REHACER MAL Antes de convertirse en tuitstar y recomendarle a sus seguidores a quien votar, Juan José Campanella hizo su mejor film “El secreto de sus ojos” (2009) con el oficio de quién dirigió varias series de procedimiento, un guión sólido basado en la novela de Eduardo Sacheri, personajes queribles y un pulso cinematográfico en la memorable escena del estadio. Así llegó el Oscar y con él, Hollywood y sus dólares. Para saber lo que Hollywood hace con las remakes de films extranjeros, nada más hace falta ver sus versiones de “Oldboy” y “Let the Right One In”. “Secretos de una Obsesión” es un film menor, que toma las bases fundamentales de la trama de la película argentina y deja de lado los detalles y la construcción de personajes que tenía el film original. Todo lo “americanizable” se “americaniza”, el cómic, el béisbol y la dictadura pasa a ser el estado de paranoia que vivía el Estados Unidos post 9-11. Filmada con plana monotonía por Ray, recuerda más a un episodio de “Cold Case” que a un film que intentaba decir algo acerca de la moral, las instituciones y la justicia. Aquí los personajes no parecen conducidos por la pasíon, ni siquiera por la obsesión que hace referencia el título local, más bien resultan caprichosos y sobreactuados -especialmente Roberts- deambulando un caso con total impericia en todos los aspectos. Lo que funcionaba en “El secreto de sus ojos” era también la historia de amor, al contrario de lo que sucede aquí con la nula química de los personajes de Kidman y Ejiofor, el espectador deseaba que Villamil y Darín finalmente estuviesen juntos. El giro sorpresivo del tercer acto, tenía un impacto emocional dado por el contexto que en esta remake es blando y frío y que cuando llega sólo atinamos a buscar el control remoto, pensando por un momento que estábamos viendo cualquier canal de cable un viernes a la madrugada.
RECUERDOS DEL PRESENTE La “revolución cultural” de China fue un periodo de agitación política y opresión social, lanzada por Mao Zedong en los 60’s fue también la contracara del “flower power”, una década oscura que muchos chinos aún hoy preferirían olvidar. El nuevo drama de Zhang Yimou “Regreso a Casa” tiene -precisamente- algo que decir acerca de la tragedia de olvidar. La película comienza con una viñeta de propaganda, un ballet militar, las jóvenes chinas disfrazadas de soldados y haciendo piruetas con armas de utilería. Una de las bailarinas es la hija de Lu, su mayor ambición es ser la protagonista de la coreografía, no un soldado de relleno. Lu (Chen Daoming, el emperador de “Hero” 2002) se ha escapado de uno de los infames campos de “reeducación”. Su hija con la esperanza de avanzar en su carrera, le dice a la policía que su madre Feng -una Gong Li irreconocible- planea una cita secreta con Lu en la estación de tren. La única forma en que un Lu oculto puede encontrar a su esposa es saliendo entre la multitud. Aunque seguro de ser capturado, él pasa de las sombras a la luz, y no será el último acto de amor que haga por su esposa. En muchas películas esta escena sería el final culminante. Aquí, sólo establece la verdadera historia, años más tarde luego que los excesos de la revolución cultural han dado lugar a su fin, Lu, declarado “rehabilitado”, regresa a su familia, ese momento que debería ser de felicidad se convierte en perplejidad: su esposa no lo recuerda. La frustración que siente Lu al no poder ser reconocido se traslada al espectador. Y todo este drama familiar está enmarcado en un comentario social más amplio sobre un tiempo de resistencia y reconstrucción en China. El director Zhang Yimou y su actriz-musa (su octavo film juntos) construyen escenas que desde la quietud y la intimidad narran el conflicto interno y los sentimientos que subyacen en cada momento de sus vidas y confluyen en una escena final difícil de olvidar. Los ojos de Feng brillan de dolor y al mismo tiempo esperanza por lo que vendrá, en ese mundo gris de emociones apagadas por su amnesia que resulta una analogía de la negación colectiva y una estrategia de supervivencia para aquellos que apenas si pueden seguir después de pérdidas que son demasiado dolorosas para recordar.
Bienvenidas sean las apuestas de los realizadores nacionales por el cine de género. “Testigo Íntimo” es un policial negro que cuenta la historia de dos hermanos, uno (Felipe Colombo) es un abogado que trabaja para su suegra (Graciela Alfano en un actuación para despojarse de prejuicios) y el otro (Leonardo Saggese) es boxeador, en medio -claro- una mujer. Compuesta de saltos temporales y un relato fuera de campo que busca resaltar -tal vez de manera innecesaria- los temas debajo de la trama, la historia fluye de manera orgánica hasta llegar a un final que busca sorprender y lo logra. Traición y crimen, elementos centrales de cualquier historia que busque decir algo acerca de la condición humana.
LA MÁQUINA DE HACER SINSAJOS La reciente tendencia de los ambiciosos estudios de Hollywood es la la moda de estirar en “partes” libros convertidos en franquicias. De “Crepúsculo” a “Harry Potter” pasando por la terrible “El Hobbit”, los fans han encontrado a sus héroes literarios estirados a la fuerza para cobrarles dos tickets en vez de uno. Ahora es el turno de “Los Juegos del Hambre”. Después de dos efectivas películas “Los Juegos del Hambre” (2012) y “En Llamas” (2013), la primera parte de “Sinsajo” (2014) resultó tediosa. La diversión perversa de los juegos estaba ausente y el material de origen muestra sus grietas cuando se lo expande más allá de lo necesario. Las consecuencias, por desgracia, todavía se sienten en “Sinsajo – Parte 2” (2015), a pesar de una notable mejora en las escenas de acción. El ritmo, que había sido controlado y preciso en las dos primeras películas, ahora es desparejo, el film empieza dolorosamente despacio, y luego corre a contra reloj cuando realmente importa. Después de los acontecimientos -o más bien la falta de acontecimientos- de la primera parte, encontramos al “Che” del futuro distópico Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence siempre creíble) incómoda dentro de la resistencia, un elemento que prepara al espectador para la “sorpresa” de la confrontación final. Coin (Julianne Moore en modo cheque con muchos ceros) presiona tácticas que se olvidan de los derechos humanos de los civiles mientras empuja a Katniss hacia el frente de batalla junto a un grupo variopinto de soldados, en medio de una guerra llena de trampas “caza-bobos”. El camino hacia la potencial paz, implica que Katniss asesine al hombre responsable, Snow –Donald Sutherland con barba peinada- incluso si eso significa inmolarse. Las escenas de acción bien coreografiadas por Francis Lawrence regresan la emoción y conducen al film hacia un final esperado e inevitablemente sentido. Lo que la película también hace muy bien es enfrentar la realidad de la muerte de una manera que otros tanques de la taquilla a menudo le esquivan. Hay una brutalidad a paso ligero, que el guión muestra en los efectos a largo plazo de los jóvenes marcados por la guerra. Y merece puntos extras por abordar temas “grandes” para un público adolescente que por lo general en otros films le escapan a la reflexión. El poder necesita símbolos, ya sea para la liberación como para la opresión, en ese sentido Coin y Snow son lo mismo. Y Katniss un peón que pudo volar. Un final digno para la saga y su protagonista.
VIEJOS SON LOS TRAPOS Banco a Shyamalan, sí, sus tres últimos films son horribles (The Happening, Last Airbender y After Earth) pero a diferencia de muchos directores “hypeados” al extremo, Shyamalan conserva un estilo “vieja escuela” de narrar en imágenes y más allá de su gimmick “plot twist” ese estilo no lo pierde, a veces en favor de una buena película, otras no. “Los Huéspedes” es una rareza en su filmografía, ya que toma el agotado género de “metraje encontrado” pero fiel a su pulso, le da su impronta. Nunca una película de este subgénero estuvo tan bien filmada. Desde la perspectiva de una pre-adolescente aspirante a cineasta, la historia comienza cuando la madre la envia junto a su hermano a conocer a sus abuelos a quienes no les habla desde hace décadas. La gracia de lo que muestra el film (y como lo muestra) es que cualquier cosa que haga un viejo puede lucir espeluznante en los ojos de un chico. Más graciosa que terrorífica, a “Los Huéspedes” se le ven los hilos desde un primer acto donde ya se puede adivinar el final, pero el recorrido es tan entretenido que justifica el viaje.
ÚLTIMO BOND A FINISTERRE La cita ineludible que cada dos o tres años tenemos con el agente 007 encuentra esta vez a un James Bond, algo cansado. Craig lo interpreta por cuarta y última vez y Sam Mendes dirige por segunda y también última vez una saga en la que la tématica, personajes, actores y directores parecen agotados y encerrados en los parámetros que Ian Flemming marcó en los lejanos años cincuenta. La tragedia personal y la deshumanización marcó el James Bond de Daniel Craig, desde el juego de espías de Casino Royale (2006), al estilo “Bourne” de Quantum of Solace (2008) y la estilizada seducción de Skyfall (2012). En Spectre Bond perdió casi todo, su amor “verdadero”, su mentor y lo que es peor su capacidad de sentir. En los papeles Christoph Waltz como “él” villano de la saga: Blofeld, capo de S.P.E.C.T.R.E. la organización criminal que vimos por última vez en Diamonds are Forever (1971) y que fue brillante parodia en Austin Powers, era muy prometedor, pero su tiempo en pantalla es breve y quizás desaprovechado, cayendo en el clásico tropo “en vez de matarte ahora, te mataré lentamente con este elaborado plan, así te doy la posibilidad de escapar”. Por momentos la modernización del agente y el mundo en el que le toca actuar luce forzado. Bond nunca se trató de geopolítica, sí de autos, armas, chicas y “one liners”, pero ese mundo -también misógino- de Flemming ya no existe, y el film brinda un guiño acerca de lo ridículo que resulta poner un hombre en el llano para espiarse entre estados que ya se manejan con drones. Los variados “set pieces” (México, Austria, Marruecos y por supuesto Londres) y la trepidante acción a un ritmo que no cesa durante casi todo el metraje logra distraernos de los problemas que tiene el film: los agujeros de un guión lleno de situaciones improbables (que tal vez resultaban carismáticas en los setentas) y un personaje ideológicamente obsoleto. Tal vez en dos o tres años un nuevo Bond intente otro acercamiento al personaje, mientras tanto intentemos no caer en los brazos de 007 -como sus mujeres-, porque ya sabemos lo que nos espera.
ADORABLE PUENTE El mejor film de Spielberg desde “Munich” (2005) derrocha seguridad en su narración, solidez en los diálogos, madurez en la dirección, belleza en la fotografía y contención en las actuaciones. No es poco. Construir un film sobre negociaciones de escritorio que mantiene al espectador en el borde del asiento es el enorme mérito del director de “La Lista de Schindler”. La historia real hubiese resultado narrativamente más plana, Spielberg le escapa al documental y carga a su film con detalles y “floreos” que deleitan a quienes queremos notar la “mano” del director en una película, y además se permite una escena de acción memorable. “Puente de espias” podrá esta situada en la guerra fria, pero tiene algo para decir acerca de la política internacional del EE.UU. actual, y como se trata aún hoy a los prisioneros de guerra. La trama es muy simple, Jim Donovan, un abogado neoyorkino (Hanks, excelente como siempre) acepta defender a un topo ruso capturado en tierra norteamericana, lo cual lo lleva al centro del conflicto mundial de aquél momento entre la URSS y Estados Unidos. En medio del muro levantado en Berlín en 1961, deberá negociar el intercambio del topo por un piloto espía norteamericano caído en tierra enemiga. Nadie hace a un decente mejor que Hanks, y Donovan lo era, lo cual agiganta el desafío al estar rodeado de pragmáticos y reaccionarios de ambos lados. La fotografía de Janusz Kaminski hace que cualquier otro film que uno vea después de este luzca pobre y mal iluminado. El guión de Matt Charman fue “retocado” por los hermanos Coen y se nota en algunos momentos de humor seco que funcionan muy bien. Spielberg es un humanista, como lo era Donovan, cuando el hijo le pregunta “porque defendes a un comunista si no lo sos?” queda claro como entienden al mundo, y la importancia de este ejemplo en el contexto global actual resulta inconmensurable.
PERROS CALLEJEROS Contexto: a finales de los 80’s los jóvenes afroamericanos podían ser detenidos, registrados, esposados y encarcelados sólo por ser jóvenes afroamericanos. Portación de piel sospechosa. En algunas ciudades estos abusos policiales estaban llegando a un punto de tensión que explotó con la golpiza que la policía de Los Angeles le propinó a Rodney King y cuyo juicio terminó declarando inocentes a todos los policías lo cual devino en los disturbios más graves que haya visto la ciudad. El soundtrack de esos eventos fue N.W.A. y “Fuck the police” su himno. Una recreación impecable de la época y un cast sin paralelo en cuanto al parecido entre los actores y los protagonistas reales (Dr. Dre, MC Ren, Ice Cube, Eazy- E, DJ Yella, Tupac, Snoop Dogg y Suge Knight) colocan a “Letras Explícitas” por encima de las biopic musicales que lucen como “TV movies” y a las que estamos acostumbrados. El director F. Gary Gray (Friday, El Negociador, The Italian Job, Law Abiding Citizen) tiene un guión sólido con el cual trabajar y tiene la astucia de tomarse su tiempo para contar el auge, caida y estatus de leyenda del grupo, una mirada más apurada hubiese herido la trama y resultado en una falta de compresión de los “porqué” de muchas de las acciones del film, además de abaratar el legado de N.W.A. Corey Hawkins, interpreta a Dr. Dre de manera profunda y comprometida, una tarea difícil teniendo en cuenta que seguramente el mismísimo Dr. Dre estaba a metros observando en el set. Lo mismo puede decirse de Jason Mitchell que en el papel del fallecido Eazy- E hace una tarea brillante. Dos actores con futuro promisorio. El film logra encapsular un momento seminal que tuvo un impacto en la cultural global que llega hasta nuestros días y cuyos protagonistas permanecen relevantes como pilares de una industria y como símbolos de una actitud inspiradora.
BUEN MUCHACHITO Pasillos, escritorios, estacionamientos y callejones lluviosos son los lugares donde el director Scott Cooper sitúa a los (muchos) personajes de “Pacto Criminal”. Todo contado con cierto desapego y lejos de componer un retrato psicologico con alguna profundidad de estas mentes criminales y corruptas. “Pero está Johnny Depp!” dirá mi tia, bueno, esta vez no alcanza, ni con los kilos de maquillaje de siempre. Lo que en principio parece una copia de calidad en tono y estilo de “Buenos Muchachos” (Goodfellas, 1990) se termina confirmando en una escena en la que Depp amenaza/bromea a un confundido interlocutor, idéntica en intención a la escena clásica del film de Scorsese entre Joe Pesci y Ray Liotta. La historia de “Whitey” Bulger puede ser fascinante para un documental, la dramatización en este caso, se quedó navegando entre el aburrimiento y la solemnidad.
AMOR EN SANGRE En el contexto actual “La cumbre escarlata” parece un film difícil de vender, por estar a contramano de las películas de terror actuales, que buscan el impacto rápido y no quieren (o pueden) construir suspenso. Una mansión embrujada llena de las sensibilidades de Del Toro, que como en cada uno de sus films sobresale por el impecable diseño de producción. Al igual que en “El espinazo del diablo” los fantasmas traen al presente los pecados del pasado, en aquella los de una nación, en esta los de una familia. El pecado del film es que resulta más trágico que terrorífico. En la perfecta atmósfera gótica que Del Toro crea se desarrolla la historia del romance de Edith Cushing (guiño a Peter) y Thomas Sharpe, claro que Thomas tiene un pasado incierto y un presente que involucra a su inquietante hermana Lucille, una excelente Jessica Chastain fría como la nieve y al borde de la psicosis. Una iluminación que homenajea a Mario Bava completa una estética que ya no se ve en el cine moderno y que deja lugar a Del Toro para jugar con sus fantasmas rojos como Hellboy. Es el mejor film del mexicano desde “El laberinto del fauno” y una experiencia que deja más desde lo visual que desde lo narrativo.