Un viaje con muchos encantos La atmósfera que propone Harmony Korine es una mezcla de los filmes de Quentin Tarantino y David Lynch, con Britney Spears, mientras que la actuación de James Franco, es uno de los aspectos más destacables de esta curiosa y fascinante película. Sus protagonistas son cuatro chicas aburridas de la ciudad de Tennessee, Estados Unidos, que buscan diversión en Florida y no se les ocurre mejor idea que robar un negocio de comidas rápidas, amenazando a sus empleados con armas cargadas de balas de fogueo y logrando llevarse unos dólares que necesitan para su "pausa de verano". ¿Qué es el paraíso para estas adolescentes ingenuas?. Por lo que consumen queda claro que les gustan los vasos gigantes de alcohol, los tazones de pastillas de distintos colores, chicos fornidos, drogas exóticas y mucha playa, sol y música mechados con luces de neón. Hasta un veterano con diente de oro, tatuado y de coloridas rastas llamado Alien (James Franco), les parece lo mejor del postre del verano. El hombre tiene como principales atributos, un auto sport, una metralleta y una voz adormilada de pastillas y tragos, que a las chicas parece gustarles. Pero hay una chica temerosa, arrogante al principio, miedosa luego, que quiere desaparecer y volver al aburrimiento del pueblo y la conversación con la abuela. Su nombre es Faith (Selena Gomez). Las otras: Candy (Vanessa Hudgens), Brit (Ashley Benson) y Cotty (Rachel Korine), iniciarán un viaje a lo que ellas llaman libertad. LO DESMESURADO "Spring Breakers. Viviendo al límite", es un filme desmesurado con aciertos formales notables, vulgaridades al estilo de los "nerds" y juegos florales que remiten al ensueño hippie. La película según se la mire, puede ser una especie de caleidoscopio, capaz de hipnotizar, subyugar, o desagradar al espectador, por su violencia o su exaltación sensorial. El director Harmony Korine (guionista de la recordada "Kids), sorprende por su armonía "desequilibrada" que en ningún momento deja indiferente al público. Su predilección en esta película es mostrar adolescentes sinuosas, mezcla de chicas Disney, Barbie y Betty Boop devenidas en gángsters juveniles, capaces de histeriquear lloriqueantes, o motivar desenfrenos al pobre de Alien (James Franco), que igual que ellas parece dispuesto a todo. INOCENTE Y AMORAL El realizador Harmony Korine, con esta historia, se muestra aún más provocador que en "Kids" y arroja un mosaico estridente, como este documento sobre la adolescencia desbordada, inocente y amoral, sabia e ignorante, sin objetivos nítidos, pero incapaces de cruzar los brazos para conseguir lo que desean. El que se atreva a ver esta película, viajará, unos cuantos minutos, por una celebración surrealista, con picos de "basura" y vulgaridad y extremos de melancolía y de belleza, en la que el piano blanco de John Lennon, ahora lo toca un rapero, Alien, rodeado de señoritas en bikini, con carabinas y pasamontañas. La música de Cliff Martinez (el mismo de "Sexo, mentiras y video") hipnotiza, mientras la cámara y el cromatismo experimental deslumbra y la violencia enerva. La atmósfera que propone Harmony Korine es una mezcla de los filmes de Quentin Tarantino y David Lynch, con Britney Spears, mientras que la actuación de James Franco, es uno de los aspectos más destacables de esta curiosa y fascinante película.
Terroristas de ojos rasgados La película de Antoine Fuqua está muy bien filmada, tiene un logrado manejo de la tensión y el suspenso y cuenta con un presupuesto generoso y bien aprovechado, pero argumentalmente se mueve dentro de los habituales clichés de los filmes de género. De acuerdo con la situación internacional, la ficción creada por un guionista de Pennsylvania y una chica de Islandia, Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt, plantea un hipotético asalto a la Casa Blanca por un comando terrorista proveniente de Corea del Norte. Una desgracia familiar vivida por el presidente de los Estados Unidos Benjamín Asher (Aaron Eckhart), hizo que Mike Banning (Gerard Butler), miembro del servicio secreto de la Casa Blanca, fuera un poco relegado de sus funciones, a pesar de que el hombre mantenía un cierto acercamiento afectivo con el mismo presidente y con su pequeño hijo Connor (Finley Jacobsen). Pero cuando un comando guerrillero invade la residencia presidencial y pone cabeza abajo a toda la estructura política, Banning no duda en ponerse al frente, para defender al jefe de Estado y su familia. De este modo el agente secreto se convierte en el engranaje esencial de una misión que tiene por objetivo preservar la vida de los estadounidenses. TENSION Y SUSPENSO La película de Antoine Fuqua está muy bien filmada, tiene un logrado manejo de la tensión y el suspenso y cuenta con un presupuesto generoso y bien aprovechado, pero argumentalmente se mueve dentro de los habituales clichés de los filmes de género. No obstante, el director Antoine Fuqua revela un enérgico pulso para las escenas de acción y cierto naturalismo violento. El héroe de turno es el escocés Gerard Butler (Mike Banning), un actor con atractiva imagen y buenos músculos, más algunas excelentes actrices como Melisa Leo, en el papel de Ruth McMillan, la subsecretaria de defensa, o Angela Basset como Lynn Jacobs, la directora del servicio secreto, bajo las órdenes del presidente, a cargo de Aaron Eckhart. A ellos que se suma la correcta actuación de Robert Forster, como el general Edward Clegg. Para cerrar habría que decir que de "Ataque a la Casa Blanca" provoca cierta molestia la trivialidad de algunos de sus discursos y la ingenuidad de un excesivo nacionalismo.
La casa para una vejez dorada Ronald Harwood, el autor de la exitosa "El vestidor" (1983), aquella obra teatral que revelaba intimidades del mundo del teatro a través de un antihéroe discreto y querible, vuelve con otra obra suya adaptada para él para el cine y dirigida por Dustin Hoffman. "Rigoletto en apuros" tiene por protagonistas a veteranos de la música que se reencuentran en un geriátrico. Uno de ellos es Tom Courtenay, representante del Nuevo cine inglés, de las décadas de 1960 y 1970 y protagonista de la mencionada "El vestidor". REFUGIO FINAL En este caso, se trata de un grupo de cantantes y directores de ópera que encuentran refugio en su vejez en la Casa Beecham, suerte de geriátrico dorado, con cuidados jardines y muebles de colección. Pero la paz se ve interrumpida por la llegada de una "prima donna", Jean Horton (Maggie Smith), que quiere mantenerse aislada y reencuentra en rl lugar a Reginald Paget (Tom Courtenay) su ex marido, director famoso, defraudado amorosamente por la cantante bastante tiempo atrás. Hay amigos que los rodean para tratar de solucionar los problemas y continuar cantando, aunque sea en pequeños recitales de beneficencia de fin de año, dedicados a la obra de Giuseppe Verdi y en este caso en particular a su ópera "Rigoletto". Los que habitan la casona son tenores, sopranos, puestistas, como el personaje de Cedric Livingston, que representa el excéntrico Michael Gambon (ahora más conocido como Dumbledore, el personaje de la saga de Harry Potter). LOS RECUERDOS "Rigoletto en apuros" es una comedia elegante, a la manera de "Té con Mussolini", con recuerdos de pasadas aventuras musicales y románticas, e intentos de superar el peso de la vejez, que los está oxidando, por así decirlo, por falta de acción y entusiasmo. La película tiene todos los clichés del género, pero con ese equipo delicioso y la refinada puesta en escena de este primer largometraje de Dustin Hoffman, es imposible no entretenerse. Maggie Smith es la diva Jean Horton, Tom Courtenay (Reginald Paget), es el ex director de orquesta, ahora maestro de música de adolescentes; Pauline Collins (Cissy Robson) hace el papel de una risueña cantante y Billy Connolly, es Wilf Bond, un cantante. Los melómanos pueden reconocer entre "los internos" de la mansión, a glorias del teatro lírico inglés. Para ellos, el consejo es no abandonar la sala, porque en los créditos finales, aparecen sus rostros, más el nombre y su ubicación en prestigiosas y conocidas orquestas.
Un ladrón con la mente en blanco Las primeras escenas muestran una subasta de arte de alto nivel, en un ambiente sofisticado de Londres. El nivel económico de los compradores queda registrado en una llamada telefónica, o en un simple levantar de mano. Simon (James McAvoy) forma parte del plantel de la empresa rematadora, pero, aunque nadie lo imagine, también integra de alguna manera una banda de ladrones de guante blanco, que amplía su rubro con el robo de obras de arte. Esta vez hay un Goya en juego y nada menos que su impresionante cuadro "Las brujas del aire" (1798). En medio del caos que se produce cuando irrumpe el grupo de ladrones en el remate, Simon corta la tela, la enrolla en su cuerpo y huye. LA DESAPARICION Después no recordará donde puso el cuadro, provocando la ira de la banda que cree que "el nuevo" los quiere engañar. Lo que viene después es una implacable persecución y tortura, a Simon. Los delincuentes son violentos y como final, o comienzo, para intentar averiguar qué sucedió con la tela de Goya, Franck (Vincent Cassel), el líder de los delincuentes, contrata a Elizabeth (Rosario Dawson), una impactante especialista en hipnosis para "extraerle" los recuerdos a Simon. A partir de ese momento se abre la "Caja de Pandora" y todo puede suceder. El filme de Danny Boyle, el mismo de películas tan diferentes como "Slumdog Millionaire: ¿Quién quiere ser millonario?" o "Trainspotting", muestra un cuidado y moderno diseño de producción, dosifica la acción y tensión en la primera parte, cuidando el desarrollo del relato y la captación del argumento por parte del espectador. UN LABERINTO Por el contrario, la segunda parte, donde entra a tallar la bella Rosario Dawson (Elizabeth), se vuelve laberíntica, poco clara y se excede en cuanto a los límites entre la realidad, el sueño y la imaginación. Así si uno comienza a desconfiar de los personajes, también se ve obligado a preguntarse sobre los artilugios que es capaz de encerrar la mente. La maximización de estos elementos ligados a giros y visiones en desmedro de la claridad, contribuye a la confusión general. A esto se une un cierto tratamiento de la psicoterapia no necesariamente verosímil. Con un buen nivel actoral, se destacan James McAvoy (Simon), el subastador y ladrón; Vincent Cassel (Franck), el líder de los delincuentes y Rosario Dawson (Elizabeth), la experta especialista en hipnosis.
Un rey para todas las cartas Su nombre de batalla es René Lavand y el mundo artístico lo conoce por la cartomagia, ese oficio de la magia que lo hace dominar las barajas. El filme lo muestra en su casa de troncos, en Tandil: un lugar paradisíaco. La cámara de Néstor Frenkel fotografía al ilusionista rodeado de árboles, plantas y flores, un enano de jardín, un gato elegante y a él mismo, con ese modo tan nuestro, mezcla de ironía socarrona, de "ya lo viví", mientras su mano desafía la ausencia de la otra. René Lavand es argentino y Nora Gómez, su compañera de treinta años preparan el material que atestigua una vida. Más de cincuenta años de presentaciones, que incluyen actuaciones en el show de Ed Sullivan, España, México, Japón y junto a Juan Carlos Mareco en Buenos Aires y esa "tarea de los artistas que se preparan para entretener a los que trabajan", como le decía don Atahualpa Yupanqui. Lavand se muestra y se oculta en su oficio y maravilla en su constante tarea de desafiar al azar. LARGO OFICIO El director Néstor Frenkel lo muestra desarrollando su oficio en su "laboratorio personal", un vagón de tren devenido sala de ensayo, donde el maestro despunta y afina el oficio, mientras espera un obsequio particular de Estados Unidos, la escultura de su mano, la que usa para su juego, o la que se fue y que con su ausencia apuntaló la necesidad de la otra de compensarla. René Lavand se muestra en su recorrida por la ciudad de Tandil, en su pasado de éxitos, con su sombrero tejano. En su trato con amigos, o en su evocación de Homero Manzi cuando habla de los naipes, "cartones pintados con palos de ensueño, de engaño y amor. La vida es un mazo marcado, baraja los naipes la mano de Dios". LA PERFECCION Con agudeza, riéndose un poco de su búsqueda de la perfección, Lavand nos da los simples consejos de un artista. Habla de la paz que da el amor a la creatividad, del trabajo diario para mejorar el oficio, ése que queda después de eliminar lo que está de más. El director Néstor Frenkel con "El gran simulador" encontró ese tipo de personaje que consume la mirada y puede opacar todo lo que está alrededor. Frenkel lo supo ambientar y lo rodeó de lo querido y de esa naturaleza presente en las ramas de un árbol, el trino, o el movimiento elegante de un pájaro y todo el verde del jardín. Y todo suma para completar la radiografía de este "señor de las cartas", en permanente búsqueda de imitar la Naturaleza en su juego de perfección. El final es imperdible, cuando el cine, máximo artificio, logra que la mano ausente inicie un desafío con la presente, ayudado por los naipes impasibles, verdaderos palos de ensueño.
Un taxi que llega a dar miedo Walter (Alan Daicz), un adolescente que vive en Santa Fe y viaja a Buenos Aires, está asombrado y contento. Su historieta fue premiada con la edición de un libro y ahora lo llaman de la Feria del Libro para presentarlo. Un micro llevará a él y a su madre hasta Buenos Aires. Pero algo alterará la situación. Como si el azar quisiera impedir que el chico llegue a Buenos Aires, la parada en una estación de servicio, provocará una demora y el micro partirá sin él. Walter podrá llegar a nuestra ciudad a dedo, varias horas después, cuando su madre ya se fue para la Feria del Libro, tratando de disculparlo. Ahora sólo falta conseguir un taxi y llegar. Pero el taxi al que sube es especial, como le dirá luego su conductor, qué, como él, también se llama Walter (Jorge Marrale). El vehículo está acondicionado para estallar en cualquier momento. El destino de los dos, el del hombre maduro y el del adolescente, está por cambiar. TRAMA DE BIZZIO La película se basa en "El triunfo de la oblicua", un cuento del escritor y director Sergio Bizzio, también autor de libros y guiones que dieron origen a películas como "XXY", "Adiós, querida luna" y filmes como "Animalada", que el mismo novelista dirigiera en 2000. Con sólido manejo del lenguaje cinematográfico, buen equilibrio de tensiones contando la limitación de desarrollar una historia casi totalmente dentro de un ámbito cerrado como es un taxi, el filme añade la participación de dos actores de primer nivel. Es el caso del excelente Jorge Marrale (Walter) en uno de sus mejores trabajos y Alan Daicz (Walter), conocido recientemente por la película "Un amor" de Paula Hernández, que se revela como un promisorio actor joven, que va creciendo a lo largo de la historia. "Bomba" es una interesante producción argentina, con algunos altos y bajos en el diálogo, pero un buen ritmo narrativo, que a la manera de un thriller psicológico, muestra los distintos estadios por los que va pasando un marido que fue engañado y que, de alguna manera, encuentra en un compañero ocasional de viaje, cierta comprensión a su triste experiencia.
Un personaje burlón y ansioso Nuevamente el superhéroe de la dinastía de cómics de Marvel al ataque. Nacido en la década de 1960, como historieta, el supermillonario egocéntrico y simpático Tony Stark/Iron Man (Robert Downey Jr.) es capaz de hacer un desastre cubierto con su armadura letal y convertirse en el guardián ideal de un mundo globalizado. Por supuesto, que en este nuevo filme, será otra vez llamado para defender la paz del estado. Como siempre lo vemos rodeado de su amigo James Rhodes (Don Cheadle) y de la encantadora Pepper Potts (Gwyneth Paltrow, la mujer más bella del mundo según People), su novia eterna. Esta vez el gran enemigo será "El Mandarín" (Ben Kingsley), un sorprendente antagonista cuyas características serán develadas a lo largo de la historia. Pero también estarán los enemigos menores, como el malo de Aldrich Killian (Guy Pearce), nada desdeñable. Habrá también otra bella, no rubia como la Pepper, sino de pelo oscuro y armas tomar: Maya Hansen (Rebecca Hall). MARAVILLA TECNO Esta vez la voz del héroe nos ubicará en la acción, Suiza en el comienzo, trece años atrás, cuando Tony Stark descubre que puede ser un superhéroe. Durante el filme nos enteraremos que Stark sufre de ansiedad y su buen humor habitual es salpicado por tan molesto trastorno. El resto, como ocurre siempre, es un gran despliegue de maravilla tecnológica, la armadura siempre rebelde para instalarse en el cuerpo de su dueño, los combates sorprendentes y los efectos especiales atronadores. La acción será la estrella, el buen humor el compañero permanente y los efectos especiales las estrellas de un cielo con nubarrones. Por supuesto que habrá combates antológicos, destrucciones masivas como la casa del multimillonario, casi al borde de la nada e impactantes desplazamientos de la tribu de mellizos de Iron Man. AMOR Y ACCION La especialidad del director Shane Black es la acción. No por nada algunos de sus guiones anteriores pasan por "Arma mortal" o "El último boy scout". El equipo actoral, como siempre, resulta atractivo. En primer lugar, ese encantador de serpientes que se llama Robert Downey Jr., él que es capaz de personificar a un Chaplin bufonesco, o un delirante Sherlock Holmes, tan bien compuestos como este Iron Man, un superhéroe burlón, obsesionado por su traje-armadura. A su lado, la siempre enamorada Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), cuidadosa de no perder a Tony Stark y el notable Ben Kingsley, tan capaz de meterse en la piel de "Gandhi" (por la que ganó un Oscar en 1982), como en este personaje llamado "El Mandarín", un enemigo de evolución imprevista. Acción, humor, peleas imposibles y a no irse cuando estén pasando los créditos finales y usted crea que todo termina, porque aún queda una sorpresa final que no lo defraudará.
Mini vacaciones melancólicas Una pareja joven con dos hijos chicos inicia un viaje para pasar un fin de semana cerca de un río, tras haber decidido separarse. Durante el viaje, Lucía (Santi Ahumada), una niña de unos diez años observa las reacciones de Ana (Paola Giannini) y Fernando (Francisco Pérez-Bannen), sus padres, sospechando que algo ocurre entre ellos. Manuel (Emiliano Freifeld), el hijo más pequeño sigue con sus juegos y las peleas fraternales, sin que nada afecte el desarrollo de un fin de semana que, salvo la aparición de algunos conocidos, no tiene ningún imprevisto. MIRADAS CRUZADAS La acción se desarrolla mayormente en el interior del auto. Por esto, las breves salidas para acampar, meterse en el agua, recoger alguna rama, o piedra por parte de los chicos, oficia de apertura y boca de aire para el espectador, que parece asistir como un voyeurista, a las breves vacaciones de una familia común. El ojo de la pequeña Lucía oficia de receptor de esta road-movie de un grupo que se desplaza por el norte de Chile. Es un filme hecho con mínimos recursos y abundante en miradas y sensaciones a cargo de un correcto equipo de intérpretes. Paola Giannini y Francisco Pérez-Bannen, que cubren los papeles de Ana y Fernando, los padres, son dos populares actores televisivos. Santi Ahumada (Lucía) y Emiliano Freifeld (Manuel), son los pequeños de la historia. Espontánea y sensible, la película da al espectador la sensación de espiar la acción. "De jueves a domingo" cuenta con una buena fotografía, atractiva música y gran naturalidad en la actuación. Su tiempo narrativo por momentos es moroso, sus diálogos mínimos y su ritmo algo melancólico.
La intolerancia y el egoismo Vincent (Patrick Bruel) será padre y su hermana Elisabeth (Valérie Benguigui) y su cuñado Pierre (Charles Berling) deciden hacer una reunión en su casa, en un barrio alejado del centro de París. A ellos se une Claude (Guillaume de Tonquedec), un músico, que es amigo de Elisabeth desde que eran niños y más tarde se sumará al agasajo, Anna (Judith El Zein), la esposa de Pierre. La noche se presenta ideal para divertirse, hasta que se toca el tema del nombre del bebé que tendrán Vincent y Anna. Se llamará Adolphe. "Adolf, como Hitler!", grita Pierre sorprendido. "No, Adolphe", responde Claude y la charla que hasta ese momento resultaba amena se convierte en una discusión que toma tales dimensiones que alcanzará casi para romper una amistad de años. Nada será lo mismo a partir de ese momento. Basada en la obra de teatro "Le prénom" ("El nombre"), representada en París, a partir de 2010 y actualmente en un teatro porteño y adaptada por sus mismos autores, el filme es casi un vaudeville más centrado en los diálogos que en las acciones. ESCENARIO UNICO Tratando de compensar lo que vendrá después, con un solo escenario (el interior del departamento de Pierre y Elisabeth) y los mismos personajes en más de cien minutos, el comienzo es una delicia lúdica de montaje, cuyas imágenes recorren con ironía, varias de las calles más conocidas de París. También la presentación de los personajes será juguetona y burbujeante, para luego entrar al departamento y desarrollar la acción entre cuatro paredes, salvo algún flashback que alude a un pasado inmediato. A través de una excusa, el bendito nombre del bebé, se lanza un interesante contrapunto que habla de la intolerancia de los individuos, el predominio del egoísmo y sus intereses, la banalidad y equivocación de las apariencias y la revalorización de la amistad. Fiel al texto, el brillante diálogo, que también pasa por momentos de efecto y reiteración, desnuda las características de una sociedad, sus clases sociales, junto con sus resentimientos políticos. Excelentes actores como el argelino Patrick Bruel (Vincent), Judith El Zein (Anna), Charles Berling (Pierre), la simpática Valérie Benguigui (Elisabeth), el impecable Guillaume de Tonquedec (Claude) y Franois Fabian, la inolvidable Maud del filme de Eric Rohmer, "Mi noche con Maud"), en el papel de Franoise, la madre de Pierre y Elisabeth.
Cantantes con sesgos amorosos El filme profundiza sobre los sentimientos y las relaciones entre el arte y la vida real, las dificultades entre el deseo y la concreción de una carrera artística. Y ese enfoque es lo más interesante de la película, aunque no esté totalmente plasmado formalmente. El arte une a Federico (Sergio Surraco) y Ana (Elena Roger). Ella estudia y quiere dedicarse a la ópera, Federico busca su camino en la pintura y la música. Un día cualquiera en la casa de Mara Bertollini (Adriana Aizenberg), la maestra de canto, aparece Ursula (Esmeralda Mitre), una joven tan bella como sugestiva con una voz llamativa. Los tres personajes se conocen, se frecuentan, se hacen amigos y se engañan unos a otros. El tiempo va a ser el marco de su evolución y la realidad de su destino. La "opera prima" de Ariel Broitman, basada en la novela "La maestra de canto" de Silvia Arazi, ingresa en el universo del arte, tema no demasiado transitado en el cine argentino. En este caso, el canto lírico. Algunos filmes recientes como "Gricel" de Jorge Leandro Colás, se refiere tangencialmente a la elaboración de una ópera, inspirada en el romance de un conocido compositor y su musa inspiradora y otros lejanos como "Pájaros de cristal" (1951), de Ernesto Arancibia, con Mecha Ortiz, que vincula el mundo del ballet con un triángulo entre un coreógrafo y dos bailarines. LOS SENTIMIENTOS "La vida anterior" profundiza sobre los sentimientos y las relaciones entre el arte y la vida real, las dificultades entre el deseo y la concreción de una carrera artística. Y ese enfoque es lo más interesante de la película, aunque no esté totalmente plasmado formalmente. Elena Roger, confirma sus cualidades de actriz, sumadas a su condición de excelente cantante. Ya lo había demostrado en la recordada "Un amor" de Paula Hernández. Completan el sólido equipo actoral de la película: Sergio Surraco como Federico, Juan José Camero (León), como un músico veterano, la siempre eficiente Adriana Aizemberg (Mara Bertollini) y Esmeralda Mitre, la llamativa Ursula, desencadenante en una relación que se complica. Bellos los fragmentos líricos a cargo de Elena Roger y la voz de Mirta Arrúa Licchi.