Wolverine: inmortal

Crítica de Nicolás Viademonte - Función Agotada

El hombre de las garras de adamantium

Luego de aquella fallida experiencia en solitario que significó X-Men Orígenes: Wolverine (X-Men Origins: Wolverine), Logan ha vuelto a protagonizar una nueva película en soledad y a pesar de contar con menor compañía y con un universo menos "Marveliano" que aquella su resultado es bastante más aceptable.

Wolverine: Inmortal (The Wolverine) muda a Logan a Japón para cumplirle el deseo a un viejo conocido de despedirse antes de su muerte. Allí se encontrará con la sorpresa de que el adiós no es el único deseo del millonario empresario Tashida, sino que le ofrecerá una especie de cura para su ¿preciada? inmortalidad. La disputada herencia en la familia de Tashida y la yakuza serán algunos de los problemas que deberá sortear Wolverine en este revelador viaje que lo cambiará para siempre.

Este nuevo film, dirigido por ese muy buen director todo terreno llamado James Mangold, intenta desmarcarse del estrenado en el 2009. No se parece en nada, debido a que mete a Wolverine en un mundo desconocido y a pesar de no contar con mutantes populares del universo Marvel (como Remy LeBeau o Victor Creed) a su alrededor el desarrollo es bastante más fluido e interesante que su predecesora. Wolverine: Inmortal intenta, y principalmente al comienzo lo cumple, mostrar al hombre que hay detrás del mutante de las garras de adamantium. Temporalmente se sitúa luego de los sucesos ocurridos en X-Men: La Última Batalla (X-Men: The Last Stand). Acá Logan interactúa con una cultura que le es ajena y lo encontraremos hundido en sus propios remordimientos y cicatrices, sumándose a esa onda de Hollywood de "humanizar" a los superhéroes.

Lamentablemente ese buen desarrollo del comienzo sobre la tormentosa actualidad de Logan es desperdiciado por las idas y vueltas por momentos obvias y en otros pasajes algo tiradas de los pelos, y del guión y las repetitivas pesadillas del protagonista que tornan a la historia algo predecible y aburrida. No existe a lo largo de sus más de dos horas una curva que genere interés en las figuras secundarias o los villanos que acompañan a Hugh Jackman, generando que todo el film recaiga completamente en el actor de Los Miserables.

Si bien la película entretiene (tampoco es que intenta generar mucho más que eso) y paga con varias secuencias el valor de la entrada y un buen balde de pochoclos, aún el cine no ha podido realizar una obra que esté a la altura de ese gran personaje que es Wolverine. Por momentos pareciera ser que la idea de Marvel es la de conseguir en este film solamente una "antesala conectora" de este mundillo con el que ofrecerá X-Men: Days of Future Past. Su (muy buena) secuencia de fin de créditos no hace más que fortalecer esa idea, aunque lamentablemente deja cierto sinsabor por una nueva oportunidad desperdiciada.

Más allá de lo que sea en los comics, Logan/Wolverine se desmarca de la franquicia mutante gracias al inmenso Hugh Jackman e incluso Wolverine: Inmortal funciona en mayor parte por su muy buen trabajo detrás del mutante. Si bien Magneto podría ser el personaje más rico de X-Men, hay que valorar que nuevamente el actor australiano debe remar bastante solo para que la obra no naufrague en una propuesta fría y sin sangre.