Viudas

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Un lío entre mujeres

La propuesta de Marcos Carnevale apunta a las emociones femeninas. En “Viudas”, elige un tema muy sensible para las mujeres que tiene que ver con los sentimientos, pero también con esas cuestiones más difíciles de asumir, como la infidelidad del hombre amado, la pérdida de la juventud, la defensa del territorio del hogar, el deseo de ser valorada, el valor de la belleza, la necesidad de cuidar y de ser cuidada, en fin, una serie de tópicos que hacen a la vida psíquica más que todo.

Elena (Graciela Borges) es una mujer madura y glamorosa que se dedica a la realización de filmes documentales, junto a su inseparable asistente Esther (Rita Cortese). Los acontecimientos la sorprenden mientras está sumergida en la rutina de su trabajo: un llamado le avisa que su marido Augusto ha sido internado de urgencia porque le ha dado un infarto.

Las dos salen corriendo hacia el sanatorio y allí se encuentran con una joven vestida de un modo provocativo, Adela (Valeria Bertucelli), quien fue la que avisó a emergencias y acompañó al paciente hasta allí.

En medio de la conmoción y la angustia del momento, las chispas empiezan a saltar para un lado y para otro. Y la revelación estalla: esa señorita tan extraña es la amante de Augusto. Pero eso no es todo, no se quiere separar de su lado y encima el enfermo, en su último aliento, le pide a su esposa que la cuide, sí, que cuide a “la otra”, porque, pobrecita, “no va a poder sola”. En el sanatorio, todos piensan que se trata de una familia y que la chica es la hija. Esa sensación parece contagiosa porque de algún modo, la pequeña intrusa se va instalando en la vida de Elena como reclamando que la adopte casi como a una hija. ¿Disparatado? Sí, un poco.

Elena, que es una dama pero ante todo es una mujer, ofrece resistencia, aunque entre el dolor y la curiosidad, va cediendo, sobre todo, cuando la muchacha no puede con su cuadro depresivo, sus deudas y su soledad, e intenta suicidarse. Como los acreedores van a golpear a la puerta de su ex amante, y son atendidos por su viuda, ésta, humanitaria al fin, decide hacerse cargo de todo, por lo menos, hasta que la chica deje de generar problemas.

La instala en su casa, donde con la ayuda de su mucamo travesti, Justina (Martín Bossi), tratarán de volverla a la normalidad y que acepte irse en buenos términos.

Todas contentas, todas juntitas

El relato, por supuesto, está desarrollado en tono de comedia, en la que abundan los momentos absurdos, con un cierto toque almodovariano, aunque a la manera porteña. Un lío entre mujeres (incluida la travesti), todas enamoradas del mismo hombre, que en vida se las ingenió para tenerlas a todas contentas y ya muerto, parece que las quiere a todas juntitas.

Eso también tiene que ver con la psiquis femenina, que parece no poder funcionar por sí misma si no es en relación satelital con una figura masculina fuerte, que vendría a ser el astro, el centro, alrededor del cual se organiza la vida de todas ellas. Para colmo, la ausencia del susodicho hace que esa cuestión se vuelva más patética: cada una ve en la otra algo del ser amado perdido que todavía perdura, algo que la conecta a él.

Rollos, la película de Carnevale apunta a los rollos de las mujeres con los hombres, de los cuales los hombres también viven y mueren, pero que al fin y al cabo son patrimonio exclusivo de la mente femenina, capaz de inventar miles de excusas para estar siempre enredadas en situaciones imposibles.

Por supuesto, todavía hay alguna vueltita de tuerca más, muchas lágrimas y un poquito de excesos, pero la sangre no llegará al río y, con la ayuda de esos galanes siempre dispuestos que nunca faltan, todo se irá encaminando otra vez. Y la vida continúa...

“Viudas” es una agradable propuesta para pasar el rato y reírse un poco de esas cosas por las que todos, o casi todos, han pasado alguna vez en este mundo.