X-men: Primera Generación

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Sangre nueva para una franquicia cansina

Muchos señalan a X-Men 2 no sólo como la mejor de la franquicia, sino también como una de las grandes películas de superhéroes. El riesgo de las películas de X-Men siempre fue apoyarse demasiado en los efectos visuales: así no sólo han envejecido, sino que se ven más bien como apenas películas simpáticas. Lo que hacía que esa película fuera un paréntesis comparada con el resto, es la humanidad que Singer (por entonces director, ahora sólo ideólogo) le quería imprimir al relato. X-Men: Primera generación, es la mejor de la serie, no sólo porque deja la pirotecnia para el final, sino porque es la que mayor atención presta al desarrollo de sus personajes. También es consciente de la fuente de inspiración, y eso la ennoblece.
Como el subtitulo indica, esta es una precuela: la historia sobre "los orígenes de". En este caso, de los hombres X, aunque los protagonistas son Charles Xavier y Erik Lehnsherr. El primero será el futuro líder la patrulla de mutantes, el hombre abnegado por la raza humana. La otra cara de la moneda es Erik, perseguido por un pasado tortuoso en los campos de concentración nazis, donde perdió a su padre. Él perdió toda la confianza en la humanidad, y sólo quiere vengarse de sus antiguos captores. James McAvoy está bastante bien su rol: se mueve con comodidad y otorga las dosis necesarias de comedia y sabiduría (¡qué sería si un maestro no supiera cuando ser cómico!). Michael Fassbender (el crítico de cine -doble agente- de Bastardos sin gloria) tiene un rol más dramático y difícil. Por un lado, tiene que demostrar el pasado a través de los ojos. Por el otro, controlar los metales como si fuera telequinesis implica un esfuerzo mayor que la telepatía de Xavier. McAvoy se lleva el dedo índice y el anular a la cabeza y uno ya tiene la impresión de que está invadiendo mentes ajenas. Fassbender, debe estirar las manos, poner cara de esfuerzo hercúleo y convencernos de que puede mover una antena gigante. Imaginen un plano medio de un actor haciendo eso: borda lo risible. No para Fassbender que congenia las dos cosas: hacernos creer que es un tipo resentido y dolido, y que puede mover los metales. Un gran actor sin dudas y habrá que esperar a A dangerous method, de Cronenberg, para ver si confirma esto y recibe nominación de la Academia.
El elenco de Primera generación es grande. Entre sus filas se destacan Jennifer Lawrence (bellísima Mystique) que aporta en iguales cantidades dosis de sensualidad y fiereza, y January Jones (Mad Men) como la malvada Emma Frost, también, igual de sensual y peligrosa. Zoë Kravitz (la hija de Lenny) integra al resto de los X-Men, que bien podría ser jóvenes que participen de un capítulo de Glee. Después de todo, de eso se tratan los cómics: la aceptación del diferente.
Kevin Bacon es Sebastian Shaw, cuyo plan no consiste en dominar el mundo, sino en armar la tan temida guerra nuclear. El marco es la Guerra Fría (lo cual, sumado a la estética y los créditos finales, confirma la pasión del director por la saga de James Bond) y allí es donde los mutantes deberán luchas. Si bien el trasfondo histórico no termina de cuajar (parecen más bien injertos) la película solventa sus problemas con trajes coloridos (a diferencia de los oscuros trajes sin vida de las películas anteriores), montajes divertidos (el reclutamiento de mutantes) y mucho corazón. Aporta energía y diversión a una franquicia que cada vez lucía más agotada y seria.