Wolverine: inmortal

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Sushi Industrial

Llegó “El combo del verano”. Pongamos unas piezas de samurais, otras de yakuzas, algo de manga y el resto de ninjas, y tenemos el plato de sushi ideal. ¡Ah me olvidaba! Este es un plato de un restaurante japonés atendido por estadounidenses, por lo tanto en el medio del plato viene la salchicha con mostaza: ¡Wolverine!

¿Y el gusto? Obviamente es artificial. Hay cosas que no se mezclan. James Mangold, un especialista en cocinar de todo, pero con una alarmante falta de gusto fresco, regresa a las andadas en esta secuela de la saga X Men. Sí, no se trata de la continuación del origen del personaje de Logan que vimos en 2009 con el sudafricano Gavin Hood detrás de cámaras, haciendo un video clip de secuencias ridículas, que derivaban en un película grasosa, pero entretenida. Esta vez se trata de una secuela de X Men 3: La Última Batalla, y Mangold demuestra una vez más su pretenciosa ausencia de personalidad con una película que solamente es rescatable por su secuencia inicial y una anecdótica escena post créditos...