Pablo Solarz, el famoso guionista, escribió para su propio film, construyendo un personaje central atractivo y complejo que viaja por el mundo para saldar una deuda de gratitud que contrajo hacia el final de la guerra. Ese hombre de 88 años, ya repartió su herencia, se cansó de mendigar cariño, siente que es un estorbo para su familia y decide un día antes de que lo internen en un geriátrico, iniciar un viaje a Europa en búsqueda de u amigo. Y en esta road movie encontrará problemas pero especialmente a quienes lo ayudan: un músico argentino (Martín Piroyansky), la dueña de un hotel barato en Madrid (Ángela Molina), a una viajera alemana que le hará entender que no todos son nazis en su país y una enfermera polaca que lo hará considerar eso de poner como sinónimo de Polonia la definición de mala palabra. La agudeza y la inteligencia creativa de Solarz hace que con humor, ingenio, ironías se toquen temas tan fuertes como el holocausto judío, el olvido, las vitales cuentas pendientes, la fuerza de los últimos deseos. Encuentra en Miguel Ángel Sola a un intérprete tan talentoso, que se permite envejecer con una dignidad única, que rodea su composición de tales sutilezas y lujos que da un enorme placer verlo. Y que le otorga a su personaje un brillo malicioso, y un agudo sentido del humor. Además de una emotividad profunda.
Una atractiva mixtura de géneros le permite a su directora Graciela Taquini elaborar este film que envuelve tres historias: La del famosísimo arquitecto Le Corbusier con sus conceptos y pensamiento vivo. La fantasmal visita que realiza a La Plata para conocer la única obra que diseño en Latinoamérica y nunca vio terminada, la bellísima casa Curutchet. La historia de un arquitecto Elio Montes, fan de Le Corbusier, que recorrió el mundo viendo sus obras, que dejo su profesión y ahora es guía de esa única casa. Y a través de varias visitas turísticas, nos sorprende con una detallada y minuciosa información que revaloriza cada rincón de esa vivienda. El autor del guión es Andrés Duprat, arquitecto y guionista que ya tomo ese casa como escenario en el film “El vecino de al lado” dirigido por Mariano Cohn y Gastón Duprat que aquí ofician de productores. Daniel Hendler compone con pasión y angustia existencial a ese arquitecto que dejo su profesión para ser guía de esa casa espectacular. Mario Lombard es Le Corbusier. Toda una reflexión sobre la belleza, los concepto revolucionarios y modernos, la admiración y los cuestionamientos.
Es el primer largometraje de ficción del documentalista Jorge Leandro Colás. Con un guión basado en la novela de Félix Bruzzone. El protagonista, un paletero que trabaja por su cuenta en viviendas de barrios privados, pero que de esas casas donde viven dueños adinerados, solo atisba un mundo ajeno. El vive modestamente, acuciado por un suegro que se desvive por su hija, a la que colma de regalos. Dádivas que son como insultos para este cuentapropistas que ve una oportunidad y con mucho temor se involucra con una banda delictiva para pasar datos fundamentales para futuros robos. Claro que las coincidencias no se le escapan a algunos policías, a diferencia de otros que lo invitan a la vista gordo frente a hechos fuera de lo común. La existencia de ese trabajador se complica, se espesa, en un suspenso muy bien logrado por el director y muy bien interpretado por Nahuel Viale, que le da el punto exacto de desesperación, miedo y codicia que posee su personaje.
Para un cineasta como Ernesto Baca, fanático del Supero 8, realizador de películas como “Cabeza de Palo”, “Samoa”, “Música para astronautas” y “Vrindavana, cultor del cine experimental, que ama los collages visuales en distintos lenguajes, un cambio tecnológico determinante lo empujo hacia este ultimo alegato. El cambio del fílmico (dejado de producir por Kodak en 2012) hacia el cine digital. Es el final de una época, pero también decretado por los poderosos, que gente como Baca y otros amantes del soporte fílmico se resisten a dejar hasta el punto de querer inventar una emulsión de fabricación nacional que les permita seguir trabajando con su amado fílmico. Por eso esta película audaz e interesante, que el arma con recuerdos propios, descartes de sus films, recuerdo de su maestro, filmaciones caseras, efectos, es la documentación de un cambio que parece irreversible, la defensa de un soporte, una declaración de independencia y un adiós donde incluye hasta su propio velorio.
Frente a las películas de animación de los grandes estudios, que llegan a convertirse en los mejores estrenos, esta secuela que se basa en una inspiración del personaje de Indina Jones, si bien tiene ingenio en cuanto al argumento, posee una animación lejos de las logradas por las grandes producciones. Es un intento español por producir cine de animación que puede tener éxito local, pero que en nuestro medio solo será atractivo por el elemento de aventura y las gracias de algún personaje. En esta segunda entrega Tadeo deberá correr por el mundo para salvar a su admirada arqueóloga Sara Lavrof, secuestrada por el malo de la película, junto a una pieza fundamental. Una parte del collar del Rey Midas, que recordaran todo lo que toca “lo transforma en oro”. En ese recorrido por España, Grecia y Turquía esta acompañado por una Momia del film anterior, lo mas gracioso, un loro y un perro. En fin. Entretenimiento mediano.
UNA VIDA ESTANCADA QUE ENCUENTRA NUEVA DIRECCIÓN La directora pertenece al grupo “Talento Integrado” que tiene como premisa hacer una película en solo cinco días de rodaje. Un desafío para un cine de factura urgente donde la directora Majo Staffolani es además la productora y guionista. En este caso la historia de una actriz estancada en su relación de pareja y también en su profesión que se deslumbra con una cantante de rap, que administra un estudio de grabación. El descubrimiento de una nueva elección sexual pone en crisis toda la vida de la actriz que al calor de la nueva relación cambiará su vida. Una interesante producción con una estética a lo Campusano, con escenas jugadas de sexo, y mucha frescura en climas de complicidad y confesiones.
Para el director y guionista Frances McDonagh (conocido por “Perdidos en Brujas” y “Siete psicópatas”) la inspiración para el personaje de Francis McDormand vino del western, y más precisamente de John Wayne, a falta de prototipos femeninos. Pero a su heroína le dio la fuerza de usar como mejor arma su ingenio. Los suyo es un film que no hay que perderse, que ya cosecho tres Golden Globe (mejor guión, mejor actriz y mejor actor de reparto) y puede soñar con la gloria de los Oscar (las nominaciones se conocen el 23 de este mes). La protagonista de la película es una madre desesperada, quebrada por el dolor, que alimenta cada segundo de su vida con el odio por la inoperancia de la labor policial de su pueblo. Han asesinado a su hija meses atrás, la han violado y quemado. Y a pesar del tiempo transcurrido, siete meses, no hay ni un sospechoso, ni un detenido. En las afueras del pueblo tres enormes anuncios deteriorados le dan la idea, es un lugar que desde que se hizo la autopista esta poco transitado. Ella renta esos enormes carteles con preguntas al sheriff del lugar y detalles de la muerte de su hija. Y ahí se enciende la mecha de una trama que tiene un humor negrísimo, pero que también después de una sonrisa nos hunde en las profundidades más temibles. Es que en ese pueblo, de los Estados Unidos profundo, se cuecen cotidianamente, el maltrato, las peleas, la justicia por mano propia, el abuso de autoridad, las ironías más hirientes, las más inesperadas solidaridades. El personaje que permite el enorme lucimiento de Frances McDormand es de una riqueza sorprendente: puede ser la mujer mas dura, tallada en acero, pero en una misma conversación puede tener el gesto más tierno, la más profunda comprensión. Su contrafigura es el rol de Sam Rockwell el policía abusador, borracho, racista, prepotente, hijo mimado de una madre terrible. El que más sorprende al espectador. En ese mundo sin tregua, con el latido de la violencia permanente, el director construye un filme sólido, potente, cuestionador y revulsivo que merece los mejores elogios.
El director de este film, Robin Campillo, fue parte de un colectivo que se fundo en 1989 en Paris, a semejanza del fundado en l987 en Nueva York que se llamó Acts Up (y es el acrónimo de Aids Coalition to Unleash Power) creado para llamar la atención sobre la pandemia del sida, los enfermos, conseguir legislación favorable, promover la investigación científica. Y en este film que también escribió con Phillipe Mangeot, (también del mismo grupo) rinde homenaje a esos años de activismo frente a una sociedad que todavía creía que la peste rosa era un azote moral que nunca afectaría a los heterosexuales. La película que tiene una mixtura de géneros va desde los largos debates de la asociación, a los preparativos de las acciones, a las demostraciones de interrupción de discursos de funcionarios, protestas en laboratorios que no daban o retrasaban la salida de nuevos fármacos, a momentos de festejo y la historia íntima de un protagonista audaz y su largo proceso como un enfermo cada vez mas vulnerable. En ese rol brilla el argentino radicado en Francia Nahuel Pérez Biscayart (que aquí actuó en películas como “Lulu”, “El aura”, “Cara de queso”). Con sensibilidad y talento le da vida a Sean Dalmazo, el más audaz activista que lucha hasta su último aliento. En ese mundo íntimo poblado por una historia de amor, fuertes escenas de sexo y el deterioro físico nunca mostrado como golpe bajo, el actor brinda una gama de sutiles profundidades digna de los mejores elogios. La película extensa (143 minutos) une con elegancia y emotividad toda la fuerza arrolladora del activismo, pero también el mundo privado, las muertes, el dolor, y los festejos vitales. Todo eso la transforma en un film que no debe dejar de verse.
Basada en la novela de Claudia Piñeyro (habitué del éxito en la venta de sus libros y en sus adaptaciones al cine, como en “Las viudas de los jueves” y “Betibú”) la película se inicia con una intriga que luego se desarrolla en base a recuerdos y remite a un hombre que reclama por unas grietas que aparecieron en su departamento por culpa de una construcción aledaña. Ese hombre se enfrenta a los arquitectos responsables del futuro edificio. En ese nudo se desarrolla una trama que va del presente al pasado y luego hacia un futuro sorprendente, donde cada personaje se revela en sus ambigüedades, su defensa de una vida más o menos acomodada, sus miedos, sus caras más feroces, sus secretos mejor escondidos y en un resquebrajamiento que no solo ocurre en las paredes sino en la personalidad de cada uno de los interesados. Con un guión sólido del director Nicolás Gil Lavedra y de Emiliano Torres, la película se muestra precisa, con buen ritmo y con el lucimiento de un elenco que reúne a muy buenos actores: Oscar Martinez siempre inquietante, Joaquín Furriel en una elaborada y muy buena actuación, Soledad Villamil, Laura Novoa, Santiago Segura. Un suspenso continuo, una mirada inteligente para cada uno de esos personajes revelados sin miramientos, casi como un fresco de nuestra clase medianamente acomodada, el placer de ver el film es constante.
Esta es la cuarta película del director Jaume Collet-Serra y Liam Neeson. Ya hicieron juntos y con mucha efectividad “Sin identidad”, Una noche para sobrevivir” y especialmente “Non stop sin escalas” donde la acción desaforada ocurría en el claustrofóbico espacio de un avión de línea. Ahora esta propuesta de entretenimiento adrenalínico transcurre en un tren. La invitación es honesta, uno ya sabe que con este director y lo último de Neeson encontrará un producto bien hecho, bien filmado, con mucha acción, con ingenio y que para los amantes del género con el entretenimiento garantizado, sin ninguna otra pretensión. Aquí se trata de un ex policía que justo el día en que, después de diez años de trabajar en venta de seguros, es despedido, cuando retorna a su hogar tomando el tren de todos los días, recibe una “propuesta indecente”. Tiene que identificar a un pasajero sobre el que se tiene mínimos datos y recibe una oferta en dinero que no puede rechazar. Claro que después todo se complica y arriba de ese tren pasa de todo. Piñas, tiros, persecuciones, situaciones violentas, giros del guión para sorprender al espectador y un Neeson que de hombre común y tranquilo pasa a cumplir misiones imposibles.