Con un guion lamentable y con ideas narrativas que brillan por su ausencia, este reboot de Los Ángeles de Charlie queda en el debe total y la convierten en una de las peores películas del año. “Los Ángeles de Charlie” supo ser una serie de TV que tuvo su época de esplendor desde mediados de los 70 hasta los primeros años de los 80. Usando los elementos más clásicos de las películas como James Bond y combinándolos con la moda y la seducción, este grupo supo ganarse miles de adeptos a lo largo de todo el mundo y su irrupción en la cultura seriéfila fue inmediata y total a tal punto que hoy en las pantallas de Estados Unidos se sigue transmitiendo la serie. Casi 20 años después de la finalización del show televisivo, llegó a todo el mundo la película de Los Ángeles para intentar ganarse una vez más al público. Si bien esa obra, junto con su secuela de 2003, no fueron grandes películas, su propósito se cumplió y gracias a las interpretaciones de Drew Barrimore, Lucy Liu y Cameron Díaz el público reaccionó de la mejor manera y pudo acercarse, de una manera bastante fiel, a lo que fue la serie original. Pero como Hollywood sigue haciendo de las suyas, ahora le llegó el turno de tener a ésta saga un nuevo re-lanzamiento cinematográfico del trío femenino de espías más conocido de la cultura popular a manos de Elizabeth Banks, quien escribe, dirige y co-protagoniza el film. En esta oportunidad, Los Ángeles de Charlie (Charlie´s Angels) se encargará de contar cómo se conoce el nuevo trío de protagonistas, en contrapunto de cómo fue siempre enfocado el grupo. En éste trío ya hay dos miembros que trabajan juntas: Sabina (Kristen Stewart) y Jane (Ella Baliska). Ambas trabajan para la corporación Townsend, una empresa que se dedica a resolver crímenes utilizando métodos poco ortodoxos. Esta compañía está liderada por el enigmático Charlie, quién sólo se comunica por mensajes de voz pero que a lo largo de todo el mundo, las diferentes “sucursales” de la empresa están sub-dirigidas por un Bosley. Nuestro dúo protagonista entrará en juego cuando la vida de Elena (Naomi Scott), una ingeniera que está diseñando un prototipo de inteligencia artificial que puede controlar múltiples sistemas tecnológicos, se ponga en peligro. Con Elena en pleno riesgo, Sabina y Jane deberán lidiar con sus diferencias y junto con su Bosley (Elizabeth Banks) proteger a Elena y porqué no, prepararla para que se convierta en un Ángel. Este re-lanzamiento de Los Ángeles de Charlie está muy lejos de ser y provocar lo que la serie de TV o incluso las películas del 2000 supieron lograr. El principal motivo por el que la película hace agua desde el arranque, literalmente, es por la pobre escritura de un guion que no sólo se basa en los lugares comunes sino que también se abusa de querer transmitir un mensaje, bastante claro, pero que sólo tiene a representarlo de la manera más superficial que se le pueda imaginar. La película deambula en su totalidad por diferentes locaciones sin ningún tipo de sentido argumental o narrativo, es la típica producción que sirve más como gacetilla de viajes que cómo obra que quiere contar una historia. El montaje es realmente vergonzoso a tal punto que en los cortes de plano se ven las discontinuidades temporales, sin contar claro los cortes sin sentido que sólo funcionan, a priori, para las escenas de acción pero que sólo están de relleno y que en ninguno de esos momentos se logran distinguir que sucede, a quienes le suceden o cómo suceden. El argumento y cómo es llevado a cabo puede analizarse desde dos aspectos: Principalmente hay que decir que la trama general no es nada novedosa, de hecho bastante se asemeja a la primera película de McG del 2000. Por los lugares por donde transita, personajes complementarios y vestuarios incluidos. Básicamente la trama y su resolución, plot twist (previsibles) mediante, son extrañamente similares. Por otro lado y a pesar de todo esto, la película no se torna aburrida y si bien es pasajera, olvidable y superficial, es entretenida al fin. Quizás el error más grave en esta obra no tenga que ver con lo argumental o con los caminos por donde transita la historia, sino con algo que es incluso más palpable o perceptible que algo analizable. Ese algo es la química entre las protagonistas, un elemento clave que acá se ve ausente en todo momento y por más escenas que pretendan ser conmovedoras y quieran hacer ver que hay algún tipo de lazo entre personajes, dicho vínculo es inexistente. Esa sensación merece la pena ser mencionada ya que uno de los grandes aciertos de las películas anteriores era la gran química que había entre las actrices y realmente parecía que eran “hermanas”, algo que está película quiere transmitir desde el discurso pero que en los hechos queda muy lejos. Otro motivo, de menor valía pero igual de importante, es el hecho de querer transformar algo “local”, pequeño y secreto a todo lo contrario. Las actuaciones se ven perjudicadas por el guion y a pesar de contar con un elenco de actrices con buenos pergaminos, nadie en toda la película puede concretar un trabajo concreto como para ser destacable. Quizás, por una cuestión más de ganas que de trabajo concreto, Naomi Scott sea quién más intenta salvar la producción. A ella se la nota comprometida con la causa e incluso hasta “sobre comprometida” porque esa intensidad que demuestra a veces le juega en contra. Las otras dos actrices principales se muestran más sobrias en su labor pero menos comprometidas con la causa. Ni siquiera la propia Elizabeth Banks logra transponer sus ganas para tener un personaje concreto y sin fisuras. Este re-lanzamiento de Los Ángeles de Charlie está muy lejos de ser una fiel representación de la idea original de la serie y a su vez también es un muy floja película per se. Un guion mediocre, actuaciones que no están a la altura y un subtexto claro y con fuerza pero superficial son las principales fallas de una película que hace agua por todos lados.
Huérfanos de Brooklyn logra ser una gran película que, para los más veteranos será un viaje nostálgico instantáneo y para los más novatos una muestra de que el cine no se reduce en dos o tres géneros, que hay algo más allá y que en ésta oportunidad Edward Norton lo hizo de muy buena manera. Huérfanos de Brooklyn (Motherless Brooklyn, 2019) es una película que cuenta la vida de Lionel Esrrog (Edward Norton), un detective privado que parece bastante inocente y que posee tics y cuanto trastorno obsesivo compulsivo se les ocurra, que se encuentra con la repentina muerte de su jefe, mentor y mejor amigo mientras investigaba un caso. Como quién no quiere la cosa, Lionel empezará a investigar que fue lo que produjo que su viejo amigo sea asesinado a sangre fría y empezará a notar algunos cabos sueltos en su muerte. Eso hará que Lionel termine involucrado en el mismo caso que su jefe pero con mucho más peligro ya que se paso a paso se irá relacionando con los diferentes involucrados en la investigación y hará que su nombre empiece a escucharse cada vez más desde el bajo mundo hasta la Alcaldía de Brooklyn. Quizás el mejor acierto que tenga esta segunda cinta dirigida por Norton es que se la juega por “revivir” un tipo de película que cada vez se ve menos y que los diferentes estudios ya casi que no apuestan a tener. En una época en donde las historias de terror, las películas de superhéroes y las comedias (en mayor medida olvidables) abarcan un gran porcentaje de la cantidad de salas disponibles, Huérfanos de Brooklyn es una bocanada de aire fresco para el público y sobre todo una óptima chance para rememorar un género que parecía haberse acabado hace años atrás. Con un guion escrito por el propio Norton pero basado en una novela escrita por Jonathan Lethem, la película logra construir en sus largos 144 minutos un relato convincente, eficaz y entretenido sobre una investigación que se toma su tiempo para establecer lazos entre sus personajes, para crear una representación fidedigna de la época entre los vestuarios, música y locaciones y para generar suspenso e intriga de una forma mucho más artesanal a la que estamos acostumbrados. Claro que esto puede ser perjudicial para el espectador que no está familiarizado a este tipo de obras y el ritmo cansino, la cantidad de diálogos y la falta de “acción” puede llevarlo al aburrimiento. Obviamente que la película lejos está de ser una maravilla y mucho tiene que ver algunas decisiones de guion que parecieran subestimar al espectador y algunos plot twist que sólo parecieran estar para agregarle algún condimento dramático extra. Todo el elenco logra desenvolverse de la mejor manera y eso era algo que era de esperarse por los nombres de éste. Willem Dafoe, Alec Baldwin, Gugu Mbatha-Raw y Bruce Willis, entre otros, logran explotar sus minutos en pantalla y ninguno falla. Pero claro que todos también tienen que cumplir un rol complementario para que la estrella de la cinta, Edward Norton, pueda lucirse y vaya que lo hace. La intensidad en sus interpretaciones es quizás el rasgo distintivo más notorio que posee Norton y en ésta oportunidad no pasa desapercibido. Haciendo cualquier cantidad de movimientos, gestos y comentarios su actuación logra dar una interpretación convincente de alguien que padece tantos trastornos obsesivos compulsivos desde el primer momento que aparece en escena y eso es un gran detalle que pudo haber perjudicado totalmente el filme si otro hubiera sido el protagonista. También hay que decir que dada la naturaleza propia de esa patología, la repetición de gestos y demás puede llegar a ser cansador. Huérfanos de Brooklyn llega a los cines de todo el mundo para dar una bocanada de aire fresco ante tanta repetición de géneros y películas que son segundas o terceras partes de otras. La mezcla efectiva de un filme de cine negro junto con las calidades cinematográficas modernas y un elenco que da lo mejor de sí para enaltecer a su gran protagonista.
Reflejos Siniestros cuenta con una premisa potable pero que termina tirando todo a la basura por un guion pésimo y una dirección no acorde a la trama. Reflejos Siniestros (Queen of Spades: Through the Looking Glass, 2019) es una película de terror rusa dirigida por Alexandr Domogarov Jr. y escrita, junto a él, por Masha Ogneva, Ivan Kapitonov, Nikolay Mitropolsky y Anna Nasedkina que sirve cómo una segunda entrega de una saga de tres películas que retratan un mundo espectral detrás de un espejo y que dicho universo esta gobernado por “La Reina de las Espadas”. En esta segunda entrega, conocemos a Olga (Angelina Strechina) y Artyom (Daniil Izotov), un par de hermanos que tras un trágico accidente de auto y la muerte de su madre, son mandados a un internado a las afueras de un pueblo en donde su relación se verá dañada luego del trágico accidente que sufrieron. En dicha escuela, encontrarán algunos aliados y al mismo tiempo una “rival” mucho más peligrosa de lo que se imaginaban ya que una noche, pelea de hermanos de por medio, Artyom encontrará un lugar oculto en el instituto y junto a su hermana y sus amigos terminaran invocando a un ente llamado “La Reina de las Espadas” que les proporcionará a cada uno un deseo pero que a forma de pago deberán dejar algo más que sólo suplicas, sino también quizás sus vidas. A pesar de tener posters que pueden llegar a despertar algún interés, esta película demuestra que no todo lo que brilla es oro y la cinta termina siendo un completo y total desastre. Con un guion completamente absurdo en donde los estereotipos abundan y los sustos no se dan en ningún momento, Reflejos Siniestros da la pauta de que con una fotografía lúgubre y una trama “terrorífica” no es suficiente y los trabajos de sonido, la argumentación, los trasfondos de personajes y la puesta en escena son cada vez más necesarios para que el espectador logre conectar con lo que está viendo. Todo esto brilla por su ausencia en esta obra y lo único que produce es hartazgo, ni siquiera el director puede sacarle provecho a la corta duración (83 minutos) ya que promediando la mitad de la película el impacto y la atención ya están perdidos y de ahí es muy difícil volver. La cinta ni siquiera apunta al susto fácil y mucho menos a una explotación de gore o a recursos prácticos. Lo único rescatable son cinco minutos del último cuarto de hora en donde los guionistas decidieron explorar un mundo paralelo pero tan desacertada fue su ejecución que termina quedando en el olvido inmediatamente. Ni siquiera la buena voluntad de los niños protagonistas lograr levantar un poco esta producción ya que la gran mayoría están haciendo su debut y otros tenían papeles menores en películas locales. El gran problema de cada uno de ellos es el poco desarrollo que tienen sus personajes, no hay un camino que transcurrir, no se divisan posibilidades de cambios ni nada, todo se reduce a realizar acciones porque los personajes ahí están y algo tienen que hacer. Reflejos Siniestros demuestra que el terror no es fácil de lograr, hoy por hoy con producciones como las de Ari Aster o Jordan Peele dan la pauta de que se necesita un salto creativo en el guion antes de querer asustar al público con alguna bruja o espejismo. ¿Podrá la tercera parte llegar a nuestros cines? Por las dudas no se lo pidan a la Reina de las Espadas.
Proyecto Géminis no logra establecerse como una película de acción ni de ciencia ficción. El despliegue técnico no logra ocultar las fallas críticas que tiene un guion construido con muy pocas ganas. El revolucionario director Ang Lee (Una Aventura Extraordinaria, 2012), su junta a los guionistas David Benioff (Game Of Thrones), Billy Ray (Los Juegos del Hambre) y Darren Lemke (Shazam!) para crear una película de ciencia ficción y acción en donde se experimentará un nuevo proceso creativo a la hora de filmar. La obra en cuestión llega a los cines de todo el mundo con el nombre de Proyecto Géminis (Gemini Man) y cuenta la historia de Henry Bogen (Will Smith), un asesino a sueldo que trabaja para una agencia gubernamental y que decide retirarse de su labor para poder descansar su mente. Pero dicha agencia no aceptará tan alegremente que Henry, su mejor asesino, se marche y es por eso que él deberá aliarse con los pocos efectivos con los que mantiene relación para que lo ayuden a sobrevivir a los intentos de la agencia para acabar con él. A lo largo de todo el mundo, Henry deberá mantenerse en las sombras, intentar pasar desapercibido y luchar contra él mismo, ya que un soldado genéticamente construido por la agencia aparecerá en su camino y no es nada más ni nada menos que su propio clon. Técnicamente la película es innovadora, de eso no hay duda. La implementación de tecnología HFR (High Frame Rate) se nota a simple vista y es alucinante como la nitidez de la imagen y la amplitud del cuadro se muestran de manera tan clara. Ahora bien, si dicha forma de filmar hubiese sido acompañada con un guion a la altura de las circunstancias, se podría estar hablando de una película trasgresora pero lamentablemente termina siendo todo lo contrario. A lo largo de toda la trama la cinta juega todo el tiempo a sólo causar impacto visual pero dicho impacto y al verse extremadamente detallista pierde todo tipo de lazo veraz que se pueda generar con el espectador. Por muchos pasajes del filme, éste logra asemejarse más a los famosos gameplays de los videojuegos que a una película propiamente dicha. También semejante realismo se pone en duda cuando los movimientos de cámara quieren lograr tomas impresionantes, que logra, pero que luego termina creando un panorama muy poco verídico. Siendo la premisa del filme algo mucho más que interesante, el principal problema que tiene la película es la forma por la cual quiere contarse la historia. El guion se va desinflando mientras van pasando los minutos y todo el panorama establecido, de bastante buena manera al principio, se ve arruinado cuando la película promedia su clímax y ni hablar a la hora de finalizar el tercer acto cuando directamente todo se torna demasiado poco creíble. A su vez hay algunos aspectos que sí sobresalen, por ejemplo las coreografías de acción, el despliegue de efectos especiales y las grandes vistas a las diferentes locaciones. Es una pena que a ese gran último aspecto la trama lo utilice de una manera paupérrima y que esos lugares seleccionados sólo funcionen como propaganda turística y no cómo algo relevante a la historia. El elenco está compuesto por varias estrellas. Will Smith, Clive Owen, Benedict Wong y Mary Winstead son los nombres más rutilantes y todos con grandes obras en su haber pero en ésta oportunidad ninguno puede plasmar lo mejor de sí debido al poco desarrollo de cada uno de sus personajes. Para el espectador es muy difícil lograr empatizar con ellos ya que son muy poco creíbles las cosas que dicen, las cosas que les suceden y las cosas que hacen. Quizás los únicos dos que logran destacarse un poco más que el resto son Will Smith y Clive Owen pero no porque tengan un trabajo asombroso sino porque son aquellos personajes que tienen un poco más de trasfondo y los que pueden tener un motivo para hacer las cosas. Un aspecto que hay que tocar es el hecho de la “creación” del rostro joven de Will Smith en el cuerpo del actor brasileño Victor Hugo, una rareza digital que se viene utilizando cada vez mas y de manera peligrosa se está volviendo costumbre en la industria desde aquel fatídico accidente de Paul Walker previo a Rápido y Furioso 7 (2015) en donde sus hermanos pusieron el cuerpo y con computadora su cara se vio impresa en el corte final; A pesar de que estéticamente esa técnica está bastante bien utilizada, porque básicamente se está viendo al Will Smith de 25 años, el impacto es demasiado poco creíble y cuando el personaje tiene que hablar o moverse demasiado rápido ahí la imagen no queda para nada clara. A pesar de querer ser innovadora y trasgresora, Proyecto Géminis quedará en el más profundo olvido por su limitado vuelo narrativo y por la poca invención de sus guionistas a la hora de desarrollar la historia. El enfoque casi total en destacar la nueva forma de filmar hace que se pierdan de vista los componentes claves a la hora de querer contar una historia.
Contra Lo Imposible se consolida como una de las mejores películas del año en donde su dúo protagonista y las formas para contar una historia superan al hecho en sí y logran ser trasversales a un público determinado. Bajo la dirección de James Mangold (Logan) y con guion de los hermanos Jez y John-Henry Butterorth (Edge of Tomorrow) llega a las pantallas de todo el mundo la dramatización de una de las historias que cambiaron para siempre la historia del automovilismo: la famosa carrera de las 24 horas de Lemans en 1966 cuando un grupo de ingenieros y pilotos lograron terminar con la hegemonía de victorias de Ferrari ante todas las otras compañías automotrices. La empresa que logró terminar con ese reinado fue la de Ford Motor Company gracias a un trabajo exhaustivo de ingenieros y pilotos que trabajando a contrarreloj y contra la fuerza de la empresa italiana y que ahora Mangold viene a poner en foco con Contra Lo Imposible (Ford v Ferrari). En esta película se nos presenta a Caroll Shelby (Matt Damon) un ex corredor de autos y campeón que logró imponerse en Lemans previo a que el dominio de Ferrari iniciara pero que tuvo que dejar de competir debido a diferentes problemas de salud. Un tiempo después ya establecido como ingeniero automotor y en pleno momento de victoria constante de la empresa italiana, los empresarios más importantes de Ford se dan cuenta de que en el mercado ellos deberían tener un auto compitiendo y es por eso que recurren a Shelby para que los asesore sobre cómo construir el auto perfecto para empezar a ser conocidos en todo el mundo. Luego de muchas pruebas y pocos resultados, Shelby deberá recurrir a Ken Miles (Christian Bale), un ex compañero suyo en la guerra y que al mismo tiempo es aficionado a los autos y a las carreras, para que le de una mano como mecánico y luego cómo piloto principal. Ambos deberán lidiar contra las constantes presiones de la empresa y sus estrictas reglas para crear el auto perfecto y así terminar de una vez con las victorias de Ferrari. El acierto principal de Mangold a la hora de encarar esta película era el de poder crear un relato que no sólo fuese efectivo y convincente para aquellos que son frecuentes de las carreras y de quienes le gustan los autos. Para su fortuna, su labor no podría haber sido mejor ya que ha logrado construir el reflejo de una historia que logra ser más inclusiva en cuanto al público que lo que pudo haber sido la realidad. Habiendo logrado ese primer y fundamental ítem, la película lo tiene todo; Grandes escenas de acción en donde la tensión aumenta y la adrenalina está a flor de piel, dramatismo por el desarrollo de cada uno de sus personajes, la música que ayuda a la hora de generar ambientación, la fotografía y su cinematografía que hacen de cada plano estático y de cada cuadro una belleza visual y una puesta en escena que arroja en cada toma una respuesta. Algo que también está implementado de manera brillante es el sentido que se le da al “sueño americano” muchas veces utilizado de manera equivocada y sin un contexto en donde hacer base, está película comparte ese sentimiento que tan bien logró despertar Rocky (1976) en la que se demuestra que alguien al que nadie apuesta, puede lograr vencer al más poderoso si se rodea de la gente adecuada y deja todo de si para conseguirlo. El guion no se queda atrás ya que el mismo aborda todos los frentes posibles que esta historia podía tener y así se cuida de no dejar ningún hueco argumental que pueda atentar contra la historia. A lo largo de las más de dos horas y media de duración de la cinta la intensidad nunca para y eso logra que la atención del público esté siempre presente y hasta el menos “fierrero” pueda verse representado en la pantalla. El único reproche que se le puede hacer al guion es con la poca fuerza que termina la cinta, ya que el clímax se da promediando la hora cuarenta y en el final no se vuelve a producir una emoción de la misma manera y queda con gusto a poco. Las actuaciones están al nivel de los actores protagonistas pero sobre todo Christian Bale, quién después de haber aumentado de peso para protagonizar Vice (2018) vuelve a bajar una cantidad sustancial de kilos para ponerse a tono con el personaje, pero lo bueno de su labor es que no sólo termina ahí lo que puede destacarse de él ya que con cada frase pronunciada, cada postura corporal tomada y cada mirada lanzada, Bale logra hacer una de las mejores actuaciones del año. Simpático y dramático por partes iguales, su papel pareciera ser “sencillo” de lograr pero una vez que se lo ve encarándolo es imposible poder asemejar ese personaje a otro actor. Matt Damon también logra tener una labor convincente pero en otro tipo de papel, en donde su personaje tiene muchas menos responsabilidades físicas pero si desde lo discursivo y ese rol le queda de maravilla. Haciendo de un tipo canchero y que se las sabe todas, un trabajo en el que pocas veces se lo ve, Damon puede construir un personaje que se lo puede querer y entender desde el primer plano en el que participa. El resto del elenco logra acompañar de la mejor manera; Jon Bernthal, Tracy Letts, Caitriona Balfe, Josh Lucas y Noah Jupe hacen que sus personajes, secundarios y hasta de tercera linea en algunos casos, logren darle a la obra lo necesario para que todo el tiempo sea una película que se disfruta y en ningún momento decae. A simple vista Contra Lo Imposible (2019) parecería ser una película sólo de autos, pero esa afirmación está lejos de ser verdad a tal punto que la parte del deporte podría cambiarse y aún así ser efectiva. Una propuesta sobre la amistad, los lazos, el poder de convencimiento y el famoso “sueño americano” viven en armonía con las formas de un director que hay que darle más oportunidades para que siga haciendo películas como ésta. Directo a lo mejor del año, esta película va a lograr sacar el lado más “fierrero” hasta del más reacio de los espectadores.
Scott Burns logra diagramar de muy buena manera un docudrama sobre uno de los sucesos contemporáneos que más revuelo causó en los Estados Unidos. Gracias a la gran puesta en escena, el vertiginoso montaje y a la selección de la estrella para el rol principal, ésta película logra triunfar y expandir su historia de manera efectiva. Daniel Jones supo ser un investigador del senado de los Estados Unidos que logró saltar a la fama en 2014 luego de que presentará un informe en el que se contaba como la CIA se encargaba de torturar personas en lugares de detención clandestinos con técnicas poco convencionales a quienes tenían algún tipo de vínculo con los eventos relacionados con el 11 de septiembre de 2001 y la destrucción de las Torres Gemelas. Esa investigación le llevó a Daniel casi una década de descifrar y encontrar archivos que el gobierno tenía guardados y escondidos y no conforme con eso también tuvo que lidiar con la interna política estadounidense para que nada de lo que estaban haciendo saliese a la luz. Ese trabajo finalmente fue publicado y tras verse reducido en casi una tercera parte, el informe final de más de 500 páginas sacó a relucir una conspiración que abarcaba más de un sector gubernamental y que incluso llegaba a sectores demasiado cercanos a la Casa Blanca y al despacho del Presidente. Ahora ésta historia logra tener su dramatización a manos de Scott Z. Burns en la dirección y el guion y con Adam Driver en el papel del protagonista. A manos del director estadounidense, Reporte Clasificado (The Report) se encargará de mostrar como fue la rigurosa investigación de Daniel Jones (Adam Driver) en sus primeros momentos como investigador del Senado a las órdenes de la Senadora Estadounidense Dianne Feinstein (Annete Bening). Además de descubrir todo lo que su gobierno ocultó de manera clandestina con relación a la tortura de personas, el reporte de Daniel también dará que hablar puertas a dentro de los diferentes organismos de seguridad de los Estados Unidos y empezarán a que empiecen a desconfiar de todos. The Report es un de esas películas que logran conmover al público estadounidense desde el primer momento por una cuestión coyuntural pero que puertas afuera del gran país del norte el público se encuentra bastante distante y la historia pasa a ser mucho menos relevante. Pero este no es el caso para la nueva película de Scott Burns ya que para suerte de los espectadores de todo el mundo su obra logra asemejarse a películas como The Post (2018), Vice (2018) o The Big Short (2015), películas que pueden parecernos muy ajenas y distantes pero que gracias a un despliegue técnico-artístico por encima de la media logran cautivar, entretener e informar sobre sucesos importantes que pueden parecernos desconocidos. Con un montaje que le da rapidez a un guion con abundantes diálogos, en los que se brinda muchísima información a priori desconocida, la película en ningún momento se torna aburrida y gracias a ese vértigo que se genera, la atención logra estar presente en las casi dos horas de metraje y el espectador puede sentirse involucrado en la historia. Aún así hay una repetición en elementos que hacen un poco pesado el tramite. La transición entre escenas queda muy repetitiva y las decisiones de utilizar flashbacks para crear un relato conciso y que vaya paso a paso, hasta que se termina de establecer un camino a seguir producen que al inicio del film termine confundiendo un poco. En cuanto a lo específicamente relacionado con los actores y sus desempeños, ésta no es una película en donde se pueda destacar a alguien por sobre manera porque es un filme en donde lo que prevalece es la historia y la forma de contarla y no tanto así sus interpretes. Aún así es muy valorable lo que hace Adam Driver ya que demuestra que puede interpretar cualquier papel, en cualquier género y bajo las ordenes del director que se le ponga delante. Como otros puntos altos, la participación de Jon Hamm, Maura Tierney y la ya mencionada Annette Bening logran darle al film la fuerza necesaria para que en los momentos donde el guion baja un poco en calidad narrativa, sus tareas resalten y esos pequeños baches logren ser superados. Reporte Clasificado logra cumplir con su cometido de exteriorizar una problemática muy interna norteamericana y hacerla conocida a lo largo de todo el mundo. Gracias al vértigo producido por el montaje y a la gran puesta en escena y su fotografía, el espectador tiene en su poder la posibilidad de elegir ver una película de las que no abundan y que viene bien que estén en la cartelera.
Woody Allen toma a sus dos grandes amores, la comedia romántica y Nueva York, y crea de manera eficaz un relato entretenido y simple gracias sus aptitudes como director y a la gran elección del elenco. Escrita y dirigida por Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019) presenta a Gatsby (Timothée Chalamet) y su novia Ashleigh (Elle Fanning), una pareja de jóvenes universitarios que deciden ir a pasar un fin de semana a la Gran Manzana debido a que ella consiguió una oportunidad única de hacer una entrevista a un reconocido director de cine. Gatsby, nacido en Nueva York, planeará una estadía de ensueño para pasar con su novia, pero la ciudad tenía otros planes para ellos. Si hay algo que se le puede reconocer a Woody Allen es que es un gran escritor de comedia, siempre utilizando recursos simples pero efectivos sus películas suelen reconocerse de inmediato en cada uno de sus diálogos cómicos. Otro ítem que también es notablemente reconocible es la estética, una conjunción de música y fotografía logran establecer la puesta en escena perfecta para trasponer la idea del director a la pantalla haciendo y creando una hermosa vista rápida de una ciudad que enamora de inmediato. Ahora, burdamente podríamos decir que todas las películas de Woody Allen son iguales y que siempre hace lo mismo cómo también estaríamos mintiendo si dijésemos que todas son diferentes y es ahí donde el autor, porque su cine es un muy buen ejemplo de cine de autor, logra destacarse hace más de 30 años. Porque es verdad que toda su filmografía presenta características similares y sin embargo logra sorprender, entretener y garantizar una hora y media de disfrute para el espectador sin fisuras ni huecos, sin pretensiones ni sobre exigencias. A nivel guion, la trama y los diálogos construyen una fluidez en el relato propias de su cine y resulta inevitable no sentir simpatía por la historia y engancharse de inmediato con lo que pasa. Si hay algo cuestionable a lo largo de toda la película es que llega un punto que resulta obvia, no tanto por los caminos que transita el film sino por los lugares comunes del propio género y por otro lado, Woody Allen es un cineasta al cual, como director, lo han cuestionado en demasía por temas personales en el último tiempo y a lo largo de la película hay subtextos muy claros donde él se desquita de sus detractores con una bajada de línea bastante clara que termina siendo un poco pesada y repetitiva y que incluso pueden ser tomados como una provocación para quienes lo han criticado. De una manera bastante similar, el director juega con hacerse guiños a sí mismo que resultan simpáticos pero que llega un momento que también parecen forzados y repetitivos. A nivel actuaciones en esta oportunidad el director opta por un elenco con el cual no había trabajado antes y deja sus actores fetiches de lado para trabajar con la nueva generación de intérpretes y allí es donde gran parte de la eficacia de la película tiene su sustento. A los ya mencionados Chalamet y Fanning, quienes tienen un trabajo muy bueno y que con su simpatía y carisma logran convencer al espectador de inmediato, se les suman en roles más secundarios pero que hacen que la historia fluya de la mejor manera: Selena Gomez, quién con su labor hace querer verla mucho más seguido en la gran pantalla, y en papeles mucho menores a Jude Law, Diego Luna, Liev Schreiber. Estos tres últimos si bien no tienen grandes minutos en pantalla, cada una de sus intervenciones le dan el salto de calidad necesario para que la atención no disminuya y el entretenimiento siempre se haga presente. La nueva de Woody Allen está lejos de ser cómo aquellas obras que supieron catapultarlo al estrellato, pero sin dudas es de lo mejor que ha hecho en el último tiempo. Graciosa y efectiva, Un día lluvioso en Nueva York es el tipo de películas que no abundan en el mercado y que hay que aprovechar que ahora llega a la cartelera.
Mike Flanagan construye una transposición fiel e inteligente del libro de King y logra establecer una esencia propia a pesar de los guiños y homenajes que también le brinda, y muy bien, a El Resplandor. En un año plagado de adaptaciones cinematográficas de las historias de Stephen King, entre las que se destacan IT: Capítulo Dos o Cementerio de Animales, ahora llegó el momento de que la secuela de una de sus obras más celebres salte a la gran pantalla. Se vuelve al universo de El Resplandor (The Shining, 1980) para ver qué fue lo que le deparó el futuro a Danny Torrance luego de que su padre fuera poseído por los espíritus malignos del Hotel que se encontraba cuidando durante el largo invierno e intentase matarlo. Por supuesto que esta secuela, como lo hizo el material original, está basada en el libro de nombre homónimo a la cinta y a pesar de que por desgracia el director del Resplandor no puede hacerse cargo de ella (te extrañamos todos los días, Stanley), el encargado de esta transposición será Michael Flanagan alguien que ya trabajó con material de King cuando adaptó para Netflix El juego de Gerald (Gerald’s Game, 2017). Ahora el peso propio de la obra pondrá a prueba al director para ver si la secuela está a la altura de la película del ’80 o sólo será una adaptación más. Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) cuenta que fue de la vida de Danny Torrance (Ewan McGregor) luego de los eventos vividos en el Hotel Overlook en donde terminó de descubrir sus “habilidades” psíquicas a pesar de su corta edad. Pero poco más de 30 años han pasado en la vida de Danny y ahora se la pasa reprimiendo su don gracias a la bebida y a las drogas. Por otra parte se nos presenta a una joven llamada Abra (Kyliegh Curran) que también “resplandece” como Dan e incluso más que él y pese a su corta edad puede manejar sus dotes de manera perfecta y en alguna oportunidad han podido comunicarse con Dan mediante sus pensamientos. También se introduce a una secta conocida como El nudo verdadero, una comunidad de personas que secuestran y se alimentan de niños que poseen el resplandor y consumiéndolos pueden alcanzar la inmortalidad. Este culto está dirigido por Rose “La chistera” (Rebecca Ferguson) y en cuanto sienten los poderes de Abra se ponen cómo objetivo hacerse de ella para quitarle todo su poder. Ahí es cuando Dan deberá dejar de lado todos sus fantasmas para ayudar a la joven Abra por más de que eso lo lleve a lugares que él pensó había dejado atrás. Difícil trabajo tenía Mike Flanagan a la hora de adaptar esta obra. Más allá de que la transposición de material literario a la gran pantalla siempre deja elementos fuera del metraje final en esta ocasión el director estadounidense también debía lidiar con la comparación obvia y odiosa que se iba a dar con una de las mejores películas de terror de la historia como lo es El Resplandor de Stanley Kubrick. Por suerte para Flanagan, su película logra estar a la altura de las circunstancias y logra hacer una adaptación fiel al libro de Stephen King y terminar concretando una perfecta segunda parte para la película de Kubrick. A pesar de un comienzo engorroso en donde tres arcos argumentales aparecen y desaparecen de golpe casi que con ninguna conexión entre sí y con un montaje bastante vertiginoso con muchos cambios de escenas en momentos que no parecerían ser los indicados, el filme sale airoso cuando el director y guionista logra la estabilidad narrativa como para desarrollar a los personajes y que la historia fluya sin ninguna prisa. La película se toma su tiempo ya que la duración del corte es de casi dos horas y media y si bien esa duración se termina sintiendo, en ningún momento se torna aburrida, ni previsible ni agotadora para el espectador. Un gran acierto del director es la utilización de elementos reconocibles de la película anterior para que el gancho con el espectador sea completamente efectivo. Estos elementos no son utilizados a lo largo de toda la película cómo si fuese un homenaje o mucho menos un refrito corriente, sino que esos momentos se los guarda para aquellos momentos en donde la trama puede llegar a tener un interés menor y entonces la nostalgia sirve para que el nivel de atención nunca decaiga. Ésta maniobra consigue su punto de ebullición en el último acto en donde la película decididamente abraza al pasado en cuanto a puesta en escena pero no así en atmósfera, algo que es casi imposible de lograr dicho sea de paso. El vuelo narrativo que posee esta película fue pocas veces lograda en cualquier otra adaptación de un material de King. Puesta en escena, manejo de cámara y situaciones surrealistas componen un relato que cómo pocos logran reflejar la esencia de las páginas de los libros. También el uso de efectos especiales prácticos logran un toque diferente ante tanto CGI en otras producciones y eso le da un salto de calidad que debe ser reconocido. Algo similar pasa con la banda sonora, que está a cargo de The Newton Brothers, que logra generar un ambiente propio de cara a los eventos que se van presentando y al mismo tiempo hacer una conexión inmediata con El Resplandor, incluso muchas veces se utiliza la canción clásica de aquella película como para establecer una relación directa aunque eso ya esta plasmado desde un primer momento. En relación a las actuaciones, los tres personajes principales tienen a un actor y dos actrices que no dan lugar a reproches. McGregor, Curran y Ferguson hacen que cada uno de sus papeles logren tener una identidad propia desde el primer momento en el que están en plano. Cada uno con responsabilidades diferentes, más McGregor por el trasfondo de su personaje, logran hacer un trabajo impecable y envidiable. La joven Curran logra tener quizás la segunda mejor actuación de toda la película y eso es mucho decir ya que es sólo su segundo trabajo en cine y el primero en el que su protagonismo es real. Ferguson está impecable haciendo el rol de villana y a pesar de que podría tener más minutos en cámara, para poner sobre la mesa un poco mas de contexto sobre su personaje logra transmitir temor y considerarse una verdadera amenaza. Ewan McGregor logra establecer una actuación soberbia, que también consigue su punto máximo en el desarrollo del tercer acto en donde lleva a cabo una actuación más física para lograr una semejanza clave para con otro personaje que realmente sorprende. Doctor Sueño es la justa continuación de una de las películas mejor consideradas del cine y al mismo tiempo una inteligente transposición del material original de Stephen King. Con guiños y homenajes claros en momentos claves, esta película logra construir su propia identidad e incluso los momentos en donde intenta desprenderse de El Resplandor, terminan siendo los mejores.
Ari Aster demuestra en su segunda película que su estilo inmersivo de terror llegó para quedarse y diseña una experiencia sensorial que va mucho más allá de lo que se puede ver en pantalla. Ari Aster es uno de los nombres que más revuelo cinéfilo ha causado en los últimos años gracias al trabajo que realizó al dirigir y escribir Hereditary (2017), su ópera prima en la que el enfoque tan particular que le dio a una historia de terror arrasó con la crítica, con la mayor parte del público e incluso con la opinión de sus colegas; Algo muy similar con lo que paso con Jordan Peele y Get Out (2017). Dos años después de aquel primer vistazo que se pudo tener de la cabeza, un poco perturbada, de Aster llega Midsommar para demostrar que no siempre el miedo tiene que ver con la oscuridad, sino que el día puede ser mucho más tenebroso de lo que pensamos. En esta pesadilla diurna, veremos a Dani (Florence Pugh) y a un grupo de amigos de su novio Christian (Jack Reynor) viajar hasta un pueblo recóndito de Suecia para estudiar una festividad que se da cada 90 años en una comunidad bastante alejada de cualquier otro pueblo, al que la tecnología parecería no haber llegado y al que la noche apenas asoma debido a estar en pleno solsticio de verano. Allí empezarán a notar que las costumbres de esta comunidad son un tanto particulares y cuando logren darse cuenta de que las cosas decantan de la peor manera ya les será demasiado tarde para escapar. Ari Aster ha logrado diseñar una obra maestra del terror sensorial y la vara que él mismo había dejado muy arriba luego de Hereditary la ha alzado aún más. Esta película no puede tomarse como una película de terror clásica, lejos está de serlo y de hecho le quedaría chica esa denominación, está obra confirma todo lo que Aster prometía en su largometraje anterior y en algunos de sus cortos en donde no sólo importa que es lo que se ve en pantalla sino todo el contexto y lo que envuelve a los protagonistas y a las situaciones. En esta oportunidad el guion juega con el espectador, al igual que a los protagonistas, y lo desafía a ver hasta cuando aguanta los eventos que de llevan a cabo. Todo esta “tortura” narrativa que por momentos se hace medio pesada, está perfectamente acompañada con una fotografía alucinante en donde cada plano podría ser un cuadro y con una banda sonora que utiliza música instrumental con violines, contrabajos e instrumentos de cuerdas primordialmente que ayudan a generar un ambiente en el que en cualquier momento puede pasar realmente cualquier cosa. Estas últimas dos características son las columnas en donde la obra de Aster se sostiene y una vez que sus bases son bien establecidas, las situaciones que se suceden toman una fuerza que no se ve seguido. Al mismo tiempo, ya con dos largometrajes en el lomo, se pueden vislumbrar algunos fetiches que tiene el director ya que algunas situaciones de la trama parecen extraídas de su cinta anterior y algunas características en puntos determinados se repiten de una manera bastante clara. En cuestiones actorales Florence Pugh (Fighting with My Family, 2019) es la gran sorpresa de la película y brinda una actuación impresionante de la cuál posiblemente se hable durante mucho tiempo. Con un trasfondo de personaje muy duro y un destino aún más duro, cada mirada demuestra desazón, tristeza y enojo incluso cuando en postura ella está de otro modo. Por supuesto que después tiene que desdoblarse para adaptarse al género y la verdad es que pareciera haberse dedicado desde siempre al horror. Otro de los grandes valores que otorga el filme es Jack Reynor quién en un rol más secundario que Pugh, logra su cometido de una manera satisfactoria y convincente. El resto del elenco tiene tres piezas fundamentales pero que solo cumplen la función de acompañar y son William Jackson (The Good Place), Vilhelm Blomgren y Will Poulter (Black Mirror: Bandersnatch), éste último cumple las veces también de comic relief y le otorga las dosis necesarias de relajación para que el relato no termine sofocando al espectador. Midsommar es una de esas películas que van mucho más allá del terror convencional, acá la experiencia jugará un factor fundamental ya que la cinta busca ser mucho más que un buen montaje o scare jumps efectistas. Las sensaciones que cada espectador vaya a tener serán fundamentales para poder concretar una experiencia de horror totalmente inmersiva que hará retorcerse de incomodidad hasta al espectador más valiente. Ojalá Ari Aster ya este diagramando su próxima pesadilla, porque su carrera sólo va en ascenso.
Previsible, obvia y poco convincente en cuanto a estructura, este relanzamiento de la familia más peculiar de todas no logra para nada hacerle honor al material original. Un entretenimiento garantizado, pero olvidable, para los más chicos y apenas un pequeño abrazo nostálgico para quienes supieron apreciar los buenos momentos de los Addams. Los Locos Addams lograron consolidarse en la cultura popular allá por los sesenta cuando su serie de TV vio la luz y se mantuvo al aire durante dos temporadas y 64 capítulos. Ahí fue la primera vez que el mundo conoció a Homero, Morticia, el Tío Lucas, Morticia y Pericles, sin olvidarnos claro del simpático Dedos, Largo el mayordomo o el Tío Cosa. El impacto que causó esta disfuncional y particular familia en la cultura pop fue inmediato y sus aventuras no tardaron mucho en recorrer el mundo y ganar adeptos y fanáticos a lo largo y ancho del mundo entero. Pero luego de su cancelación, a la familia Addams le costó regresar a los primeros planos pese a semejante clamor popular tanto así que apenas se los lograba ver en cuenta gotas en especiales de la serie de Scooby Doo o algún programa de Halloween especial. Recién en 1991 Los Locos Addams lograrían tener el primer largometraje en su historia y que si bien no logró la misma euforia por parte de los fans que su serie original, esa película sería la primera dentro de una trilogía de filmes que terminaría en 1998 con cambio de elenco mediante e incluso siendo una de las cintas a VHS, típicas de los años 90. Con poco más de 20 años en el freezer y teniendo en cuenta la época que vive la industria cinematográfica, Los Locos Addams (The Addams Family, 2019) tienen su oportunidad de ganarse a una nueva generación en su primer largometraje animado. Dirigida por Conrad Vernon y Greg Tiernan, quienes fueron los directores de La Fiesta de las Salchichas (Sausage Party, 2016), y escrita por Matt Lieberman y Pamela Pettler es que llega a los cines de todo el mundo esta nueva versión de Los Locos Addams, en donde se cuenta como fue que Homero (Oscar Isaac) y Morticia (Charlize Theron) lograron conseguir la famosa mansión que los alberga y también cómo conocieron a algunos de sus clásicos amigos. Con una elipsis de 13 años mediante y ya con Merlina (Chloë Grace Moretz) y Pericles (Finn Wolfhard) en la cúspide de la adolescencia, momentos decisivos se vienen para ambos jóvenes ya que Pericles debe realizar una danza muy peculiar para ganarse la aprobación de su familia y Merlina empezará a cuestionarse qué hay más allá de los muros que la contienen y de las extravagantes costumbres de sus familiares. Pero como si eso fuese poco, los Addams deberán lidiar con Margoux (Allison Janney), una conductora de TV que se dedica a la decoración y remodelación de casas y que quiere hacerse de la mansión Addams para quitarla del barrio en el que ella está trabajando. A pesar de tener una premisa noble y querer bajar un mensaje cada vez más necesario por los tiempos que corren, da la sensación de que esta película no intentó jugársela en ningún momento y decidieron optar por caminos ya transitados en las películas previas de los Locos Addams. El guion es simple y conciso, en donde la mayoría de los personajes atraviesan un camino para llevarlos de un estado a otro en cuanto a convicciones y posturas frente a la vida. Lastimosamente el transcurrir de esos cambios es tan obvio en su génesis como en su resolución, quizás por ahí este el mayor error que tiene la película que es ser totalmente previsible. Otro de los aspectos en donde la película no logra afianzarse o dar la talla es el humor, donde claramente el tono está apuntado a un público especifico combinando muchos chistes efectivos pero pasajeros y una dosis de bastante alta de humor físico que alguna sonrisa puede llegar a provocar, pero nunca una carcajada. La estructura de los personajes en cuanto a su diseño está bien pero poco tiene de innovador. El desarrollo de los personajes, en su mayoría, están muy mal aprovechados y de buenas a primeras cambian de parecer para que el guion tenga sentido, salvo el personaje de Merlina que es el único que cuenta con un desarrollo, un propósito y una resolución convincente y que encima es la encargada de transmitir el subtexto que el resto de la película no logra. Los Locos Addams termina siendo un exponente más sobre cómo no revivir un producto tan memorable e instalado en la cultura pop. Si bien el desarrollo es entretenido y nunca cae en un punto donde no se entretenga al espectador, esa ilusión de satisfacción será pasajera y terminará siendo una película totalmente olvidable.