El que mucho abarca... A través de un relato plagado de subtramas que atentan contra la historia central, el español Fernando Trueba (Belle Époque, 1992) nos sumerge en una historia inconsistente producto de un guión menor, a pesar de las excelentes actuaciones del experimentado Ricardo Darín y la grata sorpresa de ver a Abel Ayala en su papel consagratorio. Ambientada en Chile, el film cuenta la historia de dos presidiarios que son beneficiados con una amnistía presidencial que los deja en libertad, aún cuando les quedan años de condena. Uno (Ricardo Darín) es un famoso ladrón al que nunca pudieron atrapar con las manos en la masa. El l otro (Abel Ayala) un “perejil” que fue preso por quedarse con el caballo de un poderoso empresario. Juntos pergeñarán un robo que les garantizará un buen futuro económico para el resto de sus vidas. En el medio de esta historia aparecerá Victoria, una joven bailarina muda que enamorará al menor de los personajes. El baile de la victoria (2009) peca de pretensiosa y eso la vuelve demasiado rebuscada –de manera innecesaria- a la hora de definir, claramente, cuál es el conflicto que plantea. Lo que podría haber sido una buena historia policial se diluye ante la presencia de una serie de subtramas que no llegan a resolverse de manera correcta y que nos desvían de ambos personajes centrales y su objetivo. A través de los más de 120 minutos que dura el film, vemos transitar temas como los desaparecidos en la última dictadura chilena y sus consecuencias, el enriquecimiento ilícito dentro del gobierno militar, Pinochet y la burla a la justicia española. Todo esto mezclado con los problemas familiares de un padre al que su hijo lo rechaza, un hombre enamorado de una mujer que lo dejó por otro, la oligarquía chilena y el abuso de poder, la falta de oportunidades para los que menos tienen, ideas que no estarían mal si adquirieran algún sentido dentro del film pero que no hacen más que desviar una trama desarrollada a pinceladas y que no justifica de ninguna manera el porqué de su inclusión. Todo esto hace que el espectador pierda el interés y se desarticule ante la cantidad de situaciones planteadas. Uno de los salvatajes de El baile de la victoria es el equipo actoral encabezado por Ricardo Darín, a quién actuar le cuesta cada vez menos y lo hace de taquito, junto a Abel Ayala (El Polaquito, 2003) en una actuación que dejará boquiabiertos a más de uno. Su Ángel Santiago resulta tan inocente como sagaz ante sus objetivos, logrando que uno termine de justificar lo injustificable o lo que en otra situación condenaría. Otro mérito a tener en cuenta es el acento que lo dio a su personaje y que no todo actor está en condiciones de brindar. La bailarina Miranda Bodenhöfer en el personaje de Victoria, nos presenta la obscuridad pero a su vez más puro de la historia. Trueba demuestra una gran ductilidad a la hora de dirigir actores, pero todo lo contrario a la hora de construir una historia que se la va de las manos. Con muchos desaciertos y sólo algunos puntos que la salvan del naufragio El baile de la victoria se pierde ante una idea que es la de abarcar la mayor cantidad historias paralelas posibles, lástima que en el film no se justifiquen y solo logra salir airoso por la presencia de un equipo actoral que remó hasta donde pudo para que el barco no se hundiera en el mar de los fracasos.
Recursos Inhumanos Este film, dirigido por Clara Picasso, cuenta con solo dos protagonistas: un pasante de hotel (Ignacio Rogers) y su instructora (Ana Scannapieco) que llevan el conflicto de las relaciones laborales al punto máximo de la histeria femenina, con sutileza y sin ningún tipo de trivialidades. Un joven que entra a realizar una pasantía en un lujoso hotel sufre la manipulación por parte de su instructora en un juego de seducción donde ella no parece darse por aludida, poniendo a su “juguete” en un lugar de irritación del que pareciera no querer escapar. La novel realizadora nos lleva, primeramente, por el costado maquiavélico de una gran empresa y cómo se trama la formación del personal especializado hasta terminar absorbido por el sistema, mutando en seres autómatas incapaces de reaccionar frente a un estímulo. La segunda línea se unifica con la primera cuando la manipulación de la instructora-pasante llega a un juego erótico tan extremo como sádico. Ignacio Rogers (La Sangre Brota, 2008) nos presenta a un joven que poco a poco irá transformándose, pero evitando la sistematización que plantea a simple vista su trabajo. Ana Scannapieco construye una instructora apática, carente de sensualidad y por momentos enfermiza que llevará a su discípulo por los caminos deseados. Ambos personajes se convierten en dos hallazgos actorales dentro de una camada promisoria de jóvenes talentos. El Pasante (2010) es sin duda uno de los films que mejor sintetiza una historia llevando al espectador por los carriles de la manipulación, igual que la instructora al pasante. El resultado es la ira y el sosiego casi al unísono. Se odiará y se amará a estos personajes al mismo tiempo sin razón alguna como a la misma película.
El contrato del pintor Como parte de un nuevo ciclo denominado El documental de mes, se estrena simultáneamente en Argentina y más de cuarenta países al unísono Rembrandt's J'Accuse (2008) del director inglés Peter Greenaway (El cocinero, el ladrón, la mujer y su amante, 1989) que resulta atractivo para aquellos amantes del arte en el sentido más abarcativo de la palabra, pero que puede resultar sumamente tedioso para aquellos que busquen al genial director de los años 80. Articulado como un thriller, Greenaway nos pasea a través de un análisis exhaustivo sobre el cuadro La ronda de noche de Rembrandt y como se pergeñó un crimen que fue retratado por el pintor y convertido en una obra de arte. Con un relato en off y esporádicas apariciones del intercomunicador en el centro de la pantalla, simulando un cuadro, el film es un análisis de una obra de arte con algunos elementos que van haciendo interesante a la trama por la historia que hay detrás de la obra en sí misma, peo nada más que eso. Lo que Greenaway logra con su última película es r el de conjugar la pintura con el cine y demostrar de cómo ambas expresiones pueden enlazarse y ser afines, más allá del que ritmo narrativo que le dio no sea el más propicio y que por momentos se vuelva demasiado monótono, por no decir aburrido. Los amantes de la pintura, aquellos que quieran aprender sobre arte o los que quieran interiorizarse en lo obra de Rembrandt no la pasaran mal, ahora si usted lo que pretende es otro tipo de cine su elección deberá ser otra. Esta película puede verse en Argentina en las siguientes salas: Cine Gaumont, MALBA, CineClub Bs As Mon Amour, Foro de las Ciencias y las Artes (Vte. López), Cineclub El agite (San Isidro), Cine El Cairo (Rosario), Cineclub Universitario (Córdoba).
Vencedores Vencidos Hace un poco más de ocho años la Argentina se estremecía ante la desaparición de una joven de 23 años llamada Marita Verón. El caso podría haber pasado desapercibido como los miles que ocurren en el país o en el mundo, pero fue la lucha de una madre que no se obnubiló ante la tragedia llevando adelante una lucha incansable por desarticular y desenmascarar a quienes se dedican a la trata de personas. Fragmentos de una búsqueda (2009) no es una película sobre Marita Verón sino sobre Susana Trimarco, la madre que no se dejó vencer aún vencida. El documental de Pablo Milstein y Norberto Ludin (Sol de noche, 2002) propone un recorrido visual e ideológico durante un año en la vida de Susana Trimarco, madre de Marita Verón y su lucha diaria por encontrar con vida a su hija, lucha que la llevó a liberar más de doscientas mujeres víctimas de la trata. El documental producido por el periodista Eduardo Aliverti no se mete con el tema de la trata de manera específica, sino que lo hace desde el punto de vista de Susana, su familia y una serie de personajes que van apareciendo de manera casual. La rutina diaria de esta mujer y como lleva adelante su entereza es lo que refleja una cámara que actúa como espía, observando y mostrando los sucesos pero evitando caer en juzgamientos innecesarios que no hacen a la idea central que propone el film. Fragmentos de una búsqueda se corre del lugar común en el que se podría haber caído ante la tentación de mostrar un costado más morboso sobre la trata de personas y que lo podría haber teñido de cierto amarillismo, algo que no ocurre ante la acertada decisión de no correrse del lugar fijado de antemano que es el de cómo es la vida diaria de esta mujer que perdió a su hija y su búsqueda. Algo que suena razonable a través de una serie de pistas que aparecen de manera permanente y que se remarcan como si fuera un film de espionaje, un condimento extra que lo vuelve aún más atractivo. Sin regodearse con el morbo, ni especular con el sensacionalismo, Fragmentos de una búsqueda es el fino retrato de una búsqueda inquebrantable cuyo mayor hallazgo es lograr lo que se propone, sin ningún tipo de pretensión, con la mayor honestidad posible y el mayor de los respetos.
De cómo las cosas pueden llegar a cambiar Contrariamente a lo que el estadounidense Michael Moore presentaba en Sicko (2007) y su forma de denunciar al sistema de salud norteamericano, el cineasta argentino Pepe Salvia nos ofrece un relato en el que no hay denuncia de manera explícita aunque en él se manifiestan claramente las falencias del sistema sanitario argentino. Como un film coral Cuento chino, clasista y combativo (2009) va articulando una cadena de historias que se ramificarán en sólo una. “El Chino” es un médico que atiende en una salita de un barrio de bajos recursos como podría ser cualquiera del conurbano bonaerense, aunque la elegida sea una de La Matanza. “El Chino” ve que las cosas no funcionan como deberían y que la salud es uno de los principales desatinos de los gobiernos de turno. Así es que decide hacerse cargo de lo que sucede a su alrededor y tratará de cambiar las cosas, aunque más no sea algunas. Cuento chino, clasista y combativo tiene muchas aristas y puntos de lectura, pero la principal es la de mostrar todas las fallas de la salud en Argentina y lo que los hombres pueden hacer y lo que los gobiernos no (o no quieren) para modificar la realidad. La cámara de Salvia va documentando cada una las líneas narrativas que la historia de “El Chino” va abriendo y es así como construye un film coral con diferentes matices, en él que una variedad sin igual de los más ricos personajes/personas van ofreciendo sus propias historias frente a la vida. Poco a poco vamos conociendo a la señora que se encarga de dar los números para los turnos y que termina convirtiéndose en enfermera, las madres que traen a sus hijos y hacen lo imposible para ser atendidas, el joven que se drogaba y terminó sacando de la droga a los chicos del barrio y un sinfín de anécdotas que tarde o temprano confluirán en el “Dr. Chino”, como lo llaman en el barrio. Sin amarillismo, ni especulaciones, con una simple cámara y un grupo de actores sociales que no decidieron quedarse de brazos cruzados viendo como la realidad los desbordaba, Cuento chino, clasista y combativo es un hallazgo dentro de un género que hacía tiempo no nos mostraba nuevas aristas estéticas y narrativas, como las de los mismos personajes que decidió retratar.
¿Qué ves cuando no ves? Hay películas que van mucho más allá de lo que a simple vista muestran y que leyendo entrelineas es en donde radica el verdadero valor de su discurso. Dependerá de la sutileza de un director para mostrarlo y de la habilidad del espectador para encontrarlo. La mirada invisible (2010) es el metafórico título para el último film de Diego Lerman, en dónde lo esencial de la historia radica en lo que no se ve pero paradójicamente puede verse. María Teresa - magistral trabajo actoral de Julieta Zylberberg - es preceptora del Colegio Nacional Buenos Aires durante la última etapa de la dictadura militar argentina. En épocas de disciplina militar, obediencias debidas y rigor educativo, decide comenzar una investigación para descubrir si los varones fuman en los baños. María Teresa se encerrará durante horas entre el excremento y el orín. Pero no será un culpable lo que busque esta mujer, sino que en ese lugar nauseabundo será en donde encuentre el placer sexual que tiene negado y mucho más. ¿Hasta dónde llegan los límites de la perversión? Pareciera ser esta la pregunta que el tercer film de Diego Lerman (Tan de repente, Mientras tanto) se hace de manera rotunda. ¿Es María Teresa víctima o victimaria del sistema? ¿Está bien lo que hace o está mal? ¿Quién es más perverso el que mira o el que se regocija con saber lo que hace el otro? Preguntas cuyas respuestas no serán develadas facilmente pero que de manera implícita el film plantea categóricamente. Formalmente el film se plantea desde una mirada invisible de la que el espectador es participe a través del uso permanente de los fuera de campos, así como los personajes son espiados sin ser vistos, al espectador también se le niega la posibilidad de visualizar situaciones que son reemplazadas por imágenes que, a simple vista, pueden dar la sensación de no decir nada, pero que en su conjunto serán más explicitas que lo que podría haberse visto propiamente en escena. Un párrafo aparte merece la genial actuación de Julieta Zylberberg en un personaje tan puro como retorcido, causante de tanta lástima como odio a la vez, y de Osmar Núñez como un jefe de preceptores sin ningún tipo de escrúpulos y que se regodea de no tenerlos. Resulta imposible imaginar a cualquier otro actor en un personaje digno de una película de Hitchcock. La mirada invisible nos ofrece un relato simple en él que la mirada está puesta en aquello que no se ve pero que puede verse, al menos si uno quiere. No es lo mismo mirar que ver y es ahí en donde radica el eje de esta historia. Será el espectador quien descubra más de una mirada sobre un relato con muchas más aristas de las que se pueden llegar a enunciar en un sólo texto y que reconfirman a Lerman como uno de los grandes directores del cine argentino, capaz de contar una película desde lo que no puede verse.
Adiós adolescencia cruel La ópera prima de Fabián Hofman, coproducida con México, se estrena de manera casi inadvertida en Argentina a pesar de presentar un resultado final más que satisfactorio. Te extraño (2009) actúa como un film de iniciación retratando uno de los periodos más duros que atravesó el país: la última dictadura militar. Javi es un adolescente hijo de una acomodada familia de clase media alta. Adrián su hermano se encuentra haciendo el servicio militar obligatorio. Él es militante de la organización Montoneros y Javi, para quien su hermano es un referente, lo sigue. Las cosas se ponen cada vez peor y Adrián desaparece. La familia, que mucho no sabe lo que pasa, exilia a Javi en México. En ese viaje forzado comenzará la transición para convertirse en un adulto y aceptar de una vez la muerte del hermano, muerte que para el resto es imposible de reconocer. Hofman construye muy hábilmente dos mundos en paralelos y que en su conjunto serán los determinantes del futuro de Javi. Adolescencia y política son mostrados con una inteligencia como muy pocas veces el cine argentino se decidió a mostrar. Estructurada en dos segmentos, el primero se construye desde la relación hermano-hermano y como el mayor actúa de espejo del menor. El colegio, el primer amor y cierta apatía se mezclan con reuniones clandestinas para determinar acciones políticas a seguir. El segundo segmento comienza a partir del exilio y como la pérdida del hermano mayor provoca un duelo que va acompañado del crecimiento personal y la aceptación de que ya nada volverá a ser lo que era. Te extraño se nutre de un mundo opresivo, claustrofóbico que puede apreciarse no solo en los personajes adultos sino en la utilización de ambientes cerrados que recién comienzan a descomprimirse cuando el personaje acepta la pérdida, no solo de su hermano sino también de la inocencia. Claramente ese personaje que comenzó casi en segundo plano, opacado por el mayor, será quien haga reaccionar al entorno familiar sobre la realidad que están atravesando. Inadvertido, sin saber por qué extraña razón, Te extraño solo se estrena en un solo cine de Argentina, sin campaña de prensa, ni publicidad, ni notas en los diarios, ni nada que haga que la gente se entere de que una película diferente podrá verse por solo dos semanas y tal vez nunca más. Si por esas razones usted se enteró sepa que en cine hay una opción de ver otro tipo de cine.
La hoguera de las vanidades Interview (2007) es la remake de la película homónima que dirigió el cineasta asesinado por un fanático fundamentalista Theo Van Gogh en el año 2003. La misma ponía en tela de juicio los valores y la ética periodística en tiempos en donde por una primicia se es capaz de matar a la madre. El actor Steve Buscemi, en la dirección y el protagónico, reversiona la original logrando un relato contundente que lo atrapará pese al minimalismo de su puesta en escena. Pierre Peders (Buscemi) es un reconocido reportero de guerra al que el peligro no lo asusta. Katya (Sienna Miller) es la actriz de telenovelas más famosa del momento al que Pierre deberá entrevistar. Lo que empieza siendo una simple guerra de egos, desembocará en un duelo en dónde las peores miserias de estos dos seres humanos saldrán a la luz. Sólo dos personajes en escena en un gran loft conforman la puesta en escena una película en la que toda su carga dramática estará puesta en las acciones del dueto protagónico y que aplicarán lo mejor de sí mismos para atravesar todos los estados que el film propone, yendo de la comedia al drama en un solo paso y sin ningún tipo de limitaciones. Con una clara influencia a obras como Tape (2001) de Richard Linklater o Juego macabro (Sleuth, 2007) de Kenneth Branagh, Interview utiliza el cine dentro del cine para abrir el ámbito escenico y que no sea una puesta netamente teatral. Es así como los protagonistas se filmarán entre sí en varios momentos de la historia y dichas imágenes se verán en la misma cámara o en un televisor. ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por la fama y el reconocimiento? Ése parece ser el tema central de una entrevista en donde secretos, mentiras, vanidades y egos son tratados con una altura digna de cualquier ensayo social y que muchos programas de televisión actual deberían tener en cuenta a la hora montar los shows mediáticos a los que nos tiene acostumbrados con total naturalidad. Una película que a pesar de tener algunos años en su haber no deja de ser tan actual como oportuna.
La comedia de la vida La comedia no es un género que el cine argentino explote en demasía, salvando contadas excepciones son muy pocos los directores que se juegan por un género al que muchos consideran menor y que a la hora de las premiaciones siempre queda marginado. Pero contrariamente, a la hora de sumar espectadores las comedias siempre son las más convocantes y sin duda alguna Igualita a mí (2010) no será la excepción. ¿O alguien tiene alguna duda que pasará el millón? Fredy (Adrián Suar) es un cuarentón que no puede dejar de ser adolescente. Metrosexual, vago, charlatán y mujeriego ve pasar sus días entre peluquerías, mujeres veinteañeras, mucho champán y poco trabajo. A Fredy la vida le dará una sorpresa cuando de la noche a la mañana le aparezca una hija, fruto de una relación casual en su juventud, hija que además lo convertirá en abuelo. Entre planteos, moralinas y aprendizajes Fredy deberá replantearse su vida e intentar sentar cabeza de una vez por todas. La nueva película que trae de vuelta a la dirección de cine a Diego Kaplan (¿Sabés nadar?, 1997) tras trece años de ausencia tiene muchos aciertos y aunque sin duda el más loable es el de ser honesta consigo mismo y con el espectador. Igualita a mí no pretenda más de lo que puede dar, ni más, ni menos y eso hoy por hoy ya es importante. Con una estructura narrativa que remite a la comedia americana clásica en la que el humor se sostiene con el gag rápido y sin demasiadas vueltas, algo que a Suar le sienta muy bien. La primera hora del film nos ofrece momentos que el espectador agradecerá y que le harán soltar una que otra risotada. Pero en el tramo final se pone en juego la redención del personaje con todo el trasfondo familiar y todo lo que eso lleva. Es ahí cuando la historia empieza a decaer por momentos, sobre todo cuando entran en escena el novio y la madre de la hija, virando a la comedia dramática en busca de la emoción del espectador que derramará alguna que otra lágrima. Situación que por momentos resulta innecesaria sobre todo si tenemos en cuento como estaba planteada la historia hasta ese momento. Adrián Suar hace lo que mejor le sale que es parodiarse a sí mismo con una memorable escena de baile en bata en un homenaje a Tom Cruise . Dentro de las compañías femeninas es Claudia Fontán quien lleva todas las de ganar con una ductilidad increíble para la comedia, mientras que Florencia Bertotti actúa como una partenaire correcta con un personaje que por momentos recuerda a su personaje en la serie televisiva Floricienta, al que se nota que le cuesta dejar de lado. Que Igualita a mí va a superar el millón de espectadores en los cines argentinos no cabe la menor duda y aunque podría haberlos superado apostando a poco, el producto se cuidó, buscó contar una historia y no subestimó al espectador algo que el cine realiza con frecuencia. Una comedia lograda que busca recuperar a un espectador que rehúye de ver cine argentino. ¿Lo logrará?
Raíces Los huaroni son una comunidad indígena ecuatoriana que hasta 1958 se resistió a todo tipo de contacto con lo civilización. Juan Baldana (Los Ángeles, 2009) se entierra en el núcleo de la misma para presentarnos un documental que narra historia y presente de un pueblo al borde de la desaparición. En la selva ecuatoriana habitan los Toñampare una comunidad huaroni que a partir del contacto con la raza blanca se sometió a la domesticación y a ceder en vías de los placeres (y no tanto) domésticos y el progreso. Articulado en dos segmentos, Soy Huao (2009) dedica su primera hora a contar la historia de la tribu y su vida sin el contacto de la modernidad. Mientras que en la última parte entra en juego la civilización urbana y como esta se introduce de manera paulatina y sistemática para modificar su ambiente y así provocar una falsa integración que terminará con su idiosincrasia. Con una cámara que actúa como un ojo voyeur, solamente observando, sin modificar ni introducirse en el escenario, y con un montaje inteligente que arma una historia en donde sólo hay imágenes cotidianas, Juan Baldana construye para deconstruir la historia de los huaroni y así realizar un estudio antropológico sobre la misma. Como una tesis sobre la desaparición de los pueblos originarios, Baldana nos ofrece una trilogía sobre el fin de las raíces y de cómo lo mejor para unos, para otros puede ser el final. La trilogía seguirá con la historia de unos pescadores en el norte de Brasil y otra filmada en los Andes Chilenos. Sin opiniones ni teorías, sin hipótesis ni falsos mensajes, es el ojo del espectador quien sacará las propias conclusiones sobre una fábula que no es otra que la historia de lo que alguna vez fue el nuevo mundo, hoy devastado por la civilización en pos del progreso. Nota: Soy Huao se estrena de manera simultánea en Argentina (malba.cine) y Ecuador (8 y medio). Funciones malba.cine: Sábados a las 18.00 hs y domingos a las 17.00 hs.