Deconstruyendo al mito El nuevo documental de Tristán Bauer (Iluminados por el fuego, 2005) nos muestra, como su título lo indica de manera locuaz, un costado diferente de todo lo que se había visto hasta el momento del hombre que se convirtió en mito. A través de material inédito, al que se tuvo acceso exclusivamente para la realización, se deconstruye al mito para construir al hombre. Che. Un hombre nuevo (2010) es un compilado de textos, fotos, filmaciones caseras y audios que nos servirán para armar la vida de Ernesto Guevara a través de sus escasos 39 años de vida. Lo interesante es que el documental no se focaliza solamente en la etapa en que su vida alcanzó mayor protagonismo sino que lo hace a través de toda su historia tanto familiar como política, para así poder entender su modo de actuar y el porqué de sus decisiones extremas. A través de un montaje dinámico, sin llegar a ser vertiginoso, Bauer utiliza todos los recursos visuales y sonoros a los que pudo tener acceso de manera exclusiva y luego de una ardua investigación que demandó más de 12 años. De esta manera se va armando un retrato fílmico que transita tanto momentos personales y privados, como políticos, sociales y hasta privados del hombre que tras su muerte pasó a ser amado y adiado al unísono. Tristán Bauer construye el film tomando como hilo conductor los diferentes textos que el Che escribió a lo largo de su vida, como diarios personales, libros inconclusos, correspondencia familiar, con diferentes políticos y con militantes, para a través de estos elementos deconstruir al mito y acercarnos al hombre que con sus errores y aciertos se comprometió hasta sus entrañas con la causa por la que luchaba. Más allá de las ideas, se puede estar a favor o en contra, Che. Un hombre nuevo es un film valioso que nos permite acercarnos a un costado inédito de Ernesto Guevara, sin idealizarlo ni subestimarlo, simplemente mostrarlo como lo que fue…un hombre que la historia transformó en mito. Nota: El film se estrena conjuntamente en Argentina (16 salas) y Cuba (330 salas) cuando se cumplen 43 años de su muerte. En España el estreno se realizará una semana más tarde.
¿Usted que haría en la misma situación? Tal vez son demasiadas las expectativas puestas en Sin retorno (2010), ópera prima de Miguel Cohan. El film está producido por las mismas empresas responsables de El Secreto de sus Ojos (2009) y cuyo logro es aprovechado en el slogan publicitario. Dichas expectativas no decepcionan si uno busca una historia que en nada se le parezca a la taquillera película de Campanella. En síntesis, no vaya al cine con esa idea sino con la de ver un film de género, distinto, movilizador, que provocará en su interior un debate ético que tal vez nunca logre resolver. El disparador de la historia es un accidente automovilístico. Un ciclista, que está parado en medio de la calle, es atropellado por un automóvil dos veces seguidas. El primero sólo chocará la bicicleta, mientras que el segundo lo dejará sin vida. El conflicto, con el inocente preso y el culpable libre, se generará en el tiempo y como hará cada uno para canalizar lo complejo de la situación que los llevó a estar en ese lugar. Uno de los aciertos del film es el de no ahondar en cuestiones sociales que tienen que ver con el tránsito y como se maneja o la forma de actuar de la justicia argentina, afortunadamente el director se corre de este lugar y nos ofrece un film de género en el que el desencadenante del hecho es solo casual y servirá para ahondar en lo más profundo de la condición humana sacando lo peor o lo mejor de cada uno. En Sin retorno no hay culpables ni inocentes, todos tienen sus miserias y saldrán a la luz en el momento más indicado. Hay un inocente que paga por un crimen al que la cárcel lo convertirá en un ser lleno de odio y resentimiento. Hay un culpable que no puede vivir con la culpa. Hay un padre que busca justicia y que sólo quiere ver a alguien preso sin importarle nada más. Y por último hay una familia que esconde una verdad por protección. A partir de todas estas consignas, Cohan construye un thriller psicológico, de personajes profundos, en donde toda la artillería está puesta en el conflicto moral que no sólo deberán enfrentar cada uno de los involucrados sino también el espectador, y es ahí en donde radica la esencia de la historia. Para lograr los climas necesarios que un film de estas características necesita hay un elenco actoral que nos ofrece lo mejor de sí para hacer creíble la historia. Leonardo Sbaraglia y Martín Slipak nos brindan dos interpretaciones memorables, si bien sus personajes sólo se encontraran en un momento de la película, cada uno ofrece una serie de matices en la evolución de sus personajes que sobre el final pareciera que los actores no fueran los mismos del comienzo. Junto a ellos Luis Machín y Ana Celentano, acompañando en el tono justo que la trama necesita y en roles casi tan protagónicos como los del binomio Sbaraglia-Slipak. Federico Luppi, Arturo Goetz y la española Bárbara Goenaga completan el casting ideal para lograr que Sin retorno sea creíble. Articulando ficción y realidad, Miguel Cohan nos trae un film complejo, tal vez molesto y hasta perturbador, que juega mucho con los tiempos y como éste nos va cambiando, para hacernos avanzar o retroceder en las formas de visualizar las diferentes situaciones por las que el ser humano debe atravesar. Un film que pregunta por respuestas que tal vez nunca lleguemos a encontrar, pero que sin duda nos hará pensar en ellas.
Una película sobre el Alzheimer Resulta difícil empezar a escribir sobre una película que refleja un tema como el Mal de Alzheimer cuando uno se entera que su director terminó padeciendo la misma enfermedad que decidió reflejar en su última película. A pesar de esta anécdota, que para muchos puede resultar intrascendente. ¿Y tú quién eres? (2007) cobra valor por ese único motivo, ya que cinematográficamente resulta casi imposible encontrarle un mínimo de sentido común. Un anciano de unos 80 años interpretado por Manuel Alexandre, aquel viejito que enamoraba a China Zorrilla en Elsa y Fred (Marcos Carnevale, 2005), es internado en una residencia geriátrica en donde se le diagnostica que sufre la enfermedad del Alzheimer. Su familia se va de vacaciones a San Sebastián y sólo queda su nieta que lo visita asiduamente hasta descubrir que su verdadera misión en esta vida es la de ser acompañante terapéutica de personas que sufren de este mal. Seguramente si esta película hubiera existido 30 años atrás la crítica hubiera sido otra, pero vista en vísperas del final del primer decanato del segundo milenio no se puede dejar de resaltar lo añejado de su forma como la de su estructura narrativa, solo comparable con una telenovela latinoamericana de muy baja calidad. Fundidos encadenados de imágenes que dan la sensación de que no había forma de cohesión alguna y que fueron usados como un salvavidas, diálogos que intentan ser profundos pero que increíblemente pecan de banales, actuaciones que pese a querer evitarlo caen en el estereotipo, sumado a cierta pretenciosidad recurrente y de la que no puede despegarse hacen de ¿Y tú quién eres? un film anacrónico pese a querer demostrar lo contrario y para peor de males resaltar cuan pretensioso intenta ser. Antonio Mercero (Planta 4ª, 2003) seguramente quiso despedirse del cine con una obra que reflejara una enfermedad, que tal vez sí o tal vez no, veía cercana. Lástima que no supo darle una vuelta de tuerca y no caer en la simple moralina que con mensaje incluido terminó sonando más a folletín barato que a otra cosa. Nota: Únicamente Sala Xacobeo (Villa del Parque - Bs. As. - Argentina)
Primavera Rota No es casual que un 16 de septiembre, conocido en Argentina como La noche de los lápices, se estrene el documental Flores de septiembre (2003). Lo que sí puede resultar como parte de un juego azaroso es que dicho estreno se realice cuando los estudiantes han vuelto, luego de años de apatía política, a manifestarse en contra de un sistema que excluye a la educación de los planes del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Funcionando como homenaje a los estudiantes desaparecidos, el documental reivindica, en el momento adecuado, la lucha estudiantil más allá de sus causas y consecuencias. Los alumnos desaparecidos durante la última dictadura militar argentina en el Colegio Nacional Carlos Pellegrini es el eje del relato del documental del terceto conformado por Pablo Osores, Roberto Testa y Nicolás Wainszelbaum. A través de testimonios, de compañeros y familiares, se van reconstruyendo los diferentes periodos atravesados por una época que marcó a una generación que pagó con sangre la lucha por sus ideales, equivocados o no. Dividido en episodios, el documental deconstruye la historia argentina para construir las causas y efectos que llevaron a cada una de las partes a actuar de la manera en que lo hicieron. Un acierto del documental es el de no sólo buscar los testimonios de aquellos que lo vivieron de forma directa, sino que también se nutre de los aportes de ex alumnos que no tenían un compromiso político activo como también de quienes fueran el rector y vicerrector en aquel momento y que terminan dejando muchas dudas sobre sus formas de actuar. Utilizando un formato en el que predomina el entrevistado hablando a cámara, Flores de septiembre como también lo es La mirada invisible (Diego Lerman, 2010) tiene un mérito aparte que es el de contar una historia que para muchos jóvenes hoy puede ser desconocida y que puede ayudar a debatir sobre la pedagogía de la barbarie como parte del proceso educacional argentino. El accionar de las Fuerzas Armadas sobre la lucha y la politización en la rama estudiantil no sólo dejó secuelas irreparables sino que además produjo un daño colateral que llevó años subsanar. Gracias al accionar de un gobierno inoperante hoy vuelve a producirse, en otro contexto y con otras formas una nueva lucha. Seguramente, para muchos este paralelismo sea inadecuado, pero lo que queda en claro es que para bien o para mal la lucha sirvió y dejó un legado. A pesar de que algunos opinen lo contrario.
La mujer centenaria Hernán Belón, quien ya había incursionado con El tango de mi vida (2009) en el documental de observación con tinte humorístico, irrumpe con una propuesta que para muchos puede sonar extraña pero que cobra fuerza a medida que la historia transcurre, filmar los meses anteriores al centenario de Sofía. Sofía es la capital de Bulgaria, Sofía es la Reina de España, Sofía es la Loren, la hija de Moria Casán, de Francis Ford Coppola y de Anibal Pachano, también es una película de Alejandro Doria con Dora Baret, una actriz y ex modelo de apellido Vergara, una RRPP de Argentina y alguna perra que algunos conocerán. Pero ninguna de estas Sofía es la que cumple cien años. Sofía es una mujer común que vivió un siglo de historia y que fue atravesada por buenos y malos momentos, resistiendo gracias al humor y al amor de los que la rodearon. Sofía, cumple 100 años (2009) se encuadra dentro del estilo documental que se dedica a observar ciertos momentos de un hecho sin llegar a involucrarse de manera directa en él. De esta forma, el realizador decide empezar a filmar el periodo que antecede al cumpleaños de la protagonista y así reconstruir parte de su vida, sin por eso recurrir a la típica narración formal o a la entrevista de quienes sólo van a hablar bien. Cada uno de los personajes que incursionarán en la escena serán quienes desde sus actos o los recuerdos nos vayan ofreciendo un bosquejo de quien fue esta mujer, testimonios que bien podrían ser utilizados como un nexo para contar la historia argentina. Hábilmente Belón no se corre del lugar prefijado y en lugar de convertirla en mártir o portavoz de la historia nacional la humaniza aún más de lo que pareciera a simple vista, tiñéndola de un halo humorístico como muy pocos se atreverían hacerlo, sin por eso caer en la burla o el ridículo. Esta forma de encarar el relato, el autor, ya la había utilizado en El tango de mi vida con un resultado más que satisfactorio, algo que ya parece ser marca registrada en él. Apelando al formato del reality show sigue a la protagonista como si fuera invisible, pero no mostrando su costado más mórbido sino el humano y reflexivo. Evitando caer en el lugar común, el típico video familiar o el solemne homenaje, Sofía, cumple 100 años es sólo la historia de una mujer que tiene la particularidad de cumplir cien años. Pero ese es un dato menor ya que la esencia del relato radica en la forma en que este fue concebido y como se plasmó en la pantalla, con humor e inteligencia.
El paladín de la justicia Enrique Piñeyro (Fuerza Aérea S.A., 2006) nos ofrece un documental sobre la corrupción policial pero construido a partir de un estilo narrativo más cercano a un “show” que al típico formato periodístico. A pesar de la forma tan particular de encarar el tema no descuida el proceso de investigación del caso que se presenta, que se ve reflejado en la invención de pruebas que hizo la Policía Federal para deslindarse de un caso que la involucra de manera directa. A partir de un hecho sucedido en el barrio de Pompeya de la ciudad de Buenos Aires, en el que la policía siembra pruebas falsas para salir impune ante un caso en la que actuó incorrectamente y provocó la muerte de inocentes, Piñeyro reconstruirá la historia para sacar la verdad a la luz y que el caso vuelva a reabrirse. El film es un documental que toma partido y se juega por lo que considera lo correcto, juzgando y redimiendo a los involucrados. Ese resulta ser uno de los principales aciertos de este realizador consolidado como uno de los documentalistas más personales y con estilo propio de la Argentina. El Rati Horror Show (2010) puede analizarse desde dos lugares diferentes que en algún punto se conjugan: el cinematográfico y el espectáculo mediático. Por un lado, el realizador monta, cual showman, un gran entretenimiento partiendo de un caso particular y desgraciado para convertirlo en un filme de investigación, que gracias a una serie de recursos cinematográficos y de estilo narrativo se diferenciará del simple programa de televisión que se dedica a investigar o de la solemnidad de ciertos documentales. Es ahí en donde yace la esencia de la película que logra atrapar hasta el más reacio de los espectadores. Utilizando diferentes técnicas, que van desde imágenes de archivo hasta entrevistas actuales y secuencias computarizadas, pasando por maquetas, muñecos, cámaras ocultas y la recreación ficcional de los hechos, Piñeyro se convierte en el protagonista de la historia actuando como un paladín de la justicia. En ese punto yace el estilo personal que lo diferencia del clásico formato documental –que para muchos puede resultar aburrido- para brindar una película en la que se atraviesan diferentes géneros con un ritmo narrativo similar a lo que podría ser un thriller psicológico o un policial moderno. Piñeyro no es un realizador más y se compromete con la investigación tomando postura por unos o por otros, juzgando y redimiendo, condenando y liberando a aquellos que, según los hechos investigados, lo merecen. Convertido en juez, fiscal y abogado será quien se encargue de hacer lo que otros deben, pero no pueden o no quieren. Con la codirección de Pablo Tesoriere (Futbol Violencia S.A., 2009), el realizador articula una historia real de manera tan acertada que supera cualquier ficción gracias a su forma de ver y mostrar la realidad, terminando de convertir un documental que denuncia en la resolución de un conflicto judicial, pese a que los jueces opinen lo contrario . En épocas en donde los paladines no debieran ser los directores de cine sino aquellos a los que el Estado les paga para hacerlo, El Rati Horror Show es una opción para ver la realidad con otros ojos. El mundo que gira al revés convierte a los cineastas en jueces y a los jueces en qué sabe qué. Véala y saque sus propias conclusiones.
Desde tu ausencia ¿Cómo contar la historia de los más de treinta suicidios que se manifestaron en el pueblo de Las Heras sin caer en el lugar común? La respuesta sería contarla desde la ausencia de los que ya no están; y eso es lo que logra el novel cineasta Leandro Listorti con Los jóvenes muertos (2009), documental de su autoría con una impronta tan personal que lo vuelve único. En la provincia argentina de Santa Cruz existe un pueblo, tan inmoto como desconocido, llamado Las Heras. Ese pueblo tiene un record que ningún otro quisiera tener: más de 30 suicidios, cuyas víctimas fueron adolescentes, provocados en los últimos diez años. Evitando el periodismo de investigación y las causas que podrían llevar a tal determinación, la cámara de Listorti actúa reflejando como es ese terruño sin los que ya no están. Planos fijos de una geografía desierta, lugares de pertenencia que ya no le conciernen a nadie, junto a una tristeza implícita que se transmite en imágenes y que no muchos directores pueden llegar a lograr, resultan ser el mayor hallazgo en una película descriptiva en donde la narrativa está tan ausente como los mismos protagonistas. Sólo las palabras justas actúan sobre los silencios necesarios para evocar la ausencia definitiva. Fundidos negros son utilizados como separadores sobre los que se imprimen el nombre y la fecha de defunción de cada uno de “esos jóvenes muertos”. El encierro de las imágenes en el centro de la pantalla provocará un estado claustrofóbico y de impotencia ante el hecho que se describe y la imposibilidad de no poder hacer nada al respeto. Los jóvenes muertos no pretende desenmarañar la trama buscando una verdad y sus consecuencias, simplemente a través del más puro e inocente de los minimalismos indaga sobre la ausencia de los que ya no están y ese vacío que nunca más volverá a llenarse.
Ese breve instante en el que ya no estás Con una estructura narrativa que se construye a partir de la ausencia del protagonista, Gorri (2009) funciona como el making off del montaje de una exposición del artista plástico Carlos Gorriarena. La hipótesis que la autora propone es ver que sucede con la obra cuando su creador ya no está y lo que queda es sólo un legado. Carlos Gorriarena fue un artista plástico argentino cuya obra se caracterizaba por tener cierto tinte social. Carmen Guarini decide seguir la misma durante el montaje de una exposición, pero con la intención de no filmarla cuando ya esté en escena sino mostrando todo el proceso anterior. Mediante la utilización de un montaje fragmentado, el espectador será quien se encargué de unir las piezas como si fuera un rompecabezas. La película no se construye desde la linealidad sino que inversamente se deconstruye a partir de diferentes escenas y situaciones que recién al final encontraran un explicación lógica. Gorri no es un estudio sobre la obra ni el artista, es mucho más que eso, es un tratado sobre la ausencia. No funciona como un homenaje ni nada que se le parezca y en eso radica la importancia del film. Guarini realiza un análisis exhaustivo y casi antropológico acerca de lo que queda tras la muerte de alguien que deja una obra material para el disfrute de la humanidad. Inteligentemente, la cineasta, se aleja de ciertos vicios anacrónicos que suelen caracterizar al documental y que pueden jugarle en contra. Es así como evita la entrevista o el relato off-over y solo se dedica a filmar y a construir situaciones a partir de lo que dejó, ya sea material como su obra o espiritual como sus afectos. El documental es un género que permite romper límites llegando más allá de lo que muchas veces uno se propone. Claramente este es el caso de Gorri, que desgrana una historia para construir otra. Historia que cada uno como individuo armará a su manera, pero entendiendo de manera clara y concisa la hipótesis que la autora propone desde al inicio: concebir que la ausencia del cuerpo es la presencia del alma. O viceversa.
Robo para mi corona Trazando un paralelismo entre la conquista al desierto que se realizó en 1879 y la última dictadura militar argentina, Awka Liwen (2010) formula una hipótesis de cómo esos dos momentos históricos se relacionan con la apropiación de tierras al pueblo argentino por parte de la Sociedad Rural para beneficio económico de unos pocos, y usando las peores herramientas para lograr su cometido. Awka Liwen es un documental de Osvaldo Bayer, Mariano Aiello y Kristina Hille que no se queda en la simple denuncia sino que aporta una solución para terminar con el problema. Durante el primer tramo del film vemos cómo a través del exterminio de los pueblos originarios un grupo de integrantes de la Sociedad Rural, comandados por el bisabuelo del ex ministro de economía José Martínez de Hoz, se quedan con la Patagonia acabando con los indígenas o “esclavizándolos” para usarlos como mano de obra barata. Luego vemos imágenes del periodo dictatorial de la década del 70 con la celebración del aniversario de una conquista que cien años después vuelve a repetirse. Con otros métodos, con otras lecturas, pero con una misma intención: la económica. En la segunda mitad del film entra en juego un tercer paralelismo y es el rol que jugó el sector agropecuario cuando se amotinó en 1998, a raíz de las retenciones a la soja, y de cómo una vez más se manipuló la información y los medios de comunicación a su favor para salir ganando, siendo ellos los únicos beneficiados dentro de una Argentina que buscaba repartir sus riquezas. A través de testimonios de historiadores, sociólogos, antropólogos y teniendo como hilo conductor el fin de los pueblos originarios es como el trio logra armar un documental que seguramente para algunos tiene un tinte político. Bayer, que funciona como un narrador, va más allá exediendo lo teórico y buscando soluciones claras y concisas, aunque seguramente molestas para algunos. Desde lo cinematográfico Awka Liwen se construye con voces pero también con imágenes de archivo, animaciones, recreaciones de momentos históricos y los silencios de aquellos que fueron víctimas de un exterminio sistematizado. Para entender, discernir, debatir y aportar ideas a la construcción de la Nación, Awka Liwen es una opción para interiorizarse sobre lo que algunos nunca van a contar, simplemente porque así es el juego que ellos mismos idearon y que pretenden ganar.
Don Gato y su pandilla La nueva producción del estudio de animación argentino Illusion Studios, Gaturro (2010) tiene un elaborado y cuidado trabajo en la construcción formal del film, que en nada o muy poco lo diferencian de alguno de los productos de los grandes estudios de la meca del cine y que lo ponen en un lugar de privilegio dentro de las cinematografías del mundo. Gaturro está enamorado de una bella gatita que mucha bolilla no le da. Para conquistarla nuestro gato se presentará a un casting televisivo en donde hará de las suyas para convertirse en estrella y lograr que su amada termine casándose con él. En el medio de la historia una serie de personajes típicos ayudarán -y no tanto- a que Gaturro se salga con la suya. Basada en la historieta de Nick y con guión de él mismo junto a un equipo autoral, Gaturro funciona como un film naif plagado de bastante inocencia y es ahí en donde se produce la falla que le puede jugar en contra con el público adulto, a pesar de que hay algunos guiños para que no se queden afuera del cuento. Uno de los aciertos, en materia narrativa, que el film presenta, es el de evitar caer en el típico golpe bajo para provocar efectismo en el espectador. Un recurso facilista que muchas veces no termina sentándole a la historia y que no sirve en demasía. Inteligentemente los autores evitan caer en la sensiblería y se corren de ese lugar común. El mayor logro del film es todo lo que tiene que ver con lo visual. Dibujos realizados con los mayores adelantos técnicos y un equipo de “artesanos” de la animación que dieron lo mejor de sí para generar un producto de nivel internacional. Los efectos 3D nada tienen que envidiarle a Toy Story 3 (2010) o Alicia en el país de las maravillas (2010). Otro elemento que se cuidó al extremo es la utilización del sonido, que en la que recreación de cada elemento suena tan real como en una película de ficción. Para la banda de sonido se utilizaron canciones pop al mejor estilo Hannah Montana, melodías pegadizas y bailables compuestas por Eduardo Frigerio con las que el público infantil se sentirá inmediatamente identificado. Gaturro no tiene nada que envidiarle al cine americano e Illusion Studios tampoco. Sin duda, se armó un equipo de grandes profesionales con Gustavo Cova (Boogie, el aceitoso, 2009) piloteando una nave que merece como destino un amplio recorrido internacional. Gaturro es argentino y estamos orgullosos de que así sea.