió con lo pedido, si es que eso fue plantear una propuesta vistosa desde lo técnica y que se integrara rápidamente al universo en curso. Desde la dirección, creo que Cretton flaqueó dirigiendo a actores centrales en el film (¡hizo lucir discretos a Tony Leung y Michelle Yeoh!) y quizás lo más alarmante sea que nunca sentí la emoción clásica de esta saga atravesando la cinta de principio a fin. Mil perdones por extrañar a aquellos que no están. La trama presenta a un simpático pibe, Shang (Simu Liu) que ha tenido que escapar del destino que su padre (Leung) tenía diseñado para él. Este último es el líder de una agrupación llamada «Diez Anillos», que ha venido creciendo en poderío en los últimos tiempos. No son buena gente, desde ya. La cuestión es que el papá necesita que su hijo reciba su herencia (lo piensa como un asesino líder) y no acepta un «no» como respuesta. Shang tendrá una compañera para poder enfrentarse al lado «oscuro» (Katy, léase Awkwafina) y la historia será una habitual curva de evolución en un personaje que no puede dar la altura al principio, pero que tiene el gen para desarrollar lo que de él se espera. ¿Qué esperar? Un recorrido lineal, algo de humor, muy buenas escenas de acción (esto sí es destacable) y CGI de súper calidad. ¿Los conmoverá el nacimiento de este nuevo héroe? Eso irá en ustedes. No fue mi caso. A pesar de haber pasado un tiempo de entretenimiento aceptable, no logró el voltaje que cualquier film de Marvel provocó en mí (incluso con la discreta y reciente «Black Widow») en su larga historia… Entiendo la necesidad de renovación pero debo decir que esta peli es de las más débiles en términos de argumento de los últimos años. Creo que hay que esperar el avance de las diferentes historias en juego en este año (lo que sabemos de lo nuevo de Doctor Strange para 2022, la sorpresa del regreso de Loki, Wanda, Visión y próximamente Hawkeye y más) para poder evaluar los nuevos ingresos al equipo. Hoy, todavía no siento la épica de otros tiempos. Aún.
Šavovi (Stitches) es el segundo largo del serbio Miroslav Terzic, un hombre que prácticamente es desconocido para estos lares, dado que desde 2012 no dirigía (su primer film fue la destacada «Redemption Street», que creo no tuvo estreno comercial aquí). Si bien su título parece más cercano al término «puntadas» (sobre todo por la actividad y oficio del personaje principal), en Argentina se decidió utilizar «Cicatrices», título que muy bien anticipa el conflicto principal de la cinta. La trama presenta la historia de una mujer que ronda los 40 años y durante la guerra de los Balcanes, sufrió el robo de su bebé al nacer. En esos años y en el contexto en que tuvo lugar el hecho, su pérdida se asemeja a la de muchas mujeres (y padres) que sufrieron hechos idénticos en la vida real en ese tiempo. Los secuestros de niños y niñas eran habituales y sobre todos ellos, se imponían un manto de silencio que dificultaba el acceso a la verdad. Similar, en cierta manera, a todo lo que sucedió en Argentina durante el gobierno militar en los 70′. Quizás por eso, el film es menos sorprendente que para quien no haya tenido en su territorio historias parecidas a los hechos que se presentan. Ana (Snezana Bogdanovic) es la mujer en cuestión. Ha pasado mucho tiempo desde el momento en que perdió a su hijo pero ella no se resigna a vivir con esa pérdida. Algo en ella le dice que puede encontrar no sólo cómo se dieron los hechos, sino también al niño, que ahora tendría casi 20 años… Ella está casada y su marido y su hija son conscientes del grado de obsesión de Ana para con la búsqueda del desaparecido. No es algo que ellos sientan que tiene solución y prefieren seguir adelante, preservando algo de la unidad de la familia. Pero Ana tomará contacto con una asociación que se dedica a bucear en estos asuntos y a partir de una persona dentro del gobierno, darán con varios indicios que permitirían establecer qué sucedió con ese niño. El cineasta narra con prolijidad y emoción contenida, una historia fuerte. Este es un drama de aquellos, por así decirlo. Bogdanovic es todo en la cinta y lleva adelante un personaje sin otra aspiración que descubrir la verdad y reparar el daño que le han hecho. Los rubros técnicos y el nivel general del elenco es sólido y todo se conjuga para ofrecer un relato crudo, invasivo pero bien presentado. «Cicatrices» es una muestra del buen cine serbio al que mayormente no accedemos, por lo cual sumamos nuestro recomendación para que conozcan su particular ritmo narrativo.
Guy Ritchie es un director al que le ha costado sostener cierta coherencia en sus trabajos. Ha tenido grandes títulos («Snatch», «RocknRolla»,»Lock & Stock») y otros, muy flojitos. Pero sí debo reconocer que genera buenos escenarios en términos de oscuridad y violencia y su manejo de cámara es vertiginoso y crudo. Esta «Wrath of man» está en esa línea. Un volver a una línea directa, sencilla (¿modesta?) de cine sólido de acción, duro y áspero. Esta vez no estamos en Inglaterra (donde Ritchie ya ha jugado este juego) y tampoco es su idea original («Justicia implacable» es una remake de un film francés llamado «Le Convoyeur» del 2004). Sin embargo, la estrategia de que protagonice Jason Statham resuelve y direcciona mucho del espíritu de la cinta. Sabemos que esperar y en eso, Ritchie no se guarda nada. El guión no ofrece demasiada sorpresas, más allá de que va y viene en el tiempo para reconstruir la historia de «H» (Statham) un hombre parco, preparado y hábil en lo suyo, que se integra al equipo de seguridad de una empresa transportadora de caudales. Dicha empresa, está atravesando algunos problemas ya que parece asediada o «marcada» por gente muy profesional… H tiene una poderosa razón por integrar el cuerpo de vigiladores y a medida que la historia avanza, entenderemos las razones que lo llevaron a ponerse en ese lugar. «Wrath of man» funciona muy parecido a otras historias similares de atracos a camiones blindados pero en particular, aquí encontraremos un nivel de ferocidad en cada intercambio entre fuerza de seguridad y ladrones, profundo y constante. A cada paso del camino, encontramos poco diálogo, mucho gesto adusto y llegado el momento, una lluvia de balas feroz que se suman a una respetable cantidad de combates cuerpo a cuerpo, a la vieja usanza. Ritchie lleva el ritmo con soltura, no es una función continuada de cuerpos apilandose uno sobre otros en cantidades industriales pero tiene lo suyo. Statham demuestra que su fina ironía inglesa, puede funcionar bien en films como «Hobbs & Shaw» pero cuando vuelve a su registro «histórico» sólo termina ofreciendo un perfil físico, desprovisto de matices, que es lo que aquí sucede. En síntesis, este es un film de acción. Quizás pausado en algún tramo, lento pero metódico, y que cobra vuelo sólo en el tramo final, donde la espectacularidad gana la pantalla y permite a Ritchie terminar con saldo positivo esta nueva excursión cinematográfica. Nada nuevo bajo el sol pero si la acción es tu género, esta es una propuesta válida, sin dudas.
La original «The Hitman’s bodyguard» data del 2017 y era una sencilla y modesta «buddy movie» protagonizada por dos taquilleros actores: Ryan Reynolds y Samuel L.Jackson. En ese tiempo, la cinta duplicó su inversión sólo en USA y generó dividendos den el resto del mundo, merced a su efectiva combinación de acción y humor negro. Nos sorprendió a muchos (aunque hoy en día el mundo del cine se parece cada vez más a una serie, con episodios más largos pero con idéntica cantidad de tiempo invertido en su desarrollo) aunque no debería haberlo hecho. La industria está apostando mayoritariamente por secuelas. En tiempos de pandemia, parece que la gente se inclina a concurrir a salas sólo para acompañar los estrenos fuertes, y una gran cantidad de títulos recrean propuestas que quizás, habría que superar. En ese sentido, «Hitman’s wife’s bodyguard» es más de lo mismo. Nada demasiado nuevo, excepto un aumento de escenas de violencia, destrucción, balas y combate cuerpo a cuerpo. Y tal vez, un elenco con mayores figuras. Como para asegurar que la visita al cine sea una experiencia familiar. La historia que nos trae Patrick Hughes (mismo director de la primera y con mucho conocimiento del género por haber sido actor y productor) es más bien esquemática. Presenta a los mismos personajes de la primera entrega, el matrimonio Kincaid (Jackson + Salma Hayek) y el guardaespaldas con aspiraciones (Michael) jugado por Reynolds. La trama implica un retorno de la misma propuesta, esta vez ligeramente distinta, dado que hay mayor participación de Hayek, quien co-lidera el relato en una performance decididamente ruidosa. Luego de un simpático inicio, el trío es capturado por la ley. O casi. Digamos que su detención ofrecerá la posibilidad (o no) de negociar el trabajo del grupo en pos de una misión para proteger al mundo y enfrente como antagonista de lujo aparecerá nada menos que Antonio Banderas, a años luz de alguna labor destacada. Hay un complot internacional, algunos cabos sueltos y desde ya, pilas de asesinos dispuestos a lastimar al trío protagónico. En ese sentido, el único fuerte en términos de aporte nuevo es la participación decidida y pseudo maternal del personaje de Hayek, a quien se la ve divertida y ciertamente relajada en el rol propuesto. Reynolds y Jackson hacen lo que mejor saben y no van más allá de lo esperable en sus papeles. Tenemos el aporte de un par de secundarios populares (Morgan Freeman, Frank Grillo) y no mucho más. «Hitman’s Wife’s Bodyguard» es una cinta que entretiene con lo justo. Aporta poca novedad y sí, es más ampulosa que la primera entrega. Hay más presupuesto y se nota. Sin embargo, creo que se imponía un cambio de dirección a todo nivel si la idea es instalar una franquicia para esta propuesta. Es esperable lo que ofrece aunque para seguir consolidandose en pos de futuras entregas, hará falta más. Mucho más.
Debo admitir que soy fan de «Westworld» (tanque de HBO) desde su lanzamiento. He visto incluso varias veces la última temporada sólo para volver a deslumbrarme con el universo distópico que plantea Lisa Joy. Es por eso que con la noticia de la llegada de su ópera prima a la pantalla grande, mis expectativas eran realmente altas por ver cómo se desempeñaba su talento en otro formato. Con sólo acceder al trailer de «Reminiscencia» nos quedaba claro que la impronta que habia llevado al éxito a Joy se repetiría aquí. Y en ese sentido, pensaba que eso ofrecía un margen de éxito asegurado. Pero al terminar la proyección de «Reminiscence» me dí cuenta de porqué esa premisa era inexacta. El éxito de «Westworld» (más allá de que en su última temporada los niveles de audicencia fueron menores que en las dos previas) ha abonado el camino de un enfoque de los universos distópicos distinto. Pero vayamos por parte. Lo primero que hay que saber es que a diferencia del trabajo que inspira este mundo post-apocalíptico, es que «Westworld» es un drama de ciencia ficción. «Reminiscence», no. Joy pensó este proyecto como un policial negro clásico, enmarcado en un escenario futurista. Ese punto es central para entender porqué el film no logra impactar ni conmover al espectador en la mayor parte del metraje. La experiencia previa de su directora está justamente en explorar las emociones descarnadas de sujetos en un futuro amenazante. Aquí, ese lugar no es tan hostil y la trama se sostiene en una búsqueda metódica y sin intensidad del protagonista para dar con el paradero de su enigmática amada. Podemos entonces decir que esta cinta es un policial liviano, que pretende ser romántico pero que tiende a sobre-explicar su realidad y avanza lentamente hacia su resolución, sin generar desenfreno y dolor, como sabemos hace muy bien Lisa Joy en su gran éxito televisivo. ¿Por qué tanto tiempo para explicar las diferencias entre estas dos propuestas de la cineasta? Simplemente porque remiten a mostrar porqué un modelo previo no puede aplicarse en forma directa a otro, cuando el género es distinto. Creo que esa es la nota central de porqué «Reminiscence» se presenta como un film discreto, de ritmo cansino y con poca tensión incluso en sus instantes de definición. La historia es la de Nick (Hugh Jackman), ex veterano de las fuerzas militares, que en un futuro lejano y duro, intenta pagar sus cuentas con una máquina particular que permite rememorar los instantes placenteros (o no) de la vida pasada. El trabaja junto a Watts (Thandiwe Newton) en un abandonado banco de la ciudad de Miami. Ese paraíso de sol y playa, en este futuro es una ciudad mayormente inundada, donde sus habitantes sólo salen de noche, por las altas temperaturas del dia. En ese marco, un día Nick conocerá a Mae (Rebecca Fergurson) y se enamorará perdidamente de ella. El tema es que Mae no es todo lo que parece y al poco tiempo, desaparecerá sin dejar rastro. Será ahí cuando el protagonista comience a indagar entre sus contactos e inicie una búsqueda que desentrañe el misterio. Como ya dije, nada es vivido con intensidad aquí. El trío central (Jackman, Newton y Ferguson) se muestran solventes pero no descollan en sus roles. La fotografía y el CGI son muy buenos pero como éste no es un film de acción, su influencia en el desarrollo termina siendo decorativo, porque el corazón de la propuesta es el romance inconcluso y la tarea de dar con el paradero de Mae. En síntesis, un trabajo que, de no mediar el enorme equipo detrás de Joy, sería muy discreto. Quizás, una de las grandes decepciones del año. Al menos, para mí.
Las cuestiones relacionadas con la ruptura por parte de un sujeto del encuadre opresor en el que se desenvuelve, ya han sido trabajadas en el mundo del cine en múltiples oportunidades. Y en el mundo contemporáneo, sin dudas podemos destacar a «The Truman Show» y «Matrix» como dos ejemplos que han servido de inspiración a «Free Guy». Claro, sin dejar de lado títulos más relacionados a los videojuegos como «Ready Player One» (con quien comparte guionista) y «Edge of tomorrow», por supuesto, que son comunes a este universo propuesto. Y si bien puede verse como negativo iniciar una review hablando de todos los films que desfilan en nuestra cabeza a lo largo del desarrollo de «Free Guy», lo cierto es que, al menos esta vez, todas estas influencias salen a la superficie en forma inmediata ya en los primeros minutos de la cinta. Como nota de color, 20th Century Fox es una compañía de Disney, sin embargo, luego del fracaso del estreno combinado vía Premier Access, «Tomando el control» sólo puede verse en salas. Ryan Reynolds es un empleado de banco, con una rutina habitual, en la que cosas poco interesantes suceden (o sí, en cierta retorcida manera!) a quien un día se le cruzan unos interesantes lentes (gafas) que le permitirán reconocer su situación real. Digamos, el pibe es un elemento más de un videojuego en el cual siempre repite una tarea monótona hasta que una mujer lo despierta de su letargo. Como el amor todo lo puede, a partir de conocer a una jugadora (Jodie Comer), iniciará una cruzada para liberarse de las reglas impuestas en su universo. Reynolds, entonces, desplegará su habitual arsenal de recursos para la comedia con la idea de sostener una trama que, hay que decirlo, se afirma en la espectacularidad de los efectos especiales que son, sin duda, lo más destacado del film. En ese sostenido camino de situaciones divertidas y absurdas, la pareja central cumple con su cometido de ofrecer momentos disparatados para levantar a la platea sea cual sea su edad. Desde el punto de vista técnico, el veterano Shawn Levy (a cargo de la dirección), sabe lo que hace y «rodea» al protagonista con todo lo que tiene, hecho que permite a Reynolds jugar a lo que él sabe: desparramar humor negro (esta vez en clave infantil-adolescente) en cantidades industriales y marcar los pasos de un personaje dinámico y decidido dentro de una trama liviana y pasatista. Creo que «Free Guy» no es pionera en la temática que aborda y tampoco ofrece muchas aristas nuevas. Pero sin embargo, si la intención es pasar un rato de intensidad sin mayores expectativas, se puede decir que cumple.
DC ha buscado en todos estos años, afirmarse como contendiente cinematográfico de Marvel sin éxito. No es que sus entregas hayan sido poco exitosas en términos de taquilla (de hecho, la tan criticada en estos días «Suicide Squad» del 2016 recaudó más de 700 millones de dólares globalmente, sólo en salas), sino que se les reprocha cierta falta de unidad en el hilo que conecta sus historias y el flojo carisma de quienes han llevado adelante hasta ahora sus personajes principales, con la debida excepción en mi opinión, de Gal Gadot en «Wonder Woman». Buscando un poco detonar esta realidad, DC y Warner aprovecharon una ventana donde James Gunn estaba inactivo (digamos que lo habían despedido de Disney!) y le ofrecieron libertad creativa para encarar un nuevo reboot? de esta historia, con la convicción de que el pibe podría empoderar la franquicia. ¿Lo logró? Buena pregunta. Creo que si amaste «Guardians of the Galaxy» este festival de locura, sangre y destrucción tiene algo para vos. De movida, hay que tener en cuenta que «The Suicide Squad» no es una peli para chicos. Es realmente cínica y violenta, aunque cargada de humor incorrecto, que la hacen ideal para jóvenes y adultos. La cinta tiene sus vueltas de tuerca y nunca podés estar seguro de que preveés cuál será su próximo movimiento. Lo cual, es un acierto. Dicho esto, les contamos que la historia no difiere mucho de la que conocimos hace unos años, en la que encontramos una prisión de máxima seguridad, un grupo de asesinos con algunos problemitas y una invitación a obtener cierta inmunidad, completando una misión suicida. Dentro de ese contexto, los diferentes perfiles permiten ofrecer una diversidad interesante para potenciar una banda que obviamente, deberá trabajar al margen de la ley porque (hay que saberlo), operan en los grandes países desarrollados, organizaciones ultra secretas que se dedican a controlar lo que sucede en las naciones periféricas e intervenir decididamente en ellos para su propio beneficio. O sea, la historia que ya conocemos. Una política de intervención fuerte, ilegal y que esté desconectada con los auténticos cerebros de la operación. Cualquier comparación con la realidad es sólo una triste y penosa coincidencia. Así que es el súper equipo suicida llegará hasta el remoto Corto Maltese (Huguito Prat dixit) para interrumpir los planes de un dictador que quiere molestar a los amos del mundo, con propios delirios de poder (Juan Diego Botto, quien representa muy bien la sangre latina aquí) que deben ser detenidos, a cualquier precio. Puede decirse que una amenaza desde ese país se estaría desarrollando una arma con origen extraterrestre y desde ya, a los americanos, eso no les cae nada bien. En ese sentido, Gunn hace su previsible reflexión sobre las repúblicas inestables (a veces en Africa, ahora la acción es en Sudamérica) y su peligrosa relación con el poder estadounidense. Cuando están alineadas, todos los favores, cuando no… bueno, ya lo verán. El gran escuadrón está conformado por actores consagrados y con cierto recorrido, desde Idris Elba, (la voz de Sylvester Stallone), Joel Kinnaman, John Cena y Margot Robbie, con algunos que también son de renombre, pero cuyo tiempo en la peli es más bien corto. Dirige el equipo desde afuera la siempre confiable Viola Davis y desde ya les decimos que no esperen ninguna concesión ni empatía en ella, aquí todo está impregnado de cinismo y frialdad. La trama está dividida es capítulos y le reconozco también, una gran banda sonora. Desde el punto de vista técnico, es arrolladora. Abruma. Claro, tanto exceso le juega a veces en contra pero… James Gunn es James Gunn. El hombre destila sarcasmo y sabe que espera su público. Reina el humor negro en «The Suicide Squad» y nadie puede negarle su narrativa. En el balance, es un producto aceptable. Tiene sus desniveles, el final no lo viví a la altura del desarrollo pero desde ya, es de lo mejor de DC en los últimos años.
Inspirada en una atracción de los parques de Disney, «Jungle Cruise» se transforma en la nueva propuesta familiar del gigante familiar para esta temporada veraniega en USA. A nosotros nos llega en el fin de las vacaciones de invierno, por temas de calendario, pero más allá de eso, siempre es bienvenido un buen film para todas las edades. Lo primero que debemos esperar es un planteo simple (recordemos que en qué está inspirada), efectivo, con coloridos efectos visuales y mucho carisma en la pareja protagónica. Premisa que se cumple sin problemas bajo la dirección de Jaime Collet-Serra (experimentado director cuyo CV ofrece películas como «Non-Stop», «The Shallows» y «Run all night» entre otras), quien entiende perfectamente de ritmos intensos y acelerados. Al frente del competente elenco, tenemos a Dwayne «The Rock» Johnson y a la encantadora Emily Blunt, ámbos confiables y empáticos para este tipo de propuesta. Es importante señalar que cumplen roles interesantes en la historia, Edgar Ramírez, Verónica Falcón y Paul Giamatti, quienes colaboran para que la historia tenga equilibrio y la atención no decaiga. La trama presenta a una aventurera mujer (Blunt) con su hermano, quienes en el Londres de 1916 presentan a una sociedad científica la idea de buscar un árbol del que podría extraerse un enorme beneficio para la salud mundial. La propuesta será rechazada y ellos decidirán avanzar con decisión para viajar hasta el Amazonas y llegar a él, aunque deban hacerlo sin una expedición formal. El guía (por así decirlo) que los llevará río arriba será The Rock y juntos, tendrán que enfrentarse no sólo a los peligros de la selva, sino también al hostigamiento de los villanos de turno. En líneas generales, puede verse una enorme cantidad de CGI, de calidad estandar puesta al servicio de la espectacularidad. Es tanta, que por momentos abruma pero provoca en el público una entusiasta respuesta ante tal viaje. Es cierto sin embargo que el enorme carisma de los protagonistas compensa la vorágine episódica de desafíos que la pareja central debe atravesar para lograr su objetivo. Blunt muestra toda su ductilidad para que lo que se ve difícil (plantear algo remotamente romántico con su coequiper) se vea algo posible. En ese sentido, el espíritu de la atracción en que está basada es respetado y si bien el relato no escapa a lugares comunes, lo cierto es que cumple con creces la premisa de entretener a la familia.
Epoca de vacaciones en invierno y las salas apuestan por la convocatoria al público infantil como pocas veces en el año. Dreamworks animation sigue en su búsqueda para posicionarse en el género pero antes de generar nuevos desarrollos, parece explotar las ideas que alguna vez funcionaron en su catálogo, y ese es justamente el caso de «Boss baby». Comedia familiar de cierto éxito (175 millones de dólares globalmente en 2017) que no revistió una idea muy original, regresa con el mismo director (Tom McGrath) que ya fuera responsable de la trilogía de la súper taquillera «Madagascar». En esta oportunidad, la propuesta apunta al humor de gag, simple, veloz y con gran ritmo. Podrá gustarte o no la temática pero hay que reconocerle que la película entretiene y cumple su objetivo de divertir a su audiencia. La trama nos trae otra vez a Tim y Ted, ya grandes y con caminos claramente distintos. Uno es un hombre hogareño dedicado a su familia, y el otro… bueno, digamos que no tiene esas prioridades y es un hombre de negocios. El reencuentro no promete nada demasiado especial, pero cuando ámbos se dan cuenta que Tina, la bebé de la familia, es en realidad una «boss baby», las cosas comienzan a acelerarse y una nueva misión aparece en el horizonte: hay un villano que quiere, con medios muy tecnológicos (quizás demasiado complejo para los más peques de la sala) terminar con el reinado de los papás y las mamás en todo el mundo. Tal plan llevará al equipo de los buenos, a situaciones hilarantes, algunas bien resueltas pero todas, dentro de un ritmo trepidante. No es que «Boss Baby 2» sea un festival de incesantes situaciones risueñas, pero su director conoce mucho como aplicar golpes de efecto y promover espectacularidad en momentos claves, lo que termina por darle un aceptable ritmo a la cinta a lo largo de toda su extensión. Si son adultos, el film les deparará algunas sonrisas, si son niños, muchas más y si bien no es una secuela destacada, cumple con lo esperado. Dato extra, la versión en inglés tiene un excelente trabajo de voces con grandes intérpretes aunque la latina no desentona.