Winter: el delfín 2

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Linda historia mal contada

Dos fastidios impiden que este film para niños sea disfrutado por los niños locales: su duración (le sobran, mínimo, 26 minutos) y su doblaje insulso. Aunque, puestos a oír, el doblaje es apenas tan insulso como los intérpretes originales. Excepto Cozi Zuelhdorff y Ashley Judd, los demás son monocordes, y los dos actores de más renombre actúan como diciendo "yo no soy". El único "comic relief" de mérito es un pelicano, pero puede que parte de dicho mérito le corresponda a un equipo de animatronics que contribuyó con sus toquecitos a la producción.

La historia gira alrededor de ciertos problemas importantes para cualquier chico: la salud o la muerte de un animal, los primeros síntomas de inquietud sentimental, la disyuntiva entre irse becado en velero por el Caribe o quedarse cuidando a los seres queridos, esas cosas, lástima que expuestas sin mayor fuerza dramática.

Por lo demás, la realidad es superior a la ficción. Winter es de verdad, la encontraron en el 2005 con la cola lastimada por una trampa para cangrejos y desde entonces nada con una prótesis. Hope es de verdad, tenía menos de tres meses cuando lo salvaron y Winter lo adoptó. Bethany Hamilton, la rubia surfista hawaiana, tiene el brazo izquierdo de veras limpiamente amputado por un tiburón tigre, y no esconde su muñón. Todos los chicos lisiados que aparecen al final, son reales. El Clearwater Marine Aquarium existe de veras, su misión es rehabilitar a los animales marinos y así estimular también a los niños con discapacidad motriz. También de veras, los registros documentales que se ven al final, donde aparecen los auténticos empleados del acuario. Lo que parece mentira es la pequeña ciudad de Clearwater, en el condado de Pinellas, Florida. Limpia, tranquila, de aguas transparentes. Dan ganas de irse a vivir ahí apenas baje el dólar.