Ya se encuentra en cartelera DC Liga de SUPERMASCOTAS, una propuesta para llevar a l@s niñ@s al cine en estas vacaciones de invierno, sobre todo si son fans de los superhéroes. El largometraje animado es dirigido por Jared Stern, escritor de las películas de LEGO. El relato comienza con un prólogo en el que reescribiendo la conocida historia, los progenitores del recién nacido Kal-El deciden enviarlo al planeta tierra para salvar su vida. En esta versión tiernamente se incluye a su cachorro Krypto para que lo acompañe en dicha travesía. Esta escena inicial nos recuerda a Hércules (1997) y su Baby pegasus. A continuación, transcurridos varios años y transitando la adultez Superman y su perro Krypto son una dupla inseparable que protege a la ciudad de Metrópolis. La paz se ve interrumpida cuando toda la Liga de la Justicia es capturada por los villanos de turno, Lex Luthor y una conejilla de indias llamada Lulu, la mente maestra detrás del plan. Al respecto es pertinente resaltar que se conforman duetos con características similares, Superman y Krypto, y Luthor con Lulu (comicamente ambos desprovistos de pelo). Al ir al rescate Krypto se percata que misteriosamente está desprovisto de sus poderes. Por ende, para salvar a Metrópolis y La Liga de la Justicia, él tendrá que aprender a ser humilde y a trabajar en equipo junto a un variado grupo de mascotas del refugio de adopción, que ahora poseen distintos poderes: Ace un sabueso, una tortuga, una cerdita y una ardilla. La idea del relato enlaza bien las conexiones con la historia previa de Superman y posee cierta lógica, pero en cuanto a sus resoluciones es algo simplista. La duración del filme no es en sí misma un problema, sí lo es su lento y monótono ritmo, sobre todo considerando que apunta a un público infantil. Incluso, dilata innecesariamente su desenlace. Quizás le hubiese favorecido menos diálogos y más acción de las mascotas junto a los respectivos superhéroes. Asimismo, si bien los chistes son efectivos, son mejor comprendidos por los adultos. Sin embargo, al finalizar le pregunté a mi "sobri" y dijo que le gustó.
Este jueves se estrena UNA VILLA EN LA TOSCANA , protagonizada por Liam Neeson, Micheál Richardson (hijo en la vida real de Liam y la actriz Natasha Richardson quien lamentablemente falleció en el 2009), Valeria Bilello y Lindsay Duncan. Este cálido filme narra la historia de Jack (Micheál) y su padre Robert (Liam) quienes se reencuentran cuando el joven está con problemas financieros y debe recurrir a su padre quien generalmente se ha mantenido ausente. Jack atraviesa una crisis de pareja, mientras que su padre quien ha sido un exitoso artista plástico se esconde en el desorden y sus amantes. Ambos no han podido superar la muerte de su respectiva esposa/madre, aquello de lo "que no se habla". El hijo necesita dinero urgentemente y su única salida es vender una casona en Toscana que ha heredado de su madre, por ende necesita de la firma de su padre también dueño de la propiedad. Juntos emprenderán un viaje de Inglaterra a la región Italiana, donde compartirán metafóricamente una travesía de mutuo y autoconocimiento. El relato escrito y dirigido por James D'Arcy -es la ópera prima del actor- dosifica de forma inteligente y paulatina la información del pasado de ambos, manteniendo la intriga del espectador y logrando un crescendo emotivo que culmina con la brillante actuación de Neeson. Además, la película ofrece un gratificante y sentido momento, en el que el sabor agridulce tiene además momentos de comedia y romance. Mientras que Robert no supo lidiar con el duelo de su esposa, Jack intenta recuperar los recuerdos de su madre. Será justamente la casa que guarda las memorias la que permita el entendimiento y reconstrucción del vínculo padre-hijo. Lo cual es metafóricamente representado por el arreglo de la casa en ruinas (esto remite al largometraje Bajo el sol de Toscana, 2003). Una villa en la Toscana nos recuerda que nunca es tarde para volver a empezar.
"Elvis, ícono cultural de lo ardiente" Con gran expectativa desde que fue anunciada su producción se recibe la película biográfica "Elvis", dirigida por Baz Luhrmann. Por Denise Pieniazek “I learned very early in life that: Without a song, the day would never end; without a song, a man ain´t got a friend; without a song, the road would never bend. So I keep singing a song.” Elvis Presley Ya se ha estrenado en los cines argentinos Elvis (2022), biopic recibida con gran entusiasmo por parte de los admiradores de la música del popularmente llamado “Rey del Rock”. En lo personal desde que me he enterado del proyecto lo he estado esperando, también porque se encuentra bajo la dirección del talentoso Baz Luhrmann, responsable de Moulin Rouge! (2001), Australia (2008), Romeo+Juliet (1996), Strictly Ballroom (1992) y The Great Gatsby (2013). El estilo del realizador está presente en dicha biopic debido al dinamismo frenético que posee, ya que al igual que Moulin Rouge!, domina la lógica rítmica del video clip. Sin dudas, es una tarea compleja realizar una película biográfica y más aún de un talento artístico y una vida tan fructífera como la del cantante, actor y performer Elvis Presley (1935-1977), quien tuvo una vida corta pero gloriosa como Aquiles, según diría la antigüedad griega. En cuanto a producciones audiovisuales previas sobre Presley se recuerdan las películas televisivas Elvis (1979, John Carpenter) en la cual el cantante es interpretado por Kurt Russell y Elvis and me (1988), como así también la miniserie televisiva Elvis (2005) protagonizada por Jonathan Rhys Meyers y el filme Elvis and Nixon (2016). Asimismo, entre los numerosos documentales se destaca y recomienda Elvis Presley: The Searcher (2018) dirigido por Thom Zimny y escrito por Alan Light. Se desea hacer hincapié en este último puesto que Elvis (2022) toma varios elementos del mismo, reiterando su línea narrativa adaptándola a través de los elementos poéticos y estéticos al género de la biopic. Incluso, fue este documental el responsable de resaltar positivamente toda la influencia que el músico recibió de la cultura afroamericana de Memphis. Al respecto se debe elogiar la obra de Luhrmann, por enaltecer varios aspectos de la personalidad de Presley, no sólo su enorme aporte a la música debido a sus innovaciones y transgresiones, sino también que dichas rupturas estaban vinculadas al contexto socio-cultural, a fin de ir en contra de la segregación racial en Estados Unidos. El relato muestra que el artista tomó elementos de distintos estilos musicales tales como el góspel y el blues, para fusionarlos con la música country, el rock and roll y hasta la ópera. Todo ello mediante varios recursos estéticos y visuales característicos del director, por ejemplo, a través de la superposición de distintos lenguajes, a manera del comic, y la dinámica del video clip. En adición, el filme representa muy bien la energía, la sensualidad y los movimientos provocativos de las interpretaciones del cantante en el escenario, evidenciando como en esta ocasión el objeto de deseo era un hombre (y no como en la mayoría de los casos una mujer), permitiendo a las mujeres de la época manifestar su deseo sexual sin culpa, alejándose de las ideas de la tradición cristiana norteamericana. En cuanto a su estructura, el largometraje es construido de forma dual. Por un lado, entre los vaivenes temporales de los inicios y el desenlace de Elvis, recorriendo entremedio toda su vida, y, por otro lado, entre la tensión de la enunciación en voz del personaje del “coronel” Tom Parker y su refutación en la mayoría de los casos mediante el significado opuesto plasmado en la pantalla. Al respecto, se remarca que aquí se observa otra faceta actoral de Tom Hanks, quien logradamente interpreta a un desagradable Parker, puesto que éste es representado como el villano del relato. Además, se destaca la caracterización física del personaje, en donde Hanks es casi irreconocible, pero con el equilibrio justo (sin excesos de prótesis como en otros casos) para que pueda notarse al actor y al personaje a la vez. Respecto al protagonista, es notable el trabajo interpretativo de Austin Butler quien le pone el cuerpo a Elvis Presley, mediante un exhaustivo y logrado trabajo vocal (incluso canta acertadamente algunas canciones como “Trouble” y “Hound Dog”) y a través de su gran desempeño coreográfico, cuyo entrenamiento estuvo supervisado por la especialista Polly Bennett. Todo el esfuerzo previo durante un exigente casting del que participó Butler durante cinco meses rindió sus frutos. Si bien en cuanto a los gestos faciales no todo es perfecto, sobre todo si se busca cierta mímesis, cabe decir que, de todas las interpretaciones ficcionales de Presley, la de Butler es la más lograda y convincente hasta el momento. Por último, el relato construye también acertadamente un crescendo, en el que Butler se asienta cada vez más en el personaje, para llegar al apogeo de la estrella a fines de los ´60 y principios de los ´70. Curiosamente uno de los datos que desliza la película es que Elvis era candidato a protagonizar junto a Barbra Streisand el remake de A Star is Born (1976), la cual finalmente fue encabezada por Kris Kristofferson. Analógicamente podemos decir que con Elvis estamos ante el nacimiento de una nueva estrella: Austin Butler, a quien apenas habíamos visto en la serie The Carrie Diaries (2013) y en Once Upon a Time in…Hollywood (2019) interpretando a Tex. En adición, igualmente brilla el vestuario diseñado por Catherine Martin (también aquí directora de arte y productora) ya que en el largometraje los atuendos son un sistema de signos fundamental. La idea del director era transmitir a Presley como un símbolo de la cultura desde su música, pero también a partir de sus looks y su estilo. Butler viste más de noventa trajes que van de la década del ´50 al ´70, en consecuencia, la indumentaria también transmite la historia del artista visualmente. Respecto al soundtrack y los cuadros musicales que se representan, este es uno de los desafíos más complejos que enfrentaba la película, recordemos que Presley grabó inmensamente 1684 canciones. La selección de temas musicales es quizás algo reiterativa ya que algunos se utilizan en varias ocasiones, pero los cuadros musicales que se realizan son tan logrados que por momentos el público se queda con ganas de más. Algunos de los cuadros que se desarrollan son “That´s all right”, “Hound Dog”, “Trouble”, “Blue Sued Shoes”, “Heartbreak Hotel”, “If I can Dream”, “Suspicious minds”, y otras tantas canciones del artista son utilizadas en un segundo plano y en ocasiones remixadas. En cuanto a las pocas, pero contundentes objeciones que tienen para hacérsele al relato se encuentran principalmente tres. En primer lugar, el poco detenimiento en la carrera cinematográfica de Elvis (quien filmó 31 películas), sobre todo hubiese sido atinado que se profundice en el primer periodo de la misma, donde se destacan obras como Love Me Tender (1956), Jailhouse Rock (1957) y King Creole (1958), la favorita de Presley. En segundo lugar, el desatinado protagonismo constante del personaje de Tom Parker y su doble presencia, debido a ser la voz over que va narrando el relato resulta por momentos algo reiterativa e incluso agobiante. Por ende, se considera que la voz de Parker tiene demasiado protagonismo, cuando el centro y eje de la acción debiera pasar principalmente por Elvis, la verdadera estrella de la cuestión, esto hace que se desbalancee un poco la narración. En tercer lugar, si bien el ritmo vertiginoso mantiene entretenido al público, por otro lado, por momentos es tan veloz que no permite detenerse más en el disfrute del protagonista. Ya sea cuando canta o en otras situaciones en donde quizás pausar para permitir la observación y el goce, hubiesen sido necesarios para alcanzar mayor conmoción. En conclusión, Elvis (2022) es una propuesta interesante, entretenida y con gran deleite tanto visual como auditivo, donde se lucen el talento tanto de los intérpretes como de su director. A pesar de no ser perfecta, es la mejor biopic de Elvis Presley que se ha hecho hasta el momento y la más completa de todas ellas, puesto que muestra todas las aristas del artista, como así también su siempre presente conciencia social.
La “divina” comedia Con gran expectativa de los fans de Marvel ha llegado a las salas de cine la película Thor: amor y trueno, protagonizada por Chris Hemsworth, Natalie Portman y Christian Bale. Por Denise Pieniazek Actualmente se encuentra en la cartelera de los cines argentinos la película perteneciente al género de superhéroes Thor: amor y trueno (Thor: Love and Thunder, 2022), la cuarta entrega de la saga que tiene como protagonista al “dios del trueno”. Recordemos brevemente que los largometrajes de Thor están basados en los comics creados en 1962 por el ilustrador Jack Kirby y escritos por los hermanos Stan Lee y Larry Lieber, los cuales a su vez estaban inspirados en la mitología nórdica. Dicha saga que pertenece al grandilocuente MCU (Marvel Cinematic Universe), es integrada por Thor (2011, Kenneth Branagh), Thor: The Dark World (2013, Alan Taylor), Thor: Ragnarok (2017, Taika Waititi). En esta última, el director ya había comenzado a imprimirle su impronta personal, lo cual será enfatizado en la cuarta y presente secuela. De este modo, el realizador se aleja cada vez más del tono sobrio de las primeras entregas y se acerca cada vez más a la comedia y la autoreferencialidad. Lo cual puede compararse a la actitud del artista Kirby, quien ha explicitado: "Hice una versión de Thor para D.C. en los años cincuenta antes de hacerlo para Marvel (…) Conocía muy bien las leyendas de Thor, pero quería modernizarlas. Sentí que podría ser algo nuevo para los cómics, tomar las viejas leyendas y modernizarlas". Lo mismo puede aplicarse a los dos filmes de Thor dirigidos por Waititi. Puesto que, Thor: Amor y trueno se centra en el nuevo Asgard, lo cual le permite en cierta forma comenzar de nuevo y desprenderse de los acontecimientos narrados previamente con Avengers, para así poder centrarse en el devenir del “dios del trueno” con un tono narrativo distinto. El largometraje comienza con un prólogo que presenta al villano de turno, Gorr (interpretado por el siempre convincente Christian Bale), quien luego de un acontecimiento trágico y al no encontrar reparo en el dios que creía, es sumido por unas fuerzas tenebrosas y al transformarse proclama que “todos los dioses morirán”. Subsiguientemente, sabremos que él irá por Thor, y el resultado será el de un logrado maligno, posiblemente debido a su componente humano y sus claras motivaciones. El héroe, luego de un viaje espiritual de autoconocimiento y la búsqueda de un nuevo rumbo frente a la falta de motivación, al enterarse de la existencia del “carnicero de dioses” formará un equipo para enfrentarlo. Por otro lado, luego de la ausencia del personaje de Jane Foster (Natalie Portman) en la obra anterior, aquí reaparecerá más empoderada que nunca encarnando a Mighty Thor, a tono con la relevancia que el género cinematográfico de superhéroes quiere darles merecidamente a las mujeres dejadas de lado por largo tiempo. Por otro lado, las características actuales de la pareja sentimental del protagonista complican las intenciones cómicas de la narración de Waititi. Foster padece un avanzado cáncer, un tema que difícilmente pueda ser tratado desde el humor, por ende, el tono lúdico y banal de la película por momentos incómoda al confrontarse con la enfermedad, a pesar del atinado gesto de realismo en su desenlace. En consecuencia, Thor: Amor y trueno carece de cohesión, lo cual le quita solidez y no permite que el espectador se entregue totalmente ante la propuesta planteada por el universo diegético, debido al contraste de la carga humorística en Thor y la solemnidad presente en Jane. La película recurre constantemente a la metadiscursividad y la comicidad para burlarse de sí misma. Sin embargo, carece de inteligencia por lo que no alcanza a realizar una parodia al género al que pertenece. Si bien algunos chistes son eficaces o poseen referencias cinéfilas, la mayoría resultan bastante básicos y fáciles, pareciendo subestimar la inteligencia del público. De igual modo, la ridiculización de Zeus, y en consecuencia a la mitología de la antigüedad griega, no termina de convencer. Después de todo, de esa clase de relatos populares proviene gran parte de la inspiración para la creación de los superhéroes contemporáneos. Paradójicamente, algo de ello manifestará incluso uno de los personajes en una de las dos secuencias post créditos que posee el filme. Respecto a la metadiscursividad, la película recurre principalmente a dos elementos por un lado una obra de teatro (tal como ya lo había hecho Waititi en Thor: Ragnarok, es decir que se produce una representación dentro de la representación misma, y por otro lado mediante el relato de Korg (personaje que posee la voz del propio director) que narra la historia como un cuento para niños. Ambos recursos aportan comicidad y momentos de distensión. Otro aspecto en el que se desea reparar es en la clara similitud estética de Thor: Amor y trueno para con las series animadas de los´80 He-Man and The Masters of the Universe (1983-1985) y su spin-off She-Ra, Princess of Power (1985-1987). Recordemos también que Kirby (dibujante de los comics de Thor) trabajó en el diseño de producción de la serie animada Thundarr the Barbarian (1980). Ya desde la campaña de marketing previo al estreno, los posters tenían similitud visual con las series animadas: la pose enaltecida de los personajes -tanto en la versión masculina (He-Man/Thor) como femenina (She-Ra/Mighty Thor)- con sus elementos de poder en una cima (al igual que los gemelos hijos de la realeza de la animación alzando su espada), el color bien ochentero en degradé del cielo al fondo, la tipografía del título o el caballo blanco que monta Valkyrie (similar al Swift Wind de She-Ra). Asimismo, en la primera escena después del prólogo en un planeta se observa un castillo de cristal rosado cuya forma torzada y en tres partes remite muchísimo al diseño escenográfico de She-Ra. Por último, la caracterización del villano Gorr es similar tanto desde su tonalidad cromática como desde el vestuario con capucha y fisionomía de cabeza calva y casi esquelética a Skeletor, el antagonista malvado de He-Man. De igual modo, pueden destacarse visualmente los usos por momentos del blanco y negro y ciertos encuadres que automáticamente homenajean a la historieta, incluso existe un comic titulado A black and white Thor story publicada en 1977. Asimismo, la atinada musicalización con principalmente éxitos de la banda musical Guns N´Roses (una vez más la conexión cultural con la década del ́80) logra enaltecer la acción tal como lo hacía en la tercera entrega de Thor con “Immigrant Song” de Led Zeppelin. En conclusión, esta cuarta entrega de Thor resulta entretenida, pero carece de unidad debido a sus irregularidades. Seguramente a lo largo del tiempo, no sea de las películas más recordadas del MCU. Finalmente, es claro debido a su desenlace y a lo que se ha observado luego de Avengers: Endgame (2019), que algunos personajes emblemáticos de la saga comienzan a despedirse y dar paso a otros más jóvenes, otorgando el mando a las nuevas generaciones para futuras explotaciones.
La venganza de los débiles Ya se estrenó en Argentina El teléfono negro, una película de terror dirigida por el prometedor Scott Derrickson y protagonizada por el siempre convincente Ethan Hawke. Por Denise Pieniazek Ha llegado a los cines argentinos el largometraje El Teléfono Negro (The Black Phone, 2021) perteneciente al género cinematográfico del terror de la mano de un experto en la cuestión, Scott Derrickson, reconocido por dirigir Sinister (2012), Deliver us from Evil (2014), The exorcism of Emily Rose (2005), Doctor Strange (2016) y el remake de The Day the Earth Stood Still (2008). El filme en cuestión está basado en el cuento homónimo de Joe Hill, hijo del reconocido escritor Stephen King, quizás por eso el relato tiene varios elementos similares a It (no sólo del texto literario sino también de sus respectivas transposiciones cinematográficas). La historia se sitúa en Denver, Estados Unidos en 1978 en donde algunos niños y adolescentes comienzan paulatinamente a desaparecer misteriosamente. Popularmente comienza a llamarse al supuesto criminal “The Grabber” (el raptor), consecuentemente, el miedo comienza a instalarse cada vez más en esa sociedad. Desde el inicio del relato se representa una comunidad en donde los adultos parecen estar ausentes o si están presentes no son de mucha ayuda por su inoperancia y a veces incluso son un obstáculo o padecimiento. Al respecto, y debido a su ambientación de época, la ficción posee puntos de contacto con la antes mencionada It (incluso aparecen un piloto amarillo y botas rojas en un día lluvioso) y la reciente serie televisiva Stranger Things. En consecuencia, los niños y adolescentes parecen ser más astutos que los mismos, o en cierta forma criarse solos, hasta mencionan películas que ven a escondidas de sus padres como Masacre de Texas/Masacre en cadena (The Texas Chain Saw Massacre, 1974) y Operación dragón (Enter the Dragon, 1973). El universo juvenil que plantea el relato es muy hostil, los estudiantes son muy violentos entre sí (esto es explicitado visualmente) y practican constantemente el Bullying. Al respecto el protagonista, Finney (Mason Thames), padece un doble abuso primero en su casa frente a su padre alcohólico y violento, y luego en la escuela por parte de algunos de sus compañeros. Sin embargo, es un niño muy listo e ingenioso, su mayor apoyo es el de su valiente e intuitiva hermana Gwen (interpretada carismaticamente por Madeleine McGraw), quien posteriormente sabremos ha heredado un don premonitorio sobrenatural de su madre. La figura maternal está ausente en esta familia, puesto que ella se ha suicidado años atrás, al parecer a eso se debe la inestabilidad emocional de su viudo. El raptor -personificado convincentemente por Ethan Hawke- se vuelve cada vez más insaciable, y llega el turno del protagonista de ser capturado. A partir de allí la narración, que desde el inicio posee un excelente manejo del suspenso y la intriga, agrega el elemento sobrenatural. Finney es encerrado en un sótano que sólo posee un colchón, un retrete y un teléfono negro que según el secuestrador no funciona. Sin embargo, y hete aquí el elemento fantástico, a través del teléfono Finney escuchará a las víctimas anteriores del criminal. Entonces, si uno creía inicialmente que el teléfono estaría vinculado al sadismo del raptor, se llevará una sorpresa. Al respecto mediante su lograda dirección Derrickson logra inesperadamente que “saltemos” de la butaca en dos oportunidades. En El Teléfono Negro se observan algunos de los estilemas del realizador tales como el protagonismo de los niños/adolescentes en la acción, perversos villanos que ocultan su rostro tras peculiares máscaras y la presencia de lo pagano o religioso. Asimismo, la película construye una lograda ambientación y clima de época, cuyo mérito compartido es del diseño de producción de Patti Podesta (también directora de arte de Memento, 2000). Una de las pocas cuestiones que puede objetarse a la obra es quizás algunos cabos sueltos, principalmente ante el testimonio de una niña nos preguntamos ¿por qué la policía no siguió la pista de la camioneta negra? Ya hemos dicho antes que el largometraje posee una fuerte crítica a los adultos y la institución familiar, esbozando su mediocridad, inutilidad o incluso sus almas quebradas. Sin embargo, a pesar de este pequeño detalle que puede hacer tambalear la lógica si nos ponemos detallistas, la película dosifica muy bien la información, maneja con ritmo la incertidumbre y es sólida narrativamente. En conclusión, se destacan la performance de niña belicosa de Gwen, quien posee astucia y mucho feminist power, como también la potencia del clímax y su emotivo desenlace. La resolución del relato recurre a uno de los principios básicos del cine, el espectador audiovisual trabaja por acumulación. De este modo, Finney tomará lo mejor de cada niño que lo precedió para intentar vencer al raptor, evidenciando un acertado desarrollo del personaje. El joven protagonista ya no será el mismo después de permanecer secuestrado en ese sótano, que metafóricamente puede compararse el infierno… ¿Logrará Finney su resurrección ascendiendo hacia la superficie? Pues, tendrán que ver la película para saberlo.
El dibujante, su esposa, el vecino y el gurú Ya se estrenó en Argentina la nueva película de Santiago Mitre, Pequeña flor, una coproducción entre Argentina, Francia, Bélgica y España. Luego de su estreno en la ceremonia de apertura de la 23º edición del BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), tiene su estreno comercial Pequeña Flor (Petite fleur, 2022), dirigida por Santiago Mitre reconocido por sus largometrajes El estudiante (2011), La patota (2015) y La cordillera (2017). En esta ocasión el guión fue escrito por Mitre junto a Mariano Llinás, como en tantas otras ocasiones, y está basado en la novela de Iosi Havilio titulada Petite fleur jamais ne meurt (Pequeña flor nunca muere) publicada en 2017. En consecuencia, la transposición narra la historia del matrimonio compuesto por un hombre argentino José (Daniel Hendler) y una mujer francesa Lucie (Vimala Pons), quienes se han mudado a Francia hace algunos años. El filme comienza con el nacimiento del parto de la hija de ambos -en donde una voz over que luego sabremos a quien pertenece y que funciona como el narrador- marca la diferencia entre el rol paterno y el rol materno durante el nacimiento. De este modo al comienzo se representa un rol “pasivo” del padre y la función activa y sacrificada de la madre. Sin embargo, posteriormente cuando José es despedido de su empleo como dibujante, Lucie consigue trabajo y los roles familiares se invierten, ahora será José quien deberá quedarse en la casa y ocuparse de cuidar a su hija Antonia. Mientras antes se mostraba cómo Antonia no disfrutaba la comida de su madre y a su vez como Lucie padecía cuidarla, José tendrá éxito recíproco en dicha tarea. A partir de allí, comenzarán los problemas de pareja, incluida la falta de comunicación la cual es enfatizada en el filme porque José (el extranjero) a pesar de vivir allí parece negarse a aprender francés, y a su vez Lucie dice “las cosas importantes”. El largometraje narra todas estas discusiones de pareja con un tono acerado de sarcasmo que produce gracia en el espectador. Dicha poética será enfatizada por el “humor negro” que se desatará a partir de la propuesta original del relato: inesperadamente José matará a su vecino Jean-Claude, un detestable snob -y fanático de la música de Jazz, de allí proviene el título del filme-, una y otra vez encontrando placer en el asunto. Este elemento es el más acertado del filme, es una buena idea pero que lamentablemente según avance la acción perderá potencia. En paralelo Lucie, quien también padece cierto vacío o falta de conexión con José, acude a un peculiar psicoanalista cuyo grupo terapéutico funciona como una especie de secta y éste como un “gurú espiritual”. En consecuencia, a pesar de que se reconoce que el relato esboza planteos inquietantes y cuestionadores sobre la rutina, las relaciones de pareja y la llegada a la misma de los hijos, sin embargo, carece de conmoción y lamentablemente en su desenlace parece desdibujarse no produciendo asombro en el público, resultando algo monótono. En conclusión, se valora la intención de la obra con una propuesta distinta a través de un peculiar humor irónico, una poética crítica a los roles tradicionales y las verosímiles actuaciones de sus intérpretes para una representación que es universal, puesto que podría situarse y producir identificación en cualquier tiempo y espacio. Por Denise Pieniazek Ficha Técnica Origen: Argentina/Francia/ Bélgica/ España. Año: 2022. Dirección: Santiago Mitre. Guión: Santiago Mitre y Mariano Llinás basado en la novela de Iosi Havilio. Elenco: Daniel Hendler, Vimala Pons, Sergi López, Melvil Poupaud, Françoise Lebrun, Éric Caravaca, Hervé Vilard, Amapola Golzman, Calypso Roure, Jean-Luc Piraux. Dirección de Arte: Pierre-François Limbosch . Dirección de Fotografía: Javier Julia. Montaje: Andres P. Estrada, Alejo Moguillansky. Música: Gabriel Chwojnik. Producción: Didar Domehri y Agustina Llambi-Campbell. Duración: 98 minutos. Fecha Estreno en Argentina: 23/6/2022. Distribución: Maco Cine.
El origen del guardián espacial Luego de cuatro largometrajes de Toy Story y algunas producciones televisivas, ha llegado a las salas de cine Lightyear (2022). La propuesta inicia sobreimprimiendo la frase “En 1995 Andy recibió un juguete de su película favorita… Ésta es esa película”. De este modo metadiscursivo el relato anuncia que se trata de una especie de precuela (o más precisamente un spin-off) que narra la historia de origen del personaje de Buzz Lightyear. La presente película animada, dirigida por Angus MacLane, aquel de Buscando a Dory (2016) y el corto Toy Story de Terror (2013), quien escribió el guión junto a Matthew Aldrich (Coco, 2017) y Jason Headley (Unidos, 2020), se enmarca dentro del género de la ciencia ficción. Después de un infortunio tras intentar explorar un planeta desconocido rico en recursos, Lightyear (con la voz de Chris Evans), su comandante y amiga Alisha Hawthorne (Uzo Aduba) y toda la tripulación quedan varados allí a 4.2 millones de años luz de la Tierra. Tras sentirse responsable por lo ocurrido, Lightyear emprende viajes experimentales con el fin de alcanzar más velocidad para poder retornar al planeta de origen. El problema es que al realizar los viajes se produce una “dilatación temporal”, por ende, mientras el tiempo de Buzz se ralentiza cuando viaja, el tiempo del resto sigue transcurriendo. Como resultado, el protagonista debe enfrentarse a la soledad y la pérdida de sus afectos. En dicho sentido, la película ofrece momentos emotivos y subraya el carácter humano de Lightyear (por ello no era imprescindible recurrir a la voz de Tim Allen), pues ya no estamos frente a un juguete “ególatra” sino ante un astronauta que debe enfrentar problemas reales y existenciales. En este viaje de autoconocimiento, el héroe se tornará vulnerable y aprenderá lo que siempre le costó, trabajar en equipo. Esta cuestión es la moraleja principal que desea transmitir la obra, porque “lograr grandes cosas requiere de la colaboración de numerosas personas: se trata realmente de un trabajo en equipo”, al igual que la dedicación en grupo que implica la realización de una película. El colectivo está conformado por “marginados” e incluye a una ex convicta, pero también será de la partida Sox, un adorable gato-robot. Este personaje, como se suele decir popularmente, se roba la película, puesto que es un eficaz comic relief con la mezcla justa de simpatía y ternura. Quienes estén esperando un producto similar a Toy Story (1995) no estarán del todo conformes porque este relato acertadamente se desprende de sus predecesoras, contando una nueva historia que poco tiene que ver con la anterior. Solo recurre lo justo y necesario a Toy Story (dirigida por John Lasseter, quien escribió el guión original junto con Pete Docter y Andrew Stanton) y sobre todo tiene guiños para con Toy Story 2 (1999) y el villano Zurg (Josh Brolin), además del latiguillo “to infinity and beyond” (“al infinito y más allá”), que aquí más que carga cómica posee un tono emotivo, incluso hay un plano que remite metafóricamente a los dedos de la obra pictórica de Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina. También hay algunos elementos que remiten a clásicos intergalácticos de la cultura popular como Star Wars y Star Trek y a las viejas consolas de video juegos (al respecto hay un chiste atinado orientado a los adultos -quizás ya padres- que verán el film). La animación incluye con austeridad varias cuestiones explotadas por el cine mainstream actual, elementos cercanos al multiverso, los problemas temporales y las aventuras galácticas. Además, a tono con la “corrección política” actual, esa que Disney pretende homologar de forma superflua en todas sus producciones, la representación en Lightyear de la homosexualidad, a través de una pareja de lesbianas integrada por Alisha (una comandante de ascendencia afroamericana) y su esposa (con rasgos “exóticos”), no resulta forzada. En esta ocasión se reconoce que el gesto, a pesar del cliché y la saturación de la superposición de minorías sociales, las sexuales o las étnicas, tiene la osadía de incluir un beso en una producción ATP y mostrar una familia diversa compuesta por dos madres y un hijo, otorgando un mensaje de inclusión social. Dicha escena fue reincorporada tras el escándalo mediático, cuando los empleados de Pixar presentaron una carta criticando a la compañía por censurar el “afecto abiertamente homosexual”, misiva cuyo origen fue el intento fallido de Disney de eliminarla del film. Sin embargo, lamentablemente el estreno de Lightyear fue prohibido en algunos países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Líbano, Egipto, Jordania, Malasia, Indonesia, China, Kuwait, Omar, Qatar y Bahréin. Finalmente, la narración ofrece un buen equilibrio entre los momentos emotivos y la comicidad, aunque por momentos el desarrollo de la acción se ve entorpecido por abusar del recurso de colocarle dificultades constantes al protagonista, lo cual se torna algo reiterativo. En conclusión, a pesar de este desatino, Lightyear es una propuesta muy entretenida tanto para grandes como para chicos que resulta más graciosa en su idioma original, aunque los remates no pierden su efectividad en el doblaje al español. Por último, recuerden que posee tres escenas extras post créditos, dos gags y algo que parece dejar la puerta abierta para una secuela. En suma, para los amantes del detrás de escena se recomienda ver el documental de corta duración Más Allá del Infinito: Buzz y el Viaje hacia Lightyear (2022), disponible en Disney Plus.
"La Usurpadora" Ya se encuentra en cartel la peculiar película argentina Cadáver exquisito, protagonizada por una convincente Sofía Gala Castiglione. Por Denise Pieniazek Cadáver Exquisito es el primer largometraje de ficción de la directora Lucía Vassallo -La Cárcel del Fin del Mundo, Línea 137 y Transoceánicas- cuyo guión escribió junto a Sebastián Cortés. La película narra la historia de amor entre Blanca (Nieves Villalba) y Clara (Sofía Gala Castiglione), pero tiene la particularidad de hacerlo a través de la fusión de géneros cinematográficos como el thriller psicológico y el drama, incluso cuenta con elementos residuales pero característicos del melodrama. Desde su inicio la acción plantea que la joven Clara, encuentra a su novia desvanecida en la bañera sin comprender qué ha ocurrido. En consecuencia, Blanca es hospitalizada y permanece en estado de coma. A partir de allí, el relato, que desde su inicio recurre a los vaivenes temporales, construye su estructura como una especie de rompecabezas que va dosificando la información del pasado y presente de las protagonistas poco a poco. El espectador accede a la información y su acumulación a través del punto de vista de Clara, quien intenta lidiar con la tragedia de perder a su amada. En el devenir del estatuto del personaje de Clara, tras no poder concebir la posibilidad de vivir sin su pareja, ésta se apoyará en los recuerdos, pero también en una obsesión cuyo nivel de posesión va un paso más allá, hasta llegar a una total transmutación identitaria. Recapitulando, Cadáver Exquisito es una obra cuyos ejes temáticos son el amor, la pérdida, la soledad y la muerte (ya sea de otro o del yo). En dicho sentido, resulta interesante vincular el filme al mito de la antigüedad griega sobre las “almas gemelas”. Según dicha creencia el hombre y mujer eran un solo cuerpo que conformaban un ser “andrógino”, una entidad muy poderosa, por lo cual Zeus (Dios del olimpo) decidió partirlo por la mitad con un rayo. Tras pasar por el río Leteo (el río del olvido) las almas se olvidarán y deberán volver a buscarse en la tierra, con el fin de reencontrar su otra mitad. Si bien este mito plantea el amor entendido en términos heterosexuales mientras que la película en cuestión representa una relación homosexual, el cuerpo de la no azarosamente llamada Blanca, una mujer albina y de apariencia andrógina, hace que esta relación intertextual resulte pertinente. Asimismo, el amor obsesivo de Clara (nuevamente la elección adrede del nombre) y al no poder ya poseer a Blanca, su deseo desmedido la incita a volverse ella misma en cuerpo y alma. Incluso, reflexionando sobre la cuestión del río Leteo, en la obra es de vital importancia el cuerpo sumergido en el agua. Primero el cuerpo de Blanca en la bañadera -de un baño totalmente blanco, como metáfora del linde entre la conexión de la vida y la muerte- y luego el cuerpo de Clara ya transformado en ese mismo espacio, un alma que ha olvidado su vida anterior para convertirse por completo en la identidad de su amada. Al respecto, también resulta atinado mencionar el juego constante que el relato realiza con la figura del doble femenino entre Blanca y Clara, el cual está anclado a la tradición del cine clásico. Del mismo modo, la cuestión de la blancura como metáfora de lo fantasmagórico, como aquel límite frágil entre la vida y la muerte, de aquella la presencia-ausencia. Clara irá transformando su aspecto de a poco, primero desde el vestuario oscuro, luego sus uñas y el maquillaje -donde debe destacarse el trabajo realizado por Florencia Grosso-, después su cabello, hasta llegar finalmente a las prácticas que Blanca ejercía, desde la danza Butoh al sadomasoquismo. La elección de este tipo de danza no es aleatoria, sino que se corresponde porque sus temas suelen vincularse a la identidad, el caos, la ansiedad y porque realiza críticas sobre la construcción del género y la orientación sexual, donde a través del lenguaje corporal se expresan cuestiones que exceden al lenguaje verbal, por eso es llamada “danza de descendimiento en la oscuridad”. Algo muy similar a lo que le sucede internamente al personaje de Clara, quien mientras más se aclara por fuera, más oscura se torna por dentro. Incluso cuanto más se acerca Clara a poseer la identidad de Blanca, más putrefacto y cadavérico se vuelve el cuerpo de Blanca en estado de coma. Los paralelismos que traza el filme y su tono de misterio, dan como resultado un universo diegético en el que la perversión -quizás queer- logra manifestarse y hacerse presente. Clara mediante collages de papel que realiza con fotos de Blanca, y su posterior corporeización en una entidad, termina por yuxtaponer las identidades de ambas mujeres. En conclusión, si bien pierde algo de potencia o sorpresa en su desenlace Cadáver Exquisito es una propuesta distinta dentro del cine argentino, ideal para quien decida entregarse a un relato por fuera de lo usual.
Ha llegado a las salas de cine JURASSIC WORLD DOMINION (2022) la tercera entrega de esta trilogía y segunda parte de la saga completa de Jurassic Park que inició en 1993. La presente película es la clausura del universo que Steven Spielberg llevó a la pantalla grande junto al guión de David Koepp quien realizó la transposición de la novela homónima de ciencia ficción escrita por Michael Crichton. Conforme el paso del tiempo y sus nuevos largometrajes (recordemos que son seis en total) la calidad y profundidad narrativa fue cayendo cada vez más, al igual que la solidez en la verosimilitud del universo diegético. Jurassic World Dominion reúne al cast de la primera trilogía con la segunda, con el fin de brindar el "fan service" dando lugar al esperado encuentro entre el triángulo compuesto por Alan Grant (Sam Neill), Ellie Sattler (Laura Dern), Ian Malcolm (Jeff Goldblum) con el segundo triángulo del esquema de personajes integrado por Owen (Chris Pratt), Claire (interpretada por una sobreactuada Bryce Dallas Howard) y la pequeña Maise. Aunque la aparición de los personajes en escena y su interacción posee lógica, el argumento y su espectiva ejecución en pantalla deja bastante que desear. A pesar del esperado sistema de estrellas, sus primeros planos exponen con evidencia los recursos del dispositivo cinematográfico que lo único que hacen es entorpecer el relato. Del mismo modo, subraya lo evidente al realizar pausas innecesarias, por ejemplo en miradas entre los personajes, cuyo resultado es interrumpir patéticamente la acción y cortar toda posibilidad de conexión del espectador. A pesar del regreso a la dirección de Trevorrow, el devenir del relato está lleno de resoluciones forzadas constantemente. Aunque el filme se apoya en la tradicional dicotomia entre buenos y malos, en especial un villano central, y sobre los peligros que el abuso del poder y la ciencia pueden causar, la fórmula esta vez no resulta eficaz, ni siquiera como mero entretenimiento. En conclusión, sólo queda por destacar el logrado uso del CGI en los dinosaurios y el plano dentro del círculo al Rex formando el característico logotipo.
"Los hombres también lloran" Después de su reciente premiere mundial en el Festival de Cine de Cannes, ha llegado a las salas de cine argentinas Top Gun Maverick, secuela del exitoso filme protagonizado por Tom Cruise. “Algunos de nosotros tenemos grandes pistas ya construidas para nosotros. Si no tienes una, date cuenta de que es tu responsabilidad agarrar una pala y construir una para ti y para aquellos que te seguirán.” Amelia Earhart Más de treinta años después de Top Gun (1986) dirigida por Tony Scott, quien falleció en el 2012, una de las razones por las cuales el proyecto iniciado en 2010 se demoró, llega su secuela titulada Top Gun Marverick (2022). Esta nueva entrega realizada por Joseph Kosinski y protagonizada nuevamente por Tom Cruise, en uno de los roles más célebres de su carrera actoral, es dedicada a la memoria de Tony Scott. El nuevo largometraje mantiene el espíritu de Top Gun, una película que sin dudas se destacó en la década del ´80, al igual que su emblemático soundtrack, logrando quedar en el recuerdo de varias generaciones que crecieron con dicho filme, ya sea a través del cine o posteriormente mediante la televisión. Generalmente se dice que las segundas partes no son buenas, sin embargo, Top Gun Maverick (2022) es afortunadamente una excepción a dicha regla, incluso se considera que en cuanto al nivel de la acción y la intriga quizás hasta sea superadora. Esto quizás se deba en parte a su lograda actualización, la cual logra agiornar acertadamente la esencia de Top Gun. Por otro lado, la excelencia técnica de su filmación junto a las escenas rodadas especialmente para salas de cine IMAX, sin dudas hacen la diferencia en cuanto al efecto de realismo imprescindible en las escenas aéreas y de acción. Pero no es sólo cuestión de la técnica, el guión y la acertada visión actual del protagonista por parte de Tom Cruise (también productor del filme) hacen la verdadera diferencia. En Top Gun Marverick, Pete Mitchell, conocido por sus colegas como “Maverick” (Cruise)- cuya traducción al español significa disidente- continúa siendo un rebelde que se rehúsa a ascender en su carrera dentro de las fuerzas aéreas de la marina norteamericana. Todo cambia cuando es llamado por un superior (Jon Hamm), para cumplir con una misión, que dista de lo que él espera, debiendo regresar para ello a Top Gun donde deberá enfrentarse con los “fantasmas” del pasado, entre ellos el hijo de su fallecido colega Goose. La tarea de Maverick, que involucra a la OTAN, consiste en capacitar a un grupo de élite de jóvenes pilotos, cuyo target a eliminar se encuentra en una sede de complicado acceso, cuya pertenencia geopolítica no se explicita ni profundiza. Al parecer, el relato opta por no involucrarse en cuestiones políticas actuales, sino en resaltar el carácter humano y sentimental de la cuestión. La única mención que se hace al respecto es al condensar información sobre el pasado de Maverick quien ha servido en Bosnia e Irak. Es pertinente al analizar la obra, reflexionar sobre el texto-estrella de Cruise como un ícono de masculinidad heroica configurada principalmente dentro del género de acción. Tal como pronuncia dentro de la narración el personaje que interpreta convincentemente Ed Harris, Maverick es un piloto del cual “su especie está en extinción”. Esta misma idea puede trasladarse a la carrera actoral de Cruise, que es uno de los últimos héroes de acción cinematográficos de su generación, quien, con sagas de hitos de su carrera, mantiene vigente las expectativas de sus fans. En este caso, de la que ocupa la octava posición en su filmografía que actualmente data de cincuenta rodajes aproximadamente. En dicho sentido, la rebeldía constitutiva de la psicología del personaje sigue vigente, pero alcanza su madurez en paralelo con la del actor. Uno de los aciertos de Top Gun Marverick es el coherente y verosímil desarrollo del estatuto de protagonista después de treinta años. De igual modo, la participación especial de Val Kilmer repitiendo su papel de Tom “Iceman” Kazansky, ahora almirante detrás de la reasignación de Maverick, también acerca la ficción a la realidad al tener que interpretar a un hombre enfermo y, en lamentablemente, el ocaso de su carrera. La fusión de ambos estrellatos se plasmará en un abrazo entre Iceman y Maverick que conmueve cálidamente al espectador, sin caer en el fan service banal. Mientras que en Top Gun se representaba una masculinidad asociada a la rudeza, el exitismo y el heroísmo, en Top Gun Maverick la milicia es construida desde la emoción y la fraternidad. En el pasado la tradición intentaba perpetuar que “los hombres no lloran”, y mucho menos los hombres del servicio militar. En contraposición, en el presente filme no sólo todo rango de integrantes del ejército se emociona hasta las lágrimas, sino también se apela a la empatía y sensibilidad del público. Asimismo, a tono con la ideología actual la película se actualiza representando un equipo de aviadores diverso, compuesto por hombres y mujeres de distinta procedencia étnica y cultural, sin caer afortunadamente en la obviedad ni en el exceso de la falsa corrección política actual que presentan algunas producciones del mainstream. En conclusión, mediante su dinámico ritmo -tanto desde la acción como desde el montaje-, su constante emoción y energía, su acertada dosificación de la información y logrando construir dos clímax tensionales, Top Gun Maverick es una propuesta entretenida y llena de emoción que merece ser vista en la experiencia que solo una sala de cine puede enaltecer.