Surveillance

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Carretera Perdida (o el juego de las diferencias)

Ciertas cosas se llevan en la sangre. Así como a Nick Cassavetes o Angelica y Danny Huston se les dio por dirigir alguna vez en la vida, con resultados que se alejan bastante de la calidad cinematográfica de sus progenitores, otros como Sofía Coppola, han logrado incluso superarlos, al menos, si comparamos los últimos trabajos de ella con los de Francis Ford.

El caso Lynch se acerca un poco a este último, pero un poco más equilibrado… parecido, pero a la vez con voz propia.

Jennifer ya había dirigido un prometedor film en 1993, Boxing Helena, con Julian Sands. En los 15 años de diferencia con su segundo largometraje, vivió una serie de eventos desafortunados, por así decirlo, de los cuáles logró “recuperarse”.

El resultado de la catarsis terapeútica parece haber sido esta más que interesante obra que mezcla el thriller psicológico con el terror psicópata o slasher con una cuota de humor negro que parece sacado de uno de los trabajos del padre.

Un guión bastante sólido con diversas influencias. Tenemos un relato a lo Rashomon: en medio de la carretera, se perpetra un crimen y se entrevista a los testigos en forma separada. A partir del relato de cada uno vemos una serie de flahsback intercalados, que no concuerdan literalmente con lo que cada testigo le dice a los policías y agentes del FBI.

Lentamente, pero siempre manteniendo la tensión, a medida que conocemos que ninguno de ellos es precisamente un santo (en realidad, la niña sí, pero su familia no), nos enteramos que fue precisamente lo que sucedió en “aquella” carretera… que está tan perdida como la que el padre filmara 15 años atrás con Bill Pullman (que en esta película interpreta a un peculiar agente del FBI).

Drogas, alcohol y morbo se mezclan en un relato bastante atrapante e hipnotizante, que si bien no contiene los giros oníricos y surrealistas que caracterizan la filmografía de David Lynch, sí conservan el clima y algunas características de los personajes del mundo Lynchiano: policías torpes, ignorantes, borrachos y corruptos, agentes que parecen extraterrestres, traficantes de drogas perversos y rubias sensuales. Tampoco falta cierta fascinación por el voyerismo y el lesbianismo, otros elementos muy propios del padre.

Aún así, la película se aleja mucho de ser una película David Lynch. No sería muy alejado decir que se parece más a una obra de Rob Zombie en realidad.

Como sucede con las películas del padre, no todo es lo que parece, y sí los personajes nos resultan repulsivos, no es casual.

Por la elección del paraje y de los policías que protagonizan la historia (así como de la comisaría) bien podríamos hablar de Survelliance como piloto de la tercera temporada de Twin Peaks, probablemente.

Rodeada con un elenco que intercala nombres desconocidos con algunos que resultan de culto, se destacan el extraño pero magnífico Bill Pullman, en un personaje a la altura del protagonista de Carretera Perdida. En la misma frecuencia se festeja el postergado regreso de Julia Ormond a la pantalla grande, en un rol austero, pero a la vez sorprendente. Extrañas pero acertadas son las elecciones de dos comediantes televisivos de primer nivel como French Stewart (acaso su mejor interpretación desde 3rd From the Sun) o Cheri Oteri (veterana de Saturday Night Live). Y siempre es un placer volver a ver a Michael Ironside, especialmente si no interpreta al villano de turno.

Si bien no estamos hablando de una película que los va a dejar desconcertados (al contrario abundan bastantes sobreexplicaciones) ni desubicados de cualquier lógica, esta segunda obra de la hija de David, es una pequeña gema del suspenso, con excelentes climas, que los amantes del cine de terror van a saber apreciar. Y los fanáticos de David Lynch, van a tener que conformarse con escucharlo cantar mientras pasan los créditos.