Un día lluvioso en Nueva York es la nueva película escrita y dirigida por Woody Allen, protagonizada por Timothée Chalamet y Elle Fanning como una pareja de novios que viajan un fin de semana a Nueva York. Y como suele pasar en la obra de este director los acompañan una serie de populares actores en roles secundarios, que en este caso son Selena Gómez, Jude Law, Liev Schreiber, Rebecca Hall y Diego Luna, entre otros. La película cuenta la historia de Gatsby (Chalamet), un joven que acompaña a su novia Ashleig (Fanning) a Nueva York un fin de semana, para que pueda entrevistar a un prestigioso director de cine llamado Roland Pollard (Schreiber) y de paso recorrer juntos la ciudad. Pero una serie de acontecimientos imprevistos hace que tomen caminos diferentes y pongan en riesgo su relación. Es innegable que la trama de esta película es similar a la de Medianoche en París, pero en este caso Woody Allen no recurre al realismo mágico, sino que toma los lugares comunes de la comedia romántica y les imprime su estilo. Es por eso que a pesar de transcurrir en la actualidad el joven Gatsby se viste con un saco marrón y escucha jazz, y Ashleigh se viste con suéter y pollera y es una apasionada por el cine de autor. Por eso los principales indicios de que la película transcurre en la actualidad están en el uso de teléfonos celulares y en el vestuario de Shannon (Selena Gómez), un personaje que sirve como punto de vista de los espectadores, porque no forma parte de ese universo de intelectuales y bohemios y cuestiona a su protagonista masculino. La fotografía vuelve a estar a cargo del tres veces ganador del Oscar Vittorio Storaro, quien no se luce tanto bajo las órdenes de Woody Allen como lo hizo con La rueda de la Maravilla, pero captura imágenes de una peculiar belleza que permiten apreciar el amor a Nueva York que tiene su director. Y en ellas se pueden apreciar los barrios más lujosos de la ciudad, donde viven millonarios e intelectuales cuyos problemas trata con su clásico humor ingenioso en esta ocasión. En conclusión, Un día lluvioso en Nueva York tiene todos los elementos que caracterizan a las comedias de Woody Allen, entre los que como siempre se destacan los comentarios ingeniosos con referencias sexuales como la frase “Mi compañera piensa que eres lo mejor que ha aparecido desde que se inventó la píldora del día después”. Y es esta apuesta por lo seguro lo que la hace funcionar y una vez más satisfacer a su público.
Los Knacks: déjame en el pasadoes un documental escrito y dirigido por los hermanos Gabriel y Mariano Nesci sobre una banda de rock argentina surgida a finales de la década del 60, que cantaban en ingles con un estilo similar al de Los Beatles. Pero su incipiente éxito fue interrumpido en 1970 por un decreto de Juan Carlos Ongania que prohibía que los artistas locales cantarn en un idioma extranjero. La película se divide en dos partes: la primera de ellas es en el pasado, donde vemos la formación de este grupo de jóvenes estudiantes secundarios, con Carlos “Charly” Castellani en guitarra y voz, Oscar “Robbie” Paz en la batería, Armando “Armi” Aschenazi también como voz y guitarra, Vicente “Chito” Bulotta en los teclados y Eduardo “Mossy” Mykytow en el bajo. Allí, por medio de entrevistas a los músicos en la actualidad y material de archivo fotográfico y audiovisual los conocemos a ellos, al contexto histórico en el que se formaron y su carrera ascendente en la escena local, que culmina en 1970 con un disco grabado pero nunca lanzado a la venta en nuestro país. A continuación hay un segundo acto, con la aparición de Eduardo Cali Molina, un coleccionista de vinilos que descubrió esta banda, considerada de culto en muchos lugares del mundo, algo que sus integrantes alejados de la música y con trabajos rutinarios no tenían idea. Y esto abre paso a un tercer acto, con el reencuentro de estos músicos 40 años después con el objetivo de volver a formar la banda, y vemos las consecuencias de este retorno de estos mismos integrantes en un ambiente diferente. Gabriel Nesci vuelve a demostrar su amor a la música, un tema presente en sus dos largometrajes anteriores, contando ahora esta historia real mediante el formato documental. Pero lo que hace que todo funcione es el enorme trabajo de investigación que llevo a cabo junto a su codirector, Mariano Nesci, el respeto al orden cronológico de los acontecimientos, y el carisma de cada uno de los integrantes de la banda en los que el amor por la música sigue intacto. Lo primero hace que el relato sea verosímil y comprobable, lo segundo es que sea fluido y atrape al espectador con suspensos y sorpresas. Y lo tercero aporta situaciones graciosas debido a circunstancias adversas que los convierten en un ejemplo a seguir. En conclusión, Los Knacks: déjame en el pasado, es una película fundamental para ver en estos tiempos actuales, porque nos pone de ejemplo a un grupo de personas talentosas, que tuvieron que atravesar situaciones adversas que les impidieron alcanzar el éxito merecido. Pero eso no los hizo renunciar a su pasión por la música, convirtiéndose en una banda de culto, y cuya historia pudo ser contada en este documental que seguramente tendrá el mismo destino.
Los locos Addams es un largometraje animado basado en la popular serie de televisión de 1964, dirgido por Greg Tiernan y Conrad Vernon. En su versión original cuenta con las voces de Oscar Isaac como Homero Addams, Charlize Theron como su esposa Morticia, Chloë Grace Moretz como Merlina, Finn Wolfhard como Pericles y Allison Janney como Margaux, una decoradora de interiores que ocupa el papel antagónico. La historia en esta ocasión se divide en varias subtramas, siendo la principal que una decoradora de interiores quiere demoler la mansión donde viven los Addams para construir un barrio de lujo. Esto ocurre mientras Homero prepara una fiesta para volver a unir a todos sus parientes donde Pericles va a bailar un baile de iniciación llamado la Mazurka y Merlina se revela usando ropa y adornos coloridos. El principal problema de esta película es que busca adaptarse a los tiempos que corren, cambiando así el humor absurdo que lo caracterizaba por una lección sobre las consecuencias sociales de la discriminación. Porque acá son una familia que se aísla de una sociedad que los persigue, en lugar de sentirse parte de ella, aunque quienes los visiten se espanten de sus costumbres. Y es así como esta película pasa a ser una fábula con un argumento similar al de “El joven manos de tijera”, pero con una serie de gags apuntados principalmente a un público infantil. Un párrafo aparte merecen estos gags, sostén para el desarrollo del argumento, que en su gran mayoría apuntan a un público infantil dejando fuera a los adultos. Pero el problema es que funcionan muy pocos, desaprovechando muchas ideas interesantes, como la del león que tienen de mascota, por ejemplo o recurriendo al mal gusto, como cuando Morticia se maquilla la cara con las cenizas de sus padres. Y los que siguen funcionando son los que están basados en la serie televisiva, ya que vemos algunos de los que más se repetían en la serie, aunque desaprovechan el potencial enorme del tío Lucas. En conclusión, “Los locos Addams” es una película fallida, porque apunta a un público que por su edad no los puede recordar con nostalgia, y por adaptarse a los tiempos que corren desaprovecha la premisa absurda que la hacía funcionar -ellos siempre se consideraron personas comunes-, para usarla como ejemplo contra la discriminación. Y esto sumado al desaprovechamiento de muchas situaciones graciosas hace que uno recuerde con cariño aquella genial serie televisiva en la que se basa.
Las estafadoras de Wall Street es una película protagonizada por la actriz de carrera ascendente Constance Wu, que interpreta a una stripper que se convierte en estafadora. Y la acompaña Jennifer Lopez como Ramona, su mentora, Julia Stiles, Keke Palme y Lili Reinhart, entre otros. Todas ellas dirigidas por Lorene Scarafia, quien también ocupo los roles de guionista y productora. Basada en hechos reales, publicados en la revista “New York Magazine”, la historia cuenta como este grupo de mujeres que seducen y estafan de una forma ingeniosa a un montón de corredores de bolsa. Es por eso que las similitudes con “El lobo de Wall Street” son muchas, ya que también nos cuenta una historia de estafa en el mundo de las finanzas, priorizando el comportamiento de estas personas por sobre las cuestiones técnicas. Es así como en el primer acto vemos el veloz ascenso económico de Destiny, que finaliza con la crisis del 2008, en el segundo vemos como llevan a cabo esta serie de estafas, finalizando en una reunión de Navidad en la que se intercambian regalos lujosos. Y en el tercero vemos como la soberbia las lleva a tomar malas decisiones, y terminan pagando las consecuencias. Desde el punto de vista técnico vale la pena destacar el muy buen trabajo de fotografía a cargo de Todd Banhazl, que contrasta muy bien el ambiente del club nocturno donde trabajan sus protagonistas, un ambiente oscuro iluminado con luces de neón de tonos violeta, con la excesiva iluminación de los exteriores y sus lujosas casas, que parecen sacadas de revistas de decoración. Es así como el fuerte contraste visual favorece a que el espectador pueda entender el comportamiento de los personajes de una forma eficaz, ya que lo muestra sin golpes bajos ni bajadas de línea morales que ralenticen la narración. Un párrafo aparte merece Jennifer Lopez, como Ramona, en lo que es la mejor actuación de toda su carrera. Porque sabe usar su sensualidad y belleza para componer a esta bailarina con un pasado exitoso a la que toca convertirse en una mentora inteligente y ambiciosa, pero a la que la impulsividad la lleva a tomar decisiones equivocadas. Y es su personaje también el que, por ocupar un papel secundario, le aporta el humor necesario a la historia para evitar tanto golpes bajos como una solemnidad contraproducente. En conclusión, “Estafadoras de Wall Street” es una película que combina las películas de estafas con las de night clubs, como “Cabaret”. Y si bien no está a la altura de esa obra maestra, vale la pena verla porque invita a reflexionar a los espectadores sobre las consecuencias de las decisiones morales que podemos llegar a tomar para si damos rienda suelta a nuestra ambición por el dinero.
Perdiendo mi religión. Crímenes imposibles es una película argentina dirigida por Hernán Findling, quien vuelve a incursionar en el cine de género con este thriller paranormal protagonizado por Federico Bal, que interpreta a un inspector de policía. Y lo acompañan Sofía del Tuffo, Daniel Alvaredo, Guido D'Albo y Carla Quevedo, entre otros. Con un guion escrito por Noelia Leticia Sarti, cuenta la historia del inspector Lorenzo Brandoni (Federico Bal), un inspector de policía que debe resolver una serie de crímenes que carecen de una posible explicación lógica. Pero el asunto se complica más aun cuando conoce a Caterina (Sofía del Tuffo), una monja que dice estar poseída por un demonio que la lleva a cometer esos asesinatos en sueños, haciendo que este escéptico investigador cuestione sus creencias religiosas. El principal problema de esta película es que Federico Bal, a pesar de estar bien caracterizado para interpretar a este detective incrédulo y solitario, propio de la novela negra, no termina de convencer por su juventud, y falta de rudeza. Todo lo contrario ocurre con el personaje interpretado por Sofia del Tuffo, cuya inocencia aparente genera un misterio mayor respecto de su vinculación con esta serie de crímenes inexplicables. Y el resto del elenco cumple bien su papel, con personajes que responden a estereotipos del género, cumpliendo así su función de permitir que la trama fluya con naturalidad. Desde el punto de vista técnico vale la pena destacar el muy buen trabajo de cámara de Eric Elizondo, por el muy buen uso narrativo de los planos secuencia en la construcción de climas oníricos con imágenes de tonos fríos, acompañados por música de tango compuesta por Gustavo Pomenarec. Pero estos climas tan bien construidos no encuentran un remate adecuado, por lo que los jump scares no resultan efectivos, desaprovechando así las ingeniosas escenas de violencia surrealista con asesinatos que recuerdan a los de la saga de Destino final. En conclusión, Crímenes imposibles es otra película que forma parte de este cine de género independiente argentino, con un thriller cuyo argumento original se ve deslucido por su protagonista. Pero es también una demostración de que el cine de género argentino tiene muchas historias interesantes para contar, y la mejor forma de hacerlo es aprendiendo de sus errores.
Reglas para sobrevivir a un apocalipsis zombie. Zombieland: Tiro de gracia (2019) es la secuela de Tierra de Zombies (Zombieland, 2009), una película de muertos vivientes que llamó la atención por mezclar eficazmente el gore con la comedia. En este caso vuelve a estar dirigida por Ruben Fleischer, y protagonizada por la ganadora del Oscar Emma Stone, Jesse Eisenberg, Woody Harrelson y Abigail Breslin, a los que se les suman Rosario Dawson, Zoey Deutch, Avan Jogia y Luke Wilson, entre otros. La película vuelve a utilizar el recurso narrativo de la voz en off del personaje de Columbus (Jesse Eisenberg), que rompe la cuarta pared explicándole al público cuáles son sus reglas para sobrevivir este apocalipsis zombi que a su vez vuelven a aparecer en pantalla como créditos. Y debe recorrer el interior de Estados Unidos junto a Tallahasse (Woody Harrelson) y Wichita (Emma Stone), para volver a reunirse con Little Rock (Abigail Besslin), quien se escapó con un Berkeley, un joven que quiere llevarla a una comunidad hippie llamada Babilonia. Si bien Zombieland: Tiro de gracia carece del factor sorpresa de su predecesora, funciona por el muy buen uso de su puesta en escena. Lo primero que vale la pena destacar es la combinación entre gore y comedia, cuya eficacia fue demostrada por Peter Jackson en la genial Braindead (1992), que acá vuelve a dar lugar al humor negro y situaciones escatológicas. Pero lo que realmente lo hace funcionar es que su director logra sacar provecho de la incompatibilidad de caracteres de cada uno de sus cuatro protagonistas, obligados a estar juntos para sobrevivir. Un párrafo aparte merece el diseño de producción, que se diferencia de su precuela al mostrarnos como el paso del tiempo destruyó aún más la civilización. Y es así como vemos una Casa Blanca abandonada donde se alojan nuestros protagonistas al comienzo, o las rutas destruidas con autos abandonados a los costados. Esto es fundamental, porque a diferencia de otras películas de zombis como Exterminio (28 Days Later…, 2002) y Exterminio 2 (28 Weeks Later, 2007), no hay un ejército que proteja a los humanos, con lo que el desamparo de estos es mucho mayor. En conclusión, Zombieland: Tiro de gracia es una película que funciona porque combina muy bien el gore con la comedia. Porque en lugar de focalizar en el drama de un mundo desolador, como se vio en muchas películas postapocalipticas, se centra en las relación de estos cuatro personajes opuestos obligados a estar juntos para sobrevivir a los que las circunstancias los terminan convirtiendo en héroes.
A correr por un sueño La carrera de Brittany es una película pensada para lanzar al estrellato a su protagonista, Jillian Bell, después de una larga serie de papeles secundarios en cine y televisión. En este caso interpreta a Brittany, una mujer de 28 años que decide abandonar una vida llena de excesos para llegar a correr la maratón de Nueva York. Se trata además de la opera prima de Paul Downs Colaizzo, y completan el elenco Michaela Watkins, Alice Lee, Micah Stok y Lil Rel Howery entre otros. Esta película vuelve a tratar un tema abordado ya muchas veces, como es el de la superación personal a través del deporte, pero con personajes que deben alcanzar un estado atlético, lo que da lugar a situaciones humorísticas. Es así como vemos la transformación de Brittany, una persona obesa por llevar una vida desordenada en alguien que adquiere la disciplina necesaria como para correr una maratón en la ciudad de Nueva York. Jillian Bell, por su parte, es la actriz ideal para componer al personaje de Brittany, y lo hace bien, siendo el centro de un relato que amontona en forma desordenada una serie de subtramas. Y a esto hay que sumarle otro problema que tiene buena parte de la comedia norteamericana de la escuela de Judd Aptow, que es que la mayoría de sus gags son verbales, siendo muy escasos los físicos o las situaciones graciosas. Es así como se desaprovecha un enorme potencial, que si aprovecha “Nadando por un sueño”, por ejemplo que aborda una temática similar. Pero un recurso interesante que usa esta película son los efectos de edición a la hora de mostrar el contenido del uso de internet, ya que aparece su contenido a modo de créditos en la pantalla, así como también se utiliza el recurso de partir la pantalla en algunos casos. Además la historia se divide en capítulos que indican el paso del tiempo tituladas como las cuatro estaciones del año, que dan lugar a diferentes elipsis que nos permiten apreciar la evolución de Brittany En conclusión, La carrera de Brittany tiene una historia interesante para contar, y a Jillian Bell, que es la actriz ideal para contarla. Pero no funciona debido a un guion desordenado y a que desaprovecha un potencial enorme de gags. Y es así como termina resultando una película olvidable, y comete el peor error que una comedia puede cometer, que es el de aburrir al espectador.
El discreto desencanto de la burguesía. ¿Dónde estás, Bernadette? es la nueva película del director de culto estadounidense Richard Linklater y protagonizada por la actriz dos veces ganadora del Oscar Cate Blanchett. La acompañan Billy Crudup, Emma Nelson, Kristen Wiig, Steve Zahn y Laurence Fishburne, entre otros. Basada en la novela homónima de Maria Semple, Cate Blanchett interpreta a Bernadette Fox, una ama de casa de Seattle con un exitoso pasado profesional, que luego de una crisis decide abandonar todo. Y su marido, Billy Crudup, sale en su búsqueda junto a su hija adolescente, Emma Nelson, en un viaje de auto descubrimiento tanto de ellos mismos como de sus relaciones familiares. Lo que vale la pena destacar de esta película es la actuación de su protagonista, porque Cate Blanchett se pone al hombro esta película componiendo un personaje similar al de Blue Jasmine, ya que ambas sufren las consecuencias de haber abandonado un estilo de vida, aunque los motivos son diferentes. Y es así como en el medio de su incontenible verborragia vemos que detrás de su comportamiento impulsivo esconde un profundo dolor que confiesa de forma irónica, herramienta que usa como escapatoria. Pero el principal problema de esta película está en el mal manejo de la información que hace su director, porque Richard Linklater utiliza como principal recurso narrativo la palabra, y desaprovecha todos los demás. Por eso estamos frente a una película que explica todo: el relato carece de misterios, sorpresas o momentos de suspenso que mantengan el interés del espectador. Un claro ejemplo puede apreciarse en la primera escena, que enseguida descubrimos que es un flashforward del tercer acto y en que se nos resume el pasado de su protagonista durante un video documental que vemos en dos partes, similar al del comienzo de El ciudadano, la primera la ve Bernadette y la segunda su hija, por lo que se nos impide ponernos a los espectadores en el lugar de ella, sorprendiéndonos a la par suya. En conclusión, ¿Dónde estás Bernadette? es una película que trata un tema interesante, y para ello cuenta con la actriz ideal para el papel protagónico, pero su director comete el error de explicarnos todo. Y de esa forma no solo comete el error de no hacer partícipe al espectador, quien puede correr el riesgo de perder el interés mientras transcurre el relato.
El pasado que nos une es una remake norteamericana de la película danesa Después del casamiento, dirigida por Bart Freundlich. En esta ocasión, su director vuelve a trabajar por tercera vez con la ganadora del Oscar Julianne Moore y con Billy Crudup, a los que se les une Michelle Williams como el trío protagónico de un melodrama contemporáneo que trata sobre los lazos familiares. La historia se centra en la relación entre Isabel, quien dirige un orfanato en la India, y Theresa, una poderosa empresaria que le ofrece una donación millonaria. Pero para recibirla debe visitarla en Nueva York, y asistir al casamiento de su hija, durante el cual salen a la luz secretos del pasado. Lo más destacable de esta película es el muy buen manejo de la información, porque aquellos que no vieron la versión original se irán sorprendiendo con cada giro en la trama, que su director va revelando en los momentos adecuados. Y es muy interesante cómo prepara el terreno para la primera de ellas, que da lugar al comienzo del segundo acto, porque va generando el misterio mediante las actitudes de los personajes, y durante el desarrollo del segundo se nos dan las explicaciones necesarias a la vez que vemos las consecuencias. Pero el problema está en que los sucesivos giros dramáticos hacen que la trama vaya perdiendo fuerza, quedando deslucido el clímax. Vale la pena destacar también el muy buen trabajo actoral tanto de Julianne Moore como de Michelle Willams, como dos mujeres que ocultan su debilidad detrás de su omnipotencia e hiperactividad, a pesar de que viven diferentes realidades y sus situaciones económicas son opuestas. Y lo bueno es que su director no juzga a ninguna de ellas, como tampoco lo hace con Oscar y Grace, sino que muestra los motivos que llevaron a tomar decisiones, dejando que cada espectador reflexione sobre los temas que se propone. Otro aspecto desaprovechado de esta película es la fotografía, del argentino Julio Macat, donde predominan los tonos cálidos, que junto con el diseño de producción y el vestuario le dan una estética publicitaria. Y esto funciona durante el primer acto, pero ciertos cambios de tonos más fríos hubieran profundizado mucho más las sensaciones de los personajes en los siguientes, reforzando así las consecuencias en su entorno de esta serie de situaciones dramáticas que atraviesan, como hizo por ejemplo Thomas Vinterberg en La celebración. En conclusión, El pasado que nos une es una película que cumple con todas las reglas del género melodramático. Y lo hace de una forma muy efectiva, pero lamentablemente se queda en eso y no se anima a profundizar más, lo que le impidió llegar a ser la obra maestra que pudo haber sido.
Terror a 47 metros: El segundo ataque es una película de terror en el que un grupo de adolescentes que bucean en una ciudad en ruinas sumergida en la costa de México son atacadas por tiburones asesinos que habitan en el lugar. Está escrita y dirigida por Johannes Roberts y protagonizada por Sophie Nélisse, Corrine Foxx, Brianne Tju y Sistine Rose Stallone. Si bien se trata de una secuela, no hace falta haber visto la entrega anterior, porque aunque ambas comparten el mismo universo diegético cambian los personajes. Por eso en esta ocasión tenemos a Mia (Sophie Nélisse), una joven buceadora víctima del bulling, que para integrarse en el grupo de amigas de su media hermana Sasha, Corrine Foxx, decide acompañarlas a recorrer una ciudad sumergida, sin tener en cuenta que ésta es en realidad una trampa mortal habitada por tiburones. Una de las cosas que hace que esta película funcione es que en pocos minutos resuelve la motivación de su protagonista para tomar esa decisión, porque es clara y genera rápidamente empatía con los espectadores. Y a partir de ahí vamos viendo cómo este grupo de adolescentes toma una serie de decisiones imprudentes que dan sentido a la trama, que funciona gracias al muy buen uso del fuera de campo. Así como también jump scares eficaces con las apariciones sorpresivas de estos monstruos acuáticos, que dan lugar a escenas de violencia explícita. Un párrafo aparte merece el muy buen trabajo de fotografía, a cargo de Mark Silk, que hace lucir su larga trayectoria como camarógrafo especialista en escenas debajo del agua. Y esto se puede apreciar no solo en la fluidez de los movimientos, sino también en el buen aprovechamiento de la luz, tanto natural como artificial, que permite identificar claramente a cada personaje aun detrás de su equipo de buceo, así como también esta ciudad en ruinas y a cada uno de estos amenazantes tiburones. En conclusión, Terror a 47 metros: el segundo ataque no ofrece nada nuevo, pero su director la hace funcionar gracias a un muy buen manejo de los lugares comunes del género, y esto es meritorio teniendo en cuenta que no lo logró ninguna de las secuelas de Tiburón ni tampoco Megadolon. De esta forma queda demostrado que en el cine es mucho más importante el cómo se cuenta una historia a su contenido, porque una buena puesta en escena suple eficazmente la falta de originalidad.