En una sombría Buenos Aires El filme reafirma la calidad interpretativa de Julieta Díaz, muestra un nuevo actor infantil destacable, Sebastián Molinaro, y un equipo de excelente nivel con una estupenda Marta Lubos. Un lugar especial para la música y la fotografía de una Buenos Aires negra, a tono con su condición de thriller psicológico. Cuando el pequeño Matías ve el estado en que quedó su madre luego de la paliza que le propinó su padre, no imagina que a partir de ese momento su vida será un viaje. Laura embarazada y con su otro hijo de la mano, inicia un itinerario por hogares de mujeres, albergues, hoteles de mala muerte, intentando huir de la violencia de género. En su caso, la pareja que la culpa de engaño y de todas las culpas posibles para la violencia injustificada. El director Diego Lerman, como en "Tan de repente", basada en un relato de César Aira, vuelve al tema del viaje, que puede cambiar la vida de los individuos para bien o para mal. THRILLER PSICOLOGICO Con un relato apretado en cuanto a la intensidad y móvil en lo que hace al plano formal, Lerman construye un thriller en el que, curiosamente, la tercera pata de la historia (el agresor) se maneja siempre en el anonimato, el fuera de campo, logrando así, una mayor fuerza en la acción. Las circunstancias y los personajes que aparecen en la historia van conformando una red alrededor de esa pareja atípica (madre e hijo) que descarta seres y lugares para ocultarse ante la implacable fuerza que los rastrea. Valioso testimonio sobre la violencia de género transmitido desde el punto de vista del niño, el filme se mantiene, como en otras películas del director ("Mientras tanto", "La mirada invisible") en una línea austera, de impecable lenguaje narrativo, claro y realista con ausencia de efectismo y golpes bajos. "Refugiado" reafirma la calidad interpretativa de Julieta Díaz ("Corazón de León"), muestra un nuevo actor infantil destacable, Sebastián Molinaro, y un equipo de excelente nivel con una estupenda Marta Lubos. Un lugar especial para la música y la fotografía de una Buenos Aires negra, a tono con su condición de thriller psicológico.
Los cambios de una vida El director logra una formidable radiografía de gente común, siguiendo las constantes mudanzas de esa madre itinerante. Austeridad en las imágenes, acotada emoción, música fijando momentos y sus queridos actores, Ethan Hawke y Patricia Arquette, impecables. El tiempo es una suerte de leit-motiv del director Richard Linklater. Sus películas "Antes del amanecer", "Antes del atardecer" y "Antes de la medianoche", así lo muestran. La sola utilización del adverbio "antes" condensa un período transcurrido que resignifica el siguiente. En "Boyhood..." el director Richard Linklater asume una idea. Si desea mostrar cómo fluye el tiempo en un niño, desde que tiene cinco hasta que cumple los dieciocho, debe dedicar trece años de su vida a la filmación y esa es la increíble tarea que asumió. Es el pasaje de la vida de Mason, protagonizado por Coltrane, tomado desde la infancia hasta la adolescencia. TRECE AÑOS Por tres o cuatro días al mes, a lo largo de trece años, se lleva a cabo el rodaje del filme. Mientras filmaba "Boyhood...", Linklater terminó y estrenó cuatro películas, largometrajes presentados entre 2003 y 2014. Antecedentes cinematográficos como el del director Franois Truffaut, durante la llamada nouvelle vague, el movimiento cinematográfico experimental francés, rescata un filme autobiográfico (como "Boyhood") llamado "Los 400 golpes" con Jean Pierre Léaud, un adolescente de catorce años, elegido en un cast multitudinario (como el que seleccionó a Coltrane), donde el personaje llamado Antoine Doinel, asume un papel muy semejante al jovencito que fuera el director Truffaut en su adolescencia y que se repite en filmes posteriores a la manera de una saga. Texas es la patria de Mason y el director Linklater. EL TIEMPO Es notable la verosimilitud que alcanza el filme de Linklater. El tiempo va tapizando rostros y situaciones, ya con los mínimos planos fuera de campo o los detalles casi circunstanciales de los chicos portando carteles de Obama, la aparición de la palabra Facebook en una conversación, o Irak en otra. Momentos mínimos que marcan épocas distintas. Durante las casi tres horas de película, se observa la constante transformación del niño adolescente, con una madre luchadora, capaz de forjarse un futuro y sobrevivir con sus hijos, reconstruyendo lazos familiares rotos (relación con la nueva familia del padre de Mason). Linklater logra una formidable radiografía de gente común, siguiendo las constantes mudanzas de esa madre itinerante. La sencillez de la estructura fílmica se rompe con momentos de diálogo profundo como ese en el que dice "Creí que había algo más" (la madre), ante la partida de los hijos a la universidad, o el deseo de Mason de ser otra cosa y no sólo un perfil de internet. Austeridad en las imágenes, acotada emoción, música fijando momentos y sus queridos actores, Ethan Hawke y Patricia Arquette, impecables como los padres de Mason. Linklater instala dos figuras adolescentes de prometedor futuro, su hija Lorelei Linklater y Ellar Coltrane, suerte de River Phoenix en la época de Facebook.
Débil comedia dramática La historia se repite una y otra vez. Los diálogos son elementales, Las situaciones se alargan o se acortan sin razón. Se abusa del histrionismo de Martín Bossi y aunque se hizo el filme tratando de que su figura tenga un rango protagónico, no se lo cuida, se lo deja repetirse. Hay un muchacho de nombre Lucas que transita el under porteño y hasta da clases de teatro. También una chica bastante bella que trabaja en marketing y gusta del teatro. Además va a las clases de este bohemio para superar algunas timideces y lo escucha con interés. Entre ellos dos se va a dar un romance y a su alrededor gira el mundo del espectáculo, de los monólogos en café concert, esos que se llaman ahora stand up y que popularizaron los norteamericanos. Antes lo hacían en Buenos Aires, Antonio Gasalla, Percivalle y Edda Díaz. LOS DIALOGOS Volviendo a la historia que casi no existe, tenemos que decir que se repite una y otra vez. Los diálogos son elementales, Las situaciones se alargan o se acortan sin razón. Se abusa del histrionismo de Martín Bossi y aunque se hizo el filme tratando de que su figura tenga un rango protagónico, no se lo cuida, se lo deja repetirse, o excederse -un ejemplo es el diálogo con María Zamarbide en la confitería- y en vez de destacarlo se acentúan sus fallas. Lamentablemente lo que se presume de comedia dramática fracasa y respecto a Martín Bossi, un excelente y esforzado actor cómico en el teatro, del que esperamos sea dirigido como lo hizo Marcos Carnevale en ‘Viudas’ (2011), reiteramos lo que dijimos en aquella critica y que da a entender lo que Bossi puede lograr con un buen director: ‘Martin Bossi se ubica en lista de espera, su travesti paraguayo atrapa y deja con las ganas de conocer una historia individual, algún melodrama con ritmo bailantero que Carnevale no se puede perder’’.
El peligro de jugar con muñecas El filme tiene todos los clichés del filme de terror con muñeca incluida. Nada nuevo. Todo previsible, pero hay cosas a favor. Su excelente director que tiene mano para hacer que uno tenga miedo y se asuste de vez en cuando. Es algo así como la parienta cercana del feo de Chucky, el muñeco maldito. Todo empieza muy parecido al inolvidable filme de Polanski ‘El bebé de Rosemary’. Estamos en los años ’70 en California y una chica rubia llamada Mia (como Mia Farrow de aquella película) casada con un médico recién recibido o en tren de recibirse, de nombre John están contentos de esperar su primer hijo en una linda casa con jardín. Hacen contacto con una pareja mayor sin hijos (perdieron uno o una hace un tiempo) que es asesinada esa misma noche por una supuesta hija adulta integrante de alguna secta. Bien. El caso es que un poco antes, el marido de Mia le regaló una muñeca de nombre Annabelle que ella siempre quiso tener. En realidad, el asunto es inexplicable, porque la cara de la muñeca es la de un monstruo bastante ridículo de ojos saltones y mejillas prominentes. SANGRE Y TERROR Lo que viene, se sabe, sangre, terror y la muñeca que hace de mediadora para que entren los demonios. Por supuesto habrá un bebé como en el filme de Polanski, en este caso una niña y una serie de situaciones bravas. ‘Annabelle’ tiene todos los clichés del filme de terror con muñeca incluida. Nada nuevo. Todo previsible, pero hay cosas a favor. Su excelente director que tiene mano para hacer que uno tenga miedo y se asuste de vez en cuando. Hay también un buen diseño de producción, lindos lugares, ropa elegante y una parejita joven que gusta, ella es Annabelle Wallis, una lánguida señorita, atractiva y un poco al borde del desmayo. El es Ward Horton y tiene cara de buen chico un poco insípido y también esta Tony Amendola como el cura imperdible con poco futuro y una morena (Alfre Woodard), que atiende la librería de la que una sospecha todo, pero luego parece ser inocente.
La decadencia de Hollywood Con una atmósfera que combina ‘¿Qué pasó con Baby Jane?’ y lo más enfermo de David Lynch en ‘Twin Peaks’, ‘Polvo de estrellas’ mezcla amoralidad y torpeza y hasta la técnica gore para insuflar misterio y realidad al relato. Mezcla de sátira y parodia, el canadiense David Cronenberg, retoma sus viejos temas de horror y pesadilla en la "dulce y contradictoria" comunidad Hollywoodense, donde envejecer es un castigo, la competencia es feroz, aún entre los actores infantiles y todo puede ser provisorio y frágil, incluso la muerte y la resurrección. Ahí está la chica Agatha (Mia Wasikowska) con muchas ganas de formar parte de la fauna hollywoodense y su reciente conocido, el joven Jerome (Robert Pattinson), que también piensa ser actor y mientras tanto hace de chofer y organiza tours para los que quieren formar parte de la fauna top. Construcción circense de estudios en decadencia, Hollywood también es un buen referente de sueños fracasados, de hipocresías varias y de albergar sueños exagerados de fama y dinero en la personalidad de la familia Weiss. COMUNIDAD DE PLASTICO Una familia integrada por personajes ‘border’, fanáticos freudianos, niño actor adicto, madre representante ligeramente histérica. Tan histérica como Havana Segrand (Julianne Moore), que ha llegado a la decrepitud de tener más de cincuenta y agonizar en una comunidad de plástico y cirugías, donde no se puede crecer y menos madurar. A su lado, la pequeña Agatha conseguirá un puesto ‘‘para todo servicio’’ con la conflictiva Havana y y se sentirá feliz como el actor metido a chofer y guía de parques temáticos, donde la mansión de algún magnate es casi tan grande como la de una actriz que ahora bajó el escalón hacia la nada. Con una atmósfera que combina ‘¿Qué pasó con Baby Jane?’ y lo más enfermo de David Lynch en ‘Twin Peaks’, ‘Polvo de estrellas’ mezcla amoralidad y torpeza y hasta la técnica gore para insuflar misterio y realidad al relato. Un rostro especial el de la adolescente Wasikowska, con la atractiva inocencia que ya se observaba en ‘Alicia en el país de las maravillas’. Evan Bird en el astro infantil (imperdibles los enfrentamientos competitivos) es un adolescente para seguir y Julianne Moore más talentosa que nunca son parte de este filme.
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Bajo los códigos de la propia ley Entrenado en técnicas de lucha de brigadas especiales, su protagonista es un hombre en apariencia normal, que trabaja en una gran tienda y decide defender a una chica que es sometida por su pareja, un integrante de la mafia rusa. Estrena el jueves. Nuevamente a las órdenes de Antoine Fuqua, con el que ya había hecho "Día de entrenamiento", Denzel Washington es el protagonista de "El justiciero", un hombre que hace justicia con sus propias manos. "El justiciero" que se conocerá el jueves, según los que la han visto, señalan que Washington es un firme candidato a obtener su tercer Oscar por este papel, en el que hace de un indómito justiciero urbano. Para Antoine Fuqua, un director de éxito, su filme, "aspira a encontrar una masa crítica de público que permita dar continuidad a la misteriosa historia del personaje principal, McCall, un hombre que intenta pasar desapercibido hasta que las circunstancias lo empujan a descubrir que es una máquina de matar". OLVIDAR EL PASADO "El está tratando de olvidar su pasado, quiere ser hombre normal y ser uno más en la sociedad en la que vive. Creo que tiene miedo de lo que es realmente, y está esforzándose por no ser esa persona. Esto le funciona por un tiempo, hasta que una circunstancia externa lo obliga a tomar partido", comenta Denzel Washington en una entrevista con la agencia Efe. La interpretación de Washington sostiene la intensidad de un filme con un argumento tal vez algo previsible y un final cerrado, en el que el único cabo suelto es la identidad de McCall, una cuestión que a buen seguro se abordará en la secuela en la que ya se encuentra trabajando el guionista Richard Wenk. UN SIMPLE EMPLEADO ‘El justiciero’ tiene su premisa en una serie de televisión de la década de 1980 en la que el protagonista tomaba partido a favor de los indefensos y jugaba el papel de héroe, aunque el largometraje tiene su propia identidad. McCall -a cargo de Denzel Washington-, un empleado de unos almacenes, en el que se venden artículos para el hogar, entabla una relación de amistad con una joven (Chlöe Grace Moretz) que vive sometida al violento control de la mafia rusa. Tras una serie de abusos, el hombre decide ayudar a la chica cueste lo que cueste. "No hay nada de superhumano en lo que él hace. Su papel se apoya en las habilidades de lucha, en las que se entrenan los agentes de unidades especiales del gobierno", explicó Fuqua, él que añadió que en la preparación de la película se consultó a médicos, sobre lo que ocurre en algunas personas antes de vivir un hecho de violencia.
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Liviana comedia familiar Atrasa un poco con la acumulación continua de gags y la ausencia de sorpresas. Sin embargo la simpatía de los personajes, la actuación de Steve Carrell y el equipo de buenos actores salvan la historia. El filme cuenta la historia de Alexander, un chico de once años al que un día le empieza a salir todo mal. Como ya se levantó con un chicle pegado en el pelo, se lastimó con su patín y antes que vinieran inconvenientes mayores, su familia se burló de tanta desgracia, Alex pide un deseo esa madrugada, cuando se inicia su cumpleaños. Y el pedido es que su familia también tenga problemas para que reconsidere su situación. Y el deseo de Alex se cumple. Su hermano mayor tendrá un accidentado examen de conductor, su madre debe enfrentar problemas laborales y hasta su padre, que perdió el empleo ira a una ansiada entrevista de trabajo acompañado por el bebé de la familia, por no tener con quien dejarlo. Y los contratiempos no acaban. Película para toda la familia con la clásica pareja de padres ideales, cuatro hijos con todos las virtudes y defectos de chicos de esa edad, la historia se desarrolla dentro de una línea tradicional, con pocas sorpresas y acumulación de obstáculos que de una manera u otra se solucionan. AUSENCIA DE SORPRESAS El filme basado en un best seller de Judith Viorst, escrito hace cuarenta años, incorpora elementos actuales como el acoso escolar, la desocupación (padre desempleado), la diversificación de papeles (la mamá trabaja, el padre cuida al bebé) y el cambio del mercado laboral que abarca no solo los contenidos, sino las modalidades de entrevista y la condición de los empleadores (el posible empleo es una empresa de videojuegos, manejada por muchachos de veinticinco a treinta años desestructurados y capaces de no asombrarse de un postulante que llega a la cita laboral con increíble atuendo y bebé incluído). A pesar de las actualizaciones temáticas, formalmente la película de Rob Lieber atrasa un poco con la acumulación continua de gags, la anticipación del final y la ausencia de sorpresas. Sin embargo la simpatía de los personajes, la actuación de Steve Carrell (para los que gustan de él) y el equipo de buenos actores salvan una historia que sólo se propone divertir.