Whiplash: Música y obsesión

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Rápido y furioso

Si bien el filme debut de Damien Chazelle entró en la carrera por los Oscar, mucho antes que esto ya había deslumbrado en el Festival de Sundance, históricamente, un festival que destaca lo mejor del cine independiente y suele descubrir estas pequeñas grandes películas.
Tal es el caso de "WHIPLASH: Música y Obsesión" una historia simple, narrada con mucha pasión y nervio. Andrew (Miles Teller) con sus flamantes 19 años, es estudiante del primer año en una de las escuelas más prestigiosas y llega a ser elegido por el antipático director Fletcher (J.K.Simmons) para formar parte de la banda y representar a la escuela en las competencias y festivales.

El hilo conductor es la pasión por la música, la entrega del músico frente a su instrumento, la obsesión y el fanatismo para lograr la perfección y la exigencia que tiene cualquier entrenamiento para llegar a un objetivo dentro del terreno de la música o bien del arte en general. Y todo esto está regado por una banda de sonido del mejor jazz que acompañará los distintos momentos del film.

Personalmente no soy un apasionado de la música, ni me sedujo la propuesta de "WHIPLASH" desde ese lugar.Pero todos tenemos dentro alguna pasión (por el deporte, por el cine, por la música, por la escritura, por la danza, por el teatro...) y todas tienen en común la exigencia y la entrega que es necesaria para darle curso a ese sentimiento incontrolable que arremete desde lo más interno.
Y desde ese lugar, justamente, es desde el que creo que "WHIPLASH - Música y Obsesión" tiene la capacidad para poder cautivar a cualquier espectador y obviamente, que todos aquellos que sean fanáticos del jazz, del mundo de la música en general o que de algún modo compartan el universo de los bateristas, la van a poder disfrutar doblemente.

Si bien el tema central del filme que es el contrapunto del estudiante que quiere ascender versus el profesor exigente es algo que ya sido visitado desde algún otro lugar en "FAMA" de Alan Parker, "MADAME SOUSATSKA" de John Schlesinger con Shirley Mac Laine o en un tono de comedia con "ESCUELA DE ROCK" la perlita de Linklater, algo hay en "WHIPLASH" que hace que la historia vuelva a funcionar. Igual o incluso mejor que en lo que uno ya haya visto.
El gran mérito lo lleva el contrapunto protagónico que forman el jóven Andrew y el intolerante Fletcher.

Miles Teller es Andrew. Lo hemos visto en su debut en "Rabbit Hole - El laberinto" junto a Nicole Kidman y Aaron Eckhart en un papel secundario en donde ya brillaba con un estilo particular. En "The Spectacular Now" y "Las novias de mis amigos" ya ha llegado a roles protagónicos y ahora se consolida con este enorme papel al que le saca el jugo y nos entrega un Andrew que no podría ser imaginado -una vez que vimos a Teller- para otro actor que no fuese él.
A su lado, J.K. Simmons, crece, se agiganta, se hace enorme porque encuentra justamente en Teller el contrapunto ideal para desplegar un personaje lleno de ironía, políticamente incorrecto, resentido, severo y despiadado al extremo.

Con una lluvia de premios por este papel y finalmente una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto, J.K.Simmons comienza a consolidar una trayectoria en el cine después de ser un reconocido actor dentro del mundo del series de televisión y tal como pasa con su compañero de elenco, una vez terminada la película no hay otro actor que uno pueda imaginar en ese papel.
Simmons va desde la violencia verbal al gesto más sutil, de la tormenta a la calma y recorre una diversidad de registros y sobre todo en el tramo final del filme, aparece con una nueva versión de si mismo que le permite manejar otro tono y seguir luciéndose.

El guión sólo los deja correr, librados a la propia pasión y a sus impulsos. Hay algo del violento Fletcher en el jóven Andrew, tambien rebelde sin/con causa y que no le teme a enfrentar a ese ogro con piel de profesor basta de llegar a su objetivo. No abunda en explicaciones ni en trazos gruesos, sólo hay que permitir que el ritmo de los drumsticks de Andrew se batan a toda velocidad y dejarnos llevar por el ritmo que nos propone "WHIPLASH" que alterna esos momentos de muy buena música con otros donde la tensión entre los personajes nos corta la respiración.

Terence Fletcher: ¿Por qué supones que te arroje con una silla, Neyman?
Andrew: No... no sé.
Terence Fletcher: Seguro que sabes
Andrew: ¿El tempo?
Terence Fletcher: ¿Te estabas acelerando o estabas lento?
Andrew: No... no sé
Terence Fletcher: Empieza a contar
Andrew: Cinco, seis.
Terence Fletcher: (abofeteándolo) En 4, maldición! mírame!
Andrew: un dos tres cuatro, un dos tres cuatro, un dos tres cuatro
Terence Fletcher: Ahora, ¿me estaba apurando o estaba lento?
Andrew: No sé.
Terence Fletcher: Cuenta otra vez Andrew: Un dos tres cuatro, un dos tres cuatro, un dos tres cuatro
Terence Fletcher: ¿Acelerado o lento?
Andrew: Acelerado
Terence Fletcher: Ah, entonces sabes la diferencia. Si deliberadamente arruinas mi banda te mataré como a un cerdo. Ahora, ¿eres un acelerado o un lento? ¡¿O VAS A TOCAR A MI MALDITO TEMPO?!

Además, "WHIPLASH" cuenta con un trabajo de edición impecable para lograr esos momentos de climax estremecedor y un ritmo que el debutante Damien Chazelle tiene claro desde el primer fotograma.
Si me hubiesen dicho que una película sobre un jóven baterista y su exigente maestro me iba a tener aferrado hora y cuarenta a la pantalla, realmente hubiese dudado.

Entre otros grandes méritos, "WHIPLASH" tiene ese. El de tomarte por completo en la primer escena y no soltarte, de acompañar a estos dos actores que dejan el alma en cada tramo, hasta llegar una escena final precisa, de una síntesis impecable y que logra decirlo todo al ritmo de la música, ahí donde ya sobran las palabras.