No es casual que muchos cineastas independientes –del género llamado mumblecore o ligados a él– hayan tenido alguna repercusión comercial tras su paso al cine de género, más específicamente al de terror. Como los hermanos Duplass lo hicieron en BAGHEAD (y luego en otras que dirigieron o actuaron), el realizador de TE SIGUE, David Robert Mitchell, viene de hacer un drama ultra-indie llamado THE MYTH OF THE AMERICAN SLEEPOVER que pasó por BAFICI hace unos años. Para este tipo de cineastas acostumbrados a relatos de bajo presupuesto, pocos personajes y locaciones, pasar a un relato de terror es una alternativa posible, especialmente si el esquema básico consiste en un grupo de amigos que se reúne en una casa o cuando algo raro e invisible está sucediendo en un pequeño pueblito. Solo es cuestión de saber manejar los recursos cinematográficos y el éxito (masivo o de culto) está a la vuelta de la esquina. Mitchell logró ese objetivo con TE SIGUE y la prueba de que estamos antes un buen ojo cinematográfico es evidente en el primer y largo plano secuencia de la película en el que una chica corre desesperada perseguida por algo que no podemos ver pero ella aparentemente sí. Al otro día aparecerá destrozada. Luego iremos conociendo más detalles del asunto, detalles que ponen el aspecto “metafórico” que todo filme de terror tiene en primer plano dejando las explicaciones de lado. Hay una persona –pueden ser varias– que te siguen a la manera de zombies luego de que tenés sexo con una persona ya infectada con ese ¿virus? Y la única manera de liberarte de esa persecución es tener sexo con otra persona y, literalmente, pasarle el problema a él. it-follows-cannes-2014-4Tras ese comienzo la película sigue a un grupo de jóvenes de un suburbio de clase media de Detroit, una de cuyas integrantes comienza a sufrir esta persecución que solo ella puede observar (y nosotros, cuando la cámara toma su punto de vista). El perseguidor puede cambiar de forma y persona –un familiar o un desconocido– pero acecha, de a poco, en todos lados y cuando menos lo imaginás. Mitchell logra crear tensión, al mejor estilo del primer John Carpenter y de buena parte del cine de horror de los ’70– solo con atmósfera, sonido y música. Con eso es suficiente para que cada paso que los protagonistas dan esté envuelto en el misterio y el miedo. Habrá, claro, una pista a seguir y vicisitudes que pondrán en conflicto al grupo para llegar a una resolución que no es del todo convincente desde lo argumental pero que al menos evita dos lugares comunes muy propios del género. Por un lado, la “explicación”: no hay un libro medieval de brujerías, no hay un cementerio indígena, nada de eso. El “perseguidor” es metáfora pura, alguien que acecha en la mente de los personajes después de tener una relación sexual. Pero, a la vez, es real. Muy real. Cada uno podrá interpretarlo como quiera, y si es con la ayuda de las obras completas de Freud, mejor… IT FOLLOWS 3Otra curiosidad del filme es que jamás se revela su época: no hay computadoras ni celulares, por lo que parecen ser los ’70 u ’80, pero algunos detalles de arte hacen dudar de esa impresión. De hecho, la idea que surge es que esto mismo sucede en todas las épocas, simultáneamente, una suerte de persecución mental que sigue a los adolescentes o jóvenes luego de tener una relación sexual. Más allá del elemento de terror, Mitchell es más hábil que la mayoría de los directores de películas de terror con protagonistas jóvenes al construir personajes creíbles y que exceden la habitual división de roles (el atleta, el estudioso, la chica promiscua, la inocente, etc) de los personajes de este tipo de filmes. TE SIGUE, con su bajo presupuesto y su naturalismo a prueba de fantasmas, es una de las películas de terror más interesantes y efectivas en mucho tiempo. Aquí, la excelente banda sonora de la película, compuesta e interpretada por Rich Vreeland, AKA Disasterpiece.
Nunca es tarde para amar (ni para estrenar) A dos años y medio de su estreno en la Competencia Oficial del Festival de Berlín (donde su protagonista, Paulina García, ganó como Mejor Actriz) finalmente llega a los cines argentinos esta encantadora y entrañable tragicomedia del director de La sagrada familia, Navidad y El año del tigre sobre las desventuras afectivas de una sexagenaria que trata como puede (pero siempre con enorme dignidad y resistencia) de combatir la soledad y el destino que en principio la sociedad le tiene reservado a las mujeres de su edad. El pequeño milagro de entregar una película que satisfaga a los diferentes tipos de espectadores que van a un festival (críticos, productores, público, programadores y varios etcéteras) se da muy pocas veces. Ese "milagro" lo logró la cuarta película de Sebastián Lelio, que dejó conformes a todos y obtuvo la mayor ovación que recuerde en una función de prensa en mucho tiempo. La historia se centra en una mujer (obviamente llamada Gloria) de unos 60 años que no parece perder nunca las ganas de vivir. Sale a bailar a fiestas de gente de su edad, se ocupa de atender a sus hijos y tiene un espíritu vital que envidiaría la mayor parte de la gente de 25. En uno de esos bailes conoce a un hombre mayor, recientemente separado, que la conquista con su afecto, carisma y comprensión. Pero la relación se complica ya que él tiene que lidiar con dos hijas y una ex esposa demandante, y con su imposibilidad de tomar ciertas distancias. Mientras lidia con su pareja, su molesto vecino y sus hijos, Gloria atraviesa distintos estados -y algunas crisis- que siempre parece llevar con enorme dignidad y resistencia. Lo que Lelio logra en el film no es sencillo. Se trata de humanizar sin banalizar, de mostrar un concepto parecido a la "alegría de vivir" sin tornar el asunto en una tontería del tipo de las comedias picarescas inglesas sobre gente mayor a la manera de Chicas del calendario o similares. Hay algo notable en la película -al menos en gran parte de ella- que es la descripción de una persona a la que podríamos definir como normal y a la que el director nunca humilla ni se pone por arriba ni resulta jamás condescendiente (tiemblo imaginar qué haría alguien tipo Ulrich Seidl con una mujer así). Gloria llora con poemas malos, canta a voz en cuello temas melódicos hispanos tipo Camilo Sesto y puede ser de esas madres algo pesadas y pegajosas, pero jamás se la juzga, se la condena o se burla la película de ella. Al contrario, se pone siempre de su lado. Acaso, hasta demasiado. Con un notable trabajo de Paulina García en el rol central y de Sergio Hernández como el digno aunque atribulado pretendiente, la película alterna situaciones dramáticas y cómicas, sin jamás recargar las tintas hacia uno u otro lado. Sabemos que el personaje vivirá situaciones dramáticas pero hay tanto cariño puesto en ella que resulta difícil imaginar que algo terrible pudiera pasarle (de hecho, es un gran logro del film no llevarla a esas zonas). Gloria es una película que casi pide a gritos una remake norteamericana. Entre las apuestas con colegas sobre quién debería hacer el personaje principal yo me la juego por Meryl Streep, aunque no creo que se anime a los desnudos de Paulina aquí. No es Gloria una película perfecta. Tiene, para mí, algunos minutos de más (incluyendo varios cierres), algunas metáforas un poco obvias (una con un esqueleto bailable, otra con un pavo real) y sus intentos de combinar la situación personal de Gloria con la social que se vive en Chile, a través de una conversación en una cena o de las constantes marchas estudiantiles, son demasiado subrayadas. Es evidente que esa frescura y vitalidad que tiene Gloria es la que Lelio -y su guionista Gonzalo Maza- ven como "revolucionaria" en Chile, la que está cambiando la cara del país hacia una más positiva, y es lógica esa comparación. Tal vez no sea del todo necesario repetirlo varias veces. Entre las escenas notables del film hay una cena de la familia extendida de Gloria, una visita a un parque de diversiones (y sus consecuencias) y una excelente versión en vivo de Aguas de marzo, de Antonio Carlos Jobim, que tal vez no cumpla ninguna otra función narrativa que transmitir ese espiritu vital que tiene el personaje. En esa pequeña y aparentemente intrascendente escena de disfrute grupal está el corazón de esta sencilla, amable y encantadora película.
A mitad de camino entre una mirada cool, juguetona y nostálgica de las películas de espías de los ’60 y un relato de acción más propio del Hollywood actual, EL AGENTE DE C.I.P.O.L. funciona de a ratos ya que nunca se sabe muy bien qué tipo de película quiere ser y esa medianía no termina sentándole del todo bien. El filme de Guy Ritchie es mucho mejor cuando juega con el guiño a la audiencia, cuando se toma a sí mismo en broma, apostando a ese tipo de comedia de acción tan propia del cine de la época en la que transcurre (principios de los ’60), de James Bond a CHARADA. Pero, acaso por las exigencias del thriller comercial actual, más temprano que tarde se ve obligado a tomarse un tanto en serio a sí misma y es allí donde se produce el choque que desacomoda, ya que –depende el punto de vista de cada espectador– lo cómico puede volverse tonto o lo serio puede volverse convencional y aburrido. La película tiene un problema que es difícil de resolver: su mejor escena es la primera, una larga secuencia que coloca y presenta a los tres protagonistas cuando el agente norteamericano Napoleon Solo trata de sacar de Berlín Oriental a la hija de un científico nazi que pasó a trabajar para los Estados Unidos pero acaba de desaparecer con los secretos para armar una bomba nuclear. El que trata de evitar que se la lleve es un agente de la KGB, el ya mítico Ilya Kuryakin (se escribe así, originalmente) y la secuencia de encuentros, desencuentros y persecuciones en la noche berlinesa es extraordinaria, predisponiendo al espectador para un gran filme. the-man-from-uncle-1Como cualquiera que tenga una mínima referencia sobre la serie de los ’60 en la que la película se basa sabe, estos agentes enfrentados terminarán uniéndose. En este caso, a los jefes de ambos les importa encontrar al padre de Gaby (Alicia Vikander, extraordinaria coprotagonista de la reciente EX MACHINA) ya que ninguno quiere que esos secretos lleguen a un tercero, ya que con dos superpotencias mundiales enfrentadas en esa época alcanzaba y sobraba. El problema del filme es que el mundo en el que se meten Solo y Kuryakin –una suerte de conglomerado de ricachones italianos mezclados con científicos alemanes– no es demasiado interesante o no está muy bien aprovechado. Se entiende porqué eligieron ese universo (la Italia de los ’60, con su estilo decadente tipo LA DOLCE VITA, es muy aprovechable para el tono de la película), pero Ritchie nunca termina de cuajar una trama interesante ahí. Y si bien Vikander y Henry “Superman” Cavill –que hace a Solo como una suerte de Bond de entonces– están muy bien en sus roles (Armie Hammer, en cambio, no logra encontrarle la vuelta al tenso soviético), nunca parece existir demasiada química entre ellos. De hecho, que Vikander tenga que jugar la mayoría de sus escenas con Hammer en lugar de Cavill se siente como una suerte de desperdicio. the-man-from-uncle-4EL AGENTE DE C.I.P.O.L. es una película lo suficientemente placentera durante su primera hora como para que la experiencia en sí no sea del todo un desperdicio de tiempo. De hecho, es una lástima que la promesa inicial se vaya desinflando de a poco: da la impresión que los guionistas se hubieran quedado sin ideas para desarrollar tanto la trama como a los personajes. Cuando llegan sus varios climax finales, da la impresión que el mejor momento de la película ya pasó y que solo queda una larga deriva sin demasiada vida. Algunos puntos altos del filme del director de SHERLOCK HOLMES son –además de la obvia belleza de las locaciones, vestuario y dirección de arte– algunos actores secundarios como la villana que encarna Elizabeth Debicki (la actriz australiana de EL GRAN GATSBY, que podría ir en camino de convertirse en una nueva Cate Blanchett), una rara escena de seducción y pelea entre Vikander y Hammer, y una persecución cerca del final armada con muy inusuales zooms y paneos. El problema es que uno puede apreciar y detenerse en ese tipo de cuestiones técnicas en detalle porque, para ese entonces, ya el interés por lo que sucede decayó demasiado. Y es una pena, ya que la película tenía elementos para ser mejor que lo que finalmente terminó siendo.
No alcancé a escribir más que unos enojados tuits cuando la película se dio en el Festival de Cannes 2014 –el enojo aumentado por el hecho de que había ganado premios en su sección, la misma en la que Lisandro Alonso no ganó nada con JAUJA–, pero sigo manteniendo mi fastidio con esta mezcla de documental promocional/house organ de Sebastiao Salgado, el famoso fotógrafo brasileño: reverencial, metódico y pintoresco como un libro grande y caro de mesa, de esos que uno imagina en livings de gente adinerada en Europa mirando fotos bonitas y estéticamente muy cuidadas sobre lo mal que viven los pobres y los trabajadores en parajes remotos de América Latina. La estetización de la miseria no es lo mío. Paso…
Una de las propuestas más curiosas del cine nacional de los últimos tiempos –al menos en su propuesta formal–, la opera prima de Salgado, un experimentado sonidista cuyo trabajo se remonta a los primeros cortos de Pablo Trapero y películas como EL JUEGO DE LA SILLA y MALA EPOCA, narra en un solo plano secuencia de casi dos horas de duración una situación jugada en un departamento entre dos mujeres, las muy talentosas actrices María Ucedo y Yanina Gruden. Si bien el filme tiene mucho de ejercicio de estilo y también puede ser considerado como una pieza teatral filmada, los personajes y la historia son lo suficientemente ricos como para merecer la atención constante del espectador que logre acostumbrarse al planteo y formato del filme. utilidad-revisteroUcedo encarna a una escenógrafa y vestuarista que le toma una suerte de entrevista de trabajo a una joven aspirante (Gruden) para que sea su asistente en una puesta en escena de CAPERUCITA ROJA. La entrevista da paso a unas revelaciones personales cada vez más íntimas y a una suerte de pequeña batalla psicológica entre ambas que reserva una especie de sorpresa sobre el final. Con algunos ingeniosos apuntes visuales y usos del fuera de campo, la curiosa y a la vez sencilla película de Salgado es un tour de force actoral que le permitió ganar el premio a la mejor película argentina del Festival de Mar del Plata 2013.
El director argentino de LA PARTE AUTOMATICA (BAFICI 2012) regresó al festival porteño en 2013, por segundo año consecutivo, con otro documental en formato de diario de viaje personal. En este caso, uno en el que cuenta su regreso a Río Gallegos, Santa Cruz, la ciudad en la que pasó buena parte de su infancia y sus intentos de reacomodarse a la vida allí, contar la historia de la ciudad (central a la saga del kirchnerismo, tema que el director trata directa y muy críticamente) y adentrarse también en la historia de un amigo suyo (Pablo, “El Chori”) que hizo una similar travesía de idas y vueltas entre la capital santacruceña y Buenos Aires, pero que al volver al sur terminó suicidándose. bafici cabeza_de_ratonPersonal, íntima, algo caótica y al borde de lo terapéutico, Ivo combina apuntes personales y sociales en un intento de explicar cómo las circunstancias político/económicas influyen decididamente en las vidas de los jóvenes que van y vienen entre el interior del país y Buenos Aires. Esta visión desde el sur, por motivos obvios, tiene una relación muy directa con la historia argentina de la última década, por lo que la historia personal de Ivo (su complicada vida familiar, laboral y sentimental) también puede ser vista como una sesgada metáfora de un par de décadas en la vida de un país y, especialmente, de una provincia cuyos cambios –más que nada cosméticos– generaron mucha menos prosperidad que lo que aparentan.
Cineasta, escritor, actor, celebridad pública, enciclopedia viva del Hollywood clásico, Peter Bogdanovich fue uno de los pilares del llamado Nuevo Hollywood de los años ’70 gracias a títulos inolvidables como LA ULTIMA PELICULA, LUNA DE PAPEL y QUE PASA, DOCTOR?, entre muchos otras. Algunos fracasos (comerciales más que críticos) y escándalos y conflictos personales lo fueron alejando de la dirección en las últimas décadas, en las que se dedicó mucho a la escritura de libros de cine y a la actuación (en series como LOS SOPRANOS), pero cada tanto consigue el dinero suficiente para armar un nuevo proyecto. TERAPIA EN BROADWAY, su regreso al largo de ficción para cine desde EL MIAU DEL GATO, de 2001, gracias a la ayuda económica de fans suyos como Wes Anderon y Noah Baumbach, es una vuelta a las screwballl comedies de los años ’30 que supo homenajear ya en anteriores películas y sobre las que ha escrito en incontable cantidad de oportunidades, como buen estudioso del Hollywood clásico que es. Bogdanovich no intenta adaptar el modelo al gusto, uso o modos contemporáneos sino que propone un estilo retro, clásico, que juega con los clichés y los formatos tradicionales del género con pocas modificaciones. Y si bien la historia no logra trascender el homenaje o ejercicio de estilo para convertirse en una gran película, sí consigue sostenerse –y más que bien– como una muy entretenida comedia. she-s-funny-that-way02El estilo es conocido: diálogos rápidos, situaciones confusas, una serie de eventos extraordinarios que solo pueden combinarse si uno acepta los códigos del género. Y aquí están tan a la vista que uno puede menos que relajarse, entrar en el juego y disfrutar. Owen Wilson encarna a un director teatral a quien se le da por contratar prostitutas y regalarles dinero para “hacer algo creativo con sus vidas”, algo que su esposa –actriz– desconoce. El conflicto surge cuando una chica que conoció así se presenta al casting de su última obra, en la que actúa su mujer, y pese a sus reparos de que se devele su secreto, es tan buena que es igualmente contratada. Esto generará una suerte de enredos con otro actor de la compañía (un divo interpretado por el británico Rhys Ifans) que tuvo un affaire previo con la mujer de Wilson (encarnada por Kathryn Hahn). A ellos hay que sumarles a una psicóloga que interpreta Jennifer Aniston que también se verá involucrada en los enredos y, en varios cameos, actores del repertorio de siempre de Bogdanovich como Cybil Shepherd, Tatum O’Neal y hasta el propio Quentin Tarantino. Todo siempre en un juego de encuentros y desencuentros, puertas que se abren y se cierran en el momento justo, gente que se esconde en el baño y otras figuras formales del cine de los años ’20 y ’30. she_s-funny-that-wayPero la que se destaca especialmente es Imogen Poots, la verdadera protagonista de la historia, exagerando un acento de Brooklyn (es británica) para encarnar a una prostituta de buen corazón enredada en un juego de engaños amorosos y celos. Como algunas comedias de Woody Allen de antaño pero sin ninguna pretensión de ir más allá del placer cinéfilo de la estructura redonda y el cuento amable, el septuagenario Bogdanovich entrega una película que tal vez sea menor dentro de su notable filmografía, pero que deja en claro que el hombre maneja los códigos del Hollywood clásico como pocos otros saben hacerlo. Y disfruta y hace disfrutar utilizándolos…
Compleja y ambigua, rica en matices y constantemente intrigante desde lo narrativo, OMAR es la nueva película del realizador palestino Hany Abu-Assad, que compitió en la sección Un Certain Regard de Cannes 2013 –donde se llevó un premio– y estuvo nominada al Oscar a mejor película extranjera al año siguiente. El filme del director de PARADISE NOW funciona como una suerte de thriller político de la vieja escuela, mezclado con una historia de amor y centrado en la zona de conflicto israelí-palestina en Cisjordania, en la que el personaje que da título al filme se ve cada vez más metido en una serie de encrucijadas que lo dejan prácticamente sin salida. El filme muestra a Omar –y a sus dos amigos íntimos, Tarek y Amjad– en su vida cotidiana y planeando lo que parece ser algún tipo de ataque o atentado a los soldados israelíes que ocupan el territorio. Omar, con toda naturalidad, salta el muro que separa los dos estados una y otra vez, y no parece demasiado “involucrado” políticamente, como tal vez sí lo esté Tarek, el más grande y preparado del grupo en estas cuestiones y quien es, además, el hermano mayor de Nadia, la chica con la que Omar quiere casarse y cuyo romance el filme muestra de una manera inocente y pícara. Omar-Cannes-PicsEl acostumbramiento a esa vida “controlada” sin embargo se acaba cuando el más militante Tarek convence a sus amigos de dispararle a un soldado israelí. Omar viene de ser golpeado y humillado por una patrulla y acepta, pero el que apreta el gatillo es el más joven e inexperto Amjad, que también tiene su interés en la bella Nadia. El asesinato, obviamente, disparará una caza salvaje de parte del ejército israelí, que atrapará a Omar, lo meterá en prisión y allí empezará un complicado y peligroso juego de trampas, alianzas, espionaje y posible contraespionaje. Omar no quiere delatar a nadie, pero tampoco está dispuesto a perder para toda la vida a Nadia, por lo que en medio de un juego de manipulación psicológica intensa, un oficial israelí lo convence de que la única manera de recuperar su vida previa es convertirse en informante. ¿Qué es lo que hará Omar? ¿Cómo sus decisiones –y lo que los demás piensan que son sus decisiones– afectarán su futuro? A lo largo de un poco más de 90 minutos y en un clima de creciente tensión y suspenso ese juego de presión moral y psicológica –fiel reflejo de lo que es vivir en esas circunstancias– va destruyendo las alianzas, amores y amistades, encerrando cada vez más a sus personajes en un mundo en el que no parecen haber muchas opciones. omar_01OMAR es un thriller cuya compleja e ingeniosa trama podría ser aplicada para cualquier otro tipo de película, pero en el universo específico que se centra es imposible no leerla como una crítica a la ocupación israelí en ese lugar. Abu-Assad es lo suficientemente sutil e inteligente como para entender que en ambos lados del muro existen las presiones, los engaños y las trampas, por lo cual OMAR jamás se transforma en un relato obvio y previsible con villanos y héroes claramente definidos. Aquí hay, básicamente, víctimas tomando decisiones peligrosas en función de sus propios códigos morales. El filme no hace referencia alguna al islamismo, ni al Corán ni al judaísmo: es un conflicto político/fronterizo más que religioso y en esos términos están planteados los enfrentamientos. Abu-Assad logra combinar varios elementos de difícil convivencia en una película de este estilo: el drama, el thriller político, la historia de amor, los apuntes de comedia y personajes lo suficientemente ambiguos como para que ni siquiera el espectador sepa muy bien en quién confiar y en quién no. Finalmente, si hay un “culpable” en la película los precede a todos los que la protagonizan y esta claramente ligado a la absurda situación que les toca vivir, una situación imposible que logra sacar de los seres humanos que tienen que atravesarla lo peor de sí mismos. omar3Si bien está lograda en sí misma (los actores que encarnan a Omar y Nadia son buenísimos y muy carismáticos), tal vez la historia de amor de la película sea un pequeño problema en la credibilidad del todo, ya que está usada de una manera un poco “dramáticamente conveniente” (y hasta metafórica), como si el guión la necesitara para forzar a los personajes a zonas ético/morales a las que normalmente no irían. Pero de todas maneras, el filme no termina de resentirse por eso. Abu-Assad utiliza esos recursos (el romance, el humor) para enganchar al espectador, si se quiere, y hacerlo entrar en lo que finalmente es una terrorífica espiral de violencia inacabable.
Ella y/o la otra Un atractivo melodrama de época sobre la historia real del poeta alemán Friedrich Schiller y su relación amorosa con las dos hermanas del título. El realizador alemán más conocido por sus trabajos en televisión –y por su extraordinario episodio del film colectivo Dreileben- estrenó en la Competencia Oficial del Festival de Berlín 2014 un proyecto también originado en la TV (de 170 minutos de duración) que luego comenzó un recorrido internacional en una versión más corta de casi 140 minutos. Se trata de la historia del escritor y poeta alemán Friedrich Schiller centrado en su relación amorosa con dos hermanas con las que compartió buena parte de su corta vida. El punto de vista del film es de las mujeres, que se enamoran ambas del promisorio autor, pero como una ya está casada (por interés económico, ya que su familia está en apuros), el hombre contrae matrimonio con la otra, aunque el “trío” no durará feliz mucho tiempo. Graf logra una notable pintura de los personajes y especialmente de una época (fines de siglo XVIII, principios del XIX) de fuertes cambios culturales, sociales y políticos. Con un estilo por momentos hasta demodé (uso constante de la música, del zoom, de la voz en off), Graf le da al film un espíritu novelesco y, si bien nunca profundiza en el universo del escritor alemán, logra armar una compleja historia en la que las relaciones íntimas se van viendo afectadas, cada vez más, no sólo por los dilemas morales de la institución matrimonial sino también por las cambiantes circunstancias políticas y económicas de la época.
La curiosa nueva película del veterano realizador francés Jacques Doillon bien puede describirse como una pieza coreográfica entre un hombre y una mujer que incluye tanto discusiones como escenas de sexo y peleas en el límite entre el juego y la agresión física. Se trata de un filme extraño en su propuesta ya que lo argumental por momentos parece casi pasar a segundo plano y uno se dedica a ver esta danza intensa de cuerpos que, casi como animales neuróticos en celo, se busca y se evade, se agrede y acaricia. O, como decían los tíos, se pelean porque se aman. Algo de eso hay en MIS SESIONES DE LUCHA, en el que Sara Forestier interpreta a una chica que vuelve a su hogar familiar tras la muerte del padre y se enreda en unos problemas con su hermana ligados a la herencia (ella quiere quedarse solo con el piano familiar, pero su hermana quieren venderlo). Pero lo más importante allí es su reencuentro con un viejo amigo, vecino, con quien tuvo un affaire nunca del todo concretado años atrás. La emocionalmente inestable chica (a la que nunca se nombra) y él (James Thierree, nieto de Charlie Chaplin) discutirán la relación entre ellos, la de ella con su padre y todo el tiempo hablarán de la posibilidad de concretar ese frustrado romance. O, al menos, algo de sexo. Las conversaciones van siempre acompañadas de algún empujón, un golpecito, una agarrada en principio juguetona. Pero mientras la tensión sexual crece y la particularmente neurótica chica empieza a intensificar cada vez más sus jugueteos físicos con el más en principio calmo muchacho, el asunto empieza a irse, literalmente, a las manos, de una manera en la que el sexo, los forcejeos y la charla erótica dura (los monólogos de ella son impublicables, digamos) van dando paso a algo cada vez más peligroso. escenas-luchaLa película es rica como ejercicio casi físico, cine entendido como cuerpos en movimiento que se circundan entre sí, se acercan y se alejan, se distancian y se buscan. Pero el filme de Doillon (EL PEQUEÑO CRIMINAL, LA PURITANA) tiene también largas escenas que bordean la psicoterapia que terminan siendo agotadoras, lo mismo que el personaje de Forestier que, por más bella y buena actriz que sea, uno preferiría tenerla a una distancia prudencial. Al menos hasta que le baje la tensión… Mitad drama romántico, mitad mezcla de película erótica con combate de taekwondo, MIS SESIONES DE LUCHA es un filme con algunos muy buenos momentos pero que pierde el rumbo más de una vez a lo largo de sus casi 100 minutos. Da la impresión que podrían evitarse todas las conversaciones sobre el padre, la familia y el pasado y dedicarse solamente a combatir y a tener sexo durante una hora. La película mejoraría bastante…