Zambezia

Crítica de Diego Batlle - La Nación

En un mercado como el de la animación infantil dominado por las producciones de Hollywood (este año con la fuerte competencia de la argentina Metegol ), el estreno de una película sudafricana resulta una bienvenida rareza.

Sin embargo, el principal problema de este proyecto de 20 millones de dólares de presupuesto es que -más allá de los hermosos paisajes que recrea, de la bella paleta de colores que regala y de algunos pasajes de música autóctona- apeló a un guión bastante convencional que recicla situaciones y conflictos ya vistos en decenas de films previos, seguramente con la idea de alcanzar así una mayor proyección internacional.

Ambientada en la zona de las cataratas Victoria, un espectacular salto de agua del río Zambeze en la frontera entre Zambia y Zimbabwe, Zambezia tiene como protagonista al joven y solitario halcón Kai, que ha perdido a su madre y vive bajo el obsesivo cuidado de Tendai, su sobreprotector padre (un arranque parecido al de Buscando a Nemo ). Pero, claro, el ave quiere experimentar la libertad y terminará en la inmensa ciudad del título, donde conviven decenas de especies (aquí empiezan las similitudes con Ga'Hoole: La leyenda de los guardianes ).

Allí demostrará su capacidad para volar de manera poco ortodoxa y de improvisar sobre la marcha, y será reclutado para patrullar y custodiar la zona. Pero la convivencia, en principio, no es lo suyo y -ante los problemas que encuentra para adaptarse- al poco tiempo querrá regresar a su aislado hogar. Es cuando aparecen en escena algunos personajes clave, como la bella Zoe y su padre Sekhuru, un pájaro viejo y sabio que sabrá cómo aconsejarlo. Y, claro, también están los malos de la película, como la iguana Budzo, a quien deberán enfrentar sobre el final.

Es una lástima que la narración sólo se sostenga en la espectacularidad de las escenas de vuelo (con la cámara acompañando el movimiento de las aves y aprovechando las posibilidades del 3D) y en algunos pasajes que tienen que ver con fiestas tradicionales y momentos musicales. Con una historia un poco más audaz, con personajes más desarrollados, con más sentido del humor y una mayor capacidad para entretener, habríamos estado frente a una verdadera sorpresa del cine africano y no a un producto apenas correcto como el que finalmente se aprecia en pantalla.