El testamento, de Amichai Greenberg Por Jorge Barnárdez Entre las muchas atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, se contabilizan algunas matanzas que llevaron a cabo fuera de los campos de exterminio, donde el Tercer Reich hacía funcionar su máquina de terror en serie y El testamento cuenta una de las tantas batallas por la memoria que el pueblo judío aún mantiene en pie después de varias décadas de terminada la guerra. Doscientos prisioneros fueron ejecutados en las afueras de Landsdorf, un pueblo austríaco que casi no guarda memoria del evento y que se encuentra ante la disyuntiva de autorizar un desarrollo inmobiliario cerca de donde se sospecha se realizó la masacre. Yoel (Ori Pfeffer) es un historiador especialmente meticuloso que trabaja para el estado de Israel y forma parte del equipo que litiga y debe discutir con las autoridades austríacas tratando de ganar tiempo para lograr pistas entre los sobrevivientes de aquellos días que por otra parte son cada vez menos. Pero todo se complica para el historiador, porque una de los testimonios que debe escuchar y de quién debe esperar que recuerde lo que pasó en ese momento es el testimonio de su madre. Yoel debe entonces afrontar el duro trance de descubrir cosas que preferiría no descubrir y que va a poner en entredicho su judaísmo y el de toda su familia. Un relato austero y riguroso, una mirada sobre el alcance de la lucha por mantener la memoria histórica, pero también una reflexión sobre los alcances de la raíces de la gente y aquello que las hace ser lo que son. El cine como reflexión apoyado en grandes actuaciones y un guión que guía al espectador a través del camino del protagonista, un camino de conocimiento, de dolor y de verdad. EL TESTAMENTO The Testament. Israel/Austria, 2017. Dirección: Amichai Greenberg. Intérpretes: Ori Pfeffer, Rivka Gur y Hagit Dasberg Shamul. Fotografía: Moshe Mishali. Música: Walter W. Cikan y Marnix Veenenbos. Edición: Gilad Inbar. Arte: Tamar Gadish. Duración: 94 minutos.
Apuesta maestra, de Aaron Sorkin Por Jorge Barnárdez Entre los géneros que Hollywood sabe producir como nadie, el de las película con los juegos de azar y las estafas son una especialidad de las casa. Si además la historia está escrita por Aaron Sorkin, quizás el mejor guionista de las industria y creador de grandes series como The Newsroom, lo único que se puede decir es que el espectador se sienta con altas expectativas en las butacas. La historia de Molly Bloom -la película se basa en el libro escrito por la Princesa del Poker, como la bautizó la prensa-, es ideal para un escritor como Sorkin. Molly fue de niña altamente competitiva y bajo el impulso de su padre, se había especializado en el esquí sobre nieve pero pese a su empeño, un accidente la sacó de ese deporte. Brillante, cáustica y rebelde, Molly se fue de casa a los 22 años tras decidir que merecía tomarse un tiempo antes de dedicarse a alguna carrera universitaria y así empezó la lucha por la supervivencia. Camarera, secretaria, asistente y así, de trabajo en trabajo, termina organizando para un jefe detestable y explotador mesas de poker cuyo costo de entrada era nada menos que de diez mil dólares. Molly se transformó en el engranaje esencial de esos juegos y entre su salario como asistente el plus que cobraba por el armado de esas noches y las propinas de los asistentes, su cuenta bancaria de Bloom se fue abultando. Por supuesto que el crecimiento de la asistente no pasaba inadvertido para el jefe de Molly, que tras una mala racha tuvo un brote de celos pero la chica empezó a sospechar que se le acababa la cuerda con su mentor armó y su propia mesa en un hotel cinco estrellas. Comida exclusiva preparada por un chef, los mejores puros, bebidas caras y mujeres bellas como asistentes. Molly era la regente de un verdadero paraíso para ricos y famosos. Mucha plata, crédito para los que se olvidaban la billetera pero nada de cuestiones ilegales, o sea, nada de drogas o prostitución, dentro de ese recinto, en el pasillo o en los alrededores no era algo que a Molly Bloom le importara. Pero, siempre hay un pero, el crecimiento del negocio, la llegada de multimillonarios a la mesa sin preguntar cuáles eran sus vinculaciones y las presiones, hacían que Molly trataba de superar consumiendo toda clase de drogas que la mantuvieran despierta o que la ayudaran dormir cuando llegara el momento. Millonarios, chicas lindas, drogas y la mafia en distintas versiones y con eso el riesgo de vida lleva mezclarse con esas organizaciones y detrás de todo eso el FBI, claro, que vigila y que no deja pasar oportunidad si uno se aparte del camino y la pobre Molly entre la cocaína y las otras drogas, perdió el control y le eficiencia, por lo que terminó detenida en un súper operativo. Aparte de detenerla el gobierno de los estados Unidos le incautó toda la plata y le inició una demanda buscando que Molly Bloom contara todo lo que sabía. Jessica Chastain está magnífica poniéndole el cuerpo a un personaje que no abandona nunca su fachada de total control, Idris Elba es el abogado que la representa y Kevin Costner, que por supuesto nunca falla, es el padre de la protagonista. Aaron Sorkin es mejor guionista que director, pero de que el relato pasa sus dos horas veinte y tal vez puedan ser excesivas, no afloja nunca su tensión y le permite a su creador una mirada sobre el sueño americano y varias cuestiones adyacentes. El mayor valor de los guiones de Sorokin suele ser que una vez terminada la película, se produce esa anomalía para estos tiempos, la de quedarse pensando. APUESTA MAESTRA Molly’s Game. Estados Unidos, 2017. Guión y dirección: Aaron Sorkin. Intérpretes: Jessica Chastain, Idris Elba, Michael Cera, Kevin Costner, Jeremy Strong, Chris O’Dowd, Bill Camp, Graham Greene y Bryan D’Arcy James. Fotografía: Charlotte Bruus Christensen. Música: Daniel Pemberton. Edición: Alan Baumgarten, Elliot Graham y Josh Schaeffer. Diseño de producción: David Wasco. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 140 minutos.
Maze Runner: La cura mortal, de Wes Ball Por Jorge Barnárdez Llega a su fin una de las tantas trilogías que venimos siguiendo en la pantalla grande y que si bien a muchos les cuesta distinguir entre unas y otras, Maze Runner fue éxito como proyecto literario y mantuvo su éxito cuando pasó a la pantalla grande. Elenco de nuevas figuras apuntalado por actores prestigiosos, gran producción y directores que entienden de qué va el asunto. Maze Runner entonces es una distopía que sigue los pasos de Thomas, un adolescente que se encuentra de repente envuelto en una trama que lo supera y en la que sin saberlo, al principio va a terminar teniendo un protagonismo casi exclusivo aunque por supuesto, la historia de Thomas no se aparta de eso que todos ya conocen como El camino del héroe. Un camino que lo va a llevar a conocer el amor, tener mentores y a tener amigos que lo acompañaran en la aventura. La tercera parte resuelve la historia y claro, lo hace tratando de cerrar todo y llevando a cada uno de los integrantes a una resolución y al destino que les corresponde que en algunos casos es de redención y en otros de sacrificio. Algunos de los protagonistas entre el espacio que hubo de la primera entrega a esta última desarrollaron una carrera particular y por supuesto que con el tiempo, Maze Runner ese verá como un almácigo de la industria. Nada es demasiado perturbador y si eso le parece a alguien que no ha leído los libros, es fácil pensar que para los seguidores de los volúmenes la emoción pasa simplemente por la transcripción de la página escrita a la pantalla. Las peleas se entienden, en cierta forma eso es rescatable, pero el desenlace se estira y seguramente le sobran algunos minutos. ¿Pero quién es uno para interponerse entre los fans de una historia y la película? MAZE RUNNER: LA CURA MORTAL Maze Runner: The Death Cure. Estados Unidos, 2018. Dirección: Wes Ball. Guión: T.S. Nowlin. Elenco: Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Dexter Darden, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Esposito, Aidan Gillen, Walton Goggins, Ki Hong Lee, Patricia Clarkson. Producción: Wyck Godfrey, Ellen Goldsmith-Vein y Lee Stollman. Distribuidora: Fox. Duración: 142 minutos.
3 anuncios por un crimen, de Martin McDonagh Por Jorge Barnárdez 3 anuncios por un crimen apareció en la última entrega de los Golden Globe cómo la sorpresa de la noche, alzándose con cuatro premios de la mano del guionista y director Martin McDonagh, que se metió de lleno en el tema de la violencia y la justicia por mano propia. En el comienzo de la película, una mujer alquila tres carteles abandonados en una ruta interna de la América profunda. El encargado de alquilárselos lo hace sin poner ninguna traba al asunto y lo hace incluso con algo de convicción. Mildred (Frances McDormand) es quien alquila los espacios y lo hace para llamar la atención de la policía de la zona acerca de la investigación del asesinato de su hija, que murió de manera brutal sin que las autoridades aporten ni siquiera un sospechoso. Así empieza una historia que muestra a las distintas partes del asunto con sus luces y sus sombra e incluso, adoptando actitudes difíciles de aceptar para el espectador. Por afuera de las vueltas de guión, donde se adivina la influencia de Quentin Taratino, la mirada sobre el interior de lo Estados Unidos es comprensiva y trata de rescatar incluso a los personajes más difíciles de procesar. Hay una reflexión sobre la violencia y a pesar de la crudeza del desarrollo, el final es quizás demasiado tranquilizante y borra con el codo lo que parecía ver escribiendo con la mano. Lo cierto es que McDonagh es inteligente y en esta tercera película reúne un elenco de notables actores que le dan carnadura a personajes movidos por sus pasiones, que terminan haciendo de 3 anuncios para un crimen una propuesta que no deja de sorprender, no solo por la eficiencia de Frances McDormand sino por el resto del elenco, en el cual brillan Sam Rockwell y Woody Harrelson. 3 ANUNCIOS POR UN CRIMEN Three Billboards Outside Ebbing. Estados Unidos/Reino Unido, 2017. Dirección y Guión: Martin McDonagh. Intérpretes: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, John Hawkes, Peter Dinklage, Abbie Cornish, Caleb Landry Jones, Kathryn Newton, Lucas Hedges, Samara Weaving. Producción: Martin McDonagh, Peter Czernin y Graham Broadbent. Distribuidora: Fox. Duración: 115 minutos.
El pasajero, de Jaume Collet-Serra Por Jorge Barnárdez Hace unos meses Liam Neeson anunciaba que ya estaba grande para andar correteando de aquí para allá y que había llegado el momento de terminar con las películas de acción. No sabemos cuántas más habrá llegado a hacer después de esa declaración, pero acá llegó la nueva colaboración del actor con su director favorito Collet-Serra: El pasajero. ¿Es novedosa, más o menos?, ¿Mueve a chistes sobre los problemas que trae ser familiar de Neeson en el cine?: Por supuesto. ¿Es divertida?: ¡Muy! Neeson es un ex policía en algo así como el peor día de su vida y frente a una oferta difícil de rechazar: cien mil dólares en una valija si logra señalar al pasajero de un tren. Ni siquiera tiene que hacer algo, apenas señalarlo. Lo que sigue sin casi dos horas de acción imparable, cine del bueno, digamos, para aquellos que les gusta esta clase de relatos muy clásico y muy físico. Seguramente habrá quien piense que en una virtual caja de películas con las colaboraciones, pueden tener diez horas de cine de acción surgido del trabajo de la dupla Neeson y Collet Serra. Los familiares cinematográficos de Neeson pueden descansar tranquilos. EL PASAJERO The Commuter. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: Jaume Collet-Serra. Guión: Byron Willinger, Philip de Blasi y Ryan Engle. Intérpretes: Liam Neeson, Vera Farmiga, Patrick Wilson, Jonathan Banks, Sam Neill, Elizabeth McGovern, Killian Scott, Shazad Latif, Clara Lago, Dean-Charles Chapman. Producción: Alex Heineman y Andrew Rona. Distribuidora: BF + París Films. Duración: 104 minutos.
Pescador, de José Glusman Por Jorge Barnárdez Santos (Darío Grandinetti) podría describirse como un típico personaje de la costa atlántica de la Argentina. Parco, un poco desaliñado, concentrado en la pesca y de costumbres rutinarias. Cerca del sector en el que habitualmente pasa las horas pescando, llega un trío de jóvenes, dos muchachos y una chica, dispuestos a darle un poco de vida en la zona: ‘algo para que la gente que no aguanta el centro se venga para este parador’, le dice uno de los muchachos una mañana en la que trata de establecer un diálogo con el solitario personaje. Durante esos minutos iniciales de película, en los que los jóvenes tratan de seducir de alguna forma al pescador, ocurre lo mejor del relato que establece una relación difícil, explica las internas del trío de extraños y también establece la oscuridad y el secreto que rodea al pescador que da título a la película. El film de José Glusman (León, reflejos de una pasión; Domingo de Ramos; Solos; Final de obra; Cien años de perdón) es un thriller costero, con algo de drama y una trama policial que va ganando espacio hasta llegar a su interesante desenlace. Grandinetti se luce, al igual que Emilio Bardi, que es un personaje que va a reaparecer en la vida del protagonista trayendo situaciones a resolver. Gigi Ruá está muy convincente en el papel de la abogada que aparece en el medio y todo el resto del elenco está ajustado a lo que necesita la historia, que realiza interesantes apuntes sobre las diferencias generacionales y que le dedica parte de la historia a la corrupta policía de la provincia de Buenos Aires. El ámbito de la costa debería ser mucho más explotado porque da muy bien en cámara. En el medio de un momento crítico de la industria, una película como Pescador, austera pero digna, que mantiene la atención del espectador y cuya resolución policial es atendible, resulta una buena oferta e incluso una idea a seguir sobre las condiciones de producción para el cine nacional en tiempos de ajuste. PESCADOR Pescador. Argentina, 2018: Dirección: José Glusman. Elenco: Darío Grandinetti, Emilio Bardi, Juan Grandinetti, Darío Levy, Guillermo Aragonés, Emiliano Díaz, Matías Marmorato y Gigi Ruá. Guión: José Glusman e Iván Tokman. Música: Fernando Iguacel y Cristian Martino. Fotografía: Nicolás Trovato. Edición: Emiliano Serra. Distribuidora: Distribution Company. Duración 80 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: 20.
Pequeña gran vida, de Alexander Payne Por Jorge Barnárdez Tomemos una fundación en cuyo origen se encuentra un pecado original -sirvió al régimen nazi con gas para los campos de exterminio-, que se lanza al estudio de los problemas de la sociedad y cómo arreglarlos. La fundación descubre que el mayor problema es exceso de población y que se arreglaría reduciendo a los seres humanos y si, lo que los economistas viven aconsejando en la vida real en Pequeña gran vida ocurre de manera literal. Tomemos nuestras vidas rutinarias, que apenas podemos solventar con nuestros salarios devaluados , atacados por la inflación y pensemos si todo fuera más chico. Eso es lo que ocurre en la nueva película de Alexander Pyne, que se encontró con que había elaborado un guión que necesitaba la financiación de una película sobre reducciones y que paradójicamente es una producción a gran escala. La primera media hora es fascinante, todo fluye y la película se ve con gusto y algo de extrañeza. En esos primeros minutos se ven los avances de la investigación científica y el crecimiento del proyecto, en paralelo con una vida sin demasiados alicientes de Paul Safranek, un muchacho de Omaha, que se ve seducido por la oportunidad y convence a su esposa de que deje reducir e iniciar juntos una nueva vida, aunque el detalle del que se enteran al iniciar el proceso de achicamiento es que su resultado es irreversible. La primera complicación para el pobre Safranek es que su esposa no lo acompaña, así que le toca afrontar ese mundo liliputiense en solitario. La película tiene muchas ideas buenas, grandes momentos y actuaciones de un alto nivel, pero toda la perfección técnica naufraga por un guión que cuando ya no puede sostener el chiste, pega algunos giros por momentos incomprensibles y hasta caprichosos. Un sentido del humor que no llega a ser cínico pero que no se ahorra sentido crítico ni cierta mirada irónica. Sobre el final hay como un brote milenarista algo hippie bastante inquietante. PEQUEÑA GRAN VIDA Downsizing. Estados Unidos, 2017. Dirección: Alexander Payne. Guión: Alexander Payne y Jim Taylor. Intérpretes: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Udo Kier, Rolf Lassgård, Ingjerd Egeberg, Søren Pilmark, Jayne Houdyshell, Jason Sudeikis. Producción: Alexander Payne, Jim Taylor, Mark Johnson, Megan Ellison y Jim Burke. Distribuidora: UIP. Duración: 135 minutos.
La Rueda de la Maravilla, de Woody Allen Por Jorge Barnárdez - Cuando Woody Allen escribió el guión de Match Point lo hizo pensando en Kate Winslet pero la actriz rechazó la invitación porque acababa de ser madre y no tenía tiempo para dedicarle al gran director, por más que el guion la tuviera como musa inspiradora. Durante muchos años quedó pendiente ese encuentro porque a partir de aquel momento Scarlett Johansson no sólo tomó el lugar de Winslet para ese film sino que siguió trabando durante un tiempo para Allen. Finalmente y tras varias películas, llegó el momento en que Woody Allen y Kate Winslet se unieran en el set para llevar adelante una historia que tiene a la actriz inglesa como inspiradora y motor del proyecto. Ya sabemos de memoria la mecánica que ha relatado el creador más de una vez. El hombre que hubiera querido ser Norman Mailer o alguno de esos dramaturgos pero se tiene que conformar con ser ¿apenas? Woody Allen, abre el cajón donde tiene desde hace décadas sus ideas en papelitos, saca una la evalúa y si piensa que sirve la convierte en guión. A un ritmo envidiable de una película por año -ya quisieran muchos tener tantas ideas filmables en un cajón-, Woody llama a su equipo y a sus ayudantes para el tema de conseguir elenco. No todo lo que rueda es genial, pero todo tiene un piso de partida que es bastante bueno. La Rueda de la Maravilla se desarrolla en 1950 y si bien sale del centro de la ciudad de Nueva york, la historia se ubica en Coney Island. Un guardavidas seduce a una mesera que está casada y tiene un hijo. A su casa llega la hija de su marido, fruto de una pareja anterior, escapando de unos mafiosos que la buscan porque ha sido testigo de un delito. La mesera es Kate Winslet, el guardavidas es Justin Timberlake y el marido es Jim Belushi. La película es una demostración de lo bien que filma Woody Allen, pero también es la demostración que se pueden tener todos los rubros bien cubiertos y a la vez no terminar de encontrar el tono justo. Woody Allen no necesita demostrar nada a los ochenta y dos años y hay que decir en La Rueda de la Maravilla están presentes todas las obsesiones del director y esa mirada trágica que asoma casi siempre. Cuando termina la película queda un sabor un poco amargo y no hay dudas de que muchos lo vamos a extrañar cuando deje de sacar ideas de su cajón y decida qué es filmable, mientras tanto seguiremos viendo todos los años una nueva producción, esperando que la chispa siga encendida o que al menos, aparezca cada tanto. LA RUEDA DE LA MARAVILLA Wonder Wheel. Estados Unidos, 2017. Dirección y Guión: Woody Allen. Intérpretes: Kate Winslet, Jim Belushi, Juno Temple, Justin Timberlake, Max Casella, Jack Gore, David Krumholtz, Tommy Nohilly, Tony Sirico, Steve Schirripa. Producción: Erika Aronson, Letty Aronson y Edward Walson. Distribuidora: Digicine. Duración: 101 minutos.
El gran showman, de Michael Gracey Por Jorge Barnárdez La historia de P. T. Barnum esconde la promesa de una buena película. Barnun fue el creador, entre otras cuestiones, del concepto de Show Business y de una mezcla extravagante de elementos del espectáculo que resultó ser muy popular y muy polémica. En El gran showman, Barnun es Hugh Jackman, que aporta su carisma y su gusto por el musical para ponerse al frente de la historia del hombre que reclutaba lo que a fines del SXIX se llamaba “fenómenos”, para presentar un show único en su género. Lo cierto es que la promesa del principio se diluye en una extraña amalgama de musical, al estilo Broadway, clips y frases de libro de autoayuda. La música no es del todo buena y la idea de que los personajes canten en momentos claves de su vida puede ser genial, pero no es este el caso. Zach Efrom es el otro protagonista de una historia que refleja la lucha de un creador que pensó un un producto que lograba darle un espacio a gente que no lo encontraba en la sociedad de ese momento. El gran showman entonces, reúne una serie de talentos del Hollywood de hoy, ganadores del Oscar, actores carismáticos de esos que hacen que siempre pensemos: ‘En Hollywood todos además de actuar cantan y bailan’. El resultado es correcto pero ñoño, una pena EL GRAN SHOWMAN The Greatest Showman. Estados Unidos, 2017. Dirección: Michael Gracey. Guión: Bill Condon y Jenny Bicks. Intérpretes: Hugh Jackman, Michelle Williams, Rebecca Ferguson, Zac Efron, Zendaya Coleman, Austyn Johnson, Cameron Seely, Keala Settle, Sam Humphrey, Eric Anderson. Producción: Peter Chernin, Laurence Mark y Jenno Topping. Distribuidora: Fox. Duración: 105 minutos.
Luna: Una fábula siciliana, de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza Por Jorge Barnárdez Un hecho policial verídico es el punto de partida para esta fascinante película italiana que llega a una cartelera plagada de grandes lanzamientos y a la vez, a punto de tomarse un descanso de fin de año. Si bien el cine italiano ya no tiene el poderío de antaño, algunos de sus estrenos suele dar en centro del gusto de los espectadores argentinos, si es que existe semejante categoría. En la vida real el caso que cuenta Luna, una fábula siciliana conmovió a la sociedad italiana, en tanto la historia comenzó con el secuestro de un niño de 13 años por la mafia y mantenido en cautiverio durante más de setecientos días. El realizador Fabio Grassadonia escribió un relato con mucho de poesía y toques fantásticos, tomando como centro de la historia a una chica amiga del secuestrado que se niega a aceptar esa desaparición, pero que se aparta de la investigación de carácter policial para meterse en el mundo de lo onírico y lo fantástico. Hay mucho de la serie Stranger Things y un poco del surrealismo que supo hacer grande al cine italiano. No es un camino sencillo el que eligieron los responsables, pero la verdad es que el espectador se ve inmerso en una extraña imaginería siciliana, que por momentos llega a ser bastante poética. Rara y un poco desconcertante pero indudablemente creativa y sólida Luna, una fábula siciliana puede ser una buena opción para aquellos que no se sientan demasiado atraídos por ninguno de los lados de La Fuerza. LUNA: UNA FÁBULA SICILIANA Sicilian Ghost Story. Italia/Francia/Suiza, 2017. Dirección y guión: Fabio Grassadonia y Antonio Piazza. Intérpretes: Julia Jedlikowska, Gaetano Fernández, Corinne Musallari, Andrea Falzone, Federico Finocchiaro, Lorenzo Curcio, Vincenzo Amato, Sabine Timoteo, Filippo Luna, Rosario Terranova. Producción: Carlotta Calori, Francesca Cima, Massimo Cristaldi y Nicola Giuliano. Duración: 122 minutos.