Wall street 2 - El dinero nunca duerme

Crítica de Diego Lerer - Clarín

El regreso del gurú de las finanzas

Stone y Douglas vuelven a hacer de las suyas.

Gordon Gekko es el nombre que en el imaginario de la cultura popular estadounidense pasó a representar la década del ’80 y sus excesos, el capitalismo salvaje y la búsqueda obsesiva del beneficio económico. Aún más que Ronald Reagan, o quienes colaboraron con esos turbios manejos económicos de esa época (que hoy parecen juegos de niños), Gekko y su frase célebre (“la codicia es buena”) pasaron a sellar esa década a sangre y fuego. Y en cierta medida, lo mismo se puede decir de Michael Douglas, actor que antes y después de ese filme se convirtió en el símbolo de una sociedad que se mostraba ambivalente y confundida.

Ahora, circunstancias económicas mediante, Gekko/Douglas ha vuelto. Y cuando sale de la cárcel, al principio del filme, da la sensación de que sí, se trata de una reliquia del pasado: con su celular antiquísimo y un aspecto desmejorado respecto al de sus épocas de gloria. Pero, como si la hecatombe económica lo llamara, la economía estaba por volver a caer y él estaba allí para, bueno, se verá para qué … Gekko es una figura secundaria en esta historia, como también lo era en Wall Street (1987), cuyo protagonista era Charlie Sheen. En esta secuela que llega 23 años después de la original, el joven ambicioso que se mete en un mundo de negocios tan tentador como tambaleante es Shia LaBeouf. El joven actor encarna a Jake, empleado de una firma de Wall Street con el conocimiento, la obsesión y los contactos como para jugar fuerte en un mundo donde cada vez se apuesta más y las caídas pueden no tener fondo.

Jake está casado con Winnie (Carey Mulligan), que no es otra que la hija de Gekko. Si bien la chica no se habla con el padre por sus “delitos ochentosos” no tuvo mejor idea que elegir para su vida a alguien con similares obsesiones y universo. No sólo eso, sino que Jake idolatra a su mítico suegro.

Cuando Gekko regresa al mundo, dando charlas universitarias y publicando libros para sobrevivir, busca reencontrarse con su hija y, al hacerlo, conocerá a Jake y se adentrará en el nuevo estado de cosas de Wall Street. Y, claro, será más fuerte que él empezar a mover las fichas. El filme de Stone planteará la duda de si Gekko salió cambiado de la cárcel y ayudará a su familia o si volverá a hacer de las suyas.

Con su ritmo trepidante, diálogos ácidos y furiosos y una trama compleja de venta de empresas, bonos y paquetes accionarios que sólo podrá ser comprendida en su totalidad por economistas, Wall Street 2 funciona como entretenimiento, logrando hacer un paralelismo evidente entre aquella época y ésta al dar a entender que nada ha cambiado y que el sistema está ahora en su versión más salvaje.

El drama personal es algo menos interesantes. LaBeouf no es un actor versátil y no es rival para Douglas (ni para Brolin, Wallach o Langella) que parecen comérselo crudo. Sin “marcar” la época como el primer filme (que tampoco era una obra maestra), el filme cumple con su objetivo. No debe haber muchas secuelas hechas un cuarto de siglo después de la original, con el mismo director y protagonista y que sigan mostrando con precisión el pulso de los tiempos que corren. ¿Será que finalmente nada ha cambiado?