Jake a través del espejo. Extraños terremotos y tormentas azotan distintos lugares de la Tierra, desconcertando a los científicos que no logran descifrar su origen. Jake está convencido de que se relacionan con sus aterradoras pesadillas, donde un hombre de negro y sus sirvientes (quienes visten piel de humano para disimular su verdadera apariencia) atacan una gigantesca torre que se eleva en el centro del universo. Cada mañana, el niño dibuja frenéticamente detalles que puede recordar de esos sueños convencido de que hay un mensaje oculto en ellos, aunque los adultos a su alrededor intentan convencerlo de que son sólo manifestaciones del trauma que padece por la muerte de su padre. Esos sueños le muestran una versión alternativa de la Tierra, un mundo postapocalíptico que recuerda al lejano oeste pero donde la magia, además de ser algo muy real, se combina con rastros de tecnología dejados por una civilización muy avanzada y ya olvidada. Ayudado por sus visiones, evita un intento de secuestro por parte de los secuaces del Hombre de Negro y descubre un portal hacia ese mundo donde lo espera el otro protagonista de sus sueños, Roland Deschain. Enemigo jurado del Hombre de Negro, Roland es el último sobreviviente de una casta de guerreros legendarios que juró defender la Torre Oscura. Los Pistoleros fueron derrotados hace años y ahora sólo la venganza lo guía, por lo que toma a Jake bajo su protección con la esperanza de que sus visiones lo conduzan hasta su enemigo. Todo a medias: La trama principal de La Torre Oscura no difiere mucho de la estructura clásica que se contó muchas veces. Es una historia de acción y aventura fantástica, en la que un niño con algún talento especial queda atrapado en la centenaria lucha entre las fuerzas del bien y el mal, en un mundo extraño que tiene repercusiones sobre otros. Las semejanzas con otras varias películas del género abundan. Además hay instantes en los que, sin copiar elementos de otros argumentos, genera climas que rememoran lejanamente a clásicos como Laberinto o La Historia sin Fin, aunque por supuesto sin ese nivel de acierto. Hay dos elementos que diferencian La Torre Oscura del promedio de películas juveniles de acción fantástica, y ambos tienen que ver con la pluma de Stephen King (lamentablemente no tan bien explotados como podrían haber sido). – El primero es -para espanto de los más acérrimos que esperaban algo literal– que no adapta ninguno de los libros. Se nota que los personajes están insertos en un universo mucho más amplio del que solo recibimos fragmentos, algunos explícitamente y otros sólo insinuados. Por un lado, da un contexto interesante que promete material como para convertirse en una saga; sin embargo, al mismo tiempo padece de querer contar en muy poco tiempo demasiadas cosas, sin poder desarrollarlas lo suficiente ni logrando que resulten todo lo interesante que prometían ser. El resultado es personajes que entran y salen solo para contar algún dato necesario para que se entienda un poco lo que está por suceder, muchas veces con líneas de diálogo tan recortadas y forzadas que harán resoplar a más de uno en su butaca, especialmente en los intentos de humor. Decepciona que muestre voluntad de contar una historia épica, pero no tenga el tiempo ni el presupuesto como para hacerlo como se debe. – El segundo punto es que además de un par de easter eggs para llamar la atención de los fans, está latente el estilo de King pero maniatado en algunas situaciones y criaturas que insinúan un universo bastante más oscuro y tétrico de lo que se ve en pantalla, seguramente limitado por la clásica reticencia a arriesgarse con una película que deje afuera a la parte más joven del público. Esto lleva a una de las mayores fallas de la película: su villano. Aunque Idris Elba ya hace con los ojos cerrados el papel de héroe reacio y de pocas palabras, el supuestamente temible hechicero con el que se enfrenta está tan pobremente interpretado por Matthew McConaughey que ni siquiera cuando el guión le da algo de material logra ser más que una simple caricatura. Un personaje capaz de ordenar a una persona que deje de respirar tiene mucho potencial como villano, pero incapacitado de introducir esa carga de terror se queda en apenas una figura decorativa. Dejando de lado lo que podría ser pero no es, La Torre Oscura es una película de acción y aventuras con fuertes componentes fantásticos, algo en lo que no sale tan mal parada. Si bien las escenas de acción y combate están algo limitadas por el presupuesto, resultan suficientemente entretenidas y con un estilo algo seco coherente con el western del que claramente toma influencia. Conclusión: La Torre Oscura es una decente película de acción y aventuras que no logra explotar el potencial que insinúa tener, quedándose a mitad de camino en más de un aspecto.
Soltera no servía. La casi adolescente hija de una aristocrática familia francesa del siglo XIX, regresa al palacio de la familia después de pasar un tiempo en un convento y, como se espera de alguien en su posición, se dedica al ocio de la pintura y la jardinería hasta que le presentan a un joven vizconde interesado en casarse con ella. El hombre tiene evidentes intereses financieros en la unión, pero además parece lo suficientemente decente como para que ella acepte la propuesta. Poco a poco la convivencia hace que Jeanne descubra sus pequeñas miserias y mezquindades, pero su embarazo y su familia la convencen de perdonar las indiscreciones de su marido aunque eso la vaya dejando cada día más sola. Una vida, una mujer (Une vie, en francés original) es justamente eso: una vida. A lo largo de décadas todo gira alrededor de Jeanne y sus experiencias; sobre todo las que poco a poco desmantelan la inocente visión que tenía del mundo en la juventud, para reemplazarla por una versión más cruda que su optimismo le impide terminar de aceptar del todo. Un canto a la elipsis: La protagonista va volviéndose progresivamente más sombría a medida que la vida la golpea, tomando actitudes que no siempre buscan la empatía del público pero que nunca se sienten incoherentes con el personaje. Su pasividad y clasismo -teñidos en ocasiones de una importante ignorancia intencional- pueden resultar chocantes para una mirada actual, aunque habiendo visto el entorno donde se formó sería ilógico que se comporte de forma muy diferente a como lo hace, incluso después de ir descubriendo que el mundo no funciona como había creído toda su vida. Si nos quedamos en la historia que cuenta, Una vida, una mujer no es más que un melodrama del montón. Lo interesante de esta película radica en el cómo lo cuenta, recurriendo a pequeños fragmentos que brindan la información justa y necesaria para que el público complete los huecos por sí mismo, sin necesidad de hacerlo explícito. Si estamos viendo cómo el sacerdote del pueblo y los padres de Jeanne intentan persuadirla de perdonar la infidelidad de su esposo, no necesitamos ver su respuesta si la siguiente escena los incluye a ambos alegremente jugando en el parque con un matrimonio vecino. Muchos de los detalles pivotantes de la historia suceden fuera de nuestra vista, pero eso no dificulta seguir la trama sino que hacen mucho más ágil e interesante la narración de una historia que abarca décadas, y a la que principalmente le interesa hablar sobre los efectos que provoca en la mente y el carácter de su protagonista. Justamente porque la narración depende bastante de lo no dicho es que depende del apoyo de la propuesta visual, algo que logran no solo graduando la cantidad de luz según el ánimo de la escena: también ayuda el uso de planos cortos que transmiten una intimidad casi claustrofóbica, acorde a lo que muestra estar sintiendo la protagonista. Del mismo modo que hacen con la historia, la imagen nos muestra los fragmentos más necesarios, haciéndonos partícipes de los sentimientos del único personaje que importa y dejando fuera al resto. Una vida, una mujerSin embargo, todos estos recursos que tienen motivos para recibir elogios, también quedan viejos antes del final y dejan la sensación de que la película se hubiera beneficiado complejizando un poco más la trama o recortando algunos minutos de metraje, en vez de estirar escenas que no tienen tanto para mostrar, quitándole contundencia al conjunto. Conclusión: Una vida, una mujer es una película discreta pero visualmente atractiva en su sencillez, que se apoya más en generar sensaciones o estados de ánimo que en contar una historia.
Cada app es un mundo. En el universo de Emoji la película, cada aplicación instalada en un celular es una caja donde cabe un mundo. Dentro de la aplicación de mensajería existe Textópolis, una ciudad donde viven y trabajan todos los Emoji, siempre listos para pararse frente al escáner cada vez que el usuario los necesite. Cada emoji tiene una función única y específica, excepto Gene, el hijo de dos Meh! que es incapaz de mantener el gesto desinteresado para el que se supone que ha nacido. El primer día de trabajo de este atípico emoji termina en desastre, cuando un ataque de pánico le hace expresar varias emociones a la vez, haciendo quedar mal al usuario con la compañera de escuela que le gusta. Al descubrir que Gene es un glitch, ordenan al sistema de seguridad eliminarlo, pero él logra darse a la fuga y conseguir la ayuda de HiFive, un emoji con forma de mano que cayó en desgracia desde que lo sacaron de la lista de favoritos. Es justamente este nuevo amigo quien le sugiere reclutar la ayuda de un hacker para reparar su código fuente y poder hacer su trabajo como corresponde, iniciando una serie de aventuras a través de las diferentes aplicaciones del teléfono. Las palabras no son cool: Cuando se anunció que estaban trabajando en Emoji la película, se produjo bastante desconcierto y se especuló con que era una película planeada exclusivamente para explotar algo que está de moda. Después de verla, además de confirmar la especulación, queda la sensación de que es -esencialmente- la visión que tienen unos ejecutivos de estudio sobre el mundo de esos nietos que ven solo para navidad y cumpleaños. Sobre la trama no hay mucho para decir más allá de la sinopsis, no resiste un análisis aunque tampoco pretende hacerlo: un protagonista acompañado de un amigo algo tonto y cómico, consiguen la ayuda de un tercero que conoce el camino hasta donde cada uno por sus propios motivos quiere llegar, apremiados por la doble amenaza del antivirus y un usuario que se cansa de las fallas de su teléfono y planea formatearlo. El camino hasta la utópica “nube” donde todos sus problemas se arreglarán, los lleva a través de distintas aplicaciones, sin mucha más lógica que incluir a todas las que consiguieron negociar el product placement. Si suena parecido a Ralph el Demoledor es porque la sensación de cercanía está ahí latente, aunque sin nada de ese carisma que tuvo Ralph. Las reglas de ese mundo no son fijas y se acomodan a lo que necesitan a cada paso sin mucha coherencia, por lo que ni siquiera deberíamos meternos en ese tema; en estos casos una historia simple suele ser perdonada porque el público para el que están apuntadas no requiere nada complejo, algo que se compensa con personajes carismáticos y una propuesta visual atractiva. Esto tampoco sucede en Emoji la película, donde los personajes son tan chatos como un celular último modelo y nunca nos importa mucho lo que pueda sucederles, ni siquiera durante una escena que recuerda sospechosamente a ese momento de Intensamente donde hasta Chuck Norris soltó una lágrima. Casi todo el humor, punto que pretende ser relevante en la película, recae en juegos de palabras sobre la forma de cada emoji. Puede ser simpático si sorprende, pero a la quinta vez que HiFive hace un chiste con manos o Popó tira alguna frase del tipo de “Yo siempre salgo con estilo”, ya se vuelva bastante poco tolerable y confuso, porque si bien toca temáticas de los pre-adolescentes, lo hace pareciendo apuntar a gente mucho más joven. Por el lado de la animación tampoco hay mucho para destacar, y visualmente está muy por detrás de otras películas animadas recientes tanto en diseño como en ejecución, completando la sensación de ser una película hecha sin ganas, para cumplir con una cuota más que para intentar proponer algo interesante. El amplio universo de emojis pone en bandeja montones de personajes ya diseñados para aprovechar, pero en cambio se conformaron con simplemente tirarlos ahí sin agregarles nada. “No es fácil ser aburrido” dijo el póster. “Hold my beer” dijo la película. Conclusión: Difícilmente Emoji la película resulte de interés para alguien mayor a diez años, y ni siquiera en esos casos espero que se convierta en una película que pidan volver a ver.
Millennials del mundo, uníos. Tres adolescentes en tres rincones del mundo, rodeados de su grupo de amigos que están más o menos en la misma: trabajos deprimentes que los explotan por monedas, adultos que apenas figuran y la necesidad de conectarse aunque el wi-fi nunca funcione. A Exe (?) en Argentina lo echan del supermercado donde trabaja de repositor, pasando a dedicar su tiempo en recorrer plazas y casas en busca de algún amigo que le permita colgarse de su Internet. Lo consigue justo cuando la película parece que está tomando forma y descubrimos que es para contactarse con Alf, un chico mozambiqueño que pasa a ser centro del film en ese mismo instante. Con la misma apatía que Exe, sigue a un amigo y pasan la noche en la savanna. Allí queda hipnotizado por un grupo de hormigas (visualmente, el momento más impactante de toda la película) que trasladan la acción a Filipinas, donde toma la posta Cahn, una joven que juega en la selva y nada en un estanque con sus amigos antes de salir a buscar un cybercafé que siga abierto en el pueblo. Soy un poco anticuado, lo sé. Me gusta la cerveza fria, la tele fuerte y las películas con una historia, algo que intencionalmente El Auge del Humano no tiene. Con la excusa de escapar a las etiquetas y los convencionalismos, Teddy Williams nos deja 100 minutos de pura contemplación que el público debe interpretar como mejor le parezca. Este miembro del público en particular, interpretó que mostrar la abulia de adolescentes derrotados por el presente y sin interés por el futuro tiene poco o nada de la vanguardia con que se da tantas ínfulas. En algunos casos, la falta de una historia interesante se compensa con una propuesta estética que estimule a los otros sentidos o genere climas que conecten emocionalmente con el público. Tampoco. Que trabajen con no-actores puede resultar interesante, y aunque no tengan mucho para contar ni generar empatía, en general los chicos son bastante creíbles en sus papeles (quizás porque hacen de sí mismos). Hasta que todos los extras miran a cámara cuando pasan. La oscuridad es un recurso que puede ser cautivante, hasta que deja la sospecha de que sólo existe para no usar iluminación extra y que en el fondo no tiene otra propuesta que esa. Lo mismo con el ya algo gastado “gesto de la cámara en mano”, que aunque suele interpretarse como la forma más barata de hacer las cosas, aquí en particular no es el caso, siendo que parece contrataron a Michael Fox para el rol. Conclusión: El Auge del Humano pretende ser arte de vanguardia. Para eso se dedica a seguir adolescentes con una cámara, sin contar una historia de ficción y mostrando una literalidad que de nueva no tiene nada. Si dentro de una década alguien se acuerda de que existe o prueba estar adelantada a su época, prometo retractarme de llamarla el capricho de un pibe con una cámara y ganas de conocer Mozambique y Filipinas.
La Nueva Política. En el pequeño pueblo siciliano de Pietrammare se acercan las elecciones para alcalde; el histórico Gaetano Patanè se prepara para ganar una vez más sin mucho esfuerzo ni honestidad. Pero después de tantos años, la corrupción y la ineficiencia del alcalde es demasiado para los habitantes del pueblo, que se deciden en masa a votar por el opositor Pierpaolo Natoli, un honesto profesor sin experiencia política aunque lleno de ideales que hace campaña prometiendo honestidad y apego a las reglas. Sus dos cuñados son socios en un pequeño bar frente a la municipalidad y ocupan su tiempo libre participando en la campaña, aunque uno para cada bando. Mientras uno de ellos comparte de corazón los valores rectos del nuevo candidato, el otro es un oportunista al que le alcanza la promesa de un permiso municipal (para ampliar el bar) para recorrer la ciudad alentando al histórico alcalde por un megáfono. Llegado el día de las elecciones, y ayudado por un último escándalo que termina de agotar la paciencia del pueblo, Pierpaolo gana e inmediatamente se dedica a cumplir cada una de sus promesas de campaña, dando inicio a una nueva era política llena de legalidad y respeto por las reglas, algo para la que el resto del pueblo no parecía estar tan preparado como creían: nadie esperaba que fuera a tomarse tan en serio lo de la honestidad. Casi como en casa: Con una idiosincrasia que es fácil sentir casi local, en el ficticio pueblo siciliano donde ocurre la historia se plantea una pregunta bastante subestimada: ¿Que pasaría si, de un día para otro, hay que empezar a cumplir todas las reglas y ya no puede echarse la culpa a nadie más de los problemas? Hasta para el más recto de los cuñados el desafío se vuelve muy difícil de sostener, y cuando los votantes descubren con horror que el nuevo alcalde planea seguir cumpliendo con sus promesas de campaña, comienzan a organizarse para conseguir su renuncia. La premisa de la historia es simple y la propuesta artística aún más, ni en lo visual o lo narrativo tiene pretensiones de profundidad sino que apunta directamente a producir situaciones absurdas casi sin respiro, por lo que todo lo interesante de La Hora del Cambio cae en hombros de los diálogos ágiles entre personajes ridículos que representan los distintos arquetipos de un pueblo en el que el único que parece no tener ningún muerto en el placard es el alcalde recién electo. Es una comedia italiana, con todo lo que eso implica. Y cumple muy bien con lo que se propone. Conclusión: El humor propuesto por La Hora del Cambio es liviano y hasta algo chato, pero la agilidad con la que avanza lo hace muy efectivo y termina cumpliendo con la función de toda comedia: hacer reír.
Año y medio en el sur. Hay un libro que prácticamente todos hemos leído, la primera vez quizás obligados en la escuela, pero al que muchos hemos vuelto de más grandes con otros ojos. Tanto que no necesito ni decir el nombre del más famoso cuento de Antoine de Saint-Exupèry para afirmar que es un clásico indiscutible. Pero la mayoría de nosotros sabemos poco y nada sobre el resto de su obra o de su vida. Por ejemplo sobre esos meses que vivió en argentina ejerciendo como director de la Aeroposta Argentina, el antecedente de lo que más tarde fue Aerolíneas Argentinas. Fue durante ese tiempo que la casualidad lo llevó a tener un problema con su avión en las cercanías de Concordia y conocer a la familia Fuchs Valón. De origen francés como él, lo alojaron con ellos en el palacio San Carlos y se forjó una relación bastante cercana a lo largo de varias visitas posteriores. Especialmente cercana fue la relación entre el aviador y las hijas de 10 y 15 años de la familia, las que se cree fueron una gran inspiración para su obra ya que varios años más tarde se refiere a ellas en unas grabaciones como “Princesses d´ Argentine“, las princesas de Argentina. Oasis: Recuperando entrevistas y reconstrucciones ficcionales del documental Oasis junto a material nuevo, la historia que retrata el documental Vuelo Nocturno es íntima y no pretende profundizar en la obra del escritor ni en los grandes eventos de su vida. Se centra casi exclusivamente en los meses durante los que entabló relación con dos niñas de las que -se sospecha- obtuvo las primeras ideas de lo que sería después el cuento que le dio fama, y con las que se insinúa un amor platónico nunca confirmado. Lo interesante que puede ser la historia a primera vista, choca con una cantidad de material limitada que se agota muy rápido. Se pierde el ritmo y, por consiguiente, el interés del público no conocedor del tema. El mayor problema de este documental es narrativo: al elegir un tema tan focalizado y sobre el que no abunda material, se queda pronto sin mucho para decir, por lo que desvaría repitiéndose y anexando temas desconectados que hacen perder el hilo, dejando menos claro cuál era la intención de lo que pretendía contar. El resultado final es una película con momentos interesantes pero que no logra sostener el interés al no dejar claro dónde intenta llegar, necesitando estirar situaciones y llenar así una cantidad de minutos para la que no cuenta con información suficiente. Conclusión: Vuelo Nocturno es un documental para un público bastante específico: habitantes de Concordia que crecieron con el mito del palacio abandonado, y fanáticos de Saint-Exupèry. Fuera de esos grupos la conexión con la historia se desdibuja y pierde atractivo.
Cuento chino. Claire nunca se recuperó del trauma de encontrar a su madre muerta siendo una niña, un hecho que destruyó su familia. Una década después, convive con un padre que la avergüenza y, como buena adolescente de película, sufre por no ser popular en la escuela. Su vida parece cambiar para mejor cuando su padre encuentra -revisando la basura- una misteriosa caja musical, adornada con caracteres en chino antiguo. Como casualmente Claire se dedica a estudiar chino en la escuela, logra descifrar lo suficiente como para entender que la caja promete cumplir 7 deseos a su propietaria. Durante un momento de frustración, pide su primer deseo sin esperar que algo suceda. Cuando al día siguiente se entera de que su macabro deseo se volvió realidad de forma muy específica, lo atribuye a una coincidencia y lo ignora. También es una simple coincidencia que ese mismo día su perro muera de forma extraña. Recién después de otras coincidencias demasiado raras se decide a consultar con su amigo chino para descifrar el resto de las inscripciones. Los deseos de Claire cambian su vida por completo y en cuestión de días recibe una fortuna, su padre recompone su vida y el chico de sus sueños se obsesiona con ella. Pero como no puede unir dos puntos ni aunque tengan una flecha apuntando el camino, no relaciona su buena suerte con la extraña caja ni con la serie de muertes violentas que va atacando a la gente cercana, hasta que es demasiado tarde. El destino final de la pata de mono: El segundo estreno en menos de un año de John R. Leonetti (con grandes éxitos en su CV como Annabelle, Mortal Kombat 2 o Efecto Mariposa 2), tiene varios elementos como para que esta vez sea él quien comienza una saga en vez de continuar la de otra gente: adolescentes que al menos sepan verse bien en cámara, una idea gastada que los millennials aún no conozcan, y un guión tan chato o absurdo que permita salir a comprar pochoclos a mitad de la película sin que eso impida entender cómo sigue al volver. Todo sazonado con un par de muertes violentas (aunque no demasiado explícitas) como para no dejar afuera de la sala a los de 13. No hay prácticamente nada en 7 deseos que pueda tomarse en serio o considerarse rescatable. La trama es tan absurda y forzada que para sostenerse -además de depender de una serie de casualidades- necesita convertir a sus personajes principales en lo suficientemente estúpidos como para que sigan adelante sin entender lo que está pasando, aunque el público lo hubiera descifrado varias escenas antes (y no sólo porque los dos o tres intentos de misterios que plantean sean simples o trillados, sino porque la película se encarga de dejarlos bien explícitos desde que aparecen y encima, por las dudas, luego de resolverlos los explican). No es criticable el rescatar la idea clásica de los deseos que se vuelven en contra de quien los hace, justamente porque para eso son los clásicos. De más dudoso gusto es que cinco Destino Final no alcanzaran para aprender a resolver mejor el recurso del ente invisible provocando accidentes: además de no construir casi nunca algo de tensión, se ven tan falsos e inverosímiles que delatan el detalle de que se hicieron con un presupuesto irrisorio para los estándares de la industria. Si bien es sabido que el género de terror funciona entre nuestro público a pesar de todo, es un misterio cómo una película de esta escala y sin ningún nombre que atraiga público, recibe lanzamiento casi en simultáneo en nuestro país. La manera de lograr que 7 deseos sea una película medianamente disfrutable, es ignorando la forma en que la venden. Si en vez de una historia de terror se sientan a reírse de una comedia, todo se vuelve mucho más aceptable y hasta divertido, aunque no hay indicios de que esa fuera la intención del director. Conclusión: Sin suspenso, trama, ni efectos especiales decentes, 7 deseos tiene mucho más sentido como comedia involuntaria que como película de terror.
Los chicos son buenos. Una simple llamada de una vieja amiga cambia la vida de Mae (Emma Watson) en un instante, sacándola de su rutina en un trabajo temporal sin futuro para meterla de lleno en una de las compañías más grandes y modernas del mundo, El Círculo. Esta empresa tiene una especie de monopolio sobre Internet, controlando gran parte del flujo de datos que circula por las redes sociales y los motores de búsqueda, creando perfiles de cualquier persona. La protagonista tiene dificultades para adaptarse al principio, pero un incidente que pone su vida en peligro también la coloca en la mira de Eamon (Tom Hanks), el carismático co-fundador de la empresa, que reconoce el potencial de la joven y la convence de participar en un experimento social que corporice los ideales de la compañía. Con la meta de lograr que la sociedad entera viva a través de la red social de El Círculo (como lo hacen sus empleados), desde ese momento cada instante de la vida de Mae deja de ser privada y es compartido online con el mundo. Sin embargo, tras el entusiasmo inicial que le trae la fama, Mae descubre que no entendió del todo las consecuencias de su decisión. Si se los vigila, son mejores: En la actualidad, parece ser una fórmula para el éxito de una película tomar un tema que actualmente genera polémica y contarlo con dos intérpretes reconocidos. El Círculo hace exactamente eso. Falla al presentar un guión chato que no se decide para donde quiere ir ni toma postura clara sobre lo que está relatando. Esto podría no ser un problema si lograra mantenerse neutral para que el público tome su propia decisión. Pero lo que realmente hace es saltar de lado varias veces a lo largo de la trama sin dar motivaciones coherentes, dejando a sus personajes como gente que simplemente avanza por capricho, sin entender lo que están haciendo. Afortunadamente, no siempre es así. La primera mitad de la película resulta interesante, amenazando con ser una sátira mordaz del mundillo de estas mega empresas, mostrando a El Círculo casi como una secta que adoctrina a sus empleados, convenciéndolos de que el trabajo que hacen en ese campus está destinado a cambiar el mundo (aunque a los gobiernos no les guste). Los mejores momentos de la película son, sin duda, cuando se convierte en una comedia negra y ácida sobre la hiper exposición o el culto frívolo a la modernidad. Todo esto desaparece en la segunda mitad, desde el momento en que pretende mutar al drama e incluir las implicancias políticas que tiene Internet, desde una postura incoherente que parece defender lo que al mismo tiempo critica. Un episodio estirado de Black Mirror: Desde el lado visual, El Círculo tiene una propuesta que ayuda en la difícil tarea de mostrar de forma ágil a una persona que pasa todo su día trabajando frente a una pantalla (vale decir que no es nada que no viéramos antes). Los intérpretes, al menos los principales, hacen lo que pueden con el material que reciben, y más allá de las incoherencias de sus personajes, realizan un trabajo decente. Eamon es una mezcla de varios personajes reconocibles del mundo tecnológico, con algún toque de villano Bond que planea dominar el mundo detrás de su máscara de filantropía, pero Tom Hanks nunca termina de explotar todo lo interesante que aparenta ser en un principio. Interpretado por un actor de menos impronta habría sido completamente intrascendente. Algo similar ocurre con Mae, quien aparece en cada escena de la película emprendiendo acciones sacadas de la galera que en ocasiones hasta contradicen todo lo que se nos hizo creer del personaje hasta entonces. Un poco más sólido resulta el personaje de Karen Gillan. Es un misterio el rol de John Boyega, con otro ser que no tiene sentido en la trama y que si no tuviera algo de fama por su aparición en Star Wars aparecería al fondo de los créditos, al lado de los extras. El principal problema de El Círculo es que intenta abordar un tema que no parece entender, abre demasiadas ventanas que desdibujan la trama, logrando que una película de menos de dos horas se sienta larga. Esto hace sospechar que una versión sintetizada de esta película podría tranquilamente pasar por un capítulo de series como Black Mirror (y hasta resultar más sólida). Conclusión: El Círculo tenía potencial para ser un tecno-thriller interesante de no ser por un guión que se contradice a sí mismo a cada paso, motivo por el cual ese potencial se queda en la nada.
El largo encierro. La princesa egipcia Ahmanet fue criada con una idea clavada en la mente: crecer para ocupar el trono y ser adorada como una deidad encarnada. Sus sueños se desvanecen cuando el faraón toma una nueva esposa que le brinda un heredero varón destinado a desplazar a la princesa, ante lo que ella no tarda en hacer un pacto con el Dios de la muerte para apoderarse del trono. Imbuida del poder de la muerte y armada con una daga que le entrega el Dios, asesina a su padre y su hermano pero es capturada antes de completar el ritual que le permitiría al maligo Dios Seth ocupar un cuerpo humano. Como castigo por sus pecados, ella es condenada a ser momificada viva en una tumba secreta alejada de Egipto y su nombre se borra de los libros de Historia con el fin de que su cuerpo no sea nunca encontrado. Todo este relato fantástico (cuya veracidad es mejor no chequear con Wikipedia) está narrado en off para contarnos exactamente lo que estamos viendo, por las dudas que no se entienda. Un hallazgo misterioso: El encierro y los conjuros funcionan durante cinco mil años, hasta que dos soldados estadounidenses -que aprovechan el conflicto en Irak para traficar de antigüedades- encuentran el sitio mientras exploraban en busca de algo para vender. Presionados por una arqueóloga que trabaja para una misteriosa organización, cargan apresuradamente el sarcófago en un avión camino a Inglaterra. Durante ese viaje suceden varias cosas extrañas hasta que, eventualemnte, terminan estrellándose antes de llegar, dejando tan sólo dos sobrevivientes. Y a una amenazante momia suelta que ve en su liberador al elegido para completar el ritual, claro. La Momia: el inicio del Dark Universe: El puntapié inicial del Dark Universe es con uno de sus mayores clásicos, y parece pensado sobretodo para ir dejando líneas abiertas para lo que se viene, con indicios de futuros monstruos y personajes que veremos en los próximos años. Esto se traduce en la presentación de una organización oculta que aparentemente será recurrente y que, bajo la dirección del Dr. Henry Jekyll (Russell Crowe), lleva tiempo actuando desde las sombras, monitoreando, estudiando y combatiendo monstruos en todo el mundo. Curiosamente, para la experiencia que ellos afirman tener en el tema, al enfrentarse con La Momia cometen todos los errores necesarios para que la historia avance. Uno de los problemas con esta película es cierta incoherencia en el relato. Si bien cuando apuesta a un clima más serio y con elementos del género de terror es cuando mejor funciona, corta todo ese suspenso con escenas de acción o chistes muy poco efectivos, cuya principal función parece ser no dejar a nadie afuera. Eso o que el guión de La Momia fue escrito de a pedazos por varias personas que no se hablaban entre sí. Una de dos. No hay dudas de que es preferible ver a Tom Cruise colgando de un camión a toda velocidad que intentando actuar, hacer un chiste, o transmitir alguna emoción, pero la acción tiende a ser tan genérica y larga que perjudica el ritmo de la película, sin aportar suficiente entretenimiento como para que valga la pena el sacrificio. Como suele suceder con estas producciones, su mayor atractivo pasa por efectos especiales llamativos y escenas de acción con personajes bastante chatos de los que no importa mucho lo que les suceda: dejando a los pocos minutos al Jekyll de Crowe como una de las pocas actuaciones interesantes (pese a que la escena donde más se luce es completamente intrascendente a la trama y solo sirve como promesa de lo que puede ser el futuro de la franquicia). Conclusión: La nueva versión de La Momia tiene material para ser una propuesta más que interesante. Lamentablemente, termina siendo una película genérica, sin alma y con pocas cosas para destacar; una que se desdibuja en parte por estar forzada a empujar el inicio de una franquicia en vez de solo hacer méritos propios.
Un origen épico. Siendo princesa y la única niña de la isla escondida de las amazonas, Diana toda su vida fue alguien especial hasta en la paradisíaca isla de Themyscira. De niña fue criada aprendiendo cada detalle de la historia de su pueblo, encargado por Zeus de defender a la humanidad cuando se produzca el regreso del casi olvidado dios de la guerra, Ares. Convertida en adolescente, comenzó su duro entrenamiento para convertirse en la mejor guerrera de la isla, ansiosa por tener la oportunidad de cumplir con esa misión heroica que muchas otras ya no esperan que suceda. En su aislamiento, las Amazonas ignoran que Europa lleva varios años en guerra con millones de muertes acumuladas. Todo cambia cuando la guerra llega a sus costas en la forma del ejército alemán dando caza a un espía al servicio de Inglaterra. Impactada por las imágenes de crueldad que le pintan las historias de Steve, la joven Diana también toma con cierto entusiasmo la idea del posible retorno de su enemigo y la posibilidad de cumplir sus sueños de heroísmo, aunque tenga que hacerlo sin el apoyo del resto de las Amazonas. Convencida de que derrotando al dios de la guerra el conflicto se terminaría inmediatamente, convence a su nuevo aliado de llevarla hasta donde los combates sean más intensos, según las leyendas la señal inequívoca de la presencia de Ares. La primera justiciera: La historia de Mujer Maravilla es técnicamente una precuela de Batman vs Superman, pero es tan independiente que por momentos hasta parece un personaje diferente. No es un error, claramente es intencional mostrar a una versión mucho más joven e inocente de Diana, alejada de esa mujer sofisticada capaz de sostener un duelo verbal con Bruce Wayne. Y deja picando la pregunta sobre qué habrá sucedido en ese siglo intermedio para que se convierta en una persona bastante más descreída de la humanidad y reticente a salir en su defensa, aunque finalmente mande al banco a Batman cuando hubo que enfrentarse a Doomsday. Fluidez y simpleza narrativa: El resto de la trama no necesita de mucho más análisis. No porque tenga grandes agujeros sino porque Mujer Maravilla sigue un camino bastante lineal desde A hasta B y todo sucede como se espera, con una simpleza que no pretende provocar sorpresas ni hacer propuestas extravagantes pero que a la vez alcanza para que -aunque dura más de dos horas- muy pocas veces pierda el ritmo. Ese ritmo se apoya principalmente en escenas de acción visualmente impactantes donde la princesa Amazona se enfrenta a grupos de soldados con abuso de la cámara lenta y sin una gota de sangre. Ya sabemos que a los estudios suele aterrarle la idea de dejar afuera de la sala a cualquier mayor de 13 años. El problema es que se siente bastante contradictorio ver a tanta gente recibir balazos y flechas, o ser atravesados por una espada, sin que quede el mínimo rastro escarlata. No es que desde ahora todas las películas de superhéroes deberían apuntar a un público adulto, pero Diana pelea cuerpo a cuerpo con una ferocidad que no parece encajar con ese enfoque atenuado que terminó recibiendo. Sola contra el mundo: Además de tener un tratamiento visual sólido, que es el mayor atractivo de la película, Gal Gadot hace muy bien su trabajo y se afirma como un personaje fuerte de la Liga de la Justicia. Sin embargo, está muy sola en esta película. Los personajes secundarios y hasta el co-protagonista son poco trascendentes para la trama. Aún más notoria es la falta de fuerza del villano, algo bastante más difícil de sobrellevar en este género. A pesar de todas estas críticas, Mujer Maravilla no es una mala producción. Es simple, es clásica, no tiene grandes fallidos y entretiene. En el fondo, lo que le juega en contra es llegar demasiado tarde a un género saturado donde ya hace falta buscar algún rasgo distintivo para poder destacar sobre el resto. En este caso explota el hecho de ser la primera heroína mujer en encabezar su propia película, algo que no es poco pero que se aborda con tibieza. Al mismo tiempo que cada escena de combate interesante tiene a alguna amazona en el centro inspirando valor al resto, no esquiva los lugares comunes (como probarse todo el catálogo de una tienda de ropa o forzar una trama romántica que desentona). En ese sentido, sólo parece cumplir la función de que nos importe un poco la suerte del co-protagonista, sin mucho éxito. No es mala la voluntad de abordar el tema con humor, si bien no acierta mucho en la forma. El universo cinematográfico de DC arrancó tropezando, aunque admitamos que lo hizo intentando hacer algo diferente que la competencia. Si esta película es muestra de lo que viene, parecen estar resignando esa idea en pos de una fórmula probada con éxito más fácil, es decir: agregando humor, achatando personajes y sacrificando personalidad. Conclusión: La Mujer Maravilla es una entretenida película de acción heróica y la más sólida hasta el momento en el DCEU. Sin embargo, no deja de ser la más simple y clásica. Sin demasiado espacio para desarrollar personajes o profundizar en la historia, todo su impacto queda en las escenas de acción.