Viudas

Crítica de Laura Tuyaret - Dulce Pururú

Elena (Graciela Borges) está en medio de la producción de su documental cuando el teléfono suena y la peor noticia llega: su marido Augusto acaba de tener un infarto. Al llegar al hospital junto a su asistente (Rita Cortese) descubre que una joven es quien ha llevado a su esposo a la guardia.
Misterio total. ¿Quién es la chica? ¿Qué esconde debajo de ese tapado? ¿Realmente está desnuda?

Las respuestas no se hacen esperar y lo obvio sale a la luz. Su marido mantenía una relación paralela con Adela (Valeria Bertucelli), una estudiante de periodismo con un trabajo inestable, que empezó tres veces la carrera y no tiene dónde caerse muerta.
Casi en el último suspiro, Augusto le pide a Elena que cuide de la muchacha, pero ésta se niega. Sin embargo, un intento de suicidio por parte de Adela días después, hace que se compadezca y la lleve a su casa.
Carnevale elige como puntapié para su relato una situación que es más común en la vida real de lo que se piensa: la de una mujer que se entera, tras la muerte de su esposo, que éste la engañaba. Sin embargo, la reunión de estos dos personajes, y el hecho de que uno se apiade del otro o de que, incluso, lo lleve a vivir a su casa es un tanto increíble. No me imagino mujer en este mundo que deje pisar ni la vereda de su casa a la amante de su pareja. Pero bueno, supongamos que esa es una apreciación muy subjetiva de mi parte.
Sin embargo, rescato el mensaje de Viudas. Hay algo que es muy valioso y es, más que lo que dice, las preguntas que hace. ¿Qué es el amor en realidad? ¿Es el sentimiento por esa persona con la cual una se siente segura, protegida, a salvo? ¿Es aquella persona sin la que no se podría vivir? ¿Es pasión?
La búsqueda de una respuesta a este interrogante trascendental atraviesa toda la historia. Algunas tesis se esbozan. Quizás sea una condena, como reza la maldición árabe “Ojalá que te enamores”. Quizás el verdadero amor sea la amistad, siempre fiel, como la que tienen Elena y Esther. Quizás sea la aceptación y el entendimiento de los actos del otro, como aceptar que la persona que más amás te engañó. Quizás sea como la decisión del joven Werther de Goethe, que antes que el sufrimiento de no ser correspondido prefiere la muerte.
Nada se concluye. Posiblemente eso sea el amor y muchas otras cosas más. Tal vez haya tantas definiciones como personas hay en el mundo.