Llega a los cines el Bellochio menos Bellochio en una propuesta convencional, que pese a esto logra conmover con la historia de un hombre que tuvo que sortear obstáculos y, principalmente, la ausencia de su madre en todas las etapas de su vida. La música y la política como subtema atravesando la narración, logradas actuaciones aunque se extraña, todo el tiempo, a ese director que juega con el soporte y que invita a la expectación activa constantemente.
Tal vez por lo cercana. Tal vez por lo urgente. O tal vez porque la identificación con alguno de los personajes es inevitable, es que esta nueva propuesta de Alex De la Iglesia sea, en el fondo, tan dolorosa como entretenida. Un fragmento de la sociedad ejemplificada en este grupo humano que debe decidir entre la salvación individual o grupal, el trabajar en equipo o aislarse en medio del aislamiento forzado. Gran reflexión sobre la vida actual que no deja indiferente a nadie.
María Aparicio es una realizadora que con apenas 24 años y una película logró obtener premios en Festivales como el BAFICI por su contundente trabajo “Las Calles”, una película que habla de la identidad en medio de un proceso cívico en la Patagonia. Ya desde la elección temática como el registrar las imágenes en la remota Puerto Pirámides, Chubut, son el adicional de una película que busca transgredir sus límites para reflexionar sobre cómo el accionar de un grupo de personas, desde lo particular, pudo generar un cambio global. El desarrollo narrativo de la propuesta es particular, porque en vez de quedarse con el plasmado de la actividad previa a la elección y posterior, Aparicio intentó darle otra forma, jugando con el límite entre la ficción y el documental, y tratando que el abismo que muchas veces separa este tipo de expresiones se una en una sola historia. La cámara, además, y la decisión de la ubicación de la misma ofrece otra posibilidad expresiva relacionada a cómo se cuenta la cronología que terminó con la concreción del proceso y el bautismo de las calles. En “Las Calles” por un lado vamos a conocer a un grupo de adultos recreado con intérpretes de la talla de Eva Bianco o Mara Santucho, grandes actrices que hacen de la naturalidad escuela, pero también por actores nóveles o no actores que plasmaran el proyecto educativo de la escuela secundaria del lugar y que terminó en ley sancionada por el municipio como “Poniéndoles nombre a las calles de mi pueblo”. Ese proceso, largo, llevó más de cinco años y finalizó con la votación popular en el año 2010, también recreada en “Las Calles” y que posibilitó que el transitar Puerto Pirámides sea ahora una experiencia diferente. La habilidad de Aparicio radica en provocar una reflexión sobre la libertad de elección, sobre el difícil camino para cambiar; y también sobre el impulso vital de cambiar el estado de las cosas para mejorar. Pero también se habla de las ganas con las que se tienen y pueden hacer las cosas, sabiendo que nada impide que con pasión se pueda transformar algo impensado. Allí está el fuerte de la película, y ya no importa si es ficción o si es documental. Igualmente la división se la puede percibir a partir de la clara incorporación de las entrevistas a los habitantes históricos del lugar, sondeados por los jóvenes ávidos de conocimiento y de posibilidades para nombrar las calles. Y en el registro del proceso, “Las Calles” termina por consolidar gratamente su propuesta, un recorrido que espera finalizar con el poder identificar los espacios, para, de alguna manera, recuperar una identidad negada. El film se verá los jueves de junio a las 21 horas en el Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543).
Por el solo hecho de arriesgarse, la nueva propuesta de Nacho Vigalondo merece ser vista. En el desandar los pasos de la despreciable Gloria (Anne Hathaway), una joven alcoholica que intenta tomarse un tiempo para reconstruir su vida y sus relaciones, y la misteriosa conexión que tiene con la aparición de un monstruo que azota Seúl, la narración termina por configurar una reflexión sobre la sociedad que trasciende la propuesta. Cómo somos en la vida social, cuánto tiempo nos esforzamos para caerle bien al otro, cómo construimos un personaje para relacionarnos, tan sólo algunos tópicos que maneja este logrado film, una sorpresa en la cartelera que reafirma porqué Vigalondo es un autor para prestarle atención.
Agradable sorpresa en la cartelera. La película que se estrena en el Centro Cultural Recoleta los domingos, dirigida por Macarena Albalustri comienza como un relato personalísimo de búsqueda de recuerdos para asirse a alguien que ya no está. Pero en el devenir la directora termina por construir una historia universal, apoyada por el humor que le impregna, alejándose de estereotipos y lugares comunes. El alter ego que muestra en la pantalla, que entrevista, que mira fotos, que baila y reclama a su memoria una imagen, es una de las sorpresas cinematográficas de la temporada.
Tarea difícil la de Patty Jenkins (“Monster”) superar la serie icónica de los años setenta protagonizada por Lynda Carter, tal vez una de las más recordadas en la historia de la televisión y adaptar para esta época al personaje creado por William Moulton Marston, fuente de inspiración para millones de personas. Jenkins descansa en el carisma de la nueva Mujer Maravilla, Gal Gadot (potente, sólida, enigmática), para construir un relato en medio de la primera guerra mundial sobre lucha, ideales, amor y pasión, pero también sobre identidad y búsqueda de respuestas ante lo diferente. Durante su primera parte, desarrollada en Temiscira, que pinta de forma concreta a Diana y el devenir del personaje.
De los mismos creadores de “Diario de viaje por…” en esta oportunidad llega bajo dirección de Pablo Santillán, una propuesta de resemantización de archivo para alertar sobre los peligros de seguir dañando el ecosistema, y, en particular: La Tierra. Si por momentos el mensaje es apocalíptico, es porque la urgencia de las imágenes hablan justamente de eso, de un futuro incierto para aquellos que pensamos que es posible un cambio para mejorar el entorno. No es una película, es un documental con falencias, un proyecto televisivo que llega a la pantalla grande erráticamente.
El reencuentro Duelo de estrellas. Película entrañable que bucea en el mundo femenino a partir del reencuentro de dos mujeres, en apariencia disímiles pero que terminan configurando un universo único en el que cada una retroalimentará a la otra. La estructurada partera a punto de jubilarse (Catherine Frot) terminará por ceder al encanto y desprejuicio de la recién llegada Beatrice (Catherine Deneuve) mientras ajusta sus asuntos antes de comenzar una nueva vida plagada de sorpresas. Si bien se extiende en algunos puntos reiterativos, posee una honestidad y frescura que potencian su narración.
Klaus Härö desarrolla en poco más de hora y media una bella historia sobre búsqueda, compañerismo y pasión, y que, a pesar de estar plagada de clichés, puede sortear los lugares comunes a través de la fuerza interpretativa de sus actores. En la historia de Endel, un refugiado que intenta escapar de los servicios secreto, que regresa a su pueblo para enseñar esgrima a un grupo de niños, la mayoría huérfanos, hay una metáfora de la sociedad universal y del poder del hombre de reinventarse ante la adversidad y elegir el camino correcto a pesar de todo.
Perdidos en París Fiona Gordon y Dominique Abel protagonizan, dirigen y escriben esta deliciosa comedia francesa que recupera no sólo la mejor tradición de la comedia cinematográfica mundial, sino que, potencia su historia con gags y humor físico que tan bien le hace a la pantalla. En la confusión de una mujer que vuelve a París para reencontrarse con una tía que necesita cuidados, y los imprevistos que le tocan vivir junto a un excéntrico hombre, el relato fluye y saca sonrisas en cada escena, con un halo de realismo mágico que refuerza sus premisas.