Wolverine: inmortal

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una sensatamente escrita y cabalmente dirigida entrega del héroe de las garras.

Vos sabes que un personaje goza de una popularidad descomunal cuando le pedís a alguien que te nombre por lo menos un personaje de los X-Men y la respuesta, del más acérrimo espectador al más neófito, suena algo parecida a “Guepardo” o “Buolberin”. Tan presente esta en el imaginario colectivo este personaje que, en términos generales, se ha vuelto un sinónimo del grupo al que pertenece.

El salto del comic a la gran pantalla no hizo más que potenciar esta cuestión, a tal punto que Hugh Jackman, un actor australiano completamente desconocido, encontró la fama instantánea al interpretar al querido Logan. De este modo, hizo despegue una carrera que, a base de un sólido talento, logro florecer más allá de este personaje, pero al que siempre vuelve de tanto en tanto con profesionalismo y gratitud; últimamente más lo segundo que lo primero.

Pero la popularidad es un arma de doble filo.

Habiendo igualado en el cine la popularidad conseguida en el medio impreso, los estudios se plantearon darle al personaje su propia película del mismo modo que tuvo comics dedicados íntegramente a él. Esto se materializo con el estreno en 2009 de X-Men Orígenes: Wolverine. La película dirigida por Gavin Hood, director de la ganadora del Oscar Tsotsi, fue, a mi parecer, una película con mucha acción y casi nada de drama ––eso sí, un muy buen laburo de Liev Schreiber como Sabretooth––; primordialmente porque lo que nos atraía de Wolverine no era su aspecto de lobo solitario, sino lo que generaba esa soledad; la de desconocer quién era. Por lo que esa película no presentaba un interés mas allá de “Que copado, es inmortal, mira en todas las guerras que estuvo” o “Nah, ¿Las garras que tenia eran orgánicas?”, y una vez que pasaba decías “Va, va, que pierda la memoria, que tengo que ir al baño”.

Esta nueva iteración a cargo de James Mangold, un realizador con mucho peso dramático, pero que también sabe pilotear muy buenas películas de género, nos trae a un Wolverine en el polo opuesto de la soledad arriba mencionada; solo que esta vez esa soledad es producto de la culpa. Y esto, amigos míos, es lo que hace a esta película sobresalir, por lo menos en comparación a la otra película en solitario del personaje.

¿Cómo está en el papel?

Dejemos una cosa clara desde el vamos: Esto no es una secuela de X Men Orígenes sino una secuela de X Men: The Last Stand. Logan se recluye en el bosque, lleno de culpa por haber causado la muerte de Jean Grey, al punto de tener constantemente pesadillas con la mencionada pelirroja como protagonista.

Nuestro protagonista es contactado por una japonesita, muy habilidosa con la katana por cierto, que viene a buscarlo a pedido de su patrón, un anciano que está a punto de morir y desea que Logan viaje a Japón para poder despedirse. Resulta que, hace muchos años, Logan le salvo la vida a este caballero, que de otro modo habría muerto en el bombardeo atómico en Nagasaki. Este anciano le ofrece a Logan terminar con la vida eterna que tantos problemas le ocasiona transfiriéndosela a él, para terminar con la enfermedad que lo aqueja. Logan rechaza la propuesta y trata de decirle al viejo que la vida eterna no es como la pintan.

Con esta negativa se presentan dos problemas. Uno, una rubia llamada Viper le quita los poderes metiéndole un bicho dentro de su organismo al mejor estilo The Matrix. Dos, tiene que proteger a la nieta del ahora fallecido japonés, que es la heredera de su fortuna y tiene a los Yakuza (los puños envenenados del pacifico, LA MAFIA JAPONESA, diría Maude Flanders) mordiéndole los talones.

Este es el argumento de la película, y aunque estructuralmente funca como un mecanismo de relojería, esta privilegia mas el viaje emocional del personaje más que cualquier otra cosa. Hay escenas de acción a rolete, obviamente, pero lo que quiero destacar fue el acierto de los guionistas, Mark Bomback (Duro de Matar 4.0) y Scott Frank (Get Shorty), de equiparar y darle el tiempo justo y necesario tanto a las escenas de acción como a las emocionales; una movida bienvenida en la narración cinematográfica superheroica que casi siempre, y con resultados fallidos, siempre elige uno de los polos y lo sazona con el opuesto.

Cualquier otro guionista, ante este concepto de un Wolverine sin poderes, se habría limitado a meterle cuanto obstáculo se le ocurra para ver como cazzo hace para zafar si no tiene poderes. Bah, sabemos que va a zafar, pero lo que nos compra de estas pelis no es el que, sino el cómo. No es el caso de The Wolverine. Acá el objetivo no es proteger a la heredera; esa es la excusa para meter las escenas de acción, ya que de otro modo nos encontraríamos ante el mismo dilema del Hulk de Ang Lee. Esta es la historia de cómo Logan sobrelleva la culpa, recupera su honor, y se acepta por quien es. Estableciendo así la diferencia entre un dilema existencial manifestado a través de la acción en vez de un dilema existencial que “oh, casualidad” tiene acción.

¿Cómo está en la pantalla?

James Mangold es el director ideal para este proyecto; así como el guion de The Wolverine tiene una justa medida de acción y drama, la filmografía de este director es precisamente eso: Ha dirigido dramones como Heavy, Inocencia Interrumpida, Walk the Line y Kate y Leopold; pero también ha dirigido películas fuertemente genéricas como son Cop Land, Identity, 3:10 to Yuma y Knight and Day. Esta iteración del héroe de adamantium tiene a ambas instancias en perfecto equilibrio. Aunque las escenas de acción están tremendamente logradas por el nivel de tensión que manejan, esta película nos llega por las escenas que son un poco mas dramáticas en las que se debaten los temas que propone la película. El excelente pulso narrativo de Mangold es lo que lleva a esta película a buen puerto.

Hugh Jackman ha recorrido un largo camino desde aquella primera película de X Men, y no obstante, ha conseguido mantener en su interpretación esa lucha interna que posee el personaje, otorgándole nuevas dimensiones; muy necesarias ahora que los detalles de su personaje no son tanto un misterio como lo fue en películas anteriores.

Conclusión

Un titulo que cumple con la acción que promete, y donde, atípicamente, las emociones están adelante de todo, sin llegar a la “mariconada” de la que se acusa a la gran mayoría de las películas de superhéroes en la actualidad. Este perfecto equilibrio es lo que hace a esta película recomendable. Eso sí, quédense a los créditos, porque tiran una sorpresa que no la van a poder creer.