Viudas

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Buenas actrices y un curioso conflicto

Marcos Carnevale sorprende nuevamente con una historia original, no tan lograda como se esperaba pero con dos o tres momentos de legítima emoción, lindas actuaciones, diálogos de réplicas entretenidas, y un tema digno de conversación: ante la muerte de un hombre, ¿cómo llevan sus respectivos duelos la amante y la legal, y cómo se llevan, si es posible, entre ellas?

Muchos recuerdan el funeral del presidente François Mitterrand, donde la esposa y la amante compartieron las honras fúnebres, cada una al lado del cajón, seguidas por los dos hijos oficiales y la hija natural. Pero lo más común es que la legal y la otra se agarren de las mechas. Así pasó décadas atrás en el velatorio de un conocido folklorista, claro que sólo para regocijo exclusivo de los presentes, porque entonces algo así jamás hubiera salido en la TV.

En la historia que imaginaron Carnevale y Bernarda Pagés, una refinada documentalista está haciendo una encuesta sobre el amor, justo cuando le avisan que el marido acaba de ser internado. La chica que lo trajo a la clínica podría ser su hija. Es otra cosa. Para la mujer, la angustia, el dolor y la posterior tristeza se juntarán con la bronca de haber sido burlada. Para la chica, todo eso se juntará con la desolación. «Usted es lo único que tengo de él», dice a la viuda como excusa para ir a visitarla.

En verdad, la piba es un plomo. Pegajosa, ni estudia ni trabaja a conciencia, vive de arriba, carece de modales, molesta y encima se instala en la casa, por circunstancias que no explicaremos. Tampoco el autor las explica de modo fehaciente, pero lo bueno es que así reúne a las protagonistas y las hace pelear y recuperarse del dolor, cada una a su manera y siempre observadas por una amiga de la esposa y por la/el doméstica/o, un marimacho a quien la amiga define como «un marciano disfrazado de mucama». Divertida y misteriosa, la respuesta de la dueña cuando le preguntan por qué no la/lo despide.

Esa es otra originalidad de la historia, que bien podría ser llevada al teatro con éxito, para lo que se necesitarían actrices de la misma talla que las aquí presentes, Graciela Borges y Valeria Bertucelli, en ese orden, con la precisa Rita Cortese y Martín Bossi completando el reparto. Bien el debut cinematográfico de este último, en un personaje excéntrico y querible (mientras no viva en casa). Quizá la trama daba para más. Ciertas inverosimilitudes y algunos recursos de efecto la van minando, por suerte sin llegar a hundirla. Detalle elogiable, la inserción de imágenes de vacaciones que aparecen en dos momentos con leves pero significativas diferencias, tomadas en estilo amateur y potenciadas por la versión Vicentico de «Paisaje». La primera versión en castellano la canta su propio autor, Franco Simone, en «La playa del amor».