Wolverine: inmortal

Crítica de Cecilia Martinez - A Sala Llena

Amado Inmortal

La inmortalidad no es moco de pavo. Una cualidad, a simple vista codiciada por muchos, puede ser una terrible carga para quien la soporta desde hace siglos. Como los vampiros, atrapados para siempre en su cuerpo y en su eterna juventud, Wolverine tiene la capacidad de la auto-sanación, la imposibilidad de envejecer y, por ende, de morir.

Nuestro héroe mutante es inmortal pero alguien ha descubierto la cura, el método para otorgarle finitud a su vida, para darle lo que todos tenemos pero no todos queremos, una vida común y corriente: enamorarse, tener hijos, trabajar, envejecer, morir. ¿Quién podría rechazar semejante oferta? A pesar del sufrimiento perenne, de ver morir a quienes ama, de una existencia vana, Wolverine no está dispuesto a entregar el don que lo hace tan especial, acaso en busca de esa muerte honorable que tanto se merece. No importa cuán tentadora resulte la oferta de mortalidad ni cuán miserable sea la vida de nuestro protagonista, deshacerse del don no es una opción...