Yatasto

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

Cámara testigo

No estamos ante un documental más sobre cartoneros, como podría pensarse. Esta opera prima constituye un muy cuidado trabajo de ensayo sobre ese grupo social -en este caso en el barrio de Villa Urquiza, una zona poblada de desechos en la ciudad de Córdoba-, con una elaborada puesta en escena en cada momento, cada cuadro de la vida de dos chicos que se inician en el oficio.

Bebo y Ricardo conducen un carro de caballo por las calles de la Docta y la cámara es testigo de sus charlas y situaciones de vida cotidiana. Pero no un testigo cualquiera: su ubicación radica siempre en un sitio privilegiado, casi mágico, que le permite lograr en planos fijos imágenes notables, quizás demasiado bellas aunque no puedo acusarla de estetizar la miseria porque aquí no la hay: los personajes viven con dignidad su carácter de trabajadores, los chicos aprenden un oficio, enseñanza que reciben de la abuela, pionera en la tarea de “juntar para ganar plata”. Ella es la jefa de ese hogar donde Bebo y su hermana lamentan la ausencia de la madre, el alcoholismo del padre, en conversaciones tan naturales y espontáneas que el espectador se pregunta en qué medida siguen alguna consigna.

Hay aquí un extraordinario trabajo con el espacio, la forma y el color, en esos lugares de detritus y un sabio uso de la luz natural. Magníficas todas las tomas de los caballos que ama Ricardito, las de amasijos de hierros, y sobre todo, las de esos pequeños carreros que la cámara toma casi en primer plano, mientras hablan un dialecto que, por suerte, viene con subtítulos. Con De caravana y ahora con Yatasto, comprobamos que el cine argentino no se limita a Buenos Aires.