Espiral: El juego del miedo continúa

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Siempre sostuve álgidas discusiones con los detractores de la saga «Saw». He pasado una enorme cantidad de horas defendiendo los primeros episodios de la saga (del 1 al 3 me parecen realmente excelentes) de sus detractores, quienes en mi criterio se quedaban en el análisis superficial del planteo «gore» de la propuesta sin valorar el ingenioso circuito de intriga que ofrece.
«Spiral» vendría a ser la novena entrega de la historia, que obviamente ya no puede girar sobre nada que refiera en forma directa al personaje central que consagrara a Tobin Bell. Ha corrido mucha agua bajo el puente y lo único que queda en pie es lo básico de cualquier trama en estos casi veinte años de recorrido (la primera es de 2004): el escenario macabro, las mutilaciones, los secuestros seguidos de dispositivos mecánicos ingeniosos, etc… El encanto y la magia que ponía Bell, ya no está y se extraña.
La pregunta frente a esta entrega era ¿tiene sentido que un comediante como Chris Rock protagonice este capítulo de la franquicia? Respuesta contundente: no. Y extraña que quien dirigiera alguna de las mejores «Saw» (Darren Lynn Bousman) no pudiera ver que la idea no tenía sustento. Claro, lo deben haber convencido sumandole a Samuel L.Jackson al reparto. Pero lo cierto es que este último tiene un rol casi secundario, apagado (a reglamento) y Rock es talentoso, pero no en este género.
La trama lo presenta como un detective neoyorkino que trabaja codo a codo con un colega (jugado por Max Minghella) para detener a una maniático que está intentando destruir a toda su brigada, atacando uno a uno con la idea de desenmascarar una operación policial pasada. Desde ya, se imaginarán que ninguno está libre de pecado y la investigación llegará sistemáticamente tarde para que los sobrevivientes sean… pocos. O menos que pocos.
¿Ya les dije que extraño a Tobin Bell?
El guión de la dupla Josh Stolberg – Peter Goldfinger es poco imaginativo y plano y sorprende el poco trabajo que tiene. Los personajes principales deambulan por escenas sangrientas sin empatía ni emoción. Pareciera ser que la idea era revivir la franquicia a cualquier precio y a juzgar por los números obtenidos en USA, el resultado estuvo lejos de lo proyectado.
No descarto que haya más entregas de «Saw» pero si continuar será pensar siempre en criminales que hacen «copycat» (es decir, imitan a un famoso en cada detalle), estamos mal. Ojalá que este paso en falso, permita algún tipo de reflexión crítica sobre el destino de esta saga.