Una película delicada, romántica, pero no ingenua. Que tiene el enorme plus de la actuación plena de matices de Saoirse Ronan, nominada al Oscar de mejor actriz. Ella es la emigrante irlandesa que se va sola a EEUU a sufrir nostalgias terribles pero que poco a poco se adapta y enamora. Habrá un regreso a su pueblo natal y luego las grandes decisiones. Bien ambientada, con buenos actores.
Una de guerra basada en hecho reales: Libia después de Gadafi, a un año del atentado de las torres, guerrilleros toman la embajada de EEUU y un reducto de la CIA con personal contratado. La mirada sobre el conflicto es esquemática y obvia. Al director Michael Bay (transformers) lo único que le interesa es la acción que no cesa, los efectos especiales de imagen y sonido. En eso el espectador tendrá una panzada.
La cuota de terror de la semana. En este caso una chica viaja a Japón, a internarse en un bosque que circunda el monte o Fují donde la gente suele suicidarse. Allí se metió su hermana gemela y ella siente que necesita ayuda así desafía fantasmas y apariciones. Bajo presupuesto, entretenimiento moderado para amantes del género.
Se toma a la mitología egipcia, se cuenta con un gran presupuesto para efectos especiales y se agita. Se pone en conflicto a hermanos padres, tíos, todos divinos y en su mayoría blancos y algunos humanos que parecen enanos frente a las deidades coléricas, malvadas, transformables en monstruos y otras yerbas. Algunos nombres famosos, argumento elemental y festival de efectos especiales.
Guionista (Sebastián Wainraich) y director (Hernán Guerschunny) se han complementado muy bien en la historia inteligente de un matrimonio de profesionales con hijos chicos que van a disfrutar de una noche accidentada para ellos solos, con el horror de no tener tema de conversación. La ciudad agresiva, las mentiras para impresionar, las cobardías de vuelo bajo. Quizás resulta un poco rígido el registro de actuación de Wainraich. Pero solo es un detalle para una disfrutable romántica con toques tristeza y melancolía.
Nicolás Grosso es el director y guionista. Es interesante lo que provoca la llegada de un hombre, ausente de un pueblo por seis años, cuando regresa para ser juzgado por el supuesto asesinato de sus padres. Con final abierto y tensión, violencias y sospechas.
Un documental de Pino Solanas, donde él rescata las conversaciones que con Octavio Getino tuvieron con Perón en Puerta de Hierro. Una muy personal interpretación de lo que el peronismo nos dejó y su destino. Curiosa, con material inédito y autorreferencial.
Un film fascinante. Dedicado a las desaparecidas culturas del Amazonas, pero con un vuelo talentoso y único, del director Ciro Guerra. El transforma a esta película es un trabajo distinto, personal, bello y enigmático. Filmada en blanco y negro (única opción del director ante los 50 matices del verde que reconocen los pueblos originarios) es un alegato, pero también una búsqueda de la belleza y el encuentro con la locura. No se la pierda.
Dirigida por Tom Hooper (“El discurso del rey”) cuenta la historia del pintor Einar Wegener que es el primer caso de alguien que se opera para cambiar de sexo. Eddie Redmayne cumple aquí un rol lleno de matices en un hombre que descubre su identidad sexual y debe aprehender a ser mujer. Visualmente muy atractiva, contenida, con un gran trabajo del protagonista y Alicia Vikander.
Una historia real, un film lineal y políticamente correcto, protagonizado por Will Smith. Quizás no tenga la carga de emoción de otros films de su tipo, pero es digno y sorprendente. Un medico patólogo, inmigrante de Nigeria, se enfrenta nada menos que a la poderosa liga nacional del fútbol americano. Descubre que esos constantes golpes en la cabeza de los jugadores los empuja en muchos casos a la locura y el suicidio. Perseguido, rehabilitado, todo se tapa y ese deporte sigue sembrando victimas.